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S.L\.RA \ i.\Z FERRE IRA DE ECHE\i.l.\RRf A
,
Carlos Vaz Ferreii·a
Vida, Oh1·a, Pe1·sonalidad
•
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•
199.895
'Ja z
r. Vaz
ej.2
•
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Apartado de la " ReYistn Tlistóricn"
Ton10 LIII - Nú1n e ros 157 - 159
•
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MONTEVI DEO
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�199 895 VA? Vaz
FHCE/113475
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Carlos V,a z Ferreira
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arios Vaz Ferrr-dr~t J1nció e11 1:011tevid o J 15 1
octt1l>re el 1872. J1 t1ero11 st1s 11a<lr . Ja11uel Vaz !1 e1·r ira
' rit111clo ll ' Vale11~a cl<J ii11}1c, (I ortttg<1l), J"' J3el '11 l{ilJ iJ'c), ele ase 11clc11cia es1Ja11ol[t y }Jo1·t t1gu esa . ursó estt1d ios
JJ1·imarios et1 casa <le stts PllllreR bajo la <lir 3 cción ele l1istintos milest1·os. I11g1·e 6 a 1~1 11i\1 -i1· itlacl t1 1888 y , lt1e r >
c.l:.. i·e!tliz:.tI' co11 J,rillo . ti· e tttc.lio s '.}ct111clario se g1"adt16
el\ ~lbog:.tclo e11 la liact1ltall lle 1er:i110 n 9 3. E11 1897
g:111ó 1)<)1· co11ct11·so la '{t t clr[t de Filo ofía e a U11i\1 ersicl~1tl, u lo. \1ei11tici11co afio <.l
da<l. revelánclose ya corn<J 1111 :1gt1<Jo ..-·1)osito1· filo. ófico . r (lefi11ie11do además, el
JJ lrfil lit' tt original }Je1·so11alic1:lcl s¡Ject1lati\ra. La cátedra
ft1 • el el 11tonces, su mollo norml1l de cxp1·e ió11. El JJrofesor 11re\7 ~l1eció sobre tocia otr:1 forma ele manife tarse
.. 11 SJJírittt crendo1·. La mnj 0r J)arte ele sus libros . a11tes
<1t1 tlscritos, fuero11 expt1c t(JS e11 ln. c{lte<lra.
'u estilo ftte in1a?1tnc1c) JJOr esta mn11'cra ele exp1'e ri r
st1 ¡Je11san1it-i11to. U11an1t1110 Jo 11e1·cibi6 mt1j1 bien hace má
ele ci11ct1 11 ta años, ct1a 11 do '.) 1 filó of <1 t11·t1gt1a) 0 i11 iciaba s tt
<)br~t ele 1)et18ado1·. Stt lilJro , clice. parece11, in{1s que esrito . halJ):1clos: -;.1 • a tra\réQ <lel lilJ1·0, se 0~1 e la \roz clel
Jl1·of ._,01-. lle ahí. agrega el e11ca11to ele s11 estilo ele ap,11·i ílJ1 i~1 cle8ct1idacla.
1
1
1icdaclu1nos esta biog rafía para la 1 l~ di ci o 11 JI0111c naje el e la
an1n1·a d .. l:leprese11tantes d e la l{epúblic a Ori ~ ntal del ru g ua)', d e
l !157. e puhl i 6 en sus l!l Yol ú1n llCS . JGn la 2\l l~dició11 r.101n e naje
de ln ( ún1nra de Jle11resentn11tPs d e la l{epúblicn Ori e ntal d el
rugun v (1!)63) se publicó tan1biiSn en los 2:- ton1os .
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113475
�254
lt 1~\1 ISTA JIISTÓ I~ IC i-\
Vaz Fe1·reira se consagró a lc.1 tarea doce11 te co11 ace11drada dedicación; )', co11scientemente. e11 perj t1icio de st1
obra original de pt1blicista. Sacrificó a su anhelo ci,e ei1señar -en el hondo sentido- tocla otra preocupació11. E
bien elocuente, a este respecto, la liste:1 ele los cargos qt1e
ha desempeñado.
'Trofeso1- de Filosofía en Preparatorios. ( 1897 - 1922) .
-Miembro del ConRej o Directi\"'O ele I11strt1cció11 P1·imaria (1900-1915).
_ Decano de PreparatorioR de 1~1 U11iversidad de 1\iontevideo. (1904 - 1906).
'- Maestro de Conferencia8 e11 la U11i\ ersiclad de i\1ontevideo. (1913 hasta 1958).
_ProfesoI' de Filosofía del Derecho e11 la Fact1ltc.1cl
respectiva. (1924 - 1929).
Rector de la U11iversidad por tres períodoR. ( 1929 1930, 1935 - 1938 y 1938 - 1943).
Director de la Facultad de H11ma11idades )' Ciencias.
(1946 - 1949).
Decano de la misma por dos períodos consect1tivos.
(1952 - 1955 y 1955 hasta 1958).
Esta excepcional dedicación a la enseñanza pública.
ejercida sin pausas y, simultáneamente, desde la cátedra
y desde la dirección de los organismos docentes, ha deparado a su obra singular influencia en la formación intelectual y mo1·al de la j uve11tud, y ei1 cliversos e importantes aspectos de la evolución del país.
El gobierno nacional, por dos veces, le ha i·endido el
homenaje de designarlo po,. Ley para ocupa1· un alto cargo docente: en 1913 u11a ley especial creó la Cátedra Libre de Conferencias, designándolo para i·egentarla poi·
tiempo indeterminado y si11 limitación alguna de 01·de11
estatutario; posterio1·mente, en 1916, al plasmar en ley el
proyecto de Vaz Fer1·eira de creación de la Facultad de
Humanidades y Ciencias, la ley q11e creó el i1uevo Instituto le designó s11 primer Director por el término de cuatro
años.
En todos los cargos que desempeñó ft1e un funcionario modelo en el auténtico sentido de la palabra. Su cledicación es irreprochable y su independencia, ejemplar ~·
aleccionante. El funcionario encarna, e11 el cumplimiento
de sus cometidos, la filosofía de la conducta q11e el filósofo-moralista postula en sus libros.
Actualmente, a los 85 años de edad, ejerce, con el
mismo celo de toda s11 vida, la Cátedra Libre de Confe1
�i·e11cias ~/ el Decanato de la Facultacl de Humanidades 'l
Cie11cias.
~
Su obra ha sido vasta y múltiple, lo cual se correspo11de con st1 t1niversal pe1·so11alidacl ele pensador: filósofo, psicólogo, sociólogo, crítico ele arte y enamorado lle
la. música, ha sido t1110 <le st1R mits fi11os, profundos y lttcidos sentido1·es.
Cua11do Vaz Ferreira lleg·a a la cátedra de Filosofía
e11 1897, el Urugua)r se halla embanclerado, a través de
sus m{ts calificados órga11os ele expreRión, en el positivismo filosófico. Vaz Ferreira, más qt1e t1na filosofía nt1eva,
introdt1jo en la enseñanza t111a postura independiente y
abierta, fuertemente crilicist't y espect1lativa, condenato1·ia de todos los dogmatismos lle esct1ela. Esta actitt1cl,
me11tal y moral, presidirá lt1eg·o, si11 fisuras, toda la prodt1cció11 vazferreiriana.
Nada hay más opt1esto al pensamiento filosófico ele
\Taz Ferreira que el espíritt1 sistemítiico de dogma o esct1ela. En vano se rastrearía en su vastísima producción
-sea ella de filosofía pt1ra o metafísica, de ética o estética, <le filosofía de la religión o de filosofía jurídica y
socic.11 o de pedagogía- la mits leve clat1dicació11 de st1
actitt1cl mental para aborda1·, esclé1recer y, ei1 st1 caso, resolve1· ninguna ct1estión.
Su bibliog1·afía es mt1y amplia. lle aqt1í lc1 lista ele
. us pri11cipales obras:
Cu1·so de Psicología eleme11tal. ( 1897) .
Icleas y obse1·vaciones. ( 1905).
Los problemas de la libertacl. ( 1907).
Conocimiento y acció11. En los márgenes de la ''Experie11cia i·eligiosa'' de W. J 'lmes. Sobre el carácter. U 11
pa1·alogismo de actt1alidad. Psicogra,m as. U11 libro ft1turo.
Reacciones. Cie\1cia y Metafísica. (1908).
Moral pa1·a intelectuales. (1909).
Lóg·ica viva. ( 1910).
Lecciones sobre pedagog·íct )1 c11estiones ele ei1señanza.
(1918).
Sobre la propiedad ele la tierra. ( 1918).
Sob1·e la percepción métrica. ( 1920).
Sobre los p1·oblemas sociales. (1922).
Sob1·e el feminismo. ( 1933).
¿ Cuítl es el signo moral de la inqt1ietud ht1mana?
(1936).
Fermentario. ( 1938).
�R J~\TIST A 1llST()fl1 ('' .. \
Trasce11dentalizaciones n1aten1ilticas ilegíti1nas ·~l falacias co1·relacionadas. ( 1940).
La actual c1·isis del mu11do descle el pt111to de \rista
i·acional. (1940) .
Algunas conferencias sobre tem<1s científicos, artísticos y sociales (lu serie). (1956).
Los problemas de la libertacl J' los del cletermi11ismo.
(1957).
Como filósofo ha logrado u11 estilo propio, origi11al,
de peculiar vigo1· expresivo. Se ha dicho de él que e11 el
orden ''de la comunicación abstracta de icleas no hajr ejemplo en nt1estro idioma de 1111 estilo más difere11ciado ~r
caracte1·ístico dentro de la ex¡Jresión filosófica''.
Otra peculiaridad de s11 producción filosófica es st1
fuerte impregnación científica. La cie11cia pura ha te11ido
en Vaz Ferreira uno de st1s más calificados i11térprete~
y un eximio y sagaz i·ectificador de las trascendentalizaciones ilegítimas de los hombres de cie11cia.
En el plano de la aportación de la filosofía a los problemas estéticos, ha realizado estudios de la más alta
calidad, tanto por la profundidad de sus pla11teos como
poi· el don de claridad, e11 cuyo mérito, las más abstrusas
cuestiones se transparentan en un léxico diáfano de singular expresividad.
Vaz Feri--eira, ocioso es decirlo, es un humanista at1téntico. La sentencia de Terencio parece escrita para definirlo: ''Horno sum; humant1m nihil a me alienum puto.,.
Ha demostrado siempre preocupación por lo concreto, por
lo inmediato, a1·ista singular en u11 espíritu esencialmente
especulativo, que ha colocado en el más alto plano la i·elevancia y la eficacia de los estuclios desinteresados.
Este perfil de su pe1--so11alidad ha sido abonado por
numerosos ejemplos, de hecho, a lo largo de su dilatada
vida. Como hombJ·e práctico luchó más de treinta años
poi· la implantación en el país de la Facultad de Humanidades y Ciencias. Un día su entrañable iniciativa se transforma en ley. Llamado luego a presidir los destinos de la
nueva institución, el filósofo socrático qt1e hay en él, fue
el fervoroso defensor del saber desinteresado. Definió la
orientación del nuevo centro de estudios del siguiente modo: ''Un claustro de ejercicios espirituales donde se estt1die
por el estudio mismo, por el placer y la superioridad del
estudio, de la cultura y del trabajo espiritual desinteresado''.
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CA R. l.JOS \ 1 A 7, JI" I~ R REI ]{ J\
2 !i 7
El filósofo, a travéR del profesor, ha siclo t111 educa,jor c.!e excepción. St1 obra e11 esta materia i10 tiene parangon. HH. abarca<lo todas las i·amas de la ensefíanza:
p1.. jmaria, sect111daric1 ~r st1perior. Y, desbordando la enseñanza oficial, reg·lamentacla, clesde st1 C{1tedra I.,il)re de
C.onferenc~aS h~ Si(lO inst1perable órgano de Ct1ltt1ra Sllpe1"10~"· La d1vers1dad ~le os tema s examinados en ellél y la
cal1clacl ele 108 estudios rea izac os le co11fiere11 u11a jerarquía clifícil de igualar. Lo. más herméticos problemas
n1etafísicos y estéticos, así como las teorías científicas
st1rgiclas n la lt1z e.le los má
. recientes clescubrimie11to. '
ha11 ocur>ado la ate11ción clel ilt1strc profesor. También, to(Jas las mri11ifestacio11es ele la cre<1ciói1 artística, es1)ccialn1e11te la })Sico]{)g·ía ele la. creación y ele la crítica, así como
importa11tes problema:.; ele filosofía j uríclica y del orde11an1ie11to económico ~, ~ocial de la comu11icl<1cl. Todo ello,
co11 ejemplar probiclacl intelectt1¿1l ~l at1stcro rigor científico. Esta ímproba lc1bor Re hé\ concle11sado en difere11tes
obraR, algt1nas yét publicaclas ~1 otras qt1c \rieron la luz
e11 l'l edició11 ele st1s escritos l)t1blicaclos ei1 1957.
Debe clestacarse. aclemás. el lt1g,1r promine11te qtte corres1Jo11cle a los problemas morales en la vicla ~1 en la obra
\raz f errei ria lla. Des provisto e.le co11 \'Íccio11cs i~eligiosa.s, h<t
colocado e11 l<t cun1bre ele ]¿1 jerétrquía axiológica lo~ valor s ~ticos, si11 sacrificar a i1i11gt1110. E11 lo moral, ha siclo
el a)Jóstol clel homl)re i11tegral c¡t1e, e11 t111 esftterzo poco
pensa}Jle, lleva de fre11te toclo: los ideales co11 los co11sig11ientes co11flictos éticos, con a11g·t1stia y remordimic11to:
''Cristos osctiros, si11 coro11é1 i1i sacrificios ... ''.
El sabio. dice, 110 retrocecle é111te i1i11gu11a ct1estió11.
Y en el 01·clen mor<ll: '' ... l;1 co11clt1cta sincera por ¡)arte
ele los hombres ele }Je11 "amie11to. es la conclició11 m{t.. i11llis¡Je11sable clcl 111ejorc1mie11to i11telectL1al y moral". 1~11 st1
c<1so, así como el edt1caclor es i11 epaealJle clel filósofo, el
homlJrc lo es del fjlósoro >r clel C(lucador.
Su viclé1 a1Jostol iza st1 ética. Ei1 e. te ~e11 ti do se ¡)uecle
clecir, si11 distorsió11 clel lengtta.ie, l{ttc Vtl7. Ferreir<l es el
}Jrimero Jr el mejor de RllS cli .. cí1>t1los. l!il itinerario de st1
vida p(1blica )r pri\raclél reproclt1ce. si11 t111a cleflexió11, las
m~1s exig·e11tes pt1ntt1alizaciones éticas del filósofo.
A partir ele 1950, empezó, e11 st1 Cciteclra, t1n tré1lJajo
de revisió11, cle1)uració11, selecció11 y sí11teRis de . t1s obras,
110 ce1·rac.lo a(111. Paralelame11te, st1rgieron e11 las esferas
ele gobier110 movimie11to. te11clientes a la pt1blicación ele
.. t1s li})ros. Frt1straclas e. tas i11iciativas. Vaz Ferreira co11-
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RE,"IST.t\ HISTÓRICA
tint1ó su tarea, que cristalizó parcialmente co11 la pt1blicación de varias obras, en la Biblioteca Filosófica de la
Editorial Losada, de Buenos Aires. Por su parte, el Gobierno Argentino, lt1ego de recaba1· jr obte11er el conse11timiento del auto1·, publicó una 11ue\ a edició11 del lib1·0
A101·al pc11·a i1itelectita les . Con an terio1·idad la BiblicJteca
Artigas (Colección de Clásicos U1·ugt1a) 0s) había i·ein1preso algunos títulos. La Cámara de Rep1·esentante. del
U1·uguay dio cima en 1957, al inte11to de edita1· las ob1·as
éditas e inéditas del il11stre filósofo.
La iniciativa fue tomada por u11 grt1po de Dipt1tado
de distintos sectores políticos: Jorge L. Vila, 1vV{\shi11gto11
Beltrán, Artt1ro J. Dt1bra, Vena11cio Flores, Zelmar l\fichelini, Carlos Migt1es Ba1·ón, A. Francisco Roclrígttez C~1musso, Adolfo Tejera y José E. Urrt1tia Serrato, ei1 cu~ro
fundamentos se expresa ''que el más grande y j t1sto homenaje que puede realizarse a t1n hombre de la jerarquía
intelectual de Vaz Ferreira, es la pt1blicación de st1 obra".
Se ha prescindido en esta pt1blicación de los lilJro~
juzgados por el autor inconclt1sos o ya sobrepaRaclos. Esta edición de 19 volúmenes, cuidadosamente revisacla por
el autor, puede así consider·arse st1 obra completa.
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1
�CAPÍTULO II
Co11sideracio1ie.s Previas
Los a11tigt1os a severaba11 que 110 se clebe hablar de los
clemás ni de s í miRmo: ei1te11dem os qt1e m e11os aú11 de lo
¡Jropio. Si11 embarg·o h em os ele explicar, f r ente al tema:
Sob·re Carlos Va :z F'erreirct : l' iclct . Obra. P erso11alidad 1o
<Jtle ht1biér amos qt1erido hace r, si11 co11seguirlo, y lo qt1e
creemos haber log·rado realiza r.
. A spirábamos a formt1lar t111 trabajo qt1e compre11cl1eré1 :
E11 ct1anto a la vida: i1t1estr os rect1erclos, personales
~r fami lia1·es , como testig·os ficledig·11os ele s t1 diario existir.
En ct1anto a la obra, t1n ec;tt1clio completo de cada
ttna ele ellas, abarca11do, en t111 pl<111 qt1e 110 es i1t1estr o,
pero que l1 t1biéramos cleseado e t1m ¡Jl ir, la g·é11esis, planeamiento, eject1ción ·~/ estilo, m{l!) t1n'1 crít ica positiva de la
ob1"a en general.
E11 ct1a11to a la p e1·so11a liclacl, t111a ¡Jroftt11 clizació11 a 11álog<.l, sal''º la difer e11cia ele e~ca la, a 1~1 qt1e \rerifica Vaz
Ferreir<t t1an c.lo estt1cli a <l t111 g·ra11cle J1 omlJr e. Nt1estro
filósofo (lio e11 1D2·4 - 25 t111<1 serie ele co11ferencias (no se
recogieron taqt1igráfica1ne11te: como ta11taR otras se fuero11 en palabraR) qt1e clc11omi11ó: "El lio1nl>1·e de los gra¡l-
cle.-; /1ortzb1 ·es''. :!
El estt1dio i11cltl:\'Ó <1 Beethove11 , Goethe, Tolslo}T· Antes, en 1920, l1é1bía estt1cliaclo l<1 p ersonalidad de Nietzsche.
Ei1 toclos estos casos - e11 otros ¡Jarecidos- el procedimie11 to em¡Jleaclo par<l a ho11clar e11 t111 a inclividualiclad
es i11vaJ·ialJlerne11te el mis1no -a11{tlog·o ¡Jor lo demás, co1no \'eremos, <tl qt1 e s ig t1e ¡)are:t µe11ctrar en t111 problema- .
J~mpieza ¡)or co11ocer toclo lo relati,·o él ella: la obra y la
J)ersona pero, en t111 momento claclo, presci11de de lo exterio1· ,, veri ficél 11na exploració11 en la per so11alidad misma
}Ja1·a. • i11te11tar capta1· s t1 esenci<1. Y se l)lJsel'\'él en seguida
qt1e en esa s11 ¡Jroft1ndizació11 lo i11telectue:1l le i11ter csa 8ólo
2 Ot1·os t ít ul os posibles: " l~ I ho1nbrc dt' los genios''. ··r . os
g r a ndes hon1bres (o los genios l con1 0 hon1bres''. (Carlos Vaz Ferreira.
tou11tcs 1,,·c>p aratorios ¡Jctra <"unfcr<'11<·ias c11 su ('úteclra. l !JJ~).
chivo partiC'nlar d e Carlos \ 'nz F crrcira
Pll
.\tahual¡la >.
< .i\r·
•
�260
RE,7 1STA HlSTÓRIC¡.\
a efectos de seleccio11ar a lo perso11aje : 8011 todo ge11io
en grado diferente. Pero ltna \1 ez elegidos lo i11t lectt1al
queda sect1ndarizarlo. A 11t1estro filó"'ofo lo atrae p1'in101·dialmente lo moral, toma11clo este térn1i110 e11 u11a ac }Jción amplia, aba1·ca11do lo qt1e denomina e11 u11 feliz 11 ologismo, la personalidad 111oto-espi1~ft~tal.
Algt1nos ejemplos: ct1a11do estt1clia a Nietzsche, atrn\1iesa r{tpidame11te la ca¡)a ... olidifi ~acla lie icleas gj, t 111adas )r de prejt1icios hechos para llegar a lo l1011do )r 1110 ·trar la bondad ele st1 a 1111a.
En el caso de Tolstoy·, pese a la admiració11 J)Or l
qt1e consideraba el autor de la mejor i10\1 ela del n1u11do:
La gite1·ra y la paz, i10 s im¡)atiza con el hon1br por 11
moral separada.
Refiriéndose a Goethe, come11ta la frase de Euge11io
D'Ors, quie11 afirma q11e toclos ad1nira11 a los genios })ero
r
que, en cua11to a égte, es otra cosa: Toclos qt1i :.iei·a11
Goethe. Y replica 11uestro ¡)e11saclor: "1:0 :soy el l1ombre
que no qt1iere ser Goethe. Qt1ie11 menos qt1isiera ser se1·ía
Goethe. Si ht1bicra de encar11~1rmc en t111 hombre generitl,
antes en t1no de esos clesgraciaclos, ve11cidos, n1isera1Jles,
fracasados, qt1e en ese''. Co11siclera el pecado co11tra l
espíritu de qt1e hablan las Escritt1ras la sere11idarl o. e11
todo caso, la sere11idad goethiana.
En el caso de Beethoven, lo admira desde la i·aíz el l
alma, como músico genial; pero más valoriza sus cualidades de bondad y de ternura.
Así gustaba Vaz Ferreira de estudiar la perso11alidad
ajena. Y, ei1 cuanto a la propia, encontramos indicios d
cómo hubiera tolerado que se la estudiara, en estas línea ~
suyas:
'' ... Qué fácil me hubiera sido t1tilizar mi Cát dra
para perseguir mis ambiciones o mis ilt1siones ele originalidad! -da1~ ''conferencias libros" - servirme de 111i
Cáted1·a para mi producció11 -con el tiempo que quisiera- conclui1~ las obras entonces empezadas y proyectadas,
que desde entonces quedaron i11conclusas y seguir hacie11do otras, y l1aber dado lo que pudiera en originalidad. ' ,
por cierto, nada ht1biera tenido ello de I'eprobable; pero
no creí deber hacerlo: lo que salió allí fue la persona -110
eloct1ente ni brillante- pero conmovida y sufriente de
amor por el bie11 y ele dolor por el mal, por el bien y poi·
el mal reales y concretos: por los c1e la \rida.
Ahora, eso sí: en mí lo más fuerte -lo de mi vocación- era la enseñanza: st1s problemas y también st1R
1
L
�CAR LOS V AZ FERRE IRA
26 1
Rt1j etos: sus perso11as: los maestros, los estudiantes poi.
ct1)1 0 bien combatía tanto (a veces ¡ay! sin su apoyo) y
les di lo mej 01" de mi alma.
Sé que nadie podría compre11der - Y quizá haya sido
patológico- lo que yo st1frí luchando, por ejemplo, por la
moralización de los nombramientos: por la implantación
ele los conct1rsos, por la s upresión de las recome11daciones
y por todas las f ormas que impurifican el nombramient o
clirecto; 111chando co11tra la exageració11 del i .. égimen de
exámenes qt1e a(1n hoy dete1·iora las mentes y hasta ei1f e1·ma y mata niños, lucha11do por los parqt1es escolares,
proyecto ideal, st1perior a mí, superior a todos, que la
triste incomprensión de ciertos hombres, bastante de ellos
desgraciadamente si11ceros, ht1ndió para siempre, o para
tanto tiempo.
Y, i1aturalmente, como, en mi Cáted1·a, el Catedrático
era el hombre, todo eso fue lo que más me salió -además
tle lo puramente intelectt1al, ele lo científico, de lo artístico''.ª
Cortamos aqt1í: Hemos hecho esta t1·ansc1.. ipció11 porque ella mt1estra mucho mejor de lo qt1e pod1.. ían hacerlo
11t1est1·as pobres líneas, la clase de estt1dio que hubiéramos
cleseado realizar acerca ele la personalidad vazfert"eiriana.
Pero no pudo ser. Algt1ie11 dijo: ''Je fais tot1t ce que
je pc11x conti11uellement pour élargir ma cervelle, et j e
travaille clans la sincerité de mon coeu1~; le r este n e dépend pas ele moi''. 1 Tambié11 se dice: ''Quod nat1tra i1011
clat Salamanca non prestat". (Lo que no ela la naturaleza no lo presta Salama11ca) . Por todo lo c11al y lo concorclante dejamos de laclo lo 11egativo, lo no hecho por falta
de jerarquía i11telect11al nuestra, para exponer lo positivo,
lo i~ealizado.
E11 cuanto al est11dio i11te11taclo sobre la obra y la
personalidacl de Vaz Ferreira: A lo largo de la vida
i1os hemos con11att1ralizaclo con s t1 filosofía: la llevamos
e11 la sangre. Hemos pasado años revisa11clo archivoH
en bL1sca de datos qt1e 11os ayuclen a configt11"ar su per so11alidad intelectL1al, pedagógica, moral. Nt1estros r ect1erdos pe1"sonales abarcan casi medio siglo de su vida
y actt1ació11. Y, a11te la proximidacl ele la I11nombrable no
:l
(,arios Vaz Ji" erreira: ( Fre11le a l golpe d e es lado) . .Wn 2·1 Edición II01ne11a.ie d e la Cán1ara d e R e presenta11t cs. 1963, t. XXV, pá-
ginas 187 -188.
4 Theodore Gon1perz : L es pe n se nrs el e la
1928. r>réface d e l'auteur, p. 20.
( J1
(•('e, P a rís , Payol ,
�262
RE'"ISTA lIISTÓl~ICJ\.
querríamos -variando u11 poco la f1·a e \razferreiria11a
''irnos con tantas cosas adent1·0 ... Y con toda la limitaciones, que somos las primeras en 1·eco11oce1· de con1p1·e11sión y de lenguaje. \ramo~ a decir algu11a de la co a qu
tenemos para decir sobre Vaz Ferreira.
Seguimos u11 plan, seguramente opi11flble, ¡Jero qt1 e
el único según el cual nos a11imamos a eL cribi1· sob1·e una
figura que siempre 11os ha fasci11ac{o: la de 11ue tro pad1· .
Hemos segregado, e11tre los múltiples a. pecto de u 11 rsonalidad, aquellos qtte m{t nos atrae11 que e pre ta11
para ser investigados en lt\ vida )., e11 la obra ~r ~obre lo¡;
cuales c1·eemos tener algo que clecir. Así e11 el estudio que
sigue, tratamos sucesivame11te lo Rocial. lo eco116mico, lo
político, lo jurídico, lo moral, lo religioso ei1 la \rida .
en la obra de Carlos ''az Ferreira. }.;o e. tético 'l' lo pedagógico sólo en la vida.
Formulamos el trabajo e11 1958-60, a efecto de presentarlo a un concurso e11 la Fact1ltad de Huma11idade: ~
Ciencias. En conjt111to permanece inéclito. Se pt1blicaro11
sólo t1nos pocos capítulos.
Una aclaración: creemos conocer, tl través de a11o
de consagración, la bibliografía de Ca1·los Vaz Ferreira
(inclt1so muchos apuntes preparatorios para confe1·encia.
que no pt1eden ni deben pt1blicarse pero que constitu:ye11
un valioso material ele estt1clio ·~l trabajo).
Conocemos también bastante ele lo que se ha escrito
sobre él. Pero en esta co11creción, pri11cipalmente de se11timiento -algo también de pensamiento- qt1e verificamos para honrar st1 memoria. desearíamos 1·ealizar un
trabajo perso11al: permanecer, de pie, e11 prese11cia del
Hombre y del Pe11sador. casi a solas co11 \Taz Ferreira
).. con su obra.
�CAPÍTULO
l 11
Estudio co111parc1tivn de tres ecliciones ele !et obra ele
Cct'rlos V a z F e 1·1'ei1~a
Fragmentos: ;¡ Hay actL1alment e tres Coleccio11es
ele Obras ele Carlos Vaz Ferreira, dos éditas, t111a inédita:
a) La 1 eelición Home11aje de la Cámara de Representa11teR del Urt1guay, de 1957, aparecida e11 1958, en 19 vol(tmeneR; elistribt1ida a títt1lo g·ratuito por ese Ct1erpo
Legislativo entre perso11as e ii1stitt1ciones, ei1 el Urugua)'
y en el extranjero, ya ag·otacla en st1 totaliclad. b) El
P1'oyecto de Obras Completas para 1961, aú11 inédito. e)
La 2 eclició11 Homenaje ele lél Cámara de Represe11tanteR
de 1963, en qt1e, po1" disposició11 ele la misma, se l'eedita
co11 leves variantes la a11terior, m {ls t111 Suplemento ele
inéclitos. Haremos breveme11te la historia ele estas edi•
c1ones.
A pa1·tir de cierta época, Vaz Ferreira come11zó a
publicar mt1cho menos ele lo qt1e escribía. Su modo de
})rodt1cción explica en })arte este hecho: Se había co11sag·rado ei1 forma total a lél Cfttedra de Co11f ere11cias y dictaba mt1chas, ct1ya versió11 taqt1igráfica 110 te11ía luego
tiempo ni ít11imo para corregir, retocar y pt1lir. Aclemás,
siempre ht1bo e11 él cierta i11satisfacció11 por la obra hecha,
por consiclerarla inferior a l<l qt1e ht1biera poelido prodt1cir. En tercer término figt1ra lo qt1e clenominaré -sigt1iendo a Do11 lVIiguel ele U11amt1110-: la i1,i¡Jeczttlidacl:
la impresión f t1e siempre cara y la á ztrec1 1n ecliocritas vazferreiria11a tt1vo siempre in{is ele 11zeclioc1·itos que ele áitrea:
110 le permitía abordar el costo de impresión de publicaciones de gra11 volt1mc11. Debido a estas circ1111stanciaH
coadytlvantes las conferenciC:tS del Maestro se act1mulaba11
sobre st1s escritorios, sin llegétr a la im¡)re11ta, salvo e11
alg·unos caHos de excepció11 en qt1e perso11as o institt1cio11es, ft1ertemente atraídas por la caliclacl ele HLl obra, tomaro11 a st1 carg·o es1)orc'1clicame11te l<l pt1blicación de algt1na.
1-Iaciél 1950 ii1ició Vaz Ferreira, siempre en st1 Cátedra, t111 trabajo de revisión, dep11ració11 y síntesis: bie11
1
'
1
'
1~ranscribi1nos
parte de la J\clvertencia para la 2'1 Edición Ilo·
1ne11ajc de la Cán1ara de llcprescntautes de lflCi:~ ctue redacta1nos
Pnlonc·cs. tNota de 1H79).
fi
�RE,'"IST
264
lil TÓRI
qtie le gu~ta ba i-epe11:::¡ar ct1idado an1e11t
tt
ideario, introdt1ciendo en él correccio11e. an1pliacio11e.. ~
ajustes. E11 cierto mom ento el E tado Urugua)1 0 l 1~ei111primió alguna obras (Biblioteca J\rtiga , olecci611 de
Clásicos U1·t1gt1a)1 os). Posteriorn1e11 te fa111iliares J1ici ro11
eclitar e11 Bt1enos Aires treR \1olí1me11e i1tte\1os o re110\1ados; !Jos proble1na ~ de la lib 'r iad 11 los del d t 1·11z1·11i 1110, mt1~r completados co11 r elació11 a l~t formulacio11es d
pri11cipio ele ~iglo; ...,ol>1·e la pe1·cepci611 ?)tvt1·ica, ta111bi 11
ampliada Jp· finalmente, a lió Ja eclició11 prí11cipe de: Al~abido
e~
git11as co1i.fere~1cic1s
sob1·c te1nas cie11tfficos, c11·tísticos ll
sociales (1" serie). i11tegracla por est ucfios i11édito. o q11
habían tenido poca dift1si611. A imis1110, JJOr iniciati''ª d l
entonces embajador e11 nt1estro )Jaí Dr. Alfredo Palacios, se republicó co11 le\1 es \1 a ria11tes por el gobier110 argentino, a cargo de la ( Tni\ ergiclad Tacio11al de La Plata,
1
111oral para i'1ztelect11alcs.
La impresió11 de estas obras, titte n1ucho \ 1alo1·izaba
11t1estro pensador, ft1eron, si11 clttcla, t111 est ín1t1lo ¡lara proseguir -a los 83 años
e11 stt i11te11s<1 labor ele sí11tesis
y orclenamiento de la IJropia ]Jroclucción, laboriosame11t
realizada a lo la1·go de seis décadél.S. Y así, lo qt1e empezó
por ser el arreglo de unos pocos \ olíl me11e . . , se fue co11virtiendo, sin propo11érselo co11scie11teme11te el autor e11 t111a
recopilación cada \1 ez más cercana a las obra. complete:1s.
A principio.· de 1957 t111 hecho st1per\ iniente caml>ió
favorableme11te el curso de esta labor p1·eparatoria: Co11
la intención de rendir t1n home11aje a la \riela ~' a la obra
ele Carlos Vaz Ferreira, la Cámara ele R e1)resenta11tes d 1
Urt1guay resolvió tomar a s u car go la imp1·esió11 de . tl
obra édita e i11édita. E11 la mente ele los miembros de la
Comisión designada al efecto, se planeó u11a pttl)licaci611
i11mediata. Teniendo en cuenta la ellatl clel home11ajeado.
se quiso abreviar los trámites de eject1ción para que el
honor no se tornara póst t1mo.
En base a este programa implícito ele clicho t1er¡Jn
Legislati\·o se preparó rápiclan1e11te para la impresi611
aqt1ella parte de la obra (}Ue estaba ei1 estado de ser publicada de i11mediato. Toclos Jos qt1e intervi11imo en ese
trabajo ft1imos t1rgidos por la misma comú11 preoct1paci611:
qt1e el Maestro pudiera r ecibi r ei1 \ icla el homenaje qt1
se le rendía \ ie11do editada st1 obra, sino tocla, una parte
importa11te de ella, y· representativa ele los clistintos sectores del campo de interés ei1 Vaz Ferreira : filosofía general, epiRtemología, psicología, pedagogía. estética, lógica
1
1
1
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�2 G!i
1n<>raJ, rel ig·ió11, proble1nas sociales, polí iicoR, económico8.
En este trabajo -qt1e en ocasiones se llevó con ritmo febril- colaboró en forma eficacísima el pe1~so11al de
la impre11ta elegida al efecto, rebasa11do sus obligaciones:
el jefe de talle1·es, co11 st1s obreros, hizo jo1~11aclas extraordinarias dt1ra11te varios días, inclt1yendo feriados, para
ofrece1· t111 regalo de fin ele año al Maest1~0. Y así pudo
éste, ya en su lecho de muerte clel Sanatorio Italiano, hojear, complaciclo, dos volúme11es acabaclos de st1 obra, qt1e
~1probó y g·t1stó e11 grado sumo. Tres clías clespués, a 3
(le e11ero de 1958, se produjo la clesaparición física de
Ca1~1os Vaz Ferreira. A los tres meses, e11 a.bril, estuvieron
impresos los 19 volúme11es.
Corresponde, a11tes ele continuar, t1na explicaci611
marginal : clesde mi ya lcj a11a adolesce11cia le hice a mi
padre ele secreta1·ia partict1lar }' de taqt1igrafía. ti A partir de 1954 empecé a colaborar, bajo st1 dirección inmecliata, en la pI·eparación clel material inédito. Lt1ego de
trabajar t1nos años a st1 laclo, i·ecibí u11a honrosa prt1eba
ele confianza: fue delega11do e11 mí lo relativo a 1a selección y orclenamie11to de las piezas a publicar, limitando
su i11terve11ció11 a la revisión y correcció11. Y éstas, a su
vez, se fueron ami11orando en t111a st1pervisión fo1"mal, at11nentanclo progre. ivame11te mi grata responsabilidad: así
los tomos XII, XV, XVI , X\TII y XVIII de la 1 Edici611
Homenaje de la Cámara ele R epresen ta11les fuero11 enteramente recopilaclos y orcle11aclos por mí, li1nitá11dose mi
})adre a darles el visto bueno. Discrepábamos ta11 8Ó}()
e11 lo qt1e llamaba mi manía pt1blicista, o sea -seg(111
él- mi tendencia a valorar mt1y e11 alto st1 prodt1cci611,
lo que podría i11dt1cirme el pt1blicar clemasiado. En la p1·eparación de la Obra Completa y, por tanto, ele esta eclición, he teniclo mt1y e11 cue11la la adverte11cia: entie11clc>
qt1e, en ambas, todo lo qLte está pt1ede y clebe estar.
En abril ele 1958, ya mt1erto mi padre, inicié la pre¡)aración de u11a 2 J edició11 qt1e se aproximara lo más posible a las Obras Completas. Se ha iclo integ·rando tan
i1aturalme11te como la 1 .1 . Me faltaba -es cierto- la insustituible acción de p1"esencia de mi padre, lo que me
obligaba a extrema1" el ct1idado.
Esta 2·~ edición, para la cual sugiero provisoriamente la siguiente ficha bibliográfica: Vaz Ferreira, Carlos.
1
)
1
1
G Conjuntan1entc ron tui hc1·111aua i\:lati lcl c. l Nota de
1134·75
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�26G
I F.i \rl ~T \ J 11 ~TÓI~ l J\
P1·oyecto de Ob1·as
0111pletas, e t[t \rirtual111 11te t r1ni11ada. Aparece orcle11ada e11 24 obras, co11 t111 co11ju~1to
ele 32 ,rolúme11e.. En la ú11ica de lnt1cl1os to1110 : L <cio11es sobJ'e 11edagogz<t y cite"'tio11es de e11sc1ia11 ~ª, t111n
11ot~l ge11érica da CL1e11ta de la i11clt1. i611 · e11 cada \1 0lt1n1en, otra 11ota da idea riel conte11iclo o e11 su ca o
·tablece conexió11 co11 el corresJl011die11te de la Edici611
Home11aj e ele la Cámara ele I~epre...,e11ta11te de 1957. 1~
reclactarlo esta · i1otas, así co1110 la~ qt1e ha11 sido 11 e arias a lo la1·go de la obra, -reclt1ciclas al 111í11in1t111
impresci11clible por habe1' disposició11 expre. a en e. s i1ticlo del at1tor- en forma imperso11al: "Se ... ''. Alguie11
ha dicho que ha)r trabnj os qt1e ~011 corno el ele la zi1rcidora: cuanto me11os se 11ota11., 1nejor l1echo está11. E11tie11do qt1e el mío es ele ésto, . Co11 e tas 11ota. e11tie11do
ct1mplir co11 lél Ley de Propiedad Literaria y Artí tica
vigente en el Urugua~· (Le)r N 9.739, dicien1bre 17 de
1937) qt1e clice e11 st1 art. 16, inc. 2: "Ni11gt1na adici611 o
correcció11 poclrá hacerse a la obra. ni at111 co11 el co11sentimiento de los causahabie11tes del atttor, si11 señalar
especialme11te log pasajes agregaclos o modificados''. L galme11te hay derecho a pt1blicar esta Recopilació11, al ampa1·0 del art. 16, inc. 1'·' de la ley precitada, qt1e co11fiere
a los herecleros, st1bsidiariame11te al E, taclo. la fact1lta l
de defender la integridad de la obra de u11 autor fallecido.
Moralmente, tambié11 me siento a t1torizacla para pt1blica1·la, teniendo e11 cuenta la idea directriz que ha presidido
su integración: armarla e11 forma tal que 11os dé la segt1ridad de que si mi padre pudiera re\risarla, la a1lrobara
y gt1stara de ella, como ya vimos qt1e aprobó ). gustó de
los dos volúmenes ele la 1 ~ edició11 qt1e llegó ~1 hojear.
El Pro)recto de Obras Com¡Jletas, como st1rge ele su
propia denomi11ación, es t111 proyecto. Trata de integrar
Obras Completas. Pero, ciado el modo de ¡Jroducir vazferreiriano, siempre pt1ede11 aparecer, para edicio11cs ¡Josteriores, trabajos omiticlos. Sólo con esta salveclad ]Jodemos
llamar a nt1estro proyecto de Obras Completas.
El Proyecto de Obras Completas ha surgido naturalmente de la Edición Homenaje de la Cámara de Representantes por complementación y reordenación. Se ha11
tenido a la vista para integrar aquél versiones taquigráficas y manuscritos conocidos o recopilados recién despt1és
de la muerte del Maestro, así como directi\1 as y pla11es
contenidos en sus papeles póstumos. HaJ. dos piezas que
clan idea adecuada de la ''inct1lación entre ambas versio1
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11cs. 8011: el /Jldice clel cotzte11ido ele las Obra s Completas
!/ la Conf·rontació1i de clos edicio1ies de lct ob1·a de Vctz F erreira: Edició1z Ho1n e1zc1Je de la Cá1ncl1·a de R ep1~ese1ita11les y Proyecto de Ob1~c1 s Co111pletas, que se transcriben a
co11 tin uación.
Terminada la preparación del proyecto de Obras
Completas y, apenas iniciados los primeros so11deos editoriales para st1 publicación, con fecha 30 de jt1nio de 1961,
la Cámara ele Representantes de la República Oriental clel
Urt1guay resolvió -como se detalla al pri11cipio de este
Suplemento- i·eimprimir las obras éditas e inéditas de
Carlos Vaz Fe1·reira. Lt1eg·o de aceptada por los herecleros
ele Carlos Vaz Ferreira la i~esolución de la Cámara, preHenté <:1 la Mesa el proyecto de Obras Completas y tt1vo
muy cordial acog·ida. ; Pero circt1nstancias adversas,
,1je11as a la excelente volt111tacl de los legisladores, frusté1ron la publicación. Y se p1~efirió, interpretando estrict~
me11te la resolt1ción de ese Ct1erpo Legislativo, i·ept1blicar
tal ct1al la 1') edición de 1957, co11 sólo corrección de errataH, errores g·rt1esos, publicétndo a contint1ación los inéclitos. Se ha preparado esta 2 1~ recopilación, qt1e es la 2·
edició11 Homenaje de la C{tmara de Representantes, ele
J 963, e11 la mejor forma posible, agreganclo a continué1ción ele los 19 vol(1menes édi tos, seis de inéclitos y algt111é1
reeclición ele estuclios éditos no incluidos en la l edició11.
La actt1al compilación se hizo s igt1iendo la ordenació11 de
la Obra Completa y con ref ere11cia a ella en los índice~
respectivos. Se ha11 agregado índices de nombres propios
:Y materias, copias fotoestéíticas, t111a 11ueva bibliografíe:1
(de esta ultima es at1tor el Dr. Artt1ro Ardao), con lo
ct1al se cumple estrictamente la resolución de la Cámara:
Pt1blicar la obra édita e ii1éclita del Dr. Carlos Vaz Ferreira. ~
Trataremos analíticamente la 111 ele 1957.
I) - ldec1s y obse1·vaciones. - Esta obra .fue publicacla en 1905. IntereRó a U11amt1110. 11 No ge reeditó has1
1
7
IDs de justicia n1 enciona r el uo1nbre de los señores lrliscs
J>ivel DeYoto y Gu1nersindo Collazo l\1oratorio, -Pr esid ente y Secretario, respectivan1ente, de la Cán1ara de Diputados-, cuya actuación
<'11 el proceso preparatorio d e esta edi ción ha sido r eal111ente ejemplar.
X Sara Vaz Ferre ira de l~r h eya rrí a. ¿l <l 1 e1 f enria JJaru lu se
fllfllcla cclic i on llo111e11aje <le lu <'<i111n1a rle l?epresenta11te .~ de 196:1,
t. XX. págs. 21-6:!.
9 1\lig ucl de lJnan1uno: <'arta a <'arlos l·a: l•'crrcirct, en 1·1 y
2ª Edici<>n Hon1cnaje d e la Ca n1ara de Representantes t. XIX, págs.
17·32 y 17-28 rcspcctiva111cutc.
•
�2 Gu
ta 1957, en qlte se la i11cll1)1 6 e11 la colecci611 d obra que
nos ocupa: Al i·eimprimirla. se . t1primiero11 3 de lo
tudios qtte la integraba11: Dos pa1·alogfs11ios pedagógico 11
s1t~~ co1z cue1zcias 10 J' Dos ?deas dir ct1·ice 11 Sll 'alo1
J'espectivo 11 • por estar inc!t1irlos e11: Est11dios 7Jcdagogicos, 1'1 ser1·e (t. X'TII ele 1o ~, 2 1 Eclici611 Home11aj de
la Cám<1ra de Represe11tante ) )" 011t1·ib~lci611 al est ztdio
ele la pe·rcepció1z n1 't rica ptlr formar parte, co11 le,,íL in1aR
varia11tes, de: obre la percepci611 ?nét1·ica (t. \71 de 1 ~7
20 Edició11 Home11aje de la Cfln1ara de Represe11ta11te~ ) .
II) - Los 1J1·oble11 a.<: ele la libe1·tad ?J los del dct 111ii1zis1no. - Este libro ft1e co11sicler:1do por ''~tz :F,er1 i1·a
)r por otra,.. perso11as autorizaclas como el n1ejor. I11teg1·a
su más valioso aporte a la filosofía general. F tte f orn1ulado a pri11cipios de siglo; es proft111do )r difícil. ''az Ferreira gustaba na1·rar que, habie11elo i11terrumpido por u11
tiempo su preparación, ct1a11do quiso seguirl~1 . e e11co11tró
con que no ~ólo 110 podía hacerlo sino que 11i siquiera e11tendía lo y·a escrito. Necesitó t111 período p1~evio (le co11centración y e11focamiento para poner de nue\1 0 e11 n1arcl1a
st1 pensamiento.
La ejecución de esta importante obra se hizo })Or etapas. La primera formulació11 es de 1907. Ha)· otra de 1915.
Posteriorme11te, en diversas f echaR ( 1939 - 1949 - 1951 52 - 53 - 54) como pt1ede \ 1erse ei1 los respecti\1 os inforine~
anuales de la Cátedra, se ocupó el lVIaestro i1uevame11te
de los problemas ele la libertad )" clel determinismo, e11
t1nos casos simplemente para sintetizar sus distincio11es
esenciales; en otros, pa1~a ir i11teg·rando el lil)ro, que había
ql1edado inco11clt1so. Para las edicio11es de 1957 (Bt1e11os
Aires - Losada. Montevideo, 11' Edició11 Homenaje de la
Cámara ele Representanteg, t. II) Vaz :B.,erreirél lo compiló, lo ordenó y lo dio por concluido. Estaba disgustado
por st1 dificultad. Tenía deseos de poner 11na nota i11\1 itando a leer ta11 ~ólo los resúmenes finales. Co11seguimoR
clist1adir lo.
III) - 111oral parci intelectzlales. - 4 1' ed. }Jríncipe e
ele 1909. Vaz Ferreira tenía cierto "faible'' por este trabajo, que entendía era, más qt1e un buen libro, una buena
acción. Esta simpatía se encuentra habitualme11te en per0
10
de 1957
11
de 1957
l\l y 2\\ Edición Hon1enaje de la Cáu1ara de Representantes
y 1963, t. X\1 II, págs. 19-35 y 19-37 respectivan1ente.
1\l y 2ª Edición Homenaje de la Cámara de Representantes
y 1963, t. XVII, págs. 37-101 y 39-113 respecti,"'amente.
�2 G~)
CARLOS VAZ FFJllREIIl1\
sonas de cierta edacl -tambié11 en alg unos j óve11es . E11
este mome11to la Editorial Ayact1cho, de Caracas, está
preparanclo t111a edición, que salclrá probablemente en 1979
y ha de hace1· co11ocer esta importa11te obra -también la
Lógica viva- en el mu11clo lat inoamerican o. Tratamos ei1
especial ele esta obra e11 el capíiLtlo corres1)ondiente a la
moral.
IV) - Lógica viva . - Apa1 eció en 1910. Es u11 valioso aporte lle Vaz F erreira a la lógica. Alg·unas personas preparadas la prefiere11 at1n a L os problcrrias de la
libertad y los del deter111inis11zo.
V) - Sobre lct, propiedad de la tierra . - Es t1na importante contribt1ción ele Vaz Ferreira al estt1dio de los
problemas sociales. Lo pt1blicó e11 l 918. Está integraclo
por t1na serie ele co11fe1 encias dadas en 1914.
VI) - Sobre la percepció1z 11iétrica. - Apareció ei1
1920 como obra autónoma. Hay pocas varia11tes entre este
estudio y el i11clt1ido e11 1905 con el títt1lo ele: Contribzlción
al estudio de la pe'rce1Jción 1nét1'ica.
VII) - Sobre los proble1n as sociales. - Es t1na co11creció11 clel pensamiento vazf err eiriano sobre el tema del
epígrafe; se pt1blicó e11 1922, r ecogiendo co11f erencias clictadas en 1920, r eprodt1cció11 r esu mirla ele olre:1s más exte11sas y com¡Jleta. dictaclas en 1917 y 1918.
VIII) - C'ol1ocit12ie11to y llcción . - Se pt1blicó e11
1920. Está i11tegrado por 3 estt1dios: ('011ocirnie11to JI
acción . E1'l los ;ná1·ge1les <le L'e.1:pér·ie11ce réligiei1se, cll'
lVilliam Janz es. El p1'a,g11iatis;~10.
De ellos -lo explica Vaz F e1'reira e11 la adverte11cia
a la primera edición-, los dos primeros ft1eron publicaclos e11 el fascículo I de Carlos l raz Fe1.,·circl, e11ero de
J .908. (Es t111a obra casi ine11co11irable co11 la qt1e i1uestro
pensaclor inició la eject1ción de Ferme11tario, varia11do 1ueg·o la prese11tación poi-- difi ct1ltades de impre11ta) .
El tercero está i11ieg·raclo ¡Jor versio11es taquig·ráficas
de clases dictadas por Vaz Ferreira e11 s u Cáteclra de f ilosofía ei1 1908. Es pri11cipalme11te t111 estt1clio sob1'e temas
i·eligiosos, sttrg·ido en g·ra11 parte como r eacción frente a l
pensamie11to ele t1110 de s us filósofos preferidos: Willliam
James. Unét de las piezas más valiosas clel archivo partict1lar de Vaz Ferreira es el ejemplar de la obr a e11 ct1yos
márgenes aparecen escritos ele pt1ño ~· letr a ele Vaz Ferreira s t1s comentarios. i:?
1
1
1
12
\\.illian1 J a1nes: L'e,rp<'ricncc religieuse, l'arís, Alean, 1910.
18
�.,- ...
