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http://humanidades-digitales.fhuce.edu.uy/files/original/b903c211939e7b459160ff2491c14430.pdf
6cb362c90e9fcd385ec62f93fc16509d
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INSTITUTO DE INVESTIGACIONES HISTORICAS
ENSAYOS, ESTUDIOS Y l.fONOGRAFlAS
NUMERO VI
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DEL
EL PRINCIPISMO
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SETENTA
•
UNA EXPERIENCIA LIBERAL EN EL URUGUAY
'
POR
JUAN ANTO 110 ODDONE
AOVERTENC.1A DE
ED~iUNOO ~f.
NARANCIO
OI RECTOR DBL
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES HISTOlUCAS
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1.
UNIVERSIDAD DE LA RBPUBLICA ORlllNTAl DEL URUGUAY
FhCULTAD OB HUMANIDADES Y OENCJAS
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MONTEVIDEO
1956
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�EL PRINCIPISMO DEL SETENTA
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IN ST ITUTO DE
INVESTIGA CIONES
EN~A YOS,
ESTUDIOS Y
HISTORICAS
MO~OGRA FI A S
..
NUMERO VI
o
EL PRINCIPISMO DEL
SETENTA
UNA EXPERIENCIA LIBERAL EN EL URUGUAY
I NT ROD UCCION
P OR
JUAN ANTONIO ODDONE
ADVE&TliNC.IA OH
FDML1 1
)
M. NARAN CIO
DlitECTOR DEL
INSTITUTO OH INVESTIGACIONES HISTORICAS
UNIVERSIDAD DE LA REPUBLICA ORIENTAL DEL URUGUAl;
FACULTAD 011 HUMAt..'lDAOES T CliNC.l .AS
M ONTBVJ DIO
1956
989 505 000 pr1 eJ 4
FHCE/168679
16 8 5 7
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�FACULTAD DE HUMANIDADES Y CiliNCIAS
EDICIO ES
DEL
INSTITUTO DE INVESTIGACIO ES IIISTORICAS
PUB1.JCADO:
I: Inauguración
r
plan d e
trabajos del ln.stituto de Investigaciones El istóricas, Montevicleo, 19·18.
ENSAYOS,
E.sTUDIOS
y
ltfO!l{OCRAPÍAS.
Tomo 1: Gazeta de
\Jontei,zdeo, volumen I, 1810* octubre-clícíembre, Advertencia de
EMILIO RAVICNANI, Introdu cción de JtJAN CANTER y Estudio Preliminar de M. BLANCA PARÍS y Q. CABRERA P1ÑÓN, ~Iontevideo, 1948.
BIBLIOTECA
DE
DocuinENTOs
li\-tPRESOS
PARA
LA
RAROS
A1'ttERICANOS.
B1sTORIA
DE
LA
REP ÚBLI CA
ORIENTAL
oE.L
l RUCUA,.. Tomo I: Cultura. Fuentes para la liistoria de la Univer·
sidad. Actas d el Consejo Universitario, 1849-1870, Introducción de
I'ELlPE G1L, con XXI láminas, ~1onte\ideo, 1949.
Tomo II: Descripción
de las fiestas cívicas celebra.das en A-lontevideo, mayo de 1816. Ora·
ción inaugural, pronunciada por Larrañaga en la apertura de la
lliblioteca Pública de i't'Jontevideo, 1816, Introducción de EDMUNDO
?-.1. ~ARANcro, Recon5trocción bibliográfica por AnBELIO RAl\tÍREZ,
con apéndice do cumental, Montevideo, 1951.
BIBLIOTECA DE
IMPRESOS
RAROS
Al'l-IERJCANos.
Esruo1os Y Mo~ocRAFÍAs,
FEDERJCO PAl, l\IA. El Congreso de
ENSAYOS,
V:
CUADERNOS
AnT1cu1sTAS.
BEATRIZ BoscH, Un
Abalos.
hijo de Artigas en Entre Ríos, Montevideo, 1951.
L
ENSAYOS, ESTUDIOS y
MONOGRAFÍAS,
11:
ALA.l\flR-0 DE AvtLA MABTEL,
José Toribio A-f edina, historiógrafo de América, l\.1ontevideo, 1952 .
Torno Ill: Ga~eta de
r.tontet•ideo, volumen 11. 1811, enero-junio, Advertencia de El\tlLIO
... , ro1F.r \
OE
l
'\.trREsos
RAROS
AJ\.tEnICANOS.
y EDJ\tUNDO M. NARANCJO, Introducción de JUAN CANTEB
y Estudio Preliminar de M. BLAN CA PARis y Q. CABRER.'\. P1ÑÓN,
RA\IGNANJ
~tontevideo,
l)OCUMENTOS
1951.
PARA
(A 1-USTORIA DE LA REPL8LJC\ ÜRIE"'llTAL DEL
RELATOS DE VIAJES, J\IEMORIAS y AUTOBIOGRAFÍAS,
Tomo 11:
J' iaje de William Toller a la Banda Oriental y Río de la Plata
<'n 1715, Ad,•ertencia de En,tu:-100 l\I. ' ARANCIO y Esta dio Preliminar
<le RAÚL \ 7AZ FERR&JRA, Montevideo, 1955.
l'RuCUAY,
J\fA1'UALES AUXrLIARES PAR>\ L.\. J"iYt:STJCACJÓN HISTÓRICA, J: }U\N
ANTONIO ÜDDONE, Poder Ejecutivo-Poder Legislativo, 1830-1951. Ta-
blas cronológicas,
~Iontev icl co,
-
1955.
V-
�ENSAYOS, ESTUDIOS Y ~10NOCRAFÍAS,
l, EucENIO PETIT MuÑoz. Artigas y su
111:
EN~AYOS, ESTUDIOS y l\IONOCR.AFÍAS.
J UAN Al"T0:'\10 ÜDDO'NE. El
de EDl\IUNDO ~!. 1\All,\NCIO,
CUADERNOS
ideario a través
documentales, Primera parte, l\Iontevideo, 1956.
princip1~mo
VI:
d,.l setenta, AdverLencia
l\f ODLC\lideo, 1956.
EN
ARTICUI STA S,
de seis ~erie..;
PRENSA:
DoctJ;\tE'\'TOS PARA LA 111STORIA DE LA REPLBLIC\. ÜRIE'\ r \L DEI.
l RUCUA '\'. Tomo III: Dorninación luso bra!>tleña, La reve>lución orien-
tal de 18::2-23.
VII: h1ARTH \ e \7\tPOS DC: G \R \·
BELLJ. Antecedentes de la gestión retolucionaria prom<n:idrz por la
Diputación <lel Cabildo J{epre en tante de t.-lontei1deo en la ciudad
de Santa Fe en el año de 18:!3.
EN A '\OS. ESTUDIOS y Mo~OCRAFÍ <\S.
EN
PREPARACIÓN:
E!\~AYOs. F.sTuo1os Y l\.Io"ocR \FÍAS.
•
1\7 : Ct.. \ DER'\'OS .AnT1c:u1sT.\ . '.!.°
EUGENIO PETIT rrlü1'oz. lrtigas )' su ideario G través de seis 5cries
documcntale~. Segunda p.:rte.
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¡;;¡ In titulo de in\e .. tigacio11e hi tórica incorr>or<1
corL El 1>ri1u·j pi rno de] elenta, lle j ur1ri Jlrz.tonio Ü<ldone,
1111. 1111 coo ntÍTIZ<'IO a la, serie J~n ayo , I~ tud io y
lonografías.
/!,"'/ r>res<'Tlle es ztn Lr flÚajo lle ¡1asaje de curso e.laboratlo
en el cm innrio de 1Ji torin acjonaJ <JUC tui e b<1jo rrzi lli1 Cl CÍÚfl CTL lo años J952 y 1953. J;l tribu1u1[ ericargacfo de
¡uzgar lo lo ct1lific:ú cun l<1 nota rnás r1lta y recomentló Sll
¡J11 blicacirín. /) · g1acirr1.la1n •nt ", la l ucult,1d, ¡Jor razones
Jinanci 1<1s no ¡1utlu ellitarlo, cuT11D <l bía )'es fJOr llo que
,.z autor hrr 1cs11 ~!to co r1 ,, co1l los gasto t!e la irn¡>resión.
Lutt /1<'chos r<·cié1L ·x¡1ue los ,¡ 'rnue:ltrari los tropiezos que
t;cn ' fl <'11 csl<: ¡1aís ¡>a1r1 c111n¡>lir su labor los e nlros tle
ino<'stigaci<Í11 r.i ·ntíf/ca tlesinter "Satln. [> :.;e a todo p rs:~iir 111os t'TL nu stro p1o¡Jósito tle s guir publicanclo co1no
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pu<l,1111os, a 1uir11eóg1n/o si es ¡>r •r.isn.
i nu<· t1r1s fu-tura e<liciones carecen del alto nivel
técnico 1l • la'i ¡1ri1ncras 110 erá ifldudable11i 11te rLuestra
!tI res¡Jonsabilil[a,/..
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/~ l ·st11tlio t!e (Jcf<lonc coristitu y · el ¡>ri111er intento <l
ur cynfoquc global 'Tt r¡u "l autor sigue lrabojariclo. 11ás
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• hu pro lido \:O con l'I n{un ro l el tos 11fanuales
a11,1'l1ar c~ ¡1ara lt1 In ·e t1gacio11 llistó1ica. ) U \ N )\ NTONIO 00001 E
'/'ab/tt.; ( 1u11olcig1 ·c1\, f>odcr l~jccutir o - l'o<ler Lcgislalivo 18301' l1 ~lont , ¡leo. 10 .
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�que una época, aquí se estudia un cierto estilo de vüla que
privó en el país durante la segunda mitad del siglo pasado:
el principismo.
La fuerza vital de ese movimiento llegó a tener tal
vigor que sus ideas, en cierta medida, perduran hasta nues~
tros días y, en un proceso de impregnación, se infundieron
en los mimos núcleos que fueron sus opositores. La gran
misión histórica del princi pismo fue qztebrar al militarismo
- uno de los últimos estremecimientos de la lierencia co·
lonial - antes mismo de que hiciera su eclosión, por la
destrucción de los supuestos ideológicos en que se basó.
Esa herida de muerte que tenía en el flanco la tiranía desde que nació le imposibilitó la supervivencia, impidió su
continuidad y su transformación en sistema y la condujo
1886. Así el principismo
a diluirse en la Conciliación
hizo posible nuestra democracia.
Es este el primer estudio, de vastos alcances, sobre el
principismo que se emprende en el país. Había una laguna,
de las tantas que liar en nuestra historiograffa, sobre este
tema que, casi siempre, sólo ha servido para telón de fondo
a biografías de los dictadores combaiidos por los prin-
oe
• •
c1p1stas.
Afortunadamente las nuevas generaciones, formadas
en la escuela del rigor científico, piensan, con justicia, que
wles estudios integran un género decadente en cuanto
historia. Oddone. que no lz.a seguido ese gastado camino,
nos o/rece aqití los primeros resulta<los de sus investigaciones encarallas sin preconceptos y con seriedad.
E.
~1. ~AR.\ 'CIO
Director
-
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�El r>re ente ens~1yo concurre " (lelimitar la órl>ita l1istórica y las frontera ideológicas de aquellas agrupaciones
polític<'"' de cstir¡1c liberal y civilista que, en Ja el ~cada del
setenta <lel pasado siglo, (1 icron en 11 nmarsc pa rti<los de
prjnc•i pi os. Con rn iras a un plnul<'arn icnlo general, se l1a
centrado c1 anúlisi~ entre la ]'az de abril y el fi1otín del 75,
clc11t ro ele cu yo In p o 1)11cdcn ja lonnrsc la n1a<l 11 rcz política
y ]n floración doctrinnria de In gencrt1cióri (lcl 72.
I"'os J>rop(> iros del trabajo son tn11 pr ·ci o con10 limitado ,: ¡>rett·ncl • explanar In - lí11en, "ardinales de una
fecunda conrnociún Pspiritual - OJJcru<la en lo l1ál1ilos
J>olíticos, en Jos ¡>rincipios institucio11ul ·s y c11 las ideas
filo úfi(·o-roligiosns
cuya cxperien "Ía breve cr1 el ticn1po
~;j se ntiendc n u <'ÍÍrru·ro el ~curso, l1und '}, no ob ~ tante sus
rní · s en Ja n1i n1n cutrniín ele nu estra vida hi tórica. \ 7a
co11 llu - aunque obvio sen decirlo <JllC en rnodo alguno se nvnnza una eluridaci()n exhau tivn sol>re el ten1a,
sino una ntcrn introducci(ín a tui e tudio n1onográ fico ne rcn d" Jn cscncln Jlrinci 1>ista en el ruguay·.
Se obscrvnr:í, sin dutln, )' <¡uizli co11 razón In frecue11tc citn d l texto J>Cl'iodísti o o su repetida colación, uunc1nc
el nutor picn n que su cor1 urso insi tente se vuelve vía inc cusa ble pn rn una caba 1 <'ua nto vi vi ntc con figt1ración <lel
¡1ro --eso. 1,al e la gravitnci611 del diario r11ensajc doctri11nrio tJUC ya en 1873 uno de" los 111ti c:::clnrc"ido"' órgn110
-
JX -
�de la prensa liberal podía avizorar, más allá de su tiempo,
el alcance de su prédica.
"La prensa, - rezaba uno de los editoriales de El Siglo con el carácter que tiene en las Repúblicas Sudamericanas,
donde se estiende su influencia á todas las esferas de la
actividad humana, es el gran archivo donde el historiador
ha de venir á buscar un día no sólo la estructura física
de los sucesos, sino la filiación de las ideas que le dieron
. ,,
origen .
Así, pues, - y valga la cita en descargo de citas la prensa periódica inviste el a poi te medular de la inve::,tigación, ello, naturalmente, sin eludir el obligado concurso
de otras fuentes.
Por lo demás, crecidos y numerosos son los tributos
que reconoce la obra como para discriminar cierto mérito
propio en i e tanta labor ajena. En única instancia, sólo
quisiera mover a reflexión sobre las abiertas posibilidades
que propone a la inquietud l1istórica el iimero ideológico
inserto en nuestro pasado independiente. A~~ndido a í su
cometido inicial, recién entonces se habría. justificado el
propó5ilo de este ensayo.
JL \~ ..~NT0:\10 ÜODONE
11ontevideo, marzo 9 de l 93tJ
-X-
�... " la libert ad e 1t todas /a.e; esferas, la lib ertad para todos, La libertad conio punto de
partida, la libertad corn o n1 edio la libertad
como fin."
Jo t
P EDRO
RA 'IÍREZ
(Cue~tiones Oriental~s. Polémica con el
Dr. Juan (.a1/os Go111ez. El Siglo, 28 de
~cticrnhrc
- XI -
de 1872)
��TEMARIO
•
CAPÍTULO
•
•
1
HACIA EL PRINCIPISMO
1851 - 1872
-1851-1868
-El clima político luego de la Paz del 51
-Tendencias y partidos políticos
-Los primeros intentos fusionistas
-Los antecedentes políticos del principismo
-Partido conservador: Juan Carlos Gómez, I osé
María Muñoz
-Partido blanco: Bernardo P. Berro y los vicentino'
-Gestación del principismo
-Cenáculo de El Siglo
-Club Universitario
-1868-1872
-La crisis económico-financiera durante la administración
Batlle
-Las concesiones del régimen a los elementos personaJistas y la oposición liberal
-Proyecciones pQllticas de la Revolución Oriental del 70
-Aglutinamicnto de las fracciones coloradas
-1-
�-Las ideas radicales de Carlos María Ramírez
-La guerra civil y los partidos
-Curso de Derecho Constitucional
-La Bandera Radical
CAPÍTULO
II
LA óRBITA POLfTICA DE LOS PARTIDOS
DE PRINCIPIOS
1872 -1875
-La administración Gomensoro y la situación financiera
- Realidades y ficciones de la Paz de Abril
- El banquete de l.a juventud
-Reestructuración de los partidos políticos
- Partido colorado: Club Libertad> Club Colorado.
- Partido blanco : Club Nacionali3ta, NetoJ.
- Partido radical: Club Radical.
-Definición ideológica del principismo : los Programas de prin• •
c1p1os.
- El clima pre-electoral (1872)
- Los incidentes políticos
- La abstención nacionali ta
- El cisma del Club Libertad
- Las elecciones de noviembre
- La renuncia de J osé Pedro Ramírez
- La expectativa pre idencinl
- Elección de José E. Ellauri
- Divorcio definiti\lo entre principistas y neto .
- Las elecciones de Senadores ( 1873) y la evidencia de una
trasformación político-social
- La crisis económica y su proyección política
- La caída del principi1mo
-2-
�III
CAPÍTULO
EL PRINCIPIS1\i10
DOCTRINARIO
-Concepción filosófi ca
- filiación: espiritualismo ecléct ico
formación: Alej o Villegas
Luis J osé de la Peña
Plácido Ellauri
-concepción del mundo y Ja vida:
omnipotencia del inclividno
librepcnsamit nto racionalic; ta
moral cívica
-Filosofía política
- filiación: la ideología liberal de Constant, T ocque·
"·ille, Laboulaye
las influencias del constitucionalismo anglo-sajón:
rlamilton, Blackstone, Price, Story
- teoría del individuo :
derechos y g arantías individuales
-concepción del Estado
t eoría de go bierno
CAPÍTULO
IV
LAS SOLllCIONES PRINCIPI TAS ANTE LA
REALIDAD NACIONAL
- Políticas
- reorganización institucional
reforma constitucional
ley electoral y registro cívico
descentra! izari ón administrativa
reforma judicial y legislación penal
Guardia Nacional y ejército permanente
-3-
�e:.-·- -
-Sociales
'
~educación
cívica
el cometido de la prensa
-alfabetización
-Económicas
~el principismo frente a la crisis económico-finan·
ciera (1868-1875)
empréstitos extranjeros
reducción del presupuesto
•
impuestos
emisión menor
.: :
••
•
-4-
1
�CAPÍTULO
..
'
I
HACIA EL PRINCIPISMO
•
1
��Stn.tARIO:
El clima político luego de la paz del 51. - Tendencias y par·
tidos políticos tradicionales. - Los primeros intentos fu.,ionis·
tac;. Los antecedentes políticos del princípismo: Partido
Conc;ervador, Juan Carlos Cómcl, José ~f aría ~1 uñoz; Partido
I)lanco, Bernardo P. Berro. - Ce,tación del Principismo: El
Cenáculo de El Siglo; El Club ('nivcrsllano. La cri"-IS
económico·íinanciera durante la Administración Batlle. - Las
concc.,1ones del régimen a los clemenlos personaltstas y Ja
oposición liberal. Proyecciones políticas de la Revolución.
Oriental del 70: aglutinam1cnto de las fracciones coloradas;
ideas radicales de Carlos ivlaría Ramírez: La Guerra Ciuil r
Los Partidos, Curso de Derecho Constitucional, La Bandera
Radical.
Al amparo de la pacificación de octubre del 51, los partidos
orientales posponen sus diferencias. Depuestas las armas, los
tradicionales adversai ios parecen procurar -a la sombra del
paclo que pro1nete zanjar su dilatado pleito- nuevas formas de
convivencia que posibiliten su pacífica gestión.
Las íracciones doctrinarias del Cerrito y la Defensa anle la
tri5te experiencia de nuestros partidos, incompatibles bajo la
férula de los eaudilloc;, vuelven a plantear las ac;piraciones que
desde el campo sitiador y la ciudad sitiada habían perseguido, por
encima de la contienda, un anhelo común de reconstrucción
orgán ira de esos partid oc;, dec;poj ándolos de las viejas divisas que,
a su modo de ver, encarnaban las tendencias anárquicas de un
pcrsonalisrno que oh taba sistemáticamente a nuestra definitiva
consagración institucional 1 • Los principios de gobierno que desde
nuestras élites ilustradas sostenían Manuel Herrera y Obes y
1 Durante la D<'fen.-.a clr \Ioule\ ideo Lamas. Suárcz y Tlerrera y O bes
cl<•Cinían ac;Í la tcsJtura doctnnnr1a frente al caudillismo: "Creemos que las
antiguaq foccioncq nC're,.1tnn al nit•nos nuevas formoc; para aspirar en aclelanle á la particjpación del poder; en su antigua forma las j u1gamos del
todo y por .,¡empre inca p1ccc;. df' gobernar. . " (Cfr.· La nue11a era ( Organo
de la ocicclad ·ecrrta Nacional), 11 de frbrero de 1816, n9 J, cit. en Lt ts
~fr11\'IJ l \FI1't n, Etégcsts de bandería-;, ~Ionlc:vuleo, 1893, en Biblioteca Na·
cional, f\fonlcv1deo, Colección. llelián. La/inur, t. 35.)
-7-
�Andrés Lamas, Eduardo Acevedo y Jaime Estrázulas, Bernardo
P . Berro y J osé María Muñoz, vienen a consignar su escisión c on
los caudillos que, desde Rivera a Flores y desde Lavalleja a Oribe,
definen la línea personalista que ha presidido el tortuoso sendero
de nuestras enconadas luchas civiles. En la fusión de un calificado
núcleo de aquellos elementos civilistas se concretan las primeras
aspiraciones encaminadas a ree!tructurar los módulos de nuntra
c onvivencia política.
Con esos gratos auspici os inició Giró su gestión de Gobierno,
aquejada desde sus orígenes p or el estado calamitoso de nuestra
hacienda y p or las divergentes opiniones que : uestionaban de
h echo el acuerd o entre s us colaborad ores.
L os primeros fracasos de la p olítica fusionista, tang ibles e n
la equívoca unión que promoviera la Sociedad de AmigoJ de!
PaíJ en 1852, volvían a revelar la cruda vigencia de las p asiones
d e partido, !upuestamente superadas en el r osado optimism o de
los firmantes del pacto de Octu bre. E n la prensa, en el p arl am ento, en la opinión, las diferen cias latentes volvían a concitar
animosidades en el clima p olítico de 1852. Ante las trib ulaciones
de Gi ró y la reconstrucción m ás o menos expresa de las viej as
divisas, com enzaba a resquebra jarse la efímera p olítica de fusión.
Los cambios en el ministerio, con el ingreso de Berro y Brito del
Pino, aceleraron el proceso estimulando los recelos del pa rtido
colorado, que v olvía a aglutinarse en actitud h ostil fren te a la
amenaza de una restauración blanca. 1
La erección de las di visas er a ya un h echo y a s u evidencia
palmaria responden los sucesos consumados entre el n1otín del
18 de jul io y la constitución del Triunvirato ejecutivo de setiem bre. Con la caída del bam bolea nte gobierno f usion ista volvió a componerse - con alguna variante - el cuad ro de fuer1as
q ue presidiera las contiendas no lejanas.
Flores, for tuitamente ~l evado a l p oder omnímodo y caudillo
indi~ut ido en su parti do, impone el rigor colo rado desde el gobier no provisorio co n el tcn1iclo regreso de Pacheco y P alleja ,
hom bres fu erte~ del régimen.
No ob!tante, la ' oluntad person al y la política del caudillo
e:ran rC3istidas con audacia por una fracció n colorada antipe rso1 (.fr.; rarta de f ranclJCO l lordeñnna a Andrél LtJmn1. 'lonlf"VI lt'o, 31
de julio de 1853, t"n Archrto General de la f\acwn , ~lontcvadeo, Fondo E%
Arch11·0 y 1\f uJt o ! fittÓrlco Nac ional, C8J8 97, carp. 3, cit. en ]UA "< F . PrVF.T
l)l\OTO, l l istoria de los partidos políticos en el Urus11a), t. l . pp. 21 ~,. 215,
11f ontcvi<leo, 1942.
-8-
�•
' nalista que evocaba insistentemente la tradición de la Defe nsa,
bajo cuya advocación comenzaba a adoptar la den ominación de
partido conservador. 1
Surgido en el clima febril de 1853, a la vuelta del m otín del
18 de julio, fueron sus tempranos padrinos de pluma y espada,
el doctor Juan Carlos Gómez, apóstol doctrinario, y el doctor J o1é María Muñoz, vehemente militante. S u altisonante prédica doct rinaria, ya desde Ja Cámara o bien en la prensa con El Orden y
luego con La Libertad, condena el provisoriato de Flores y anatematiza el caudilli5mo. Define así el divorcio paulatino que,
gestado en los días del itio Grande, escindirá a las fracciones
principistas y netas dentro del partido colorado. La elección de
Flores por la Asamblea de marzo del 54, implicando una nueva
imposición del caudillism o, excitó las celosas pasiones del partido conservador, que recibió su bautism o revolucionario en lc1s
j ornadas de agosto y n oviembre del 55.
El ideario principista de la nueva agrupación, que e n cierto
m odo recogía las pragmáticas de la Socieda<l de Amigos d el
País, define en El Orden s u programa doctrinario : " El imperio de
la ley; La realidad de la Constitución; El mantenimiento de la
paz ; l ,a consolidación del orden; La obediencia á la autor idad ;
El sostén <lel Gobiern o Constitucional de la República; La su·
resión constitu r ional <le los Presidentes; La m oralidad en t l
Gobif>rno ; La pureza en la Adtnini tración; El afianzamiento
del crédito público ; La pronta acción de la justicia ; E l prog rec;o de la República por todos los m edios que condu zcan á
ma) or ci"ililación y prosperidad ... n os proponem os tolerancia
y respeto por las opinion es disidentes de las nuestras, y sincerid ad y moderación en el so tén de las propias. Entre los m edios
con c1 ur cntes á la consecución de los fines que dejamos enumerad os. fijamos éc;tos á nuestra línea de conducta: P or lo que hace
al f'xterior - el respeto de lo tratados con las potencias extr8njc rac; .. . ; la concec;ión á su comercio de todas las franquicias
con1patibles con las exigencias del Estado. P or lo que hace al
interior. - la contracción al desenvolvimiento de los intereses
n acionale<; y absoluta prescindencia de cuesti ones de va na teoría
y ele personalidad estéril. En este sentido promoveremos incansablemente: La introducrión y desarrollo de toda industria que
EL Orden, 25 de j uli o de 1853, cit. en J U A~ CARLOS G ÓHEZ, S u octuc.ciún tn la prtnsa J e ¡J/ on tet:td.eo, t. I, p. 19, ~1ont ~ v1d eg,
1
-
9 -
�promete al país riqueza ó bienestar .á los. ciudadano~. ~a inmigración extranjera por todos los medios dir~ctos o 1nd1rectos cr,ie
están al alcance del Estado y de los particulares ; La educac1on
moral, intelectual y material del pueblo; La imporlación de capitales extranjeros; La plantación de seguras instituciones Je
crédito; El crecimiento del comercio, de la agricultura ó del
pastoreo; El ensanche de la navegación á vapor en nuestras costas y ríos; La multiplicación de las vías y medios de comunicación á través del territorio ... " 1
El doctor Gómez, alejado del país en 1843 por su desintcligencia con los hombres de 1a Defensa, se había reincorporado a
nuestra política en 1852, cuando los comicios le llevaron a la
Cámara de Diputados que abandonó para desempeñar la cartera
de Gobierno y Relaciones Exteriores. Ahondadas sus diferencias
con el caudillo colorado, emigra de nuevo - esta vez a Europa - para no regresar hasta 1857, en la víspera de las aciagas
jornadas de Quinteros. A su muerte, en 1884, el doctor Bustamante, evocando su avasallante figura, escribía: "El había tomado de la moral estoica el culto austero del deber, es decir,
d el deber que no transige con nada ni con nadie; del cristi:inismo doctrinal y primitivo, el espirituali:;mo exaltado, la abnegación y el dogma de la fraternidad universal y de la filosofía
política de los fundadores de la Unión Americana, aquel espíritu
de libertad civil que jamás tuvieron ni griegos ni r omanos, formando así, con esos diversos elementos - él esencialmente refractario á todo eclecticismo político un Yasto colectivismo
sociológico'' 2
El doctor l\i1uñoz, soldado de la Defensa y más tarde rep1 eeentante en las Cámaras doctrinarias del 52, condenó la política
florista con la violencia <le su ten1pcramenlo y con el "igor de
sus convicciones. Su arresto ec;:pectacular, su furi osa ca1npaña
contra el caudillo desde La libertad y su participación acti' a en
los conatos revolucionarios contra el Fuerte, le alejaron de ~.Yon
tevideo, consumada su ruptura con la fracción mayoritaria colorada, en un voluntario ostracismo que c::e prolonga hasta 1870.
Ambas figuras - Gómez y l\iiuñoz definen una típica
pauta liberal de corte doctrinario dentro del partido colorado.
El Orden, ~l on tevid eo, 27 de julio de 1853. ci t. en J u ,~ CAJ\LOS
CÓ•tE7., Su octuacion en la prensa de 11/ontetidco, cit., t. I, p. 20.
2 Pcono Bt. 5i Ar.t \NTE, Juan Carlos Góme:, en Revista Nacional. año
v. 51, pp. 443 } 61.
1
ºº
-
10 -
�Rcprc~cn l an, en la rigid z de sus principios
y en la alti' r:>z ele su
mo r nl cívica. las il!Cas de la generación rornnnl ica de In Guerra
Grande: culto 1 gcndnrio de los héroes <le la l)Pfl'n·a. cxulta<lo
con épjco ... acentos ~ sagrada devoción de los principios liberales ;
inclinarión a la oratorin grandilocuente y nl pcriodi~n10 de con1 hntc>. confor1nan el tono c!e su prédicn, no sien1prc acorde con !os
npr ·1n ios de la crudn realidad políli"a, pero en todo rno1nen to
inflexible en su linea civilista. I\lovidos por su rornántico lirismo
Ycncralian el dogn1a del siglo - que Crocc ele igna religión de
la libc1 tad - oficiando anle ~us ídolos heroico . los I. . n1nnrline,
l o~ 1lnzzini. los J.,incoln y ]o- Wac:hington. Su individualic;;mo intransigente ) un cxtre'"n10 liberaJic;;n10 ele hnrricada. de estirpe
francesa. conducirú a In pritnera pron1oción de ~a Gironda confcrvadora al t rágico epílogo <lel JJaso el~ Quinteros. Año m:ís
t arde. a la luz de unn r"'rcnn perc;pcctiva. In generación principi ~ a
del 72 - scgundn pi on1nC'ÍÓn clootrinnrin - venía a cnj uiciar,
de cnrn a la expe1 icncia, In porfiadn utopía clr ~us maestros: "Es
prc"Í~o no flagelnr y pz osr,1 ibir ñ los pnr:idos y á los círculos
- P.SCI ihía José })edro Ran1írcz - sjno hacer que los partirlos
y Jor:; círculoc;. que son el país mismo, concur!an á In ohra. corrig iendo "llS hábitos de~arrcglados. 1noclificando sns ideas extraYiaclas. Pí'ro r.so e precisa1ncntc lo conirnrio de lo r¡uc \'ll. hace,
porque
se colocn en el Olin1po de una idcaliclarl ji 1posiLle
}' no ve ciur1ndanos. en la noble acepción e.le csla J>nl3hri. ~ino
•11 l0s
lnzzini y en los tipos C"ccpr:ionalcs de In hurnanidnrl enter a. \ 7c.1. c111picza á vivir en un inundo de abstracciones , de idealidad -:. · :í f n1nili~ r iznrse clcn1asiado con las épocas heroicas de
la hi~ torin que no son, por cierto. las época3 ordinarias de !os
puchlos''. 1
I~ n el accrnclo juicio ele Ra1nírez se proyecta el pr r.ec;o del
r ornantici'.'\1no con~crvaclor clescle el principismo conscr,•ador que
le ha 1 r.hasaclo. pero que aú n le reconoce como guía y origen y
r.01110 el n1ñc; señalado anlcceclcnlc h islórico de sus ideas y su comuni dad po lítica .
I..n gcnr rarión ]ihcrnl clel partido colorado t U\'O n El '>i{!.la
- desde l 8ó3 - su 1nás ca raclcrizada exprc~ión . z All í recibió
''el.
Cnrtn de ! osr Pct!ro Ram ;re: a J uan Car/n ~ G ón1 ~ z. ' fonlrvideo,
19 de •H·t il'111brc de 1072, en El Si!{lo, Cuestiones Oricn talel, 19 de setiembre
d(~ 1872.
z Julio J fcr rcra y Ohc-.;, en el ocaso de su 'irla, c;1lvuba clC'l olvido en
r <'tro!:ipcc th a diagno.i.:, lo..; prolegórnenos <le 1.l 5zt;lo. '' .. on p:>lo conoci<lo1t
1
-
11 -
�•
11u temprano bautismo p olítico J osé P edro Ramírez, luego de i11cursionar en el periodismo literario desde el diario El Plata.
Ramírez fué uno de sus primeros redactores políticos, junto con el
doctor Carlos de Castro. el doctor G regorio Pérez Goma r, A dolfo
V aillant y Derm idio De María. Al "cenáculo., de El S iglo ingresa - ya en la presidencia de Batlle aq uella "juventud
r omántica y batalladora" - al decir de Julio H errera - llamada
a inscribir en nuestra historia p olítica las aspiracion es del princi·
p ismo doctrinario : es la hora de la incorporación de Carlos ~1:J
ría Ramírez, precoz y t alentosa pluma, J ulio H errera y Obes. el
cáustico periodista que regresaba de la campaña militar paraguaya, José Pedro Varela, flamante corresponsal europeo y, en fin,
Pedr o Bustamante, Bonifacio ~lartínez, los Ferreira y Artigas,
J osé Ellauri, Carlos ni uñoz. 1
Alrededor de El iglo, la j U\ entud del Club Universitario,
devota de Constan t y Tocque\ ille, iniciada en el librepensamiento
loa orígenes de El Siglo, y en verdad, que no carecen de interés hi<.tórico .. .
El Dr. Nicolaco tJerrera. en unión con Don Ad olfo \ aillant Iorrnul6 el proyecto de fundar un diario qne sería el órgano de esa política evolu tiva.
Aceptada la idea por un grupo de intelectuales del partido c:e procedio a
compra r una 1n1prenta con dinero que subrninii.t.ro el Dr. ~Ianucl ll errcra y
OIJe., y el 19 de febrero de 1863 aparecía el pnmer número de El Siglo ...
1 a filia ción política del diario era vbible, pero para facilitar su acc1. n !e
rec.olvió no ponerle di vi e.a part iclaria y hacer ealn dP moderantismo ... "
CCfr.: JtLro JIERRERA Y ÜBE..,, El ··cenáculo" de El Siglo, en Ret·isca ;vacional, año \, nº 53, pp. 262 y ... s.)
CAru.os Gór.tEZ llAEDO, José Pedro Ramírez, en Revista 1\acional, año I, nO 6, p. ~62. 1\cc:rca de. Jo.; periocJi~ta;, que alternan en la redacc1on de El :,r¡¡lo, \'éase pp. 145 y s<:.
"El pre!'t1gio de El Siglo era inronmencourable -recuer da Julio Herrera y Ober-. Lo quo hacia emocionante y dramática c. 1 propaganda contribu)' endo a aumentar s u popularidad era el hecho de qu:: todo el país
1aLia qttt" cletras de cada artículo de polé1nica e~i tía un hombre, que
detrás ele] diario había un grupo de homLre" dispue... tos a asumir Ja respon!-abilidad de eus opinione~ y de "lli> actos en todo.;. los terrenos : y
remo loa redactores de loo:. diarios gnherni-.tas y .. u., dcícnsore~ se hallaban en el ntismo caso, todos los díac: había un duelo o un:i hecatombe
en per,pecth o. Las manifestaciones populares con rib1•1c-. de mazorcadas.
n<... c•nc·ontr .h.1n en la 1·allc a .. u pn.;o para dc1no::trarlc:, r¡ue no las
tc míamo!. 51 desde el diario oficial nos an1cna:rahan cnn cn1pa,telar la
imprenta, los invitábamo .. a pasn r por ca,a v o c--pcrcíhan10 d1sti uec:tos
a Tt"cihirles a balazo . . . Loe; artículos de El 1~ o conmo\'Ían la CJ p1n1ón
pública y enloqucc1an al gobierno. que tan pronto e;~ enfurecía y recurr1a a
Ja violencia Je la C"1rr~l y del de,t1erro . como qc "-Ometia y pedía capitulación,
o{reciéncio)c a Joc;r Pedro Ramírez la or:;r.nizaci ·n rle un ~lini .. tt'.rio de) quo
8Crín j1·f~ ..." (Cfr.; J 1.10 l 11.nn1 HA Y Oe1 '• El ''Cenáculo" de El 'iglo,
<.Ít., n Ret ilta 1Vacional, nño V, nO 53, p. 276 )
l ]UA'I
-
12-
�racionalista por la" enseñan1as de don Plácido Ellauri y las lecturas ele Francisco Bilbao, y ebria de fe romántica hacia la demoC'racia norteamericana que enaltecía por entonces Laboulaye, conformará su doctrina ci\ilista y liberal, pronto elevada a la catego·
rÍ3 de dogma en función del culto fervi ente de los principios absolutos que regían so conducta cívica y moral. Desde El Si:.!;lo
cumplió su rudo aprendizaje político - en las turbulentas a g uas
del partido colorado - toda aquella élite juvenil cuyas tempranas
inquietudes, aún fluctuantes entre el -verso y el drama, el ens a} o
o la n ovela, eran incipientemente vertidas en las columnas de
i I Plala, el Iris o la Revista Literari.a. El Siglo asistió así al
t r án~ito de sus meditaciones especulati\ as hacia la órbita material ele la problemática que definía nue tra existencia política.
J~n e~e diario trasiego de la prensa perfila el principi mo con~<'r\•aclor su temple doctrinario, forjado en los rígidos moldes
<~el constitucionalismo liberal y en el ejemplo de la democracia
ri o rleamericana, bajo cuya advocación enfrenta a la~ llamadd1
tc11de11cias personalistas que - a su modo de ver - confi guraban
la réinora ele nues tra evolución institucional.
Asin1is1no en las filas del partido blanco alentaba una reacc·ión de sano principismo tempranamente gestada en la resistencia
del núrleo doctoral a las tendencias on1nímodas de loe; caudillo~.
11:sr grupo, que penetraba en sus orígenes hasta el Cerrito, pued-:
t~ pificarse en la figura de don Bernardo P. Berro. Sus ideas principistas, latentes } a en 1838 en el Catecismo de la doctrina puritnna con serva</ora, emanan de su filosofía política ba"ada en el sistcrna r<'publir.ano representativo. y condicionada a una elevada
rroral cÍ\ ic a y un prístino pro~ra1na doctrinario en el que se exch.".> e la acción de los partidos tradicionales. En ese entendido
adhiere a la política <le fusión desde la Sociedad del 18 de f ulio
y la Socieda(l de Amigos del País y transa luego con sus correJi.
E( onar io~. en oposición al florismo avasallan le del 5 1., para cerrar
<'~ pac;o al empuje caudillista. Aun entonces, convencido de la
g1avitación funesta de las divisas. clama por su dec;aparición
e·orno único cxpedientf' \ iable hacia la formarión de nuevos par.
tidos de principios. "Berro no creía en la posibilidad de una evoluc·ión clr los partidos personalic;tas en partidos de te is o <le principios''. afirn1a Pi\'el DeY oto ~ "!ostenía que la fuc;i ón sí, podía contribl!ir al acl\"enin1iento de los partidos de ideas''. 1
l JUAN
E. Pnr.L
ílt\'OTO,
!.as ideas politica.s de Bernardo P. Berro,
p. 17, 1'i<nle\i<lco, 1951.
-13 -
�Según el inventario ideológico que traza Pivel, Berro encuadra su concepción política en el modelo norteamericano que proponía Tocqueville, reaccionando no obstante contra las corrientes
r omántico-liberales francesas a cuya influencia adjudica todos
los desbordes con que el despotismo ha jalonado la revoluc:ón
sudamericana. 1 Sobre esos supuestos llega a estructurar una
cierta filosofía de la historia nacional: cuyo programa entraña
la desaparición del caudillismo y la guerra ci,·il. así como la concreción del ideario republicano. Puede decirse: en fin. a la luz
de su credo político. que la figura de Berro representa el más
decantado exponente del ciYilic;mo doctrinario surgido en el seno
del partido blanco .
En la línea principista de Berro, si no en su ideario ini~mo,
Agustín de Vedia, al frente de un grupo de exilados blancos, leYanta desde Buenos r\ires la bandera puritana desde las páginas
del diario La América (1865) , tenaz opositor del general _litre
y la política de la Triple Alianza que secundaba el general Flores.
Gravitanle y decisiva influencia ejerció sobre la j uYentud
ilustrada del partido blanco, la \'Ígorosa personalidad de Agustín
de \ 7edia, en cuyo pensamiento se anticipa la renovación del principismo nacionalista del 72.
En la atmósfera de canden e violencia y enconadas pasiones
que sucedió al asesinato del general Flores se elegía nuevo presidente de la República, por una equí,·oca ma\ oría, al general
Lorenzo Batlle, que \'enía a representar dentro de su partido. por
su carácter y sus antecedentes. la mediación ecléctica entre el
caudillismo y el principismo. "Hombre de principios. !oldado de
la Defensa de I\1onteYideo -proclamaba entonces Batlle- no me
apartaré del cc::tricto cumplimiento de la le). Propenderé á la
unión del partido colorado gobernando con los hombree;; 1nás
dignos de ese partido, sin esclusión de n1aticec;; y c;;in exigir otra
cosa para los cargos públicos que el patriotisn10. la capacidad,
la honra<lcz ... "2
Su temperamento contemporizador, como era natural dada
l
Jbid., pp. 4 y
~e::.
llan ifie(to del Gral. Lorenzo Batlle, }Q de marzo de 1868, en Archir.o
r Biblioteca Pablo Blanro Acet cáo, i\lontc\ ideo, ,lfanuscrltOJ del 1lfu$eO
llistonco /\acional, t. CCCL\ I, Archii 10 del (oronel Dr. José G. Ptl/omequt:,
2
La Rttolucio11 Oriental de 1870, t. 11, f. 33.
-
14. -
�la efervescencia de los ánimos, le concitó la oposición de los
grupos colorados que, desde el principismo o el caudillismo, con·
denaban su política conciliadora invariahlemcnte alribuída por
unoc; y ot1 os a dchilidad per~onal del gobernante. Durísima
prucha fue para el general Ilatllc la tarea }>residencial: El clima
político perlurhaclo hasta el incontrol pasional por la ola de Yio·
lcncia- c¡ue el 1nismo día del asesina lo de Flores se in iriara con
el inútil sacri fi cio ele Berro : el ensoberbecido caudillismo coloraclJ
que an1enaznba sistemáticnn1cnte "con levantar el J>Oncho" nnte
el gobierno; los 1 ccla1no clcl principic;mo que no podía tolerar sus
concesiones al elemento pc1 sonal; todo el país atemorizado - en
los prolegóincnos de una grave crisis econó1nica - por el {an.
tas1na de la incon\'crsión y el curso forzoso que crecía de5<le
l 86t1 a la som hra de las especulaciones financiera- del Barón de
~Iauá. Corn¡>l '1ncntariamente. el partido blanco. excluído del po·
dcr en 1865, vcnín a !'"r. desde su no dis1ninuída pujanza, otro
de lo" serios n1otivos de h1quictud. y no el de menor entidad.
En los hechos, los ten1ores concebidos no defraudaron 1~s
augurios pesimistas. En rápida ) demoledora sucesión los inmedia·
tos aconteci1nicnlo'"' 'inieron a cuestionar todo el programa cons·
tructi\ o que se propu"iera el gobernante de 1868. 1\1 al1amiento
prepotente de las "mil lanzas" de l\Iáxi1no P érez y su pronto
son1cl in1iento a Carahnllo siguieron nuevas vcntaj as para los netos
que provocaron la c~cisión definitiva del liberalismo conser,·a<lor,
desde entonce~ declarado enen1igo del t égimcn de natlle. '·gobier·
no de tripotajc y ele cando1nbe·' según el punzante estigma de
Juan Carlos Cón1c1.
Ante los pritneros iunagos ele los descalabros bancarios 'JUC
prolo ngaban In <'ri is. la cfínH~ra sublevación cursistn de Carahallo
vnl\·ió a c\'iclcnciar el peligroso ai }amiento en que se iba rele.
gando al Presidente, ahora abandonado por con5ervndorec; } por
ncto5, y por a1nhos hostilincnte a1ncnazndo de tal modo, que
r.on1enzaha a <¡ucbrarsc su hasta entonces enhiesto principio de
autoridad.
I..n crisis económico·financiera. pc>5C a la incon,•ersión y a
la deprimente \ igencia del cur'o forzo~o sobre el comercio~ era
incontenible en toda su 1nagnitud. JJa forzada r enuncia de Bustamnnlc, contra lo que c~peraba el general Ilatllc, no parecía
conjurar la bancarrota. 1 I~l ruinoso expediente de la garantía
1
El doctor Pedro Bustamante proce<:anclo al gobierno del General
Dntll<.·, cxprc<:a ha al elevar su renuncia: " ll abiéndome significado V. E. en
1
-
15 -
,
�&ubsidiaria del Estado al caduco papel moneda, vino a complicar
con creces la situación prolongando la agonía monetaria de los
Bancos libres, exhaustos luego de sus incautas emisiones. Fer·
nando Torres, reconstruyendo el caótico cuadro de nuestra eco·
nornía, escribía en 1871: "Estos tres años [1868, 1869, 1870]
íueron infaustos; todo en ellos fué contrario á la prosperidad
pública, causas políticas y causas naturales: el cólera (en
el 68 ) interrumpiendo la faena de los saladeros y reduciendo casi á la mitad la esportación de la República; conmociones políticas agitando todos los ánimos, infiltrando en ellos la descon·
fianza del porvenir; baja en los grandes mercados de uno de los
productos más pingües del país : la lana; epidemias rurales "X·
terminando grandísimo número de ganado vacuno y sobre todo
lanar ... las terribles lluvias del principio de 1869 que destru yt!n
casi por completo los cereales ... hacen igualmente fatal ese año.