IX) ob1·e f 1ni·11i.s1110. - 11'. la ' r .. ió11 ta iuigrttfica de confere11cia:s clictada~ e11 1922, co1110 . í11t . i dP
otras dadas, también ei1 la áted ra, 11 1917, e11 la épo n
en que la Uni,1 er"'id,1d había ~t1¡J1~imiclo a ''az F rr i1·a
el servicio de taquígrafo. e }Jttblicaro1l r;) ·ié11 11 l 933.
con t111 apéndice de ese afio, co11 firmado e11 19 5 JlOr el
autor. Agregó otro, mtl.)' \1 alioso, c11 1952. 011 todos
o.
agregados se pt1blicó e11 la 1 .\r 1:1 2 Elli "i611 llo111e11nj
ele la Cámara de Represe11tant e .
1
X) - Fer1>1e11tlt'tio. - E~ta obra l'ecoge t111 in1}Jortante período de la producción \1azferreiria11a. ~~11 l ¡Jrimer cuarto de siglo se había proclttcido la irrupci611 d . ti
pensamiento orig·i11al. Sollre\1 ino lt.iego u11 largo ¡Jeríodo
de sile11cio : Vaz Ferreira se co11sagra ba a . tl ii tedra ~·
demás ocupacio11es reglaclas: scg·t1ía }Je11. ando pero e11 g neral no publicaba. Séanos })ermitido t111 r ,,ct1erdo Jl r .. onal: Como t1n in,1estigador le m<111dara J)regu11tar qué
había hecho en el largo períoclo q tte ])recedió a la })tJ blicr1ci6n de Fcr>11e1ztario, co11testó desclc lét altura: ''Existi1,··.
En el prólogo de Fern1c11ta1·io \ az Ferreira pt1blica
interesantes declaraciones solJrc st1 })la11, completame11t
origi11al. En ct1anto al título: es t111 neologismo -110 sabemos si de Unamt1no o ele ,. az Ferreira- qt1e se ha i11corporado al lenguaje corriente e11 el Urt1gt1a~1 •
La preparación de la obra él efectos ele la publicaci611
ft1e penosa. \raz Ferreira tenía act1mt1lado nit1cho material
i11édito. Aborrecía la correcció11 e11 frío qt1e era, sin emba1'go, imprescindible. Peclía a la compañera de su vida
que le colocara en lt1gareR visible. papelitos que le i·ecordaran la 11ecesidad de corregir f?e.>·~ne11ta1·io. Fi11alme11t ,
después de un trabajo ele años, se imprimió e11 1938. Nt1er-;tro padre y todos los qt1e lo qt1eríamos tt1\1 imo tltla gra11
alegría. Séa11os permitida t1na i11ficlencia: Cierto día e11tramos a su escritorio. Acababa de recibir algún volun1e11
de la edición pl'·íncipe ele Fern1e11ta fio. Nos lo puso en la
mano, diciéndonos: ., Abrelo al azar, como la Bil)l ia ., . )'
el amos fe de que la obra resistió la difícil prueba.
XI) -
Alg2t11aR co11je1·e11cias
artísticos y sociales. -
sobre ten1as cie11tíficos,
Es tina valiosa conde11saci611 del
pen8amiento vazferreiria110. La preparó cuidadosame11te
el lVIaestro hacia 1953, con 15 eRtt1clios seleccionados ei1tre
los mejores de los últimos 17 años. Se iba a editar por el
Estado, pero no pt1do ser. Familiares conseguimos la JJtlblicación e11 Bt1e11os Aires. Vaz Ferreira pudo verlo e i11-
�')- ,.1 1
el 11so Rus amig·os !o pt1clieJ·on festejar como a él le gt1staba:
co11 t1na sencilla comicla en su honor.
Una aclaI·ación sobre algo que ha llamado la atención: el día que Vaz Ferreira terminaba la última revisión
ele st1 ob1·a 11os pidió: ¿Cuál es el signo 1no1·al d e la i?1<¡1tict1tcl lz1.1111ana? para incl11irla. Le p1~evenimos q11e estaba ya en Fe1·me11tai·io, pero nos i11dicó q11e la pusiéramos
lo mismo. Así la repetición de la q11e consideramos la más
hermosa de las conferencias ele nuestro pad1"e ft1e consciente y q11erida por él.
La f orm11lación de esta obra en la 1 1~ y 2~1 Edición
Homenaje de la Cámara de Represe11ta11tes i--eprodt1ce fielmente la edición Losada ele 1956.
XII) - Algzl1zas co1zf e1'e1zcias sob1·e temas cie1ztlficos,
ort.[sticos y socicLles. 2'' se1·ie. - Ft1e compilada :y ordenada
}Jor 11osotros, tomando distintos est11dios de Vaz Ferreira.
El conj t1nto integra una obra de menos valía qt1e la 1° serie, pero qt1e nos ht1biera daclo pena no p11blicar. Vacilamos
en i11cluir simultáneame11te: Sob1·e alg1lrzas que creo ve1'clade8 y Extrctcto ele idea1·io, por se1· demasiado análog·os.
Pero, i10 que1·iendo Racrificar ningu110, desct1brimos qt1e el
primero fija el acento en el carácter afirmativo del icleario vazferreiriano. Nuestro padre leyó y aprobó la 2·~ Rerie, e incluso llegó a correg·ir alg11nas pruebas. Estaba entt1siasmado por seg·t1irlas prepa1·ando y nos decía, palabra
más, palabra menos, cosas como éstas: "Ct1a11do p1 eparemos la 4" o la 5 serie ... ", Apareció en la 1Q Edición H ome11aje de la Cámara de Representa11tes de 1957.
XIII) - Sob1·e lct e1tseñan za en 1iitest1·0 país. - E11
cuanto a la génesis: E s el fr11to de t1na sublimación: Hacia 1928 Vaz Ferreira it1vo t1n serio disg·usto con algt1nos
cliscípt1los: en la Fact1ltad de Derecho, doncle dictaba t111
ct1rso ele filosofía del derecho, hubo una ht1elga. El moti·vo
ocasio11al era t1n pedido de exámenes e11 j t1lio. S e injertó
lt1eg·o la Reforma universitaria. Vaz Ferreira era enemig'<)
acé1~1·imo de los exámenes e11 g·eneral, más en especial ele
los ele j t1lio, que interrumpen la enseñanza. En cuanto a las
reformas pedagógicas, quería muchas reformas ( co11 minúscula), las más posibles, que mejorara11 lo actt1al; 110
simpatizaba, no simpatizó nunca con la Reforma (con
mayúscula), especie de panacea t1niversal qt1e naclie supo
nunca bie11 en qt1e consistía.
Consect1ente con su ideario, se e11f re11tó co11 la h t1elga
qt1e consideraba eqt1ivocada y absu1·da. Los estudiantes
reaccionaron enérg·icamente: Cristo f t1e neg·ado sólo por
1
1
'
�1:tl~\1 I. 1'
1~ISTÓll1 ~ \
Pedro ) 11ada nlá que tre \rece : '\ az F r1· i1·a ftt 11 gndo, hostilizado )1 \rejado po1· mt1cl1í. imo di cipul . i11contable 11úmero de 'ece . Pero ¡milagro de Ja ublin1i1ción ! esa clelicada )r fi11a 11oció11 cu~T~l i11troducci611 11os
hace perdonar t1n poco a Fre11d el pn11sexuali"-lmo ~ 1
exhat1sti\ 0 ht1rga111ie11to e11 la mi eria l1t1n1a11a: on10
i·eacción indignada contra lo quP lo i11jt1riaba11 )' of 11día11
formuló \T az Ferreira, co11 t111a precisi611 )7 1111 }Jocl r d
síntesis rara vez logrado, esa excele11t obra qt1e .. e llanta:
Sob·re la e11seiia1lza e1i 1zilestro país.
L<1 obra iba a publicnrse en los A11ale . JJero el d licado engranaje psíquico de Vaz r.,errcira no ]JtlClO i·esi~til'
tantas prt1ebas. Se proclt1jo en él e11 1928 t111a grave 11f ermedacl ei1 que por vez primera -la . egt111da fue 11
1940- hizo crisis su constitt1ció11 1nela11c6lica. Se i11t rrumpió la ejecució11 de la obra. I11cluso hemos oído 11a1·rar
a un familiar q11e i1uestro paclre tt1\10 que abo11ar u11e:1
buena indemnización por inct1mplimie11 to de co11trato.
Hacia 1956 nos hallábamos t111 clíc.t e11 la Qt1i11ta bt1scando conferencias y inanuscritos para la integraci611 d
la Obra a pt1blicarse, cuando nos encontramo. sorpresi\ramente con las pruebas de galera del libro a que 11os
estamos refiriendo. Fuero11 aprobados por \T az 11 erreira
y éste a11torizó s11 i11clusión e11 la edició11 de la Cámara. ( l CJ
Edición Homenaje ele la Cámara ele Represe11ta11tes ele
] 957).
XIV) - Leccio11es sobre pedagogía ?J c2testio11es el
eJlseiia1zza. l'ol. /. Enseiia11za. sec1t1zclaria: pa1·te ge12e'r al.
Este \ olumen es reprodt1cción fiel de la edición primera
de 1918. Como los dos tomos sigt1ie11tes, forma J)arte del
CuI·so ele Pedagogía 1913 - 15, qt1e no se pensó toclavía, e11
el momento de preparar la edición Tiome11aje ele la Cámara de Representantes. en ii1tegrar.
XV) - LeccioJles sobre pedagogict 11 cztest~·o11es el
e7zse11anza. Vol. 2. Integramos este volt1men con: a)
:Nuevas formulaciones ele \T az Ferreira acerca de la ens nanza de la histo1·ia, la moral )" la filosofía en sect1ndaria.
b) Un estudio sobre la enseiianza superior. e) Un estudio
sobre los exámenes y sustitutivos posibles. Apareció en
la lt:t Edición Homenaje de la Cámara de RepreRe11ta11te.
de 1957.
XVI) - Leccio11es sobre pedagogía y cz¿estio1ies de
erzseiianza. l'ol. 3 . - Integramos este volumen en forma
heterogénea, con variadas piezas pedagógicas qt1e de. eábamos pt1blica1·.
1
1
1
�? ....1
...
C'ARLOS \ r AZ FERREIRA
3
XVII) - Estildios pedagógicos. - E ste volL1me11 est{t integrado por tres series de estudios peclagógicos, )?a
pt11J1icados a principios ele siglo.
XVIII) - J1zcidei1 tal1ne1ite. - R eunimos e11 este volt1men t1na serie de piezas me11ores : discursos, i1otas, cartas, qt1e entendemos s on un fiel r eflejo de la acit1ación
\ 1 a.zfcrrei1.. iana.
N t1estro padre lo leyó, autorizó la pu blicación y consintió en nomina1~10. Apareció e11 lét 1' Edición
Homenaj e de la Cámara de R eprese11tantes ele 1957.
XIX) - Co1· respo1zde1zcict e?itre Una1nit;zo y Vaz Ferreircr. - Sabiclo es que Vaz F erreira no ct1ltivaba el género epistolar. Sin embargo, hay un a correspo11dencia segtticla con el alto filósofo español Don Migt1el de U11amt1110. Ret1nimos el material y lo sometimos a la aprobació11
ele i1uest1 0 padre. No estaba muy co11forme con la publicación. Valorizaba las cartas ele Unamuno pero no las
propias. Sin embargo, consi11tió en la publicación por la
Cámara. E i11cluso nos clio noticia de otra carta de Unamu110, 110 sabemos si dirigida a él o a t111 tercero, que J10
11emos podido localizar. Nos citó t111a frase: ''Vaz Ferreira
cree qt1 e yo soy t1n cobarde" . Apareció la obra e11 la 1
Eclició11 Homenaj e ele la. Cámc1r a ele Re¡JreRenta11te · ele
1
1
1
1
)
1957.
En 1958, posieriorme11le a la n1 t1ertc ele Vaz Ji'err cira, Manuel García Bla11co, cateclráiico en le:t V11iversid,1cl
de Salamanca, publicó e11 el Urt1gt1ay t1n e11 j t111dioso estt1clio sobre la correspo11clencia e11t r e Unamt1110 y \ Té1z Ferreira. 1 =i l\1a11ifestó el cleRco de que se p t1bliqt1e st1 cstuclio
como prólogo en otra pt1blicación ele la co rresponclencia .
Si ésta se realizara, sería bt1eno ct1mplir con st1 a spi1 é1ció11.
1:1 1-Jl ¡1c11saclor u1 uuuuyo c·arlos l'az J•,e.rreira 11 ill iguel ele U 11a111 uno. ("Revista Nacional", .\IonteYidco. 2? ciclo. año III , t. III ,
:\º 198. págs. 181-513).
�CAPÍTUl,,O
l'
Lo socir1l ei1 lcL vida 11 e71 la obra de
Ccr1·los l' az Ferrc1'ra ''
Algil11os dato~
biugrá.fi'cos 1 ~
En ese esfuerzo te11so )' co11ti11t1aclo q11e realizara
Carlos \ Taz Ferreira para lle,rar de fre11te toclo. lo id ales: humanos )l' trascende11teR, de ju. ticia ~r de caridad.
indi,1 iduales ) sociale8. estos último. oct1pa ro11 siei111Jr tJ111
luga1· de releva11cia, e11 st1 \ 1 ida ~r en su obra.
Eil la vidct: El estt1dio clel tema })ropia111e11te dicl1cl
va precedido de Alg1t11os elatos l>iog1·áficos, poco ro11ocidos, sobre sus a11tecesores ~1 ~t1 formació1l escolar.
Ascenclie11tes por la línea 1n<lte1~11a: El taté\rul1t1 Jo
materno de , , az Ferreira se llamaba J oaquí11 Al\ arez ele
Cienfuegos ~· Navia )1 era astt1riano. Orige11 de st1 11on1br :
ttn antepasaclo remoto, lt1cha11clo contra los moroR, co11sigt1ió el títt1lo de Cie11ft1egos en e~ta forma: atacó ele 11oc}1
al manclo de 100 hombres co11 a11torchas u11 cam1)amc11to
de moros y los dispersó: e11 recucrclo ele ~u hazaña le dieron t1n título ele hidalguía: en Rtt escudo le pt1siero11 ci11co
fogatas e11 campo rojo ( i10 pocli~n po11erse cie11).
Pasa11do el tiempo, otro ascc11clie11te más cerca110 defendió la \1 illa de Na\1 ia (todo esto pa ~a en Asturias),
agregándose a st1 títt1Jo un escudo co11 ct1a tro cuartel s de
los ct1ales t1no era el de las cinco fog<~tas. E11 esa fan1ilia
hubo un poeta, con el i1ombre de Al\ arcz Cie11ft1egos: l1ubo tambié11 algún escriba11 0 con el apelliclo Al\ arez lVYa11zano. Pasó el tiempo y llegó al U rugt1ay Cie11f uegos, el
primer antepasado de Vaz Ferreira qt1e \1 i110 de Espai1~i.
probablemente como co11tador ele la expedició11 de Ceballos. Fu11daba pueblos. Se casó co11 Da. María Pérez de
Velazco, nativa y descendiente ele ttna familia de las i las
Terceras.
1
7
1
1
1·1 Este capitulo fue publicado por nosotros en folleto. I...o l'e·
¡>I·oducin1os tal cual. Agregan1os algunas 11otas de 1!>79.
15 Estos datos nos fueron sutninistrados. a nuestro pedido, por
\Taz Ferreira. I ... os dictó, recogin1os la Ycrsi6n taquigritfica que, controlada y aprobada por él. reprodur.itnos fiel nt cn te. f Nota de 1!IG4).
�CARLOS V AZ
FERREIR~\
275
La familia tomó el (111ico apellido de Navia. Vivían
e11 Gt1araní, entre 25 ele mayo y Washington . Queda aún
t111 port611 antiquísimo que Vaz Fer1~eira considera muy
pr obable ft1era el de la casa de los Navia. 11¡
Hijos hombres de Joaquín Alvarez de Cienft1eg·os y
Navia: Carlos y Jt1an Manuel. Hijas mujeres: Panchita,
l\1a11 uela, Dolores, J oaqui11a, María, Isabel.
De los hijos varo11es, Jt1an Mant1el pasó a Bue11os Aires, y ahí hay familia de él. Carlos fue banque1·0. Vaz Ferreira llegó a co11oce1--lo. Es el Navia del Banco de igt1al
nombre, CU)'ª qt1iebra lo clejó élrrt1inado pero con honor.
Co11firmó lo de qt1e toclo N avia te11ía menos dinero al
acabar la vicla qt1e al empezar. En esa familia los ricos
<1cababan pobres y los pobres qt1eclaba11 igt1al.
De las hijas mt1jeres Manuela se casó con un Pér·ez,
<1ue era su primo herma110; Dolores, con Iriarte; J oaquina, co11 Tomkinson: María, con Carra11za; Isabel, con
Rucke1·.
La rétma de Vaz Fe1·reira vie11e ele Pa11chita, casada
co11 el coronel José Antonio Freire, que era brasileño o
portugt1és, probablemente ele los tiempoR e11 que los bra~i leños eran portt1gt1eses. Se contaba e11 la familia qtte fue
jefe efe la escolta de Rivera (estos clos t'1ltimos hechos no
so11 bie11 segt1ros). Fallecida Pan chita N avia, ese coronel
se casó co11 Da. Candelaria Carranza \ rélez Sarsfield, de
familia cordobesa. Hija ele Panchita N avia ~' el coronel
Freire, ft1e Belén Freire qt1e se casó con Lt1is Antonio Ribeiro, gere11te de aquel Banco ele qt1e se habló. E s te abuelo
materno de Vaz Ferreira ft1e aelemás cóns t1l ele Portt1gal,
lueg·o trabajó como comisio11ista y finalmente qt1edó paralítico, vivie11do larg·os aiios e11 ese estaclo. Ei1 la enfermedad ac0Rtt1mbraba cantar "as c¿111tigas de leva11tar ferro"
(ele levantar el ancla) porqt1c había venido ei1 t111 bt1qtte
ele vela. Hija de Belén Freire y Lt1iH AnLonio Ribeiro ft1e
Belé11 Ribeiro, qt1e se casó co11 Ma11 uel Vaz Fer1·eira, padre
de Carlos Vaz Ferreira.
Asce11die1ile!i JJOJ' la liJt<'<t poter11u. Vaz Ferreira
co11oce poco al respecto. De st1s abuelos sabe sólo que era11
})Ortt1gueses y vivían en ValenGa clo Minho, a11tiquísima
illa sitt1ada frente a Galicia. Te11ía sólo clos retratos de
\ 1
Quedan aún actualn1entc t~l portün , la pnred externa y alguna int erior. l.1a casa ha sido d c1nolida. Ilasta haee unos pocos 1neses.
un g ran roso 1)arecfa indicar la inl enció11 de leYantar una construcción. ~n Pste n101nento. todo ha s ido ta¡liado. e Nota de en ero de
1979).
lli
�., .. 6
-'
ellos, que le diero11 e11 Río de J a11eiro, ¡>ero 110 los 0110 ió
ni ~abía cómo se llamaba11.
El padre de Carlos e\rero ''az I~ r1·eira, 1a11 t1 l
''ªz Ferreira. era también port Ltgué el \raI 11~a do
Minho. En1igró al Brasil, a clo11cle lle,ró a clos 11er111n110. :
t1no qt1e se llamaba A11to11io mt1rió pro11t(l de fi b1·e an1arilla y otro. que se llamaba l.,r:111ciRco. se sta lJleció allí.
1\iian uel ' 'az Fer1·eir:1 \'i11 o a 1011 l \rideo e11 u11a 111 iió11 comercial. Co11oci6 aquí a Belén Ribeiro (Llala11t )
)' se casó con ella. Tt1 ,,¡ 1·011 3 11 i1io. : a1·los ( Quele), i1acido en 1872, luego otro llamado 1Vla11t1el qt1e nl i1rió 11iño
l' después ' 1 ino 1\!Ia ría E ug 11ia ( Pcl qt1e 11ació 11 l 75 )1
murió en 1924). Don l\iant1el \Taz Fcrreira \70l\ri6 frecue11temente al Brasil. Jr e11 ttno de stts ''iajes, tratando d
rehace1· ei1 trabajo~ de comi ionista t111a f ortt..111a pe1·dida
entre generosidad ~T mala aclmi11istración fa lleció 11 a11
Pablo, de unos 61 años n1ás o me11os. 1 ; A \riuada l~l f~1n1ilia
de la enfermeclacl ele Rtl jefe, se embarcó Cario ,,az 14' rreira para el Brasil, pero 110 lleg·ó a t ien1po. Su })aclrt"l ~1 a
había muerto.
Vaz Ferreira en su 11iñcz 110 ft1 e a In escuela ¡JúlJli ::1.
Aprendió a leer )' escribir ei1 s u casa. Des¡Jt1és tu\7 0, tam bién a domicilio, t111 mae8tro llamado A11to11io 'l'orr s ~
Nicolás (o Nicolau: 110 recorclaba bien). Era mu)1 1Jue110
y le enseñó basta11tes cosas. Luego otro llamado Zim1n rma11n. lVlás tarde a Lt1igi Desteff ani que trató de e11:eñarle literatura, composición, etc., y finalme11te a don Jua11
Esté\1 ez, que lo perfeccionó mttcho en aritmética ( e11 matemáticas en general).
Ingresó en la Uni\ Prsiclacl co11 t111 certific::tdo clel
maestro Dn. Agt1stí11 Vázquez, quien e11co11tr6 que Rtl e·ceso de conocimiento en matem{tticas compensaba co11 cr ces st1 incapacidad para la geografía c.lescriptiva.
L
1
E11trando al tema: en el vasto campo de lo sociitl elegiremos tres facetas para destacarlas en la \rida pri\racla
vazferreiriana: El a111or, lct fan1ilia, la ccn1 istad.
Lo afectivo ft1e básico para él. En cierta oca ió11 11
le:1 que cre)ró del caso ha.cer una autoclefe11sa, el ice así:
''No vo)-~ a hablar de lo pri11cipal.
l'i Dato con1plen1entario a los de \"az Jf'erreira: en el dia1·io 1 l
Sir/lo, de i\lontevideo, a fines de agosto de 1894 se anuncia la inuertP
de Dn. l\J anuel \:az Ferre ira. en San 1>a hlo. (Nota de 1964).
�CARLOS VAZ FERREIRA
2 77
En una carta mara vi llosa que acaba de es cribir Pancc it Ist'rait, hay, sin embargo, un pasaje que me hiere:
es éste:
Amamos mal: i)rimero nos amamos demas iado a
nosotros mismos; clespt1és, amamos clemasiado a nt1estras
mujeres, a nt1estros hijos, a J1uestros padres, a nuestros
amigos, a nt1estras patrias y por sobre todo a nuestro ii1saciable orgullo."
Leeremos p1·obablemente más adelante esta ca1·ta, la
aclmiI·aremos y nos conmoveremos con ella.
Pero este pasaje no es bueno, o, en todo caso, i10 es
pa1·a mí. Lo que llamé lo que es ''lo principal'' s on los
rtfectos conc1·etos: lo primero es precisamente amar a
nt1estras mujeres , a i1uestros hijos, a nuestros padres , a
11t1eRtros amigos, a nuestras patrias también, y hasta un
poco a i1 t1est1"0 orgullo ; con más, toda vía, el amor o el
respeto -e11 toclo caso, sentimiento tambié11- h acia las
posibilidades trasce11dentes .
Y desp11és , o conjuntamente, si es qt1e es otra cosa,
hacer bien conc1·eto; y en su caso, edt1car almas , s uscitar
fervores, a11nq11e para ello haya q11e s acrifi car m ás o m e11os imposibles ambiciones intelectt1ales". 1 ~
Estos bellísimos pár1·afos co11densan lo socjal en Vaz
Ferreira infinitamente mejo1· de lo que pudieran ha cerl o
mis pobres líneas. Des earía dejarlos solos. P ero m e c1·eo
e11 el deber ele darles , e11 bas e a rect1erdos familiares y
propios, 11n poco de co11tenido co11creto.
De todos sus amores, el más importante fue el qt1 e le
inspiró st1 esposa: Elvira Raimo11di. Los padres de ésta ,
Pedro Raimondi y Carolina Bianchi, eran de Vig t1zzolo,
pt1eblo italia110 situado e11 la provincia d e Al ess anct1~ía ,
cerca de la ciuclad del mismo i1ombre, e11 la r egió11 del
Piamonte. E s 1111 pt1eblo de labraclores. Las mt1jeres ayt1dan a los hombres en st1s largas jo1~nadas )r atienden laR
tareas del hogar. Todavía se conservaba en 1939, habitad(l
por parientes de ella, la casa do11de i1ació y vivió Ca1·olina
Bia11chi. Esta perte11ecía a la familia m ás acomodada del
pueblo, dt1eña de tierI·as de labradío. Pedro no tenía más
qt1e st1 jt1ve11tt1d y la fuerza de sus brazos. Los padres d e
la novia se oponían a 11n cas amiento desig11al. Los jóve11es
se casaro11 lo mismo, e11 Nochebuena, antes o despt1és de
18 Carlos Vaz I•,erreira : Jt' r e11t e et un golp e ele es l a<l o . En 2~
Edició11 Hon1enaje de la Cá1nara de Repres e nta11tes, 1963, i. 'X..t"'X:V,
p <í g. 183.
�9~s
RE,.ISTA l-IISTÓRICJ.\
-'
la niisa del gallo, ei1 la igle ia de '7iguzzolo ~' i11igraro11
para América. tn
Ya ei1 l\ionte,rideo, Pedro aprendió 1 oficio de za}lntero; Caroli11a. para <l)1 uclarlo, el de a¡Jaraclora. Fuero11
mt1) felices. Tt1\1ieron 7 hijos; lo.· do~ }Jrime1·os l11t11·iero11
casi recién i1acidos. Luego 'ri11ie1·011: EJ,•ira. Edt1ardo J uana, Delfi11a, Anselmo, i1ar ido;- re. J)ecti,1 a111e11te 11 l 76,
1880, 1884, 1886, 1890. De los l1ijo" \1 aro11e A11 ·eln10 111urió tempra11amente, a los l tl años: Ecluardo se l1izo comercia11te, colaborando, con eficie11cia )1 te 611, al lado d
Pierre l\iieillet, e11 nt1estra i11dt1stri~1 clel alcohol: laR 11i11a.
se hiciero11 maestras.
Elvira empezó a ir a la escuela f\ los ct1atro a11os ~~
medio. 1:'"a a los qt1i11ce se 11abía recilJido j' e taba e11 la
Esct1ela de Aplicació11 del I11stitnto Normal, en Colo11ia )
Ct1areim, al frente ele t111a clase de 60 i1iños a los qt1 ,
cada año, enseñaba a lee1~ ~· escribir. A los 18 año., e11 el
94, se presentó a co11ct11·so para t111a esct1ela de \7aro11es
)' empató con Leo11or Horticot1. ~renía \rocación l)edagógica. Era una excele11te maestra. l)c 110 huber inter1·t1111pido tempra11ame11te el ejercicio ele la doce11cia ¡J(tblica,
ht1biera ra)rado a la altura ele l\1Iaría Stag11ero ele l\f u11ar.
Adela Castell de López Rocha. Isabel Arl)ildi ele la Ft1e11te. Era tambié11 muy bt1e11a hija ~r hermana: ga11ab~1 $ 30
menst1almente; entregaba $ 29 en 'tt casa para contril)uir
a los gasto8 familiares ) se queclaba sólo co11 $ 1 1>ara
ella; 110 era raro qt1e se lo cliera a ~1lgú11 pobre.
El azar la hizo co11ocer a su ft1turo espo. o. Fu e11
u11 exame11 e11 el qt1e El\ ira ~e examinalJa brilla11temente
)' Carlos integraba el tribu11al. !Jubo taml)ién t1na visit~1
a t1na esct1ela donde Elvira ertt maestra y que arlo. i11 ·peccionaba. Se i11ició t1n feliz no\1 iazgo qt1c dt1ró alredeclor de dos afias. Vaz Ferreira deseaba casar. e ¡Jero su
pobreza se lo impeclía. La mt1erte ele stt ¡)adre. oct1rricla,
como vimos, en el Brasil, lo había clejaclo. a los 22 año~,
como jefe de la familia qt1e i11tegral>él co11 st1 maelre y su
herma11a. St1 st1eldo de profesor t1ni\7ersitario, más algu11as clases particulares, no alcanzaban para mantener dos
hogares. Pe1·0 en cierto mome11to, co11cretamente, a 6 d
julio de 1900, recibe su 11ombramiento ele ' 'ocal ,d el Con8ej o Nacional de Enseña11za Primaria ~r Normal. cargo
1
1
1
l!J Los datos relativos a los a ntccesores y <·olaterales de Wlvirn
Ilai111oudi nos fueron sun1iuistrados por Juana Ilai1nondi 1 8 ·
1!)6!)). I~os dcn1ás integran lri tradic•ión oral de la fan1ilia ' 1 az 11 P·
l'l'Cll'H.
�CARLOS \. AZ FERREIR .:\
?w "'9
1
re11tado co11 $ 80. Estaba co11valesciente de t1na enfermeclacl. Toma u11 coche, se clirige a casa de s u novia y, t1na
vez allí, picle para hablar co11 Do11 Peclro Raimondi y le
dice que ama a su hija y desea casarse con ella. Don P edro
lo felicita y le preg·t1nta: ''¿,y ct1á11clo? ¿ De11t ro de dos años,
t111 año?" -"No: ahora . 'l,e11go u11 coche a la pl1erta; llame a Elvira y vamos al Jt1zgado a e:1pt1ntarnos''. Así se
hizo. Venciclos los plazos reglame11tarios, se celebró, a 13
de agosto de 1900, en sencillísima ceremonia, t1n matrimonio civil.
Vaz Ferreira realizó st1s s t1eños . Encontró t1na esposa
que supo amarlo, entenderlo, ct1idarlo y sob r elleva1~ co11
él todas las durezas de la vicla. Ft1eron, especialmente l os
}Jrimeros tiempos, bastante pobres . Se oían narrar al i~es
pecto algt111as anécdotas en la Qt1inta: cierta vez tenía11
tina botella de vi110: V az Fereir::l destacaba que se la había11 regalado: st1s medios no le ht1bieran permitido adqt1irirla ... ; pero ... no podían al)rirla porqt1e 110 ienía11
tirabt1zó11 i1i podían comprarlo. Vaz Ferreira qt1ecló or g t1ll0Ro porque encontró t1n proceclimienio para destaparlé1,
por golpecitos secos co11tra t111a pared . Otro I'ect1e1~do: la
¡Jieza qt1e oct1paban e11 la casa-qt1i11ta ele Atahualpa a la
qtte ft1ero11 a vivir poco cles p11és (le cas~lclos, era ta11 11í1mccla qt1e ttllél vez, esta11clo enferma El\1 ira, Carlos le llevó
ttn pim¡)ollo de liI·io )' , clistraíclame11te, lo ol\1 idó . obre el
reborde de la ve11tana cerraclé1: a los pocos clía el lirio
se abrió.
Hiciero11 frente \ a lerosé1 m e11te él los trabajo<; ~, pe11alicladeR : eran jóvenes y se qt1erían. El vira era i11telig·e11te ~
compre11día al pensador y al h omb r e; IJar<1 qt1e IJt1di eré1,
lilJre ele ct1iclaclos, en u11 a1nbie11te ser e110, llevar e:1clela11te
su trabajo i11telectt1al )' ¡Jeclag·óg·iro ( C[tteclra cl0 fiJosofíé1
eJ1 J>rcpara.torios, exá1ne11es y concursos, Vocalia clel C,011sej o ele E11señanza Primaria, prodt1cció11 de 1ibros), se
co11sagró a lo cloméstico, en t111ét cledicació11 total. I11va rial>lemente le\'a11tada a ]a 8 6 ele la maña11a . · e11 perma11e11te
actividad 11asta eso ele la R 9 de la 11ocl1e. se oct1paba ~·
}Jreoct1paba por toclas ~.. cacla t111a ele las té1reé1s clel hogar.
También -como ' 'er emoR e11 "El Parqt1e escolar familiar'', ele la ei1seña11za y ecl t1cació11 integral ele st1s 8 hij o:-;.
Se olvidó ele s í mi sma: s t1 esposo le clecía, 1111 poco en })r oma )' otro poco en serio, qt1e era especialista ei1 ab11eg·é.1ció11. A ellél dedicó tácitame11te toda s t1 obra y expresame11te, Fermentario, así: ''A Elvira Raimo11di de Va z F erreira, })Or quie11, para mí, no toclo "lo r eal ft1e clolor" ~·
110 toclo "lo ideal ft1e 8t1e11o".
1
�2
o
RE' J. T.t\ JII TÓRICA
El\1 ira ft1e el afecto n1a)1 0r en la ' 'ida de ' az F i·r i-
1·a, pe1·0 110 el único.
011 ervaba de t1 Jlroge11itor t111 af ·tuoso recuerclo. por ~u carácter )' st1 reciedt11nlJ1·e n101·al .
De él elijo: '' ... J' s ien1pre n1e co11n1t1e\1e })roft1nda111 11t
oír l1ablar el iclioma que oí e11 mi 11iñez ~7 e11 que r cibí d
mi padre la eclt1caci611 )' la~ 11orma. qtte dirjgiero11 toda
la cristalización de mi ,,icla moral".
También amó ~1 protegió a . lt madre, Da. B lé11 Ribeiro de ' ' az Ferreira. Fue ei1 ~ll jt1\re11tud i·ica ) 7 n1in1ad:\.
I.1 t1ego conoció la pobreza ). la e11ferm edad · e ttt\'O JJ01· 2
año paralítica )1 ciega· st1 úlcera 1 in11>edia11 alin1e11tar se casi de otra co a qt1e de l che; llegt1é a co11ocerla ~·
tratarla: en su lecho de el olor, 11 unca J oí u11a queja o
ttn reproche para nad ie; \1 i\1 Ía e11 el pa ado; del 1>rese11t
le interesaba11 sólo st1s dos hijo., a los que ado1·aba.
A st1 í1nica h erma11a, i\Iaría Ei1ge11ia la fi11a ])Oeti a
ele la Isla ele los Cáuticos, lo t111i6 t111 e11traiiable afecto,
que la mt1erte prematura ele ésta. ~icaecida e11 1924, tra11smt1tó e11 íntima )' melancólica reco rdació11.
Aparte ele los familiares, estalJa11 los co1n¡JañeroR. }~11
1888 ingresaron, jt1nto co11 \ 1az F erreir¿_1 , a i1t1estra U11iversidad, 180 jóve11e~. El tiempo siguió. . . En 1956 qt1edaban \"ivos, ele co11ocimiento ele 11t1cstro }Jadre, sólo 8,
contándolo a él : Lt1is Albe rto de }lerrera, Celedo11io Jin
).. Silva, San J t1a11, Flet1rq11in, R olJerto de las Carrera~.
Horacjo García Lagos, Jt1a11 A11clrés Ra1nírez. Pc,steriormente la muerte ha raleaclo más at111 las filas: 1). Jloracio
García Lagos murió ei1 ago to de 1956; Carlo. \Taz l~e
rreira, en enero de 1958; Luis Alberto de 1Ierrera, ei1 abril
ele 1959; J11an Anclré8 Ramírez, en ei1ero lle 1962. ~ 0
Para decir cómo ) ct1á11to est ima.11a11 )' quería11 sus
compañeros a ' ' az Ferreir~t, ce(Io 1<1 pi t1ma a u110 de ellos,
11t1estro perioclista m itximo. el ])l". Juan Anclrés 1.t:1rnírez,
qt1ien a fines del s iglo pasaclo trazó l~t sem hla11za que
extracto a conti11t1ación:
Frag11z e11to: uLos principio. ele Carlos Vaz I~erreire:1
110 fuero11 brilla11tes. St1s con1pañeros lo recuerdan to,]a\1 ía
e11 el primer año ele la \ icla t111iversitaria, hosco, l1uraño
s ilencioso. desconfiado. ) aú11 }Jodríamos agregar u110 ·
cuantos adjetivos si quisiéramos agotar la . erie.
No cambiaba una palabra co11 11adie. I"'os que co11ocía11
en aqt1el enjambre de alumnos ele primer año el sig11ificado ele la palabra mis{t11tropo, le llamaban migá11tropo;
1
1
1
20
1!179).
l<~ntenden1os
que act unln1ente todos han 1nuerto. (Nota de
�-•)
\
1
e:tlg·t111os iba11 más lejos ; todos lo veía11 co11 cierta anti-
r> a t í el . !! 1
Pero esto clt1ró poco. No habí~1 termi11aclo el año sin
Qt1e Vaz Ferreira se impusiera a toclos suR compañeros,
por las conclicio11es i11comparables ele st1 intelige11cia y de
s11 ca.i·ácte1". Los primeros exáme11es que i·indió diero11 la
medida de aqt1élla, y las primeras relaciones con st1s compañeros pt1sieron de relieve a este í1ltimo. Desde aqt1el
mome11to el misá11tropo desapareció y fue posible apreciar
~1 Vaz Ferreira en teclas st1s simpi1ticas cualidades. Desde
aqt1ella hora, se destacó ei1 el movimie11to t111ive1·sitario
con todos los rasgos ele st1 i11telectt1alidacl. Todas las asig11C:ltt1ras le ofreciero11 ancho campo para clesarrollar st1
inteligencia vercladeramente g·eneral, que abarcaba y don1i11aba co11 facilidad las ciencias más distintas. Ma11ifestaba ya, si11 embargo, t1na inclinació11 decidida a los estt1cl ios filosóficos, a medicla qt1e se alejaba de la hi toria, st1
re11co1· eterno, st1 odio exclttsivo, qtte aún hoy s uele arra11carle manifestaciones violentas ct1ando, por una circunsta11cia cualquiera, ~e crt1za e11 st1 camino. Declícase, pt1es,
muy especialme11te, a la filosofía, )' a eso se debe qt1e hoy,
~1 pesar de st1 ju\1 entt1cl, posea t1n bagaje i·elativamcnte
ct1antioso en la materia, )' pt1eda i~ege11tear u11a ele 1~1 s
cfltedras cor1~espo11dientes co11 mí1xima aprobación".
Y más lejos: ''St1s compa1ieros de año se han acostumbrado, hasta cierto pt111to, a pensa1~ co11 st1 cerebro y
descuidan continuamente las ct1estiones difíciles, confiados en que sabrá enco11 trar las m ejores soluciones y las
desarrollará cuando llegt1e el caso, e11 ct1atro palabras, co11
la concisión y la claridacl que le so11 caracte1~ísticas. No
exageramos: Estos datos provie11e11 ele personas qt1e clec;de hace diez años se e11ct1entra11 cliez veces al día co11 el
at1to1· del libro qt1e motiva este artíct1lo e11 los bancos ele
las clases t1niversitarias, en los corrillos, e11 los paseos,
en todas partes. Además, ya se ha formado en la Unive1~
sidad u11a tradición al respecto y Iorma parte de esa trc1clición el hecho de que hay estt1diantes que 110 tie11en m{tR
texto que las explicaciones qt1e cla Vaz Ferreira, en el
patio, entre dos clases, entre dos exámenes, en t111a comida de amigos, o en el Prado, sitio p1~ef ericlo por él, qt1 e
conserva ciertas i11clinaciones clel tiempo en qt1e ft1e poe21
No olvidar que \ raz Ferreira no fue a escuela prin1aria alguna: c~to explica su ti1nidez al entrar por vez pri1ncra en secundaria
en <'ontacto con extraños (X uta de 19G·1) .
�J~ J.:::\' 1."1'.
-J
.,
l l l STÓJl 1
ta )' por lo . alteadores, qt1e ~e llern1ite11 . ect1e trarlo
para salir de algú11 apt1ro.
Ha estudiado e11 su libro ''La abulia. " )' cita ·a o
ct1rioso"' al respecto pero 110 co11oce la n1U)' gri1\1e, 111tl)'
seria, que le aql1eja a él. que llO tie11c \10lt111tad i110 Jlara
ser\ ir a st1s amigos. Ja más 11 iega t111 fa vo1·, ~ a í se le ' ' ,
en Sll papel de JJrofe"'o1· pe1·i¡latético, i·epetir n1il \1ec s 1;;1
misma explicación co11 la. más co11stit11te ~r ad1nirabJe d
toclas 1<1s pacie11cias. )' e to es tambi s11 lo qu }1ace t}U
no e le con,ozc,1 t111 e11e1nigo, qt1e 110 l1a)1 e:t t111a 1> r 011a
qt1e lo calt1m11ie i1i ttn discÍJ)ttlo "c1ue lo 11i gue". Sel
qttiere más o me11os, ct1estión de te1nperan1e11to, de car:1cter, ele circt111sta11cias. pero se le qt1iere e.ien1pre". ~!!
Así qt1ería11 us compa11eros a V.a z 14'erreira. El agradecía y retribt1ía aquel cariño. Recorclab~1 a me11udo :.l
Roberto de las Car1·eras, empecemos por lo n1e11os felice .
Una amistacl duradera lo ttnió a D. ll<>racio García Lagos.
clisti11gt1ido médico.
l\fe11ció11 especial merece11 los alt1m11os. ' 7az li'e1·reira
era pedagogo ele alma; se c11cariñaba co11 sus di. cípttlos
~1 se formaban amistacles que e11 ocasio11es -Be11ig110
rela Fuentes. por ejemplo- se ma11te11ía11 lJ<>r toc1a la \7icla. Destacamos a los i11tegra11teL de aquella clase ele 1908,
de ct1ya comt1nicació11 s impática 11ució lll 01·al 71a1·a i11te1
''a-
lectzlales.
Ht1bo tambié11 muchos c.t1nig·os no \ri11ct1lac1os por lazos pedagógicos:
Do11 Ei1riqt1e Leg·rélt1cl, caballero llel iglo XIX ; desligado de las ataclttras materiales, sf! co11sc.tg ró al ocio
I1oble, que i11tegró con: astronomía. n1atemáticas 1 esperanto, filosofía, música, poesía. De él dijo ' 'az Ferreira,
terminando un disct1rso de home11aje: ''Y sólo el iré que
la concurrencia de tantas cualiclacJes ta11 variadas y tan
I1obles, e11 el alma de t1n solo hombre, no pttede ser co11siderada sino una especie de milagro psicológico; )' el que
ese milagro pt1eda darse algt111a \ ez e11 la rea1idad, es u11
hecho de dignidacl ~.r ele const1elo qt1e conforta las es¡leranzas ht1ma11a,·. :.!a
1
Juan .Andrés Ran1írez: C'a;·/os l 7 az /i'er1·ci1 '' y .~u libro <lt
Psicolo[Jia. en "J.~l Siglo''. l\lontc\1 ideo, 25 de junio de 1 fl7.
22
2:J Cario ~ \:'az Ferreira. /Jiscurso ' ·" el llonicnuje a lu 111en101·ia
f/e <ion JCnrir¡uc !Jeu>·crnrl. en 1\1 y 2•.1 Edición J-Ion1enaje <le In Cá1naru
de Representantes, t. X\7111, p{1gs. 65-Gi y 6i-G9 respecti\·a1nent~.
1 Xota
de 196·1) .
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J{J.,<>S \ 1 .\Z
F'Ji~ll
ll F:l Jl.\
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J)o11 Mat1ricio Nirei11stei11: Se trataba ele un profesor
é1rge11tino, muy inteligente y culto. E11 las frecuentes idas
'1 Bt1enos Aires de Vaz Ferreira, a veces pa1~aba en st1
casa; cuando Nireinstei11 venía a Montevideo, visitaba lél
qui11ta.
Domi11go Arena: Intelige11te y bt1e11ísimo, hasta la
raíz del alma. Adoraba a Vaz Ferreira jr éste le correRpondía. Lo ayucló, e11 st1 calidad ele diputado, a convertir
en le~? SLl proyecto de clivorcio por la sola volt1ntad ele la
mt1jer, sin expresió11 de cat1sa.
Milo Beretta: Consagró toda st1 vida al a1~te como
pi11tor, músico, decoratlor, crítico. Dirigió el moblaje ·~,r
clecoración de la casa de Vaz Ferreira en Ataht1alpa. Ct1aclroR de Beretta ador11a11 aún hoy los ambientes del
Maestro.
U11a amistad qt1e sólo i11ierrt1mpió la mt1erte lo t111ió
entre otros a: Federico Capt11~ro, Jt1a11 Capt1rro, Enriqtte
Di este, José A. ele Freitas, José Pedro y J acobo Varelé:l,
hijos <-tmbos clel reformador ele 11uestra esct1ela t1rt1guaya,
Emilio OrilJe, Jua11 Zorrilla ele San l\1artí11.
'\J'e11 passe et deR ég·at1x ... ". Vaz Ferreira tuvo muchos amigos; veló el rectierdo de los qt1e lo precediero11 e11
el pasaje a las sombraR; a st1 mt1erte ft1e objeto de noRti1lgica recordación.
En lec ob'ra. -
E11 materia social Vaz Fer1~eira ha
hecho t1n importante aporte: es a t1to1-- de u11a ideología.
ei1 g·ran parte original, de acentuaclo corte pobrista, qt1e
e11te11demos y procura1·emos demostrar st1pera el rég·ime11
social actual y los dos ?°s?1zos antagó11icos que se dispt1ta11
la primacía: individt1alismo y socialismo.
Géiiesis
y fo1·11iclcióJl
clel ideario social vaz/'e1··reiri<1110.
E11 ct1anto al orig·e11 de ese icleario. Vemos al Maestro, a
pri11cipios de siglo, t111a vez qt1e aba11clo11a la vía de segt1imie11to, iniciar una crítica agt1da y certera <l los tratadistas asimilados en st1 juventt1d t1niversitaria, a los sistemas
por ellos preconizados y al vige11te ac1.t1almente e11 nt1estro
mu11do occidental. Y a medicla qt1e se va11 clerrt1mbanclo
como i10 aptos el individualismo, el socialismo, el régime11
social actt1al, va surgiendo la solt1ción de Vaz Ferreira de
la reflexión directa sobre los hechos, del sondeo de la
realidad que lo lleva a t1na a¡Jroximació11 que va cercando
cada vez e11 forma más estrecha, t1n ideal i1ormativo i11alca11zable. Como siemp1·e, el ag·e11te catalítico ele la reacció11
�284
REVISTA llISTÓRICA
•
es la confrontació11 co11 la l"ealiclad actt1al o posible; como
siempre, el pensamiento ajeno y su estudio aparecen en
la base de la solt1ció11 propia, pero son st1perados y sobrepasados por su inmersión en la realidad.
¿Qué papel tuvo en la génesis del vazf erreirismo social el ideario ajeno? Entendemos qt1e el sigt1iente: a Vaz
Ferreira no le gusta descubri1· el Mediterráneo. Empieza
siemp1"e el estudio de las ct1estiones profundizando al respecto. Así como t1n árbol, para prodt1cir flores y frt1tos,
necesita enraizarse en la tierra y obtener de ella jugos
nutricios, así, para elaborar st1 ideario, Vaz Ferreira se
basa en el pensamiento de los escritores sociales vigentes
a principio de siglo : ]a reflexión ajena actúa como catalizador del pensamiento propio.
Tres series de conferencias jalonan la formació11 e
integración del ideario : Sob1·e la propiedacl de la tie·rr(t.
Sobre los proble1nas Sociales . E.1·tracto de icleario [eco11ó1riico-social.] - Posteriormente a 1950, cuando empezó en
su Cátedra ese útil y valioso trabajo de conde11sació11 y
depuración que prosiguió hasta st1 muerte, dos veces por
lo menos se ocupó de su idea1~io social: ei1 1951 en : E~:
t1·acto de ideario resume st1 posición. En 1953, en Sobre
algunas que creo ve'rdades fija el acento en st1 caré:\cter
afirmativo.
Disti1itas orga'tl izacio1ies sociales posibles: Sz1 criticct .
..<;olució1z propitesta. - Vaz F erreira, e11 su formt1lació11
)r valoración de las icleologías sociales tiene en ct1e11ta
como vivas, posibles y, en clistinto graclo, viables, c11atro.
a saber:
a) El individualismo; b) el socialismo; e) el rég·ime11
social actual; el) Rt1 sol11ció11 propia . Veamos e11 detalle:
El individt1alismo: Este régimen realiza o pretende
realizar prácticamente, en el campo socio-económico, lél
fórmula de la justicia spenceriana : a cada 11110 las consecuencias de sus actos : hay justicia ct1ando a actos bueno~
o malos siguen consecue11cias buenas o malas y proporcionadas; injusticia, cuando a actos buenos o malos sigue11
consecuencias malas o buenas, o bt1e11as o malas, pero
despropo1·cionadas. Para el in di vid t1alismo consecuente
consigo mismo, cada individuo debe recibir todas las consect1encias y sólo las consecuencias de sus propios actos.
El qt1e tenga aptitudes económicas y las ejer za bie11, obtendrá bienes materiales, y no los obtendr{1 qt1ien carezca
de ellas.
�CAlll . . OS VAZ FEl{REIJl_.\
') 8 !)~
-
Hay, en materia social dos icleas a11tagónicas, que se
gradúan y combina11 de modo dif e1--e11te en las disti11tas
ideologías.; de libertad y de igualclad. La primera tiene
la primacía en el incliviclt1alismo : éste ha tenido t111a suerte rara: no se ha realizado nt1nca; e11 ning(1n régime11
existe11te recibe11 los individt1os pura y simplemente las
co11secuencias de st1s actos. Esto, que es evidente, no ha
sido r·eco11ocido. El i11diviclt1alismo ha sido co11fundido por
partidarios y cont1--a1·ios con el régime11 social actual; se
los ataca y defiencle j1111tos . Sin embarg·o, descle q11e Vaz
Ferreira demostró por q11é este (1ltimo no es individt1alista, nos ext1·aña que i1adie haya visto antes esta ve1·dad de
~e11tido com(111 : nt1est1~0 i~ég·imen social actual no es indi\ridualista: es st1 pilar básico t1na institt1ción, la herencia
económica qt1e, asegt1rando a las personas be11eficios eco11ómicos qt1e no provienen del esfuerzo p1~opio sino del
ajeno, rompe la fórmt1la ele la j 11sticia spence1·iana. El
individualismo, e11 st1 formulación teórica, 110 satisface a
\Taz Ferreira poI· s u dt1reza: la beneficencia, qt1e admite,
110 basta, poi~ hacer clepender ele la bt1ena vol untad lo qt1e
cJebe ema11a1· de la jt1Rticia, y res11lta inst1ficiente en Sll~
efectos.
En cuanto al socialismo: En el a11tago11ismo de las
icleas directrices: libertad ver.s u.s ig·ualdad, el socialismo,
en todos SLlS grados, hace primar la ele ig·11c11clac1, m ás bien
cliríamos la ele ig11alación, porq11e salvo en t1topías de las
t]Lle Vaz Fer1'"eira llamaba, por i11flL1encia de tina novela
ele Wells, con cometa verde, o e11 comunidacles relig·iosas,
la igualdad es res istida, y hay q11e impo11e1~1a coactivamente. En: Sob1·e los 1J1·oble11ias socictles se disting·uen 3
grados ele socialismo: el extren10 preconiza la st1stitt1ci611
i11tegral ele la propieclad privada por la colectiva: todo e8
ele todos. El órga110 propietario del frL1to clel esft1erzo eco11ómico colectivo puecle ser el Estado o la nación, o t111e:t
corporación religiosa o económica. Sea ct1al 5ea, i1t1estro
pensador i10 simpatiza con esa clase de socialismo, por i·educir demasiado, a expensas de la ig11alación, la idea de
libertad (no olvidemos que Vaz Ferreira era intelectt1al
J' af eclivame11te, de te11de11cia inclivic111alista y libertista).