30.000.000 de pesos de producción perdidos en dos años! Tales
pérdidas producían perturbación en todas las fortunas . . . La
inevitable exportación del oro en reemplazo de los productos
que fueron deficientes. La suspensión repentina de gran nú mero
tl rminos amistosos el deseo de que renunc iara al cargo de J\Iinistro de Hacienda, bignificándome además qu e mi separación del gobier no era cond1c1ón
indi--pt:n~aule, para poder dar sol ución á Ja cra-.as econumica y polí tica qu~
iitra' ie~ a la República en estos momento~ ; y no queriendo por mi J>&rte
torturar inútilmente el ánimo de \. E . o ejercer Ja menor presil' n obre
1- u e~pí ritu , ni servir tam poco de pretexto ú los d escontentos para seguir
a ~itan do y convulsionando al paíc., he resuelto d ejar sati_fechos los dei,eo•
dt \ . E. hacie ndo forn1al renuncia de la ca rtl'ra que e.e e.in ió con fiarme y
que jamá ... habría renunciado en pre~encia dt: una rebelió n armada ... ll osti·
JiJ..aJo d e-=de un pnncipio en mi march a por la impura liJ?a de todos los
in tcrci-ea inmorales y de todai; las aspi raciones hac:;tardas, que na tu ralmente
no p odía n conformar t-e con el e~ t aultci rn ienlo de una admini~trac 1 L n regular
y honesta, y ~ encido al fin, rn á~ que por la ener gía de "ti!> de~ec.pe r adoa
t.·~f ucn..os por la s in-.inuacione~ de ' rE., por el t.°"'pectáculo <le ~us an~icJ10t'S
y temores } por el con~cncimiento de que no puedo contar con !!u apoyo
para llevar adelante la obra a QlHl } o le of rcci concu rrir, y c1n la cual no
hallo ~a lvación posible para la República, ~oto siento al deja r el puc'!>to qu~
ecc·pté á in--toncia-, ele \. E. que VE. no haya creído poder cumpli r Ja
tole mne promc~a en \'irtud de lo cual me presté ñ acun1pañar lo, y que un os
c:uantos descontentos y alguno e4'peculadores de-.graciado.;, capitaneado, por
un h ombre, [alude al Baruo de ~l auá) no ...oti ... fe cho aún con haber e~ tafado
al pueblo, esplotado nuestras de,gracias, medrado con todo~ nue5tros an ter <l rt.... gobiernos, y burlúndoo;e de nues tra-. Jeye· chiles y penales, hayan teli ido
bntotante poder para torcer Ja ,·oluntad y Ja march3 Je ' 'E. . - para da r el
'llt'lro á una c;ituación que ali:o bueno prometía al paí-. ... ''·(Cfr.: ()
o
(, I ilin1stro de llarienda Pedro Bustamante al Presidente. de fa Repú' /ica,
1 oren::o Bntlle, tn Ct u 1,r:11,t o '-.1 í\\'AR T \ARCAS, Pedro flu stamante, en Re·
'' .1 l\1ar.1011al. a'lo V, 119 56. pr. ~l'l 216)
0
16 -
�ele operaciones con1erciales y provectos industriales. La rápida
liquidación de negocios importantísimos en muchos pueblos de
la República y la extinción de la casi totalidad del crédito ...
produjeron la terrible crisis financiera que todos hemos presenciado ... " 1
Luego de la retirada de Pedro Bustamante del Ministerio
de l lacienda. a la que sin duda no era ajeno el Barón de lVlauá,
Ja tirantez fue agudizándose rápidamente. Por entonces Carlos
María Ramírez reaccionaba briosamente contra la p olítica de
Batlle calificando a sus colaboradores de "adulones y mojigatos",
mientras que el impulsivo ministro de Gobierno, 1osé Cándido
Bustamante, amenazaba al periodismo combativo con el jurado,
Ja cárcel y el destierro. El principis1no conservador, en el desborde
dr su fibra partidaria. sella el despre'-tigio del gobierno. No era
difícil presentar ante la opinión pública descontenta y dec:concertada una causa única de todos los males. De~de El it!,lo c;o
íulminó la presidencia de Batlle como "la más Iunesta de las
administraciones que nuestro país soportara". El ministro Bustamanle, hoinbre íuerte del régimen, decidido a quebrantar la oposición demoledora de nuestros doctrinarios, sanciona el destierro
y Ja prisión de algunos periodistas de nota. El hecho, unido al
triunfo ele lac; Jic;tas oficiales en las elecciones de noviembre rle
1869, llevó la oposición al paroxismo. Su violencia excedió la
rncdida que el tambaleante gobierno podía soporlar. Fue la hora
ingrata del 1>rincipismo. En aras de la pureza inmaculada de los
principios y en el desenfreno de su adolescente pasión política, la
c-rítica de los Ramírez en El iglo ) de Varela en La Paz ultrapasó
los límites extremoc; de la cordura. llegando a sostener la licitud
de la rebelión contra el gobernante. a diario apoc;trofado como
"concusionario y malversador de fondos". 1\ e a altura la campaña depresiva emprendida por el principi n10 ronser' ador desde
la prensa. ro1nenzaba -quizá sin quererlo- a cuestionar todos los
actoc; de gobierno cumplidos desd~ el clía en que el general
I.. oren10 Batlle ac;umiera la prec;idcncia de la República. u ideaJi'-1110
'\ehen1ente y ciego por entonces - hizo trastabillar ha ta
f us e i 1n irnlos el régimen institucional. coc;tosamente soc:;tenido. La
oposición despiadada lino a ser\ ir así de pretexto inmediato 3
J.'1 rtNANOO TORRES, !llemoria sobre la llacienda P ública pr,sentad«
a <;[..'. t•I /'rc.~11/cn te de In República pur el ll1 111st10 de llac1c11da intertno,
~lonlt\idcn, 1871, en 81bhoteca flac1011al, ~Iontcvidco, Colecc1on. 1lf elián La·
l
/111ur, t. ó 1.
-
17 -
�la reacción blinca que alentaba en In sombra d la proscripción
desde la mue1te de ¿on Bernardo P . Berro. El malestar 'f el
recelo sistemático que el gobierno inspiraba en la opini ón "f'Or
obra de la prédica opositora, fueron esgrimidos como últin10
argumento por quienes desde Montevideo, Buenos Aires o Entre
R íos, insistían en negar la legitimidad de la situación p olítica
que sucediera al 20 de febrero de 1865.
La invasión de 1870, pronto encarada por el partido de Ja
Rec;;tauración como Revolución Or-iental, venía a r epresentar en
nuestro tortuoso avatar histórico el habitual expediente con que
se reaccionaba - dada la vigente vic::ión de la cosa política ante la exclusión del partido blanco, los desastres económicos y
la pregonada inoperancia de Lorenzo Batlle.
L:i rápida propagación del tno' imiento de Timoteo Apurir·io
y Anacleto 1\-Iedina. con la consiguiente alarma nacional. cnmbió
bru camente el rumbo de la prédica principista. La in' asión de
los caudillos blancos, que comprometía con su posible triunfo
l as posiciones del principismo, llevó a El Siglo a dec:cribir un Yiraje en redondo para proteger - ahora junto a Batlle y una vez
más invocando la tradición ele la Defen5a - la lega1iJad de las
instituciones y el principio de autoridad que la r e\ olución amena.·aba. José Pedro Ra1nírez y Julio H errera y O bes claman ac;Í
p or la unión de todos los coloradoc:; sin cH"tinción de matices,
mientras Aparicio acecha desde el Cerro y la -nión a la capital
en j aque. Carlos 1\-Iaría Ramírez, posponiendo su repugnancia
por el régimen, acompaña al general Cregorio uárez en calidad
de secretario de campaña. Testigo de las atrocidades cometidas en
la sangrienta batalla de aucc abjura de la guerra ci\ il. abandona
el ejército y retorna al periodisn10 despojado de su divisa partidaria. Convencido de que "la guerra ciYil por la guerra ci\·il
no tiene término·' y decepcionado de los viejo p.1rtidos. propone
ahora. dec;.<lc La Banclera Raclzcal - a partir del 30 de enero
de 1871 - la formación de una nueva a!!rupación, concretando
las aspiraciones de su flaman te folleto Ln gue rra ciiil y los ¡.artidos. P or lo pronto, sus trabajos cristalizan en la erección del
Club Radical. "La asociación - decía su prin1er programa adopta la denominación de Radical. c1eyendo significar de t'Sa
m anera todo el alcance y toda la verdad de sus propósitos al
ele\ arc;.e con magcstad sobre los interese lran"itorios que engendran las divi iones accidentales ele los b3ndos para buscar la
solución fundamen tal de las cue:,lioncs permanentes, CU) a a pre0
-
18 -
�ciación puede delinear en el futuro verdader os partidos de principios que luchen siempre en el terreno pacífico y legal ... " Y
agregaba: "La asociación Club Radi cal relega al juicio tranquilo
de la historia, todas las tradiciones del pasado y sólo fía s u poder
y su prestigio á la h onrada ap1ic:ición de su programa en el
presente y en el porvenir de la República". 1
La incipiente ejecutoria de la n o' el fracción principista que
se definía en rígida ortodoxia apa1 Lán<lose de Jos partidos tradicionales, tuvo por entonces. ante la incierta rnarcha de la r evolución que desangraba al paí , una acogida feliz por su oportu11idad y su alcance gcneroc;o. José Pedro Varela, Miguel Ilerr'ra
y Obes, I:duardo fl ores, 1osé Ma1 ía Castellanos. Eduardo Brito
del Pino, Emilio R omero, Gonzalo Ramírcz, Aurcliano Rodrí~ueL
Larreta. J acobo A. V arela, Cristóbal alvañach (h. ), Carlos \{dría de P ena, se s uman a las aspiraciones de nan1írez conformando
una decidida opinión favorable a la conclusión de la guerra civil.
Al promediar el año 1871 los esfuerzos encaminados a la
pacificación nacional son un r eclamo día a día insi tente. El solo
hecho de la revolución itnpidc c ircunstancialmente el acercamiento doctrinario que asoma por encima de las divisas y que
sucederá a la Paz ele Abril del 72.
Entre las voce5 de aliento que llegan hasta La Bandera l?.adical se escucha la de Agustín de \ ' edia, procedente del campo
r evolucionario: donde preside un núcleo principista del partido blanco. La coincidencia de principios que obser\·an los ilustrados publicistas es un hecho significativo de la reesl1 ur luración
partidaria que se ª' ecina. Según Rnrnírez, en tnuchos de los párrafos de s u folleto sobre /.,a Guerra Civil y los partidos, Agustín
de Vedia "ha \'islo reproducirse c;us mic;mas ideas y t1 aducirse
sus nlistnns in1p1 esiones al recorrer el vasto desierto librado al
cncarni7arniento de la g uerra". a
El .)igl-0, por su parlr, desde el principic;mo colorado comienza a bregar por la h onrosa conclusión de las hostilid ades.
El revés dr l\ilanantialec; sella por fin la suerte de la revolución. J,as gestion e~ pacifistas. indccisamenle iniciadas, c;e <lemnran o f rae asan ante la mutua intransigencia de Jos handoi;;, frente
a u11 creciente consenso nac ional que viene reclamando, con la
1
la Bandera Raclical, i\fonle,·idco, 29 de enero de 1871,
n9
l.
La idea Radical y la idea ret•olucionaria, en
La !Jandera Rud1cal, f\.Iontcv1Jco, 5 <le febrero de 1871, nº 2.
2 CARI oc; '\JAnÍ\ RA;\tÍRt-z,
-
19
�tolerancia recíproca, la definitiva regeneración de los partido!t
orientales. Entre tanto, en uno y otro partido, el fecundo acercamiento ideológico de los hombres de principios venía reagrupando a las fuerzas políticas que frente a las divisas tradicionales 1e pronunciarían a la vuelta de la Paz de Abril.
•
-20-
�CAPÍTULO
L
ORBIT
II
POLITIC1\ DE l.10
DE PRINCIJ>JO.
(1872·1875)
PARTIDO.
��•
5U~!AR1 0:
La adminic;tración Gomen<=oro y la situación finan ciera. - Realiclndes y ficciones de la Paz de Abril: el B~'!:'Juete de. La
f uLentud. - Reestructuración de los partidos pobllcos: Partido
Colorado: Club Libertad, Club Colorado; Partido Blanco: C~u?
Nacionalista, Netos; Partido Radical: Club Radical. - . D~f~n1·
ción ideológica del principismo: los pr~~amas de ~r!nc1p1oc..
El clima pre-electoral (1872): los Jnc1dentes polit1cos; la
abstención nacionalic;ta · el cisma del Club Libertad; las elecciones de noviembre; Ía renuncia de J osé, Pedro R~mír~z; ~a
expectativa presidencial - Elección de J ose E. Ellaur1 ;_ d1vorc10
definitivo entre principistas y netos. Las elecciones de
senadores (1873), y la evidencia de una transformación político·
social. - La cri"is econlmica y su proyección política. - La
caída del principismo.
El l 9 de marzo de 1872, al término de su período legal. el
general Lorenzo Batlle -aún no concluída la paz definitivaresigna en el presidente del Senado la primera magistratura que
asumiera en 1868.
Por entonces, el anhelo pacifista era unánime clamor en el
seno de los partidos y en las voces de la opinión. Las zozobras
económico-financieras del 68 y su penosa proyección sobre la
adn1inistración Batlle habían doblegado el erario, luego de dos
años de devastaciones y apremios bélicos, al último límite de su
estabilidad. Arruinadas las cosechas, diezmadas las haciendas,
vigente la inconversión, retraído el comercio, una inminente bancarrota general amenazaba con el desquicio total de nuestra economía 1 •
Comentaba El Siglo en los días inmediatos a Ja Paz de Abril: " ... no
es uno de los menores obstáculos con que tropieza el gobierno el que nace
del lar.llmoc,o cc,tado en que al subir al poder ha encontrado á la Hacienda .. . " ( Cír.: Reui.sta de la Quincena, en El Siglo, l\(ontevideo 14 de
abril de 1872, n 9 2223.)
'
Por otra parte, era alarmante el abatimiento de nuestro crédito en
Europa. "Pocos me«1es después de mi llegada a este país ~sc ribía desde
Londres Alejandro l\lackínnon a Ernesto Velazco en carta confidencialencontré mi posición sumamente difícil á causa del mal crédito que go·
l
-23-
�En los bandos en pu3fla el agotamiento mutuo y la inde·
cisión de las acciones militares vol\ ía nece3ario e impostergable
el ce.se de las hostilidades al cabo de una camp3ña que languidecía
en guerril1as y escaramuzas.
Las gestiones pacifistas, que sufrían un impasse desde el malo·
grado acuerdo gestado por Lamas y H errera y Obes, logran
cuajar en definjtivo entendimiento bajo la presidencia provisoria
de Tomás Gomensoro.
Las fórmulas de pacificación aceptadas por los contendiente3
j alon&n un nuevo capítulo en la evolución de nuestros partido:l
políticos. Las estipulaciones de abril sancionan de modo tácito una
nonna de coparticipación de ambas fracciones en el gobierno ce!
país. La transacción en sí, y el otorgamiento de las cuatro j ~ f3.
turas departamentales a los r eYolucionarios, permitían vis1umbr~r
un cambio de frente en la política de juPgo unilateral que el partid o colorado había observado invetcradamPnte hacia su advcrs::irio. Í\.sÍ lo percibía por entonces el doctor José l\.1aria Castellano3
r eflexionando sobre las consecuencias de la Paz de Abril. "Indu ·
dablemen te -decía Castellanos- la solución que han tenido ~0$
sucesos no es la n1ás ajustada á los principios ni satisface l:i3
a3piraciones de los que creen que los derechos acordados por
las leyes pueden ser materia de pacto esencial para poder e j ercer los el ciudadano, pues esos derechos nacen desde el rnoment1>
de la promulgación de la le}, no necesitan declaraciones ó pacto.;
po~t eri ores para poder ejercerlos~ pero es preciso conYenir. no
ob"tante, en que después de tantos aiio- en que el desconocimiento
de todos los derechos políticos del partido caído era el principio
sostenido por el partido que c_taba en el poder, el reconocimien¡o
de esos derechos, aun cuando pactadoc;. ) sólo puestos en práctica
en parle. importa una gran conqui~ta ". 1
En el clima optin1i~ta que auguraba la pacificación, la ju1A1ba r.ucs:ro pnis, ... cr~ inút11 rlirigirnlc 11 cn~a financier~ .... todJs me
daban. inci11ycndo t>l Banco <le I.on<lrr• ... v Hío dr Ja Plata, la mi-.n1a contestación: que dif ícilmcntc ~e negociaría .t 1.000.000 al tipo de 60 y
forn1ándosc un sindicato con 5 a 10 p: ele descuento' porque el director
<lcl llaneo Dr. llolt no tenín nin'l'una ~nrantia en un país que decía <1e
contrabn. en con:-tante '~uc rra ch1l y en b:.ncarrota' ". (Cfr.: Carta de
Alr111ndro llarl.-1nnon a l r·.cs:o I cla:co, Lonclrc:;, 19 de junio de 1872, en
/lrrhit·o ' B blote(a Pa blo ntrznr.o .Acct·edo, l/nnt · 1 ii/1•0, ~crción .llanu.scritos
dt•I .llusco,
l.
CCCX.\ \, 1lrchi1·0 de /). Tomás J' illr.lba, f. 67.)
1 Cfr. : JtJ\:'i
~lont evideo , 9 J~
E. Pt\"tL Dr.YOTO, la hora del µrincipi.smo, en ilfarcl1a,
::eticmbre de 1953.
-
24
�ventucl montevideana ilustrada define una señalada reacción frente
a las prácticas ele los partidos tradicionales y, por encima de las
di\'i~a . . , se aviene a procurar nuevas fórmulas de coexistencia.
"Creo que lo que nos separa no son los principios opuestos de
nuestra profesión política -observaba Eduardo Brito del Pinosino los intereses y sobre todo las pasiones nacidas á la sombra
ele las primeras luchas cle nuestros grandes caudillos, acrecida,
enconada, y perpetuada hasta nuestros días por los excesos de la
guerra civil prrdurable en que vivimos envuellos" 1 •
1~·1 • iglo, viviendo "la re' olución interior que se ha operado
en lo espÍI itus", barajaba las conclusiones que el balance de la
situación arrojnha: ''\os hemos dejado llevar en estos días por
la 1nucheclu1nbrc, en,·ucltos en la oleadas del pueblo, he1nos podido sentir sus latidos, escuchar su voz, penetrarnos de sus aspir aciont"c: y se ha fortalecido nue!"tra fe } se ha robustecido nuestra
esperd111a en la pi óxima regeneración de esta República. Entiénda .. e l,i~n, al hablar de próxin1a rrgcneración no entendemos, no
queren1os significar que en un abrir y cerrar de ojos, como por
enc:alino:; se ''ªYª á transfonnar Ja faz del país, á desaparecer los
odio . ú mo1alizar los partidos, á crearse una administración
regular y ordenada, á educarse el pueblo, á garantirse completan1cnlc la propicclod y á desarrollarse la agricultura. Por mucha
que ,ea nuestra fé en la virtud de los principios democráticos leal
) rectan1cnte aplicados, no pcrtenccc1nos á la escuela de lo" dulcan1ara polílicoc;, no conorc1nos el fa111oso e~pecífico qu<" de la
noche á la mnnana puede vc1 ificar el milagro de regenerar á un
pueblo. sabc1nos que el pueblo es uno de los indispensables elernentot; para tocln elaboración social y que no e"tá en n1anos del
homb1e precipitar la madurez de los pueblos al calor artificial
de ~d¡;¡ l cn1as que no tienen consonancia con las costumbres. Pero
sí crccn1os que las circunstancias permiten ya marchar con paso
inás seguro á la rcali:tación <le ese' ideal que consiste en asegurar
al 1nn; or nún1cro posible ele los indivjduos que co1nponen una
sociedad la n1ayor íeliciclad posihle en la tierra, á garantirle á
todo rl libre ejercicio ele su libertad y de sus derP.choc: indivi<lualcc:. ('rec1nos que la República toca á un período de su historia en que, n1uerlo el caudillaje y encendido en el corazón del
1 /Ji.~curso
de Eduardo Brito del Pino, 13 de obril de 1872, en El banquete dr. In ju1 cntud, Colcccic}n de los discursos pronuncíados en el Banquete q1 e 1111 o lugar en la 11ochc del J:J de abril de 1872, '\lontc:\ 1Jeo, 1872,
p. •17, en Dibliotectt Nacio11al, l\fonlcviclco, Colección fJ!elián La/inur, t. St
1
-
25 -
�pueblo el anhelo por conservar la paz, cabe dar amplio desarrollo
á los abundantes gérmenes de riqueza que atesora este suelo que
ha11 de ser poderosísimos elementos para ambientar el reposo
pu, blico. . . ,, 1 .
Aquel consenso doctrinario que proclamaba bajo nueva luz
la coexistencia de los partidos vino a formularse como primera
manifestación teórica en la profusa oratoria del Banquete de la
Juventud, que sucedió a la Paz de Abril 2 •
Las ideas y los principios que en aquella circunstancia se
proclaman invisten la reacción de un calificado núcleo de opinión frente a la eslructura que mantienen los viejos parlidos.
La concreción de la Paz de Abril es así la coyuntura feliz de
sus aspiraciones, el decurso inicial de la r econstrucción política.
ahora ,·iable gracias a las garantías que otorgan la paz, la libertad
y la concordia. Fe en el porvenir, que anticipa nuevas formas
de convivencia partidaria bajo la égida de los principios y la
más amplia tolerancia para todas las opiniones; abjuración de
la guerra civil y la promesa de una regeneración cí,·ica que relegue a la historia los juicios sobr e el pasado, compendian los
ideales de los comensales del 13 de abril.
Carlos María Ramírez, en el exordio de la oratoria, volvía
a condenar el extravío de los bandos tradicionales, insistiendo
en las ideas de c;u folleto La guerra cit,,il )' lo'i partidos. a! mis1no
tiempo que trazaba el deslinde doctrinario del inn1inente programa
de principios del Club Radical. "No más nue~tras discordia ci\'i-
nº
1Vo hay que alarmarse, en El Siglo, ?\Ionte' ideo, 11 de abril de 1872,
2220.
1
2 El Banquete de la Juventud se llevó a cabo en la noche del 13 de
abril de 1872 en el gran salón de la Confitt·ría Onental.
cgún el te~ti·
mooio de La Paz. "concurrieron do ..cienta& pcr-.ona!) jó\'enes y algunas que
no lo eran y fueron in\.itadas igual". La comida ~e sirvió luego de las
seis de la tarde y a las siete Carlos f\laría Ran1íre1. pronunció el primero de
los di-.cur!'os que !'e prolongaron durante cuatro hora ... llicieron u ...o de Ja
palabra: Carlos ~laría Ram irez., Carlos Ambrosio Lerena, .\ lcjandro . de
Zumarán, Daniel f\-1uñoz, el coronrl Emilio \ ' idal. Emilio Ron1ero, J ulio
Herrera y Ohc~, Pablo De \fa ría, Gonzalo Ramírez, Juan ,\ . Ranurez., l lo·
rencio Escardó. Franciqco Estrázula~. Eduardo Rrito del Pino, ~li~uel ll e·
rrera y Obe-., Eduardo De ~lacchino [sic], ~Ianuel Bcrdicr, A. Carc1a Lago.;,
Jaime E trá1.ulas, J o'ié i\laria Castellanoq, .\lf rcdo Ca .. tellanoq, Ildefon ..o
García Lagos, J osé Pedro \'arela, Jacobo 1\. Varcln, Jo.-.é \laría \I uñoz..
Ernesto \ 'elazco, Aurehano Rodríguez., Lconcio Correa, .\nton10 C:ir·
valho. Jorge Jbarra, José Pedro R nmírez. Poblo Coycna y egundo Flores.
(Cfr. El banquete de la jutentud, etc .• cil.; La Pas. ~lontc\ideo. 16 de
abril de 1872, n9 355.)
-26 -
�les -decía el joven catedrático de Derecho Constitucionalllegarán á punto de ca\ar entre los orientales sangrientas fosas
y odios irrcconci] iablcs ... No más Jos supue tos pat ti dos orientales en el ciego é incesante furor de la contienda . . .
o más el
viejo cal abolo de Estado ... I\o más entre los orientales un solo
desterrado ... ,, t.
Compartiendo ideas afines, J osé Pec11 o Varela -o rganizador
clcl Banquete- ratifica su confianza en la 1nisión de la ju\'entud
que con su in1pul-o obrará la reestru cturación de los partidos 2 •
"I .a juventud de Montevideo, el cerebro de la República. . . nacida entre el lurnulto el<" las pasiones enronadas, crcrida entre
los motines, <"nlrc la!' asonadas, entre las revu eltas . . . ¿De dónde
venirnos. á dónde varnos los hombres jó\'encs de la Rcpúh1ica? .. .
J)éhiles acaso por el número somos f ucrtcc:; por la conciencia de
nuc"tras convicciones, por el culto que profesarnos á los principios
democráticoc:;, por In aspiración á radicar la libertad y el bien .. .
Cuarenta año~ hace qur nuc~tros partidos se agitan inconscientes
<'n el torbellino ele lns pasionM políticas . . . Esa es la hi~toria. el
d unlismo de los partidos políticoc:., la conmi,tión de los elementos
nu\s cncont1 ados para la rr.ali1nción de pequeñas aspir&riones.
l ~os caudillos rntregando ií los hombres ilustres é inte1igcntes la
rrrlarrión de )oc;; clocu1nenlos públicos, ln mentira dr }ac; palabras
ofirin)cc;, la f ni c<l:td <l<> los doctrinas que jamás ~e ponen en
prárl ira ... De e e camino <]U<:> han r ecorrid o s iempre arrastrados
por el estuario de ]ne; pac:;ionrs necesitarnos ~epararnos ... entrando
en la c:.cnda c¡ur conduce al establecimiento de la lihcrlad. á la
raclirarión de Ja j usticia y del derecho. 1'odo nos une: sólo el
r.stravío ele In pasión política nos separa 3 • Por cc:;o yo me siento
!Jitcurw ,¡,. Carlos ~!aríu Romírez, 13 de ahri] de 1872. en El banquete de la j111 entud. etc.• cit .. PabJo De ?\1oría i:;e pronun cia en e] mismo
scnl irlo cxprr."anclo: "La íiesto que en e5te in.,tnnle celcbnnnn" in1porta un
upl 111<10 á la paz ele la ílepúblira, y aún signífi C'n 1nnc;, sie:nifira una pro·
tc,.tn trr.mencla y <'J oc11en1e no qoJo contra la guPrra civil del prcc;rnte "ino
cnntra 1oclns J a~ guerras civilc!'\ de los tiempos futuros" (! bid., p. 27.)
1
prnp ·,.ito dt! )oq trabajos de J os~ P edro \ 'a rela en favor de la Paz
clt• A hril, el doc•tor ,\ leJandro \lagariños Cervantc~ con.;ignaha en el Banquete
el<· lo J1n cn111<l: "I u .. anta cau"a dt• Ja pn,1, cuen ta entre sus primeros atletas
ul jovc·n escritor ... quien Jrqdc las colurnna'i del perióclicn que fund ó C't·
prc• .. :1mrnte para hu har pllr In paz hace un año, viene de ..plt•gundo á todos
)oc; viento~ 11 hundt•ra si n flaquear •.. " (Ibid .• p. 31.)
:? , \
lgualmr.nt c -.e pronuncia Eduardo Brito del Pino concurriendo a delirnitar los principios del partido rad1c11l; "J uzgan1os que nos divide una
3
-
27-
�f elíz y orgulloso de haber contribuido en algo á la r ealización de
la paz, que nos permite contemplar esta primera manifestación
colectiva de la más grande, de la más fecunda de las revoluciones
mur alla, y yo creo que es u na sombra ; l a sombra del pasado. Creo que
lo que n os separa no son los principios opuestos de nuestra profesién polí6ca,
sino los intereses y sobre todo las pasiones nacidas á la sombra de las
p rimeras l uchas de nuestros gran des caudi11os, acrecida, enconada y perpe·
tuada hasta nuestros días, por los excesos de la guerra ci-.·il perdurable en
que vivimos envueltos. Creo que con distintos colores sobre un t rapo enar·
b olado por cada uno en Ja punta de la lanza, hace cuarenta años que nos
venimos devorando los orientales, en sen icio de los caudillos y en provecho
de los esplo tadores y en pura pérdida de Jos principios y de q ue los hom·
bre de bien sean verdaderos correligionarios p olíti cos ... Tal v ez con raras
escepcionec;. todo& los presentes Jo c-.omos .. . ¿Qué nos dhide en la re!?ión
de l as ideas? ... En el terreno d e los h echos no me Jo d igá ic;, harto lo sé
yo, y harto lo saben todos. . . P ero ¿ c-.on contrarias nuestras doctrinas?
Jamá..-. sobre Ja banda blan ca ó sobre la banda colorada o::ó e::-cribir partido
alguno, ni aún en esos momentos de " értigo y estravío, otros orincipios p olí·
t icos que Jos que están escritos ... p or todos nue,lros con::tituye ntes en la
tabla de la ley íundamental. . . Hay alguno entre los ciudadanos de ambos
colores políti cos aquí presentes á quien sus afinidades con lo' bandos que
nos dividen, á quien la divisa que ostenta, or!!ullo ..o en los días de com ·
bate, le obliga á renegar de las grandec: verdades y prin cipios republicanos
y d emócrata-, ... que e ... tán consagrados en la Con'-Litucr ' n de la R epública?
Todos creemos permanecer fieles á la Con~lituci ó n del Estado --in separarnos
en nada de la doctrina de nue::-tro partido. '-e bien q ue todos hemos sido
alternathamente au tóc ratas y libcraie::i, gubern i~ ta s y rerolucionario5 ... To·
dos hemos sabido sostener nue ~ tros nu1los gobiernos con tra la re\'oluC11 n
cl ~l partido contrario : y hemos sabido plegarno-. a la re\'olución de nuestros
amigos aun contra los buenos gobiernoi. de nuest ros an t agonh~ta::i . Dc""de la
altura olímpica del gobierno hen10:. lanzado los iracundos rayos del poder
público contra la revolnc ion } cuando no:. ha llcr!ado el n1on1ento de !ormar
en -,us fila s hemos aclamado la insurrecci~ n como el primt•ro d e los derechos del pueblo y hemos lanzado el anatema de las lc,·es ... 1ure la cabeza
del déspota que las profa nó. . . pt~ro en la re\'ohl( ion como en el eobierno,
¿cuál ha ~ido la bandera de los partido .. ? Gobierno, para combati r las re·
voluciones hemos in, ocado ~iempre las facuhade consti tucionales del po·
der público. Y R e\o)uc ion, para d er11bar á lo ~obiernos hemos apelado
á la libertad constitucional del p ueblo. . . arriba ó abajo siempre la Cons·
t itución por bandera, aunque no ien1pre la honradez y sincer idad. . . E~ta
t·~ la vtr<laJ. Dt.<luu:o ele ac¡ uí que la Con-.titución ~~ nue .. tr.i comú n lian·
dt.·ra... los hombre... han obedecido 1nác; á '-\IS pasione'I q ut' á ..u ... ideas
y en vez de hacer política con for me á sui:. c ree ncia .., han e je rcido 'eni:tanzas
y oometido ('rÍmenes con arreglo a su_ odio" <.In que por e50 pueda tomar c;e
esas pasiones y esos crímenes con10 programa p ern1anente d e nin~uno de
los partido... (on esta ide a pt·rtenezco al número de los que c r"e n q ue
no t·stá lejano el día en qu e tend rá ténnino feliz nuestra lucha in,en .. ata ...
pt.r~ para lJcgar á la ~tnión d~ los orientales no e mcnc--tcr que ninguno
ahd1que de "llS (' reenc1a-, polat1ra .. , <.Ínn que ha .. tn que cada uno a ·n ... te c:u
conducta a s uc: ('reencia' . . . Salga del "-UÍrag io libre un gobierno hone~to y
\trdarlt>ramente liheral ..." C /b u/., pp. 47 y !:".)
Ll Dr. J osé ~laria C:t .. tt•llanoc; .. ubraya :!~imb1110 k• caducidad de las
-
23-
�<JUC ha habido has~a ahora en la R epí1b;ica : de la rc\·olución ele
las ideas." 1
Desde su galana elocuencia. Julio licrrera y Obe~, !Jrincipista
y r ecalcitrante colorado, reitera con \•ehemente entu~iasmo la fe
común en la coexistencia que permite otear un nuevo y fecundo porYrnir para las aspiraciones ci,·ilistas. ,; Esta fiesta espansiva y cordial entre francos y declarados adversarios políticos. . . es In subli1ne manifestación csterna de la re' olución
interior que se ha operado en los espíritus; aquí está marcado
<'On signos inequívocos el largo camino que en medio del choque
tu1nultuoso ele las pasiones han hecho en la conciencia las ideas
elevadas y los sentimientos generosos. . . Este banquete en que
lon1an asiento confundidos los hombres de todos los partidos ...
y ~in que ninguno haya tenido que abdicar las ideas y las creen<'in:, que defendía ayer y que soctendrá mañana, es el s!mholo
de r~e otro grnncle, espléndido banquete nacional en qt:e tendrán
tan1hién su asiento y su cnbicrlo toda~ las ideas, todas las ac;pirar·iones, todos los intereses que se agitan y Lrabaj an der.tro del
lcr1,.no inviolable de Ja ley. I:n este momento nosotros ce:ramo3
el pa~ndo ec;téril de las luchas armadas de partido y abrin1os el
p~ríodo f er unclo de los luchas incruenta<; de la de1nocracia, que
en ''cz ele tener por árbitro ]a suerte 'ariahle de Jos a1 rnas, tienen
por j ucz supren10 la opinión del país, manifeslada libremente en
l ... s urnas electorales. 1.a República. en \ e1 de caudillos jgnorantes
y viciosos nos pide ciudadanos auc;teros é ilustrados, en \·ez de
fnngrit·ntas ,·ic;tcn iac;, nos pide in~t ituci ones sabia ; en vez del
cj '• reílo agurr rielo nos pide cá1naras populares. . . levantemos un
altar á Ja nueva deidad que va á pre~iclir en adelante los destinos
poHt icos del país ... : la tolerancia ... l .. a causa de nuestros maJes
ha estado en haber llevado Ja intransigencia y el fanntisrno político
que c«grin1cn los partjclos tradicional<'c;: "f.n historia no~ c- nscña que
todns nnc ~ tras dic;enciones, toda"' n111·stras g1u.•rra s chHcc:, no han l"nido por
c:nu a ti triunfo de una iclta, la c:alvaei{n dt: un principio ••• no l:an sido
1n6s 9ur. el rt• ultudo ele una honda dh·ic:ión que naci ', con razón el 42
que ds·l1111 conclui r el 51 y que c:in ral'.l··n nl~una ha continuado hacta aho·
r n. . . ;. "'onic'~ nea .:o partido~ político-. en la 'crdadera acepci<)n de Ja
palabra? l\o, 501110"> blancos ó colo rad o!' hoy, porqnP nue<:tro; padrl s ts·
tu\i~ ron en ~InntP\ideo ó <"'111\'it·ron en el Cerrito, y loe; odios nacid os en
r.q111·Jla época c:e han ido pcr¡u·tunndo ... Los p:inidoci político, concluyen
<'n r<:tn ticira con la paz t.l1•l fJl, de cn!onccs acá no l:a h::.l>ido sino
1n11 i<1n!! pcr onnlcs." ( / /;id., p. 65.)
<fj,jo;3"
) ¡·Úll·¡•• p.
-1
i•1r.
29 -
�hasta convertir en crimen lo que es un derecho sagrado de cada
uno . . . Tolerancia recíproca de uno para otro, respeto escrupuloso
del Gobierno á las opiniones de todos. Tal es el remedio que
nuestros males necesitan y el objeto á que deben ocurrir todos
nuestros esfuerzos y aspiraciones. El período que se abre es de
labor y de lucha. . . Que el nuevo grito de á las urnas! que va á
reemplazar el viejo grito de á las armas! sea un grito de paz en
vez de ser un grito de guerra." 1
La invocación de Julio Herrera y Obes se resuelve en rígido
programa doctrinario con el discurso del doctor J airne E.strázulas.
El pensamiento maduro del antiguo ministro de Berro condiciona
el futuro político a la estricta observancia de los derechos individuales en cuyo sentido se avanza a proponer la r eforma del
texto constitucional. "A pesar de que la solución no ha sido de
grandes principios no por eso la paz tal cual es deja de ser
grande. . . Con tal que al salir de las urnas electorales tengan
la sensatez y el acierto de llevar al gobierno á un ciudadano
ilustrado r recto que sepa respetar r hacer respetar el ejercicio
de los derechos individuales, estoy seguro que hemos de poder
alcanzar la Reforma Constilucional sin la demora en el tiempo
y l os defectos que para esa obra cuenta la Constitución existente ... Vengan... comicios extraordinarios para la elección de
Cámaras constituyentes. pero puramente constituyentes. . . si consultados sólo los intereses y necesidades de la república "amos
abiertamente á trabajar la reforma conC<titucional por el camino
indicado, seguro estoy que por ese medio llegaremos necesariamente á la tranc;formación de los partidos tradicionales, despo·
jándalos de los harapos del pasado para convertirlos en ' 'erdaderos partidos de principios como deben exiqtir, y que allí en
esa lucha, sean cuales fueren nuestros años y nuestras situaciones
del pasado nos hemos de di\ id ir en progresistas liberales de un
lado, en matcnedores a/errados al pasado del otro~ pero produciendo el bien y mejorando la vida de la República para el porvenir." 2
Concluyendo, todas ]as manifeqtaciones j uhilosas del Ban·
qucte vienen a confirmar el impu}qo generoqo de aquel núcleo
en
juvenil montevideano, que a la \'Uclta de la paz reacciona
nombre de ideas y principios- contra los desvíos que adjudica
l
l bid.• p. 18.
2 Jbid., p.
60.
-
30 -
�a los partidos personalistas. Etiológicamente se define como la
juvenlud de ropaj es r ománticos e inspiración espiritu alista, que
egresa de la Universjdad, y encuentra incompatible su concepción
del mundo con el estado an árquico que vive la República. Aflor an
en el curso de los r epetidos brindis y los ampulosos discursos,
los insistentes r eclamos y ]as cálidas protestas de confraternjdad
y lolrrancia n ún cuando las voces par tidarias no se han extinguido.
M ás a11á de las inspiradas inten ciones del Ban quete, las fu erzas tradicionales ag rupadas en torno a los caudillos reclaman un a
legítima part e en la dirección del gobierno, <lesde s u gr ávi tanle
influencia como fu erzas vivas de nuestra realidad política e histórica. Bien puede decirse que, en cierto modo, h a expirado la
h ora feliz del caudil1ismo, al men os baj o la férula prhnitiva que
intermitentem ente imponía desde 1830, pero la sombra de su
puj anza y su brío combativo volverá n a c uestion ar los más caros
anhelos de los j óvenes del Banquete pacifista. Al amparo del
n oble ideal ism o juvenil que presidía aquellas liberales re ílcxiones,
las esperanzas con cehid as se r esentían ante la inestable situación.
De todos modos, con10 saldo incuestionable, de1'e subr ayarse - nota
ej emplar en nuestros anales políticos- Ja reunión de un nu mer oso
grupo de ciu d ad an os que podían, al men os teóricamente, deponer
sus pasion es de partido par a convenir , desde un nuevo crj terio,
en la apreciación de nuestro pasado histórico y en la programación de nuestro futuro institucional. El h ech o, de capital
importancia , era ad\'ertido por un o de los orad ores como signo inequívoco de cierto r eajuste inminente de la vida política.
"Veo aquí reunida la juventud m ás distinguida de la P atria
-con~ign a ha en su discurso el doctor J osé María Castellanoscelebrando la terminación de la guerra civil. y esa juventud n o
pertenece á un círculo ó partido, pertenece á los partidos t odos.
Consider o este h ech o corno un o ele los acontecimientos más n otables desde nuestra constitución política . .. " 1
No obstante, much os de los juicios y apreciaciones que
accrr a del pasa.do y el presente del país en1itían los co111ensales
<le Abril se resentían de fi cción. Al decretar la abolición de las
divisas, aquellas buenas voluntades trasponían los límites de la
reolidad. Precisamente. temiendo por la estabilidad d el precario
equiljhrio se preguntaba el diario de J osé P edro V arela: " ¿ Esa
unión de la juventud dura rá solo el tiempo que n os encontremos
1
l bid., p. 65.
-
31-
�juntos en torno á la mesa de un banquete?., 1 • Fundados \ harto
j ustificados luego los temores de La Fa=, ia pacificación de abril
de 1872 -como la de octubre del 51- establecía el jalón inicial
de un arduo proceso de adaptación a nuevas formas de convivencia cívica. Al día siguiente del Banquete nadie ha ol,·idado
que, como lo establecen las propias estipulaciones de pa1. toda,•ía
está pendiente el pleito ciudadano ahora diferido a las urna~.
No se habían extinguido en el clima político monte' ideano
los ecos de los discursos fratern os del 13 de abril. cuando 'uelve
a promoverse desde la prensa y la opinión el debate que. abierto
un año antes con la escisión de Carlos l\1aría Ran1írcz del pa1i.ido
colorado y la fundación de La Bandera Radical, \'enía a rPrlantear el discutido ensayo de la fusión de nuestros partido~. predicado por Lamas y execrado por Gómez. Sus primeros antecedenlec; se referían a la épora de Giró con el infeliz y efímero
intento de aboli r los bando:s tradicionalec:. Andrés Lan1as había
sido su p1 ofeta ortodoxo y el gobierno de Pereira la más
palmaria demostración de su di, orcio con nuestros hábit f'ls po!Í·
ticos. Ante el emblema r adical que ahora enarbola el nue\ o gu ·a
de una nueva fusión -no de partidos sino de hombres- se
levantan las voces airada.5 de los que, desde filas colo r2d as condenan en nombre de los muertos de Quinteros y de l:i libre
coexistencia de los partidos. todo intento que rememore !a tradición fuc:ionista de Giró. l .a1nas } Pereira.
El S:glo, ya en guardia frente a loe: trabaj oc: ra dicales pre\·cnía, en la víspera del Banquete, acerca de las intenciones que
~o~layaba en su co l e~a de principio.; La Pa=: " ... Entre noEotros
la cauc:a de la fu sión está vcncicln quizá para no volver á ]e•:an·
tarse; la razón en la historia asocia su anatema p::ira hundirla,
imposible es refundir en uno solo todos los c:ic:teinas ... I.1~ fu sión
no sólo es inmoral sino que es irnposible. porque no pueden
rcsun1ir~c en uno todos los pensan1icnto'5, todas las espir3cione~.
todas las pasiones y todns las arnbicione-., que siendo legítimas
son c:cntimicntos respetable.., del corazón hun1ano" 2 •
Los hombres del partido conc:er,•ador no podían to!erar el
dcs,·ío que a sus ojos habían sufrido quienes se proclan1aban
mento res de un nuevo progrn!nn po1ítico que condenaba a los
1
[.a Pa:. ~(onte\ideo, 13 Je abril de 18i2, n9 313.
:?
El Srplo, :\!ontt\ ideo, 12 de :ihril <le l8i2, nt' 2221.