El socialismo de grado i11termedio desea la colectivización
de los medios de producción (tierras, máquinas) deja11do
para la propiedad p1·ivada los artículos de consumo. Tampoco satisface a Vaz Ferreira; hay todavía demasiada
19
�~SG
primacía de la igualació11 en desmeclro de la libertacl. 24
Se va acercando a lo suyo el socialismo mí11imo, o socialismo de estado, que, respetando en lo fundamental el régimen social actual, aminora la desigualclad social por medio de m ejoras establecidas e11 favor de laR claRes clesvalidas.
,
En cuanto al régime11 social actual, éste SI qtle 110
satisface a nuest1~0 penc;ador. Lo somete a la c1·ítica de
su razón, penetrada por el sentimiento, y lo enct1e11tra
24 Después de la n1uerte de \' clZ Ferreira se ba producido el
hecho insólito de que, por n1uy diferentes vertientes ideológicas. se
ha querido encontrar en su claro y lúcido pensan1iento una justificación para dos isn1os a1nbicn tales: uno de orde11 religioso y otro
de orden social ( catolicis1110 y con1unisrno > Esta clase de intentos.
cualquiera sea el estado de espíritu que los inspire - estan1os pensando en los creyentes que tienden a forzar la interpretación de los
hechos en función de su fe-, estos intentos, repeti1nos. no requieren
1nayores esfue rzos para su r efutación. J..a obra de \'az Ferrcira estú
ahí, tal con10 fue pensada y sentida por el gran pensador, entraiiada
toda ella por u11 in1nenso deseo de bien para sus se1nejautes. de bien
concreto y r ealizable y en el 1nayor grado posible; con1enzando por
procurar inspirarlo y realizarlo en la co1uunidad en la cuc1l nac·ió
y v ivió.
Creen1os ha\Jer desva11ecido ( Yer capitulo IX) la ilusión que pretende e1nbanderar a Vaz Ferreira en una religión positiYa. En
cuanto a su lucha por el bienestar de los hon1bres. es necesario
decirlo con todas las palabras y de una vez por todas \·az Ferreira
no fue comunista ni sin1patizante del co1nunisn10, ni de la ideología
ni de las forn1as alotrópicas en que se ha realizado. l~l con1unisn10
con10 ideología es tern1inanten1ente rechazado por él porque cercena.
r estringe, o lisa y llanamente. elin1ina. para sostenerse y conservarse. los derechos individuales que \'az Ferreira valoraba en grado
sun10 co1no inseparables de la persona. I~l principio de libertad que
inspira su obra de pensador define y clarifica su pe11sa1niento social.
J~ntre todas las forn1as de C'onvivencia hun1ana optó por la den10C'racia, por lo que l\sta es cu si y por lo que con1porta en cua11to
deja en inanos del individuo la posibilidad de actuar según sus
deseos .v sentin1ientos. ('ritic·ó los defectos .v las desviaciones de la
organización actual de los países den1ocráticos y tan1bién sus fundamentos teóricos, ¡>ara sustituirlos por otros 111{1s positivos y racionales.
J ~s frecuente que los c:onlen1poráneos de los grandes hon1bres
intenten cubrir la n1ilitancia a que los lleva su pasión política con
ideas y expresiones del pensador que ei1 ese n1on1ento proyecta n1•'s
intensan1ente Sll influencia en el i11edio. Con Una1nuno pasó algo
sen1ejante -antes y durante la guerra ciYil, la cual con10 se sabe
c·ostó a España Yarios 1nillones de vidas-, tirios y troyanos, es
decir, falangistas. fascistas, reaccionarios, SO('ialislas, comunistas y
anarquistas: católicos, ateos y librepen sadores pretendieron just ificar su pasión política ( horrorosan1ente cruel) i1ada n1enos que con
el pensan1iento y la palabra de uno de los n1ás grandes agonistas tle
todos los t ie1npos. (Nota de 1964).
�malo. Se observa aqt1í tina característica positiva de le:l
posición me11tal de Vaz Ferreira: es natural, y disculpable, al juzgar alg·o realizado, existente, qt1e se nos imponga por el hecho de st1 realización, que nos habituamos a
lo qt1e está como a la presión atmosférica. Vaz Ferreira
p1·esci11cle de los efectos del acosit1mbramienio: .it1zga el
rég·ime11 social actual como juzgaría ct1alquier i~égimen
realizable o posible. Y no le inspira simpatía alguna. Le
molesta esa conft1sió11 en qt1e se i11ct1rre, en la teoría y
e11 la práctica, e11tre él y el inclividt1alismo. Lo e11ct1e11tra
<lt1ro para con todo u11 sector importa11te de no favoreciclos. St1 pilaI' básico es la herencia eco11ómica; y ya sabemos qt1e ésta, si bien es .i t1sta clel pt1nto de vista clel qt1e
<la. ct1a11do se basa en el trabajo pt1ro y, e11 me11or g·rado
e11 el impt1ro, mezclado co11 capitc.11, 110 lo es habitualmente clesde el pt1nto de vista del que recibe; establecida, corno estél., con ca1·ácter amplio, rompe la igt1aldad, cleseable
~r }Josible, de los hombres al empezar la carrera de la vicla.
Adem{ts, 11 t1est1·0 rég·imen social actt1al no hace disti11ción alg·t1na entre tier1~a de producción y tierra de hatJit,lció11. Mt1chísimos ele los i11clivicluos qt1e 11acen se ei1cucntra11 si11 l11gar do11clc esta1.. c11 el planeta. Pueclen
tra11sitar por él; puede11 recrearse e11 él; pero i10 estar ei1
él si11 precio ni permiso. \T az Ferreira qt1er1.. ía qt1e nt1estro
régime11 se arreglara f t1ndamental y p1·ima1~iamente e11
eso : q tte se reco11ociera a todo hombre, como de1~echo ii1ci ivicl t1al, inalienable e imprescriptible, el clerecho a habitar ei1 el planeta en qt1e ha 11acido sin precio 11i permiso.
El i .. econocimie11to de este derecho es el o})jeiivo pri11cipal
ele la prédica social vazferreiriana. Pero entiencle, co11 i~a
zón, qt1e no se1·ía bastante e11 el se11tido ele la igualació11
tlcl p1111to ele partida; habría que co11cecler, necesn.riame11te, algo más; deseableme11te, basta11te más. E11 cua11to al
clerecho a tie1·ra de habitación, hay e11 el pensamiento ele
Vaz Ferreira seg·uridad total; en cuanto al resto, seguriclad e11 cuanto a qt1e hay que concede1· alg·o más; inseguriclad en ct1a11to al qilid y al qua1ztil?n; habla de la satisfacción de necesidades primordiales: de t111 mínimun qt1e
tenga qt1e ver con la comida, con la ropa, co11 la vivienda,
con la tierra de producción; tal vez Vaz Ferreira, e11
épocas pretéritas, hubiera conseguido alg·o de su idea1.. io
si lo hubiera precisado más y formt1lado e11 proyecto ele
ley que, en momentos en qt1e tenía i11flt1e11cia en las esfera.s gubernamentales, ht1biera podido ser sancionado. No
t]t1iso hacerlo: le pa1~ecía qt1e 110 era la perso11a más incli-
�288
JlE,rrsT i\ HISTÓill (' .\
cada para ello. Posiblemente fue t1n error. Pero, tal como
.se comportó, se nos presenta más acabadamente como lo
que es : un filósofo ele la sinceridad.
A Vaz Ferreira no lo satisface en general pensar
por clases; pero, si se q11isiera hacerlo desearía qt1e no
fu eran las q11e arrancan de Marx e imperan, en forma
casi omnímoda, en n11estros días: proletarios ve1·si1s burgueses. No puede gust,trle que, en una clase como la burguesa, menospreciable por ser la opresora, entre11, mezclados, los capitalistas. los parásitos sociales -qt1e debe11
entrar-, junto con los funcionarios, profeso res, profesionales e incluso algunos de los más puros y altos i,.epresentantes de la huma11idad: los trabajadores intelectuales.
''Mientras los revolucionarios no entiendan y sienta11
(y eso tiende a acción) que el trabajo intelect11al debe ser
defendido por ellos; toda revol11ción nacerá condenada!
Y mientras la sociedad no sienta q11e no debe defe11der al parásito, condenada, conde11ada y condenada''. ~:;
Propone como fórm11la s ustitutiva para los que desean pe11sar por clases, estas otras dos : la de los q11e trabajan y la de los que no trabajan y, entre los primeros,
diferencia a los que lo hacen en trabajo impuro, esto es,
mezclado con capital (comerciantes, industriales) de los
que lo hacen en trabajo puro -físico o mental- obre1·os,
pensadores, pedagogos. Condena el no trabajo, el parasitismo social del yerno del rico. Valora el trabajo en sus
dos formas básicas y las muchas intermedias, pero su
admiraci611, como no podía menos de ser en un pensaclor
a11té11tico, va hacia el intelect11al.
Solución propuesta: Hay, en la ideología \ azferreiria11a, 11na parte crítica y otra posiitva: t1na para. dest1"ue1is y t1na pa 'r a co1zst1·11e1is. En ciertos casos (religiones
positivas, por ejemplo) co11scientemente, en nombre de
la ve1·dad y la sinceridad, demuele lo existente sin tener
nada para darnos en cambio; en materia social, las cosas
cambian : Vaz Ferreira es enemigo del individ11alismo, del
socialismo; más aú11 del régimen social actual; esa "bolilla neg1·a que salió e11 la l1istoria''; pero, después de destruir, construye, y es s11 construcción simple y viable.
En lo social, como en lo económico, como ei1 lo pedagógico, no es partidario en general de lo que se llama en
7
25 Carlos Vaz Ferreira: 1•:obre los JJroble111us sociales. 1\\ y 2 \l
:F1dición Hon1enaje de la Cámara de Representantes de 1957 y 196:~.
t. VII, págs. 80 y 68 respcctiva1nente.
�CAitl.iOS \' AZ FERREifi 1\
2sn
pedagogía "La Reforma'' (con mayúscula) qt1e exige para
im1)lantarse la destr11cción previa de todo lo existente,
sino de reformas (con minúsc11la) parciales, en ge11eral
realizables prog1·esiva, gradt1alme11te, c11 11na gerie de mejoraR s11cesivas qt1e nos van acercando al fin bt1Rcado. Al
régimen social qt1e preconiza puecle, i1att1ralme11te, llegarse de golpe; pero es preferible alcanzarlo por etapas.
Respeta en g·rt1eso lo existente : propiedad, herencia,
pero lo limita y palía en st1s efectos. En t1na 01"ganización
que realizara s11 ideario, se haría una distinción entre
tie1·ra ele habitación y tierra de producción; y sin perjuicio ele los cambios en el rég·ime11 de e8ta última, para ir
eJ1trega11do progresivamente parle de ella a qt1ienes quieran )7 sepan hacerla prodt1cir, Re cambiará de régimen a
l~t ¡)rimera, ya qt1e debe ir sie11do ent1~egada a todos, como
derecho individt1al y st1straída al comercio de los hombres.
1\sí como toda per ·onn tiene derecho él expresar st1 pensamie11to librem€nte, de palabra y por esc1·ito, te11dría
clerecho, e11 la org·a11izació11 social Vé:1zferreiriana, a estar
en .'tl pla11eta si11 precio ni permiso. Además, te11ienclo e11
cuenta <ple lo anterior es elen1asinclo poco, se temperaría
l:t clt1reza del régimen social actual, co11ceclie11do a caelc:1 ii1cli\1icluo más, en el se11ticlo ele la igt1alació11: eclt1cació11 e
i11strt1cció11 corporal }r espiritt1al ei1 t1n grado mt1cho m~11
~'0l'' de lo q11e le clames act t1almente. ( \ az Ferre ira, at111l]tte 110 lo elice aqt1í, eJ1tiencle qt1e esa cult11ra debe recibirla
el 11iño e11 los parqt1es escolares) : y algo qt1e te11g·a qt1e
ver con la alimentació11, la ropa, la vi\1iencla, la. tierr<:1 ele
i>roclt1cció11. Vaz Ferreira i10 precif'a el q1cicl ni el <1ua11t u'n:
lo deja librado al bue11 criterio el el leg·islador, qt1e ha ele
tc11er e11 ct1enta la deseabiliclael y la posibilidacl.
Ei1 cua11to a la hcre11cic1 : 110 j t1zg·a bt1e11a st1 total
st1presió11 : pese a. su i11j t1sticia, tiene e11 su haber el estar
ele act1erclo co11 los Re11timie11tos ele familia, tan \ralorc1clos
por él. Respetánclola e11 g·e11eral, se introdt1cirán en ella
1~eformas que destrt1yé:111 st1 hegemo11ía; simpatize:1 co11 la
solució11 ele uno de st1s filósofos fa,roritos, Slt1art l\1ill,
qt1ie11 preconiza lo sig11iente: qt1e cacla t1110 pt1eda dispon€r
ele st1s bie11es libreme11te, salvo la sig11ie11te limitació11;
que i1adie a lo largo de la vida pt1eda recibir por here11cia
más de cierta st1ma. Vaz Ferreira clesearía ct1a11iificé1rla
ele ma11era a impedir lo que co11siclera tina calamidael: el
}'><lrásito social, el hereclero. 1'ambié11 poclría i)aliarse
1<1 here11cia por meclio ele ft1erte~ impt1estos pro~~·resivos ,
qt1e i10 ~erían ta11 mal recibidos como otros porqt1e Céle-
�290
RE''ISTA IIISTÓRICA
rían en t1n momento oportu110: ct1a11do los bienes pasan
de u11a persona que mt1chas veces los obtt1vo poi~ st1 trabajo o con ayuda de su trabajo a alguien que en gene1·al no
los ganó ni contribuyó a ga11arlos.
Tal es, simplemente expuesto, el régime11 social propuesto por Vaz Ferreira en sustitución del actual. Es sencillo : sólo unas pocas ideas direct1~ices: aume11tar la
igualdad e11 favor de los qt1e denomina Wells los insegttros, a expensas de los seguros.
El ideai-·io social vazferreiI·iano se mantt1vo siempre
en el campo de lo pensado : no llegó a cristalizar e11 1a
práctica; esto perjudicó a los hombres, mujeres y nifios
de carne y hueso que hubieran ganado en bienestar y felicidad con su puesta en marcha. Pero lo favoreció como
idea. Como veremos a lo largo de este e11sayo, pt1ede
observarse en distintos sectores (pedagógico, filosófico)
cómo varía la actitt1d vazferreiriana frente a aqt1ellas Lle
sus ideas destinadas a realizarse en la práctica, seg(111
que cristalicen o no. En el primer caso, se clesi11teresa ele
ellas: el bien está hecho, a otro bien. Si se realiza11 méll
o incompletamente, se ocupa de ellas para tratar ele obtener logros satisfactorios; ct1a11do i10 se realizan, co11centra
todas sus energías físicas, psíqt1icas y espirituales para
acompañarlas, seguirlas, repensarlas, mejorarlas, preclicarlas. Tal ocurrió con st1 ideario social. No ha te11ido. 11i
nos parece que tenga ni siquiera principio ele eject1ció11
en u11 futt1ro próximo. Vaz Ferreira lo sigt1ió toda la ''ida:
los libros son, e11 éste como en ta11tos otros casos, !Jroductos secretorios de t1n ideario qt1e b11sca su realizació11.
Vig encio clcl icleario social i·azfcrreiria1zo. S11 real.izoció1i p1·áctica. - ¿ Qt1é grado ele optimismo podemos
conservar en el Urt1gt1ay de 1964, co11 relació11 al ideario
de Vaz Ferreira? Empleando la expresión clcl l\!Iaestro
distinguiremos entre optimismo de \ alor )- optimismo de
éxito. En cuanto al primero: tiene qt1e ser mt1y gra11cle:
la ideología y la sentimentología ele Vaz Ferreira depar<lll
a los hombres, a las mt1jeres y a los i1i11os un bienestar y
una felicidad qt1e ninguno de los regíme11es actuales hé1
podido ofrecer. El ideal ele Vaz Ferreira es de signo pobrista y es orgá11ico porque abarca la colectividad i11
totu1n. Su valor positivo es impo11derable.
En cuanto a la vigencia del pe11samiento vazferreiriano, es indudable que él ha ejercido apreciable i11flt1encia sobre la legislación social del país ei1 lo que va ele este siglo. El concepto "social" clebe ei1tenderse élqt1í e11
7
�2!)1
se11tido amplio, comprensivo de la organización de la familia )' del mejoramie11to )' clignificación ele la vicla del
trétbajaclor e11 tocla la gama de la labor social, así como la
protección de los débiles. i11clt1so de los venciclos por st1
propia i11dole11cia. Los hombres de g obier110, en s us pro~rcctoH. me11Rajes y discursos parlamentarios han sido imbt1idoR 110 sólo de la posición mental fijada por Vaz Ferreir<t si110 qt1e hasta los pla11teamientos han sido penetrados
por las clistincio11es y esclarecimientos clel Ma,estro. Vaz
11,errei ra pensó ei1 concreto para t1na colecti viclacl, para RLl
JJ<lÍR. Percibió con clarivide11cia qt1e el bie11estar social está
lig<1do cll clesarrollo económico j' qt1e exiRte u11a interde¡)ende11cia entre las nacio11es . Pero no pe11et1~aremo s en el
Cétmpo ele lo económico, ol)jeto del ra11ítt1lo V de estos E st 11clins vazf'e rreiria1zos.
1
La inflt1e11cia rectora clel i\Iaestro sig·t1e ejerciéndose
a tl'avés del tiempo. Ella desborcla las pra.g·máticas y se ha
i11corporaclo ): a <1 11 t1eslro acervo ct1ltt1ral. En ct1anto a la
intensidétd ele esa i11flue11cia habrfi Ri11 duela momentos ele
n1a)ror :r ele me11or gravitació11. Asistimos sin duda hoy ei1
l...1<1ti11oamérica a t111a coyt1nlura política y Rocial ad\1 e1~sa a
los 11obles pla11teamie11tos de i1t1eslro pensador. Grt1pos sociales (obreros, maestros, ¡Jrofesores, ft1ncio11arios, profesio11ales, etc.) han ido cristaliza11clo stt acc ió11 e11 forma ele
cla11es agresivos . A Yeces actt:1an como ft1erzas clispcr a s:
otras e11 forma semi-federada. E11 ge11eral se trata de una
1ucha q tte se red11ce a la postre a reclamacio11es salariales,
ctt)'a co11qt1ista se arra11ca al })Ocler p(1blico por procedin1ie11tos coactivos. Lé1 apete11cia clel mome11 lo define el imJJulso activis ta e11 carla caso. El i11terés de la comt111iclad
~r :-;t1 futt1ro qt1ecla11 al marge11 ele lél clisct1sió11. Los órgétnos clel E Rtaelo ¡Joco el ¡Joco ve11 cccler s us competencias
~, los é1ctos ele golJier110 se encami11a11 f rect1 e11tementc ét
concertar los términos qt1e po11g·a11 fi11 c-t un planteamie11to
crítico. No ha)' clt1cla qt1e estamos c11 prese11cia de t111a
fragmcntació11 a todas luces i11co11ve11ie11te del ace1·vo nacio11al. No obsta11te contamos, e11 todos loR {1mbiio~ de la,
<tctividé1cl, co11 me11tes lí1cidas qt1e Rabe11 i11terpretar corrcctame11te esta clase de desvié1ciones . El legaclo de V <lZ
I.,erreire:1, como el de ta11tos gra11cles pensaclores se ma11tiene i11tacto y es objeto ele la clebidét co11sideración y estuclio J)Or parte de t111 11(1mero s t1ficiente de personas que
i10 son clominadas por las estriclenciaR qt1e se11alamos. Si
las agt1as han bajado ele nivel, sabemos qt1e Rtl pote11cia se
conserva intacta.
�CAPÍTULO V
Lo económico en la vicla y e1l la obra
de Carlos Vaz Fe1~1·eir·a
En la vida. Nos gustaría precisar, e11 general.
ejemplificando luego en base a rect1erdos personales, qué
papel dio nuestro filósofo en su vicla a lo material, más
en particular, al dinero y a lo que con él se adquiere. Anticipamos nuestra conclusión : i10 es un lugar vergonza11te ni relevante: ta11 lejos estaba Vaz Ferreira del desasimiento económico, que predican ta11tos. qt1e practican ta11
pocos -casi siempre arrastrados hacia arriba por los
grandes iniciados- Cristo, B11da, como de la avidez ele
los incontables Jionii1ii oeco1ion1ici que abt1nclan, abt1ndaro11
y abundarán doquiera y siempre. Vaz Ferreira, <::i11 saberlo, es aristotélico: halla la virtud en el .it1f:to n1edio.
Constataba, en t1na de las contadísimas ocasio11c~ e11
que se refirió e11 st1 obra a este problema, que st1 po~ición
era difícilmente defe11dible, porque estaba como sitt1a(lo
en la ladera de una mo11ta11a, entre dos ba11dos antagó11 i_
cos, recibienclo fuego de los dos lados. Pero, si evitaba
teorizar su posición, no le costaba nacla realizarla en la
práctica: se había con11att1ralizado con ella: la mantt1\ro
sin deflexiones a lo largo de st1 existencia. Tuvimos la dicha de compartir st1 vida material }. espirit11al clura11te
medio siglo; y poclemos aseverar qtte ei1 todo el período
que abarcan nuestros rec11erclos, siempre mantt1\·o -por
s11 voluntad- la vida económica en 1111 p~ano ele á u?·ecl
1necliocritas, con primacía de este último eleme11to.
llagamos i1n poco de historia. ¿Cómo trató la \1 ida
e11 lo económico a Vaz Ferreira, )' cómo reaccionó \T az
Ferreira fre11te a ella? Nuestro filósofo pertenecía a t111n
antigua y rica familia montevideana. St1 niñez, adolescencia y primera j uvent11d transct1rrieron, rocleadas de comodidades y de mimos, en varias casas de ci11dacl y ei1 t1na
Qui11ta que abarcaba la mayor parte de lo que es hoy el
Praclo: la a.ctt1al Avenida Buschental fue abierta en s11
i11terior. De algt1nas a11écdotas oídas a Vaz Ferreira se
cleduce q11e el grupo familiar llevaba una vicla fácil e
i11clt1so clispencliosa.
•
�Cr\IlLOS , •.t-\Z FEfiREillA
Ei1 cierto mome11to, cua11clo i1uestro biografiado tenía
22 años, Re procl uce el desastre familiar: muere st1 padre,
Don l\1anuel Vaz Ferreira. Este luctt1oso suceso cambia
brt1sca1nente el pa11orama económico. Vaz Ferreira pasa
<l la pobreza total. Se convierte e11 jefe ele familia en el
hogar qt1e integraba co11 stl madre y st1 herma11a. Aceptó .
con hombría su respo11sabiliclad mate1,ial y moral. Le hemoR oído decir, en algt1na de las rarísimas alusiones a st1
pesacla carga familiar, que es agradable eclt1carse e11 t111
hogar que económicamente
IJara arriba, pero qt1e, para
la formación del carácte1,, es preferible t1no como el s1Jyo,
et1 clescenso material.
Pa1,a ir hacie11do fre11te a la sitt1ació11 -11os lo 11arra
J t1a11 Anclrés Ramírez- empezó, además de las n t1meroSél8 clases gratuitas, que daba ge11e1,alme11te en el P1·aelo
o e11 los corredores de la U11iversidad a toclos aquellos
que Re lo pedía11, de las i1t1merosas materias del bachil1e1·a to qt1e co11ocía bie11, a clar alg·t111as partict1lares retribt1iclas. En esta tarea osct1ra, ing·rata, y qt1e tan poco g·oce
CR})iritt1al procl t1ce, contint1aela por años, conj u11tame11te
co11 Ja ele exami11ador, qt1e 1Jie11 sabemos por qt1é y e11
<Jtlé g·raclo le cliRgt1staba, g·astó Vaz li'erreirél, e11 pt1ra pérclicla, mt1cho tiempo y mucha e11ergía física y me11tal.
lVI<ís ade!a11te hizo clos textos, t1110 ele ¡Jsicología )
otro ele lóg·ica formal, que t11viero11 mt1cho éxito ei1 el
<1mlJiente t111iversitario y tambié11 de librería. l..,ero, e11 t111
gesto ele desp1~endimiento, qt1e co11forta destélca1·, los retiró a loH pocos años de la circt1lé1ción, por e11tencler qt1e,
})Or motivos diferentes, no servía11. N t111ca m{is permitió
st1 reimpresió11, pese a las ventajas materiales qt1e ello le
h t1 bieré1 reportado.
E11 1897, a los 25 ét1ios, se hizo cargo ele la Üéi.tedra
tle lcr. a11o ele I)reparatorios en nuestra U11ivcrsiclad. La
c>bte11ció11 de este pttesto fijó t111 jaló11 importHnte e11 su
vicla, con re1)erct1sio11es eco11ómicas. Vaz Ferreira tenía,
<1demás ele clispoRiciones y fa,cilidad para eliversas tareas
es1Jiritt1ales, clos vocaciones, e11 parte enco11tradas : el pe11samiento pt1ro )1 la pedagog·ía: la primera era difícil ele
ei1cat1zar e11 la \ icla económica. ~i por t1n mome11to pensó
i1t1estro padre en eludir st1 pesada carga material: tal deserción i10 podía oct1rrírsele él t1na perso11a qt1e valoraba,
e11tre toclos los afectos y entre toclos los cleberes, los famili<tres. Tampoco lo hubiera co11siderado deseable: bie11
sabido es aparte ele los j t1icios seve1 os qt1e formt1laba ei1
1<1 i111.i1nidacl. la condenació11 rott1ncla pro11t1nciacla en st1
''ª
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REVISTA HISTÓRIC.t\
obra contra el no trabajo. E11: Sob1·e los proble1nas sociales, incidentalmente, anatematiza como un s11bproducto
social al )'erno de rico, al he1·edero. Y e11 un papel inédito,
refiriéndose al ocio noble griego, dice así: ''los griegos tenían una cosa horrible, siniestra: El no trabajo. El trabajo material era cosa de esc!a vos''.
Concilió, con sacrificio, su actividad intelectt1al con
el ''pane lucrando'', canalizando, parcialmente, hacia la
actividad retribuida, una de s11s inclinaciones, la peclagógica, alta sin duda alguna, pero i10 de la jerarq11ía clel
alto trabajo intelectual. El ejercicio de la docencia y ele
cargos administrativo-docentes le permitió satisfacer s11
vocación pedagógica y, simultáneamente, ganarse la vida.
Fue, sucesiva o simultáneamente, miembro del Consejo de
Enseñanza Primar·ia, Decano de Sect111daria, R ector tres
veces, Decano de H11manidades .
Vaz Ferrei1·a no el11día los ca1·gos 110 re11taclos. Para
refe1·irnos a los más importantes : desempe11.ó honorariamente por varios años la Dirección de la Facultad de H11manidades y Ciencias . En este caso se trataba de 11n cargo
no presup uestado aún. Pero cabe destacar que, en cierta
memorable ocasión, por s11 libre volu11tad, volvió honorario, al no pedir una acum11lación de s ueldos a q11e tenía
derecho, u11 cargo rentaclo: cuanclo, en 1935, bajo el régimen de facto impuesto por el Dr. Gabriel Terra en el
Uruguay por el golpe de estado ele 1933, q11e derrocó las
instit11cio11es, se trató ele elegir Rector, toda la Universidad ele acuerdo propuso a Vaz Ferreira. Este aceptó el
cargo si11 el sueldo. :!I: En otra ocasión renu11ció, por clelicadeza, a uno que le había acordado el Poder Ei ec11tivo.
En cierto mome11to -1913- !l11s cliscípulos, amigl1~/
y admiradores, con s11 consentimie11to complacido, solicita1·on al gobier110 la creación ele 1111a Cátedra ele Co11ferencias para el que era )7 a l\IaeRtro ele la j tl\1 e11 tt1cl ; y lét
obtuvieron como la quería11: co11 tema libre )' bien retrib11ida. Perseg11ían t111 cloble fi11: e~piritt1a l ). mate1·ial. Por
11n lado, bt1scaba11 establecer contacto directo ei1tre \ ' az
Fer1--eira )r la .i U\1 e11tt1d, :in la limitación de los curso~
reglaclos, exámenes y demi1s; por otro, facilitar a Vaz
Ferreira, libre de las ataclt1ras eco11ómicas, la formulació11
)r pt1blicació11 de st1 ideario: el primer fin se realizó ple1 1 y 2·.1 Edición Hon1enaje de la ('án1ara de Ileprcsentau tes:
/11ci<le11tol111cntr. ..• (.\lgunas cartas. discursos y notas l. t. X\~Ill.
págs. 5:3.:; t y 55-56 respectiYa1nent0.
26
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11amente; el seg·unclo, sólo en parte. Es cierto que el Maestro quecló mt1y aliviaclo ei1 lo pect1niario: s t1 Cátedra ft1e,
él lo largo cle toda la vicla, el ¡Ju11tal m{1s firme ele st1
economía doméstica, ¡;ero, por haberle impreso u11 gi1·0
JJ1·eclomi11a11teme11te doce11te, hizo primar al pedagogo solJre el pensador.
Vaz Ferreira tt1vo, por varios años , otra entracla ele
cierta entidad: en su jt1ventt1cl había trabaclo amistad co11
st1 compañero ele claRe, D. José Irt1reta Goye11a. Después
ele recibiclo, ingresó al estt1clio de éste, en calidad de abogado; en t1n momento darlo, surg·ieron clesavenencias e11tre ellos y Vaz Ferreira se retiró. M t1chos a11os despt1 é~
intentó de nuevo ejercer, s in éxito.
El período en qt1e trabajó co11 Irt1reta Goye11a ft1e el
mejor clesde el pt1nto de \ ista eco11ómico: reinaba la abu11elancia en el hogar. I11cluso llegó a co11strt1irse dos casas:
En 1917-18, ei1 st1 qui11ta ele Atahtl<ll J)a, para st1st ilt1ir a
la a11tigt1a qt1e s i, en lo e8piritual ha elejaclo en i1osotr os
t111 poético rect1erdo, en lo material era tan, ta11 llovedorél
lJlle los días ele llt1via jt1gábamos los niños y las i1iñas a
u11 extraño )' 011timista jt1ego: ga11aba11 aq11ellos ct1yo dor mitorio se llovía más. Para sL1stit11irla, el pe11saclor l)aJó
JJOr t111 tiempo clel mt111clo ele 1a~ ideas, el ig·ió u11 bt1e11
a rqttitecto e hizo cor1str11i r t1na sólicl<:i y co11f ortt.llJlc Cé1sa,
e11 la que vivió por el resto d e stt vicla. P osteriorme11te, e11
192;], se hizo eclificar t111 ¡Jec1t1e11o cl1alet de \'era11eo c11
l\iél.lví11, al qt1e iba a veces co11 8 t1 s familiétreH, Hi bic11 se
ca11saba pronto ele la plaj·a :Y volvía a st1s itrboles, <t st1s
flores, a RLlS libros y principalme11te a g11 musica. :!i
Nos hemos referido hasta <tc1t1í a la8 e11 l rétcléts qt1e
tie11en qt1e , ·er co11 el trabéljo pt1ro, si11 m ezclét ele c<1pité1l
(obreros, trabaja el ores i11 telectLlélles) . Vé1mos a de11u11ciétr
u11a vi11ct1la(la con lo qt1e \ 7az Ferreira cle11omi11c.-t trabajo
in1puro ( co11 mezcla ele C<tpital: come1,cia11te, csl<1nciero).
Estos apu11tes e11 qt1e hilva11étmos i1t1ec;lros re~t1erdos ei1
lo c1t1e tie11e qt1e ver con clisti11tos aspectoR ele la p er son nJjdacl vazferreiriana, perderíe:111 el esca8o \ ét1or qt1e pt1clic1éll1 te11er s i i10 ft1 era11 e11terame11te veríclicos. Po r lo ct1,tl
forn1ulamos 11t1cRtro: "J'acc11se . .. ". U11a vez e 11 st1 viel,1
\ 1 az Ferreira Re hizo culpable ele t111 11eg·ocio: es cierto qt1e
ht1bo presió11, ca.si co<1cción })Or p a r le ele t111 pri1no s11~ o
1
7
27 L<l l'a~a-quinta d e ,\tahualpa ha s id o declarada 111onu1nenlo
na e iotlul. \·iycn e n ella a<'tualn1cnlc un h ijo de \ Taz Ferrcira, un
nieto y s u fnn1iliu. u11a fiel Re rvi<l ora. l ~n el <'ha leC'ilo d r l\lalvín
Yi\'c un nielo c·on s u fan1ilia. (>lota de 1!)79).
�296
REVISTA HISTÓRICA
que lo qt1ería mucho, a st1 ma11era, y qt1ería enriquecerlo.
Pero esa sería circt1nstancia atent1ante, no eximente: e11
t1na época lejanísima, que i10 podemos i1i qt1eremos precisar, Vaz Ferreira compró t1n te1·reno e11 Colón y lo revendió
al poco tiempo, ganando alg·o de dinero. Nunca rei11cidió.
Y por alg·una velada alt1sión al a st1nto, i1os parece que le
quedó algo así como un poco de vergitenza por aquella
peqt1eña st1ma cuya obtención i10 se basaba en trabajo
pt1ro.
Nos parece éste el lug·ar adect1ado para precisar st1
posición frente a una institución que apt111tala nt1estro
régimen social familista : nos referimos a la herencia
económica; en teoría, bien sabemos que le tie11 e antipatía,
así como a los herederos : a aqt1ella , porqt1e deseqt1ilibra
el punto de partida e11tre los q11e va11 a actt1ar e11 la carrera de la vida; a éstos porqt1e se liberan injustamente
ele la lt1cha económica. Pero es mt1y corriente que, pri11cipalmente en lo qt1e se relacio11a con los bienes materiales, las personas practiquen t1na moral s eparada. Por lo
cual nos complacemos en afirmar que, de 11t1estro conocimiento, Vaz Ferreira sólo recibió a títt1lo ele herencia,
en toda st1 vicla, ttn pequeño legaclo de t111 primo su)ro
-Romá11 Freire- el mismo qt1e lo incitó a hacer un ne•
goc10.
Cua11do mt1rió s t1 herma11a l\1aría Et1ge11ia, clejó algo
de dinero. Vaz Ferreira no tocó un solo centésimo. Le hizo
construir en el Buceo el panteón clonde y-ace11 s us restos
- más adelante los de Vaz F erreira :!'- y próximos familiares- que ni siquiera qt1iso po11er a s u nombre, )' repartió
el sobrante entre las pers onas que la había11 cuidado en
s u (1ltima enfermedacl. Cua11clo, u11 año despt1és, falleció
8tl madre, mt1eble:.; ) y objetos ft1eron a parar a caf;a de
--
I.a últi1n a n1o r a cla de C'a r los \ 'az Jterre ira es pues e l pa nteó n
:i92, e n e l Duceo 1 ;\lou te vidf'o). junt o con s u 1na dr c, h ern1 a n a. e~
posa y a lg un os hi jos. J)ejó dispusic.ion ~xprl'sa verbal de qu e nunca
se l o ~e p a r a ra d e In c·on1pafie1 a de su \i da. C'ua n do in u rió se IP
rindil' 1·on . por los pod eres de l l ~s tado, i nsl i t t!ciones y per sonas, j ust icicros y di g n os h on1cna j es. l~ n tre los h onores cll..!c r ctados esta ha e l
ser ent err a do e n e l Pa n teó n Na c iona l.
J•: n cun11)li1n ieu to de la le). PI rortejo fú n ebr e se d ir ig ía a éste-.
Ji"a tnili a r cs en ter a dos de la vol un tad de \ 'az I1"erre ira - no sep a1·a rse de s u esposa- pidie r on y obtuvier on el en t ie r1 o en el Bu ceo.
J•:n 19'iS, a l h acer se la r ecluc:ción d e r estos, los fau1i lia r es hi ci1n os c·oloca r e n la 1nis1n a urna - de n1á rn1ol bla n co, con los no1nbres
gra ba dos y las le tras pint a das en n eg r o - los r esto::; n1 o rt ales el<'
C'a rl os •v 1-:lyira. CNota de 197HI .
~8
�'>
C) ,..
- • 1
\Té:lZ I~erreira .
T-Iizo C'olocar la n1ayor i)arte de los primeros, i11clt1so el JJia110 que tocaba María Et1ge11ia, en 1111a
pieza ele s 11 caFa do11de, clesde e11tonce:-;, casi nt1nca m ás
ei1tró: se !e establecían seg·t1rame11te asociacio11es tri 8te~ .
J~n ct1a11to a los olJjetos menudos : jar1·ones, cristal es y
clem{ts, los ma11cló étl sóta110 de Atah11alpa, ele donde los
hemos r etiré1clo -clespués ele s t1 mt1e1·te- los familiares.
\ Taz Ferreira, ei1 virtt1cl ele 11na teoría propia qt1e le hací a
soste11er q11e e11 el inatI·imonio las dos p ersona ~ so11 espiritt1<llme11te t111a, hizo participar a la compañera de st1
vida ele la a11tipa lía por la here11cia, y Ja co11venció de
t¡ue i10 ace1Jta1·a s u parte c11 t1na, JJeq11ena, que le correspondía.
Pa1·a termi11ar ele ce:lracterizar la pos ició11 pr{tctica ele
11 t1est ro filósofo frente a eHta clisct1 ti ble i11sti tució11, el iremos q11e, en cierto se11tielo, era contraria a la ele Tolsto:y'" :
este formidable 11ovelista era t111 poco, en su vida, r eprescnta11 te de Jo qt1e clenomina Vaz F erreira mo1~a1 sepélracla: }Jreco11izaba para los clem{ts t111a m é1S alta q11e la
})Or él realizé1cla. Y, en lo qt1e tie11e q11e ver co11 la h erencia.
clisfrt1tó s11 vida ei1tera ele t111 ct1a11tioso patrimo11io familinr y clejó disposiciones pélra qt1e, clespt1éR d e st1 int1erte,
ft1er<.111 a los pobres, 110 a los familiares, sus bie11 es y l o~
clerechos intelectt1ales emerge11tes de la propiedad ele st1
obra. Vaz Ferreira, ei1 cambio, r ec hazó personalm e11te lo~
})ienes qt1e le hubieran corresp ondiclo por herencia, p er o
110 privó a st1s herederos i1att1rales clel fruto ele su tra1Jajo i1i ele clerechos emerg·entes d e la propieclad literaria
.v· artística.
Hasta aqt1í hemos halJlaclo ele las entraclas qt1e \ 1 az
I~"'erreira tuvo, o pt1clo 1.e11er leg·almente y i10 quiso. No
podemos dejar de hacer refere11cia é:t alg·o qt1e él valorab:1
~1ltamente al j11zg·ar la obra aje11a: en st1 estt1dio sobre lét
l1istoria ei1tie11cle que, tanto como lo qt1e el hcmbre, histórico o ahi stórico, hizo, ha:y q11e valorar lo qt1e se abs1.t1vo
ele hacer. Aqt1í hay qt1e poner e11 el haber ele Vaz Fcrrei r a
tina canticlacl prácticame11te i11clefinida: i10 aparece ei1
toda st1 vida p(1blica o privacla 1111 solo lt1cro ilegítimo.
Es probable que 111111ca se ha) a intentaclo sobornarlo, tal
era el respeto que imponía s t1 reciedumbre moral; y es
¡)robable que nunca haya encaraclo como pos ible ningu11a
gana11cia deshonesta. En algu11a co11tada ocasión en qt1e
se encontraba f1·ente a la posibilidad ele la te11tación de
hacer alg·o i10 perfectame11te pulcro o legal, clecía tranq11ilamente: ''Cienft1eg·os 110 lo harí,1'' y pa saba de largo.
1
�298
1{ F~VIST A HISTÓRIC" A
(Cienfuegos era un a11tepasado i·emoto de Vaz Ferreira,
el más lejano de sus ascendientes por la lí11ea mate1·na
conocidos por él, al que, no sabemos si con fundamento o
sin él, había rodeado de una au1.. eola de fortaleza moral) .
El ''Cienfuegos no lo haría te11ía para el descendiente
t111 efecto análog·o al "Vade retro, Satan" clel meclioevo:
aventaba el mal.
Creemos haber enumerado todas las entradas de Vaz
Ferreira, inclt1yendo las legales que t11vo; las legales que
pudo tener y no qt1iso y las ileg·ales que rechazó. Pasa1·emos a explicar las salidas.
E11 el p1·esupuesto doméstico había una norma básica que, de nt1estro conocimiento, no se violó i1unca. Las
salidas debían reg·irse siempre por las entradas, y no a la
inversa, como es tan habitt1al. Nuestro padre tenía horror
a las det1das y nunca las contrajo, i1i grandes ni chicas.
Recordamos, entre mt1chas, una comp1.. obación ide lo que
decimos : en cierta ocasión, en t1n período en que pasábamos e11 la Quinta por un momento de. . . digámoslo en
la elegante terminología t1namt1niana: i?npec111iidad, se
e11contraba Stl dt1eño caminando tranqt1ilamente entre los
á.rboles. Se le ace1"ca t1n hombre, le dice se1· ob1--ero y se
ofrece para barnizarle, por $ 500, las ve11tanas y persia11as de la casa. Vaz Ferreira miró distraíclamente para
arriba y contestó: "Efectivamente, necesitarían un arreglo, pero i10 tengo dinero". Y saludanclo amistosame11te
al gestor oficioso, contint1ó st1 interrt1mpido paseo. Las
cosas qt1e no estaba11 económicame11te a st1 alca11ce no
existía11: se acostt1mbró e11 tal forma a prescinclir de ella8
q11e, en sus últimos años, cuando, liberaclo e11 parte de la~
obligacio11es económicas familiares, hubiera podiclo adquiri1·las, ya i10 deseaba nada. Y así conocimos, por primera y ú11ica vez e11 la vida, a t111 hombre de la clase
media, qt1e no sabía qt1é hacer co11 st1 dinero }T se qt1ejaba
por ello.
Hasta aqt1í, las inversiones que Vaz Ferreira i10 hacía; veamos las qt1e hacía : el st1eldo universitario, siempre lo principal, pasaba íntegro a su esposa, que lo administraba co11 prudencia y eco11omía, reservando t111a
parte ele cierte:1 importa11cia para la caridad, q11e practicaba directa y discretamente: ele ma110 a nlano. Nt1estra
madre se ocupaba personalmente del cuidaclo del hogar:
bajo su vigilancia inmediata y clirecta, se co11feccionaba
t1na excelente comida, tal como la deseaba Vaz Ferrei1·a:
sa11a, higiénica, i~ica, y apropiada a la estación.
1
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�C' .t\llf~C)S
V.\í', li' l~IlJ{Ji~ JI { \
Jij11 ctta11to éll vesticlo: aqt1í empezabé1 a regir la austeridad: ya, en proporción, e1·a cara la ropa en aquella
época; )? iodos los familia1,.es segt1íamos, con cierto goce
de corte estoico, el ejemplo qt1e nos daban 11uest1·os paclreR: llevar los mismos trajes, limpios y arreglados, por
t1na cantidad de tiempo casi i11verosímil, con total prescincle11cia ele la moda.
En ct1<1nto a la locomoció11 : Vaz Ferreira vivió más
ele medio s iglo e11 st1 Qt1inta ele At ah t1alpa, lejos de la
U11iversiclacl donde tenía casi toclaR s t1s oc11pa ciones . Se
t1·asl~ldaba dia1~iamente en tra11vías de ca ballos. Lueg·o los
tra11vías eléctI·icos le facilitaron sus viajes. Posteriormente, a parecieron los ómnibus, pero Vaz Ferreira no pt1do
.}ra aclaptarse a la i·apidez ele st1 ritmo: a los 60 años
:tclqt1irió u11 at1to; lt1eg·o lo cambió por otro qt1e, muy bie11
ct1iclado, le dt1ró tecla la vicle:t. ~! 1 No llegó a aprender a
ma11ejar; 8e lo gt1iaba11 s11s familiares, principalmente ttné1
ele 8Lts 11ijas, Matilde, qt1e consag·ró con abnegación cas i
heroica la mayor parte de la vicla al hoga1· y al ct1idado
(le st1s padres ) r clemás familiares. Vaz Ferreira empleaba
el <iuto casi exclt1sivame11te para clirigirse a s t1 trabajo ;
e11 algt1na ocaRión para paseos al campo o a la playa, n o
mtty leja11os.
E.l dine1·0 Re i11vertía J)rincipalmente para sati sfac er
las i1ecesiclades primorcliales de la vida, con exclusió11 de
todo lt1jo material; se ignorH,ba en la qt1inta la palabra
la cosa. Pero había ciertos g·oces espirit11ales. Vaz Ferreira fue, principalmente e11 s tt jt1ventt1d y edad madura,
g·ra11de y 1Jt1en lector y estt1clioso. Se fue forma11do una
e8plé11dida biblioteca, predomi11antemente de carácie1· filosófico, literario, pedagógico y científico. Y como querí a
para los demás, e11 especial ¡Jara s us familiares, lo mismo
qt1e deseaba para él, fomentó qt1e s tis hijos aclquiriera11,
110 sólo los textos Ri110 los libros que clesearan: era u11a
excepción a la norma de at1stericlacl que i·egía aqt1el hog·ar: }Jajo la mirada complacie11te ele Vaz F erreira y st1
esposa, los libros iban invadie11do la casa; colmada la capacidad de los escritorios, oc11paba11 los lt1gares de estar,
clormitorios, en t111a forma qt1e nos parecía mt1y 11att1ral
e11 aqt1el entonces, qt1e tal \ ez i10 lo fttera t~111to para los
extraños.
Había otro g·oce espiritt1al al qt1e Vaz Ferreira dedicó
mt1cho ti empo y int1cho dinero: la múRica. Nt1estra her)
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REVISTA lllSTÓRIC'A
mana Matilcle detalla cómo ct1ltivaba st1 arte favo1. ito. :lo
Al goce de los viajes renunció casi totalmente Vaz
Ferreira, y no siempre por motivos crematísticos. Los familiares recordamos -Y de algt1nos ha q11edado constancia
en st1 archivo particular- i11vitaciones fo1'mt1ladas casi
siempre por Universidades extranjeras, europeas o americanas -incluso Ja Sorbo11a- y de las que algt1nas incluía11 los gastos de vj aj e. Sin embargo, a un ésas, Vaz
Ferreira las i .. echazaba invariablemente ct1ando provenían
de países lejanos: no era impeclime11to el factor económico, subsanado en este caso, sino lo que Vaz Ferreira de11ominaba su ''coeficiente de separabilidad'' de los seres
queridos, que era bajísimo, sobre todo en lo que respecta
a la compañe1"a ele st1 vida, q11e necesitaba y quería e11trañablemente. Salvo una vez en q11e aceptó ir al Brasil
en misión c11Itural ( 1946), st1s viajes más largos fuero11
a la Argentina, casi siempre a Bt1enos Aires, sea para
descansar, sea para dar conferencias que eran muy bien
acogidas y valoradas. Pero ra1·a vez d11raba11 muchos días.
El esposo y el padre empezaban a extrañar el hogar ~r
se volvían.
Hay otro goce al qt1e Vaz Ferreira ren t1nció también,
y al que no hubiera debido renunciar. J\rie i .. efiero al que
le ht1biera proct1rado la edición de sus libros. Sabido es
que publicaba mucho menos de lo que prod11cía. Varios
factores coaclyuvaban en ese hecho; pero es evidente qt1e
el económico oct1paba t1n 111g·ar importante. Vaz Ferreira
no quería dismint1ir el bienestar de st1s clos familias para
clarse el goce de la publicación.
Por todo lo anterior, por mucho más que i10 expo11emos pa1. a no cansar a \ algú11 lector eventt1al, creemos
poder concluir que Vaz Ferreira rigió st1 vida eco11ómica,
sin deflexio11es, por dos no1. mas concordantes: honestidad
y mes11ra en cuanto a la adquisición; orden, co11tención
)r prudencia en ct1anto a la inversión. Por sobre toda la
vida económica -por sobre la vida e11tera de Vaz Ferreira- planea, como idea clirectriz, t1na qt1e pt1ede expresarse por la palabra : a ztsteridacl.
E;l la ob1·a : Trataremos ele u11 fenómeno casi exclt1sivame11te económico, qt1e Vaz Ferrei1~a e11caró co11 un
ao
i\Iat ilde \'az F erreira de Durruty: l~CC' tt cr<l os <l e 111 i pa<l re,
Revista de la Biblioteca Nacional, nún1ero e t1 hon1enaj e al Dr. Carlos
\'az ~,erre iru, en el centenario de su naci1niento. N<> 6, Ol' tubre 19i2.
~lonl e Yid e o,
págs. 37-57 .
�l 1 1-\IlLOS V.\%
F~1Il Rffil f{
¡\
enfoque filosófico orjg·inal y profunclo y recimentó en
forma novedosa y de valía : el problema clel proteccio11ismo y el libre cambio.
En su formació11 t111iversitaria, Vaz Ferreira, conju11tamente con st1 ge11eraci611, recibió, directamente de
st1s profesores y a dos g·raclos, a través de los lib1.. os, de
los trataclistas en bogé:l a f i11es clel siglo pasado y principios de éste (Leroy Beat1liet1 y otros), t1na i11f ormación
y 11na Vé1lo1·ación de ella: se enie11día qt1e el libre cambio
era lo nt1evo y lo bueno; el proteccio11ismo ''lo viejo, lo
archivaclo, lo ma11claclo g·t1arclar". La informac.ión no ha
siclo sobrepasada en lo ft111damental; la valoración pretencle, i11j ustificadame11te como veremos, haberlo siclo.
A principios de este siglo, ya a11tes de la. primera gue1~ra ettropea, se empezó a producir t1na regresión hacia
el IJroteccionismo, de carácte1· p1·áctico: los países se iba11
cerrando a personas y a mercaderías. La gt1erra clel 14,
como todas, })rodt1jo en lo político f e11óme11os clel mi smo
signo qt1e los qt1e lleva11 al proteccionismo eco11ómico:
odio, hostilidacl, desconf ianzét )' llevó él t111 recrt1clecimie11to (le aqt1el. Se proclt1jo e11 el mt111do occide11tal t111a vuelta
él t111 proteccionismo cada vez más estrecho y m{ts cerraclo
qt1e llegó ' e11 muchos países, inclt1so el i1t1estro, a g·rados
abst11·dos e inverosímiles.
Fre11te a esta situación Vaz Fe1·reira se sie11te llevado
a. repensar su ideario económico; no lo trata aislado. No
es sólo en este campo que se ha11 proclt1cido r etrocesos;
tambié11 en otros aspectos ele la realiclad: científicos, políticos.
Vaz Ferreira hace t111a p1·imera form11lació11 ele st1
ideario económico en co11fere11cias formttladas e11 1932 co11
el títt1lo siguiente: '' Actitt1d ante los élCtt1<1les retor11os del
pe:1saclo". En ellas pone de ma11i f iesto la p0Hició11 en qt1e
se e11cue11tra11, su generació11 y él, ante la vt1elt~1 ele errón€aR ideolog·ías, ya sobrepasadas, que inte11ta11 presentarse como bt1enas y nt1evas. En algu11os casos, por lo m e11os, a parecen renovadas : Vaz Ferre ira ejemplifica co11
Ja reco11quista de la primacía filosófica por las cie11cias
físico-matemáticas en st1stitución de las biológ·icas, vt1elta
sólo parcial, ya qt1e la física-matemática ha V€11iclo cambiada. En menor grado, ocurre lo mismo co11 la \·iej a oposición e11tre individuo ':l estado, re11ovada por la i11tervención de un terce1.. elemento: la ele servicio p(1blico que,
i1€cesariamente estático, favorece directamente al indivicluo mucho más que el viejo individt1alismo. En otros
20
;
�llEVISTA lIISTÓRIC ..\.
:lo 2
casos, se trata de retornos puros y simples : en lo político,
de la vieja forma de gobierno dictatorial intentando primar sob1~e la democracia; en lo económico, retorno del
antiguo proteccionismo, busca11do sect1ndarizar el libre
cambio. Vaz Ferreira, en un interesante estudio de filosofía económica, que detallaremos, muestra la superioridad lógica, psicológica e inclt1so ética del libre cambio.
Sigt1e transct1rrie11do el t iempo; los países de occidente, entre ellos el nuestro, han seguido cerrándose a personas y a mercaderías. Ha aumentado la divergencia entre lo existente y lo que Vaz Ferreira considera ideal
deseable: el libre cambio como idea directriz; el proteccionismo como idea correctiva. Una nueva guerra acentúa
la involución económica y las otras: Vaz Ferreira ag·udiza
y sutiliza su análisis y nos da, siempre en st1 cátedra, la
formulación integral más madura ele lo que constituye
su aporte a la teoría y a la práctica económica. Las posteriores, contenidas en: Algu1las conferencias sobre te1nas
científicos, a1·tísticos y sociales (2 .1 serie), Sobre algu1ias
que creo ve rdades y E xt1·acto de idea1·io son simplemente
síntesis o esquematización de t1n pensamiento ya fijado.
La médula de la crítica vazferreiriana al t1ltra-proteccionismo está contenida en su exposición de los paralogismos proteccionistas, qt1e denunció varias veces, siendo
la formulación de El ult1·a proteccionis;,io y s11s tnales :~ 1
la más completa ·~l de mayor envergadu ra. La segt1iremos
en la exposición que sigue:
¿Cuál es la posición de Vaz Ferreira e11 el viejo pleito: proteccionismo ver·sils libre cambio? Sin co11ocerla,
podríamos adivinarla. Ct1ando ancla en j t1ego la idea de
libertad, va hacia ella, como t1n líqt1iclo busca st1 nivel.
No olvidemos su : "Confia11za e11 las solucio11es de libe1·tad ... ". Casi n u11ca deja ele dar primacía a ese concepto
preferido sobr e los antag·ó11icos : igt1aldacl, orden, organización, planificació11. Encontramos dos casof!, fácilmente justificables : en el pleito entr e estt1diantes reg·lamentados y libres, prefiere a los primeros; e11 la opción ent1~e
matrimonio )' t1nió11 libre se inclina por la sociedad conyugal legalizada. Salvo éstos, alg·(1n otro caso que pt1diera
aparecer, en el dilema e11tre solt1ciones de libertad y no
libertad, opta por la primera.
Pero no es necesario adivinar : Vaz Ferreira tie11e
una posición clara y defi11ida, mt1chas veces formulada y
1
1
Carlos ''az Ferreira, 2· 1 J.jdición Hon1 enaje de la Cán1ara de
Representantes, t. XX. págs. 269-374 .
31
�•) o•)
·>
•J
funclamentacla en forma positiva. No quiere un libre cambio integral, menos t111 proteccionismo total. Como casi
siemp1·e, st1 solt1ció11 es intermedia. Como siempre, no e<;
ecléctica (pensamiento sob1'e lo ya pensado po1' otros) sino
fruto de la reflexión personal y clirecta sobre el problema.
St1po11g·amos -clice- qt1e no ht1biera nacionaliclades, qt1 e
t111 gobierno í1nico rigiera el mt1ndo : en ese caso, lo preferible sería, e11 grt1eso, que cada región prodt1jera lo que
mfts f íicilmente pt1ede procl t1cir, te11iendo en cuenta la natt1raleza, población, vías de comunicación y demás, y qt1e
lo~ artíct1los proclt1cidos se intercambiara11 libremente
(primacía total de la idea ele libre cambio).
Pero ya, at111 sin nacio11alidades, co11vendría introdt1cir como idea limitante algo de proteccionismo, en bie11,
no ele la región sino de los ii1dividt1os qt1e la pt1eblan; hay
inclt1strias inferiores, social o cultt1ralmente: mi11as o pesc~1, por ejemplo co11 relació11 a agrict1l1.t11·a; convendría qt1e
en 11i11gt111a reg·ió11 se explotaran como únicas; el inono-i11clt1striali~mo ele t1na zona pt1ede convenir al pla11eta, per o
no a st1s habita11tes. A toclaR las regio11es y a todos st1s oct1pan1 e~ los favorece cierta diversificación de las indu stri~1s .
Y élsí, au11 si11 i1acio11alidades, sería deseable t1n cierto
graclo de proteccionismo.
Introdt1zcamos ahoJ·a la i1oció11 de nacionalidades.
Desde lt1ego st1bsiste, debe subsistir el proteccionismo ele
regió11 y debe agregarse otro derivado de la existencia ele
la i1ación.
Si no es deseable qt1e una reg·ió11 amorfa y s t1s habita11tes pase11 a ser predomi11antemente servido1'as del
pla11eta -ace11tuá11dose s t1 carácter de medios para t1n fi11
social- menos deseable es qt1e desempeñe ese papel t111~1
nación y sus pobladores i11tegradoR en t1n toclo por la comt1niclad de lengt1a, de raza, de religió11, de costumbreH,
c_le pasado, de ideales o por algt111os de estos nexos ele
ttnión. Una nació11 tiene derecho a aseg·t1rarse, poi~ t1n
p1·oteccionismo mocle1·ado, cierta dif erenciació11 indt1stria 1
y social, cie1·ta civilizació11 de tipo más complejo que el
n1onoindustrialismo. Así, ni sin nacionalidades 11i, me11os
aú11, co11 ellas, es deseable el libre cambio total.
Pero sería, sí, más soportable qt1e su contrario, el proteccionismo total: imaginémonos a éste funcionando : cada nación -o cacla estado- tendrían que bastarse a ~í
mismos: no habría exportación ni impo1·tación. Cada uno
produciría o intentaría vanamente prodt1cir, toclo lo qtte
necesita y sólo lo que 11ecesita pa1'a s11bsistir por sí mis-
�:! o4
REVISTA J-IISTÓRICA
mo, no contanclo con las demás agrupaciones i1i como
productores ni como consumidores. La i·ealización de este
proteccionismo nos retrotraería muy atrás en los tiempos,
desperdiciando las posibilidades emergentes de ser 1111
planeta entero; nos volvería a los tiempos en que los
países y las personas extranjeras eran, en principio y
salvo prueba en contrario, enemigos; reduciría a cero los
beneficios de la división del trabajo y la solidaridad internacionales. Esto todo el mundo lo ve en lo individual;
nadie considera hoy deseable -salvo casos de urg·enciaconvertirse en su propio albañil y su propio carpintero )
su propio sastre. . . Pero, si no se le ocurre a los individuos, se les ha ocurrido, sin que se sepa bien por qué, a
las naciones (para lo cual hay que observar, igualme11te,
además de los efectos próximos, los remotos). Grado justo
del cual, evidentemente (son los hechos, aunque no fueran los raciocinios, los que lo evidencian) la humanidad
ya se ha pasado y amenaza pasarse más toda vía.
De donde se desprende que hay que j t1stificar en especial cada aplicación del proteccionismo. Libre cambio
tiene la ''presunción'' a su favor: para destr11ir esa presunción, se necesita, en cada caso una razón especial bien
1
fitndada.
Tal es la posición de Vaz Ferreira. Para defenderla,
hace una crítica aguda, de carácter filosófico, a los pa1·alogismos que cometen los contrarios.
En primer término, analiza los que llevan a exage1~ar
la importancia del proteccionismo.
Uno de ellos consiste en lo siguiente: en desear, i11conscientemente, que el propio país sea, según le convenga
en cada caso, proteccionista o libre cambista, J-" que los
demás países sean libre cambistas. Esto suelen no verlo
claro los proteccionistas, pero se puede tornárselo consciente preguntándoles, en nuestro país, por ejemplo si correlativamente a st1s deseos de que el Uruguay se baste a sí
mismo, de super proteger la ind ust1 ia nacio11al, de ir cerrando el cerco proteccio11ista en torno a n11estras industrias, desean tambié11 que los otros países, en forma análoga, cierren sus mercados a nt1estras lanas y a nuestra
carne y a nuestro t1·igo. Se observará que no hay tal co11clusión: el proteccionista corriente lo es para st1 propio
país; desea y espera que los demás países sigan libre cambistas. Prescinde del proteccionismo en los demás países,
de la lucha económica y de las represalias.
En la exposición y c1~ítica de este paralogismo, apunta
4
�C 1\RLOS '' .\Z FERREIJ{A
305
ya algo que es digno de ser destacaclo en la co11cepción
vazferreiriana de lo económico : juzga éste con un enf oqt1e ético: en la vicla de relación hay que gradt1ar perma11entemente el dar y el recibir: analicemos la ct1estió11,
sucesivamente, del pt1nto de vista ele las personas y del
ele las agrt1paciones sociales o políticas - naciones o estaclos-. Mt1chos inclividuos, en el movimiento del clar y el
recibir preferirían exclusivamente recibi1~ o, por lo me11os,
ciar mt1cho menos de lo que reciben: es la lJestia qt1e tira
hacia abajo y que, en general, prima sobre el ángel. Pero,
conscie11tes de que los demás pie11san exactamente como
ellos y también aplican, calladame11te, el "el o ut des" (doy
}Jara qt1e des) romano, se ven obligados a dar más de lo
l¡ue desearían, no por el gt1sto de hacerlo si110 para i10
c1ueclar exclt1idos ele las dáclivas ajenas.
Los estados so11 personas también, pero meras pe1·so11é1s jurídicas, cuya ,,olt111tacl proviene, más que de la suma, de la integració11 en t1na sola de las volu11tades de
sus miembros: formaclas predomina11temente por personas egoístas, no es ele ext1·aii<1r que tambié11 e11 las nacionef;
]Jrime ese p1111to de \1ista sobre el altrt1ista; qt1e tambié11
e11t re las 11acio11es el entreclicho entre el yo y el t(1 se r esuelva clara, abierta, rott1ndamente, por el triu11f o del ) ro.
Esto es lo qt1e aparece, en forma vergo11zante }' larvada,
en el proteccionismo: la valorización ele la propia 11ación,
t111ida al desconocimie11to de las otras. Pero las clemás nacio11es están, y toma11 represalias, }.. cier1~an s11s fro11teras.
Así, at1nqt1e no sea por el reconocimie11to ele superioridad
moral, por stt conve11ie11cia debe se1~ p1~econizado para regir las relacio11es económicas i11ter11acionales, el libre
cambio.
Otro paralog·ismo, tamlJié11 te11cliente a exag·erar el
1>roteccio11ismo, a convertirlo ei1 ultraproteccionismo, es el
()tte consiste e11 confunclir el pt1nto ele vista econó;nico co11
el nacio11alismo. Es corrie11te qt1e los partidarios del s uperproteccionismo sea11 11evaclos a la exageración por e]
deseo de favorecer a st1 estaclo pero que no vean esto claro
~' crean que está11 colocánclose en un pt1nto de \ ista eco11ómico ge11eral; basta -dice Vaz Ferreira- preg·1111tarles si serían partidarios de t1n proteccionismo por reg·iones
o por provi11cias dentro de s t1 país para tor11ar consciente
i11clt1so parél ellos mismoR st1 e11foque etatista del problema.
A propósito de esto, Vaz Ferreira hace una distinció11
ei1tre el pt1nto de viste:l i1acionalista )' el punto ele vi stc1
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REVISTA HISTÓRICA
internacionalista. El amor a la nación es justo y legítimo; y es razonable y deseable que hombres que tienen
comunidad de leyes, raza, religión y demás se sientan
más unidos con sus connacionales que con los extraños. Y
de aquí deriva la legitimidad de un poco de protección a
lo propio, que se traduce o pt1ede traducirse e11 algo de
proteccionismo. El buen nacionalismo, basado principalmente en amor a lo nuestro, es bueno y aconsejable. El
que debe evitarse es el mal nacionalismo -emergente en
gene1'"al de la involución de ese frt1to tan fácilmente putrescible que es el patriotismo- y el t1ltrap1·oteccio11ismo
que deriva de él en lo económico.
Otro de los paralogismos que tienden a exagerar el
proteccionismo más allá del g·rado justo es el siguiente:
En lo económico suele haber oposición e11tre el punto de
vista del productor y el del const1midor. El proteccionismo
es tal para el productor; a los const1midores los (11os,
porque todos somos consumidores, en tanto que t1nos }JOcos son productores) nos favorecería más el libre cambio.
¿Por qué, si esto es así, si todos somos const1midores, Jr
sólo unos pocos prodt1ctores, y estos mismos acumt1!an a
su calidad de productores la de consumido1·es, e11 toclas
menos en la industria en que producen, se tiende, ei1 el
proteccionismo, a proteger sólo al productor en desmeclro
del consumidor? Es que los const1midores, aunqt1e seamos
muchos, aunque seamos todos, lo somos un poco como
aquel personaje de Moliere que hacía prosa sin Rabe1·lo:
no tenemos co11ciencia de consumidores, no i10~ agremiamos, no nos sindicamos, no hacemos ht1elga, no nos organizamos e11 partidos políticos, en ta11to que los p1·odt1ctores, si bien son pocos, acumt1la11 muchos capitales, se agremian, se sindican, hacen ht1elgas, i11teg·ran partidos políticos qt1e constitt1yen t1na fuerza electoral que debe11 co11templar los gobernantes, casi siempre con la mira en los
votos. Vaz Fe1·reira prefiriría el libre cambio, más favorable pa1·a la clase de los consumiclores, menos f avorecidos que la de los prodt1ctores por el régimen social actual.
Aparece aquí una idea directriz de la filosofía vazf erreiriana, que ondea en toda st1 ética e ideario social:
también en lo eco11ómico rige lo qt1e ta11 adect1adamente
llama él su ''pobrismo", dando a este término un sentido
amplio: también en lo económico es partida1·io de quitar
a los prodt1ctores -favorecidos por el régimen social actual- parte de la protección de qt1e disfrutan para pasarla
a los const1midores, que la necesitan más.
�FJ~RRE!f{A
(',.\RLOS \' AZ
307
Otro paralogismo vi11ct1laclo con el anterior, por referirse a los intereses enco11traclos de productores y consumiclores, pero separable es éste: cada acto de proteccionismo favorece sólo a los procluctores y nada más que una
vez, en tanto qt1e perj t1clica a toclos los co11st1midores. ''A
cada hombre la protecció11 sólo le pt1ecle hace1~ bien una
vez, en tanto qt1e le hará mal ta11tas veces, o tantas veces
me11os una, como se establezca t111 proteccio11ismo especial".
Por tanto llegamos por todas las vías a lo mismo: el
libre cambio clebe ser la reg·la; el proteccionismo la excepció11. Sólo cleben protegerse ciertas industrias, en concliciones eRpecialeH: no basta qt1e se trate de u11a industria
11acional; tiene qt1e haber para qt1e sea indicada la p1·01ección ra7'ones especiales: por ejemplo, co11 veniencia del
clesarrollo de determinada indt1stria para t1n país, para qt1e
salga del monoindt1striali ~mo. Y así, conclt1ye Vaz Ferrei1·a: ''La consicleració11 ele qt1e t111a inclt1stria ct1alquiera
110 está J)rotegicla, o no lo está st1ficie11temente, por cierto
qt1e el hecho sea no es (eso por sí solo) causa legítima
})ara protegerla. sino qt1e tie11e qt1e tratarse de caso excepcionttl.
Y excepcional por alg-o importa11 te. »
A et 11 el lid ad del pe ns a n1i e Jl t o eeo11 ó1n i eo va z ferre ir i <t 11 o.
El ideario eco11ómico de Vaz Ferreira, que ítcabamoR de
esboza1·, e8 rico •\' valioso .
Son ele poner de r elieve las circu11sta11cias que llevaron a Rtl formt1lélció11. Vaz Ferreira erct ht1manista integral. Nacla ele lo ht1ma110 le era ajeno. Proft111dizó 110 sólo
e11 los prolJlemé1s propiamente filosóficoR sino en otros
ln.terales: filosofí<:1 clel arte, de la r elig·ión, del derecho,
tle la cie11ci<:t. Mas 110 creemos QLte i1att1ralmente se si11tiera i11clinaclo a filosofar Robre lo económico: lo tan pre<lominanteme11te material lo atrc1ía poco; pero ttn factor
JJUrame11te circt1nRtancial lo llevó a oct1pa1·se del ast1nto:
en cierto momento, e11 Et1ropa )' e11 América, ~· en el paíR
<]tte m<:ís i11teresó Riempre a V<:lz Ferreira, en el que veía
-con razón o si11 ella- como casi el mejor entre los pc1íses del mt111clo, el Urt1guay, empezó a prosperar el proteccio11ismo y a domi11ar la \ ida económica, relegando a
t111 tercer térmi110 el libre cambio. Vaz Ferreira repie11sa
el problema, somete a la crítica de su razón, cale11tada
por el se11timie11to pobrista, el icleario asimilado en su ju,·entt1cl. ~r lo e11ct1e11tra bt1eno. Pero le oct1rre, sin qt1e él
1
�308
REVISTA HISTÓRICA
sea plenamente consciente, lo mismo que con la noción
de democracia: cuando ésta fue negada en nombre de
viejas y malas ideologías que intentaban presentarse como nuevas y buenas, Vaz Ferreira, al repensarlas con
crítica, vio que era buena la iclea democrática, floja y débil su fundamentación; en virtud de t1na norma invariable -que ha aprendido de un tratadista inglés cuyo nomb1~e 110 rect1erda- no la extiende más allá de los límites e11
que es necesaria: respeta la idea y cambia su f undamentación : recimenta la noción ele democracia en forma positiva. (No olvidar su principio: ct1anto más positivos sean
los fundamentos de 11uestros idealismos, más idealis1nos
podrán sustentar) .
Un trabajo análogo verifica en lo económico: después de un estudio directo d-el problema, sigue viendo como bueno, siempre que se lo corrija con un poco de proteccionismo, el libre cambio como idea principal, pero
resuelve recimentarla, no tanto mostrando sus ventajas,
que son obvias, sino las fallas teóricas y prácticas de la
ideología contraria. El conjunto integra t1n sólido estudio
que nos permite, no, lo que sería pretensioso, sostener que
Vaz Ferreira es un filósofo de la economía, pero sí que
su estudio filosófico del problema del proteccionismo es
valioso y original.
�CAPÍTULO
VI
Lo político e11 la vida ·y e11 la obra
de Ca1·los Vaz Fe1·1·eira
Lo político ocupa u11 lugar ta11 secu11dario en la vida
J' e11 la obra de Vaz Ferreira qt1e tal vez f Llera más adect1ado hablar en él de actt1ación cívica.
Er1 la 'l'ida. Cuando Vaz Ferreira empezó a interesarse por la cosa pública se e11contró con tres partidos:
por un lado, el blanco y el colorado que, separados por el
oclio, e11sa11grentaban, en aquella época, el país, en guerras
.\' revolt1ciones; por ot1--o, el constitt1cio11alismo, partido pacifista ct1yo fi11 aparente era la defensa de la Constitt1ción
)r las leyes; el real, acabar de una vez con la triste escisió11 de la comt111idad nacional e11 los partidos tradicionales, hechos ento11ces a base de rencoreR.
El constitucionalismo llegó a agrupar, en l\'.Io11tevideo, a muchos hombres de valía: casi t odos los Ramírez,
Sienra Carranza, Juan Carlos Bla11co, At1reliano Roclríguez Larreta, etc. Al llegar Vaz Ferreira a la edad cívica
ingresó en él. Ya antes se había producido la conciliación.
Algt1nos ele los principales consiitucionalistas había11
transaclo en formar ministerio con Santos, como ú11ica
manera práctica de terminar con las tiranías milita res.
Otros, e11tre ellos Sienra Carranza, la combatiero11. A11clando el tiempo, el partido, qt1e nt1nca tt1vo masa e11 cam})aña, se ft1e diRgrega11do tambié11 e11 la capital. Algt1nos
(firigentes se reintegraron a los partidos tradicio~1ales; así
(Juan Carlos Blanco \Tolvió al coloradismo; otros pasaron
a fracciones nt1evas, como el socialismo ; mLtchos muriero11. E 11 cierto mome11to Vaz Ferreira quedó solo y , por
largos años, hasta st1 muerte, ft1e el t'1nico representante
ele ese particlo. :t!
:!2
Séanos per1nitido un recuerdo personal: ya en sus poslrin1e·
1·ías le pregunta111os un dfa si en su juven l ud 11abfa sido co11sti tu·
cionalista. Nuestro padre estaba sentado en un con1edorcito de su
('asa donde se disponía a to1nar un refrigerio. J!Jstaba cansado, algo
agachado. Se irguió en toda su estatura y contestó en tono fir1nc
y se\·ero: "L,o soy".
�310
REVISTA HISTÓRICA
Cua11do el constitucionalismo se disolvió como partido
Vaz Ferreira no pudo, naturalmente, seguirlo vota11do.
Enemigo de la abstención - sólo la .i ustif icaba en casos
de coacción o frat1de tan grandes como no se daban en la
práctica- empezó a actt1ar como f ra11cotirador; votaba
en cada caso por el partido que, según S Ll leal saber y e11tender, presentaba mejores ideas, o mejores hombres, o
mejor combinación de ambos, generalmente el socialismo. :{:i
Fuera del ejercicio clel sufragio poca actuación tuvo
nuestro pensador en épocas de normalidad constitucional.
Por dos veces, a principios de siglo, fue proclamado candidato a diputado. Renunció, por entender que el ejercicio
de la diputación sería incompatible con los cargos docent es, a los cuales lo llevaba una irresistible vocación. Por
idénticos motivos rechazó el Ministerio de Instrucción
Pública, el cual le fue ofrecido formalmente por el Presidente Dr. Baltasar Brum.
Narraremos dos episodios característicos para defi11ir
la posición de Vaz Ferreira frente al menester político :
en 1904 hubo en el Uruguay una importante revolución,
la última, salvo la puramente simbólica frustrada en 1945.
Vaz Ferreira era Deca110.
Algu11os estudiantes pidieron prórroga pa1~a s us exámenes, porque habían estado en la gt1er1..a : se negó a concederla, entendiendo que lo político no debe interferir con
los deberes universitarios.
Otro acontecimiento de mayor envergadura lo obligó
a defi11ir su posición fre11te a la peripecia política: el 31
de marzo de 1933 el presidente constitt1cional disol\1 ió las
institucio11es y se proclamó clictador. Poco antes, Vaz Ferreira, públicamente, había conde11ado el golpe de estado
inminente, así :
F?·ag1ne1zto: " ... Opi110 -)' creo qt1e todos deben
opinar- qt1e en este país y en este momento, t1na revolt1ció11 (conste que 110 voy a hablar de i~evolt1ciones, e11
general: las hay de todas las calificaciones morales, desde siniestras hasta santas ; pero en este país y en este
momento), una 1~evolució11 -fuera revolución propiamente dicha o golpe de estado- sería (salvo las intenciones:
a:~
.-\ propósito de esto. otro
personal: llace ya n1ucho
ofrecérselo a s u vi ejo, buen
aquel en ton ces del socia lis1no
1nenos lo siguiente: "r-.;o com·
20 año~ que lo Ynto y pi enso
r~cuerdo
tie1npo. al final de un banquete. al
a1nigo J)r. l~ n1ilio Frugoni. líder en
uruguayo \'az Fcrreira le dijo n1ás o
pa rt o t otn l1n cnte s u~ ideas. pero hace
~cgu irl o Yotn ndo ...
�311
,
se1·íc1 objetivamente) el mayor de los crímenes posibles,
JJorqt1e co11vertiría el primer país (polílicamente) ele América, e11 el t'1ltimo país ele América.
Somos el p1--imero, porqt1c Romos el (t11ico, ele la América Latina, ei1 que desde hace ya m t1cho8 años se tratan y
rest1elven los problemas nacio11ales, e:1ceriadamente o no,
JJero por las vías constitt1cio11ales y legales; sie11do nuestraR f ro11 ter as la~ ú11icas qt1e ha11 detenido hasta ahora el
funesto reguero en qt1e se propag·a11 por nt1estro contine11te
gt1erré1S, revol11ciones y dictad tlrélH.
Y seríamos el (1ltimo, no sólo po1·que caeríamos ele
más alto, si110 porque perdie11clo é1q11ella s 11perioridacl, lo
JJercleríamos todo.
Otros países tiene11 territorio exte11so, fuerza material, riquezas naturales. NosotroR i10 tenemos nada ele
eso, q11e compensara, por poco y mal qt1e ft1era, 11t1estra
caícla; Romos t1n país ele te1·ritorio insig11ifica11te, ei1 que,
¡Jara s11stit11ir o completa1· ttllél i11cl11stria casi ú11icc1 ) r casi
co11cle11aclc1, He necesitarít aún más asegt1rac,la y más perma11e11te Ié1 paz que e11 Cllétlq11ier otro.
Y, si11 embarg·o, en lo: ¡Jocos añoR lle co11ti1111iclacl i11: t itLtcio11al; de respeto a 1a Co11stit11ció11 ). a las leye ~ ( })Or
imperfectas qt1e pt1eda11 ser) ele eleccio11es preclomi11a11temc11te libres, e11 lo político, y de honestillacl preclomina11te
en lo aclministrativo ( clentro siempre ele la imperfecció11,
ele la i11st1ficie11cia, ele la im1)t1reze:t qL1e so11 i11evitc.1bleR en
lél clemocrélcia, a tal pt1nto qtte, como ta11ta.s veces }(> l1e
explicado, hasta hay c1t1e hacerlas entrar e11 le:t teoría lle
la. clemocracia, la cual no es pr{tctica.mente si110 la forma
menos mala de gobier110) ; au11 co11 ta11ta desventaja, ~·
<tclem<.1s ele tantos erro1·es cometiclos, )' aclem~18 todavía
tle tanta viole11cia y tanta i11estabilid<1rl como hay en lél
icliosi11cracia n11estra, hemos co11segt1ido lo que hemoR co11segt1iclo : ei1tre otras cosas, no f ig11rar e11tre los países q11e
más están st1friendo ele los ¡Jrese11tes males mu11diales.
Pero, repito: para ello i1ecesitamos a(111 más qt1e otros cle
1él rlemocraci:l )' de la paz. Ese clebe ser el pL111to de \ iRté1
11e:1cio11<1l. I)ero hay todavía otro pt111to de vista, y a(1n m{1s
alto. om1Jrometer esa st1periorielacl i1t1estré1, es especialme11te crimi11al, no sólo porqt1e esa ~uperioriclad es espiritt1<1l, 8ino porq11e i10 e8 ú11ic~1mente nt1estra: i1osotros,
1
�RE\.~ISTA HISTÓRICA
312
en este momento, somos de toda América, porqt1e somos
ejemplo." ª 1
Consumado el atentado, las miradas de los jóvenes
se dirigen al que ha sido el maestro espiritual de la juventud, al que ha predicado desde SLl Cátedra de Conferencias el !"espeto a la Constitución, a las leyes, a la democracia, a los derechos individt1ales. Vaz Ferreira acepta
su respo11sabilidad y, a 9 ele junio de 1933, formula ~x
cathedra una enérgica } rotunda condenación de la dictadt1ra. :i;; Las circunstancias lo han obligado a plantearse
y resolver en la práctica el viejo problema de la interve11ción de los intelectuales en política. Pasó en revista, en
esa conferencia memorable, las actitL1des posibles : la prescinde11cia total no lo satisface; la justifica en todo caso
en los ii1telectt1ales et1ropeos, g·L1ardianes, conservaclores
y, en algunos casos, creadores de t1n tesoro secular de
cultura. No la justifica en los nt1estros. "En ct1anto a nosotros, pobres "intelectuales" sudamericanos, ¡ qué pocos
- y qué poco- podríamos ilt1sionarnos y exct1sarnos para
desertar de las r·ealidades-, co11 el valor de nuestro aporte
al pe11samie11to puro, qué pocos podríamos i11vocar t1na
excusa como la de aquellos si11 \raniclad y si11 ridículo! »
Vaz Ferreira e11tiende que el intelectual sudamerica110, él entre ellos, 110 pt1ecle adoptar t111a actitt1d preRcindente fre11te a lo político; pero tampoco es partidario de
una militancia activa; con Benda admite qt1e el i11telectual que baja a la arena ele la política traiciona a st1 propio destino; le da lástima la posición de Painle,Té "desempeñando funciones políticas en qt1e podría ser sL1plido co11
ventajas y privando al medio cie11tífico de algu11as especulaciones anticipadas, si110 irreemplazables". Simpatiza
e11 cambio co11 la posición de Ei11stein -admira al científico y al hombre- que se entrega íntegro al pensamie11to
pt1ro, pero no permanece i11dife rente f re11te a la insta11cia
política en qt1e le toca vivir. U11a posición así piensa
asumir Vaz Ferreira: lo t}tle ha hecho toda st1 vida: pre<;arlos \·az }l'e rreira : ('cu·ta
la liuerlurl y la de111ocra<·i<1 (leída
,·ersidad. el 15 de febrero de 19:l:~ l.
Cá1nara d e Representantes el e 1H57
4:1--tn respectivan1ente.
:l1
1
a;;
alJicrlu al c·u111it1: <le defe11sC1 rlc
en el salón de actos de la Uni1 1 y 2í.l I~~dic ión Hon1enaje de la
y 196 :3, t. X\TIII. págs. 4:~-·18 y
Vaz I~'erreira : !i'raf,?,Jllentu de }·'rente (( llJI !/OIJJC <le
<'•..,fario. 2:.1 Editión Ho1n enaje d<' la C'ütnara d e Il. ep r e~cntantes , t. XX\'.
c~arlos
p;1gs. líH-194.
•
�:~
13
clica r la })ondad ele 1~1 libertacl, la clemocracia, los cler echos
individ uale::;, y st1stitt1ir la ft1ndam e11tació11 floja y mística
qt1e traen ele sus orígenes por otra más firme y positiva ;
lo seguir[1 hacienclo, tan en genera l y ian com o filó::;ofo
como lo ha hecho siempre.
Vaz FerI·eirél ht1biera deseaclo, e11 esa eme rge11cia,
limitar st1 i11terve11ción en la política a la qt1e le era haIJitt1al; el ejercicio del Rufragio. Las circt111stancias i10 se
lo J)e1·mitieron: en t111 mome11to clarlo, la Universidad te11í~1 qt1e elegir Rector. Toclos lo::; t111ive1~sitarios contrarios
n la diciaclt1ra deseaba11 a Vc1z F erreira en ct1ya se11 satez,
J)rttclencia y moderación co11 f iaba11 para detener la inter,,e11ción que se cer11ía, inmi11e11te. Se sabía qt1e el dictador
~e resignaba a aceptar su clcsignació11.
Vaz Ferreira se vio abocado a la solt1ció11 ele t1n prol)lema que, habitual hasta principios de siglo, por la frect1encia de gobiernos ele hecho, había de~aparecido lueg·o
e11 virtt1d de t1na prolo11gacla primacía de g·obiernos consti t ttrionales . As t1mió la actitt1d qt1e había preconizaclo muchos años antes e11 111 orct l 1Ja ra i1lfelecízlales: ser colaboraeio11ista, pero no "pro domo s t1a ., . Aceptó el cargo, rent111cia11do a tocla retribución. De este modo entendía servir
al país y a la Universiclad sin se1~vir a l gobie rno cliclatorial ni a sí mismo.
La dictadt1ra p asó. . . Pt1ede11 ya j t1zgarse personas
y actitudes. Entendemos que la de Vaz F'erreira ft1e digna, correcta, y estuvo de estricto acuerdo con el ideario
político s uste11tado e11 la prédica teórica.
En co11clusión: Vaz Ferrei ra dio poca eniracla a lo
político en st1 vi el a; es lógico que así fu era: la política
exige transaccio11es, arreglos, etc. qt1e mal se aviene11 con
la norma invariable e i11flexilJle de st1 vida: la sinceridad
~l la verdacl p or e11cima de toclo.
E1z la obrct. Vaz Ferreira y s u g·eneraciót1 r ecil)iero11
ele las anteriores, t1~asmitido por libros y maestros, u11
ideario que abarcaba, e11tre otros aspectos, el político. Lo
integ·raban los principios en ct1yo nombre se reali zó la
revolución francesa, qt1e co11sicleraba la democracia como
la mejor forma de g·obierno; los derechos individuales como algo i11herente a la persona humana.
Nuestro pe11sador recibió aquellos conceptos hechos.
Pe1~0 en cierto momento, factores endógenos y exógenos lo
llevaron a ponerlos en tela de j 11icio. De adentro le vino a
Vaz Ferreira t111a irrt1pció11 ele i11teligencia y de secl de
�314
Rl~VI8TA I-IISTÓRIC A
saber que lo llevó, muy joven aún, a pri11cipios de siglo, a
someter a la crítica de la l"azón, penetrada por el sentimiento, todas las ideas recibidas, rechazarlas, modificarlas o ratificarlas. Pero hay. además, con relación al ideario político, un factor exógeno que influyó para que Vaz
Ferreira revisara su ideario: a partir de 1917 se produjo
en Et1ropa un movimiento político social de signo negativo : en varios países (Rusia, Alemania, Italia) se instat1raro11 regímenes de ft1erza, dictadt1ras de de1·echa o de
izquierda. De ahí el movimiento se propagó por imitación
a nuestra América.
Vaz Ferreira, presionado doblemente, desde afuera y
desde adentro, revisa s11 ideario político y encuentra qt1e
las nociones de libertad, democracia, derechos individt1ales, lo sigt1en satisfaciendo, pero no lo satisface más, por
mística }T débil, la fundamentación de los publicistas hasta
entonces aceptada como dogma por los espíritus lib1.. es del
mundo democrático. Rechaza igualmente los fundamentos,
que estima positivos pero deleznables, del filósofo inglés
Herbert Spencer, maestro de su primera juventud.
Sopesando, como le es habitual, el pensamiento ajeno
y los elementos positivos que aun en el error advie1.. te,
formula su doctrina sobre la organizació11 política de los
pueblos en la siguiente forma: la democ1'"acia ha sido, es
y será el ideal político de gobierno, en primer lugar porque es el menos malo }" lo es porqt1e lleva en su esencia la
posibilidad de rectificar er1.. ores a través de t1na activa
pa1..ticipación de los ciudadanos e11 la cosa pública. Además }" ft1ndamentalmente, porque 110 ha)· otra forma ht1mana de convivencia qt1e asegure al indiviclt10 el ejercicio
pleno ele st1s derechos y de st1 libertad, incluso de equivocarse. La comt1niclad ht1mana se gobie1~na por medio
del Estaclo, el ct1al significa coerció11 y limitación de derechos y libertades. Pero la célula básica de la sociedad
es el inclividuo, la pe1..so11a ht1mana, con st1s prerrogativas
inherentes a s u co11dición de tal. Toda la teoría de los
derechos individuales qt1e ocupó la atención de Vaz Ferreira a lo largo de su exte11sa vida, tracluce la obsesió11
del filósofo por defender al individt10 de la coerción del
estado. Condenó siempre y rott1ndamente toda forma de
Estado totalitario, ct1alesquiera fuere el Rig110 de su pretensión mesiánica (derechas, izqt1ierdas).
�CAPÍTULO ''II
Lo j11rídico e11 la 11ida y e11 lct obi·ct
el e Co1·l os 1' az Fe J'reirct
En la perso11alidad m(1ltiple de Carlos Vaz Ferreira
hay t1n aspecto que st1ele qt1edar en la sombra: nos ref erimos a lo jt11·íclico en st1 vida y en su obra.
lct vida. Vaz Ferreira i11gresó a la U11iversidacl
ele Mo11tevideo a los 16 años, e11 1888. Hizo en forma bri1la11te t111 bachillerato g·e11eral que lo habilitaba, dada la
reglamentació11 vigente, para segt1ir tanto derecho como
medici11a. Lo atraía ésta. Llegó inclt180 a frecuentar alg·t111as clases e11 la Fact1ltad reBpectiva. Pero se dio cuenta
cie qt1e era -lo sigt1e sie11do en el Urt1guay de 1979una carrera mt1)r absorbente }" qt1e st1 estt1dio iba a re. ta.rle tiempo para otras acti\1idades qt1e 11ccesitaba o deseaba te11er.
Como vimos, clesde temprana edacl (22), se vio obligaclo a g·anarse la vida y la ele los st1yos. Además, tenía
otras inqt1ietudes: lo at1·aía, clescle joven cito, la filosofía.
En menor grado, y por poco tiempo, también la literatura :
e11 los dia1'ios y revistas de la época, amparado con el
set1dónimo de Dr. Pascal (personaje de Zola) hacía sus
¡Jrimeras armas de publicista. Todo eso exigía t1n tiempo
.\r una dedicación i11compatibles con la co11tracción al estt1clio reg·lado exigida por la carrera de medici11a. Y así se
.it1stifica qt1e haya seguiclo, sin \1ocació11, t1na entonceR
liviana y fácil carrera qt1e i1t111ca terminó ele gt1starle:
el derecho.
El padre de Carlos Vaz Ferreira, Mant1el Vaz Ferrcira. <lprobó la elección. :li;
E11
8G
l •'ray111e11to ·· ... 1-I(' r ecibido tus cal'tHs. y no lll'tesilo decirle
la satisfac•c·ión que tuve por la n1an era brillant e porque has ler1ninndo tus estudios d e Bachillerato. J~n inedio ele n1is contrariedades.
1n e ha!; dado ralos ele Yerdaclero con su elo por tu apliC'ació11 y ronduC'ta.
Noté tu Yac·ilación para adoptar una car re ra y las razonPs que
te induj~ron a preferir Ja de abogacía. i\Ie parecen areptables. tanto
n1{1s
que los estudios d e d erecho
110
podrán a
n1i
ver, ocupar todo
�316
REVIST A JilSTÓRIC 1\
Sobre como hizo la carrera, cedemos nuevamente la
pluma
a uno de st1s compañeros de clase, quien se expresa
,
as1.
''Terminado el bachilleI·ato, Vaz Ferreira optó por la
carrera de las leyes pero su volt1ntad y sus aptitudes lo
llevaba11 más bien a los estudios médicos. Los Códigos lo
ponen neurótico, espantosamente neurótico; lo cual no
impide que, cuando llega la crisis, ct1ando se halla colocado en el dilema de matar o morir, de devorar o ser devorado, se decide resueltamente por lo primero, } triunfa
de los códigos, y rinde exámenes notables. E s que su inteligencia se amolda fácilmente a todo y no enct1entra secretos." 37
Se recibió en 1903, ya casado, co11 dos hijos, ocupado
y preocupado por tareas múltiples y de responsabilidad.
Ejerció por varios años el derecho, sin entusiasmo ni
amor, pero con inteligencia y eficacia, en el estt1dio de
su ex compañero de clase, Dr. José Irt1reta Goyena, al
que lo ligó por muchos años una sólida amistad.
¿Qué papel desempeñó lo jurídico en st1 vida privada
y pública? Entendemos que había en él, no sabemos si
innato o adquirido, algo así como un instinto o un sentido,
siempre en guardia, de lo qt1e atañe al derecho, qt1e actuaba, en lo positivo llevándolo a bt1scar lo legal y, en lo
negativo, a evitar lo antijurídico.
Incluso ese instinto lo llevó a una solución que 11os
pareció -nos sigue pareciendo- inco11grt1ente con la primacía de la ética en st1 ideario. En cierto momento, ante
la reacción indignada de t1n familiar contra el pacto de
ct1yo nombre preferimos no acorda1"'nos, qt1e repa1'tía, e11
el Uruguay, cargos no políticos entre los partidos, Vaz
tu tiempo y absorber toda tu inteligencia, pudiendo aplicarla simultánea1nente a alguna otra cosa de resultados 111ás i11n1ediatos y positivos. Te habl o de este modo porque mi edad y 1ui salud, n1e tienen
aprensivo por la suerte de tu n1adre y de tu hern1ana si i11e veo
i1nposibilitado de segu ir atendiendo a sus necesidades, que no son
pocas. Es en ti que yo confío para an1pararlas cuando yo no pueda
hacerlo. Pero esta carta se va volviendo un poco tétrica y hasta
fúnebre. Pasemos a otras cosas ... ''. CCarta de Manuel ' raz Ferreira a
su hijo Carlos. Brasil 11 de inarzo de 1894. .\rchivo particular de
''az F erreira en Atahualpa). Se conservan en este archivo 17 cartas
de l\lanuel Vaz Ferreira. n1ás u11 telegrama y una inisiva para i\Iarfa
Eugenia Vaz Ferre ira. Esta que transrribin1os parcial1nen te es la
penúltin1a .
Juan Andrés Ramírez: l 'll1·los 1·az 1''er1·eira y ,() U libro <le Psit•ologlu, "El Siglo", :.\1ontevideo. 25 de? junio de 1897.
:~1
�(;1\RLOS \' ..\% .F 'EilREIIlA
317
Ferreirél, sorprenelido, cortó la cliairiba con un extrañallo: "Pero si eso est<í en la ley''.
A los creyenteR se les puede plantear el problema de
Abraham: co11flicto entre la religió11 y la ética. A Vaz
Ferreira, positivista e11 el bt1en sentido de la palabra, no
podí'l Ht1scitársele esa ct1esiión, pero sí el dilema entre el
derecho y la moral, y lo resolvió, por lo menos en aquel
caso, a favo1.. del primero.
Ese i11stinto se ma11ifestaba en stl pureza en la vida
priv<:1d'1 -res y verba-. Tambié11 e11 la p(1blica. E11 ambos casos quedalJa confirmado por su conocimiento prof t1nclo clel derecho. E11te11clámosnos: ni e11 derecho ni en
nada era Vaz Ferreira erudito, ni ht1bie1~a deReado serlo.
Pero en derecho y en mt1chas otras discipli11as eI·a estuclioso y su profunda y rápida inteligencia le permitía
captar lo esencial.
Seguimos directame11te st1 actt1ació11 como Director
y como Decano en la Fact1ltacl de Ilt1manidades y Ciencias,
al frente del Consejo re8pectivo; e i11directamente la hemos segt1ido a tr<1vés ele los libros de Actas clel Co11sejo
Ce11tral Universitario- también los ele Ht1manidades de Archivos: el general ele la Universiclacl, el de Instrucción P1.. imaria y el pariict1lar de Ataht1alpa. No es
sólo en st1 obra mayor el onde se perfila ese instinto, sino
en la obra menor, desti11ada a perm::.1necer desconocida:
en valiosos informes, opiniones, notas y demás: doqt1ie1·a
y siempre, a lo largo de una actt1ación de más de seis
décadas, se pone de manifiesto Rll respeto por la ju1·idicidad.
La caracte1"ística salie11te de la actitt1d vazferreiriana
frente al ordenamie11to jurídico ( Constitt1ció11, Códigos,
leyes st1eltas, reglamentos) es de acatamie11to. No en balcle fue, como vimos, siempre constitt1cio11alista, partido
cuya idea directriz e1·a sostener y preco11izar la defensa
pacífica de la Constitució11 y las leyes.
En algunas personas se nota cierta irrespetuosidacl
por las normas j u1·ídicas, que el estt1dio, e11 vez de aminora1·, agudiza, ya que el conocimiento del derecho suele
afinar cierta clase de st1til intelige11cia que ayttda a encontrar maneras seudo!egales de elt1dirlo. En Vaz Ferreira i10: st1 respeto por la ley se ma11tuvo i11alterable a lo
largo de la vida. La prt1eba negativa es difícil: nada más
engorroso que la clemostración de que una persona nunca
Ltsó sombrero negro. Poi· lo ct1al 11os limitamos a af i1·mar
)
1
21
�que llunca, de nuestro co11ocimie11to, Vaz Ferreira utilizó
el saber jurídico para torcer, tergiversar o anular una
ley, sea en provecho propio, sea -más tentador todavíade las instituciones que dirigía y amaba.
Una observación lateral, qt1e aparentemente desvi1·túa, pero en realidad confirma, sLl respeto por el de1·echo
establecido : Vaz Ferreira se movía cómodamente dentro
de la órbita de libertacl qt1e permite -a las personas y
las instituciones- nuestra Co11stitt1ción y nttestras leyes.
Pero se movía mal dentro de la que autorizan los reglamentos, principalmente los que lo tocaban más de cerca :
los universitarios. Se sentía asfixiado, ahogado. Y t1n
duendecillo travieso -probablemente el mismo que le st1giri6 un proyecto de modificaciones legales a la legislación patronímica- le inspiró el siguie11te proyecto de ley.
Actualmente, aquí y e11 todas partes, cuando se establece un 11 t1evo reglamento, qt1edan clerog·ados
expresa
o tácitame11te- sólo los co11 él i11compatibles. Vaz Ferreira desearía que fueran derogados, no sólo esos sino todos
los reglamentos anteriores sobre la misma materia : 110
cristalizó nunca en ley: es demasiado se11cillo y demasiado
bueno. Pero si algt1na vez llegara a tener andamiento
¡cuánto simplificaría nt1estra administración! y ¡qué falta le hace a nuestra administración el ser simplificada!
E11 la obra : Sob1·e tres pro11ectos ele Vaz Ferrei1·a .
El Maestro de Confere11cias dictó e11 su Cátedra t1na
serie qt1e denominó: Algltnos proyectos 1~1íos y szte'l·te q?te
tuviero1z. Fundame11ta la elección clel tema así:
"Suerte" que no e11 mt1chos casos ha sido bue11a.
Pero quise elegir este tema, i10 por va11idad, ni tampoco
por quejt1mbroso pesimismo, sino, al contrario, por las
esperanzas que pt1edan quedar, y también porqt1e el comentario de esos proyectos, j' la narración de st1 misma
11istoria, piénsese lo que se piense sobre mis ideas, debe
ser útil, por relacionarse co11 los más interesantes temas
pedagógicos, sociales, etc., lo qLte ha de tender a excitarlos, precisarlos y aclararlos. :r-,
Se refiere a diez: Formas de promoción de alum11os.
Sueldos progresivos. Ei1seña11za s uperior no profesio11al.
:l5 Carlos \'az Ferreira: ",\lgunos proyectos rníos y suerte que
tu vieron". E11: A 7guna.~· co11/c1 c11cias sobre t en1as científicos. art is·
tic os y sociales, 2.:t serie, 1 .1 y 2'1 Mdición Ho1nenaje de la Cán1ara
de Representantes de 1957 y G3. t. XII. págs. 53 y 59 respectiva·
n1enle. (Nota de 1979 ).
�:~
1 !)
Divorcio. Feminismo y derechos civiles ele la mujer. Tie1·1~a de prodt1cción }' ele habitación. Herencia de bienes
cor1yugales. Relacio11es ct1lturales entre países sudamericanos. Escuelas ele expe1.. ime11tación. Parques escolares.
Son, toclos ellos, 01~iginales y realizables. Nos referiremos
sólo él tres: los relativos al clivorcio, a la tierra de habitación y a la herencia de bienes co11yt1gales.
!Jivorcio. Dice Vaz Ferreira:
"Les voy a hablar t1n poco de mi ley, como llamo a
11 t1estra actt1al ley de clivorcio t111ilateral. La llamo ''mi
ley" porqt1e es casi el ú11ico caso e11 que algo se ha traclt1cido en p1·agmática fundamentalmente como yo lo pro)'PCté. Lo que vi110 a oct1rrir poi· circt1nstancias muy especiales. Yo, qt1e casi nt1nca he pocliclo, por falta de mando
y apoyo, hacer aplicar pro:y ectos como yo los había pla11caclo, vine a obtene1·lo en é:lqt1el caso: he aquí cómo.
~e había producido enca1·nizada disct1sión ent1·e los
<111ticlivorcistas y los divorcistas extremos de 11t1estro país.
ERtos t.'1ltimos habían propt1esto el divorcio a volt1ntad de
''lag partes''. LoR contrarios lo combatía11, invocando, naturalmente, la "11ecesidad de conserva1-- la familia, base
ele la sociedad'', etc., etc.
E11tonces intervengo }'O, sostenie11do mi ya entonces
antigt1a teoría de qt1e el caso del hombre y el de la mujer
so11 mt1y diferentes, desde el pt1nto de vista del clivorcio,
y mi solt1ción qt1e hacía ta11to tiempo preconizaba, ele dar
a la mujer la fac11ltad ele obtener el divorcio por su sola
vol11ntad, sin expresió11 de cauRa, mientras que el hombre
necesita cauRa j t1stificada.
Naclie lo creyó bueno. Los a11Lidivorcistas hiciero11,
11aturalmente, sátiras de miR icleéts, e11 la prensa, en la
asamblea.
Los divorcistas tampoco lo creyero11 bt1eno, porqt1e
ellc)s encaraba11 la cuestión como de ''igualdad''. 39 Pero
romo temían no trit1nfar, resolvieron aceptar mi fórmula,
en ca1,ácter, para ellos, de sol uci611 t1,ansitoria, para ir
clespt1és a la otra.
1
'Toda vía lo siguen cons idera11do pernicioso, y quisiera11 "con1plct a r1o" dando al ho1nbre la inisn1a farultad para "igualar" los casos. "\"o les digo que su actitud equivale a la de Qltien, despu és de
dar u11 ar1na defensiva a u11 niño que pelea con u11 hombre, quisiera dar idéntica ar1na al ho1nbre, para establecer la "igualdad".
l ~ota ele \'az Ferreira).
39
�•
REVISTA HISTÓRIC'.A
Y fue de esa manera como mi proyecto de divorcio,
inspirado en el feminismo de compensación, resultó convertido en ley." 40 ' 41
La iniciativa de Vaz Ferreira: conceder el divorcio
a la mujer por su sola voluntad, sin expresión de causa,
se convirtió en ley en 1913 y nos rige aún en 1979. Teniendo en cuenta que se trata de una ley original y viable
detallaremos el trámite, por si se quisiera imitarla en
algún país menos adelantado que el nuestro en estas cuestiones.
Nuestra legislación vigente sobre el divorcio está
contenida en el Código Civil con alguna modificación de
1978. Transcribimos los artículos pertinentes, sustituyendo por una línea de puntos incisos no vinculados directamente con el tema que nos ocupa.
Artículo 148. La separación de cuerpos sólo puede
tener lugar:
lQ Por el adulterio de la mujer en todo caso o por el
marido cuando lo cometa en la casa conyugal o
cuando se produzca con escándalo público o tenga el marido concubina.