-1~
-
�partidos lradicicna!es: "La fu;,ión iniciada en 1851 y terminada
en la revolución de ju lio del 52; la f uc;ión practicada en 1855
y terminada en la revolución de Quinteros <le 1857, la fu sión
<lesprcslif?iada, la fu sión antipática: la fusión maldecida, la fusión inn1oral co1no la llamaba el Dr. Juan Carlos Góme1. es la.
solución que con nuevo r opaje se n os ofrece en 1871 para nues·
tras cncslioncs políticac;. El mayor defecto que p uede Lener toda
iclea política que ac;pira á los hon ores de una solución I ráctica
e~ no ~c r practicable y el menor de los defectos que Liene la idea
ele f11sión es n o ser practicable . .. Todo partido con :irrnos más
ó mnnoc:: aparentes y visibles. r~p ond e á una necesidad sCJcié~1 , á
ana tendencia rnás ó menos instintiva , á una ac;piración más
ó menog inconsciente. P or eso mueren, lo tnismo que nacen
espontá neamente por su propia virtud aj enos á la voluntad v á
los cálculos de los hombres. 1\ingú n partido n3Cl" Íu<' ra de
t irmpo. ni mucre sino cu anclo debe morir, ni vive c:.ino cuando
t it-ne r azón de ser ; son la obra del tiempo y de l o~ acontecí·
1nientos y es necer.;ario dejar que el tiempo y loe; acontecin1ientos
rcalicPn su obra providencial de transf orrnación incesante:' 1
r:n
realidad no era la fu sión de los partidos rn sentido e'tricto el norte político de loe; rednr tores ele La Pa=. "Se propende
ú la regeneración de los partidos -dice el órgano r adicall"vnntanclo sobre ellos Ja propaganda independ iente de las ideas
y no encerrándoles en el circulo abrumador ele la tradición que
r ófo ~i rv,.. para mantener una agrupación dic;ciplinada v personalí.. ima'' 2 • Se proponía así "la uni ón ele los c iudad ano~ nue pr of r.rian igunles principio.:;, aunque en la lucha de los handos ha,·an
n1i:itnc!í> rlloc; ó sus padre en filas opuestas" 3. Los redactores
f,(l f ronJr.cuencias de las fricas, en El Siglo, ~Ion te\ ideo, 15 de
mayo cl t 1872, nO 221 t
Fn lo.. mcc:cs inrnrrliatoc; a la Paz de Abril. mit:ntrac; en las página" de
l.rr !'ni se h•trnsifi cahn la propaganda contra lo" partidos tradiciona}cc;,
podía }P.erc:e en Fl Si~/o cl el 7 de mayo· "Las tcndcnc·ia' fuc;ioni,tas empieza n
á 1nanifr. c:ta r~t:. la idea de la r.on1nic;;ti ín de los particlos pronto ec:tará t:n
• a1npañu: pero no "º"' ton1ani ele c:orprt:c;a; In esperábamos. tr<"emo" que
.,¡ ln f11<:i ón es malo. rn teoría c·ci n1'Í" nuila atín en la práctica. Creemos que
tal c;j<:Lf~ntn cien vt>ce r.n-.nyaclo y cien \ eccc; dec:echadl) y mal !tto no ce; lo
n111• n1•cc• ita la Rcpú hl ir.n y por e"o ,., Qll<' no no" canearemos de combatirlo .•. Li bertad. es lo tíni co q11r ncr.csita la Hrpúhlira." ((fr.: Actualidad,
tn Ti.'l Sigln. \l ontc"Yi<lco, 7 de mayo de 1872. n9 2236.)
1
2
Ln Pr:z,
~l 11n t 1•\ idc•o, 9
clr ma)O de 1872. n'> 331.
,\f r.nifiesto del <:lub f~rulic al, \f onlc \ itlt o, 30 de rnsyo de 1872, en
í' .. ;:, l\lonlc\ idlO, 2 de junio de 1872, nV 319.
3
J 11
-
~3
-
�de La Paz ante la ofensiva que emprendía José Pedr o Ramírez
desde El Siglo aclaraban el alcance de sus opiniones : "No se
pretende. . . lo que sería utópico y contrario al espíritu <le las
sociedades modernas, destruir la diversidad de opiniones; lo que
!e busca y se quiere es reunir en un esfuerzo común á todos los
que piensan de un mismo modo, á todos los que buscan el triunfo
de unos mismos principios" 1 . Los elementos de la novel institución partidaria que surge a la vida como fruto temprano de la
convivencia principista sienten la necesidad imperiosa de abandonar "los partidos tradicionales en su camino de errores y de
estravíos" 2 en el entendido de que esos partidos son ya "incapaces de responder á las exigencias del presente y á las necesidades del porvenir ... Tal vez el presente les pertenezca todavía,
pero el porvenir se les escapa y viene á manos de los que abandonan los errores y las preocupaciones del pa'-ado" 3 .
Ensayo prematuro parece ser la empresa del Club Radical;
arraigados en la entraña histórica de la sociedad oriental los
partidos tradicionales condenaban, con la fuerza decisiva que
ejercían en la opinión, aquella asociación política que a pretexto
de principios liberales pretendía abjurar de las divisas.
En otra actitud -en cuanto ajuste de ideales y realidadeslos conservadores y los futuros nacionalistas propendían a la
transformación de los partidos -mediante la propaganda principista- sin abandonar su bandera ni condenar su pasado.
De ese modo, se definían en dos planos divergentes sendas
actitudes del principismo: por un lado, quienes sin r enegar de
su divi"a adoptan la prédica doctrinaria como programa de su
partido ·t; por otro, quienes renunciando a las Yiejas banderas
procuran, fuera de las agrupaciones blancas y coloradas, la
erección de una nueva fracción política dectinada a obrar la
transformación civilista que anhela la República.
A la luz de la polémica que con ese motivo mantienen
1
Ln Paz, f\fontevideo, 9 de ma}o de 1872, n9 331.
:2
1bid.
Jbid.
i Decía Julio Herrera y O bes en su di!>curso del Banquete de Ja
Juventud: "Nosotros estamos probando practica mente que no es necesario
recurrir ó las utopías generosas de las f uc;ioncs; que no es ne ce~ario que
un pendón de ignomini~ c~bra los colore! q1~e ,,simbolizan. qus tradicion ~s
en el pasado y sus asp1rac1ones en el porvenir. (Cfr.: Discurso de l ulio
Herrera y O bes, en El banquete de la juventud, etc., cit .• pp. 18 y ss.)
3
•
�El Siglo y La Paz, el órgano conservador, como en el fragor de
la lucha contra Aparicio, vuelve a abrazar los viejos principios
del partido colorado. "El Siglo formará en las filas del partido
político que desde 1843 viene manifestando en medio de las
luchas más bastardas, de los errores más lamen tables y de los
extravíos más dolor osos, una tendencia constanle hacia el establecimiento de gobiernos legítimos que hagan una verdad las
instituciones liberales que nos rigen, ó en otr os terminos, EL Siglo,
servirá la causa de la comunidad política que ha sido llamada
por razón de s u distintivo de guerra el P artido Colorado" 1 .
En verdad , la actitud conservadora responde al temor de una
victoria electoral del partido blanco, para cuyo conjuro no escatimará concesiones dentro de filas coloradas 2 . Veladas insinuaciones primero. directas negociaciones luego, moverán a los elementos de El Siglo a estrechar posiciones junto a los hombres
de La Tribuna y Los Debates para enfrentar al adversario tradicional.
Con miras, pues, a presentar un frente único en las elecciones, se agrupan los contingentes del florismo y de Ja fracción
conservadora en una r eunión p opular encaminada a aunar posiciones. 3 JJa r eunión cristaliza en la fundación de un club color ado
que, contemporizando las miras ele José Cándido Bustamante y
de José P edro Ramírez, se deno1ninará Club L ibertad. 4
1
El Siglo en el período de lucha, en El Siglo, 'ttiontevideo, 5 de
may o de 1872, nº 2237.
2 En el flf ani/iesto del Club Libertad se consigna: "Entrará á la lucha
electoral con s u organización de partido político, sostend rá candida turas de
6U co1n11nidad, si n aceptar en ningú n caso y por ninguna consideracit n pactos ó fusiones con el partido blanco cuyos resultados han sido siempre
contraproducentes y funestos . •. " (Cfr. : El Siglo, 1\-lontevídeo, 1 Q de junio
de 1872. n9 2257.)
nº
3
Reunión. popular, en El Siglo, Montevideo, 19 de mayo de 1872,
224.8.
" La reunión se efectuó el 20 de mayo en el Teatro Nacional, asist iendo, &egún cálculos de El Siglo, unos quinientos ciudadanos. José Cándido
Bu ~ tnnu1nte propu~o como nombre Club de la Unión del Partido, pero J osé
Pedro Ramírcz y Julio llerrern y Obes, en sendos discursos que reivindican
los d erech os del partid o colorado, recuerdan su ejecutoria, exaltan l os prin·
cipios liberales que identHican al partido de la De-fensa y proponen el nombre
do Club Libertad. Se decidió que llevase tal denominación y el acta de
adhesión quedó a disposirión de los interc c:.ados en las imprentas de La Tribuna y El Siglo. (C fr. : La reunión popular, en El Siglo, ~fontevideo, 21 de
mayo d e 1872, nº 22119.)
Al día sig uien te, el { rgano colorado principista dando cuenta de los
resultados que surgían de la re unión popular, presen taba, a modo de sim-
-
35 -
�En verdad, la pregonada unión del parlido color ado no llega
a concretarse sino parcialmente. No todos los conservadores
seguirá n las aguas de J osé P edro R amírez y Julio H errera y Obes
tendiendo la m an o en el seno del Club L ibertad a quienes apuntalaban el gobierno de Batlle. El doctor J osé María M uñoz - su
intransigen te adversario- en una declaración enviada a El Siglo
niega su adhesión al Club Libertad. 1 P or otra parte, tampoco es
unánime el con senso de los color ados netos par a un buen avenimiento con el grup o doctoral; Fran cisco Bauzá, que representa
desde Los Debates la fracción personalista más recalcitrante del
p artido colorado, aglutina a sus part idarios en otro círculo, en
principio llamado Club Liberal y defin itivamente proclamado com o Club Colorado . 2
No obstante transitorias connivencias, y pese a la vaguedad
bólico espaldarazo, las credenciales con que sur gía Ja nueva agrupaci ' n
poliuca: "El Club Libertad no es un grupo aislado de ciudadanos ni e!
una asociación de determinadas individuali<ladc.., es el partido colorado que
se reúne en un propósito común, es el partido colorado que se organiza y
que &e hiergue Lsic] adoptando por lema la mágica palabra Libertad que
ha siclo la deidad de sus ofrenda& y el ideal de su& aspiraciones y levantando
en alto la bandera que legaron á sus hijos los héroes de nuestra epope".ta
legendaria... La batalla decisiva que va á librar... e debe encoutrarnos
unidos en una única idea y en un propébito palriótico y común y si las
lanzas de nuestros adversarios se han quebrado ante los cuadros de nuestra
infantería, hoy igualmente las maquinacione::o reaccionarias han de estrellarse contra el cuadro con1pacto de nuestras voluntades. En los momentos
solemne~ que atravesa mos, cuando -vrunos á jugar en el palenque del libre
&ufrar;io nuestra legítima preponderancia en la dirección de los de::tino:>
nacionale.-, sería antipatriótico y funesto preparar la di soluci ~ n de nues1ro3
elemento& y la pérdida de nuestras íuerzas con csac; r ivalidades ~iem pre
mezquin as y siempre condenables que han comprometido tantas vec s el
triunfo necesario de las buena& causas ... Creyentes de un dogma político,
aoldadoc; de un partido, usaremos de un derecho irrenunciable quemando un
cartucho centra las dos agregaciones políticas que se prcc:.enten en el campo
disputándonos la corona de los triunfadores: el partirlo 'iejo de los blanco"
y el partido nuevo de Jos f usioni-.tac; ... " (Cfr.: El Club Libertad, en E l
Siclo, ~Ion le\ ideo, 23 de mayo de 1872, nQ 2251.)
l
Cfr.: El SiJlo,
~lo nte\ ideo,
23 de mayo de 1812,
nO
2'.:51.
Cfr.: La unión hace la /uer:a, en El Siglo, :\Tonte' ideo, 19 de junio
de 1872, nQ 2257.
La agrupaci n que encabezaba Franci!:co Bauui -c-onsigna Pi\•cl De·
voto de filiación católica, rechazaba la uni ' n con el grupo principi-,ta que
obedecía a las direcl1vas liberales. En ese c:.entido condenara, Junto al
ObLpo Jacinto \ 'era, la Pro/t.sión de Fe Racionalista ele julio del 7~. con }3
que nue ~ tro libre pensamiento proclama su rupt ra forma l con la Iglesia.
(Cfr.: J UAN E. Pf\'EL J)I,\'OTO, !listoria de los purlidos políticos en el
ll rugun)', cit., l. II. p. 119.)
2
-36-
�expresa e.e su programa. el Club l.. iberlad tipiíica en verdad la
línea del principi rno conscr\•ador. a cu¡ a prédica pnrece obedecer
au programa: ... '"se propone nntc todo consolidar una situación
de instilt:cioncs, de garantías } <le libertad ... en esta como en
todas Ins cri5is políticas de plegará á todos los \ ienlo3 la bandera
de los grandes prinr.ip!os que consliluyeron la gran epopeya que
inmortnlizó la defensa de ft.1ontevidco." 1
Una sen1ana despué~ que la reunión popular del T atro Na.
ciona] Eancionara la Iun<lación del Club Libertad, el Club Radicnl
hacía Jo propio al definirse como entidad política mediente su
progrn:nn de principios.
Los antcccclcnles ideológicos ele la nueva agrupación proce·
den del 1nismo cuño liberal que nutrió a los redactores prinri·
pistas ele El .Siglo. u:; fi guras rectoras, Carlos 1VIa1 ía Ra1nírez
y J osé Pedro \ 7arela, procedían del partido colorado conservador
y a sus diarios colegas de El Sialo les unía -si no un idéntico
credo- una común tradición ideológica . Como oportunamente
se consignara, su prédica efectiva comien7a en el apogeo de la
reyo]ución con el alejamiento de Carlos l\.Iaría Ra1nírez de la
redacción <lr El .)iglo y la íundarión ele lrz Bandera Radical.
J osé Pedro V arela, hasta entonces fer\ iente rol orado, abandona
el perión1co conservador para emprender. en la tesitura de Carlos
fvlnría lta1níre1, y desdr el diario La Pa:, ~u campaña por la
pacificación ele la República ) la conn1i tión de los partidos.
1\ la vuelta de la I>az de Abril, los elementos principistas
que ce agrupan en torno a la redacción de La Pa= confían en la
\ olunlad popular del sufragio 1>ara iniciar una era de rccupc·
l ut.ión. 2 Reflexionando c;ohrc la cnlraiía y el destino de nucslro"
partidos tradicionales, que aún se encuentran en trance de con1·
pro1nctcr }ac; conquistas institucionales con el empuje de sus pa·
!:ionc~, el Club Radical define su posición principi:>ta: "Dos
carnino~ ~e prc~cntnn <lrsdc luego á nuest ra elección - puntua·
lizn ha el \Ionifiesto del (1ub Radical- . Fusi onar con todos lo·
0
1
.Jani/i,..sto del C/11[t l.ibcrtad, en El 5iglo,
d e ] 8i2,
11º
~fontcvidco.
1? de junio
2257.
En los últi1nos clíu~ clr• rna yo ele 1872 se con tiluyó la Co1ni~ión Di·
f <'ClÍ\ u del Club Haclical integrarla por: Cario~ l\[11rÍ•1 Il an1 rrz. presidente,
l:dunrdo Drito del Pino, \·icepr1>c:icl ent1', A urclio Berro. lesorero, Cri tóbal
'n)\nñ nc h th.) y Jncoho . \arela. c:t·cretario-.: J!dcfo:iso García 1 ,., ;;,
Al r(linuo Hodrí~1H'.7'., Jo~ é .i\Iuría Castellano~, i\li~H c l llerre1a y Obcs, Gon·
ro!o llarnírc7. y Jo sé Pedro \a rclJ, VO( ale.,.
:.!
.., ,..,.
-
,')¡
-
�elementos gastados, corrompidos y retrógrados de los partidos en
que respectivamente hemos miliLado, formar con ellos cuerpos
políticos rivales y estimular su antagonismo ya demasiado amenazador y violento, halagando á cada uno con la idea de su
respectiva superioridad fundada en sus pasadas glorias y en los
crímenes del contrario y llevarlos y acompañarlos así á una
competencia perjudicial y un triunfo de resultados mezquinos,
en que los elementos progresistas del partido vencido quedarán
esterilizados para el bien público, mientras l os estacionarios y
retrógrados del partido que triunfe se levantarán como una rémora al progreso del país. O bien, unirse por las ideas, prescindiendo de la tradición, los hombres que profesen el culto de
unos mismos principios constituirse en asociación política al
gervicio esclusivo de los intereses progresistas y liberales del país,
procurar por todos los medios legítimos la exaltación á las más
altas magistraturas nacionales de los hombres de ambos parlidos
más capaces de servir aquellos intereses y aquellos principios
y esforzarse así por conseguir uno de esos triunfos verdaderamente fecundos, duraderos y gloriosos, los únicos capaces de
regocijar al país entero en que la victoria no perlenezca n i á los
colorados ni á los blancos, sino á los más ilustres hijos de la
República. Nuestra elección está hecha. El primer camino ha
sido trillado por todos los partidos desde que nos constituímos
en nación. Los triunfos por ese medio adquiridos han sid<' fatales.
Ellos han conducido á la República al lastimoso estad,, en que
se encuentra. Nosotros creemos que es acto de patriotismo ensa) ar
el segundo, convencidos de que él conduce á la paz rrparadora
y fecunda, a Ja libertad benéfica asegurada por todos. Al imperio
de Ja justicia imparcial, al reinado de las leves soberanas y al
empleo de todas las fuerzas vivas del país en la obra de su civilización y de su engrandecimiento." 1
Cuando ve la luz el programa del Club Radical, su desvinculación con los partidos tradicionales es ) a un hecho consumado. "El Club Radical e una asociación nueYa é independiente
que no reconoce solidaridad con ninguno de los partidos del
pasado." 2 Dicho programa, lábaro del principismo puritano,
Afani/iesto del Club Radical. 1'fontevideo. 30 de mayo de 1872, ca
La Paz, f\fontevideo, 2 de junio de 1872, n9 3-19.
l
Programa del Club Radical, f\Iontevideo, 30 de mayo de 1872, arl. 19,
en La Pa:, \fontevideo. 2 de Jun10 de 1872, n9 3-19.
"El Club Radical aspira a disolYer a los antiguos partidos mostrándoles
:?
-
38-
�traza la ejecutoria que preside su conducta política. "El Club Radical - reza el programacondena y rechara la fusión ó
amalgama con partidos ó elementos personales de ideas y aspiraciones distintas de las suyas propias, fundando su fuerza moral
en el presente y sus esperanzas de fuerza material para el futuro
en la estrecha uniformidad de los principios y propósitos que
forman el vínculo inquebrantable de la asociación". 1 La n ovel
agrupación preconiza, bajo su bandera, la más amplia tolerancia
como base primaria de la convivencia cívica, abj urandCJ de los
gobiernos unilaterales y de su fórmula "gobernaré con mi partido
y para mi partido". 2
En el aspecto doctrinario, el programa de prineipios del
Club R(l(lical supera sin duda, por su concisión y rigo r, al del
Club I.. ibertad 3 ; establece la teoría de los derechos individuales
bajo la forma de libertad de prensa, libertad de reuniór. y aso·
ciación, libertad de sufragio y seguridad individual como pre·
misas ineludibles para el ejercicio pleno de la vida política 4 ;
proclama el principio de la igualdad ante la ley, ya del individuo
c·1 antagonic:mo interior en que c;e agitan y Ja verdadera solidaridad que envuelvr á mncho11 de Jos que aparece n como intrans1gente~ adversar101 .•.
El Club Radical c;eñala á cada partido s u~ errores y t1uc; crímenes; reconoc<> á cada partido sus c;ervic.ios y sus méritos, y combinanclo ... la más
rígitla F-everidad de convicciones con la más humana fraternidad de scnti·
miento11, quiere ciellar la alian1.a moral de todos los hombres de princi pio•
rontra todos los elementos de violencia y de de c;ord en ... " Así rezaba la
r ircular que t;Uc;<'rita por el pre'lidente del Club Radical, Carlo!l ~faría Ra mírez., l!C remitió a ''los compatriota~ de los Departamentos" adjuntando el
Programa y el Afani/iesto del Club. (Cfr.: La Paz, 1.1ontevideo, 17 de
junio de 1872, n9 386.)
Pro{lrama del Club Radical, ~lontevideo, 30 de mayo de 1872, artículo 20, en La Paz, ~1ontevideo, 2 de junio de 1872, nº 349.
l
2 1bid., "articulo
to~ ~an o&, liherales y
5º: El Club Radica] anhela ver a todos los elemen·
progrrs1slas sin distinc1ón de colorct1, convocados al
tr ahaJO reparad or de la adm1ni«1trac1ó n pública. y condena co mo la más
nbom1nable cfr- la' fórmulas política aquel1a que por boca de los maJÍs·
11 ado111 e&e drcir al put-hlo : gobernaré con mi partido y para mi panido ...
Art. 10...l:.J Club Radi cal, viendo en la fraternidad el lazo que da vida y
f 11t•ru á In~ nacion<"s combatirá las aberraciones del fanati .. mo político, Ja
perpc-tuación de odi o!', la .-clorificación de las venganzas y demostrará prac·
tirnn1t·nte que Ja divero;idad de ideas y aspiracione1 no debe nun ca dividir
en ej~r~· ito8 ent'm1go~ y fcroceq á los hiJO<. <le una nu ~ ma lterra."
3
/bid., articulo 8.
.e
/bid., nr1 íc111o 11.
-
39-
�o bien del ciudadano, en sus respectivas vinculaciones con el
Estado. 1
Para el logro práctico de estos propósitos prevé la reforma
constitucional que permitirá "restablecer el imperio abscluto de
la igualdad y de asegurar el más amplio goce de las libertades
sociales á todos los habitantes del Estado" . 2 Consigna arimismo,
en el orden de las realizaciones materiales, una serie de aspiraciones que vienen a concretar las necesidades más urgentes por
'ºEl Club Radical quiere el r einado de la libertad política en sus
más amplias manjfestaciones. Libertad de prensa , bajo la esclusiva é inviolable jurisdicción del jurado. Libertad de reunión y asociaci n sin más
límite que el r espeto á la tranq uilidad pública. Liber tad de sufragio eficazmente garantida por la imparcialidad y la abstenci ' n de las autoridades civiles y militares en el acto de los comicios públicos. Libertad ó seguridad
ind ividual á cubierto de las interpretaciones fraudulentas que se han dado
al a rt. 81 de la Constitución.
Art. 9, El Club Radical quiere el reinado imparcial de la igualdad ya
t'n las relaciones del ciudadano con el Estado ya en las de los ciudadanos
entre sí, y pugnará por el más estricto cumplimiento de las ley es que re·
guJan aqu 1 ..agrado principio!'
(Cfr.: Programa del Club Radical, ?\Iontevideo, 30 de mayo de 1872 en
La Pa:, .\lontevidco, 2 d e Junio d e 1872, n° 349).
l
~ (Cfr.: 1\lani/iesto del
Club Radical, l\1onte\'ideo, 30 de mayo de
1872, en La l'a:, ~lontcl1deo, 2 de Junio de 1872, n9 349) .
Pro nrama del Club Radical, l\lontevideo, 30 de mayo de 1872, cit. art.