29 Por tentativa de uno de los cónyuges contra la
vida del otro p1 on uncia da la sentencia criminal
condenatoria.
3<> Por sevicias o injurias graves del uno respecto
del otro. Estas causales serán apreciadas por el
Juez teniendo en cuenta la educación y condición
del cónyuge agraviado.
4'·' Por la propuesta del marido para prostituir a la
1
•
1
IDUJel
•
5" Por el conato del marido o el de Ja mujer para
prostituir a sus hijos, y por Ja connivencia en la
prostitución de aquellos.
6v Cuando hay entre los cónyuges riñas y disputas
continuas
que hagan insoportable la vida en co,
mun.
7v Por la condenación de uno de los esposos a pena
de penitenciaría por más de diez años.
40 Con alguna restricción, sin en1 bargo. Establecieron por eje1nplo, que la mujer no podía hacer uso de esa facultad hasta los dos
años de casada. Esa modificación nos costó el cerebro de Delmira
Agustini. (Nota de Vaz Ferreira).
41 Carlos Vaz Ferreira: op. cit., págs. 60-61 y 67-68 respectivamente.
�C' Al{ LO S VAZ
321
FERRI~IItA
8'·, Por el abandono voluntario del hogar que haga
uno de los cónyuges, siempre qt1e haya dt1rado más
de tres años.
Artíct1lo 187. El divorcio sólo puede pedirse:
J •.i PoJ· las causas en uncia das en el art. 148 de este
Código.
2'.. Poi· mt1tt10 consentimiento de los cónyugeR.
• • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • •
~n
• •
• • • • • • •
Por Ja sola voluntad de la muj er.
E11 este caso la solicitan te deberí1 comparecer persoJléllmen te a11te el Juez Letrado de su domicilio, a qt1ien expon<lrá st1 deseo de disolver el matrimonio. El juez hará
constar en acta este pediclo y en el mismo acto fijará
a uclie11cia para celebrar t111 comparendo entre los cónyuges, en el que se inte11tará la conciliación y se resolverá
1<1 sitt1ación de los hijos, si los hubier e, se fijará la penHión alimenticia que el marido clebe st1ministrar a la mujer, mientras no se decrete la disolución del vínct1lo y
se resol\~erá sobre la situación p1,.ovisoria de los bie11es.
Si 110 comparece el có11yuge contra qt1ien se pide el divorcio, el Juez resolverá, oídas las explicaciones del comparecie11 te, sobre la situación de los hij os y la pensión alimenticia, decreta11do en toclos los casos la separación provisoria de los cónyt1ges y fijando nueva a t1diencia co11
plazo ele seis meses a fin de que comparezca la parte que
Holicita el divo1·cio a manifestar qL1e persiste e11 sus propósitos. También se librare:í acta de esta audiencia y se
Heñalará t1na 11t1eva, con plazo de u11 año, para qt1e la
peticionaria co11ct1rra a manifestar que insiste en s u deseo
lle divorciarse.
En esta última audie11cia el J t1ez citará a los cónyt1ges a t1n nt1evo compare11do e inte11tará de nuevo la conciliació11 entre ellos y, concurra o 110 el esposo, decretará
s iempre el divorcio, en caso ele no conciliarse, sea cual
ft1ere la oposició11 de éste.
Siempre que la que inició el procedimiento dejara de
co11ct1rrir a algu11a de las audiencias o comparendos prescritos en este n(1mero, se la tendrá por desistida y no
podrá volve1~ a intentar el divorcio, sino por causa determinada o por mutuo consentimiento.
El divorcio por esta sola voluntad no podrá solicitarse si110 despt1és de haber transcurrido dos años ele la
celebración del matrimonio.
�REVISTA HISTÓRICA
322
El domicilio conyugal se fijará de común acuerdo por
los esposos por el artículo 9 de la Ley de Derechos Civiles
de la Mujer (Ley 10783) :
Cuando al cónyuge que no ha pedido el divorcio no
se le pudiere citar personalmente o est11viera ausente del
país, el Juez lo citará por edictos y si no compareciere
vencido el término del emplazamiento, se le nombrará
defensor de oficio. 4 2 y .ia
Tierra de habitación. - E11 cuanto al proyecto sobre: Tie'r1·a de p1·oducció1i y de habitación, Vaz Ferreira
lo explica y fundamenta así :
"Ahora, quie1~0 hablar a Uds. de otro proyecto; de
otros proyectos, o, mejor, de una idea de que pueden salir
muchos proyectos, además de los que yo esbocé. Tienen
relación con uno de los más grandes problemas humanos,
con el problema o con el conjunto de problemas relativos
a la tierra. Y yo tengo la convicción -será la ilusión;
pero en mí es la convicció11- de que una de las causas
de que ese conjunto de problemas no ha)'ª podido tener,
no solución -porque ningún problema social puede teneI'
solución absolutamente satisfactoria- pero sí de que las
soluciones parciales, relativas, hayan sido imposibilitadas,
o tan dificultadas, está en que no se haya hecho t1na distinción que, sin duda, se habría impuesto ya hace tiempo
de haber sido yo ttno de esos tratadistas autorizados l''
célebres que pueden imponer o prestigiar ideas. . . Estoy
pensando ei1 la distinción, que establecí hace cuatro ai1os
-fue en 1914- e11tre tierr·c¿ de habitación y tierra de
p1·oditcció1z; sin lo cual todo, en esta ct1estión, es confuso
en teoría e imposible de resolver en la práctica. Y esa
distinción absolt1tamente fu11damental, absolutamente básica, no ha sido hecha; no ha sido hecha dentro de ninguna
de las múltiples doctrinas. Y nada se puede pensar ni
proyectar con claridad. Y es imposible, sin ella, dar a
ese problema, y, en general, al aun más grande de los
Código CiYil d e la Itcpública Oriental d el Uruguay. 2é.l Edición Barreiro y Ran1os. l\Iontevideo. 1971.
'12
43 El año pasado la ley ha refor1nado el Código CiYil en inateria
de nor1nas sobre derecho de fan1ilia. En el ten1a que nos ocupa se
establece u11 nueYo beneficio para la n1ujer que desea divorciarse
por su sola voluntad: se deroga el párrafo del inc. 3v del art. 187
que in1pedfa a la n1ujer iniciar el trá1nite de divorcio por su Yoluntad n1ás de una vez. (Nota de 1979).
�clerechos ii1clividt¡ales, i1i siquiera t111 mí11imo de solt1ció11
httmana.
E11 la ct1bierta clel libro ei1 que recogí mis antiguas
co11 f ere11ciaH, imprimí esto :
''El clerecho de 11abita r -cler echo de estar- cada
i11cli vid t10 en st1 })laneta y en st1 nación s in precio ni permiso, es el mí11imo de derecho ht1ma110; -det""echo qt1e
110 ha siclo reconocido 11i bien establecido a cat1sa principn lme11 te ele qt1e tanto los qt1e clefienden como los que
combétlen el orde11 actt1al, no clistingue11 bien el aspecto
ele la tierra como medio ele habitación de st1 aspecto como
1ncclio ele prodt1cción.
El reco11ocimie11to cloctrinario y práctico de ese derecl1cl i11dividt1al, es u11a solt1ció11 mínima que debería ser
:1clmiticla por todos los pe11sadores y por todas las escue1a.s; t111 pt1nto de partida comú11 pa1·a las investigaciones
~' solucio11es sobre lo~ demás problemas de la tierra y en
g·e11eral sobre los clemás problemas sociales" .
No haj' nada más clifícil qt1e ver el abst1rdo ct1ando
largos siglos de historia :r ele legislación nos han con11att1ralizaclo con él, embotando n ucstrn. sensibilidad lógica
)' l1t1ma11a.
Y puede haber habiclo t111 abst1rclo ta11 grande como
el ele erigir e11 derecho de los hombres, e11 derecho individual, el ele tra11sitar por el plél11eta, y no considera1· que
el de estar en él, e11 el planeta e11 que se ha i1acido, es un
derecho mt1cho más importc111te, mucho míis ese11cial
aún !' '.
H ere11, cia de hie nes con !J 11go les. -
Vaz .f,erreira lo
expone as1:
''Y, ahora, como tratamos ele materia social, te11go
(¡t1e recordar otro proyecto, q11e propt1se hace mt1chog
años en esta Cátedra: qt1e es bt1e110, ht1ma110, moral; qt1e
110 tiene s iquiera inconve11ientes serios; porqt1e nunca ha
::;ido tomado en ct1enta. Es u11 proyecto que qt1iero mucho.
Se refiere a la here11cia de los bienes conyugales.
En la orga11izació11 actt1al ele la herencia, oct1rre, en
ct1a11to a los matrimonios, t1n hecho tristísimo: que p1·e.'."e11ciamos todos los días, c.¡ue i1os apena todos los días;
¡)ero al ct1al, cle11tro clel rt1tinarismo de lc1 legis lació11, a
llélclie se le oct1rre po11er remeclio: bt1scárselo; po1.. que, enco11trarlo, seria tan fácil como bt1eno.
En la legislación establecida, ct1ando en un matrimonio fallece t1n có11yt1g·e, los bie11es entran en herencia;
�324
REVISTA HISTÓRICA
cuando lo humano sería que los bienes entraran en herencia, no a la extinción del cónyuge sino a la extinción
del mat1"imonio, en el sentido que le doy aquí : quiere
decir que la herencia de bienes debe producirse no al
morir el primero de los cónyuges qt1e fallece, sino al fallecer el sobreviviente.
Aquí no hay que pensar en teorías jurídicas. Ahí
está el mal. Piénsese en los hechos, y siéntanse.
El matrimonio tiene un aspecto jurídico, de sociedad, en el Código. Ahí se habla continuamente de la "Sociedad Conyugal'', y en la rutina legislativa este aspecto
de sociedad, que es el secundario, predomina, diremos,
sobre el aspecto espiritual del matrimonio. No tratamos
aquí ningún punto religioso; pero fu era de las religiones,
también el matrimonio es t111 hecho espiritual. Lo es funclamentalmente, sin perjuicio de que haya t1n hecho j urídico: la sociedad conyugal. Pero, para las leyes, de lo que se
trata es esencialmente ele la "sociedad". (Conste que en
el caso del divorcio por volt1ntad de la mujer, muchos
jurisconsultos de gran valor ele este país combatían mi
proyecto porque, siendo el matrimonio una ''sociedad,,, las
dos partes tenían que tener el mismo derecho y lo combatían debido a ese rutinarismo legal) .
Al deceso de t1no de los cónyuges, el otro, el que compartió su vida, es privado de una parte de los bienes. qt1e
han sido espiritualizados por esa vida e11te1"a en qt1e se
compartieron placeres )' dolores. Y vienen particiones,
litigios a veces, o tristes discusiones; hay impuestos ... a
veces el cónyuge sobreviviente, cuántas veces lo vemos, ha
de dejar el hogar, o se lo mutilan las particiones.
Y continuamente se produce todo ese dolor, además
del grande. Y ¿por qué, si todos son capaces de observarlo y abarcarlo, a nadie se le ocurre impedirlo? Repito:
es que predomina la idea jurídica de ''sociedad" ; el matrimonio como una sociedad, fundamentalmente, y aunque
sea una socieclad "sui generis", se legisla como sobre las
otras, y se la disuelve parecidamente.
Ojalá esto se le hubiera ocurrido a algunos juristas
célebres y extranjeros. En ton ces habrían existido muchas
más probabilidades de éxito que naciendo y muriendo el
proyecto en cualquier cáteclra de conferencias de país
chico ...
Ojalá se me informara que 110 soy 01. iginal. . . Que
eso lo elijo ya alguien de autoridad, algún jurista importante. . . Entonces habría más posibilidades ...
�r A RL,OS
\T AZ :B,ERREIRA
32 5
I)ero ¿en qué consistía, concretamente, el proyecto?
Sencillísimo :
Tenía dos partes: Una, para los bienes gananciales:
La otra, para el hogar vivienda del matrimonio.
Primera parte: para los bienes gananciales.
Esos bienes, prodt1cto del trabajo, exterior o interior
clel hogar de los dos cónyug·es; bie11es, así, del matrimo11io; no se reparti1·ían al fallecimiento del primer cónyttge, sino al fallecimie11to (o nt1evo matri1nonio en su caso)
del segt1ndo. Queda11 e11 st1 posesió11, administración y
usttfrt1cto. (Con todas las limitacio11es que, en st1 caso,
':i' en contemplación de ft1Luros derechos de herederos, la
ley establecería en ct1a11to a aclmi11istració11 y enajenaciones).
Y como a veces el hogar, o sea la casa domicilio; la
vivie11cla del matrimonio, pt1ede i10 se1· ga11ancial, sino
propiedad, total o parcial del cóny11ge p1"'emuerto, e11tonces, attn para ese caso, la segt1nda parte del proyecto.
Esa casa vivienda, con todos los objetos co11tenidos
e11 ella; o estos últimos, si la casa ht1biera sido ele propiedacl ajena, qt1edan e11 poder del cónyuge sobreviviente,
por s11 vida (o hasta nt1evo matrimonio) ; también co11
las restricciones que, en ct1a11to a e11aj e11acio11es, se quiera
establecer.
El que e11tie11da, entenderá. la importancia material
de esto; y sobre todo el que sienta, se11tirá st1 importancia
espi1~itual, qt1e para los casos selectos, es toda vía mayor.
Este proyecto, presentado aqt1í como dije hace mt1cho tiempo, 11unca ft1e tomado en cuenta en sí. Sólo tina
"·ez t111 distingt1iclo fi11a11cista nt1estro pareció pe11Rar en
él, pero sólo en t1n aspecto accesorio y sect1ndario: el relé1tivo a imp11estos ~r propuso que para el cobro de loR
imp11estos st1cesorios se esperara a la desaparición del
có11yt1ge sobre\ri vie11 te. Sabemos qt1e, al contrario, lo que
ha hecho la voracicla(l fiscal, ha sido castigar con impuestos todos los gana11ciales -110 la mitad- desde el
primer fallecimiento, lo que tiende a a11mentar el mal
qt1e yo deseaba corr·egir ...
Ahora bien: al proyecto que yo presentaba, ni siquie1·a se le p11eden hacer objeccio11es serias, en cuanto se sale
del ruti11arismo jt11·ídico. Claro q11e todo tiene inconve11ie11tes; y aquí poclría decirse que Re inmovilizan bie11es
por algún tiempo (pocas veces excepcionalmente largo) ;
que se podrían cometer ciertos f rat1des, etc. ; pero eso
ocu1·re en todo. (En cuanto al divorcio, no complica nada:
�326
REVISTA HISTÓRICA
cada divorcio liquida matrimonio). Todo eso, chico, secundario, en comparación al bien que se haría: ahorrar
dolo1·es agregados al que debe ser el más grande de todos;
no estimula1.., ei1 malos herederos, malas esperanzas . . . Y
esta reforma sería 11na más en el sentido de la estimulación del matrimonio monógamo; u11 apoyo legal a lo que
vie11e siendo el más difícil esft1erzo de la evolución de
1111estra especie". 4 1
Reciterdos ele la clase de filosofía del de1··echo. - Tt1vimos en 1927 el goc€ espiritual e intelectt1al de asistir,
en calidad de discípt1los, al ct1rso de Filosofía del Derecho
que en la facultad respectiva dictaba nuestro padre.
Al asumir la Cátedra (1924) se le encomendó la
redacción de 11n nuevo programa. Lo tenemos a la vista. ·•i'i
En él, sin perj t1icio de consideraciones gen€rales sobre la materia, Vaz Ferreira nos va exponiendo st1
ideario.
Noción de derecho ''concebido y sentido como lo que
sería des€able y bt1eno establecer para suprimir o atenuar
en lo posible los dolores y angustias de los seres ht1manos
y darles la mayor cantidacl posible de bienestar y felicidad, hasta donde se pt1eda sin comprometer ning11na pos ~bilidad ele prog1--eso o mejoramiento ) respetando las
posibilidades trascendentes".
Distingue ei1tre el clerecho, referente a lo q11e es bue110 que los hombres hagan o dejen de hacer en forma
coactiva, sa11cionado por la fuerza ). la moral, vinct1lada
con la acción libre y volu11taria.
Represe11ta gráficamente las r elacio11es ei1tre ambas
disciplinas por clos circt1nf ere11cias secantes, co11 una zona
común (no matar, 110 robar). Una propia de la moral
(practicar la cariclacl) ; otra propia del derecho (respetar
las disposiciones legales vige11tes, por ejemplo t1na reglame11tación de tráfico) .
Most1.. aba los derechos inclividt1ales, ht1manos, y la
libertad como algo básico para el desen,ro},rimiento de la
personalidad huma11a.
Consideraba la here11cia económica como t1n problema normativo moral: clistingt1ía entre el pt111to de vista
7
·J•l
Carlos \ 'az
li~erreira :
ov.
rit., págs. G4-G8 r 72-76 rcspect i-
va n1ente.
4:> l'nrlos \'az b~erreira: l'ror1rcr111a <le filosofía del derecho. En:
l 111:rlitos. 2~ Edición Ho1neuaje d e la Cántara de llepr esentantes.
19G:L t. XXIII, púgs. 203-21:t
�(' 1\R I.. 08 V AZ
B~ERREIRA
32 7
clel qtte da y el del qt1e recibe. Desde el primero, la herencia tenelrít el mismo graclo de jt1sticia que la propiedad i11icial. Si ésta se basa ei1 el trabajo puro (sin mezcla
ele capital) material o intelectual, habrá jt1sticia . S i se
}Jasa en el no trabajo (yerno de rico) habr{t injusticia.
Y si se basa e11 el trabajo mixto, m ezcla de justicia e
injt1sticia. Del segundo punto ele vista, hay injusticia:
llegan al mt111clo t1na se1·ie ele niños: t111os en ct1entran, en
cli8ti11to g·rado, la vicla eco11ómica asegt1rada o semias egurada. Mt1chos, casi nada o nada asegt1rado (pobreza,
mise1·ia). La carrera ele la vicla se inicia en condiciones
m t1y desigt1ales.
Trató sobre el feminismo, la moral del abog·ado, muchos temas más.
Vaz Ferreira, e11 este ct1rso, ft1e principalme11te ex)Jositor.
L os f rect1entado1·es de s t1 Cátedra de Conferencias y
ele la obra ele ella derivacla co11ocíamos casi todo el ideario.
Pero Vaz Ferreira agreg·ó lo relativo a filosofía del de1·echo y lo expt1so e11 forma clara, precisa, sobri a, dej anclo
ei1 11osotros t111a impresión imborr able.
Nt1estro paclre desempefió poco tiempo esta Cátedra.
U11a g·ran clat1dicación ei1 su salt1d lo llevó a r enu11ciarla.
Lttego ele restablecido, otras ocupaciones absorbier o11 la
totalidacl de st1 tiempo clispo11ible y st1 energía a11ímica,
eJ1tre ellos, el Recto1·acl o de la U11iversidad.
E scritos 1·ore11se.'1{. - EJ1 el ejer cicio de s t1 profesión
\' az Ferreira formt1ló t111a seri e de escrito.. fo r e11ses. Co11ocimos alg·t111os de ellos. Tie11en al ma )' tie11e11 vida . Se
co11serva11 toclos en el Archi\'"O del Poder J U(licial. Si algt1ie11 qt1i~iera i11vestigarlos ha ele te11er e11 ct1e11ta qt1e
<:ilgt1nos aparece11 firmaclos por el jefe del e8lt1clio: fJ osé
Trt1reta Goye11a.
Ha.Y t111 trabajo .it1rídico a destacar:
''En t1n i11 teresa11tísimo caso de n uestre:t j t1risprudencie:1 (g·anado por Vaz Ferreira é:111te la Alta Corte, en el
rect1rso extraoreli11ario de nt1liclad i1otoria) , el testador,
clespt1és ele hacer e11 st1 testame11 to di ver sos legados, decía :
''Despt1és de hecha la distribución en la forma indicada,
llttiero que lo restante sea r e part ido proporcionalmente
e11tre toclos los herecleros'' . l11terprete:tda la palabra "her ecleros'' e11 st1 se11tido t écnico, el remane11te de los bienes
clebía corresponder a los familiares clel testador, llamados seg·(111 las reg·las ele la s t1ces ión intestada; pero habiénclose prol)ado (incluso por la presentació11 clel diccionario
�328
REVISTA HISTÓRICA
utilizado) que el testador había utilizado dicha palabra
para referirse a los legatarios, la Corte (apoyándose entre otros argumentos en los arts. 780 y 787 del Código
Civil, a que ya nos hemos refe1"ido) decidió que cuando
en un testamento se usan impropiamente las palabras,
debe estarse, antes que a la letra, a la inte11ción y voluntad
manifiesta del testador". 4 n
Natil'raleza y esencia del de1·eclio. - Si bien Vaz
Ferreira formuló algún proyecto de ley y redactó escritos
forenses, su más importante aporte j t1rídico no está ahí:
auténtico filósofo, lo atraía más bie11 la búsqueda de la
esencia y f t1ndamentación del derecho y temas afines. En
tres de sus cinco Cátedras trató estos temas.
El estudio de lo propiame11te jurídico estuvo a pt1nto
de perderse, como se perdieron los relativos a Unamuno,
Cajal, ¡tantos otros! por falta de versión taquigráfica.
Felizmente, en cierto momento, Vaz Ferreira revisó apuntes bien sacados de alguno de sus cursos, repensó st1s
clases y formuló en su Cátedra de Conferencias dos que
denominó : R ecue'rdos de una clase de Filoso.fía del Derecho, donde en forma clara y sintética precisa lo esencial
de su ideario al respecto.
En cua11to a la génesis: es una reacción sobre la noción ambiental de derecho, proveniente de los revolt1cionarios franceses, que tenían de aquel un concepto mítico
y místico. También de una reacción sobre Spencer, que le
clio una fundamentación positiva. Viene, principalmente,
de la mente de Vaz Ferreira que, por un estttdio directo
del problema, concibe una solución personal y original.
En cuanto al contenido: entiende por derecho el conjunto
de normas -positivas y normativas- que es bueno establecer coactivamente para regir la co11ducta individt1al.
En cuanto a la fundamentación : no acepta como
ú11ica ninguna de las existentes. Las i11tegra todas , y las
demás posibles en ésta, amplia : El fi11 -o fundamentodel derecho es la búsqueda del mayor bienestar y de la
mayor felicidad posible para los individt1os qt1e está destinado a regir. Y, así, las e11t1meracio11es corrientes son
todas por vía de ejemplo: debe haber normas coerciti\1as,
sancionadas por la ft1erza, para fom entar la utilidad (in46
Juris pruden cia de la r\l ta Corte d e Jus ticia, de H oracio
~\badi e Santos, t. X, a ñ o 1920, C'a so 2699. \ 1 e r en el n1is m o sentido
una sen ten cia d el 'I'ribuna l de Apelacion es de 3er. Turno en La
J us t icia l ruq ua y a, Nº 526. <E duard o \·a z F crreira. Tra t a d o de las
Su cesion es. t. l . púgs. 224·22:; >.
�-
.,... ') l)"
clividual o g·e11eral) ; el placer ( co11siclerado sólo cualitativa
o también ct1a11titativamente) ; el progreso, los sentimiento8, el bie11 en sí, la religión, etc., etc.
Todo esto debe ser teniclo en ct1enta, y ct1alquier otro
j'i11 o ft1ndame11to qt1e pt1diera aparecer. El derecho no
tiene t1n solo fin si110 muchos, ~'ª concordantes, ya conflictt1ales.
Iufl11 e11cia (lC'l id('ctrio iuríclico vazfe1·1·ei1'iano.
S11
valor acti1a l
¿Qué inflt1encia ejerció el ideario jt1rídico de Vaz
I•'erreira en el país tenido en cuenta fu11damentalmente
al formularlo, en el Uruguay clel siglo XX y, eventualmente, en la medida de la dift1sión de su obra, en otros
J)aíses latinoamericanos'? Es, simpleme11te, un caso de la
i11flt1encia de st1 pensamiento e11 general: ha penetrado
lentamente e11 el ambiente, mt1chas veces si11 nombre de
alltOl".
¿Qué valor tie11e, aquí y ahora, en el Urt1guay ele
1979, el ideario jurídico vazferreiriano? Tan gran ele como
en el momento de su f ormt1lació11. Entonces como ahora
es bueno clarificar las nociones de clerecho. Entonces como ahora, es importante inct1lcar el res peto por lo j t1rídico.
�•
CAPÍTULO
VIII
Lo moral e 1i lct v ida y e11 la ob1·ct
de ea1~ZoR 1'(( z F e1·1·ei1·a ',-;
Difícil me resulta en este caso separar los dos aspectos que deseo distingt1ir: la vida y la obra; son dos
caras de una misma realidad. I11tentaré si11 embargo.
E1i la vida . La vida de nt1estro pensador apostoliza en
general su ética, e11 especial la M O'r al pa1·a intelectitales.
Las consideraciones condenatorias de la moral separada,
lo de los predicadores, lo del globo qt1e sube muy alto
porque sube sin barquilla, no son abstractas sino vividas.
Vaz Ferreira ha sido el primero y el mejor de sus discípulos. Si se confronta en forma analítica el estudio de su
pensamiento moral a través de sus fragme11tarias manifestaciones co11 su vida misma, pública y privada, a lo larg·o de constancias documentales, actas de Consejos, testimonios de personas fidedignas, rect1e1·dos personales, etc.,
se va confirmando en forma fehaciente lo que ya sabíamos: coincidencia total entre st1 vida y st1 obra. La prédica moral de Vaz Ferreira st1be siempre con el lastre
ele la conducta real o posible. La ejemplificación sería
larga: tomaré sólo dos ejemplos, t1110 posterior, otro a11terior a M O't'Ctl pa1·a intelectuales.
Del fitt1t1·0 . Recordemos como inicia la moral ele los
funcionarios : inte11ta resolver este problema: si se debe
o no colaborar con gobiernos impuros, espu1"'ios; y entiencle que salvo casos extremos, j t1stificativos de revolucio47 Los capítulos VIII y IX sobre Jo n1oral y lo religioso en la
vida v en la obra de Carlos Vaz Ferreira fuero11 formulados en
1952 y 54 respecliva111ente. en vida de ini padre. Hacia 1956 los so·
n1etf a su co11sideración. Los 1niró, forn1uló
por escrito y verbal·
1nente
algunas s uger en cias y consejos. les dio el visto bueno y
a utorizó, cumpliendo con n1is deseos- la publicación.
Los incluyo en el presente trabajo, tal con10 fueron aprobados
por Vaz b,erreira. He r espetado el fondo teniendo en cuenta todas
y ('ad a una de sus observaciones. Ta111 bién la forn1a: en los de1nás
•
eapftul os empleo la 1\l persona del plural ; en éstos, la 1 ~ del singular.
I·Ie i11ejorado la parte bibliográfica. Las citas de Carlos Vaz Fe·
rreira se hacen por la 1'·' y la 2 \l Edición l-Ion1cnaje de la Cámara
de R epresentantes de 1937 y 1963, posteriores a la l~ formulación
del trabajo. (Nota de 1979) .
~
�•) •.) 1
t) t)
la mejor actitt1cl no es el aislamie11to absolt1to sino
cierta coope1·ació11, siempre i1att1ralmente qt1e los cargos
sea11 obtenidos en forma totalmente pt1ra )' ho11esta.
En 1934 Vaz Ferreira tiene qt1e enfrentarse con el
¡Jroblema qt1e consideraba clel pasaclo. Con el golpe ele
eHtaclo del 31 de marzo las clisti11tas i--amas de la enseñan%<:l st1friero11 st1erte diferente. Primaria fue intervenida y
clefenestrados colectivamente st1s co11sejeros; igt1alme11te
oct1rri6 con posterio1.. iclad en enseñanza sect1ndaria, segreg·acla de la Universielad, ei1 t1na amputación que sub.·iste tocla\ Ía. En ct1a11to a las Facultades , el peligro de
1<1 intervenció11 se cernía inminente. Se trataba de elegi1·
I~.cctor en plena sitt1ación de hecho, dist1elto el Consejo
Né1cio11al de Aclmi11istració11. a qt1ien le ht1biera corresJ)o11dido la elecció11. Ei1 vibrante Asamblea, los profesores
.r estt1diantes ele la Facultad ele Medicina i·est1elven que el
nombramiento ele Rector debe ser h echo por la Asamblea
clel Cla t1stro. A esa opinió11 se adhiere la F ederació11 de
Estt1diantes Universitarios , propo11ie11clo como candidatos
n CarloR Vaz Ferreira, Eclt1arclo Acevedo y Abel Chifflet.
E11 élsambleas r ealiz3clas en Derecho, Medicina, Ingeniería, Arqt1itectt1ra, Odontología, P1·eparatorios, Liceo Noctt1rno, Liceo N 5, etc., se proclama ca11didato (1nico a Vaz
Ferreira, quien, a 29 ele mayo ele 1935 fue elegido R ector
¡)or t1nanimidad y co11sigt1ió, aceptando el cargo si11 el
Rtteldo, servir al país y a la U11iverRiclacl s in servir 11i al
g·obier110 espt1rio ni a s í mismo.
Del pasado. A propósito d e co11s ideracion es 80br e
moral de renu11cias, actitudes del inferior frente al st1perio1· jerárquico, etc .. 110 m e parece aventt1rado s t1poner
qt1e ellas fuero11 escritas tenie11do e11 la m ente el conflicto
escalar de 1901 - 02 en qt1e ta11 (!estacada y enérgica actt1ació11 cupo a Vaz Ferreira .
Se conservan en el archivo partict1lar V c1z F erreira,
e11 Atahualpa i1t1me1.. osos r eco rte~ e incluso artículos de
' ' ªz Ferreira referentes a la lt1cha qt1e debió sost ener
- j t1nto con s t1 s colegas de Dirección- co11tra el gobierno
ele Ct1estas. El orig·e11 radica e11 que este último, poi· intermedio del Mi11isterio de :B"'omento, qt1ería impone1· como secretario ele la Corporación a determinado candidato 48
11eH,
1
1
·'
·18 .t\ l r evi::;ar, haria 1936, \'az Ferreira, este trabajo n1e indicó
que suprin1iera el nombre del candidato. invoca11do el : "De n1ortuis
nihil nis i bcne". ( De los n1uertos i1ada n1ás que lo bl1e110 ). Se ha
ten ido en cuenta esta obseryación. con10 todas las ot ras forn1uladas.
tNota d e 1962).
�REVISTA HISTÓRICA
y al resistirse la Dirección de Instrucción Pública, por
motivos referentes a la persona de dicho señor, el gobier110 provocó una serie de ataques, provocando por todos
los medios el desprestigio de dicho cuerpo colegiado. Sólo
he leído recortes de prensa favorables a Vaz Ferreira y
sus compañeros, pero por la intensidad de la defensa,
calculo la entidad de las críticas. Vaz Ferreira y sus colegas se pusieron firmes y no admitieron al funcionario
que, según su leal saber y entende1~, no ret1nía los méritos
imprescindibles. Hubo incluso u11 ''sus" anfibológico en
uno de los escritos de Vaz Ferreira que determinó al candidato no aceptado a retarlo a cl11elo. Entre paréntesis, se
produce aquí la única transgresión que conozco de Vaz
Ferreira a sus normas morales : como toda persona sensata, era enemigo del duelo, si bien transaba con nuestra
leg·islación actual que lo permite en las circunstancias taxativamente determinadas por la ley, por entender qt1e
satisface un sentimiento, el del honor, que si bien no es
muy elevado, está muy arraig·ado en las costumbres. A
pesar de ello, contestó al reto nombrando sus padrinos,
que decla1~aron no haber lugar a duelo. Más tarde, interrogado Vaz Ferreira por un amigo, alarmado no sé si
por la violación de los principios o por el peligro corrido
por quien jamás manejara más armas que la pluma, sobre
si llegado el caso se hubiera batido, contestó: ''Estaba tan
cobarde en aq11el momento, que seg11ramente lo habría
hecho".
En lct obra:
Definició1z y concepto de la
1~io1·al.
Sus ramas.
La moral puede ser definida como la ciencia de la
conducta hl1ma11a, entendiendo por tal no sólo los hechos
sino los pensamientos y sentimientos que tienen que ver
con el bien y el mal. Queda f11era de su órbita la vasta
zo11a de lo indiferente c11ya asimilación a lo malo aumenta
indebidamente la cifra de los que lloraron cuando pudieron haber reído. Vaz Ferreira ha insistido largamente en
que la clasificación por b11eno y malo es transversal a la
por nuevo y viejo. Esta conf usió11 s11ele ser la causa de
que, frente a modas, costumbres, escuelas, se i~eaccione
en falso. Hay, en grueso, cierta tendencia ei1 la juventud
a tomar por bueno lo que es simplemente nuevo, por malo
lo que es viejo, y tendencia correlativa y opuesta en la
vejez cronológica o espirit11al.
�La moral abarca dos ramas: positiva y normativa.
La primera se refiere a lo qt1e es o existe, a los hechos
mo1·ales, a la condt1cta fáctica ele los hombres. Varía a
lo la.rgo de laR épocas y los pueblos. Pt1ede ser individual
o colectiva. En ambas hay hechos ciertos e ind t1dables y
otroR que aparecen o~ct1ros o dudosos. Nos encontramos
frente a los problemas positivos morales, interesante subclase de los qt1e Vaz Ferreira denomina en st1 Lógica viva
problemas de ser, o de existe11cia, o de constatación, o de
explicación. Son problemas porq11e hay cliscusión; positivos porq11e se refiere11 a hechos; morales porqtte tienen
qt1e ver con el bien y el mal, como si me pregunto sobre
la organización actt1al de la familia rusa, o el sentimiento
etc hono1, en el pueblo f rancéR del medioevo; natt1ralmente, hay mucho de subjetivo en esta pI·oblemática: lo que
es incierto pa1--a 11no pt1ede no serlo para otro o para la
cie11cia. Se diferencian de los positivos indiferentes porqt1e éstos discuten sobre cuestiones qt1e no tienen que ver
con el bie11 y el mal. Tie11en una sola solución: podemos
hallarla
o i10 pero, 1111a vez encontrada, elimina a las de,
mas.
La moral positivH. es una ciencia, ente11diendo por tal
t1n conjunto orclenado y sistematizado de conocimientos
referentes a un secto1.. dado de la realidacl. Se i,elaciona
con : a) la historia, est11clio de los hechos pasados de repercusión social; b) la sociología, estt1dio del hecho social
J'est1ltante de la convive11cia de los hombres. Tiene de
común con la primera la investigación de los hechos e
instituciones pasadas relativas a la conducta ht1mana, con
la segt1nda el estudio de agrupaciones o colectividades.
Naturalmente,
at1nque los temas coinciden, el enfoqt1e
,
varia.
La moral normativa es tln conjt111io de i--eglas desti11adas a regir el comportamie11to humano. St1 postulado
es la voluntad de vivir la mejor forma posible. Donde tal
voluntad no existe, se desvaloriza para nosotros la moral, como u11 camino que lleva a un lug·ar donde no deseamos ir. Las normas morales se dirigen a la conciencia
humana; no son coactivas; su inobservancia trae aparejada, o puede traer aparejada la sanción de la conciencia,
de la opinión pública, tal vez la divina.
Hay una moral normativa individual, integ·rada por
el conjunto de ideales que rigen la vida de cada hombre;
~r una normativa colectiva, integrada por el conjunto de
icleales aceptados por una agrt1pación: nació11, confesión.
22
�334
IlEVISTA HISTÓRIC ,\
Hay una moral normativa ge11eral, integrada por lo
que se debe hacer en principio, prescindiendo de circunstancias especiales y una normativa particular, por lo que
sería bueno que se hiciera en t1n caso determinado. Ambas pueden diferir: el deber de sinceridad por ejemplo,
puede ser obstaculizado por consideraciones de piedad.
En la moral normativa aparecen los problemas normativos, también denominados por Vaz Ferreira problemas de hacer, o de acción, o de conveniencia (los de ideal
son relativos no ya a cómo deben hacerse las cosas sino
a cómo sería deseab!e que fu eran). No se trata, como en
los positivos, de discusiones relativas a hechos sino a lo
que debe ser, o lo que conviene hacer, o la conducta a
seguir. Difieren de los normativos indiferentes porque
tienen que ver con el bien y el mal; de los positivos, por
su naturaleza y por la clase de solución que admite11. No
tienen una sino varias posibles. La solución será de elección. Elegiremos la que a nuestro juicio tenga más ventajas y menos inconvenientes pero las soluciones descartadas no desaparecen: el hecho de admitir por consideraciones f amilistas la herencia económica no nos impide
ver los inconvenientes de dicha solución. El procedimiento
para resolver un problema i1ormativo abarca varios momentos: 1Q) Determinación de lo qt1e podría hacerse; enumeración de todas las soluciones posibles; 29 ) Análisis de
las ventajas e inconvenientes; 31) ) Elección. A esto agrega
Vaz Ferreira en su análisis de diversos problemas concretos: feminismo, herencia, un mome11to previo importante: el estudio de los datos de hecho, positivos, del problema: conviene partir de lo que es para determinar lo
que debe ser. En cada una de est~.s etapas pueden cometerse paralogismos : en el primero, omisión de soluciones
viables; en el segundo, errores motivados por la falsa
observación o por la errónea previsión ; en el tercero, dificultad de pesar valores heterogéneos y diferencias temperamentales.
Y el error básico sería tratar las cuestiones normativas como si, a semejanza de las positivas, debieran tener
alguna solución sin inco11venientes. Insisto en la explicación de estas distinciones porque toda la filosofía vazferreiriana, por tanto la moral, está vaciada en los moldes
de Lógica viva, una de cuyas ideas directrices es la distinció11 de los problemas en positivos y normativos.
�(' Af{ L08 V 1\Z Ji"'ERREIIlA
Fi1ndanie1ztacióti de la
33 5
11io1ral
Vaz Ferreira esbozó este tema e11 el trabajo pedagógico presentado en el concurso para la Cátedra de Filosofía en 1897. E11 la Lógica viva aparece su pensamiento
más maduro. En conferencias de 1915, y en su cátedra de
Filosofía del Derecho, ratifica y amplía conceptos, que
remoza y refresca en 1952.
El problema del ft1ndamento de la moral, o sea el
i·elativo a saber por qué y para qué se debe ser bueno,
abaI·ca dos ct1estiones separables: 1) ¿Puede ft1ndarse la
moral? 2) En caso afirmativo, ¿cómo?
En ct1anto al primer punto Vaz Ferreira afirma en
su Lógica viva qt1e se trata de t1n problema normativo:
inútil sería buscar una solución perfecta y completa como
la de los problemas positivos; tal es el erro1· cometido
por quienes, después de pasar en revista todos los sistemas y todos los filósofos, concluyen que nunca la moral
se ha podido formular de manera completa y perfecta:
no la funda ron en forma ple11amente satisfactoria ni Plató11, ni Aristóteles, ni los estoicos, ni los hedonistas, ni
Guyat1, ni Nietzsche. Y como lógico corolario de la imperfecció11 de las bases propuestas, conclt1yen algunos que
debemos renunciar a fundarla, entendiendo por tal la
obtenció11 de reglas tales que lleven a una conducta sin
ningún inco11veniente, si11 dejar nada dt1doso, incierto, no
resuelto, llegando, e11 resumen, a t111a mo1·al perfecta. El
er1·01" provend1"ía de busca1· en los problemas normativos
soluciones en el sentido qt1e tiene este té1·mino en los problemas positivos. La moral puede fu11darse, siempre qt1e
nos confoI·memos con una solución de elecció11.. ¿Cómo
hacerlo? Vaz Ferreira empieza co11 la exposición y crítica
de las fundamentaciones propuestas. Ejemplifica con sistemas ya hoy clásicos -Bentham, Spencer, Stt1art Millll olvidados injustamente: Guyau.
Se los ha clasificado en : a) religiosos; b) metafísicos; c) positivos.
Los primeros dan a la moral un fundamento trascendente: se debe se1' bueno para cumplir la volt1ntad divina. Son los únicos que pueden suministrar t1na seguridad total: pero sólo a sus adeptos.
Los segundos se basan en principios racionales: supremo bien, razón, etc. Son f t1ndamentos abstractos y
co11jeturales.
�aas
REVISTA HISTÓRICA
Los terceros construyen una moral enraizada en la
tierra. Arístipo nos habla de la búsqueda de la fe1icidad;
Bentham de la utilidad, Adam Smith de la simpatía, Guyau de la expansión de la vida. Los sistemas positivos
-hacia los cuales van evidentemente las simpatías de
Vaz Ferreira- cometen el error de no tener en cuenta
las posibilidades trascendentes : "cerrados por arriba, no
pueden construirse más que tumbas ... ".
Vaz Ferreira aplica a los sistemas morales la crítica
general a la noción del sistema. En su Lógica viva preconiza la superioridad del pensamiento por ideas a tener en
cuenta. Todos los sistemas son excl11sivos. Han tomado un
fundamento posible de Ja moral, ha11 exagerado su importancia, eliminando los otros y erigido el factor elegido en
determinante exclusivo de la conducta moral. Guyau
trascendentalizará la importancia de la expansión de la
vida; Bentham la de la utilidad; Spencer la del p1"ogreso.
Vaz Ferreira encuentra dos sofismas: a) una falsa generalización del fundamento aceptado; b) t1na falsa oposición entre los factores.
Si analizamos imparcialmente los móviles de un acto
moral cualquiera, positivo o negativo, si me pregunto por
qué ayudo a un pobre o me abstengo de mentir, surge en
seguida la respuesta: lo hago por la felicidad personal
del pobre y mía, y pensando en st1 bie11estar, en su utilidad,
y teniendo en cuenta posibilidades trascendentes, premios
y castigos. Todos estos factores, cuya lista no es taxativa
(Vaz Ferreira la deja abierta para que puedan irse incorporando nuevos ideales), coexisten, total o parcialmente; mi acción moral será una resultante. Estos distintos
móviles a veces se reft1erzan y otras se oponen. Surge así
la noción de conflicto moral, idea madre de la moral vazf erreiriana.
AJparecen en segt1ida las dos acusaciones que opositores e incluso discípulos formula11 a Vaz Ferreira: eclecticismo, escepticismo, constituyen el leit-motiv de las críticas. Trataré el segundo punto más adelante, a propósito
de la religiosidad o irreligiosidad del filósofo en estudio;
veamos el primero. Dice Vaz Ferreira en uno de sus psicogramas: "si una crítica te molesta, es que encierra algo
de razón". Ignoro si estos juicios lo han incomodado pero
por· lo menos se ha tomado el trabajo de refutarlos. Eclecticismo, dice, es una actitud no superior del espíritu humano que piensa sobre lo ya pensado, teniendo en cuenta
varias opiniones, esct1elas, y colocándose en el justo me-
�C'ARLOS VAZ FERREIRA
337
clio. Pero clada la tendencia a exagerar de la mente humana, cua11do se piensa no sobre lo ya pensado sino
clirectame11te sobre el problema, es fácil que la verdad se
halle en t1n lugar que coincida con una posición intermeclia.
Para qt1e la disct1sión 110 se torne de palabras, con,,endría precisar el significado de eclecticismo, paso previo para determinar si Vaz Ferreira es o no ecléctico.
Se ct1mple así el deseo ma11ifestado ya ei1 su primer Fermentario: "Del mismo modo que los cirujanos no emp11enden t1na operación sin desinfectar previamente todos
los útiles c¡ue se p1 opone11 usa1-, nadie debería empeza1
ttn 11aciocinio sin haber dejado de antemano todas las
palabras
que va a emplear, completamente asépticas de
,
eq111vocos.
Dentro de la imprecisión del vocabt1lario filosófico,
el término eclecticismo tiene un significado bastante fijado.
Refiriéndose a las definiciones de Lalande en su vocabulario, encontramos que no pt1ede aplicársele en el
senticlo A, ni en el B, ni e11 el C, pero sí tal vez en el D.
Eso, en este problema especial; ei1 el tratamie11to de otros
temas éticos (feminismo, herencia, problemas sociales)
mal pttede hablarse de eclecticismo en i1ingún sentido, ya
que rompe las posicio11es antagónicas preestablecidas, empeza11do por replantear los problemas.
1
1
La nio1·al viva. Su rlo 1·ealizació11. Filentes
el e lo 1~101·a l e 11 l'az F et"rei1·a,
El pensamiento moral de Vaz Ferreira no ha sido
formt1lado en su integridad. Acarició durante largo tiempo la idea de escribir una Moral viva. Habría sido, en el
campo de lo ético, t1n eqt1i valen te ele la Lógica viva. Así
como ésta destaca, para combatirlos, los paralogismos y
Rofismas, no estáticos, fijados, como los toma la lógica
formal, si110 en estaclo de movimiento, tal como vician en
la realidad el razonamiento de los hombres conc1"etos, así
la Moral viva habría sido t1na obra desti11ada a plantear
e intentar resolver problemas éticos vivos, con la subjetividad que comporta dicha calificación, eliminándose así
toda cuestión artificial, ficticia o desengranada de la
realidad. Todavía en el Ferme11tario del 38 se encuentra11
referencias a su posible pt1blicació11.
Ent1"e los papeles del Maest110 aparece un esbozo de
í11dice y algt1nos fragme11tos. No llegó a escribi1·se: fue
�REVISTA HISTÓRICA
338
una de las obras planeadas y no ejecutadas a causa de la
dedicación constante de Vaz Ferreira a su Cátedra. Pero
no lamentemos demasiado su pérdida. Encontramos mucho pensamiento moral formulado a lo largo del prolongado período de producción vazferreiriano, que se abre
en 1892, a los 20 años, con la publicación, en un periódico
estudiantil, de algt1nos pensamientos y se continúa hasta
ahora sin interrupción.
Por lo demás, si no llegó a formularse en forma coherente y armónica la moral viva, quedan va1·ios libros
destinados al enfoque de los problemas éticos: Moral pare:
intelectuales, Sobre feminismo. ¿Cuál es el signo mo1·al
de la inquietud humana? Hay libros, como el Fermenta1·io
de 1908 y el de 1938 esmaltados de consideraciones éticas.
Hay estudios morales en las dos series de Conferencias
sobre temas cieritíficos, artísticos y sociales. Y en Sobre
la propiedad de la tie'r1·a y en: Sob1"e los problemas sociales, si bien considera fundamentalmente estos últimos,
los resuelve, como veremos, por ideas directrices éticas:
libertad, igualdad, justicia, sin contar la acentuada tendencia pob1"ista que informó st1 vida y su obra.
Moral para intelecfitales
Co1iside1 aciories p1·evias. -
Ocupa un lugar destacado en la producción vazferreiriana. Se publicó en 1908,
como compilación del Curso de ese año en Preparatorios;
surge de la comunicación simpática con tina de las clases
que más recordaba el Maestro y que integraban, entre
otros: Benigno Varela Fuentes, Pascual Rubino, Enrique
Claveaux, Pedro Barcia, J. César Mussio Fournier. Es,
como muchas de sus obras, hablada más qt1e escrita. Esta
característica que para Unamuno, conocedor y estimador
de Vaz Ferreira, constitt1ia su mayor encanto 49 proviene
del modo de producción vazferreiria11a: salvo los Problemas de la libe1·tad :in primitivos, los de principios de siglo,
algún otro estt1dio, sus libros son versiones taquigráficas,
corregidas, de clases o conferencias. Moral para intelec4
49 Miguel de Unan1uno: Soliloquios y conversaciones. l\1adrid,
Biblioteca Renacin1iento, 1911, págs. 177-191.
50 Carlos Vaz Ferreira : Los proble111as rlc la libertad, l\tlontevideo, Libr. Nacional A. Barreiro y Ramos, 1907.
�C' ATlLOS VAZ FERRIDIRA
tu ales ha sido objeto, entre otros, de cálidos elogios de
Unamuno :;i y Osorio y Gallardo. :¡ 2
No hay en ella tesis a demostrar : ondean clos ideas
clirectrices: 1'-') Plantear y, en su caso, resolver los problemas especiales de los intelectuales. 2°) Tratar, no de
crear moralidad, tarea que según Vaz Ferreira sobrepasa
la órbita de acción del pedagogo (no podría, sin embargo,
sostenerse, e incluso ejemplificarse con él mismo, que en
st1 acción sobre los seguidores, el pedagogo modelo, puede
i11clt1so crear moralidad) sino de aclaI·ar los deberes en
tal forma que cada uno pueda hacer de la que tenga el
mejor t1so posible; evita1~ el descuido moral por una consta11te preoct1pación ele lo ético; impedir que por desatención, tradición o costumbre se incurra en mal evitable.
Poclría dividirse en dos partes: la primera se refiere
<i los problemas propios de lo que Benda denomina la
clerecía, integrado poi~ los qt1e cultivan lo intelectual, los
que ejercen profesiones, ente11diendo este térmi110 en un
sentido amplio, abarcando i11clt1so la de estudiante. La
8egt1nda trata distintos tópicos éticos: patriotismo, carácter, co11ciencia moral, etc.; problemas vivos y concreto
referentes casi todos a cosas de la tierra.
Su validez no es sólo local. Por lo me11os Unamu110
entendía que muchas de las co11sideraciones eran aplicables a su España ñ:1 La mayor parte de los problemas en
ella st1scitados siguen siendo vivos: la moral del abogado
es tan difícil en 1952 como en 1908 de conciliar con el
ejercicio eficiente de la p1·ofesión; la prensa sigue impunemente haciendo y deshaciendo reputaciones; las corruptelas de nuestra democracia no me parecen haber dismint1ido; nuestros estt1diantes siguen bajo el signo de la
maldición examinista ...
En ese trabajo que le es familiar de rectificación y
ajuste del propio pensamie11to, varias veces se refirió Vaz
Ferreira a su M or·al para i11telect 1tales, formulando t1na
~erie de correcciones y ampliaciones. Es un libro para ser
51
~:in:
op. cit. págs. 177-l!ll.
52 "No he leído i1ada tan in1portaulc y diáfano sobre la 111oral
de los a bogados. con10 la conferencia que sobre lYloral para intelert uales dio en 1908 en la 1Jnivcrsidacl de :Vlontevideo, el ilustre profesor de Filosofía Carlos Vo.z I•"erreira . l~s la1nentable que 110 11aya
sido divulgado". En El al111a rlc la toqa. "Sobre Vaz Ferreira ", l\1adrid. 1956. pág. 57.
:,:J
~liguel
de Unan1 uno. op. cit.. pág. 179.
�340
REVISTA HISTÓRICA
leído, refractario al resumen. Destacaré tan sólo algunas
ideas.
M or·al del estudiante. - Ya a principios de siglo aparece en Vaz Ferreira la alergia al examen, que puso de
manifiesto en la difusión de un proyecto que consiguió
hacer aprobar por el Consejo Central Universitario: la
sustitución de los exámenes por la promoción en la enseñanza media y en la Facultad de Derecho. En 1908 ya
está fijado definitivamente su pensamiento al respecto,
que cristalizó parcialmente en nuestra enseñanza media
(ler. ciclo) y casi totalmente en la Facultad de Humanidades y Ciencias.
Como antídoto del examen recomienda adquirir ya
desde la adolescencia hábitos de profundización. También
un poco de cultura desinteresada : que cada estudiante,
más adelante cada profesor, dedique por día una pequeña
parte de su tiempo a algún trabajo intelectual, condicionado por sus preferencias, que no tenga que ver con los
exámenes a preparar, o las clases a dictar, o el diagnóstico a formular, o el alegato a redactar. La idea del estudio desinteresado, del saber por el saber mismo, tiene
honda raigambre en Vaz Ferreira y como es un hombre
práctico, pese a un error muy difundido, trató, hasta donde pudo y mientras pt1do, de converti1~1a en idea directriz
de la Facultad de Humanidades y Ciencias. En el acto
inaugural de esta Casa de Estt1dios, realizado en sesión
solemne en el Paraninfo de la Universidad, a 3 de mayo
de 1946, decía su Director:
·
F1·agmento : " ... Ahora, ¿ qt1é hay que hacer? O, más
propiamente, ¿qué hay que empezar por hacer? ¿Qué debe empezar por ser, Hic et nunc, la Fact1ltad de Ht1manidades y Ciencias clel Uri1gitay, e1z s1t iniciació1z?
La respt1esta tiene que ser una sola:
Simplemente, pt1ramente, u11 ri11cón de nuestra e11señanza en qite se esti1die po1· estz1diar.
Lo que se necesitaba entre nosotros era una institución -una Facultad- distinta en su fin legal de las Facultades profesionales, en que se estudiara por estudiar:
no pa1~a algo ajeno al estudio, sino por el estudio mismo.
El pasado de nuestra enseñanza crea, para nuestro país,
una sitt1ación especial, nacioiial, propia, r21testra. Adelantadísima la enseñanza superior p1·ofesional, e inexistente
la superior pura (se entiende: como entidad diferenciacla), teníamos que crear, fomentar, desarrollar, algo co-
�CARLOS V AZ FERREIRA
341
mo u11 clat1stro de ejercicio espiritt1al, en que se estudie
por el estudio mismo; por el placer y por la superiorización del estudio, de la ct11tura y clel trabajo espiritual
clesi11teresado. ¿Por qué (esto, aquí) ? Porque t1na organización desequilibrada de la enseña11za p(1blica qt1e ha
clurado ta11to tiempo, podría habe1~ acostumbraclo demasiado, a demasiadas personas -o era de teme1· que así
fuera- a estudia1~ sólo para obtener títt1los profesionales,
empleos, etc.; lo que es bien legítimo en sí, y muy útil
para los individt1os y para los países: pe1·0 1zo es lo i't1zico .
Sólo qt1e -Y qt1iero enfatizar esto- qt1izá precisamente esa inscripción exuberante, qt1e tantas difict1ltades
materiales nos va a creaI·, clebe co11fortarnos, al hacernos
sentir que el daño había estado lejos de ser profundo y
tlefinitivo. De modo qt1e, a pesar de aqt1ella 01~ganización
t1nilateral de nt1estra enseñanza; a IJesar de las costt1mbres qt1e ella creara, había tres mil personas que desea ba11
estt1diar por estt1diar, i11dependientemente de toda aspiración a profesiones, a situaciones productivas o re11tadas !
De este hecho -en verclad i11esperado hasta para los
que fuéramos más optimistas-, rest1lta11 ahora nt1estra
principal esperanza y la orie11tació11 de i1t1estra dirección
inicié1l.
Que es, lo repito, IJroblema del momento actt1al.
IVIás adela11te se podrá, o 110, pe11sar en otras direcciones, por ejemplo: en imi1 ar a otros países; e11 imitar
sus i11stitt1ciones; se pensará en si co11venclría establecer
t111 plan fijo y reglado de estuclio; e11 si co11vendrá o no
crea1· carreras académicas, etc. E11tre ta11to, te11emos el
deber inmediato y i1uestro: hacer bien posi}Jle, y estimular el estudio por el estt1dio.
Entre ta11to, el clat1stro de ejercicio8 espirituales.
Y para n t1cstrq. acción, ei1 estos difíciles pri11cipios,
peclimos mt1cha ayt1da, mucha simpatía, y mt1cha indulge11cia." :; 1
Estamos demasiado en los acontecimientos para opi11ar imparcialme11te sobre lo que Vaz Ferreira quiso hacer y sobre lo qt1e qt1isiero11 hace1· otros (probablemente
ha)ra que te11er en ct1enta efectos a larg·o y a corto plazo)
y para prever si rlcl choqt1e de las dos ideologías antagónicas saldrá combi11ació11 o mezcla. De todas ma11eras creo
5 11 C'arlos Vaz Ferre ira: "Discurso 0n e1 acto inaugural de la
Ji,acultad de Ilun1anidades y Ciencias", 111 cí<len taln1 cn t e, l<:l y 2\\ Edi
<'ión I·Ion1e11ajc de la Cán1ara de Representantes de 1957 y 1ns:L
t. X\7 III, p~1g s. 111-117 y 113-122, respectivan1 ent e.
�342
REVISTA HISTÓRICA
conveniente destacar estas ideas y st1 enraizamiento en
Moral para intelectuales.
Valoriza la lectura directa de libros penetrables y
fermentales, aparte de los textos y manuales donde los
conocimientos se suministran en forma de papilla. Aconseja una lista de 30. A Unamuno no le g·ustaba: la encontraba un poco extraña y heteróclita. Vaz Ferreira mismo,
en 1952, le reprocha el estar determinada casi totalmente
por la filosofía de un solo país. Sin restarle valor a la
opinión de don Miguel, ni mucho menos a la de don Carlos,
esa lista, aparte de su valor intrínseco, tiene el carácter
de docume11to ilustrativo -lo destaca Claps en su trabajo- ;¡;; sobre la formación cultural de Vaz Ferreira; pone
de manifiesto la influencia de Guyau. . . ''st1" Guyau, Renán, James, Stuart Mili y el estar ya de vuelta de Spencer.
Moral de abogados. - Este capítt1lo de Moral para
intelectuales, como todos los otros, st1rge de la vida y es
para la vida.
Vaz Ferreira entiende en esta obra, y ratifica con
levísimas variantes en su Cátedra de filosofía del derecho,
que ciertas profesiones, abogacía, periodismo, encierran
algo de inmoralidad intrínseca. Todos sus ejemplos tienen
un denominador común : el abogado no puede ejercer eficientemente su profesión, ct1mpliendo al mismo tiempo
con un deber básico : el de ve1·acidad, de sinceridad. Ello
no implica la i,enu11cia al ejercicio de la abogacía, pero
no conviene ocultar que quien desee ejercerla en condiciones absolutamente puras, probablemente no la ejercerá.
1vl 01·al de los rn,édicos. - E11 la terminología vazferreiriana, bien podría decirse qt1e, así como hay en la profesión de abog·ado t1na inmoralidad i11trínseca, hay una
moralidad i11trínseca en la del médico: es aquella cuyo
ejercicio normal procura más ocasión de hacer el bie11, por
su contacto directo con el dolor y con la muerte; sus deberes son difíciles de cumplir, por requerir abnegación,
espíritu de sacrificio, altrt1ismo, pero fáciles ele ver (salvo
complicacio11es por el lado del secreto profesional y la
eutanasia).
Las observaciones de Vaz Ferreira e11 sus dos primeras ediciones se ref iere11 especialmente a la lógica de
los médicos en sus reperct1siones éticas. En correcciones
posteriores extraña el haber omitido la moral propiamente
55 i\Ianuel ..\ . Claps: 1 a-: Jt'erreira: notas
tevideo, In1p. Rosgal. 19:>0.
JJCll"CI 1111
eslu<l'io. l\tlo11-
�CARLOS V AZ FERREIRA
343
clicha de la profesión; y formula serios reproches para el
exceso de especializaci611 : e11 el ser vivo hay algo más
que t111a st1ma de partes: hay t1n todo, cuyo bienestar debe
ser el objeto del médico míts qt1e el perfecto fu11cionamiento de alguno de sus órga11os.
lían st1rgido peligros nt1evos, difíciles de prever en
los alboreH clel siglo: así, la colegiación profesional obligatoria es una amenaza étquí y ahora, especialmente entre
la clase médica. Vaz Ferreira manifiesta s11 opinión categóricamente contraria en el i11forme presentado en 1952
en colaboración con el Dr. Rodolfo Tálice al Consejo de
Humanidades y Ciencias. ;¡,¡ Entiende que la agremiación
profesional forzosa es de corte fascista; contradice la Declaración Universal de los derechos del hombre y limita
clemasiado la libertad; en el caso especial de los médicoR
lleva o puede llevar a t1na tiranía del Colegio capaz de
trabar la libertad del profesional en cuanto al empleo de
n t1evas técnicas o de innovaciones en el tratamiento y
diagnóstico.
Y no ya como peligro, sino como lamentable hecho
co11sumado, élparece algo que, si bien precede en el tiempo
a la agremiación fo1"zosa, lógicamente es st1 consecuencia
11atural, y prácticamente necesaria: la ht1elga de los médicos -sobre la cual no co11ozco pronunciamiento expreso
de Vaz Ferreira, si bien lét co11dena surge tácitamente de
toda su ideología individualista y libertista- la ht1elga
de los médicos, digo, por móviles eco11ómicos, ha puesto de
manifiesto t1na caída vertical ele la ética profesional, mercantilización de la noble profesión, aclopció11 de t1na t<íctica ele lt1cha que, diRct1lpable entre los obreros por tratarse en general de perso11as poco ct1ltas y ele u11a clase
r10 favorecida po1~ el régimen social actual, es co11denable
en sí por requerir para poder ser eficiente algo tan degradante para. la perso11a humana como el arrcbañamiento, y t111 falso concepto de solidaridad que deja de ser la
u11ión para el bien para tornarse en la unión para lo que
qttiere la mayoría.
!J1 oral de los periodistcts. - Vaz Ferreira encuentra
que la profesión del periodista -necesaria y noble si las
hay- e11cierra, como la del abogado, una i11moralidad
;)6 ('arios \·az Ferreira y Ilodolfo Tálice: "Sobre la colegiaciou
profesional obligatoria", ei1 lnci<lcntalniente 1'' y 2··' Edición de I-Io
rnenaje de la Cá1nara de Ilepresentantes, t. XVIII. págs. 123-127 ~
129-138 res1lectivan1ente.
�REVLST A HISTÓRICA
344
intrínseca; para el jurista, radica en la dificultad de cumplir eficie11temente su función -predominantemente defensiva- sin salirse de la verdad; para el periodista, en
la imposibilidad de cumplir su cometido: informar y en
su caso juzgar, con justicia, justeza y verdad. Dos obstáculos se oponen a ello. En cuanto a los hechos, la deficiencia insalvable de información; en cuanto a los juicios,
la necesidad de opinar precipitadamente y sin información
bastante sobre toda clase de ast1ntos.
Vaz Ferreira se refiere en esta obra, y retoma en el
Fermentario, la analogía entre la prensa, cuarto pode1~ del
estado y la prensa hidráulica: ''Llaman los mecánicos
prensa hidráulica a un aparato por cuyo medio pueden
obtenerse los rest1ltados más desproporcionados a las fuerzas del que los usa. Un niño puede realizar trabajos enormes : levantar las más pesadas moles o hacerlas polvo ...
Quien no piensa en la otra prensa, en la que permite
a cualquiera producir los más admirables efectos: levantar una reputación o triturarla: la analogía es notable;
hasta por la homonimia, qt1e me salió por casualidad.
Hasta por lo de los niños".
Recomienda un exquisito cuidado antes de enlodar y
enlodarse en difamación y calumnias. . . y no se diga que
la ley de imprenta actual arregla las cosas, ya que en esta
clase de delitos, que afectan lo que San Agustín desde su
altura llamara ''el honor, humo del tiempo'', pero que es
un sentimiento que los que estamos en el mundo valorizamos mucho, las rectificaciones son innocuas e incluso contraproducentes.
En lo intelectual se c1~ean hábitos -de repercusión
ética- que tienen que ver con la pérdida del poder de
concentración y profundización: opinando apresuradamente sobre toda clase de asuntos podrá llegarse a ser un
buen periodista, pero i1ada más que eso: se cae en la superficialidad y la dispersión. "Nosotros los que pasamos. . . llamó a los periodistas t1no de ellog que no pasó". :;;
Mo1·al de los f lt1icioria1·ios. - Aqt1í tampoco Vaz Ferreira habla de oídas. Ha sido ft1ncionario modelo en el
auténtico sentido de la palabra durante sesenta años; ya
he enunciado la lista de cargos por él desempeñados.
Por las páginas de su obra van desfilando las corruptelas grandes y pequeñas que vician en gr a el o diferente la
f>í
Rafael Barrell.
�34 5
burocracia de todos los tiempos en todas las latitudes:
que no percibimos porqt1e ''in eo vivimus, movemus ei
st1mus'': recomendaciones, influencias, cesarizaciones ...
En resumen: es una obra actual. Al leerla, es menester, como pedía Vaz Ferreira, ponerla instintivamente
al día.
Fe1ninisnio
Algit1ios purztos de ?'efe'reucia. - Como le es habitual,
Vaz Ferreira no fija su pensamie11to en fórmulas definitivas sino que piensa y repiensa los problemas, buscando
clirectamente las solt1ciones mejores o menos malas, teniendo ei1 cuenta lo que es o existe pero sin dejarse domina1~ por el acostumbramiento, defendiendo su posición
contra los qt1e conceptúa errores, así vengan de la derecha o de la izquierda.
Nada encont1·amos sobre el feminismo en el trabajo
sobre enseñanza de la filosofía en 1897, donde aparece
el germen de mu chas de st1s concepciones posteriores. En
A1oral pa1·a ititelectuales unas líneas condenato1·ias de la
excesiva severidad al juzgar la irregularidad sext1al de
la m11j e1·. Apenas una breve consideración sobre el divorcio en la Lógica viva. Y así Vaz Ferreira parece haber
formulado por vez primera s u pensamiento, ya maduro,
al respecto, en las conferencias pronunciadas en su cátedra poco después de 1914 y no recogidas entonces. Las
vuelve a dar en 1922, esta vez con taquígrafo; pero se
pttblican i·ecién en 1933, integrando la obra: Sob're el
feminisn10. Recalco estos datos porque la tardanza en la
publicación impide aprecia1· lo avanzado de las ideas de
la época de stt formulación: i·ecorriendo la prensa de la
época nos encontramos con qt1e en 1914 no estamos aún
lejos de las tres ''K'' germanas: Küche, Kinder, Kirche
(cocina, niños, iglesia) : la única puerta abierta a las
mujeres que deseaban estudiar era el magisterio. Vaz
Ferreira recordaba a(1n, en st1s últimos años, la conmoción producida por la prime1·a joven -Aurora Velazcoq11e se animó a dar examen de ing1·eso en la Universidad :
el público escalaba los ventanales para presenciar el inusitado espectáculo.
La edición de 1933 iba precedicla de un prólogo de
Gil Salguero, que Vaz Ferreira consideraba valioso, si
bien, añadía (con esa severa autocrítica que, más que los
motivos que acostumbra alegar, me pa1~ece constitui1· el
�REVISTA HISTÓRICA
obstáculo permanente que lo ha inhibido en la publicación) tiene el defecto de que ''ant1ncia un águila y sale
una gallina''. Más adelante en su Cátedra de la Facultad
de Derecho expone nuevamente sus ideas: se anotan tan
sólo variantes de detalle. Ei1 1935, en carta abierta solicitada por las Damas Católicas durante el movimiento de
repudio en torno a distintas disposiciones del Código Irureta (eutanasia y aborto principalmente) expresa su opinión netamente contraria a esta última amo1.. alidad. En
1945 reedita su obra, sin el prólogo comprometedor, agregándole un valioso apéndice donde confirma y ratifica su
posición, frente a ciertas tendencias seudoa vanzadas:
el movimiento feminista, ca1.. acterístico del siglo XX, ha
andado muy rápido. Vaz Ferreira, sin perjuicio de defender sus ideas contra los antifeministas, tiene también que
luchar contra cierta clase de feminismo que desea igualar
bajando lo alto. Y finalmente en 1952 confirma en su
Cátedra lo fundamental en cuanto a la idea directriz de
su obra: distinción entre feminismo de igualación y de
compensación; pide se den por i .. etiradas las consideraciones relativas a un problema que ha dejado de serlo:
el sufragio; condena una concepción que, ya existente, se
ha puesto virulenta: la eugenesia; por caminos diferentes, coincide con el Papa en st1 repudio de una innovación : la inseminación artificial; y en t1n momento de buen
humor nos obsequia a las mujeres con un interesa te proyecto de reforma de la legislación patronímica.
Definición y co11cepto. Etzzt11ciado de los proble1nas.
Sus datos. - Se denomina feminismo al conjunto de hechos, teorías y problemas relativos a la situación de la
mujer en la sociedad y la familia, incluyendo derechos y
deberes. No se trata de uno sino varios problemas, a saber: a) derechos políticos de la mujer: voto activo y pasivo; b) derechos civiles; c) i .. elaciones entre los sexos:
estudio comparativo del matrimonio y la unión libre;
d) trabajo externo de la mujer. Son cuestiones conexas,
por referirse todas al sexo débil, pe1.. o separables: se puede sin contradicción adoptar solución feminista en uno y
anti en otra; pensarse, por ejemplo, que es conveniente
que la mujer vote y no desear que ejerza profesiones, y
a la inversa, si bien lo habitual es que se dé a todos soluciones correlativas.
Como en tantos otros casos Vaz Ferreira encuadra
la consideración de estas ct1estiones e11 los moldes de la
�3 47
Lógica viva, recalca11clo su doble faz de positivos y normativos, de carácter moral por afectar la constitución de
Ja familia, base de nuestro régimen social actual que, sin
perjt1icio de características indiviclualistaR y socialistas, es
predominantemente familista.
No se propo11e hacer estt1dios históricos, o sociológicos o psicológicos. Le interesa f t1ndamentalmente lo no1·mativo. Y así considera el aspecto positivo al solo efecto
de ret1nir datos previos a la búsqueda de soluciones viables. Son de tres clases : psicológicos, fisiológicos e históricos. Veamos brevemente.
Los datos fisiológicos son varios, pero centrados todos en torno a uno f t1ndamental : en la especie humana
las cosas están organizadas de tal manera por Dios o la
11att1raleza que todas las carg·as relativas a la perpetuación de la especie corresponden en forma fatal o natural
a la mujer: ésta tiene así por misión p1~imordial e ineludible la maternidad en las distintas fases de su proceso:
embarazo, parto, lactancia. Y en forma natural le corresponclen las tareas a11exas: ct1idaclo y protección del niño.
De este dato básico deriva i1uestro filósofo la distinción que co11stitu:re la médula de su contribución al estt1clio de estos p1·oblemas: /'e112i11is11io ele iglta la ció1i y de co1n11erlsació11 . El primero, o mal femi11ismo, olvida este hecho
fundamental y considera cleseable en todos los casos igualar la mujer al hombre; el segu11do tiene en cuenta el
dato biológico y, captando la importancia y la entidad de
la carga asignada a la mujer, y no deseanclo que la eluda
- Vaz Ferreira, como veremos, es enemigo ele todos los
procedimientos y sistemas que, con distintos nombres, separan el amor de los hijos- para compensarla en lo posible, preconiza en todos los problemas la solución más
favorable a la mujer. No se trata de u11a me1~a galantería
si110 de igt1alar, en lo posible, las cargas repartiéndolas.
Todavía en 1952, clecantaclo ya su pensamiento, Vaz
Ferreira e11tiende que esa tesis: distinción entre feminismo de igualación y de compensación le sigue pareciendo
absolutamente verdadera y bie11 fundada en su obra: ''La
ma11tengo -dice- en todas sus consecuencias, y creo que
nada bue110 puede legislarse, i1i sentirse, ni pensarse, sobre las relaciones de los sexos en la h t1manidad, si se
presci11de de esa idea directriz".
En cuanto a los datos psicológicos, mucho, tal vez
demasiado, se ha hablado al respecto; evidenteme11te hay
diferencias psíqt1icas: Vaz Ferreira admite e11 la muje1~
�348
REVISTA HISTÓRICA
más sensibilidad para los ideales concretos; en el hombre
para los abstractos. El p1·oblema más discutido, por las
mujeres, es el relativo a la inteligencia comparada de los
sexos; parece admitido que hay cierta diferencia, probablemente, en conjunto y en promedio, superioridad del
hombre, que se manifiesta indiscutible en las altas cumbres del genio: la mujer puede tenerlo, pero no se ha
dado el caso de una que ligue su nombre a una época como
Shakespeare, Beethoven o Dante. Pero, concluye Vaz Ferreira consolador y sereno- si la mujer no puede ser
como Shakespeare, pt1ede ser como Delmira Agustini, que
ya es bastan te ser.
En cuanto a los datos históricos: es un lastre difícil
de arrojar, que influye, consciente o inconscientemente en
hombres y mujeres. El movimiento feminista es i~ciente
y siglos de tradición y de prej t1icios impiden pensar libremente al respecto.
Estudio de los cuatro p1·obl e1~ias del feminismo. -
Consideremos ahora sucintamente el ·planteamiento de
los problemas, soluciones posibles, incidencia de cada uno
de los datos sobre cada uno de los problemas.
a) Suf1·agio feme1iino. - El voto pasivo está más
en su lugar en el problema del trabajo externo de la mujer. Me referiré sólo al activo. La conquista del sufragio
fue poi.. larg·o tiempo bandera de combate para los y sobre
todo las feministas. Ríos de tinta han corrido para defender las posiciones antagónicas. Si bien es el más espectacula1. , es el menos importante de todos.
Antes de la concesión del suf1·agio se lo temía: el
mismo Vaz Ferreira exponía en las dos primeras ediciones de su obra y en la Cátedra de la Facultad de Derecho
sus temores: tendencia femenina hacia la clase de alma
que denomina tutorial, con i11clinaciones conservadoras
-tal vez haya incluso u11a base biológica- ya que la
mujer es para proteger y cuidar. Y el peligro para él
radicaba en que la mujer suele inclinarse a integrar partidos y confesio11es que, una vez que han conseguido el
poder, g·ustan de restringir la libertad que les permitió
escalarlo.
En cuanto a la repercusión de cada uno de los datos
sobre este problema; los fisiológicos no inciden; el ejercicio del voto activo e incluso la pequeña preparación previa necesaria no distrae a la mujer de sus tareas básicas;
y no se objete qt1e la distrae en el caso de mujeres consa-
�gradas a la política; no se puede jt1zgar de las cosas por
sus deformaciones o desviaciones : sería absurdo por
ejemplo condenar la religión por t1n subproducto como
la beatería.
Los datos psicológicos tampoco repercuten: se reco11oce habitt1almente que la mujer llega al genio pocas
veces, y nunca a las altas ct1mbres. Pero el genio no se
11ecesita para votar, e inclt1so podría se1~ t1n obstáculo para el sufragio, como para el desempeño de cualquier actividad cotidiana y ba11al. La inteligencia que tiene la
mujer le alcanza y le sobra para intervenir en la cosa
pí1blica. Y se anota esto: si su inteligencia es análoga a
1~1 del hombre, no hay por qué negarle el sufragio; si su
mentalidad es diferente, con más i~azón aún, para que se
tenga en cuenta su punto de vista en la consideración de
los p1·oblemas.
E11 cuanto a los datos históricos, son los que más han
retnrdado y dificultado la solución.
Pero estas consideraciones rest1lta11 anacrónicas. Tan
sólo por SLt interés histórico las recuerdo. El st1fragio femenino existe desde hace tiempo en nuestro país y en la
mayor parte de los países civilizados, sin qt1e se hayan
proclttcido los resultados desastrosos temidos por los antifeministas, ni haber sido la panacea Ltniversal que esperaban los feministas.
En la práctica las mujeres votamos tan bien -o ta11
mal- como los hombres. No insisto en el tema. Cumplo
el deseo de Vaz Ferreira quien manifiesta en 1952 que
clesea se dé por st1primida la parte de su libro referente
a este tópico. Es un ex problema, barrido por el progreso.
b) Derechos civiles. - Esta cuestión es más delicada
qt1e la anterior y no puede resolverse en fo1·ma simplista.
No está de más recordar las distinciones establecidas por
Vaz Ferreira al respecto en su obra y en la Cáted1·a de la
Fact1ltad de Derecho.
Nuestro Código, como casi todos, consag·raba una se1·ic de inferioridades de la mujer con relación al hombre.
Pero la fundamentación era diferente según los casos.
H'abía:
Diferencias legales resultantes de la intención
ele adaptarse a las naturales: la edad requerida para casarse no es la misma en los dos sexos. Prueba de la maternidad distinta de la prueba de la paternidad. E11 este
caso la diferencia debe respetarse, ya que está calcada
sobre una desigualdad natt1ral, pero sin sobreagregarle
1)
23
�:~ 5
o
nada contrario a la mujer: así la investigación de la paternidad debe ser distinta de la de la maternidad, pero
no suprimida.
2) Diferencias de corte antif eminista proveniente
del concepto de la inferioridad del llamado sexo débil y
del egoísmo masculino. Por ejemplo, el artículo que habla
de que el marido debe protección a la mujer y ésta obediencia a su marido. Está bie11 que esta diferencia se suprima, que se purifiquen totalmente los Códigos.
3) Diferencias provenientes del deseo de proteger
a la mujer, exención de la. pena ele muerte en legislaciones
que la admiten para los hombres; exoneración del servicio milita1~. Estas debe11 quedar: la carga fisiológica de
la mujer, grata y nobilísima si las hay, es dura y en lo
posible se la debe dispensar de otras sobreagregadas.
También dejar todo lo relativo al divorcio, eficiente arma
defensiva en manos del más débil.
4) Casos en que la ley no ha sabido cómo arreglar
una situación y ha optado por reconocer más competencia
al hombre. Aquí Vaz Ferreira no está del todo de acuerdo
con la presunción legal de qtte siempre el marido sea el
más capaz. No tiene criterio definido al respecto y entiende que es opinable.
Después de exponer esta disti11ción de Vaz Ferreira,
resulta obvio agrega1· que si no estaba de acuerdo con la
legislació11 vigente al formularla, tampoco lo está con la
ley de 1946, que, en medio de una fiebre de feminismo
igualitario, equiparó los derechos ci\1 iles de ambos sexos.
Lamenta que no se hayan tenido e11 cuenta distinciones
básicas. (En la literatt1ra previa a la formulación de la
ley encuentro sólo u11a me11ción del Dr. Martín Echegoyen de la distinción entre feminismo de igualació11 y de
compensación).
Con los derechos civiles puede relacio11arse una modificació11 legal propuesta por Vaz Ferreira a la legislación patronímica, original, sin d t1da alg·una y con la ventaja de ser igualmente satisfactoria para los feministas
de igualación y de compensación. Me refiero a lo siguiente. Vaz Ferreira encuentra que ese ''de" que agregan las
mujeres a su nombre de solteras, al i·ealizar el ideal preferible es un resabio de antiguos tiempos en que la mujer
era del marido; propone sustituir el "de" posesivo por
un "con" acompañativo. . . y hacérselo llevar también a
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Ji'R lll{~~II-l i.\
•) n.. 1
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co11traparte. Y así al casarse J L1an Pérez con Ma1"ía
Rodrígt1ez, ésta pasaría a llamarse, no como hoy, aqt1í,
María Rodrígt1ez "ele'' Pérez o como en la legislación francesa Mme. J ean P érez, sino María Rodríguez ''con Juan
Pérez". Y este último s ufriría, jt1nto con la otra, la m áxima ca¡Jitis clemi·1ti<tio de llamarse Juan P ér ez con María
Rodrígt1ez. Lo qt1e se1·ía, agrega Vaz F erreira, más feminista )' más amoroso. Natt1ralme11te, y siempre que n o
oiga.mes a los antifeministas qt1e -al deci1· de Vaz Ferreira. - desean segt1ir edL1ca11do a s us hijas no tanto para
casarse sino para qt1e se case11 con ellas -este proyecto
sería t1na bt1ena complementación de la ley actt1al de derechoH civiles, ya que los terceros sabrían con quienes
contratan. Y es de lamentar qt1e por una vez Vaz Ferreira
haya pe11sado con retardo. Si e11 lt1gar de formular s u
proyecto en 1952 lo ht1biera hecho varios años antes, en
el períoclo álgido clel igt1alita1"ismo qt1e culminó en la reforn1a del 46, no sería imposible qt1e hubier a pasado a
la legislación.
Paso como sobre asct1as poi.. la cuestión de si nt1estr o
filósofo es ta11 feminista en st1 vida como en su obra. Hay
e11 Vaz Ferreira un caballero clel s iglo XIX, mt1y contro~ado en los libros, qt1e emerge al m enor descuido en la
vida cotidiana. . . P ero 110 quisiera da1· la razón a Osear
Wilde ct1ando asevera qt1e todos los hombres de cie1"ta je1·arquía intelectual tie11en discípulos, y entre ellos siempre
uno escribe la biografía, y ese es siempre Ju das. . . Por
lo cual me guardaré mt1y bien de investigar si el cambio
de preposiciones i10 es el fruto de t1n remordimiento, ni
mucho menos la que con sidero una interesantísima superación del antig t10 ideal romano: por el matrimo11io la
mt1jer salía de la patria potestad para ing1·esar a la mani1
ma1·iti: en algú11 caso Vaz FeI·reira aspira1'"ía a la coexistencia de ambas instituciones . ;¡~
l<.1
c) T1·ctbctio d e la ;11 ujer. - Vaz Ferreira se refiere
al trabajo externo de la mt1je1-, abarcando el físico, el
semi-intelectual y el intelectual (fábricas, oficina, magisterio, p1·ofesiones liberales, etc.).
Se trata de un problema delicado si los hay. E s necesario tener en cuenta dos ideas directrices, en pa1.. te
co11flictuales: a) la mt1jer, como el hombre, tiene necesidades económicas y espirituales y es convenie11te que
58 Al corregir este trabajo, hacia 1956, Vaz Ferreira señaló en
P.1 n1argen estas consideraciones con un sign o de interrogación.
�352
...
llEVISTA HISTÓRICA
esté preparada para satisfacerlas en forma adecuada y
digna. b) El trabajo externo no es bien compatible con
el desempeño eficiente de la función natural de nuest1·0
sexo: la maternidad. ¿Cómo graduar las dos ideas? En
primer lugar, proporcionando amplia cultura a nuestras
jóvenes, llenando años de su vida en otra forma baldíos,
preparándolas para el acompañamiento del marido y educación de los hijos en caso de i·ealización del ideal preferible o en todo caso poniéndola en condiciones de ganarse
la vida en forma digna } proporcionándole los goces espiritt1ales de la cultura.
Se presenta aquí el interesante problema de la coeducación. Es obvio que se trata de una cuestión normativa y
que por lo tanto, no cabe una solución perfecta, sin inconvenientes. La opinión de Vaz Fer1.. eira ha variado al
respecto, en sentido feminista. En un informe de 1903
proponía entre otros, un cambio en la forma de estar organizadas las clases en los institutos normales, sobre la
base de que tres días a la semana asistieran a ellas los
varones y otros tres las mujeres, "y de esta ma11era sencillísima se habrá creado la escuela normal sin el peligro
de la reunión de los sexos''. Cambió luego de opinión desde hace ya tiempo. Tampoco es partidario del exceso de
protección que otorgan a sus educandos los colegios particulares: si una planta es susceptible de torcerse, es preferible que eso ocurra cuando es nt1eva y se está a tiempo
de enderezarla.
En cuanto al trabajo propiamente dicho : si no expresa, implícitamente parece establecerse en la mente de
Vaz Ferreira una triple distinción entre el trabajo de la
mujer: a) soltera; b) casada sin hijos; c) casada con
hijos. En el primer caso, para estL1dios y tareas, sólo cabrían en st1 mente dos limitacio11es: a) estando habitualmente la mujer reservada para u11a tarea nobilísima pero
pesada y absorbente, no conviene que agote demasiado sus
energías antes; b) evitar la desviación del matrimonio.
En la mujer casada aparecen ya las limitaciones, puesto
que si trabaja a la par de su compañero, hay un evidente
recargo. El problema se agudiza cuando se trata de mujer casada con hijos. Aquí se pone bien de manifiesto lo
que Vaz Ferreira denomi11a feminismo de igualación o
mal feminismo. Este consideraría deseable que la muje1·
trabajara habitualmente tanto como el hombre. En ese
caso pueden seguirse tres vías desigualmente malas :
1) sobreagregar las tareas naturales a la actividad externa; 2) supresión del hijo; 3) st1 socialización.
�C' ARLOS \" AZ FERRE IRA
:3 5 3
La primera podrá aceptarse como necesidad, o para
satisfacer un goce o vocación pero no constituye en forma alguna el ideal del feminismo de compensación.
La segunda abarca dos posibilidades : en la cruda
forma del aborto o aten u ad a y socializada con el nombre
tranqt1ilizador de regulación de la natalidad, vulnera el
que, bien mirado, debe1~ía considerarse el primer derecho
individt1al, anterior y st1perior al de estar en el planeta;
el ele ve11ir a él. En la icleología vazf erreiriana creo qt1e
entre estas clos formas de atentar contra la vida cabría
aclmitir ta11 sólo una diferencia de grado, de grado de
mal. Aplicando ]a terminología aristotélica, podría decirse que en el caso del aborto, se elimina ttn ser en acto, y
u 11 Rer en potencia en el caso de la regulación de la nata1iclad. Vaz Ferreira se pronuncia en forma categórica
contra el aborto en carta abierta di1~igida a las damas
católicas en 1955, a propósito de la campaña promovida
por el ''Bien Pt1blico" en to1~no a las at1daces modificaciones del Código Irureta.
En ct1anto a ese fruto podriclo de la civilizació11 que
se llama regt1lación de la natalidad, i10 enct1entro conde11a expresa de Vaz Ferreira al respecto, pero ella se
deriva ele stt vida y de su obra; y mal puede discttlparla
quien, inte1·rogado por una persona - qt1e la simetría de
la anécdota me obliga a suponer i~egulacionista- sobre
cuántos hijos tenía, contestó desde la altura: ''Ci11co, que
es lo menos qtte puede tener un hombre decente''.
Aborto y reg·ulación de la natalidad imperan en Estados Unidos, Rt1sia y otro8 países que se consideran a sí
mismos supercivilizados. E11 ambos so11 fruto natural de
la eqt1iparación e11 materia de trabajo externo de la mujer al hombre. Emilio Frt1goni, en ese honesto documento
que es Lct Esf'i>lge Roja, hace ii1teresantes consideracio11es sobre estos problemas, destacando la st1presión del
hogar, caro a la mentalidad latina.
Vaz Fer1~ei1·a se pronuncia en 1952 co11tra una in110vación que, ensayada e11 los animales, amenaza pasar a
la especie humana: la inseminación artificial, en esta
forma.
''Algu11as de las cosas c.¡t1e se han escrito sobre la
i1ueva cuestió11 p1'oduce11 (me prodt1cen a mí, al menos)
un efecto repulsivo. Poi~ ejemplo, un célebre biólogo ha
insinuado la posibilidad de qLte las mujeres se casen con
el qt1e H.ma11 y tengan hijos con el que admiran.
�354
REVISTA HISTÓRICA
Algo mucho mejor inspirado se ha escrito entre nosotros sobre el ''derecho a la maternidad sin pecado''.
Aunque nos preguntamos si uno que perdonaba pecadoras porque habían amado mucho, habría perdonado con
la misma facilidad procedimientos tan fríamente científicos y sin amor. Y, sin pensar en lo que aquel habría o
no perdonado, dejemos nosotros al amor todos sus bienes
y hasta sus males. Habría mucho qt1e hablar sobre esto;
pero non est his locus.
Vimos la solución del feminismo igualitario en este
problema. La del antifeminismo sería grave; ya que el
ejercicio de empleos y profesiones tiene sus inconvenientes, cerremos su acceso a la mujer. Solución propia de
almas tutoriales que desean prohibir lo que conceptúan
malo. Solución a descartar por privar a la mujer de los
altos goces de la cultura y de las satisfacciones morales
y materiales proporcionadas por el trabajo, solución que
hace decir a Vaz Ferreira que estos antifeministas razonan como si todas las mujeres nacieran con s11 marido
pronto, y ese marido fuera siempre trabajador, y no se
enfermar a nunca, siendo además inmortal.
La solución del feminismo de compensación -más
en concreto la de Vaz Ferreira, po1. que el feminismo de
compensación admite grados- sería ésta: (no olvidar
que fue formulada hace más de medio sig!o) . Nada de
prohibiciones, trabas ni restricciones; abrir libremente
cargos, oficinas y profesiones liberales a las mujeres para que las ejerzan las que así lo deseen; b) no considerar
ideal la excesiva generalización del hecho; c) esperar que
el buen sentido de las mujeres y el libre jt1ego de los
afectos regule y modere la actividad exterior. Marañó11,
que en su buena obra: F eminismo, se:l'o y Jnate1·nidad,
trata con i11teligencia y buen criterio el mismo problema,
hace observaciones coincidentes: entiende que la mujer,
en el período de c1·ianza de los hijos debe consagrarse
en forma total a ellos, sin perjuicio de ejercer otras actividades en épocas anteriores o posteriores o de p1·epararse para ejercerlas.
d) R elctcio1ies ertt1·e los se.tos. - Es u11 problema
fundamental por referi1"se a la organización de la familia, base de nt1estro i·égimen social actt1al. Las soluciones
varían, pero las vivas, en el sentido de James y del mismo Vaz Ferreira, para nuestra civilización, en esta época, son dos y sólo dos: matrimonio y t1nión libre.
�(•~\HLOS
\' AZ FERREIJlA
En cuanto a la repercusió11 de los elatos sobre este
problema: los psicológicos para nada inciden; los históricos tampoco: ya en el Génesis, Abraham alternaba a
Sara con Agar. De entonces acá, matrimonio y unión
lib1·e, ei1 equilibrio inestable, coexisten. Hay un hecho
ft1ndamental y primario: el fisiológico; cuando t1n hombre y t111a mujer se unen, al hombre no le pasa nada;
a la mujer st1ele formársele t1n hijo. Y como el amor
mater11al es instintivo y ft1erte, en tanto que el paternal
se va formando más bien por el trato, en la práctica es
la maclre la que se queda con los 11iños. El feminismo
igt1alitario preconizará, olviclando este hecho, la unión
libre qt1e es la más igt1aladora; el feminismo de compensación será partidario del matrimonio, por ser la f orma que más protege a la mt1jer y los niños.
La t1nión libre es ele ventajas más bien teóricas.
Lleva en la práctica a la supresión o a la socialización
del hijo. Origina e11 las mujeres el tipo poético e idealizable, pero qt1e 110 deseamos para n t1estras hijas, de las
Margaritas. En los hombres suele provocar la formación
de t111 8t1bproducto: el Don Jt1a11, el personaje legendario
creaclo, mejor dicho, tra11sportaclo ele la realidad a la
escena, por Tirso de Moli11a, y qtte sedujera a tantos
escritores: Zorrilla, Moliere, Byron, Guerra Jt1nqueiro,
Rin contar con los hombres de ciencia qt1e, como Marañón,
nos hablan de st1 inferioridad biológica. Entiende el médico español qt1e el donjuanismo puede considerarse casi
normal ei1 la etapa ele la adolescencia, pero, si se prolonga
hasta la madt1rez, es indicio de hombría decadente. El tipo
Ruperior de hominidad correspo11de a. la monogamia o a
ttna bue11a aproximación, y él t1n ideal bien diferenciado
que sólo se satisface con L1na clase mt1y restringida de
seres del sexo opuesto, de mL1y pocos ejemplares. o de uno,
o i11cluRo de ningu110. Dícese que si Dante 110 hubiera
encontrado a Beatriz, crt1zanclo ttn puente, 11imbada por
el crep(1sct1lo, vestida de te1--ciopelo rojo, hubiera seguido
i11ca11sablemente e11 pos de t1n ideal irrealizable.
A la i11ve1~sa, Don Juan no distingue entre las mujeres: ta11to le da la reina como la pescaclora; bt1sca e11
cada t111a 110 lo qt1e la diferencia sino lo que la iguala a
todas: el sexo. Fruto importa11te de la civilización es lo
qt1e agregó el hombre al amor insti11tivo, depurándolo,
espiritt1alizándolo. Don Juan desanda lo andado y retrocecle a la a11imalidad.
�356
REVISTA HISTÓRICA
La otra solución viable es el matrimonio, unión de
los sexos puesta bajo la égida del Estado, y, en su caso,
de Dios. Es la que preconiza Vaz Ferreira y la mayor
parte de los hombres y mujeres decentes, que suelen diferir más en la fundamentación de su moralidad que en
st1 moralidad misma. Es la que ampara nuestro derecho,
y las costumbres de la parte más sana de la población.
Se mantiene, pese a s11s inconvenientes, a través de los
siglos, como la manera más adecuacla de proteger a la
mujer y a los niños. Pero tiene que resisti1· los ataques
de los esteticistas, que prefieren la unión libre.
¿Será acaso necesario defender la legitimidad estética del matrimonio, siendo así que desde hace siglos, en
la vida y en la literatura, tantos héroes y heroínas desafían pruebas innumerables para llegar a un feliz enlace?
Evidentemente hay en lo soñado una poesía que se pierde
en la realización. Ya dijo -entre otros- Osear Wilde:
''En este mundo hay sólo dos tragedias. Una es i10 conseguir lo que uno quiere y otra, conseguirlo. Esta última
es la peor: esta última es una verdadera tragedia". ;; 9
Evidentemente Romeo y Julieta son más felices
que. . . Busco en vano un matrimonio cttya felicidad haya cantado el poeta. Ulises y Penélope no sirven porque
la distancia es un elemento poético innegable. Es qt1e el
literato acostumbra parar el tiempo en el momento decisivo, con gran gusto del lector. ¿No hay acaso un distinguido filósofo nuestro, que sólo lee novelas u obras de
teatro que ''acaban bien" entendiendo por tal las que culminan en un feliz matrimonio, st1pervalorizando las que
terminan en dos o más? Y no nos habla el mismo filósofo de ''Los talleres de literatura del diablo" 60 cuyos
literatos tenían por única misión ''seguir'' las cosas después del matrimonio, ahogándolas en la cotidianidad. Es
que las complicaciones sobrevienen cttando, como en la
i·ealidad, la vida sigue ...
Así Tolstoy en La guerta ll la JJa z. Es grave enco11trarse a Natacha cargada ''de hijos, de virtudes y de
grasa''. Compartimos la nostálgica desolación de Denisow. ''Une conversation banale sur les enfants, voila ce
qui restait de la magicienne d'autrefois". Y Nicolás convertido en un sólido propietario rttral, que administra
59 Osear 'Vil de: El abanico ele 1ac1 y 1lr inclern1 ere, l\ladrid, AguiIar, 1949.
60 Carlos Vaz Ferreira: "Cuento intelectual ". l -\rcl1ivo particular Vaz Ferreira).
�CARLOS VAZ FERREIRA
357
j uiciosame11te sus bienes y lee los libros desde el pri11ci-
pio hasta el fin. . . Y Sonia sentada melancólicamente
cerca del fuego sil'·viendo el samovar a los que llegan ...
Es contra este final melancólico, que el genio de
Tolstoy capta certeramente y que la vida cotidia11a nos
muestra en su realidad desteñida, qt1e se necesita la defensa inteligente y fina de u11 poeta filósofo para mostrarnos la belleza escondida e11 lo humilde y vulgar. Guyau -clel cual dij o Vaz Fer reir a que era el qtte aquí
más amamos de los escritores mt1erios clel país que más
amamos- 11os habla de la dific11ltad de captar la belleza
de la vida cotidiana, gastada por el acostumbramiento y
la rutina. ''Hay poesía en la calle por la cual paso todos
los días, y de la cual he contado, por decirlo así, piedra
por piedra, pero es mt1cho más clifícil hacérnoslo sentir
que la ele t1na pequeña calle italia11a o española de algún
rincón de país exótico. Se trata de devolver la frescura
a sensaciones marchitas, de enco11trar algo nuevo en lo
qt1e es viejo como la vicla ele todos los días, de hacer
brotar lo imprevisto de lo habitual". Y t111 poco más adelante: "La vida real ) común es la roca de Aarón, petrt1sco ítrido qt1e fatiga la vista: hay no obsta11te t111
pt1nto en que se puede, golpeanclo, hacer brotar u11 manantial de agt1a fresca, clt1lce a la vista }. a los miembros,
esperanza de todo un pt1eblo ; es 11ecesario sentir el estremecimie11 to del agua vi''ét ét través ele la piedra clt1ra e
ingrata."
El matrimo11io co11 st1s fallas: inj t1sticia, por basarse e11 apariencias de monogamia en el hombre, ~· exigir
sólo, de hecho, la ficlelidad a la mujer -claro estit qt1e
ésta tiene la fisiología a st1 favor- es la solt1ción menos
mala; la muje1~ conserva su dig·11idacl; es persona y no
un mero instrumento de placer del i11sta11te; es protegicla
y mantenicla -en teoría al menos- en los largos períodos en que las tareas de la maternidacl le crean serias
clif icultades para bastarse a sí misma. Y así, monogamia,
con cierta indt1lge11cia para la mujer, que \Taz Ferreira
e11raiza e11 los Evangelios.
En el Fermentario clel 38, co11densación y superació11 clel propio pensamiento, se enct1e11tra esta espiga
madt1ra:
7
La solución de casarse,
ele t111irse a base de amo1~ monógamo, tener hijos, criarlos, tie11e sobre las otras -tanto más brillantes en imagi11ación y, no hay por qt1é decirlo, en presentación liSob1·e a 11ior 11¿01tógct11zo. -
�REVISTA HISTÓRICA
358
teraria- la superioridad, aú11 estética, de ser la única
que resiste a la vulgaridad, y aún se asimila lo vulgar,
lo cotidiano, sin perder la idealidad y dándoles alguna:
dándoles, a lo vulga1·, a lo cotidiano, hasta poesía. Todo
lo demás, a base de "plenitud del yo", "vida completa",
etc. no resiste a la realidad. El hábito, el tiempo, lo desvanece o lo corrompe, si es qt1e existió ; si es que llegó a
pasar de las frases". r,i
El divo'rcio . - En la ideología vazferreiriana el matrimonio debe completarse con el divorcio. Desprovisto de
inhibiciones i·eligiosas, lo considera como cualquier problema normativo moral, en que se trata de elegir la solt1ción menos mala. Está de acuerdo con la concesión del
divorcio al hombre en casos limitados } taxativamente
especificados en la ley; en cambio entiende, siempre inspirado en el feminismo de compensación, que se debe atenuar la inferioridad de la mt1jer en el matrimonio poniendo en sus manos un arma defensiva: el divo1·cio, concedido en forma amplísima, por la sola volt1ntad de la
mujer, sin expresión de cat1sa.
Fue u11 caso especial. Vaz Ferreira gt1staba recordar
por qué proceso indirecto l\egó a co11segt1ir la promulgación de la que llama ''su'' lej·. Al disct1tirse el pt1nto, había en la Cámara dos particlos antagónicos: Areco había
presentado t1n proyecto concedienclo e1 clivorcio ta11to al
marido como a la mt1jer, si11 limitaciones ni co1. tapisas;
por otro lado, los co11servaclores deseaban negar el divorcio. Aparece la fórmula de \. az Ferreira, presentada por
intermedio de st1 amigo el ento11ces cliputado Domingo
Arena y es aprobado como fórmt1la tra11saccional. Vaz
Ferreira decía qt1e entender qt1e clarle el divorcio amplio
a la mujer es transacción entre 110 clarlo a ningt1no de los
cónyuges o darlo a ambos es como decir que un acorazado
es transacción e11tre un st1bmarino ). un aerop!ano.
Esta ley nos rige toda vía. Estít co11dicionada -por
lo menos en la mente de st1 at1tor- ya que muchos legisladores la admitieron por razones circt1nstanciales ti:! por
1
Carlos \ 1az 14.,erreira: l •'c1111enta1 io. 1'·' y 2'' Mdición Ho1uenaje
de la Cá1nara de Representan tes. l. X. págs 169·170 y 190 respectiYatnen le.
61
62 1\sí he o ido narrar a l>on Carlos
y querido Catedrático de Constitucional
que, siendo legislador. Yotó la ley de
cuando una inujer no quiere estar 1nás
'rra \' ieso, nuestro recordado
en la Facultad de Derecho
divorcio por entender que
en su C'asa no hay fuerza
�CARLOS ' ' AZ FERREIRA
ttn concepto altísimo de las beneficiarias, partiéndose de
que se amparará e11 ella sólo en casos ext1·aordinarios. Ese
concepto lo st1stenta Vaz Ferreira en su vida y en s u obra.
"Las mujeres no inve11tan teorías, pero apostolizan mt1y
bien las qt1e inventan los hombres, p or ej emplo, el feminismo". Y ct1ando en la Ló,qica viva , al ejemplificar las
ct1estiones normativas con el divorcio, enumera los i11convenientes ele la solt1ción por él preconizada, sólo se le
ocurre ttno, qt1e la realiclacl ha ptteRto de manifiesto : mariclos qt1e obligan a sus mt1j er es a solicitar el divorcio no
deseado.
Pero tt11a especie de ceguera parcial de etiología feminista le impide ver que la tenclencia femenina a la
monogamia no es tan fuerte ni tan absolt1ta como para
poner sin temor en sus manos arma tan peligrosa. Dejo
la ct1estión abierta de si la mL1j er urt1guajra ha sabiclo co1·responcler a la confia11za e11 ella depositada por el legislador. Son )'ª mt1chos los q11e desearía11 imita1· a aquel
conociclo ele Vaz Fe1~reira qt1e, abandonado inj ustamentc
poi· su cónyttge, fue a peclirle c11entas de su ley y a r eclamar a1gt1na protecció11 legal también para los maridos ...
('oucl 11sió11
Los problemas morales co11stit11ye11 preocupación ba~ica en la. vicla y en la obra vazferreiria11a. Desprovisto
de conviccio11es religiosa~, ha colocado en la cúspide de la
j era1·qt1ía de los valores lo ético. Si no temiera inct1rrir
simt1ltáneamente en \"arios ele los sofismas condenados e11
Lógica 11i11a , diría qt1e puede co11siderarse t111 alto r epr esen tan te clel séptimo tipo moral de Spranger, qL1e éste
exclt1yc deliberacla pero a mi modo ele ver erró11eamente,
de st1 tipología: el q11 e llamaríamos JJOr si metría ''horno
ethicu~", que \ alorizaría por sobre toclo lo moi~a], o, más
adecuadame11te aú11. clel qt1e i10 sé si llamar ''horno integer" qt1e e11 t1n esf tterzo poco pensable pero 1·ealizable
lle\ a de fre11te todos los ideales : estéticos, religiosos, teoréticos, políticos, sociales.
No es s11 preoct1pación domina11te el planteamiento y
la resolt1ció11 de problemas teóricos ; sin perj t1icio de ha1
1
--
hu n1ana ni divina que pueda r eten erla en ella . y eitaha e l dic ho
español :
"Si tu inuj er te pide que t e 1ircs por el halc:ón abajo
Jlf delc a l) ios que sea bajo".
�360
REVISTA HISTÓRICA
cerlo y de hacerlo bien, dedica preferente atención a la
moral práctica y a los problemas de la vida cotidiana.