15 ''El Club Radie.al propt ndcra á que el paí-, inicie la reforma de la
Constituci ón y con ese objeto dcfcndcra } propagará los siguientes princ1p10~ constiturionale5: Con ...agración cxpre~a de todos lo-. d erechos individuides dcclaníndo!>e nula toda ley que suprima ó re~ trin ja pre\entivan1ente
su ejercicio. Apropiaciín á nuestro estado ~ocia l y á nue ... tra organización
política J e }as piQrantÍa<l de) habeas corpus inglés y establecimiento preceptivo del juicio por jurados en materia criminal. Imposición de la rcsponea.bili dad á todos los funcionarios públicos por l os actos ilegales en q ue
dañen derechos ó interc~c s d e cualquier habitante del país. Prohihic1 n
abcoluta haJO -.everas rcsponSJbiliJadt:s, de que los tribunale• apliquen
]PyC'l dcrogatonas de Ja Con:;tituci1ín dt:l Estado. E'tensi n del plazo d1•
residencia fi jado á Jos miemhros del P oder Ejecutivo. Elección d el Pre·
sidcnte por intermedio del colegio de electores nombrados al efec to y con
e~ oxclu h·o manda to. Extenc:i n del derecho de sufragio á t od o ~ la~ c)a:;es
de la sociedad con un o:.io;.tcma electoral capaz de a egur3r la re prc .. entac!ón
ele la" minoría~. Dt·rogoción de alguna de las incompauhilidades par .1·
mentaría& c<.tahlPctdar;, por ~l art. 81 de la Con ">tituc1 n. Plantcación d el
n111nicipio administrativo, judicial r militar sobre la ba"e de una de.:;centralización prudentemente combinada con la injt•rcncia política ele] poder rcn·
tral. Orga nización de la Guardia Nacional ó las mili c ia~ !'obre la bac:e de
la elección popular con arreglo á los prin ci pios uniformemente a dopt:ido111
Pn toda lo Unión americana y en otro .. puchlos libre . ,\ .:i~naci ó n de nn
fondo y r enta~ cbica · e!prccin é inviolablemente afectac. á Ja ohra de l t
r.ducación pue5ta al alcance de t odos los habitante" del E tado y en general
-40-
•
�que atraviesa el país luego de la devastadora guerra civil y el
consiguiente quebranto de la hacienda. 1
En filas del partido del Cerrito iba a operarse asimismo,
luego de la Paz de Abril, un saludable movimiento de opinión
tendiente a encauzar al partido blanco en la senda de los prin·
cipios. No ob~tan te, antes de la pacificación menudearon, una
y otra vez, 1as tentati vas de trocar Ja divisa tradicional por una
ban dera doctrinaria. z
todas la~ reformas que tiendan á garantir la libertad y á consolidar el gobierno del pueblo por el p ueblo''.
Y en el ~l a n 1ficsto <.lt· l lluú Radical se apuntaba:
" Prcdt:::tinacla por el más fehL concur~o <le circun:.lanc1as favorables á
elc\'arsc en poco tiempo á las más altas cun1bres del progreso en todo
sentido, n uestra infortunada patria ha siclo convertida, por el choque i nfecundo y perpet uo de SU:> partidos personales en un pueblo estacionario
&i no ret rógrado. En cuarenta años de \Ída independiente ¡cuan pocos
c:,fucrLos hechos ('n el sentido ele la reforma y el mejoramiento de las 1ns·
titucjonc9 ! :\J icntras otro~ pueblos cultos, en cuyo seno se agitan verdaderos
par tidos dt! principios, van conc;ignanclo en sus leyes fu ndamentales todas la!J
grande \Crdadcs morales y políticas puestas en evidencia por la civ1hzación <lcl c:iglo en que vivimos nuestros partidos de guerra nos mantienen estacionados en el año 1830 con una Constitución que fué adelantada en
Fu tic1npo, pero qui· reclama en nt1C!>lra época seria~ reformas para ser
pue:.-ta rn arrnonía con los progrc ..os á que, en lac; ideas como en las costun1brcs pliblicac; ha llegado felizmente nueqra patria por el simple transcurso d l tiempo y por la sola fuerza de las cosas á pesar ele la letra de
~uc; Jeye y de In inacción de lo<; p .. n1dos •• . Convencidos de que los dog·
n1a" funda1nf!ntalcs de la igualdad y Ja libertad concagra<los en principio en
111 Constitución del [-,taclo, han c:iclo sin embargo clrsconocidos y atacados
c•n clic:posiC'ione!il ('~periales ele In n1is1na Con stitución, contrariac; á la igual·
dad y ú Ja.., leyes v1grntes re tricti\·as del cje1cicio el" la libertad en algun a9
de suc; 1nás útiles, más necc .. nrias y más grandio,as manifestaciones, darcinos nue¡;tro sufragio paru legi,.luclores en lo ... próximos comicios á aq11e·
Jloc; de nuo9~ros ciudadanos que, "cau cuales fncrcn sns opiniones sobre la
tradici6n de Jos partidos, t•stén cli .. pueo:.to!' ú en1pre11der Ja reforma <le la
Con,tilución en r.l c:cntido de rc-.tnhlccer el imperio abc:oluto de la igualdad
y de ª""t;11ra r el nuís an1plio goce de las libertades so c ialc~ ú todos lo:> hahitantt·s del E.;tnclo.''
Cluh Radical en el orclen de lo" interc,es materiale"
p1ovovt ni incansah!P.n1ente el dec:arrollo de la indu tria, la agricultura y del
('on1"rcjo, de la inrnigraci •n c-.trangc·ra, ele las vías ele romunicación y de
In<: in tituciones ele crédito; trabajando también por la forn1acit}n de la ec:·
tudísticu genera l, por el a1 reglo de la Deuda Publica y la reforma de nu r c:.
tro Fi t nut renti ticu.'' (Cfr.: Progrnmn dt>l Club Radical. ~lon1ev1dco, 30
rll' 1nnyo de 1872, en La /'n:, ~I onlc\id eo, 2 de junio de 1872, n9 3-19.)
t Arl. 131 ''El
''El partido nacional elche reivindicar la gloria ele haber desplegado
ante ... que ninguna otra colecth idad política la ancha bandera cl1.1l principi.,mo
ju~pirúnclose en l a~ fecundas lecciones de la hi--toria y en la cor riente <le las
idea" n1oderna-.. El partido nacional ha :;ido la prirnero. colectividad pol ítica
!l
41 -
�Durante la contienda del 70, desde la imprenta volante del
ejército rebelde, el periódico La Revolución anticipa el surgir del
nacionalismo. Con el cese de las hostilidades esa expresión prin·
cipista transfirió a La Democracia donde, a partir del 19 de junio
de 1872, se cumpliría una nutricia y fecunda prédica doctrinaria.
En el primer número del órgano nacionalista se inscribe la pro·
fesión de fe política que, identificando a la nueva fracción blanca,
adoptará como distintivo el lema Club Naci-0nalista. Bajo su
proposición "paz y libertad electoral" esboza los principios de
la futura organización institucional; en tal entendido condena a
los partidos exclusivistas, reclama la reforma de la Constitución
y de la ley electoral y preconiza la descentralización ódminis·
•
trat1va.
"En la lucha electoral en que vamos á entrar -advertía
La Democracia- los partidos deben buscar su bandera fu era de
las terribles peripecias revolucionarias que dejamos muy atrás,
para ofrecer á la Nación, otras perspectivas que sus agitaciones
y su continua inseguridad, que es la única que repr esentaría
en el presente una tradición más ó menos gloriosa pero ligada
eiempre á los hombres y á antiguas divisiones. El pasado debe
5er relegado al juicio tranquilo de la historia ... El ptirtido na·
cional, congregándose bajo la invocación del espíritu democ rá·
tico, fiel á su lema, ha aceptado la paz como una cond ición de
vida para la nacionalidad y !e propone aunar y combinar los
esfuerzos para salir de la crisis que atravesamos. . . El par tido
nacional ha reconocido y reconoce que el hecho accidental de la
paz sería solo una tregua si se hiciese esperar la solución radical
de los problemas que ec;terilizan y conmueven nuestra e:"tistencia.
Iluminado por esa verdad se propone pugnar p or todos los medios legítimos, por las conquistas liberales que han de dignificar
á los hombres y á los partidos abriéndose otro campo de acque ha gobe rnado el paí~ en nombre del paÍq, la primera que ha !abido
prec:cindir de )a, tradicione~ hi qtó n co~. El partido nacional ha nacido de
los pandes exigencias sociales y políticas del pueblo... u progTama era y
e~ el pograma del porvenir . .. E.l partido contrario, unido y compacto al
porecer se agrupó bajo un lema tradicional y cscl11 ~i~ista, dt>c;cchó tod a
idta dt' fratC:'rnidad y tic lanzó á la lucha electoral. .. como un ejército entra
en ba.tal1a á la \ 'OZ de sua genera le9. Comprendimos dc~e el primer momento
que ece part ido estaba condenado á uf rir una d~rrotn moral... Lo" re·
e11ltodot1 no dco;, minticron nuc"tras prcvi<.ionc•." Tal el editorial de La Demo·
crncia en que •e ragtrean los or í~cnc" del principi .. mo hin neo. (Cfr.: Lo$
tri.un/o.~ de la buena cau.sn, en La Democracia. ~f on tc\' idco, 20 de ºº' icmbrc
de 1872, nQ 154.)
-
'12 -
�ción. . . '.\ ue:: , lros estravíos y desórdenes no son esclusivamente
la obra de los hombres. Emanan en mucha parle de los profundos
vicios de la organización social y política. Trabajar por supri·
mirla, por levantar á la República de su postración en t.•l interior
y exterior es el programa de La Democracia.,, 1
La plataforma doctrinaria de la fracción nac ionalista se sis·
tcmatiza en forma orgánica en el Manifiesto del Club Nacional
del 7 de julio del 72.
I ndudablcmenle, la exposición de principios del !vlanifiesto
señala una etapa de superación en la línea evolutiva del partido
blanco. "El Club Nacional de ivlontevideo levanta como bandera
electoral para los próximos comicios y como nimbo de unión
entr e sus correlig ionarios políticos ]a siguiente declaración de
principioc; y propósitos á cuyo triunfo consagrará sus esfuerzos.
I~l Club
acional admite como un principio fundamental de
libertad y de justicia la coexistencia de ]os partidos. . . no con·
<lena ni glo rifica los partidos del pasado. . . y condena todo
e~f ue rzo que tienda á la organización ó perpetuación de partidos
ó bandos personales, de partidos esclusivistas y tiránicos que
renovar ían las cfllamidades de otras épocas poniendo en peligro
las ronq uicitaCj á caro precio alcanzadas, en favor de Ja libertad
y del orden." 2
Tal el espíritu contemporizador con que el nacionalismo en·
írenta a los demás partidos " sin odios ni esclusiones" al punto
d e proclamar la prescindencia de todo color p olítico en la elección
d e los candidntos a los cargos de gobierno, inclusive la primera
mag istratura del país.
"El Club Nacional, consecuente con su! declaraciones y con
el espíritu elevado que lo anima, propenderá á la Representación
·acional y á la Presidencia de la República á los ciudadanos
más capaces de realizarlo, p or sus virtudes y por su t alento y no
vacilaría en escogerlos fuera del seno de su comunidad política,
siempre que estén de acuerdo con las ideas y propósitos fundamentales que ella profesa ... S iendo loCJ Representantes del pueblo
legisladores y á la vez electores de Presidente de la República,
Nuestro propósito, en La Democracia,
l
1872,
nQ
~1ontevideo,
lº ele junio de
l.
1llani/H!5to del Club ''acionnl, ~lontevideo, 7 de julio de 1872, en
Riblioteca .\ac1011a/, ~lontev1dco, (oler.cion. llelián La/1.nu.r, t. 108, y en La
lJernocrac1a, \lontt:v1deo, 9 de Julio de 1872, n\> 36.
2
-
i13 -
�vicio de que adolece la Constitución actual, el Club Nacional no
hará depender la elección de sus candidatos de la adhesión á
determinada candidatura presidencial sino que se fijará principalmente en las aptitudes y condiciones que reuna para desempeñar
dignamente el cargo de Legislador ... " 1
El centro de gravedad del Manifiesto descansa en le delimi.
tación práctica de los principios, cuya fórmula sintetiza declarando que.. . " sostendrá para sí y para Jos demás, á la par
de las garantías individuales que ]a Constitución consagra, la
libertad de prensa, la libertad de asociación y de reunión, la libertad de sufragio". 2 En lo que r especta a las realizaciones
concretas propugna, como necesidades vitales de su hora: " el
mantenimiento de la paz. . . El r establecim iento del orden y
la m oral administrativa ... El afianzamiento del crédito público ...
La reíorma de la ley de elecciones con arreglo . . . al sistema que
mej or consulte la representación de las minor ías . . . La creación
de la Alta Corte. . . mej oramiento de cárceles. . . abolició n de la
pena de muerte por delitos políticos . . . El fomento y la mayor
difusión de la educación é in~trucci ón del pueblo ... La difusión
de la enseñanza agrícola é industrial. . . en que se cifra gran
parte de la riqueza y el porvenir del país. . . y la conveniencia
de que la Constitución de la República sea reformada, adaptánd ola á las exigencias de la época ... " 3
A m itad de cnmino entre la P az de Ab ril y las elecciones
d e noviembre del 73, Jos partid os orientales, librados al impulso
vivificante del combate cívico se empeñan a fanosamente en una
fecunda obra de recuper ación, conscientes de q ue el país trasponía los umb rales d e un nue\'o período de efecti vo acondicionamiento de todos los valores democráticos q ue conformaban nuestra estructura política. Recom posición, reajuste. transformación,
caracterizan la fisonomía y e encía de los pa rtidos que por ent onceq - a mediad os del 72agita n .su bandera y difunden
sus idea~ . El fenómeno no responde, en última instanci:i, sino al
proceso de emancipación espiritual con que n uec;tras fo rmas men·
t ales enfrentan los usos y p nlrone intelectu al e~ de cuño colonial.
" Se ha arrancado el cetro a España, per o no hemos q uedado con
1
1bici.
!l
1bid.
3
1bid.
•
•
�su e~píritu ", consigna Leopoldo Zca. 1 Al cabo de cuarenta años
de cruentas luchas parece cerrarse el convulsionado paréntesis
temporal con que nuestro ciclo histórico rinde obligado tributo
a la secesión política de la metrópoli. A lo largo y a lo h ondo
<le esos cuarenta años nuestro país se debate en procura de un
pasado legítimo. El pasado hispano ya no le pertenece; niega
su auténtico pasado y, al insistir en la anarquía y en la guerra
civil, sig ue marchando de espaldas a la historia. Una ulterior
etapa orgánica y constructiva. a inaugurarse luego del interregno
militarista ( 1890) , consumará la asimilación dialéctic=i de ese
pasado que aparecía de~pojaclo de su entraña esencial.
El Siglo, pulsando el latido de su tiempo, revelaba una singular sagacidad histórica cuando - actor de los sucesos- le
avi1oraba en tajante perspectiva: " ... ec;te país se encuentra á
nuestro juicio al principio de la evolución histórica verificada
ya en Chile y en la República Argentina. e ha iniciado la transición del período de las guerras civiles, con su séquito obligado
de caudillos. partidos personales, y divisas, al período de reconstrucción política y administrativa. En tal iluación nos explicamos perfectamente el trabaj o de descomposición y transformación que se está elaborando en las entrañas <le los parlido~ .
Estos han estado hasta ahora organizados para la lucha armada,
porque la guerra civil constituía la trama de la vida política. J. .a
intransigencia, no en los principios, que esa intran"igenc..ia no es
más que probidad política, la intransigencia con las personas que
militaban en opuestas filas era la primera virtud del partida ri u
porque l o~ partidos eran legiones armadas, porq ue los correligionarios eran can1aradac; de campamento ; porque los adversari os
eran los en eniigos ; porque el lazo de la unión entre los partidarios no era el programa de sus ideas sino r l color de su <li' i~a ." 2
I naclccuada5 ante el planteo principi"la, las estructuras de
los p a1ti dos tradicionales 5C resienten por su anacroni"mo y procuran, dentro de nuevos cuadros, enfrentar la lucha -no menos
dura- que se ayecina en los albores del r égimen civilista.
este respecto observa El Siglo : "Al iniciarse la evolución
J r.o po r no Zr\, Do-; etnpa"> del pensanziento hispano-americano, Del
ro11u111tirisn10 al positn isn10, pp. 22 y 23, 'lé, ico, 1919.
t
~
. 1t11ar.ión de los partidos, en El Siglo, l'\lontc\:idco, i de diciembre
do 1872, n( 2108.
1
-
45 -
16 8 6 7
�que señalamos los partidos se encuentran constituídos en una
forma inadecuada para la nueva era; de aquí proviene la perturbación que les agita, sin darse ciertamente cuenta de ella. Los
que han combatido como hermanos, cuando de combatir se trataba, no pueden comprender por qué no se entienden al emprender
la reconstrucción. . . No nos desalientan ni nos descorazonan las
divisiones de los partidos. El movimiento de opinión que la
impulsa es á nuestro juicio saludable . . . Es que las it!eas fermentan, que las convicciones se elaboran; y que si flaquea la fe
en los antiguos Dioses, es porque empieza á vislumbrarse la
augusta divinidad que rige las soluciones de los pueblos modernos,
la libertad democrática,,. 1
La pregonada renovación ideológica se cumplió desde los
clubes principistas eludiendo expresamente el lema filiatürio que
los confundiese con las antiguas divisas. Ante el análisis, y como
fuera anotado en su oportunidad, el contenido de los tres programas no presenta diferencias capitales. No obstante, y más allá
de los programas teóricos, la fuerza de los hechos vino a modular, para cada agrupación, un contorno específico que iesultaba
de las fórmulas efectivas que las fracciones principistas adoptaban
para lle\'ar a la práctica s us supuestos d octrinarios.
in duda, el partido radical se resentirá en mayor grado en
su encaje con la realidad. Su prístino programa princip~sta, concebido con arreglo a un cuadr o cabal y certero de nuestros
partidos, es incompatible sin embargo con nuestra deficiente
estructura política. Al margen de las élites ilustradas, las masas
pueblerinas l la ingente campaña no conocen otra alternativa que
el car a o cruz de las divisas, cediendo así a sus convicciones
tradicionales o a la coacción del más fuerte. A falta de un nivel
cívico mínimo, que aún no acusa el país, es condición ineludible
para la viabilidad de los principios, que ellos se avengan a la lid
dentro de las fronteras de los partidos de divises para cumplir
una acción vivificante que por entonces no puede conciliarse con
solucione::, extrínsecas. Los juicios - a menudo ligeros- que
han relegado el principismo al n1ero terreno especulativo, acusando una postura predominantemente teórica, incompatible con
nuc-tro convulsionado proceso histórico. sólo podrían imputarse
-en rigo r- a lag 1niras que pron1ueve en su acción práctica el
partido radical. El Club Ra1.lical condena su propia ge~ t ión a
.!
/bid.
-
46-
�una imposible utopía al querer rea]i¿ar por si mi mo, con propósitos inmaculados pero con menguadas fuerzas, la transformación
política fu era de los partidos existentes y frenle a la orfandad
cívica de Ja República.
Julio IIerrera y O bes, enfrentando a José Pedro V arela, correligionario en principios, adversario en los hechos, le ieprocha
su despego de la realidad denunciando -ya en la hora crepuscular del partido radical- la esterilidad de sus esfuerzos:
"Y ese es j uslamente el cargo que yo hago á los radicales, que
profesando unos mismos principios y persiguiendo unos mismos
fines, hayan raleado sus filas por la deserción, debilitando nuestras fuerzas sin aprovechar las suyas, robusteciendo así indirectamente el partido personal y retardando la obra patriótica de
reconstrucción política y social que elaborábamos juntos y que
juntos habríamos apresurado y tal vez si no consumado estaba
ya á punto <le consumarse. Si es necesario transformar y disolver
los partidos, es necesario que esa tranc;formación se opere dentro
de los partidos mismos por el r oce silencioso del tiempo y de las
idcac:.. Empezar por segregarse <le Jos partidos para dirigirlos;
empezar por declararse sus enemigos para exigir después obediencia y respeto es una pretensión insensata. Esta es la gran
el ifcrencia que hay entre los radicales y los conservadores. Los
unos e tán en las nubes, mientras que los otros están en el camino
práctico .'' 1
F: I propio órgano radical testimonia su flagrante quimera
ruando pretende prescindir del concurso de los hombr~ de partid o~ e!udiendo el inexcusable punto de partida que debe presidir
todo intento de reforma. ''Ni el Club Radical ni sus sostenedores
-decía- pretenden tener en sus manos la llave ele oro que abre
]ac;, puertas del porvenir; lo que creen y lo que sostienen es que
~<;a l!a,•e no puede estar en manos de los que ayer non1ás empuña1 on la lan1a ó la espada fratri cida, de los que hoy no la han
roto. sino que la han recostado á Ja pared ... " 2 Ol"'ida el radi"1rando como el mosquito, en El Siglo,
do 1873, u 9 213 l.
1
I on tevideo, 19 de enero
Nuestra táctica, en La Paz, ~1ont ev idc o, 13 de junio de 1872, n9 360.
Pl'"C a "u dogmá tica actitud el raclicalillmo avalúa los escollos que
cl1·bC'riÍ orteor para disolver los partid os tradi cionales "1nostrándoles el
nn1u gon i.. 1no interio r en que s e agitan y cnl-uclvc á muchos de los qu e
upurcr • n como inlran'<igenles adver~ anos...
o n os alucina sin embaq~o.
ni In \ t>rdacl ni la santiJad de nuestra cauc:.a. Grande es en el temperamento
!?
-
47 -
�calismo que fuera de esos hombres que ayer empuñaron la lanza
y la espada, las fuerzas doctrinarias cavarían en un peligroso
vacío. Olvida, en fin, que sólo mediante la prédica principista
dentro de filas tradicionales y la educación cívica del pueblo
-que es blanco y es colorado- arraigarán los hábitos demo0ráticos que enmohecerán la lanza y la espada.