No encontramos en él un sistema moral que intente
resolver más o menos f orzadamente todos los problemas.
No podríamos encontrarlo ya que, consecuente con las
ideas y distinciones de su Lógica viva, marco obligado de
todo su pensamiento, prefiere pensar por ideas a tener en
cuenta. En el Fermentario del 38 recimenta st1 punto de
vista, mostrando la falla habitual de los sistemas que, salvo en sectores del conocimiento simples y con mucho saber
adquirido -no es por cierto lo habitual en filosofíapractican un relleno artificial y mutilan la realidad.
En Vaz Ferreira la preocupación ética es dominante
y absorbente, e invade dominios a los que habitualmente
permanece ajena : resuelve los problemas sociales sin perjuicio de tener en c11enta las ideologías existentes y antagónicas: individualismo ver·sus socialismo fundamentalmente por ideas directrices éticas: libertad, igualdad, justicia, sin contar la tendencia pobrista, qt1e imantó su vida
y su obra; ella informa dos inicia ti vas que valoriza en
grado sumo y teme no cristalicen nunca, 11na de carácter
pedagógico, otra de ca1·ácter social: los parques escolares
y el reconocimiento del derecho para todo hombre, por el
hecho de ser hombre, y para ser hombre, a tierra de habitación, el derecho para la criatt1ra humana de habitar
en su planeta, sin precio ni permiso. Y moral puede considerarse la idea directriz que aplica para la mejor solución del problema normativo: proteccionismo ve·r sus libre
cambio: el paralogismo en que incurren los países y personas proteccionistas es que, conscientemente o no, aspiran a recibir tratamiento librecambista y a dar proteccionismo y parece subsanable por la aplicación de la máxima
ético-religiosa: hacer a los demás lo que querríamos que
nos hicieran.
Y morales son las pocas ideas direct1"ices que encuentro formuladas -aparte del afi11amiento y superación
nunca terminadas de la propia conciencia moral- para
la resolt1ción de los conflictos éticos: confianza en las
soluciones de libertad y de piedad; coeficiente positivo y
altísimo -casi imponderable- de la verdad y la since1~idad.
�CAPÍTULO
IX
Lo 'religioso e·ti la viclct y eii lct ob1·a
de Cct rlos Va z F e1"'re1·1·a
1
(Controlado y aprobado en su publicación por Vaz
Ferreira)
Difícil me se1·ía i·esolve1-- si es más adecuado hablar
de religión o de irreligión en Vaz Ferreira. Descartaré e]
prime1 término porque nunca logró plasmar sus esperanzas en un dogma positivo, el segundo porque no le inspira
simpatía. Ambos son superados por el que emplea habitt1almente: ''religiosidad'', al qt1e da, por lo demás, un
sentido bien hondo y concreto: es ''el psiqueo vivo que
nos atrae hacia los problemas trascendentales que accionan sobre nosotros desde más allá de la ciencia''. 63
Lo i·eligioso ocupa un lt1gar relevante, aunqt1e inferior al ele lo moral, en su vida y en s t1 obra.
E11 la vida. Como no podía menos de ser, Vaz Fer1·eira realizó en la vida su icleario religioso. Nació y se
educó en un ambiente cristiano. Fue bautizado y confirmado en el catolicismo. Transcurrida la i1iñez, disuelta la
fe inculcada po1" sus mayores, pasó por el inevitable período de i·eacción -común a muchos en su generación de
libres pensadores- contra las que habían sido sus creencias. No volvió a ingresar en religión positiva alguna. Se
casó en 1900, prescindiendo de toda ceremonia l''eligiosa,
hecho insólito en aquella época; nunca bautizó un hijo, ni,
de mi conocimiento, halló motivos bastante fuertes como
para asistir a ceremonia i·eligiosa alguna.
En su reacción contra los dogmatismos positivos,
¿llegó a ser ateo alguna vez'? 811 filósofo favorito, Guyau,
afirma la inexistencia de Dios e incluso la desea, para no
clar un autor i·esponsable a tanto mal; Vaz Ferreira no
lo sigue hasta ahí. Inútil sería rast1·ear en su obra una
manifestación de ateísmo. Tan sólo algt1na anécdota, seguramente intrascendente, y una ''Imitación teológica''
escrita muy en broma en su primera juventud parecerían
suministra1· un p1·incipio de prt1eba al respecto.
1
Carlos Vaz Ferreira: J,¡ecciones .~obre p edagoyla y citestiones
<le enseña nza. 1::i y 2~ Edición Homenaje de la Cámara de R epresentantes. t. XV, págs. 87 y 98 respectivamente
63
�36?
JlEVIRTA HISTÓRICA
Dos palabras sintetizan su posición frente a lo religioso: incertidumbre y duda; desde la época lejana en
que contestó a un niño que le inte1·rogaba sobre si había
Dios, que no sabía, ocasionando el consiguiente t1·aumatismo psíqt1ico en el educa11do, al constatar la no omnisciencia del padre-modelo, hasta ahora, sig·ue considerando
cuestiones abiertas las relativas a Dios y el alma humana.
Pero si aparentemente su posición se mantuvo invariable, hubo t1n movimiento subterráneo, de carácter afectivo, que interfirió con lo intelectt1al. Ya dijo -mejor que
otros- Bergson que la religión surge como un paliativo
del miedo a la muerte. Por mu cho tiempo el concepto vazf erreiriano no f t1e, o sólo en grado mínimo, calentado por
el sentimiento. Pero ... "le coeur a ses raisons que la raison me comprend pas". A partir de cierto momento, concretamente desde la penosa enfermedad en qt1e por dos
veces hizo crisis su constitución melancólica (1929 y
1940), parecían haber surgido en él anhelos nt1evos; y
sin llegar al hambre de inmortalidad unamuniana -que
Vaz Ferreira califica de ingenuidad trascendente- aspiraba a cambiar posibilidades por seguridades; y a medida
que se acercaba el momento definitivo, cuya angustia no
alcanza a paliar ninguna filosofía, se observaba en él un
anhelo creciente de anclar ei1 alguna creencia. Tanto que
sintetizó en 1952, en frase que no habría por cierto suscrito en los albores del siglo, su actitt1rl hacia lo religioso:
"Es un desear creer y no poder creer".
Por un momento pudo pe11sarse que, de producirse
una hipotética conversión, contra la cual no había tomado
las precauciones de Renan, y por la que bregan i11cansablemente desde hace varias décadas personas benemé1·itas
y bien intencionadas, se produjera en el sentido del catolicismo, hacia el cual lo inclinaba el fuerte peso de la
tradición familiar: católica era st1 madre; católica, con
las salvedades que derivan lógicamente de muchas de sus
poesías,º' su hermana María Eugenia y católico el ambiente en que transct1rrieron sus primeros años. u;¡
64 Maria Eugenia Vaz Ferreira: La isla de los cánticos. Montevideo, Impresora Cordón, 1967, ver: "El ataúd flotante", "Historia
póstu111a". "La rin1a vacua", e11 págs. 49, 55, 73.
65 Más adelante, hacia 1956, el peligro pareció conjurado; las
corrientes subterráneas hablan seguido su curso y Vaz Ferreira ancló
definitivan1e11te en su posición de incertidun1hre, que mantuvo sin
deflexiones hasta su muerte, acaecida a 3 de enero de 1958. (Nota
de 1962) .
�('AllJ,OH V A'l.i
I•~JiJ l{ R
liJ l Il1\
En la obra. -
Dispersas a lo largo ele s11 prod ucción
encont1·amos valiosas consideraciones sobr e los problema:
religiosos. Nunca satisfizo el a11helo pedagógico que nos
haría clesear la coordi11ación y t111ificación de su pensamiento al respecto : va sembrando ideas desde 1892 hasta
1957. Fijemos algunos jalones:
1892: Pt1blica pensamientos i;u q11e incluyen 11na conRideració11 sobre un problema conexo: la muerte.
1897: En un trabajo peclag·ógico leído ante el tribu11al de 11n concurso ele filosofía, coloca los mal'·cos de st1
filosofía religiosa.
1908: En el primer F e1·nie11ta1·io, sin perjuicio de interesa11tes consideraciones sobre un tema que es como el
011 us de st1 modo de pe11sar, el escepticismo, l)Ublica con1e11tarios a L' E xpé1·ie11ce 1·éligie1tse, transcripción de anotacio11es a la obra ct1mbre ele James.
1908: En El prccg11zatis11zo, a propósito de este interesante er1·or, hace co11sicle1·aciones sobr e los efectos práctico~ de la religión y el mistici smo.
1908: En ll1o1'cl l para iHtelecfitales formula una crítica a los sistemas morales religiosos, más u11 discutible
pa1·alelo ei1tre catolicismo y protesta11tismo qt1e aparece
además a me11t1do e11 sus i1otas para co11fere11cias y en los
márgenes de "Del se11tirnie11to trágico de la vida e11 los
Jzon1lJres y e 11 los p1teblos".
1909: En la presentación al público mo11tevideano de
Anatole France precisa st1 posición fre11te a lo r eligioso
y st1 enseñanza.
1910: En L ógiccc viva -e11tre otras- algu11as consideraciones sobre la co11ocicla ct1estión de los Cristos en
los hospitales.
1918: En L eccio1les sob 1·e pedagogía y c1lestiorzes de
e11se11ct11 za formt1la observaciones sobr e los problemas religiosos y anexos.
1936: Alg11nas co11sideraciones aisladas en : ¿ Ct1ál es
el signo moral de la inqt1iett1d humana?, conferencia preclominantemente ética, destinada a mostI·ar la grandeza
ele la aventura humana e11 el que actúa sin esperanzas,
sostenido por el quijotismo de la razón.
1938: En el F e1·1n e'11 ta1·io varias co11tribuciones al enfoqt1e del problema ético.
66
Dl'. J>ascal : Las JJri111 eras icleus. " l>ensam ientos". l\Iontevideo.
"El Día", 25 de octubre de 1892. e Articulo firmado por Vaz Ferreira con este seudónimo ).
�364
REVISTA HISTÓRICA
1952: E11 Sob re eiisefía1iza ele la 1rio1·al muestra lo
i·eligioso como uno de los tantos ft1ndamentos de la moralidad.
1952: En Recuerdos de u11 Curso sob1·e pedagogía de
la enseñanza secitndarict, retoma los temas filosóficos y
religiosos tratados en 1914 y 15, i·efrescándolos, remozándolos y poniéndolos al día.
1953: En ese extracto de icleario que se titt1ló, en denominación bie11 vazferreiriana: Sob1·e algunas que creo
verdades, nos da el estado presente de su oscilación frente
a lo i·eligioso, y ratifica posición con relación a la antigua
polémica de los Cristos.
Hay además un interesante material de estudio en
los apt1ntes preparatorios para conferencias, no destinado
a la publicación. Destaco los relativos a la teosofía. G7
Fo1·maciórt espiritual de Vaz Fe1·reira eri lo que dice
1·elación con el tema . 68 Para investigar la formación filosófica de Vaz Ferreira y en particular la de su filosofía
religiosa, son muy de tener en cuenta: a) datos por él
suministrados en la viva comunicación de su cátedra; b)
la lista de libros consignada en Moral para intelectuales
y su complementación.
a) Al iniciar sus conferencias sobre teosofía, nos habla del proceso de su cultura, ya avanzado cuando conoció
las religiones orientales. Describe la formación mental de
su generación (predominantemente filosófico-científica)
y la inmediatamente anterior (histórico-política) como
i·eflejo del pensamie11to europeo. Ambas tt1vieron que optar en forma dilemática entre: a) Religión y fe. b) Ciencia y filosofía. Razón y libre pensamiento. Vaz Ferreira
destaca que en esa elección, uno de los términos, la religión, se mostraba estrechada e inferiorizada (también algo el otro, pero ... ) por lo cual su formación intelectual
tuvo una base incompleta : en primer lugar sólo conocieron
las religiones occidentales (o, si se quiere, las hebraicas) ;
1
67 De las interesantes conferencias dictadas por Vaz Ferreira en
1924 sobre las religiones orientales, quedan sólo apuntes preparatorios, en estilo telegráfico. Felizmente, son analíticos y permiten reconstruir aproximadan1ente el estudio perdido. En estas conferenC'ias anunció otras sobre el 1nismo tenia, que no llegaro11 a realizarse.
y así, de n1i conocin1iento. sólo se ocupó excathedra le la Teosofía
en 1924.
68 Los párrafos relativos a la forn1ación espiritual de la ge11eración de Vaz Ferreira están ton1ados casi textualn1ente de los apuntes preparatorios para las conferencias sobre Teosofía que acaban1os
de citar.
�(JARLOS V ~\Z FffiRilEIRA
•) 6 l)..
·)
en segt111do lugar sólo religiones literales, en forma literal,
literalmente entendida. Conocieron el catolicismo (cristianismo muy "incrustado") ; el protestantismo, algo limpiado de incrustaciones y (muy poco) más libre; siempre
lite1. al: Biblia, Evangelio, entendidos como dicen. Fuera
de eso, conocimientos superficialísimos sobre otras religiones: Mitologías grecorromanas, aderezadas como para
niños: egipcios, hindúes, presentadas como inferiores o
fantásticas.
Todo eso era interpretado por los del otro lado de dos
modos diferentes :
1"') El antiguo, a lo Voltaire, po1·que t1nos querían
clominar y engañaban ;
2'>) Como simple sobrevivencia (más o menos sincera) de errores del pasado.
Vaz Ferreira y mt1chos de Sll ge11eración optaron por
el libre pensamiento y anexos, si11 perjuicio de sentir la
altura del cristianismo.
Hecha la opción de ese lado, se producía una bif urcación. Aparecen las famosas tres escuelaR dominantes en
n t1estro país a fin es del siglo pasado : espirit11alismo, materialismo y positivismo. Vaz Ferreira reacciona, ya en su
trabajo pedagógico de 1897 y más adelante en la cátedra,
contra s11 hegemonía.
En otros países, las prefere11cias fueron por Comte:
así en el Brasil, hay toda vía templos consagrados a la
religión de la ht1manidad, y el lema: ''Orden y Progreso"
st1bsiste en el escudo. E11 el nuestro dominó en forma
omnímoda Spencer. St1 influencia rect1erda en peq11eño la
ejercida por Aristóteles e11 el Medioevo. Aquí tambié11
-según parece- bastaba decir: ''Magíster dixit" para
cerrar toda discusión.
Más tarde apa1"'eció la influencia de Gt1yat1, más honda y d urade1"'a (en Vaz Ferreira) .
Las ideas dominantes entonces (últimas décadas del
siglo XIX) eran: Razón (no fe, no misticismo). Ciencia
(no i .. eligión). Progreso (concebido como necesario). Democ1. acia (sea romántico-idealista : girondinos; sea científico-expe1·imental: Spencer, Stuart lVIill).
Tal fue la formación recibida por la generación de
Vaz Ferreira y la que lo precedió inmediatamente. De ahí
partió n11estro filósofo cuando, abandonando la vía del
seguimiento que lo llevó a escribir su Psicología y su L6r1ica fo1·mal, empezó a pensar por cuenta propia, consti24
�3GG
llEVISTA HISTÓRICA
tuyéndose a la pa1· que una filosofía moral y una filosofía
social, una filosofía religiosa.
Se presenta aquí el delicado problema de las influencias. Quid de la originalidad de la filosofía i·eligiosa en
Vaz Ferreira. Pasteur demostró la imposibilidad de la
generación espontánea en biolog·ía. En filosofía, la prueba
sería difícil, pero tampoco hay creación exnihil.
Tienen probabilidades de ser bien originales los filósofos que investigan p1--oblemas enrarecidos y abstractos,
desengranados de lo real. Pero las interrogantes l""eligiosas: Dios o dioses, muerte, sobrevida, inmortalidad, permanecen invariables a través de los tiempos. Y para buscar un buen ejemplo: cuán pocas cosas podrán encontrarse
qt1e no estén dichas mejor, antes y más claro en la Biblia,
ese gran inspirador de nt1estras civilizaciones hebraicas.
Es cierto que los pensadores libres tienen más amplio
campo qt1e los sistemáticos; pero se encuentran frente a
dudas inmutables que deben resolver combinando razón
y fe: la originalidad está en la dosis y en el modo de
ft1ndarla.
Así como un árbol fructifica y florece, y son propios
sus frutos y sus flores, pero no podría hacerlo sin los alimentos del suelo y el agt1a, así cada pensador estructura
su ecuación personal acerca de las preguntas eternas, en
las que interviene en grado diferente el filosofar anterior.
Supongamos. . . t1na l)ormiga laboriosa y resentida
que se dedicara a rastrear las influencias subyacentes en
la obra cumbre de Unamuno: Del seiztimiento trágico de
lci vida e1l los Jio1nbres !J en los pzleblos. El hecho de precisar influencias de filó8ofos -citados y no citados¿disminuiría acaso la fuerte origi11alidacl y valía del conjunto?
Para terminar esta larga i11 trod ucción, creo que son
aplicables a Vaz Ferreira las palabras con que cierra Emilio Oribe el estt1dio de las inflt1encias que actuaron en
aqt1el otro gran integrante de la generación del 900, José
Enrique Rodó.
''Los que con él convivieron, aquellos en los que se
apoyó para actt1ar, pensar y crear, no nos importan: la
vaguedad de sus nombres i10 nos preocupará lo más mínimo, ni tampoco la partícula de la personalidad del escritor que en alguna forma fue tributaria de lo accidental
y caedizo de tales ft1gacidades". on
69
Emilio Oribe: J,¿a el i1Hi 111 ica clel r e1 bo, l\Iontevideo, In1p. Uruguaya, 1953, pág. 77.
�('AH.I.JOB V 1\'h FJiJ ilTlfiJlHA
•I (' ,..
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) (
Entrando al tema: La clave de los filósofos y obras
influyentes en la concepción i·eligiosa ele Vaz Ferreira,
-aparte de Spencer, ya supe1·ado- me parece sernos
dada por la lista de libros pt1blicada en Moral pa1·a intelect1tales y st1 complementación. Destaco algt1nos :
J ean Marie Gt1yat1 : La i1·1·eligió1l clel po1·ve1iir. Esbozos ele 2tna ?no'ral sin obligr1ció1i ni sanció1z.
William James: La experie1zcia 1·eligiosa.
J ohn Stt1art Mill: Estztd ios sobi·e la religión.
E1·nest Renan: Vida d(! Jesús.
Pese a su heterogeneidad, son todas obras esc1"itas por
pensadores libres, limpios de clog·matismos, amigos de dejar las ct1estiones abiertas, y, a la manera socrática, de
h c1ce1" e11genclrar las almas.
En ct1a11to al grado de inflt1encia. Sería interesante
precisarlo a través del valioso testimonio de las anotaciones margi11ales, ei1 el ejempla1" de la biblioteca particular
clel pensador qt1e 11os oct1pa. Y a primera vista se observa
qt1e los ~t1brayados y a11otaciones de Los p1·i1neros p1·inci71ios son meramente de estudioso y de discípt1lo.
E11 Re11an, la impresión es análoga, si bien, en los
m{lrgenes <le Lct vidct de los apóstoles aparece ya algún
"lo mío". St1rg·e la confrontación de la filosofía religiosa
estt1diacla co11 otra, la de Vaz Fe1·reira, en t1·en de co11stitució11. E11 Stt1art Mill y e11 Guyat1 los "lo mío'' se mt1ltiplican: hay ya cotejo de dos ideologías y de clos ''sentimentologías" integradas. No me referiré al diálogo co11
James, entablado en los márge11es ele L' e:tp érie11ce 1·éligieilse. Fue, aunque amistoso, tan animado y polémico,
que de él surgió una obra que se llama, precisamente:
En las 1~iárg e 1zes de la e:rp erie1tcia (r eligiosa.
Tengo qt1e señalar otra influencia, duradera y proft1nda. Me i·efie1·0 a la de Don Migttel de Unamt1no. Difícil me sería precisarla. Cuando dos pensadores inteligentes y dotados de esa i·ara cualidad que se llama sentido
común, se ponen a ahondar en las cosas del cielo y de la
tie1·ra, y, por las del cielo
como buenos humanistasse i11teresa11 casi exclusivamente en tanto que repercuten
sob1·e la criatura humana: no el hombre pensante, abstracción del filósofo ''de estufa'' -la feliz impertinencia
va por cuenta de Unamuno- sino ''el hombre de carne y
hueso, el que nace, sufre y mt1ere, sobre todo mt1ere ... "
la identidad de la p1·oblemática dificulta soluciones muy
dispares. Unamuno y Vaz Ferreira sostt1vieron una fina
�llEVISTA HISTÓRIC' A
amistad intelectual, manifestada en cartas ;o y artículos
de crítica en que se decían sus verdades. Y, respetando
la altísima jerarquía intelectual de Don Miguel, se ha
podido afirmar influencia recíproca.
En los márgenes de la obra cumbre de Unamuno:
Del sentimiento t'rágico el e la vida en los hoinb res y en
los pueblos se libró otro diálogo polémico de alto vuelo.
Vaz Ferreira tenía ya su deformación profesional : de sus
anotaciones salieron varias elegantes conferencias que no
llegó a publicar. Afirmaba en ellas que esa obra era ''el''
libro 71 de Unamuno, el que da su medida, que tantos no
consiguen cristalizar ... Es fuerte, original, falto de sistema, contradictorio, carente de ponderación (y a veces de
gusto) . Pero, en síntesis: es una gran obra.
Hay otra influencia posible, a la que debo referirme,
para negarla. En los apuntes para las conferencias sobre
Teosofía, ya mencionadas, una vez señalada la vinculación con Guyau, se dice: ''Después vinieron otras cosas
en el pensamiento occidental. De las cuales, de lo nominado, ''lo más importante la filosofía de Bergson''. Si ésta
influyó en Vaz Ferreira (por ejemplo relaciones entre pensamiento y lenguaje, y efecto fijante de este último) no
me parece haber ejercido acción sobre su religiosidad.
Bergson valoriza los medios de conocimiento no racionales: intuición, misticismo. Vaz Ferreira se queda con la
razón, que estima no superada aún, y concede escaso valor probatorio a los procedimientos místicos de conocer,
así como a los ejercicios espirituales especialmente destinados a desarrollarlo: "todo eso es inferior al lado de la
vida misma; inferior a una buena vida de hombre; a una
buena, honda, fuerte, amarga vida de hombre''.
En cuanto a la obra cumbre de Bergson, en que éste,
bajando de las alturas metafísicas, nos da su valiosa opinión sobre los dos problemas que más int eresan, mejor
dicho, que más debieran interesar al hombre, el moral y
el religioso, no fue gustado por Vaz Ferreira, cuya filosofía religiosa estaba por lo demás ya hecha desde largo
tiempo atrás; y a quien solicitara su opinión al respecto,
dio ésta, categórica: "No me obligó a leerla hasta el fin''.
1
Ver : úorrcs }JOn (l en c i a en t re i nanl uno y 1-"az l•~erreira , l \l y 2~
I~ di ci ón Homenaj e de la Cá n1a r a d e R epresenta ntes, vol. XIX.
71 Unamuno en 1\li l i bro, r ea ccionó en ér gica1nente sobre esta
afirmación d e Vaz F erreira. Ve r : Mig uel de Un a muno Obras corn pletas. Barcelona, Verga r a . 1961 t . ' ' III. págs. 585-90. (Nota de
1962 ).
70
�CARI"OS ,,.. AZ FERREIRA
369
Est1"uct1tració11 de s1¿ f'ilosofía 1·eligiosa. - Vaz Ferreira integró tempranamente su cosmovisión con una metafísica de líneas bien definidas : ningún dogmatismo, ni
positivo ni negativo, qt1e intente resolver arbitrariamente
problemas insolubles, sino t1n saber poco ambicioso, humilde, que se conforma con ahondar, hasta donde alcanza
la razón, los problemas que no puede resolver la ciencia.
Mt1chas veces caracterizó y valorizó la metafísica; nunca
ta11 bien como en aqt1ellos párrafos de Fermentario:
''En medio del océano para el cual no tenemos barca
11i velas, la humanidad se ha establecido en la ciencia. La
cie11cia es u11 témpano flotante.
Es sólido, dicen los hombres prácticos, dando con el
pie; y, en efecto, es sólido, y se afirma y se ensancha más
cacla día. Pero por todos st1s lados se enct1entra el agua;
y si se ahonda bien e1t cztalqitie1· parte, se encuentra el
agua; y si se analiza c1talq1lier t'rozo del témpano mismo,
resulta hecho de la misma agua del océano para el cual
no hay barcas ni velas. La cie11cia es metafísica solidificada.
Es sólido, dicen los hombres prácticos, dando con el
pie; y tie11e11 razón. Y también, nada es más útil y meritorio que su obra. Ellos han vt1elto el témpano habitable
y grato. Miden, ar1"eglan, edifican, siembran, cosechan ...
Pero esa morada pe1~dería st1 dignidad, si los que la
habitan no se detuvieran a veces a contemplar el ho1·izonte inabordable, soñando en t1na tierra definitiva; y
hasta si continuamente alguno de ellos, t111 grupo selecto,
como todo lo que se clestina a sacrificios, no se arrojaran
a nado, aunqt1e se sepa de antema110 que hasta ahora ninguno alcanzó la verdad firme y qt1e todos se ahogaron
ii1defectiblemente en el océa110 para el ct1al no se tiene
barca ni 'relas". 7 :!
Vaz Ferreira no la ha constitt1ido bt1scando un ''justo
medio'' entre posiciones ya hechas: en lo religioso, como
en todo, gusta del estudio directo y de las solt1ciones propias; su posición es de incertidumbre y duda; hay conocimi€ntos ciertos y segt1ros; otros problemáticos; no se
clebe forzar la creencia sino g·raduarla; considerar cierto
solo lo cie1~to; probable o posible, lo probable o posible;
cliscernir lo qt1e conocemos bien de Jo que conocemos mal
1·1 y 2:.1 ~dició11 lI01neuaje de la ('á1nara de Representantes.
/1'r 1'111c11fa1io. t. X. págs. 122-12:1 y 1:!7 respectiva1nente.
72
1
�370
REVISTA HISTÓRICA
o ignoramos. Sería erróneo en materia religiosa, dar a
conocimientos imprecisos, apariencias de certidumbre.
En ciencia, todos están de acuerdo en reconocer las
imprecisiones del saber: con más razón debe admitírsele
en metafísica; así como frente a una masa de agua podemos describir adecuadamente lo que ocurre en la superficie, y conocemos cada vez menos bien, o no conocemos,
a medida que ahondamos, así como podemos describir bien
lo que está cerca nuestro, y menos bien lo lejano, y de
ningún modo lo que está tras el horizonte, debemos admitir, sin que ello importe escepticismo, que el conocimiento
relativo a lo religioso es el más incierto de todos. Se puede obtener por la fe, creencia en la revelación por parte
de algunos privilegiados. Vaz Ferreira la desearía pero
no la tiene. En cuanto a la i azón, su guía perpetuo, entiende que no se opone a la existencia de Dios e inmortalidad. Discrepa en eso con Unamuno, pero tampoco puede
suministrar pruebas afirmativas. No lo convencen las llamadas pruebas de la existencia de Dios. ¿A quién convencerán sino a los convencidos? por entender que se basan
meramente en la dificultad de los contrarios para demostrar sus aseveraciones. En cuanto al instinto de inmortalidad -después de fijar al respecto las posiciones platónica y bergsoniana- lo rechaza, por entender que lo que
se toma por tal no es más que deseo de inmortalidad. Como medios de conocimiento, distingue dos:
a) La razón: es la guía permanente de su filosofar;
no la concibe, a la manera del racionalismo, como infalible, absoluta, poderosa; sino como un medio impe1·fecto,
pero no st1perado aún, débil luz qt1e nos guía sobre los
abismos del no saber.
b) Medios de co11ocimiento místicos. Vaz Ferreira i10
ha hecho t1n estudio especial al respecto; pero co11signó,
en su ejemplar de La experiencia 'r eligiosa de W. James,
una serie de observaciones, que nos ilt1stran sobre st1 posición. Aplica al misticismo, hecho religioso, su criterio
general : no forzar la creencia; tratar de tener al respecto, no t1na ignorancia docta, sino una ignorancia since1·a.
Son múltiples sus reacciones. En conjt111to, prima la
tendencia negativa frente al valor del co11ocimiento místico. Basándose principalmente: a) ei1 st1 parentesco con
estados patológicos o de ensoñación; b) ei1 que las visiones se adaptan a las características propias de cada l eligión, se inclina a no ver en él más que u11 espejismo de
conciencias religiosas.
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ARf'"'OS VAZ FERREIJlA
371
La filosofía religiosa vazf errei1~iana -a la que ha
JJermanecido siempre fiel- no es, como la spenceriana,
fija y rígida, idéntica para todos, sino variable, mutable,
cambiante y personal. Difícil resumirla, esquematizarla,
reducirla a fórmulas, someterla, en una palabra, a la deformación pedagógica, porque es t1n estado vivo.
Aparece el leit-motiv de la crítica formulada por enemigos e inclt1so discípulos: escepticismo. A Vaz Ferreira
no le gt1sta el calificativo. En general i10 es partidario de
nomi11ar sin necesidad. Fácilmente suscribiría la afirmació11 f at1stiana: ''le sentiment est tout; le nom n'est qt1e
lJrt1it et fLtmée obscurcissant l'éclat dtt ciel". 7 :l En especial,
lo molesta Rer encasillado ei1 ttn ''ismo" cualquiera, y, de
todos, uno de los que m{ts le incomoda, es precisamente
el escepticismo, por el tinte dt dogmatismo negativo que
ha tomado en el t1so corriente. Y así, aunque ha irisado
de distincio11es el ambigtto término, prefiere que no se
lo apliquen.
Y sin embargo, como mLty bie11 obseJ·va U11amuno 71
co11vie11e atenerse al recto y pI·imitivo sig11ificado de la
palabra; y éste es bie11 atraye11te: e~'céptico viene, por ii1termeclio del latín ''sceptict1s", de t111 vocablo griego que
significa: h[tbil o inclinado a contemplar, reflexionar,
meditar, derivado a stt vez de Ltn verlJo que significa:
escudriñar. Y así escéptico sería el contemplador, el medi tado1·, el escudriñador, y Vaz Ferreira es todo eso y
le gusta serlo.
Ese otro gra11 b11scador qt1e e llamara en vida Soren
Kierkegaard adhiriendo a la afirmación de Lessing dice
qtte si Dios le ofreciera en su mano derecha la verdad, y
en la izqt1ierda el esfuerzo i11cesante y penoso por lograrla,
se qt1edaría co11 la izqt1ierd<t. Vaz Ferreira 110 ha leído a
Kierkegaa1·cl, pero es bt1e11 co11oceclor ele Unamuno; m(1ltiples )7 categ·óricos stibrayados positivos señalan su adhesión a los hermosísimos p{trraf os en Qtte el pensador vasco
expresa su deseo. . . de 110 ver totalmente logrados sus
anhelos ...
''Y , s111
. em bargo ...
Si, a pesar de todo, lé1 tragedia culmi11a aquí.
Y el alma, mi alma al menos, anhela otra cosa, i10
absorció11, no qt1ietud, no paz. no apagamiento, sino eter7;~
Goethe. F'aust. París. J,a Ilenais sance du li,·re, 1920, vol. 1,
púg. 222.
74 l\Jiguel de Unan1uno: 1;11 s ayo s . "~li religión'', Madrid, Aguilar. 191fl. vol. JI. págs. :36ñ-371 .
�372
REVISTA HISTÓRICA
no acercarse sin llegar nunca, inacabable anhelo, eterna
esperanza que eternamente se renueva sin acaba1·se del
todo nunca. Y con ello un eterno carecer de algo y un
eterno dolor. Un dolor, una pena, gracias a la cual se crece
sin cesar en conciencia y en anhelo. No pongáis a la puerta de la gloria, como a la del infierno puso el Dante, el
''Lasciate ogni speranza''. ¡No matéis el tiempo! Es nuestra vida, una esperanza que se está convirtiendo sin cesar
en recuerdo, que engendra a su vez a la esperanza. ¡Dejadnos vivir! La eternidad, como un eterno presente, sin
recuerdo y sin esperanza, es la muerte. Así son las ideas,
pero así no viven los hombres. Así son las ideas en el
Dios-Idea, pero no pueden vivir así los hombres en el
Dios-Vivo, en el Dios-Hombre.
Un eterno Purgatorio, pues, más que una gloria: una
ascención eterna. Si desaparece todo dolor, por puro y espiritualizado que lo supongamos, toda ansia, ¿qué hace
vivir a los bienaventurados? Si no sufren allí por Dios,
¿cómo le aman? Y si aun allí, en la gloria, viendo a Dios
poco a poco y cada vez más de cerca, sin llegar a Ellos del
todo nunca, no les queda siempre un poco de incertidumbre, ¿cómo no se aduermen?
O en resolución, si allí no queda algo de la tragedia
íntima del alma, ¿qué vida es esa? ¿Hay acaso goce mayor
que acordarse de la miseria -Y acordarse de ella es sentirla- en el tiempo de la felicidad? ¿No añora la cárcel
quien se libertó de ella? ¿No echan de menos aquellos sus
anhelos de libertad?". j ;)
Y así quedamos en que Vaz Ferreira es, como Kierkegaard, como Unamuno, dicho sea ei1 honor de los tres,
escéptico.
Actitzld de l ' az Fe1·reira fr e1zte a Cristo . ..
Y lo qit e ele él sa lió
Vaz Ferreira !' C1"isto. Cuenta11 que una vez Ma1·ía
Eugenia le comunicó a su hermano Carlos que no pensaba asistir por un tiempo a sus conferencias, po1·que le
habían dicho que estaba hablando mal de C1.. isto, a lo que
contestó rápidamente el Maestro: "Bien de Cristo; mal
75 l\1igue1 de Una1nuno:
la vida", t. II, págs . 389-399.
En .~·a y os.
' 'D el sentin1iento trágico d e
�CAR LOS V AZ FERREIRA
373
de lo que de él salió''. No respondo de la aute11ticidad de
la anécdota, pero merecería ser cierta. Vaz Ferreira, a
lo largo de st1 obra, establece una rlistinción tajante entre
Cristo y las religiones positivas qt1e en ocasiones en difícil
entroncamiento derivan de él: catolicismo y protestantismo. Veamos brevemente.
En cuanto al orige11 del ft1ndador, si es o no hijo de
Dios, si recibió o no inspiración divina, se inclina provisoriamente, sin perjuicio ele dejar la cuestión abierta, a
considerarlo -a la manera de Renan- como hombre. Se
excusa poi· ello: muestra que si los hombres se ht1bieran
conformado con la moral y la religión existentes -poi·
ejemplo en tiempo de los griegos-, éstas no hubieran sido
Ruperadas. Análoga tarea de crítica, previa a la de supe1·ación, debe hacerse con el cristianismo.
Ei1tre lo mt1cho positivo qL1e Vaz Ferreira asigna a
Cristo, está el ser un ''fracasado'', en un sentido especial,
qtte me apresuro a precisar. ''Habría dos clases de fracasados: los comunes, por inferioridad o insuficiencia. Los
po1· superioridad, por buscar más, querer más, sentir más,
desear más, aspirar a más, etc., etc., )' Re diría de más. En
ese caso, el llorrzb ·re parece fracasado, )', e11 cierto sentido,
lo es. Y la obra pt1ede parecerlo, at1nqt1e trit1nfe después."
Vaz Ferreira ejemplifica con Beethoven, nuestro Artigas. Destaca también el caso ele Jesús:
''Un teórico fracasado por superioridad: Era t111 teórico: qt1ería demasiada caridad, demasiado amor, demasiada f1·aternidad. Y no tra11saba ni esperaba: ya, ya
venía El Reino. . . y lo persiguiero11, y lo conclenaron, y
atormentaron. El éxito (no se puede negar que tt1vo éxito), vino clesp11és y no para é1." 711
Algo conexo con lo ante1·io1·: Vaz 1.1, erreira valoriza
e11 Cristo lo que lo muestra como ve11cido. Recuerda, si11
simpatía, las almas serenas, dt1ras, segt1ras (Almafuerte).
Con los "como pernos" como ''pesas controlarias'', no
simpatiza Vaz Ferreira, no puede simpatizar el defensor
de 1a moral conflictt1al, e11 perpetua ta1·ea de equilibrar y
regt1lar ideales dispa1·es. No los desvaloriza para ensalzar
a stts con ti·arios en la poesía de Almaf uerte, los inferiores, los que caen: Verlaine, otro hombre de grande hombre, vaso infame de dolo1·, débil e impttro, sino que opone
a los ''básicos puntales'', otra clase de almas superiores:
\'er espccial111ente: f..1 iet zscll e, 2~.1 ffidición Hon1enaje de la
c;.t1na1·n de Representantes, t. XX. págs. 191-261 .
76
�374
REVISTA HISTÓRICA
el ejemplo más alto : Cristo. ''Supongamos que nunca hubiera tenido angustias, nunca dudas, que no hubiera desesperado, que no hubiera sudado sangre, y llorado, qt1e
no hubiera dicho ''Eloi, Eloi, ¿lama sabachtani ?''.
"Sería más perfecto -concluye Vaz Ferreira- y nosotros lo amaríamos menos : que digo nosotros. Los mismos que lo creen Dios lo amaría11 menos ... ".
Hasta aquí, la crítica positiva. Pero hay también un
enjuiciamiento del hombre-dios desde el punto de vista
favorito de nuestro f ilósofo : el moral. Como vimos, considera representante máximo de la humanidad al individuo
que en un esfuerzo tenso y heroico, lleva de frente todos
los ideales : éticos, estéticos, religiosos, sociales, etc. Con
este temible cartabón va a juzgar a Cristo.
Lo considera un altísimo ejemplar del hombre antiguo, que actuaba con pocos ideales. Y a sabemos que Vaz
Ferreira es humanista. Admite a los monocordes, siempre
que no se lo obligue a serlo. Pero, en lo moral al menos,
prefiere al hombre integral, q11e lleva de frente todos los
ideales, con los consiguientes conflictos éticos, y la angt1stia, y el i~emordimiento: "Cristos oscuros, sin corona
ni sacrificio". Por eso considera que Jesús, tal como se
nos reve!a a través del relato vivo ele los Evangelios, es
superado por m11chos moclernos, qt1e, sin llegar a su altura
en caridad Y' amor, han sabido valorar ideales que él dejó
ft1era de su reino ...
Hay 11n lugar com(111 e11 la literatt1ra: st1poner que
Jesús vuel\Te a la tierra y fa11tasear sobre lo qt1e harían
los hombres a base de crucifixio11es más complejas y refinadas. Vaz Ferreira introdt1ce una variante de interés.
¿Qué haría Cristo. qué tendría c1t1e hacer Cristo para segt1i1· sie11do el primero ei1 nuestro n1undo moderno? E11
primer lugar conservar sus altas virtudes de amor y caridad. Pero tendría qt1e agregar ,·arias cosag qt1e Vaz
Ferreira enumera implacablemente: la j t1sticia, el trabajo, la familia, los afectos ii1divid u al es, la cie11cia, la i~azó11,
las patrias, hasta el pla11eta. Y st1rgirían así los conflictos,
la angt1stia, q11e sólo se evita11 mecliante una restricción
de los ideales.
Vaz Fe1·1·eira y lo <111 ° d e G..,risto salió: catolicisnzo y
protesto1ttisJno. - En ct1anto a los dos "ismos'' antagónicos surgidos de Cristo, Vaz Ferreira, si11 perjuicio de
abarcarlos e11 la crítica general a las reljg·iones positivas
(rebajamiento de la relig·iosiclad, frt1tos predominantemente perniciosos, adaple:1ció11 a las gt1e1~ras, clesact1erdo
�37 5
C1ARLOR '' AZ FERREIR1\
co11 la cie11cié1, etc.) los enj t1icia en eRperial. Parcialme11te
de acuerclo con Nietzsche, establece t1na clistinción tajante
entre Cristo y las qt1e se llaman a sí mismas i·eligiones
cristianas.
Y si, acallando st1 admiración y st1 amor, formt1la al
ft1ndaclor serios reparos, 110 por los ideales suste11tadod
sino por el 11úmero y la ei1ticlacl <le los relegados, mt1cho
más serias so11 st1s crítictlS a los "ismos'' en qt1e involt1cionó la cloctri11a.
R.epeticlas veces, a lo largo de st1s notas preparatorias para conferencias, figura t1n ct1adrito esquemático
que es, co11 leves variantes, el sigt1iente:
Cristo
Iglesia
anti-iglesias y a11ti-clero
pobrista (rico y cable)
anti f órmt1las
ml1jerista y más o menos
amo1· librista (poi· lo me11os para perdonar)
libre ¡Je11sé1dor y libre senticlor
igualdad
Iglesia, la más jerárquica
y cerracla-riqt1ista.
ferozmente clogmática y
formalista
JJaz
a mor, i11 cl ttlge11cia,
clacl, fraterniclad
dureza feroz sobre eso
i10 libertacl
clesigt1aldacl
gt1erra
•
car1clt1reza, seqt1edad de alma
"Se nos ofrece tina antítesis ma rcacla e11tre el f t111daclor J~ las religio11es de1·ivadas: la te11cle11cia ele Jesús er<l
contraria a la iglesia, al s<1cerclocio, y Ht1rgió ele ahí la
igleRia m{t,s organizade:1 ; era co11trario él loR dogmas ~·
cle11tro del cristianismo se fuero11 como enclt1reciendo, como enqt1ista11do cacla vez más los dog·mas más cerraclos,
la te11clencia ele J es(1s era pobrista y la iglesia -pare:1
emplear estaH palabra~ más sintéticas- se hizo riquista.
Y era lél te11cle11cia de J es(1s también m t1j erista. Suprimo
lé1s palalJras que como socialista y feminista podría11 dar
u11 carácter clemasiado pedantesco a nuestra disertación
-m t1j eriste:t ~r más o menos amor libristGt, por lo me11os
para perdon<1r: los tres focos más i11te11sos clel Evang·elio
ilt1mi11an los tres episodios de la samaritana, de MarÍél
l\1agclale11a )r de la mt1jer adúltera. La Iglesia que salió
de J e~(1~ cristalizó también en ese pt111to t111a moral de
rigidez, ele dureza. qt1e no es del caso juzgar en este
mome11to- 11ag·o notar (111icamente la antítesis. Y el Cris-
�REVISTA HISTÓRICA
376
tianismo de Cristo, era religió11 de paz, de paz en lo político por lo menos, y de él salió una religión que es, como
todas, adaptada a la psicología y a la sociología de la
guerra''. 77
Posicióri f1·ente al ji1daís1no. - Entre las religiones
hebraicas, las que considera vivas, en el sentido de Jesús y
del mismo Vaz Ferreira, son dos y sólo dos: catolicismo
y protestantismo.
¿Y el judaísmo? Repetidas veces exteriorizó simpatía por la religión y sus adeptos. Circulaban anécdotas
al respecto. Así, como alguien quisiera hacerle compartir
su odio a los hebreos, contestó que no podía hacerlo, porque de los dos que conocía, uno era Mauricio Nireinstein,
su mejor amigo; el otro, Einstein.
Y para refutar las conclusiones pesimistas de Spengler en la obra : Decadencia de Occidente acerca de la
extinción próxima e inevitable de nuestra civilización y
su imposibilidad de florecer en este momento en altos
ingenios, gustaba de citar a los dos grandes judíos de
nuestro tiempo: Bergson y nuevamente, Einstein.
Pero no nos dejemos sugestionar: esa simpatía no
es más que una de las tantas manifestaciones, hacia una
raza y una religión vilipendiadas, vejadas y escarnecidas,
de su tendencia "pobrista'' en un sentido amplísimo del
término. Si los judíos mandaran ya se encargaría Vaz
Ferreira de encontrar las fallas de su ideología.
Posición de Vaz Fe1·1·ei1·a frerite a la teosofía y en
ge1te1·al, las 'religiones orie11tales. - Durante su formación
espi1~itual, Vaz Ferreira y su generación trabaron conocimiento casi exclusivamente con las religio11es hebraicas
que, como vimos, no lo satisficieron plenamente. De ahí
partieron los que deseaban superar su preparación universitaria; Vaz Ferreira, entre ellos, se hizo un buen conocedor y crítico de religiones orientales: las estudió en
plena madu1~ez -tercera década de este siglo- con su
filosofía religiosa ya hecha. Y así, aunqt1e en conjunto
Aquí seguía, en la for1nulación de 1954, u u estudio con1parado de la posición de ' 'az Ferreira frente al catolicis1110 y el protestantisn10 y un paralelo entre an1bas religio11es extraído principal1nente de inéditos y anotaciones marginales. Vaz Ferreira, en la
crítica escrita que ine entregó del trabajo - tan1 bién verbalmenteincluyó la siguiente observación: "No sé si pensé así ni si esto debe
estar" por lo cual he resuelto s upri1nir l os párrafos c\1estionados.
1 Nota de 1962).
77
�:~
77
lo co11forma1'on más qi1e las occidentales, ni por un momento pudo pensa1·se en una conversión; agregó una más
a st1 haz de posibilidades.
Allá en 1924, Vaz Ferreira dictó en su cátedra una
serie de conferencias sobre las religiones orientales, ya
prologada el año anterior. El título es bien sincero: ''Introd t1cción a fu turas (posibles) co11f erencias sobre Teosofía''. Teniendo en cuenta su escasa difusión -no fueron
publicadas, ni pueden serlo, ya que no fueron taquigrafiadas: se conservan sólo apuntes p1·eparatorios, eso sí
bastante detallados- c1'eemos oportt1no 11n resumen que
clestaque las ideas básicas.
El ensayo abarca -en un método familiar al filósofo
en estudio-: a) una exposición; b) una crítica; c) una
sí11tesis. Veamos brevemente.
Estas religiones verifican un cambio de escala en el
espacio y en el tiempo: hay prolongaciones extraterrestres, para atrás y para adelante; galaxias, rr1iles de años
lt1z; act1erdo con la moderna astronomía.
ConRidera11 al pasado poseeclor de la sabiduría; al
presente, en descenso. La ciencia auténtica, para atrás:
la moderna no es más que un 1·esto degen~rado del antiguo
saber total. Aún hoy, alg11noR iniciados pueden, merced
<l un ent1·enamiento especial y ejercicios espirituales adect1ados, Ilegal'' a poseer la sabiduría. Para el saber de lo
religioso, poco nos sirve la razón; los orientales prefieren
otros medios de conocimiento: intuición o vivencia, medios no lógicos, mágicos, analógicos, vagos, verbales, de
carácter místico o misticoide.
Las almas de los muertos, después de una serie de
transmigraciones, llegan todas al Nirvana.
Aba1·can una filosofía práctica complementaria: moral, higiene, filosofía social, etc.
El acercamiento a esas l'elig·iones ofrece dificultades
para todo occidental: Ya Unamuno destaca la oposición
entre los modos de pensamiento occidentales, a base de
racionalidad, claridad, precisión y los orientales, a base
de intuición, oscuridad, misterio.
A esto se agrega la superabunda11cia de libros, de
valo1" desigual, la imposibilidad de leer en los idiomas
01·iginales, o de cotejar traducciones, la infinidad de sectas y dogmas, que creen ser todas depositarias de la verdad. En Vaz Ferreira se agudiza la dificultad del acercamiento, porque es un amístico; sólo capta los modos racionales de pensamiento; le ct1esta la penetración en los
�378
REVISTA HISTÓRICA
modos analóg·icos o mágicoR, que califica de falacias verboideológicas.
Superadas -hasta donde ello es posible- las dificultades, confronta aquellas ideologías y ''sentimentologías''
(el neologismo le pertenece) con su filosofía i·eligiosa y
entiende que incluyen tendencias que su psicología acoge
bien, y algunas especialmente bien.
Entre ellas señala e11 primer término el ensanchamiento, y en segundo, el mejoramiento de la religión.
Las creencias se ensanchan; hay nt1evas y diferentes
posibilidades de sobrevida; la cosmovisión oriental está
más de acuerdo con la moderna astronomía que la occidental, antropo y geocént1"ica. A ella parece referirse el
filósofo en estudio cuando dice, en ese extracto de ideario
que son sus conferencias, denomi11adas bien vazferreirianamente: ''Sobre algunas que creo verdades'' lo siguiente:
''Sobre religiones.
No sólo el alma humana pediría alguna, sino qt1e
hasta ha)r ciencias que parecerían pedir alguna, notablemente la biología, porque las teorías propuestas para explicar las transformaciones y las estructuras, a pesar de
sus bases racionales y expe1·imentales, no obtienen completo éxito en la explicación de tantos hechos y detalles ...
En cambio otra ciencia, la astronomía, t iende a desautorizar las religiones existentes: De éstas, la que conocemos más, no estaba en sus principios, ni siquiera en escala
con la tierra, y la humanidad, para armonizar razón y
esperanza,
.
,, necesitaría t1na religión en escala con las gal ax1as. . . .
La religión se mejora, la moral es más alta. En la
sobrevida hay muchos actos y desenlaces felices, en oposición -dice Vaz Ferreira- al drama conciso y fuerte
de los cristianos, con t1n solo acto, y donde alg11nos personajes acaban mal. Acabar mal. . . surge la Gehena, el
lloro, el crujir de dientes, el infier110 cristiano católico.
Vaz Ferreira lo niega. Con Guyau, con Unamuno, en l"ealidad con cualquier persona sensata y dotada de un poco
de sentido común, rechaza el anticuado fantasma: se niega
a incorporarlo a sus posibilidades. Es que la noción de
castigos ''ad perpetuitaten'', como la del pecado original
-sobre la cual me hubiera interesado conocer la opinión
de Vaz Ferreira- corresponde al viejo concepto de derecho penal, vigente en la época de fabulación del cristiano
catolicismo, y resultan ambas anacronismo pesado en esta
�:~
7 !J
época de proporcio11alidad entre la pena y el delito, o inclividt1alización de la pena. También las religiones deberían modernizarse. . . Claro que es peligroso: dicen que
ciertas momias se conservan incólt1mes durante mile11ios ... en st1s sarcófagos; el menor soplo de aire las pulveriza : Si tina momia pe11sara, nada temei-·ía más que la
ligera brisa que pt1ede aniquilarla ...
Otra ventaja -de carácter ético- a favor de las
religjones orientales, es q11e acabanclo al fin todo bien para
todos, no se presenta en forma aguda, como en las relig·iones hebraicas, el problema del mal, con la responsabilidad, at1nque sea a dos grados, del St1premo Creador. Y
Ri difícil resulta para nuestros teólogos, la explicación clel
mal en esta tierra, más difícil es j11stificarlo en el otro
mt1ndo, creado por la vol11ntacl omnímoda de ttn creador,
en la teoría infi11itamente bue110, sin los descargos derivaclos del mal 11so ele s11 libertad hecho por las criaturas
terrenas.
Pido perdón por la digresió11 y v11elvo al tema. Vaz
J.,erreira valo1~izó e11 grado s umo la moral oriental, a base
de la incidentalidad ele la tierra, y la abt1ndancia de poHibilidades, y el arreglo fi11al, prefirié11dolo a la cristiana,
a base de este planeta sólo y 1111a sola vez.