Anotando el mismo vicio de inadecuación !que señalara
Julio Herrera, Agustín de Vedia salía al paso del idealismo radical
con prudente advertencia: "La bandera que nosotros hemos enarbolado en la prensa es precisamente la condenación del tradicionalismo histórico que se ha pretendido imponer á los partidos;
á su sombra han podido y pueden agruparse, con absoluta prescindencia del pasado, todos los elementos liberales y progresistas. . . no les exigimos ni tenemos derecho á exigir á los
ciudadanos una retractación de sus antiguas opiniones. ó una
condenación del pasado en que han militado tal vez con un
propósito sano y patriótico. Deseamos simplemente que se asocien
á nosotros en la obra del bien presente y en el trabajo fecundo
del porvenir y es aquí solamente donde diferimos con el Club
Radical. . . No podemos aceptar ese juicio severo y fulminante
de los partidos orientales que se desata en el manifiesto del
Club Radical .... , 1
Por tales razones, y mejor aYenido con la realidad del país,
el Club Nacilonal no condenaba los partidos tradicionales sino
"que relegaba el pasado al juicio sereno de la historia". Dentro
de las filas de su propio partido el nacionalismo se propone lle\ar
a cabo su obra constructiva, ton1ando <lcl pa~ado el caudal de
experiencia necesario para la obra del porvenir. :!
nervioso de nuestra ra1.a, la influencia de los recuerdog y del número, del
ruido y de la fal~a gloria. El odio anda ligero su camino y Ja idea hace
á pa ~o lento ~u jornada. Las pasione-. brotan en un ..cgundo como el rayo
y como él tambi~n de~lruycn; las con\' ice iones "º elaboran con el andar del
tiempo como las corrientes subtcrránc>as de agua y como ellas forman una
fuente inagotable de ,·ida •.. Ardua cmpre.:a c ... formar un partido de prin·
cipio.::. pero de la realización de ese traba jo todo lo c'pcra nuei;tra patria . .. º
(Ln Paz. 1'1ontc\'ideo, 17 de julio de 1872, nO 386). La utopía radical no
r c.. ide en sus propó.. itos "ino en 11 creencia ele que desde fuera de los
partidos tradicionales &e l ogrará la tron ~ fonnación política del paí'.
El programa del Club Radical, en La Democracia. J\lon tc' ide<', 2 de
junio de 1872, nº 2.
l
'.?
"Lo' prcocupacione" de) pa .. ado no han ciatlo t it>mpo hac;ta nhora para
,·cntilar y rcsohc r Jo-; cuestiones que afectan <le una tnnncra directa el pro·
-48-
�La fracción conservadora, dirigida por J o~é Pedro Ramírez,
se avino a integrar el Club !Jibertad aceptando, en principio, una
alian1a de hecho con el elemento personalista. El principismo
colorado entiende con ello propender a la evolución del partido,
y, ante todo, cerrar el paso a los blancos en las elecciones de
noviembre de 1872. Definiendo sus puntos de vista, decía El Siglo: "Nuestra tarea no es sólo de propaganda, sino de acción.
Mientras predicamos lo que entendemos por la verdad y el bien,
luchamos en los clubs y en las urnas para triunfar de los blancos
y para someter los elementos reaccionarios y disolventes de nuestro partido al culto sincero de nuestros grandes principios políticos''. 1
Cabe consignar que el núcleo conservador del Club Libertad
mantiene, sin proclamar un lema tradicionalista, un marcado
apego a las tradiciones de su partido, pues en ellas encarna el
origen y la esencia de los principios liberales que susteota. "Nos
llamamos liberales -manifestaba El Siglo- sin tener inconveniente en declarar que somos los antiguos colorados''.2 En la
línea del partido de la Defensa y confiando en su auspiciosa
gestión futura promueven los conservadores una política exclusivista, }Jroponiéndose elegir a sus candidatos dentro del coloragrcso y c·I engrandecimiento de la República. La generación pasada nos ha
legado una tarea inmensa cuya rea}jzación no poclf•mos ni debemos trans·
n1 itir 11 la generación futura co1no la recibimos... El pa.;ado debe servirnos
para Ja ohru del porvenir; la expericncja justamente debe ser la fuente
de n11 ec;trac; incpiraciones; pero al tocar el pasado poclcmoc; proceder con la
altnro nt•ccsarin deduciendo ~oto las con"ecuencias que pueden aprovecharse
para la obra futura." (Cfr.: Cuatro palabras á la prensa, en La Democracia,
l\lontcvi<lco, 19 de junio de 1872, n9 l.)
1
Carta de / osé Pedro Ramíre: a Juan Carlos Gómez, \[ontevideo, 20
de octubre de 1872, Cuestiones Onentales, en El Siglo, ~Iontevideo, 20 de
octubre de 1872, n° 2370.
z e advierte
a~imi sn10
cierta condescendencia -de circunstancia9-har.ia el 11er.tor personali .. ta que acon1paña al grupo con"ervador en el Club
Libertad: ''El Siglo -dice el órgano principista colorado- formará en las
fila~ <f,.¡ partido político que dc .. dc l8c1J viene n1anife.,,tando en medio de
)a!\ lur.hn8 miís bastardas y ele los errores más lamentables y de los estravíoa
mtÍ!\ doloroso11, una tendencia constante hacia el establecimiento de gobiernos
lcgítirno~ qu e hagan una v<'rrlacl de las instituciones libcrole~ que no~ ri·
gen, ó t•n otro!> término ... Fl . i!rlo ~er' irá la ca11c:n de la comunidad política
quo hn "ido llnn1ada por ra.1.t)n clr !'ll <Ji,tintho ele J!llerra el partido colorado".
( fr.: 1~·1 ~ i¡!/o, \l on te\ ideo, 15 dt~ junio de 1872, nO 2274 y 5 de mayo de
1872, nQ 2237.)
-- '19 -
�dismo, en marcado contraste con los restantes grupos principistas
que, a esos fines, postulan prescindencia de banderas.
Por encima de las divergencias que dieron caracteres propios
a las fracciones principistas, debe señalarse como último número
del balance que al tiempo de la proclama comicial de Gomensoro
(julio de 1872), la incipiente transformación de los partidos es
ya un hecho saludable en nuestro medio político: la cbra de
regeneración que se ha propuesto el principismo está encaminada
y, sea cual fuere su destino inmediato, el saldo que la compro·
bación arroja permite augurar una feliz evolución en la línea del
civilismo democrático que postula nuestro liberalismo doctrinario.
Más allá de los desvíos radicales o de las circunstanciales concesiones conservadoras al personalismo colorado ha germinado
una nueva simiente en el árido suelo político que hasta la víspera
no conocía otro matiz que el de las viejas divisas. La reacción
contra el fatalismo histórico ha comenzado. La escuela de
Echeverría y Sarmiento, Lastarria y Bilbao, abre un cauce fe.
cundo a nuestra evolución institucional. Frente a la barbarie
anárquica y desquician te ya no se podía optar sino por la ci uifi.
zaci-On, gestada a través de "una unión r esponsable" - al decir
de Echeverría- desde aquella "escuela de la religión de la ley",
que postulaba Bilbao y hacían suya nuestros partidos doctrinarios.
El manifiesto de Gomensoro del 19 de julio de 1872 11rologa
la intensa campaña electoral que culminará en noviembre, ocasión
en que los flamantes partidos de principios someterán a la vo·
luntad popular sus pregonadas aspiraciones. El gobierno pro\ isorio prometía ser garantía de orden y legalidad y parecía encaminado a observar una estricta neutralidad en los comicios:
" ... mi gobierno -declaraba Gomensoro-- garantirá á todos
la libre c1nisión del pensamiento, la libertad de reunión y todos
los trabaj os lícitos que tiendan al convencin1iento y no a la Yiolencia y al fraude. Cuanto más difícil es una situación. tanto más
eficaces son lo principio para sal,· arla . . . tengamos fe en la
eficacia ele la verdad de las institucione.9. en los principi os liberales con que se han salvado otros pueblos y en la tolerancia
por las opiniones de todos ... H 1
1\o obstante. luego del cierre del Regi~lro Cívico en el curso
de cuya confección la Democracia había denunciado algunas
irregularidades, comienzan a sucederse~ junto con las tachas. las
1 To~t
\s Co.\n::'\ ono, l l•·cciónc.s de 1872, p. 5, ~lont e"·!.lco. 18';'2.
-
SO-
�prot~tas ele la prensa nacionalista sobre la inscripción fraudu-
lenta qu e se cumplía profusamente ante la indiferencia o el
amparo oficial.
f"rente a las primeras denuncias, el principismo colorad o,
sopesando los reclamos de La República y La Democracia, admitía Ja irreg ularidad de la marcha electoral. "Demasiado sabemos
- confesaba El Siglo - que ho y es absoluta1nenle in1po~ible la
rei¡Jización de un ideal perfecto de verdad y legalidad á que aspiramos . . . por qué milagr o h abría de convertirse r epentinamente la lucha armada de que apenas h emos salido rn escuela
de vida democrática? I\o pidamos á los hombres y á las cosas
más de lo posible ... Trabajemos sin dcc;canso para aproximarnos
cuanto sea posible ... P e ro si descubrimos en la obra 'lue h emos
emprendido defectos que de antemano nos decía la san?. razón
que no podían dejar de aparecer en el cr ítico período que atravesamo~, n o cometamos la insensatez de retroceder y empezar
dr nuevo la obra ... en el pueril empeño de llevar á cabo una
obra perfecta ... no sembremos de nuevo la ola de la guerra
civil, arrancando de cuaj o la semilla de la paz que á costa de
1antas fati gas estamos sembrando ... " 1
Pero el malestar acr ece con la proliferación de denuncias
eohre ilegalidades cometidas en el interior del país 2 sin que a ello
obste el celo empeñoso desplegado por el diligente ministro de
RC'laciones Exteriores docto r Julio IIcrr era y O bes. 3 A fin es de
setiembre hace crisis el enrarecido c lima preelectoral en que conviven nuestros partidos. Desoídas las prote5tas de los dirigentes
radicales y nacionalistas, la Comisión Directiva del Club J\'acional
r
1 El Registro Cf t•ico
~f o ntc• ,· idco, 5 de c:etiembre
la
propa~andrz de
1872, n 9 2335.
La República, en El Siglo,
de
2 " • •• con el acuerdo de ustecl
ec;cribía 1. P. \ arela al Presidente
Comt•nc:or<>- araba de pa,.arse una ci rcular á todos los gefeg políticos, una
c·i rcular donde "e hace gala de la s 1náa avanladas idea~ liberale... Esa cir<·tilur y su manifiesto serían una {arc;a indip;nn i só lo c;irviesen para cubri r
e on el rnanto simpático de lo!t n1ús austeros principios democráticos, una
n ·ulidad en la que campean á n1en11do triu nfante, la explotación de las
pu ~ i o n cA oficiales, la violencia y el fraud e"; co ncluía dei.tacand o las 1ncorrc·crioncq del J efe Políliro <le Ourazoo. L11iq Eduardo Pérer., del de Pay•anchí. Eduardo ~1a r Eachen, y c•I cJ,. ~l o n tc•vidro, coronel Pagola. (Cfr.:
I n s1t11ación, Carta al S r. D. Toniás Comen soro, de /. P. 1'arela, en La Paz,
f\Jonlcvidco, 23 de octubre de 1872, n9 456.)
Cfr.: La Democracia, dc~de el 18 de agocito hac;ta fin es de nov iembre
clr• 1A72, donde diariamente ~e co nsignau denun cia~ sob re irregulandades en
hu; la <'hat! dt•l Rt'gi!:!tro.
3
-
51 -
�de Montevideo convoca a una r eunión en la Barraca de I rigaray
para encarar la actitud a asumir frente a los abusos en tachas
e inscripciones del Registro Cívico.
En elevada actitud principista definía así la situación el
Manifiesto del Club Nacional del 6 de octubre : " ... e! partido
nacional ve defraudadas en estos momentos sus esperanzas, y
retardada la realización de los grandes propósitos con que em·
prendió la lucha elector al. En momentos tan supremos <.orno los
presentes, cúmplenos conservar inalter able el depósito de nues·
tras creencias y estrecharnos en torno á la bandera d e los principios que hemos pr oclamado y sostenido ... Cúmplen:>5 dar un
alto ejemplo de abnegación y de civismo conservand•), la templanza y moder ación que son el más fuerte escudo de los partidos
de principios . . . Es esa la más noble ofrenda que podemos deponer en los altares de la patria" 1
De ese modo se anticipaba la abstención del partido en el
próximo acto eleccionario, decretada oficialmente por la Comi.
sión directi\•a del Club l\'acional el 9 de n oviembre. La propaganda
<le l a Democracia en los días subsiguientes se centra en torno a
este epígrafe: ''La abstención es un deber porque es un deber
dejar sol os a los que cometen un acto oprobioso, cuando no se
tienen los medios para impedir su r ealización''. 2
Como resultado de este accidente político, el equilibrio - en
cierto inodo precario - que mantenía unidas en aparente cohesión a las dispares figura· del Club l ibertad cedió ante tl empuje
de las fuerzas hac;ta entonces contenida'-. La eli111inación 'irtual
de un sector del tradicional ad\ersar io ' enía a abreviar una eta·
pa en cuya función se habían gestado los acuerdos coloradoc;.
La fracción colorada neta decide entonces desprenderse del lastre
principista para copar las urnas con sus propios elementos.
Jo é P edro \ 7arcla - ex colorado Y,
en r azón de la abstención
•
tan1hién decretada por su partido. :nero observador de los he·
ch os - colun1braba la inminente anarquía del Club l .. ibertad:
Jllani/icsto y Protesta <lcl Clu b /\'acional. ~[ontc\ idcn. 6 de octubre
de 1872, en La Deniocracia, i\lontcvideo, 8 de octubre de 18i2. n9 105.
t
~
La Dcniocracia, ~lont c\'idco, 16 de no\:icn1bre de 1872, nº 138.
El :o de novicmhrc "C separan de lo redacci ón de La /)emocracia Alfredo
\ 'úsqncz J\ cc\'cclo y Román Cnrcía. o>ntcndicndo que hahía finalizado ~u
n1i si1~n c•n la prcn~o. J\ gu tín de \ 'r.tilia continúo nl frt•ntc del periód ico
nnci<1nnlistn. ( CI r.: la Democracia. ~JonlcYidco, 20 de no\ icmbre de 1872,
nO 112. )
-
52 -
�':Rcsul•lta Ja co1nplcta ahsl<'nción del partido blanco, alejados temporal y definil iva1nente del campo elector al todos los elementos
neutrales ... clueiio absoluto el partido colorado del terreno de
la acción, estamos baj o el imperi o ele la más violenta anarquía.
Fraccione. s ant agónicas e inconciliables son las que constitu} en
c~e parl ido, pero como resultad o natural de la situación insostenible en que se encuentra desde que empezó la lucha electoral,
hoy c~as mismas f raccioncs se divi<len y subdividen hasla lo infinito. l~o hay dos opiniones conformes : no hay un solo centro
político que tenga alguna constancia y que sea capaz de domina r
el ele borde de la anarr¡uía. Desde los más austeros principistas
hasta los más reaccionarios y 1nás personales, todos los elementos
const i t uli vos ele lo que se Barna el partido colorado levantaron
por úuica JJnndcra al iniciarse la lucha electoral la de 'guerra
al partido Llonco'. 1'odos sus csf urrzos, todas sus aspiraciones,
~e reducen ñ vencer al tradicional acl\er,:)ario. Vencido éste, alejado del can1po electoral. el vínculo de unión del partido colorado
dcsapu1 ecc . . . Vuelven á formar entonces en campos opuestos
las facciones antngónicns que realizaron la fusión inrnorul ... Pe1 o no en balde en la prenoa, en los clubes, en los cafés, en las
reuniones pri\•ndns, en todas partes, se ha sostenido á capa y espada que no hahía La}c5 disidencia" . .. no en bal<le se ha tenido co1no bandera el Progran1a e.le] Club Libertad que vago e indcr-i o dejaba ú cnda uno Ja facultad de inlcrpreta1lo á su anlo·
jo. . . .. e unieron para vencer á los blancos. sin preocuparse de
In ... n1c<lios . . . l Obtenido el triunfo con la abstención del parliclo
nnciona li ta] ... IJega ahora el rnomento ele curnplir !a parte
secundaria del programa del Club l..ihertad. llevar á la Repre::cnlación Nacional :1 los ho1nhres m¡'is inteligentes y más honorab~cc ... Pero ahí 1nuere In decantncln unión y empieza la anarquía ... ¿ CuúlPs son Jos ho1nbrcs más inteligentes } 1nú honorables del ]Jílt ticlo colorado? No se cnticnclcn siquiera el Dr. José
I)cdro llnrnírez y Pedro ílusta1nnntc y eso solo 1nuestra á la evidcucin ha~ta dónde es profunda la anarquía ... :' 1
1872.
1 (Cfr.:
119 488).
La anarquía, en La Paz, ~Ionlcvjdco, 2 i de novicn1bre de
Yn un 1nc~ antes -el 23 ele or.tuhrc- el 1ni~n10 Joc:ú Pt·dro \ 'arela
h.. hín Vi!dn1nbrucln In nnarr¡nin que c:e ~ec:tahn en el cocno del Club l.ibcrtad:
t•n rnrtn nhicrtn ni Prc"id cn l1• de la Hcptiblica. e cribe: "Corno lo suponían todos 01¡ncllo que npr1•cinn impa rcialmente lu situaci • n de la Rcpúhlicu, el nún11•ro 11q11í. allí f'l f rat1Uf' ,, la \ iolcncia han dacio el triunfo de
luQ I:cg1s1ru-. ó l.1 darán scg11ru1nen1 e en l:i ... urnus al partido colorado en
-
53 -
�El cisma era ya inevitable cuando nuevos hechos fundamentaron los temores de Varela. El Coronel Pagola, jefe político
de la Capital, procedía a incautarse - en oscura maniobra - de
unas mil balotas de sus subordinados, cuyo indisimulado propósito ponía en tela de juicio las garantías ofrecidas por el Presidente
de la República. Las renovadas promesas de Gomensoro, deslucidas ante su indecisa actitud frente a Pagola, motivan la enérgica
renuncia del doctor Julio Herrera y O bes quien, al abandonar la
cartera de Relaciones Exteriores, denunciaba - en los prolegómenos del cisma pre-electoral - la alianza entre principismc• y personalismo, agrupados en el Club Libertad. 1
Pese al malestar que anunciaba la inminente ruptura, ambas
fracciones prosiguen discutiendo en torno a la confección de las
listas, en cuya instancia sobrevendrá la escisión definitiva. En
aquellas febriles jornadas de noviembre, la baraja de nombres y
candidatos fue dispuesta en toda la gama de sus posibles combinaciones.
Algunos elementos colorados, condenando el desconocimiento
de ]os principios del programa del Club Libertad que, el su modo
de ver, involucraban esos malabarismos de última hora, se apartaron de la agrupación colorada ante la evidencia del desacuerdo.
Uno de ellos, el doctor Pedro Bustamante, principista de uota, decía en su carta renuncia a la Comisión Directiva del Club Libertad:
"La unión del partido real y positivamente no existe ni c~i stirá
jamás ... al separarme del Club Libertad no es mi propósito
abstenerme sino antes que nada llevar mi pobre concurso indivitodos aquellos departamento" que no 11e hallan dirijidoc: por ~efe s políticos
del partido con trario. Son pue-; las dos f raccioneci antag1)n1ras. que existen
en el c:eno del partido colorado las qu e van ú di putar-.c el predominio de
Jo República, á decidir cuol será el ciudadano 011e ocupe la futura pre·
~idencio de Ja República ... " (La Paz, ?\fontc\'ideo, 23 de octubre de
1872, n9 465.)
"El Gobierno de \ '. E. -decía Julio llerrera y Obe' en 9U renuncia
al cargo de ?\1inistro de Relaciones Exteriores- marcha á pa4'os ag1gan·
tod oci por el camino de los gobit'rnos clectorale .., de aqut·lh1~ golnernos tlec·
toral es que c:egú n lo decía la circular .;obre cleccione' á lo;; Jefes Políllcos
de los DepartamenlOC<, C<On usurpadores íorlo ..o ... por el fraude ó la violencia
de la c;obcranía popular. Por que e"' '-er gohierno electoral e.. timula r con
la impunidad )' la gratitud los moynrec ecr:án<laloc; --iempre que tcng:in por
objeto y JU!ilifirath o trabajar por una candidatura c;.impática al gobierno, al
mismo tiempo que aplica el cac;.t1go de la dc.. titución y dt• la onimo~idad
ñ 1odot1 }ne; que no ~inen ciegamente c:u~ trahaio con c:n influencia v ~u
poder." <Cfr. : Eot,ARDO ACE\'f:DO, Analts Históricos dtl l ruguar. t. 111, p.
1
656, ~fonte,• ideo, 1933.)
-
54-
�dual á otro centro electoral si es que todavía quedan entre
nosotros una docena de ciudadanos dispuestos á luchar por el
bien y á no dejarse imponer o dominar por los que en realidad
no son los más sino los más audaces y griton es". 1 Bonifacio
Martínez, asimismo desafecto a la lista que aceptara Ramírez,
adopta idéntica actitud que el doctor Pedro Bustamante.
La carta contestación del doctor Ramírcz al doctor Martínez
es un valioso clocu1nento cÍ\'Íco que sienta - frente al pr oblema
electoral - ]a verdadera tesitura del grupo más pujante de las
filas principistas conser"adoras CU}a rectoría inviste, precisamente,
el veterano director de El iglo. En rigor, el doctor Ramírez entiende que el único m odo de cerrar el paso a los elementos personalislas es concurrir a las urnas, for1oc;amente con listas mixtas,
dadas las concesiones que la necesidad in1porir. "Creo tener
- declara Ramírez - tan to ó más culto á los principios que Vd.
Cnrta d~ Pedro Hustamante a l osé Pedro Ramíre:, I\fontevideo.
17 <le ncl\Jcmhre de 1872, Incidentes electorales, en El Siglo, ~1ontevideo,
19 ele no .. icmbrc de 1872, n9 2397.
En el tex to ele la respuesta de José Pedro Ram írez a Pedro Bustan1nn tc. se trnsunta el agitado clima del Club Libertad ante las decisivas
jornadas ele novicn1brc, en n1omentos de confc·cciona r las listas de cand iunto~ a la Asamblea. Dice el director de l:.'l Siglo :. "Estoy cansado de ser
ac'tt!'ado y de reci bir desengaños y ha de pcrmi tirn1e vd. que hable la verdad y que ponga en su lu gar á cada uno de los que c:algan á la prenc:a
t•n estilo más ó menos suave y ron palabra~ má s e} n1cn os almibarada! á
ncihnra1n1c tnns la lucha en qne ec;toy empeñado. \ 1d., mi amigo ha querido
hnc1•r hoy lo que ahora seis mcc:es hac1a J). J o.. é l\ laría l\luñoz, pero D.
Jo1: ~ ~\Ja. l\Iuñoz e" D. Joo:é l\ la. l\Iuño1. y \d. ce; \rd.