Ahora, al co11frontar estas religiones con s11 religiosidad, aparece11 aspectos qt1e le\ra11tan resistencia en n11estro pensador.
A) Por la filosofía religiosa q11e profesa.
B) Por s11 temperamento.
Por s11 filosofía l elig·iosa : Vaz FerreiI·a la hizo a
}Jase de ignorancia, sentimiento i .. eligioso mantenido vivo.
Entendía que, "no cI·eer saber'' mejo1.. a la acción. Además,
no había abandonado las ideas qL1e presidiero11 s u formación espiritual : Ciencia, Razó11, Progreso, Democracia.
Su evolución había consistido ei1 sentirlas -o ponerlasen plano más hondo, dep11rarlas y se11tirlas mejor. Esas
religiones so11 a base de saber, o cree1.. saber lo religioso.
Y ei1 cuanto a las ideas directrices vazferreirianas,
la ciencia i10 es en esas religiones orie11tales bien se11tida
ni justipreciada ; más bie11 hay cierto menosp1·ecio poi~ ella
en 11ombre del saber religioso; la razón es disminuida o
postergada en nombre ele otros moclos de conocimiento
considerados s11periores; el progreso : la Teosofía lo i .. espeta, agrandá11dolo; la Democracia: no eng·rana con las
castas. la desigualdad.
1
•
�380
REVISTA HISTÓRICA
Por su temperamento: Hay dos cosas -afirma Vaz
Ferreira- en que esas religiones van contra lo más central suyo: una contra su temperamento intelectual, otra
contra su temperamento afectivo. En tal forma que dan
en el centro mismo de cada uno:
19 ) Su lógica -que es él mismo (su yo intelectual)
y qt1e tiende a condenar precisamente esos modos de pensar, mágicos, analógicos, vagos, verbales, como verbo-ideológicos. Tienden a dar importancia a las palabras, mientras que Vaz Ferreira intenta librarse de lo ve1·bal.
29) Su temperamento afectivo y moral, que es a base
de personas, de afectos, i·eales, concretos, de amor a personas, a los seres queridos de su familia y su amistad, y
a los hombres buenos, concretos y a la humanidad concreta, hecha de seres individuales. Pa1·a Vaz Ferreira lo
más hondo son los afectos individuales, y esas religiones
tienden a disminuirlo, en esta vida, porque eso sería ilusorio y engañoso, Karma. . . y en la otra, porque la ascensión es despersonalizante. Ahora bien: Vaz Fe1·reira
podía comprender eso con la inteligencia; y aunque pudiera ser superior a lo suyo. Aunque no lo fu era, que resultare la verdad. No querría engañarse a sí mismo, (sinceros
hasta con nuestras esperanzas), pero no podía sentirlo,
para su temperamento: "sin la inmortalidad personal, con
la de los seres queridos, todo lo siente como trágico, estúpido, e inútil".
En resumen: bienvenidas esas posibilidades de sobrevida y esa interpretación de religión.
Pe1·0 como posibilidades, no como dogma. Esto es
esencial. Agrega esas posibilidades a las que ya entreveía
dentro de st1 filosofía religiosa. Sigue en lo de antes, pero
con nuevas posibilidades, que lo suyo se asimiló. Y sigue
sintiendo su filosofía religiosa como superior: la llama,
el sentimiento i·eligioso fue haciendo productos y formas
y los va recogiendo y los guarda; pero lo mejor es guardar
la llama.
Algil?las conexiones
a) Religiosidad y religiones positivas. - En general
la religiosidad llamea en los fundadores y primeros seguidores (el ejemplo más alto: Cristo). Pero a medida
que nos alejamos, en el espacio y en el tiempo, de los
grandes iniciados, todo eso se va enfriando y cristalizan-
�<~ ARLOS
V AZ FERREIRA
do en dogmas, ritos, ceremonias, formas huecas desprovistas de sentido, que vt1lneran el espíritu por conservar la
letra o la desfiguran también. Y así, no resulta paradoja
la afirmación de Vaz Ferreira: las religiones positivas
tiende11 a hacer desaparecer la religiosidad.
b) Religio1zes positivas ?J gzte'r1~a. - Vaz Ferreira
considera una inferioridad de casi todas las religiones positivas -no de la religiosidad- el hecho de st1 adaptación
a la g·uerra. La psicología es afín : hay organización, jerarquía, orden, sometimie11to de individt1os, confianza en
la protecció11 y tendencia al dominio.
Cuestión conexa es la vinc11lación ei1tre i~eligi611 positiva y mando. Las religiones conservan algo de la espiritt1alidad primitiva ya entre el e 1i c1~oute1ne rit de los dogmas: no toda la llama se ha cenizado. Cuando manda11
(como los partidos, como las personas ) , priman los elementos regresivos; Ct..lando carecen de impe'rium, sobre
todo si act(1an en un régimen de libertad, el rescoldo de
espiritualiclad yacente entre las cenizas, se reanima.
Religió1z (o 1·eligiosidctd) y a'r te. -
En 1935, en
conferencias complementarias a las dadas sobre : ''El autor, el crítico y el sentidor", Vaz Ferreira estudió diversas
causas qt1e pueden disminuir artificialmente el goce artístico. Entre ellas enumera la regida por una falsa oposición entre el arte libre (arte por el arte) , y arte subordinado a algo (religión, patriotismo). Y entiende que lo
mejor es la coexistencia de ambos . No simpatiza con el
hecho de que los creadores se propongan expresamente
hacer arte con fines religiosos, o sociales, o morales. Pero
sí con el de que sientan los ideales religiosos u otros, que
les calientan el alma y los libran de la insensibilidad del
pt1ro esteta.
e)
d) R eligio1zes, 1·eligiosidad y de recJio. - Conocido es
el concepto vazf erreiriano del derecho. Rechaza para éste,
como para la moral, la fundamentación enraizada en el
cielo: no hay derecho de origen di vino, como no hay moral
de origen divino (por lo demás, esta posición ha sido
abanclonada actualmente aun por los mismos juristas embarcados en religiones positivas).
¿Quedará excluido lo religioso en los basamentos del
derecho? No: en forma de religiosidad será uno de los
tantos motivos que tendremos para respetar la norma
j t1rídica.
1
25
�•l
v
s •)-
IlEVISTA HIRTÓRI<'.-\
e) Religiories, 'teligios1'dad 11 11ioral. - La moral se
refiere a los hechos, sentin1ientos y· pensamientos qt1e tie11e11 que ver con el bien y el mal.
Precisados ya los conceptos de religiosidad y I'eligión,
las conexiones surgen espontáneamente dentro de la ideología vazferreiriana. Rechaza la fundamentación religiosa
ele la ética que preconiza11 los "ismos": para el budista, o
el mahometano, o el cristiano, bueno es lo que ordenan
respectivamente Buda, o Mahoma, o Cristo. Y en el conflicto posible entre moJ·al y religió11, prima en forma absoluta la segunda. Vaz Ferreira , por el contrario, coloca
e11 la cúspide <le su jerarquía, los valores éticos. Son débiles st1s posibilidades I"eligiosas ) fortísimas sus convicciones morales. Acostumbra aplicar sus normas a los mismos
dioses, no perdiendo la esperanza de mejorarlos. Sin querer, se me vienen los versos de aqt1el otro enjuiciador de
seres trascendentes que se llamara e11 vida don Mig·uel ele
Unamt1no (otros dicen San Miguel ele Gredas) :
1
Agranda la puerta, Padre,
porque no puedo pasar;
la hiciste para los 11iños,
yo he crecido a mi pesar.
Si no me agrandas la pt1erta
achícame por piedacl,
vuélveme a la edad benclita
e11 qt1e ,, ivir es soñar. ¡s
La religiosidad de Vaz Ferreira est{t impreg·11ada de
moraliclad. Muy indulgente -algu11os opinan qt1e clemasiado- para con sus semejantes: st1ya es la frase: "Yo
no soy Dios para j t1zgar a los hombr es'', e11j t1icia, no
siempre con benevolencia, a los que t ie11e t1na marcada
tendencia a considerar hecht1ras huma11as : los (1nicos bien
logrados: Cristo, Buda, se hicieron a base de hombres,
tanto qt1e cabe una duda bien legítima. Hay también u11
pensamiento salido muy ele adentro y bien heterodoxo relativo a la deseable co11versión ele Dios. ;n
7~
En Herná11 Benftez: ¡;¡ rl1u111a rel1<11oso <le•
versidad de Buenos Aires, 1949, pág. 193.
l ' 11a>111t110,
Un i·
79 El pensa111ienlo es éste: La 111 o<lct ele las e un vers io11 es: ").u te
tanto dolor de la humanidad, tanta aspiración y tanto ejen1plo.
efectiva111ente Dios debería de acabar por conYertirse. ( Xo quiero
que esto sea n1fo tJe ro n1e sali ó)".
�C'AJ{l..108 \ "AZ
Fl~ lll{J~ Il l.1\
•'')s•).
)
)' hay sobre todo Llna valoració11 ética de la posición
~ustentada frente a la existencia ele Dios o dioses, af irmando qt1e la actitt1d de duda e incertidumbre debe ser
legitimada aun por los mismos seres s11periores -si existen- y si no lo fuera, concluye Vaz Ferreira en un a1·ran<1 ue ele orgullo ético, yo no compro posibilidades trascende11tes a ese precio; la be11evolenciH. para abajo y la severidad pa1·a arriba, legítimamente trasce11dentalizadas por
qt1ien considera más alto el criterio moral, instrumento
frágil e imperfecto, pero qL1e no ha podido st1perarse aú11.
�CAPÍTULO
X
Lo estético en la vida de
Carlos Vaz F er1·eira 80
Quisiéramos revivir -en base a recuerdos personales- el lugar que asignó nuestro padre en su vida a la
belleza. Anticipamos nuestra conclusión: fue un lugar
marginal, lateral pero privilegiado: nunca permitió que
la contemplación de la hermosura le restara el tiempo necesario para la meditación y / o la acción: nunca tampoco
secundarizó ni menos eliminó los goces estéticos. La belleza
se manifiesta en la naturaleza y en el arte: veamos en
qué grado y en qué forma los gustaba el fino sentidor que
había en Vaz Ferreira.
En cuanto a la naturaleza: la apreciaba en sus formas más sencillas y accesibles; no sentía la necesidad de
recorrer tierras lejanas para admirar bellezas naturales
exóticas; se conformaba con las del que consideraba casi
el mejor entre los países del mundo: el Uruguay y, dentro
de éste, si bien a veces iba al campo o a alguna playa no
muy lejana, consideraba que la ciudad de Montevideo era
la mejor del mundo y, dentro de ella, st1 vieja quinta de
Atahualpa.
Esta quinta -la Quinta, como la llamamos los que
tuvimos la dicha de vivir en ella por largos años- en lo
material es de poca extensión: algo así como un cuarto
de manzana; en lo espiritual ocupa un lugar importante en
la vida del Maestro. La alquiló a fines del siglo pasado.
Un único recibo conservado en su archivo particular, da
fe de que pagaba $ 20 de alquiler. Se instaló en ella cuando se casó. En ella nacieron casi todos sus hijos; ahí
habitó hasta su muerte. A principios de siglo era muy
habitual para los montevideanos vivir en las afueras de
la ciudad. Después vino la moda de las playas. Vaz Ferreira nunca tuvo muy en cuenta la moda. Siguió viviendo
tranquilamente en su quinta.
80 Tratamos lo estético en la vida de i1uestro padre. Dificultades insalvables en la intelección de Sobre la ¡1ercepción 11iétrica,
base de su estética, nos imposibilitan l a penetración en l a obra.
(Nota de 1979 ).
�CARLOS V AZ FERREIRA
385
Los á rboles. - Cuando entró a vivir en ella, estaba
ya arbolada. Vaz Ferreira respetó todos los árboles existentes y fue agregando otros. Había -hay en 1979- cipreses, papiros, azafrán, eucaliptus, magnolia, ligustros,
etc. Además de los plantados por la mano del hombre estaban los que st1rgían por la gracia ... íbamos a decir de
Dios, pel''O decimos, en homenaje al filósofo de la duda,
ele la naturaleza. Todos crecían juntos y entreverados y
por ellos trepaban como podían, en busca de aire y sol,
hiedras y enredaderas. No sabemos qué impresión haría
el co11junto a los amantes de los jardines ingleses, pero a
11osotros 11os resultaba maravilloso. Vaz Ferreira quería
st1 quinta así: salvaje y desa1·reglada. Se paseaba por ella
o, sentado, contemplaba.
En cierta ocasión un municipio incomprensivo dio un
golpe de mano repentino; en virtud de no sabemos qué
ordenanza o reglamento, intimó a Vaz Ferreira para que
sustituyera el viejo cerco de hierro ennegrecido por el
tiempo y enteramente recubierto de trepadoras por una
impersonal verja. Vaz Ferreira, con dolor, acató el mandato : sacrificó el cerco con todas las enredaderas que lo
adornaban e incluso los árboles imprescindibles y construyó
la verja de reglamento; pero dejó sentada su disconformidad en forma bien personal. Había una magnífica grebilea
exactamente en el lugar a ocupar por la pared nueva; al
construirlo, hizo dejar un hueco ei1 el muro, para no sacriticar el árbol; murió éste de mue1·te natural, mucho
tiempo después; el municipio fastidioso debe haber cesado
varios lustros ha; Vaz Ferreira mismo ha ingresado al
reino de las sombras; pero su protesta muda subsiste to~
davía.
1
Las flo'res. - Gustaba mucho de las flores; en su
quinta había jazmines de varias clases y colores, glicinas,
rosas, etc. En todo tiempo nos invadía al penetrar en la
selva su inconfundible perfume.
Las flores e1·an intocables: había una prohibición expresa al respecto. Por nuestra pa1'te, la acatamos todavía.
Y si alguna vez arrancamos alguna, fue con un grado de
remordimiento que hubiera cor1'espondido a una falta mucho mayor. En ocasiones los visitantes, ignorantes de la
interdicción, la violaban, lo que provocaba la indignación
de nuestro padre.
Vaz Ferreira no qt1e1·ía que le cortaran sus flores;
pero quería que sus familiares y muy en especial la com-
�386
REVISTA HISTÓRICA
pañera de su vida, que vivía totalmente consagrada a su
esposo, a sus hijos y a su hogar, se hiciera los gustos también. Por lo cual, para solemnizar el nacimiento de algt1no
de sus hijos, el 69 o el 79 por ejemplo, le regaló un terreno
adyacente a la Quinta, que pasó a integra1·la, para que
lo arreglase a su gusto.
Elvira empezó a plantar flores y más flores: óleas
fraga, calicantos, rosas, magnolias fosca tas ... y desde ese
momento los numerosos floreros de la casa, especialme11te
los del escritorio de su esposo, estuvieron siempre colmados de flores artísticamente dispuestas y continuamente
renovadas de por vida. En esa forma sabia terminó en la
Quinta la contienda entre Vaz Ferreira, "anticortista'' y
su señora "cortista''.
En el reino vegetal, Vaz Ferreira se quedaba con lo
bello. Gustaba poco de lo útil. Había unos pocos frutales,
probablemente puestos por los dueños anteriores. En una
ocasión se agregaron algunos, pero entendemos que con
vista a las flores. En cuanto a. . . no nos animamos a
escribir la palabra, en cuanto a esas plantas pequeñas y
útiles que las personas prácticas plantamos en las huertas, en el casi medio siglo que abarcan nuestros recue1·dos,
no hubo una sola en la Quinta: lo bello y lo útil están
reñidos por ley de ese11cia.
Los animales. - Pasemos al reino animal: Vaz Ferreira prefería a todos los pájaros. La Quinta arbolada
los atraía naturalmente. Respetando los deseos de nuestro
padre, nunca se los persiguió. Incluso hacía colocar en
lugares apropiados agua y comida para atraerlos. Y cuando construyó, en el mismo lugar qt1e ocupaba su vieja
casa ya casi inhabitable una nueva para sustituirla, hizo
poner en el mirador que la domina una serie de nidales con
la esperanza de atraer uno de sus pájaros favoritos: las
golondrinas. (Todavía i·ecordamos las exclamaciones gozosas de nuestra madre cuando, hacia la primavera, aparecía
la primer bandada; aparte de su belleza, anunciaban la
terminación de un invierno que, en ocasiones, había sido
duro) . Vaz Ferreira no logró sus propósitos: las golo11drinas siguieron pasando de largo. Sólo atrajo gorriones,
que, por lo demás, son muy hermosos también.
En cierto momento en que se aflojó una de st1s normas básicas: libertad, la más posible, para los más posibles, hizo construir algunas pajareras y las llenó de
pájaros nacionales y extranjeros. Visitaba la Quinta, asi-
�:1s 'j
(luame11tc, un pajC:1rero, Di LaL1ro. Tc.1mbié11, c11 ocasio11es,
recordamos haber acompañaclo a nt1estro padre e11 s11~
visitas a la feria llomi11ical; pasaba ele largo, si11 mirar
pa1~a i1ing(111 Jado, ¡)or los innt1merables escaparates de
varit:1das mercancías y se clirig·ía, i11variable y exclusi\"amc11te, a la secció11 de pájaroR, cloncle los adq11i1--ía, hermosísimos. Poco cl t1ró este aspecto clel "hobl)y". Daclo el modo
de ser vn.zferreiriano, no es lle extraf1ar st1 actitL1d; 11n
clía abrió las pt1ertas ele st1s paj arer~ts: 110 quería más
pájaro8 eat1tivos.
OtroH a11imale~. Co11 relació11 't ciertas a ves arroga11tes, te11 ía u11 ''faible'' q11e hay qt1e clisculpar: lo compartía
co11 t1no ele los santos más atrlé11ticos elel cristia11ismo:
Ag11stí11. Perros no qt1ería; le h11biera11 clestrozado st1s
}Jlantas; pero co11temporizaba con los aficionados explicanclo q11e los perros tiene11 feo el ct1erpo y hermosa el
alma, por lo ct.ial las perso11as qt1e si mpatiza11 con ellos
tienc11 ¡Jrobabiliclacles ele te11 er el alma bien hecl1é1. D e i10che, en verano, le gt1stalJa sentarse co11 st1s f amiljares en
el jardí11 y gozaba co11 el ca11to ele los grillos ~T el pasaje
ele las lt1ciér11agas.
1
b l a rt e. - E11 el rei11 0 mi11eral, g·t1stalJa ele las ágatas: te11íc1 ti11as ct1<111tas en ti tt escritorio, ye:t como pieclras
st1eltas, ya integra11do objetos: cenicerc)~, l{tmparél8, realizaclos bajo la clirecció11 de Milo Beretta.
Pasemos al arte: Vaz Ferrei ra, e11 esiC:t materia, f Lte
t111 fino se11tidor; g·t1staba de él c11 mL1cha.s ele ~t1 s formas:
pintt1ra, escL1ltura, literatt1ra, arquitectt1ra, poe8ía, mú sica. Era mt1y e:1migo ele la bttena poeHía, j t1zgada co11 un
criterio amplio, acog·edo1~. En cua11lo él la mú sica f11e, ele
lejos, st1 arte fa\·orito. D11ra11te largos años stt presencia
era habilt1é1l e11 las Sellas ele co11cicrtos ele Mo11tevicleo; i1 0
era raro que e11 \'irtt1cl ele s u pt111tt1a1iclacl, le:1 ma.s cle8arr<,lla.da e11 él de la~ virtt1cles cl1icc1s, llega.ra :.11 teatro
ct1a11clo recié11 a.brían las }Jt1e rta s, o esperara co11 ellas
cerrada s. A medicla qt1e ft1ero11 transct1rrie11do los a11os,
organizó las cosas cada vez mejor para goza r e11 el hogar
<le st1 e11trete11imie11to favorito: adqt1irió apa.ratos, i11tegró
t111a ~tmplia di scoteca, a1nplió :--; u escritorio con una sala d e
m(1sica aclyace11te. Gt1staba ele oírl<l solo o acompañaclo;
i11\rariableme11te rct111ía los j ue\'es ele 18 él 20 horas a t111
g·rupo selecto de senticloreR.
En ocasio11es, artistas amigo~ - no nombramos por
temor (le ol\ iclar éllg·L1no- iba11 a toc~t1· o cantar a casa
1
�388
REVISTA HISTÓRICA
del Maestro. Estas veladas tenían alta calidad artística.
Los que gozaron de ellas conservan un grato y melancólico recuerdo.
En los últimos años la actividad de Vaz Ferreira se
había aminorado; no había envejecido espiritualmente pero
sí fisiológicamente; además, se había desengañado de muchas personas y de muchas instituciones. Se refugió en la
música. Pasaba largas horas por día hojeando distraídamente algún libro o revista, más habitualmente sin hacer
nada, escuchando a sus autores favoritos.
En conclusión: en su vida, nuestro filósofo supo gustar de los goces proporcionados por la serena y equilibrada
contemplación de la belleza, dándole un lugar que condice
con su naturaleza y con la de Vaz Ferreira: no en lugar
sino además del pensamiento verdadero y de la acción
buena.
�CAPÍTULO
XI
Lo peclagógico e?1 la vida
ele ('c11·los Vaz Fe1·rei1. a
•
El quehacer pedagógico ft1e extenso y profundo en la
\riela '!r' en la obra ~ 1 de Carlos \ ' az Ferreira. ~:.!
En la vida pública de Carlos Vaz Ferreira trataremos
Lcts ccíteclras
Vaz Ferreira pertenece a la llamada generación del
900, que i11tegró con Javier de Viana, Carlos Reyles, José
Enrique Rodó, J t1lio Her1--era y Reissig, María Et1genia Vaz
Ferreira, Florencia Sánchez, Horacio Quirog·a y Delmira
Agusti11i. R:t Entre ellos, prescindie11clo de la episódica vinculación de Rodó, Rey les y l\'Iaría E t1genia a la docencia,
sólo Vaz Ferreira se dedicó a la Universidad, en una consagración total.
81 No se nos ocultan las fallns del subtitulo e legido . I"o n1oral.
lo religioso. etc. e11 la iiida y e11 la obra de Carlos ' 1 az F erreira .
It;n algu11os casos los acontccin1ie11tos pertenecen a la vida: ' 'az
Ferre ira nacic> el 15 de oclu brc d e 1872 SP <'asó el 13 d e agosto de
1900. l\'Iurió el 3 de enero de 1!158.
l!Jn otros C'asos, los sucesos integran la obra: la cd. tH'í n ei pe de
Jlu1·a1 /)ara intelectuales apareció en l~JO!l. La de J.Juy1cc1 111" cu 1910
J>ero hay hechos. en la historia i11cli,·idual d e \ az Ferrcira qu e
tanto r>ueden incluirse en la vida con1u en la ohra · Las Cátedras.
l'or u11 lado, casi toda la obra d e nuestro padre surgió de s us Cátedras. J>or otro. les entregó su aln1a. I~n cstf' trabajo, hetnos preferido incluirlas en la ,. i</(t.
82 ~11 la forn1ulación de 1960 it1clu i1nos lo pedagógico cu la vida
,.
cu la obra de Carlos Vaz Ji'erreira. 1~11 la de este año. sólo la
•
prin1era parte; la segunda ya 110 nos satisface. Esperan1os y desea1nos
i>oder rehacerla.
No dirc1nos, a la 111anera vazferreiria11a "si la vida nos deja ..
lH)rc1ne ten1e111os; que no sea precisan1cnte la vida la que nos i1npida
realizar nuestros propósitos. 1>or si ... tratan1os solamente las Cátedras, dos ele las cuales frecue11tan1os en l'alidad de discípulos y el
1>arquc escolar fan1iliar "para no irnos con tantos re cuerdos adentro".
<Nota de 1979).
8:3
1·at u1·rr
1\rturo .\rdao. 1\l. Benedetti, Sarandí Cabrera, et<'.: l .ia Tite·
11 l'uguayn
riel !JOO. i\Iontcvideo, 19:;0.
�390
REVIST.t\ IIISTÓRICA
Las Cátedras fueron su órgano i101·mal de expresió11.
Cinco desempeñó en su vida. Son, por orclen cronológico :
la de literatura: 1894 y 1898. La de filosofía en preparatorios que primero regentó interinamente y luego en propiedad (1897 - 1922). La de Confere11cias (1913 - 1958) .
La de filosofía del derecho ( 1923 - 1929) . La de Ciencias
de la enseñanza ( 1955) .
Cáted1·ct ele literatura. - La clase ele literatura la
desempeñó interinamente por dos veces, t1na de ellas por
suplencia de Rodó. Vaz Ferreira i10 ft1e literato. Pero sí.
en letras, buen conocedor y fino senticlor. En st1s Leccio1zes
sobr·e Pedagogía y citestio1ies ele c1zseiia1lza se refiere a
esa docencia. Se ve qt1e e11señó la maie1,ia co11 goce espiritt1al, competencia )r amor.
Cátedr·ci de filosofíet e1i JJ»cpctratorios. - Para la clase
de filosofía en preparatorios se pre~entó ei1 1897 a un
concurso que la ausencia de i,ivales convirtió en prueba de
competencia. Vaz Ferreira demostró acabadamente la suya y obt11vo la Cátedra, que regentó hasta 1922, año en
que hubo ele rent1nciarla para atender más a la de Co11f erencias. En 1897 Vaz Ferreira era joven. Estaba en la
plenitud de st1 vigor mental. No era t1n mero trasmisor de
conocimie11tos envasados si110 que, a la manera socrática,
hacía engendrar las almas. Se estableció t1na comunicació11
simpática con las generaciones que iba11 desfilando por las
at1las. De allí surgieron t1nas cuantas obras importantes:
J.1Ioral peira intelect11ales, }Jarte de Co1loci1niento 11 crcció11,
Lógica viva.
Cáted,·a de Co1zfere>1cias. - Llegamos a ''la Cáteclra''
por antonomasia, aquella de la c1 t1e llegó a decir el l\'Iaestro
qt1e era como t111a entraña st1y·a. Creada -como vimosen 1913 a consect1encia de t1n mo,·imiento e11tt1siasta de
cliscípt1los y amigos, cálidamente apoyacla por prof esio11ales y maestros, co11vertida e11 le)r poi· el parlamento co11
la adhesión del entonces Presiclente Do11 José Batlle ..\' Ortlóñez, inflt1yó en forma decisoria e11 el moclo ele prodt1cción
vazferreiriano. De allí surgieron las sigt1ientes obras: la
parte final de Los proble11ias de la lib ertael 11 los clel cletermi1iismo, Sob1·e lci 1J1·opiedacl de la tierrcc , Sobre los
JJroblelnas sociales, Sobre f elninis·1no, Fer>neuta rio, .4.lguJlOS co1tfe1·e11cias sobr·e t e11ias cie1ztíficos, a rtisticos y sociales, Sob1·e la e·nseñanzCt c 1i 1ltlestro país , L eccio1tes sob1·e
¡J ed agog [a l/ cuestiones el e eusefia n za , 1\ 1iet:-:scJi e, E.l:tr<tcto
�3 Ul
ccoJ1ú1~zico-social.
No hay clt1clct, clcspt1és ele esta
e11ume1·ació11, qt1e casi torla la ol)ra vazferreiriana st1rgió
ele esta C{1tecl1·a.
I-Iasta 1950, i11variablementc daba st1s co11fercncias
sobre la base de t1nos apt1ntes prepara torios escritos en
estilo teleg·r{tf ico, }Jor los qt1e se gt1iaba para su exposició11
oral. Se conserva11 e11 el A1·chivo partict1lar de Ataht1alpa.
El que oyó las co11f ere11cias ~T es perito e11 la difícil intelección ele la letra vazf erreiriana pt1ecle reconsir11ir aproximé1clamcn te aú11 aqL1ellas qt1e, por 110 haber siclo taquig1·afiadas, Re han perclido. E sto oct1rrió co11 mu chas y mt1y
l)ue11as: las cladas sob re U11amt1no, Ramó11 )' Cajal, Tolstoy, Beethove11, Goethe, ~.,ab re, mt1chaR otras.
De estos y otros temas tratados por Vaz Ferreirti. e11
forma profunda y original 110 quec.la m{ts c.locu1ne11tación
esc1·ita, aparte ele los apt1ntes pr e pa1·~l tori os a que acabamos de referirnos , qt1e la mención e.le los i11formes ant1ales :
año tras año, inva1·iableme11te, desde 1913 hasia 1957, elevaba al Rectorado y, por s u i11termeclio, aJ H. Consejo
U11iversiiario, t111 i11f orme qt1e e1npeza lJa habitt1almente
-con leves variantes ele forma- a s í: ·' Ct1mplie11clo t1na
prescripció11 reglame11taria, elevo <l U. ~r , })Ol' su intermedio, a ese II. Consejo, el prese11te i11formc sobre el ft111cio11amie11to de mi Cfttedra ele Co11f ere11ciélS en el }Jrese11tc
ano ... ,,, .
Estos informes so11 mt1v
.. valiosos. Se co11ser\ an mttchos -salvo los corres1)011die11tes a los períoclos ele i11acti vid ad forzosa por e11f ermeclélcl )' t1110~ }JOcos qt1e se han
perclido- e11 el archivo partict1l ~l r Vaz Ferreira y c11 el
general ele le:l Univer8iclacl, a \·ecc (.) con alg·u11<1 leve \'a riante. Inclt1imos en la 2'' Eclició11 Ilon1e11aje ele 1<1 CitlTiélr<t de
Represe11ta11tes todos los co11servaclo~ -en el ¡trchivo }Jttrtict1la1· de A taht1alpa.
La Cá l ecl ra, st1 Cit iecl ra, le hizo a ' ' élZ T•"erreiré1 m t1cl10
bie11 y t111 poco de nléll. l\Iucl10 bie11: e11 lo espiriit1al e i111electual, le permitió i11flt1ir e11 forma eficie11te sobr e ll.t
formació11 ct1lt11ral ele s11 país; los más diver sos temas He
trataron en ella, desde la filosofía de lo económico 11asta
el co11traefecto de la biología soviética, pasando por Nietzsche, la si11ceridad literaria, paralogismos e11 materia de
arte, etc., etc. En los etc. entran ta11tos temas qt1e a la
crítiCél formulada a v~1z Fe1·reira por 110 habe1.. penetrado
e11 ciertas cuestio11es abstractas y enrarecidas e11 las que
gustan ref t1giarse alg·1111os filósofos de los pc1íses sin libertad, e11 tren ele objecio11es podría hacérsele el reproche
rle icle<t1·iu
-
�392
REVISTA HISTÓRICA
contrario : haber tratado demasiados temas; en la contienda, por supuesto viciada de falsa oposición, entre humanistas y especialistas, Vaz Ferreira es un alto representante de la primera posición: nada de lo humano le
•
es aJeno.
En lo material le proporcionó un medio de vida que,
unido al ejercicio de su profesión de abogado, le permitió
durante varias décadas mantener los dos hogares que pesaban sobre él : el suyo propio, formado en 1900 con Elvira
Raimondi ''en cuya alma de bondad y de heroísmo, de
abnegación y de esperanza se compenetró y se confortó la
suya" y el de su madre, Da. Belén Ribeiro de Vaz Ferreira, que, viuda, había quedado a st1 cargo, así como su
hermana María Eugenia.
Pero le hizo un poco de mal. El exceso de escrúpulos
lo llevó a prestar atención preferencial, casi exclusiva, a
su Cátedra, descuidando la redacción definitiva de su obra.
Y así se malograron muchos de sus libros que, pensados,
no llegaron a formularse o a terminarse, sacrificados a la
obligación que se había impuesto Vaz Ferreira de enseñar
a la juventud.
Tal vez la Cátedra no haya sido la única causante de
la dispersión de su obra: decía festivamente, refiriéndose
al proverbio árabe que afirma para cada hombre la obligación de tener un hijo, plantar un árbol y escribir un
libro, que había tenido demasiados hijos y plantado demasiados árboles en perjt1icio de los libros. De todos modos
resulta tranquilizador pensar que la Cátedra fue el factor
principal; durante largos años su rígida conciencia funcionarial sólo quedaba satisfecha si pronunciaba dos conferencias semanales, más tarde una. Se produjo en él una
deformación profesional tal que, según declaración propia,
pensaba en forma de conferencias.
Por muchos años su obra pareció condenada a quedar
diluida y dispersa. Pero en cierto momento, hacia el 50,
empezó a seguir el consejo de Rodó: dar pocas confe1·encias, ya prontas para la publicación. Verificó, siempre en
su Cátedra, ttn trabajo de revisión, depuración, selección
y síntesis, que sólo cerró la muerte.
Correlativamente surgieron en las esferas del gobierno
movimientos tendientes a la publicación de sus libros. Hubo tentativas, frustracio11es, principios de ejecución: finalmente, la iniciativa cristalizó. En 1958, poco después
de la muerte del Maestro, se terminaron de imprimir, co-
�(•A f{JJOS V AZ FEil R l~I RA
mo homenaje que resultó póstumo, por la Cámara de Representantes, sus obras.
Mu chas veces, en todos los tonos, se ha reprochado a
Vaz Ferreira el repetirse en la Cátedra y en la obra de
ella emergente. El hecho es verdadero. La piedad filial
i10 puede cegarnos hasta el punto de negarlo. Pero hay
va1·ias circunstancias que lo explican: Vaz Ferreira llevó
por muchos años solo, el peso de la enseñanza superior
110 profesional en el Uruguay. Prefería al análisis del
pensamiento ajeno, la exposició11 y fundamentación del
propio. En esas circt1nstancias, era imposible no repetirse.
Adem~ts st1 obra era, más que escrita, predicada. Y es
sabido que los predicadores -Cristo, Agt1stín- se repiten, tienen qt1e repeti1..se para penetrar en las almas. Además, ya dijo el gra11 vasco Unamuno -que un poquitín
también se repetía- qt1e las ideas son como herramientas
que ha11 de tenerse a mano para t1sarlas cuando se han
menester. Por todo lo cual y lo concordante, entendemos
que debe sobreseerse en el proceso instaurado a Vaz Ferreira por haber dicho más de una vez en st1 Cátedra
cosas verdaderas, j t1stas y bt1enas.
Cátedra de filosofía del de1·ech,o. - La historiamos
en el capítulo VII.
Cátedra de Cie1icias ele la ense1ía1zza. - En 1955,
vacante esa Cátedra en la Facultad de Humanidades y
Ciencias, el Consejo respectivo nombró a Vaz Ferreira,
con carácter honorario y honorífico, para regentarla. La
desempeñó por un año, haciendo en ella un extracto de
ideario pedagógico.
Sobt·e el pn1·q11e escolar 1·c1n1iliar
En la vida privada de Vaz Ferreira nos referiremos
ta11 sólo a una interesante concresión que denominaremos:
El parq11e escolar famil1.ct1'. Vaz Ferreira predicó dura11te más de medio siglo sus parques escolares. Quería
proporcionar, por lo menos a los niños de la planta urbana
ele Montevideo -también a los de ciudades del inte1·iorlas ventajas del contacto con la naturaleza campestre y 'o
marítima. si Murió sin ve1· realizados sus anhelos. Pero, por
84 El parque \raz Ferreira - en el Cerro- aunaría an1bas cua·
lidndes.
�REVIS1"'A J-IIBTÓRIC. A
una especie de st1blimación, realizó u11 interesantísimo
e11sayo de educación silvestre, en stl casa-quinta, bajo st1
cuidado inmediato, con stl esposa de maestra y sus hijos
de edt1candos. Doy paso a los l'ect1erdos familiares y pro•
plOS .
Sabemos que la niñez de Vaz Ferreira t1"anscurrió en
t1na grande y hermosa qt1inta, e11 el Prado, qt1e la ruina
económica de la familia obligó a ve11der; habitó sucesivamente en varias casas de ciudad, pero conservó gratos
recuerdos de su infancia en contacto con la naturaleza
Ei1 1900, a los 28 años, se casó co11 Elvira Raimondi, inteligente y prepal'·ada maestra, de gra11 vocación docente. El
at1tor de Sobre fcn1i12is11io ya practicaba e11 aqt1ella época
la idea que defendió posteriormente e11 su obra: el matrimonio debe regular la actividacl externa de la mt1jer.
Prefirió que st1 esposa abandonara el magisterio y se consagrara totalmente al hogar. Se ft1eron a vivir a un barrio
apa1'tado de la cit1dad, Atahualpa. Aún hoy parece que el
progreso lo hubiera marginado: se conserva tranquilo y
solitario. En aquella época lo era más aún. Elvira Vaz
Ferreira (1904-1961), hija de Carlos Vaz Ferreira, narraba la sigt1iente anécdota. Cierto día que se dirigía
nt1estro padre, como todos, a la Universidad, a la altura
ele la estación Reducto se dio ct1enta de qt1e había perdido
su monedero co11 el st1eldo íntegro. Se bajó tranquilamente
del tranvía de caballos y recorrió a pie -lo ht1biera retrasado demasiado esperar un vehículo e11 sentido inve1'solas 25 cuadras qt1e lo separaban de st1 clomicilio y e11 una
callecita adyacente a éste encontró, desparramadas por el
st1elo, todas las libras esterli11as qt1e integraban sus emolt1mentos. El at1tor de "El signo rnora1" optimista de la
aventt1ra humana narraba este episodio como prueba de la
honradez de los atahualpenses; nos inclinamos a creet' qt1e
más bien qt1edaba demostracla su inexistencia.
En ese barrio apacible Vaz Ferreira alqt1iló t1na quinta antigt1a, cuyo arbolado mejoró ) perfeccionó durante
toda st1 vida. La compró e11 ct1anto pudo; t1no de mis más
leja11os rect1erdos tiene q11e ve1' con la alegría hogareña el
día que mi padre terminó de pag·ar la Quinta: nadie que1·ía debe1' 11ada a nadie.
Para algunas perso11as -más actt1alme11te que ento11ces- la casa es mero lug·ar ele pasaje, clo11de se duerme
y a veces se come. No era así e11 aqt1ella época ... Por lo
menos 110 f11e así para nt1estra familia. Las salidas ele mi
1
�,•)) 1)
'
..
.
~
)
J)<-tc.lre se reclt1cían casi estrictamente a lC:ts i1ccesarias para
ate11cler Htts cargos aclmi11istrativos y clocentes, así como
st1 })rof esió11 -salvo dos idas sema11alcs al Círculo ele Arn1as-, donde j t1gaba a la pelota. Las de s u esposa prácticame11te 110 existía11: una ausencia ele nt1estra madre era
1t11 n.contecimiento infeliz en el hogar. Las nt1estras emJ)ezaba11 recié11 a los 11 años, ct1a11do, previo el exame11
ele i11greso, iniciábamos sect1ndaria e11 los liceos del estado.
El pedagogo tenía a st1 alca11ce todo lo necesario para
edt1car a st1s niños como él cleseaba: t1na quinta, que los
pon í~l e11 contacto ro11 le:l 11a tt11·aleza ; t111~t casa, integrade:t
}JOr 111.aR cuantas piezaH; clormitorios, escritorios, comeclor; t111 alero ct1bierto ele e111:edaderas; paredes de ladrillo
y barro; se11cillez, casi ¡Jobreza. ( Cua11clo leo, en la ob1·a
\ 1 azferreiria11a,
la clescripción de las esct1elas tipo ele los
parqt1e8 escolares, me parece estar ante la de la casa qt1e
albergó nt1estros primeros años). Salvo 11na maestra de
f re:111cés para las niñas, 11 t1estro paclre no tomó p1·ofesor
pa1·tict1lar a1gt1no. Te11ía al lado, e11 la esposa, t1na excelente mae~tra, i11telig·e11ie y preparacla. Bajo su dirección
Elvira se co11sagró a la eclt1cación e i11strt1cción de los ocho
hijos. E11 forma i1att1ral, espontá11ea, ei1tre Vaz Ferreira.
) 7 su esposa organizaron en la Qt1i11ta, e11 be11eficio ele los
hijos, t1n st1per parqt1e escolar en mi11iatt1ra.
Las labores domésticas y el estt1dio reglado estaban
sabiame11te combi11ados co11 el tiempo libre y el ocio noble, que aba1·caba : lertt1ras fermentales, juegos y deportes.
Aquí había alguna discre1Jancia e111.re Vaz Ferrei1·a, qt1e
rei11aba, y st1 esposa, qt1e gobernaba. El prime1.. o era más
particlario ele tiempo lil>re - tiempo ele vida- qt1e la segu11cla. En lo qt1e me es perso11al -salvo u11 rect1e1·do clef armado- entiendo qt1e mis 11oras ele estudio, i·egladas y
co11troladas por mi madre, eran 8 (8-12; 11 ~-5 1/2 ) . Las
tareas pedag-óg·icas se alter11aba11 co11 otras; nuestra maclre, con el benepliicito ele mi paclre, nos i11iciaba a las
mt1jeres en los qt1ehaceres del hogar, así como en jardinería J' demás. Mi paclre me enseñó desde la infancia la
gimnasia e.le lVIüller y el qt1e consideraba .it1ego ideal para
la mt1jer, la pelota vasca, jugada contra la pared con pelota Jivia11a y share. No excluía otros deportes: tennis,
i1atación, pero entre todos prefería el i1ombrado en primer
término. Ta11to que, ct1ando construyó e11 la misma Quinta
t1na casa nueva para st1stitui1.. a la vieja qt1e amenazaba
rt1ina, ma11dó hacer t111a mt1y bt1e11a ca11cha para la práctica ele .·t1 cleporte favorito.
�•
396
lll:\.ISTA HISTÓRICA
Al hilvanar mis rcct1erdos sobre el Parque escolar
familiar aparece u110 qt1e 110 sé si formular o no. Me da
cierta falsa vergüenza. Narra Hernán Benítez en su obra:
El drama (religioso de U1za1¡zit1zo que el gran agonista vasco, de joven, aspiraba a casarse con una muchacha de su
pueblo. Pero no podía: estaba, 2ra, digámoslo en su elegante terminología, completame1, ~ ~ impecune. Se presentaba y se volvía a presentar a con~t:rsos para Cátedra de
filosofía. El rest1ltado era siemp :e 11egativo. El proceso
era el siguiente: Don Miguel inic .: 11a s11 disertación así :
Platón dice. . . Descartes dice. . . 1\..ant dice. . . y demostraba un saber extrao1·dinario. I'cro al final venía el: Yo,
Miguel de Unamuno, digo, y era11 ta1~ revolucionarias sus
afirmaciones que el trib11nal deja[,a constancia de su sabiduría . . . pero no se atrevía a darle el cargo. Desesperado, se presenta a oposición de g1 iegn y aquí sí el jurado
se animó a nombrarlo: diría muchas ua. baridades, pero
las diría en griego y los mt1chachos no las entenderían ...
De todas las anécdotas p11ede11 sacarse '"a1·ias moralejas.
Extraje, para mi uso personal, la siguie11te: Cuando hemos de decir o escribir algo raro o chocante emplearemos
el lenguaje más extraño que conozcamos. Por lo cual diremos, en la lengua del Lacio, q11e nosotros ér~l 111os: Barbari
pedes rzitdi. La difícil confesió11 está hech't : la que viene
es menos penosa y puede ex1)resarse en l•)ngua nativa:
Eramos también niños arborícu1as. C11ando, l n mi infancia, leí, por indicación de mi padre: El libro de las tierras
vírg enes, de Rudyard Kipling, i10 me sorprendió en forma
alguna: Mowgly era simpleme11te 11n J1i11 o varios grados
más arborícola que yo.
Vaz Ferreira gustaba de que HtlR l1ijos -de que todos
los niños, pero sólo tenía imperiu 1n sobre sus hijos- además de los estudios reglados l c~7 c ra11 en forma voluntaria
buenos libros. No lo impo11ía : l ~ s lecturas obligatorias pierden su sabor; pero lo fomenta :.;a por todos los medios
persuasivos a su alcance; en mi ~ :1 ·o particular, desde temprana edad tuve libre acceso ~- 'll magnífica Biblioteca.
La única limitación era qu ~ ~a ua volumen, después de
leído debía ser colocado exactamente en su lugar : la biblioteca de Vaz Ferreira, como todos st1s papeles, como todo lo
suyo, estaba siempre en perfecto orden . Aplicaba íntegramente con sus hijos la idea directriz de penetración: proporcionar material noble y que el lector se a1·regle. Recue1"do haber leído, entre los 10 años ~- los 14 (momento
�CATILOS '' AZ FERREIRA
'l
n,..
• > ;1 1
qt1c, por ingresar al liceo del estado, con profesores
excelentes, sí, y de gratísimos rect1erdos, pero obligados
a cumplir programas exigentes de materias múltiples, y
el espectro u11ive1·sitario, el examen, planeando sobre la
enseñanza) se e11t1·ecerraban las puertas del paraíso, a
Esquilo, Sófocles, Eurípides, Homero, ShakespeaI·e, Dante,
Dostoiewsky, Gorky, Turgueneff, Tolstoy, Seln1a Lagerloff, E~a de Queiroz, Antero de Quental, Guerra J t1nqueiro, Barret, Bellá11, Sánchez, Zorrilla de San Martín.
c11
'' J'en passe et des égat1x".
Vaz Fe1·rei1·a dirigía las lectt1ras desde arriba. En gene1·al no p1·ohibía nada. Pero t1na advertencia suya, hecha
al pasar, frenaba en cuanto 11.'lbía me11ester. Recuerdo
haberle oído decir que si una niña leía a Zola era algo así
como si se echa1~a encima un tacho de suciedades. Cuando
apareció ... un libro mt1y bueno de un autor muy nt1estro,
que nos guardaremos muy bien de i1ombrar, dijo que si
había algún libro que una joven no debiera leer era, precisame11te, ese. Insistía en que obras tales da11a11 el alma,
pero siempre menos que cierta literatt1ra malsa11a que tipifica Bourget, por ejemplo, con stt ve11e110 stttil y oculto.
Y así aplicamos, sin saberlo, una de las icleas madres
,razferreiriana: bajo st1 dirección, qt1e no se11tíamos porqt1e
se ejercía naturalmente, e11 la convivencia cotidiana, practicamos, como nunca más hemos logrado hacerlo, por las
ocupaciones y preocupaciones del diario vivir, el estudio
desinteresado, el saber por el sabe1- mismo. Es que Vaz
Ferreira quería pa1·a sus hijos lo mismo que para los hijos de los demás; lo que no pudo hacer para todos, como
era su deseo, lo realizó para unos pocos. Ft1e más sencillo:
en su quinta tenía una maestra ele excepción : la esposa,
qt1e sentía sus e11er·gías físicas y psíquicas redoblada~
porque enseñaba a sus propios hijos. No había enemigos
de su pel'·so11a ni de sus ideas. Pt1do realizar así su plan
ele educación mo1~a1, i11telectual y física en forma integral. Fue una experiencia i11teresante. Lástima que en lugar de 10.000 niños la aprovechamos solamente ocho .
•
�39~
REVISTA HISTÓRICA
Conclitsióri
''Es difícil ser hombre, pero se puede''.
Vaz Ferreira ya no está con nosotros. . . Pero nos
ha dejado una obra de valía y el ejemplo de una vida de
excepción. Su obra es de verdad, de justicia, de amor. Su
vida es un esfuerzo, dirigido por la razón, penetrada por
el sentimiento, para la realización de una alta moral, la
moral conflictual, que lleva de frente todos los . ideales:
terrenos y trascendentes, en un difícil esft1erzo por su
realización integral.
Es muy buena su obra y es muy alta st1 vida. Pero
lo más admirable es la síntesis y armonizació11 de ambas:
son dos caras de una misma realidad : un modelo positivo
moral.
Cuando recorremos la historia de la filosofía -la
historia en general- nos duelen las discordancias: que
Séneca en su vida cotidiana poseía poseyendo, siendo así
que en su obra preconizaba el renunciamiento a los bienes
materiales, o el poseer como si no se poseyera. Que San
Agustín inició desde muy abajo, desde la ciénaga de los
goces sensuales, su ascensión hacia la luz ...
En Vaz Ferreira no hay grandes prédicas de arriba
abajo, infladas y grandilocuentes. Encontramos nada más
y nada menos que una prédica sencilla y humilde, que no
sube demasiado alto porque lleva el lastre de la condt1cta
real o posible. No preconiza co11ductas perfectas, incompatibles con nuestra condición (¿calidad?) de huma11os.
Y así es ya para algunos, probablemente sea más tarde
para muchos, modelo de vida recta y moral.
"Es difícil ser Hombre, pero se puede".
\ -·"'·--
'<
SARA VAZ FERREIRA DE ECHEVARRÍA
-
�,---- -----------¡
1
FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACION 1
r=~te
libro-se P.f~·~ca hasta la última fecha indicada
1
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Dublin Core
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Title
A name given to the resource
Biblioteca Virtual de Humanidades en el Uruguay
Subject
The topic of the resource
Repositorio de ensayos en las Humanidades publicados originalmente en el Uruguay
Description
An account of the resource
<p><span>La Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación se ha propuesto contribuir a rescatar y poner a disposición de los lectores la escritura ensayística del Uruguay a lo largo de su historia. Esta Biblioteca Virtual de Humanidades en el Uruguay pretende reunir en un solo lugar más de dos siglos de textos de reflexión y pensamiento, dentro del amplio campo de las humanidades, producidos en conexión con la universidad. La mayor parte de esos textos han sido originalmente publicados en revistas universitarias o periódicos hoy difícilmente accesibles. A menudo nunca recogidos luego en libro—o recogidos con sustanciales modificaciones—, son textos que pueden contribuir a recuperar y mostrar las dinámicas de pensamiento y representación en el país, tal como se realizaron en tiempos de centralidad de la escritura.<br /><br /></span>La a veces fina y sinuosa línea entre Humanidades y Ciencias Sociales hace que textos de historia económica, de estudios sociales, de ciencia aplicada a la antropología, puedan tener cabida en esta colección, aunque el foco está en el núcleo tradicional de las humanidades. El Derecho (con la excepción de Filosofía del Derecho) queda, por su especificidad técnica y profesional, por el momento fuera de este grupo. </p>
<p>La colección será un trabajo acumulativo, con entregas bimensuales. En el tiempo, los textos se irán organizando de acuerdo a posibles lecturas de la historia de las ideas en la región y el continente. <br /><br />Aldo Mazzucchelli</p>
<p><span>15 de octubre de 2017</span></p>
Contributor
An entity responsible for making contributions to the resource
Pablo Darriulat
Gonzalo Marín
Rights
Information about rights held in and over the resource
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Dublin Core
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Title
A name given to the resource
Carlos Vaz Ferreira : vida, obra, personalidad
Subject
The topic of the resource
Historia
Creator
An entity primarily responsible for making the resource
VAZ FERREIRA DE ECHEVARRIA, Sara
Source
A related resource from which the described resource is derived
Carlos Vaz Ferreira : vida, obra, personalidad / Sara Vaz Ferreira de Echevarria. Montevideo : Monteverde, 1981.; 398 p.
Publisher
An entity responsible for making the resource available
Facultad de Humanidades y Ciencias
Date
A point or period of time associated with an event in the lifecycle of the resource
1981
Contributor
An entity responsible for making contributions to the resource
Bach. Gonzalo Marín
Rights
Information about rights held in and over the resource
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Format
The file format, physical medium, or dimensions of the resource
Libro
Language
A language of the resource
Español
FILOSOFIA URUGUAYA
VAZ FERREIRA