E!'a es simplemente
In difc·r1""'ncin pero la diferencia es tan capital que O J oc:é la. l\Juñoz era
conscc111•ntc consigo mic;mo procP.di11nclo con10 procPd10 y \ 7<l. comete una
dcscon111nul incon<:ccucncia queriendo ahora imitarlo.
l>on J oc:é ~la. l\Iuñoz. desde hace añoc:, vive encerrado en una resis·
ten ·ia invencible ú toda lran Gacción con principio<;, con propCGitos y con
hoinbrt•s que no c:can sus homhrcc:, c;us rirop<Í"Ítos y su5 principioc:, y \ 1d.
pnr <'l contuuio. ha vh·ido sometido ú la cruel impoc:icií n de lo::. acon·
tccin1i1•ntoq que se proclucían en épocas en que Jo.:; mi--mos á quienec; Vd.
nc11c:11 hoy c:c aislaban y se abstenían ..• '\o nos hable \id. ahora en medio
di' Ju 111chu y cuando cc;tamos contpromct tclos en ella con el propio ao:en·
timicnlo cl<• Vd. con la austeridad de un Ca l1;n, ni nos acuse porque Lransu n1os. no y¡( con l o~ dictadores prepotentes ú qu ienes yo no dejé de comhnt ir 1111 qolo din mientra e; Vd. sellaba lo~ labio..... Procediendo como he
¡¡ror<·dido en la confección de la lista que ha rer.omcnclado la Comisión
D1rl'< t ivn no he qiclo si no consecuente con la actitud que de acuerdo con
Vd., con J11 1io JI Prrc•ra y otros amigos, as11n1imos al constittúrse y organiinr~c f'l Club Libertad.
En1 onct 9 convinimos en la necec:idod de rcconc;truir el partido liberal
c:on to<los s11q elemenloq, buP.no~ y maloc:, prometiéndonos modificarlo y
<lcp11 rarlo por la acciún per"-e\erante de la propaganda y el ejen1plo y si
1
-
55-
�y que el doctor Bustamanle, y no he creído prevaricar aceptando
... [las listas mixtas] en todas partes los ciudadanos más austeros y más intransigentes llegado el momento de la acción, sea
ella militar ó pacífica, pero acción al fin, han aceptado elementos
que no representaban la más completa austeridad y la más alta
ilustración á condición de asegurar el éxito de la lucha y de no
desnaturalizar en su esencia los propósitos del centro político
á que pertenecen. Con más razón estaban obligados á proceder
así los que habían definido nuestra actitud por el hech o de organizar el Club Libertad en las condiciones que arrancaron una seria protesta del Dr. J osé María Muñoz y que V d. y Bu$tamante
no aprobaron sin duda cuando continuaron perteneciendo al Club
y formaron parte de su Comisión Directiva . . . Cuando aceptábamos formar parte de una Comisión Directiva en la que V d.
y yo y los hombres de nuestras afinidades y prop ósitos están en
una insignificante minoría, podría aspirar á otra cosa que á constituir en la Cámara una ma) or ía ilustrada inteligente y honorable? ... Los partidos que luchan con su organización de partido
y aspiran á presentarse unidos en la lucha, tienen necesariamente
que hacer concesiones, á las exigencias de círculo y á la veleidad
de opiniones. En los movimientos popular es y en l a acción política no se puede proceder con el perfecto criterio con q ue una
academia de sabios juzga las aptitu des y los méritos de los diversos candida tos que se le proponen par a ingresar en su seno" .. .1
En \'Íspera de la reunión del Club Libertad en el Teatro an
Felipe. J osé P edro Ramírez insistía en su prédica principista traoc;Í no hubiera pensado, y c;j a . . í no hubiera proce<lido habría seguido á
D. Jo. . é ~la. ~l uñoz ó habría i<lo á engro ar Ja .. fiJn.;. del Club Radical.
Por el contrario, entonces llcvan1os tan lejo.. nuestros propó.,,itos de
conciliaciC:n que aceptamos tener c.ó]o una reprc.. entación en Ja propor·
ción ele uno á cinco en el seno de la Comi-.ión Directh·a y nos sometimos
ú soportar todos los cargoc:, todos los rl•prochc.; de los que, en mi concepto,
e:-<agcran el culto do lo principios y le crean con .. u intransigencia, cuyos
altos n1l \·iJes reconozco! resi . . tcncia y antipatías populares.
l loy, procediendo como he proccclitlo y co1no han procedido otros que
t icnen tan ta estimación co1no \ d. por su dignidad y por .. u lealtad política,
nn he hecho sino ser consecuen te con la act it utl que entonces me impuse
rt•ali1..anclo los \Cntajo<> que ºº" proponinnlo~ oht •ncr .. . \ li pa rtido e. . tá
tomado ... " <Cfr.: Carta de Jo5é />edro Ramin.·z n Pedro Bustamnnte,
\ lontc.niclt•o, 19 de no\icmhrc ele 1872, l nr:itle.ntcs electorales, en El Siglo.
1\lontc\'idco, 19 de novit•n1bre de 1872, n9 2397.)
Carta de José Pt.•dro R'lnl 're:. n !1011i/ncio lfartínc:, ~fon tevirlco,
20 (1 • "º' icmbrc de 1872, en f l 1,;lo, ~Iontevidco, ~O de no' ien1bre de 1872.
n Q 2398.
1
-
56-
�tando de acallar recelos y evitar nuevas deserciones. "Hemos
sostenido siempre - puntualiza - que el partido colorado y el
partid o liberal eran sinónimos . . . La calificación de liberal significaba la bandera política, el programa y los principios del
partido ... el color de la divisa no constituye doctrina. no puede
ser el único lazo de una asociación política ... " El diario con·
servador exhortaba a la calma en medio de aquella confusión
de opiniones e intereses y ahora, a su turno, también se aferraba
a un precario equilibrio <le fuerzas que se deshacía nnte el reclamo de las ambiciones personales.
En la reunión del Teatro San Felipe, José P edro Ramírez
juega, aún a triunfo, su última carta electoral. Tienl' la convicción
ele que e) único medio de obtener la consagración del principismo
sobre los lemcntos netos del partido colorado reside en la confecci ón <le una lista mixta; esa fue por otra parte. la línea de
conducta que se trazó desde el primer momento, como única so·
lución ,•jable: "En política - clecía - los hechos se toman como
eon. no como deberían ser; se busca el bien posible, n o el bien
absoluto ... con una lista ele candidatos todos intachables, todos
ilustrados, era una utopía el triunfo decisivo sobre los elementos
p ersona1es, obtenido en un día, desde que ese triunfo tan completo sólo puedo ser fruto <le algunos años de lucha, de la marcha
progresiva ele las ideas, del trabajo pausado de la propaganda". 1
Consecuentemente. la asamblea del Club Libertacl, compuesta por
! etccirntos ciudadanos. sancionó una lic;ta integrada por una mayoría principista, aunque presidida por José Cándido Busta·
ruante. 2
Por cierto que la lista - pese a su encabezamiento personaJic;ta - - traducía el tTiunfo clocl rinario, por cuya razón los cand orn bcro:;, que contaban con superioridad numérica en le masa
colorada, no podían aceptarlo. J osé Cándido Bustamante es el
primero en renunciar. Le siguen Paullier y Alejandro l\1agariños
1 la.~
r./aurlicnciones de principios. en El Siglo, l\lonlc\ ideo, 22 de no·
'icmhrc clo 1872, nº 2100.
~
Jbid.
1 n li ta aprobada por el Club TJibertatl el 20 de novicntbre se inte·
,,-nba ron los nombre" de Jo ...1~ C1intlido Buc;tamantr, .Joqé Pedro Ramírez.
Julio llcrrcru y Obeq, José ~[aríu '1\I11ñoz, Francic;co A. \ idnl, Ilonifacio r..Iar·
tínt•z, i\lcjunclro !\l ngariño~ Cen.antec;, Juan Cnr]og Blanco, J oi:.é E. Ellauri,
Tc:u:ic rlc 'l\:1..inos, J 11an A. Vñ1q11c1.. (Cfr.: Candidaturas cle/initiias en El
...,iglo, (\fonlt'\ ideo, 22 dr no\·icmhre de 1872, nQ 2100.)
'
-
57-
�Cervantes mientras que en las reuniones de los cafés y en las ter·
tulias partidarias se comentaba que la pretendida lista mixta
respondía a una combinación de signo conservador. 1 El viernes
22 de noviembre el cisma del Club Libertad estaba, de hecho,
consumado; los elementos netos disidentes habían resuelto la
estructuración de una nueva lista, con arreglo a sus privativos
intereses. "La división de los círculos se dibuja más que nunca
pronunciada ... El cisma provocado tiende á acentuar más y más
la división del partido colorado'' ... escribe José Pedro Ramírez
en El Siglo del día 23, 2 reiterando en última instancia su llamado
a la unión colorada: "Es tiempo ya que de una vez por todas
se declare pública y solemnemente si el partido colorado es una
colectividad política con principios, tradiciones y propósitos co·
munes, ó si el programa por todos aceptado es una bandera bajo
la cual se abrigan adversarios irreconciliables ... El tiempo apre·
mía y cada hora que pasa agrava la situación". 3 Pero era ya
demasiado tarde. El periódico conservador hace pública la renuncia de José Cándido Bustamante al Club Libertad, fundamentada en que "Ja lista de diputados aprobada en el San Felipe era
el resultado de la combinación de un círculo"; con la renuncia
circula una proclama dirigida por los netos disidentes del Club
Libertad: Bustamante, Pedro J. Varela, Juan J . Costa, Federico
Paullier, Francisco Laviña y otros, en la que después de exaltar
las glorias militares del partido colorado y recordar suc;, tradiciones más esclarecidas, jnvitaban para una reunión en la Cancha
de Valentín a efectuarse el propio día 23 a las 3 de la tarde. El
resultado íué la confección de una nueva lista de candidatos en·
cabezada por José Cándido Bustamante y Pedro ' 'arela, que en
su gran mayoría respondía a los reclamos de la fracción neta.
La Comisión Directiva del Club Libertad, parcialmente des·
integrada por ]as sucesivas renuncias de principistas - Pedro
Bustamante, Bonifacio Martínez - y candomberos luego - José
C. Bustamante y sus amigos - comprendió que. a escasas. horas
del acto eleccionario, era imposible reestructurar la lista aprobada
el 20, lo cual venía a significar que los elementos principistas,
solos ante las urnas, sufrirían una aplastante derrota electoral.
No nos entendemos, en El Siglo. ~fontcvideo, 23 de noviembre de
1872, nº 2401.
1
2
!bid.
3
1bid.
-
58-
�Frente a la adversa eventualidad di cha Comisión publi~ó un l\Ianifiesto aparecido en la mañana del domin..,.o 24 de noviembre
o
'
en el que aconsejaba la abstención. "La coalición que á última
hora se realizó entre fracciones diversas del partido colorado no
puede resistirse con trabajos improvisados en 24 horas ... y la
Comisión Directiva inspirándose en los sentimientos más eleva·
dos ... ha r esuelto suspender los trabajos emprendidos y aconse·
ja á sus correligionarios que se abstengan de concurrir á las ur·
nas con la lista que el Club Libertad había proclamado ... " 1
Con acentuada frialdad se cumplió el acto electoral en la ca·
pital de la República. El Siglo anotaba que habían sido muy con·
sidcrables ]as abstenciones y corto el número de ciudadanos quo
a cudieron a emitir su voto: "Se abstuvier on de votar en 1\tlonte·
\•ideo los principis tas, los blancos y los radi cales, sólo votaron
pues, los colorados netos y los partidarios del Gobierno". 2 Cen·
1urn ba, po r otra parte, "la influencia directriz del gobierno, quo
Ee ha hecho ~entir en la formación de la lista que ha obtenido
ln ma yo ría. confeccionada en virtud de una tran"acción de última
hora en tre los elementos ofi ciales y los colorad os n etos". 3 Algunos clcn1entos principistas de la Co1nisión Directiva del Club
Libertad se prrstaron a la tr ansacción con los netos y, en consecuen~ in , fu eron incluí<los a última hora en Ja lista triunfante,
entre olroQ, los no n1bres de Julio Ilcrrera y Obes, Pedro Busta1nantc y 1uan Carlos Blanco .
Al cnho de los tres días que mediaban entre la r eunión del
T cntro San Felipe y la de la Cancha de V nlentín. los términ os
ele la ecuación electoral se había n invertido: e] núcleo principista
- rnnyo ría en la lista del día 20 - pasaba a ser minoría en la
del 23; en verdad, pese a Jos denodados esfuerzos de J osé P edro
R a111í rcz, la r ealidad numérica de ambas fracciones venía a im·
pon(•r, p or la fuerza incontro\'crtible de los hechos, esa solución
de último 1no111ento. Los g uarisn1os electorales, a despecho de los
uc:r.rih~ n
t•I l\Tanificsto ele·) Club Libertad : Juan P. Ramírez, Lorenzo
L.atorr1', J o t: P. Rnrnírcz. EJuarclo Vú1qucz, Angel Abalos, Carlos Gurmen·
<l •1., l{ on111uldo Castillo, Lconrio Co rr1•a, Julio JJ errPra y Obe", Juan C.
Blnnco, J 1111n T1' . Santo", Enrique Pr.rerln, Torib10 Vida l. (Cfr.: La Comisión
/Jirrr:ti1 ·a del Club Libertad, en E.l Siglo, l\lonlcvi<leo, 2•1 de noviembre
d1· 1872, n~, 2102)
l
Nft ista de la qu 1 ncena, en El Siglo, '\lon te.,·i<leo, 27 de nov iembre de
lll72, n Q 2 105.
:.?
3
Jbid.
-
59 -
�trabajos del doctor Ramírez, denunciaban la derrota - al menos
en la capital - del último baluarte del principismo. Consecuente·
mente, el doctor Ramírez, amargamente aleccionado, decide retirarse de la vida política y renuncia a la dirección de El Siglo,
admitiendo expresamente los cargos que se le habían venido
imputando : "El resultado de la lucha electoral con sus episodios
que son del dominio público, me imponen el deber de r etirarme
de la escena política, empezando por separarme de la prensa
periódica. Reconozco que son justas la mayor parte de los cargos
que se me hacen y renuncio á levantar aún los que no lo sean.
Mis amigos políticos y sobre todo la noble juventud de :\1ontevideo, necesita de otro publicista en la prensa y de otro ciudadano
en los trabajos de la política militante para realizar 5us altos y
patrióticos propósitos. Yo me he gastado y me he quebrado en la
lucha y no puedo ya responder á sus generosos esfuerzos en bien
de la patria. Por fin, en medio de la derrota vergonzosa que
hemos sufrido, y en la cual me asigno la peor parte, sólo aspiro
a que se reconozca la sinceridad de mis intenciones, única cosa
que estoy dispuesto á defender" . 1
Al aceptar la renuncia del doctor Ramírez, El Siglo refirmaba su tesitura principista: "El Dr. Ramírez reconoce lisa y
llanamente, sin ambajes ni subterfugios, que se ha equivocado.
En consecuencia se siente quebrado y gastado para continuar la
lucha en que ha perseverado por diez años. . . En cuanto á El
Siglo, seguirá siendo lo que ha sido ; seguirá defendiendo los
principios que ha defendido. Afirmará la bandera que las últimás oscilaciones de estos días empezaban á hacer vacilar y será
siempre un instrumento de propaganda puesto al servicio de la
libertad y de las instituciones". 2 La dirección del ór~ano conservador {ue entonces asumida por Julio Herrera y Obes y Jacinto Albistur, incorporándose a la redacción política el joven
Pablo De l\1aría. flamante egresado de la" aulas uni\•ersitarias. 3
En '\·erdad, el fracaso que pregonaba Ramírez - magnifican·
do sin duda su propia derrota personal - no privó al principismo
de su esclarecido aporte a las Cámaras del 73. Si bien no resul1
El Siglo. l\fonte,·ideo, 26 de no\'icmbrc de 1872. nO 2401.
El Dr. Ran1íre:, en El Siglo, :\lontevidt!o, 26 d e no,·iembrc de 1872,
n'> 2·10 t
2
s El Siglo, ~Ionle\'idco, 26 de no\'icmbrc de 1872, nQ 2·10~.
-
60-
�taban vencedores en los comicios los partidos de principios la
lista colorada mixta de l\lontevideo, los nutridos \:Otos del nacio·
nalismo que, desoyendo la abstención, gana ventajas en San José,
Canelones, Florida y Cerro I..argo, y los triunfos parciales del
partido conservador en otros departamentos, permitieron el acceso de la élite doctrinaria a la Legislatura del 73.
Paralelamente a la campaña electoral de novien1bre, ya se
hara j aLan en el año 1872 nornbres y posibilidades para la futura
presidencia de marzo ele ] 873.
El doctor José l\.Iaría l\:I uiíoz era en rigor - por su filiación
política, sus condiciones personales y su limpia ejecutoria cívica el obligado y unániinc candidato de los partidos de principios.
Ausente quince años del país, su fi gura, saludada con veneración
luego ele la I>az de Ahril, encarna un elevado sín1bolo ci\ ilista.
Al prorncdiar el aiío 72, el doctor 11uñoz de"collaba en la nómina
ele posibles candidatos presidenciales. La sonada renuncia a la
Co1nisión Directiva del Club Radical y su r ígida intransigencia
con el personalismo ni1nbaron su figura con un halo prestigioso. 1
I~n el curso de Ja polémica que sostenía el doctor Juan Carlos Cómr.l con José Pedro Ran1írez a fines ele 18í2, el viejo teÓ·
rico del partido conservador rinde culto a la person:ilidad del
doctor l\1uño1 y lanza a publicidad su nombre desde Buenos Aires pnra la próxima elección presidencial. 2
J)on rr o1nás Go1ncnc;oro, por su parte, según la opinión pública a~piraha a la pi i1nera n1ngistratura. in embargo, su actitud
!rente a los grupos colorados y su plataforma electoral, eran aun
''El Dr. \f uñoz -<lice La Pa:.- que con el proceder intachable de
sn larga y truh111nda -vida pública, hu sabido levantar'e á ~í mismo el más
nito ele }05 pcdr·stalcs rn que puc<le mostrnrc:c á sus compatriotas el ciucladono ele un ¡111chlo libre: que sr ha conqui--tado entre propioq y extraños
una n•p11tuci1~11 inrnaculnoa ante la que se inclinan re pctuosos hac:.ta los
mismos qu•· co1nhatcn lo nctitud pn•scindentc que hn a 11mi<lo en los últimos
oiio«1, el IJr. \luiíoi radica nui'\ y nuis ec::c pedestal ... 'freinta años de \ 1<la
¡l\ihlica intorhnblc" trcan <Í un ho1nhrc una Jlersonalidud política de In que
no p111•dc dnclarsc !'in ju licia. El IJr. l\Iuñoz ha cnnc¡ui .. 1aclo ante" cic al.ora
y uliorn el clcn·clio incli~r.utible de que naclie pueda <ludar de él." (Cfr.:
La /1<1:, lont1)viclt•o, 2 i de mayo ele 1872, n9 317.)
1
''El l)r. 1\f uñoz es para n1í -c::oc;tcnía Juan Carlos Gómez en octuhro riel 72- la cncarnnción pcrf1•r.ta de la lucha contra todas las prepotcn·
c•ias pt rsnnalc", cnntra tocias las des' iacioncc; de los principioc;, contra todas
la indil!nirlndt•s dr!l ef(oí.-.mo y contra todo" )oc; arcnturlos ele la f ucrza al
cltrccho.'' (Cfr.: El iglo, \lnntc,idco. 9 de octubre <le 1872, nQ 2359.)
:.!
-
61 -
�indefinidas al promediar el mes de octubre. No se sabía a ciencia
cierta si sería candidato de los colorados netos o de los principistas conservadores, pero aunque Gomensoro carecía en el consenso general del arraigo del doctor 1\Iuñoz, su candidatura, en
razón de la jerarquía oficial - y dados los tiempos que corrían disponía de no menguadas posibilidades para alcanzar el triunfo. 1
Como posibles presidentes en el coloradismo neto se insinuaban P edro Varela, Fernando Torres y José Cándido Bustamante,
que sin duda aguardaban la decisión de Gomensoro para concretar o deponer sus preten iones.
El partido blanco no ~e presentaba al evento con candidato
propio. Obviamente sus posibilidades eran menores y en la hora
de las definiciones sus representantes elegirían entre los nombres en juego.
El principismo consen 1ador. si bien no oculta dec;dt! El Siglo
su preferencia por el doctor .l\1uñoz. demora ostensiblemente la
proclamación de su candidato pre. . idencial. E~ factible suponer
que su deliberada dilación obedecía a una hií bil e~trategia: al no
pronunciarse en forma expresa por el doctor i\luñoz. o bien. no
excluyendo a Gomensoro. e demoraba el ejercicio de la poderosa
influencia oficial en fa,·o r del coloradi5mo tradicional. 2
A comienzos de noviembre Gomensoro, cerrando expeclativas, t oma partido por la fracción neta y con él se \'uelca la deciCarta abitrtn áe lo~é Pedro 1'artla al <\r D. Tomás Gomensoro,
La Situación, en La Po:., ~lonlc\ ideo, 23 de o t 11 ~;: <le 1872, nO 465.
l
"El nombre del Dr. Jo~é Ja. ~Juñoz ~e ha prnnunciado ya al
hablar de la pró'<ima pre idc ncia. Lo ha lan1.ndo á puhlicidad el Dr. D.
Juan Carlos Gómcl como t( rn1ino de la poli nli•' U q11e ha , (!nido !'o .. teni ·ndo
desde Bu(·no ... i\ ircs con el Director de El . 11: 'o. i"\acJa hay que repr ochar á
la pcr.. onn lidnd del Dr. !\Juñoz ... pero ere.. tun que al lan:.nr su candidatura
el Dr. Gomr.: en los rnnnttfllOf nctuale'i lt hn quitad" grande< probabilidad~'
de ¡.xito_ El tiempo dirtÍ .si nos equitocamos.'' <Cfr.: Rerista de la quinctnn, en l:..'I Siglo, l\lonte\ id eo, J 6 d • octubre de 1872, n9 2379.)
Por C"OS mi ..n10 <lía Jo.:é J>c.Jro \ farelo d1•nun ciubo Jo actitud caute·
lo'a d • loe: conserYaclore , ••n In c11c .. 1ión pre idc•nciol: "No cé .. ¡ C" Vcf.
dcfin.i tivamen t1• ahora ~Jc•(•Ía n Tomá Con1cn oro •n !'agaz ob::-Cr\'ación- ~l
cand1Jato de lo con~ervador1• , como creo que c•llo rni ... mo' no lo . . ahen,
pero c;é que no es \ ' d. u r:anflúl11 0 declararlo, ' Jo prueha á la c,·i<lcncia la
actitud \'uga ~ indeci"a ele !:/ .">i~lo ... líor todaviu, rni ·nt ra no ~~ rl!ali·
cen _Jos <·lccc~ones de repri• t ntanlc , (¡c rá \ ' d. por
mi ma razón un
cand1cla10 obhga<lo, r •al o npnn•n tc, de la' 1lo fro ccion • del portido colo·
ra1lo. J\mba.q ner.c .. itan de• \ 11. pnru tr iunfar: unn para que• le t:on P-f"\'C el
poder que llene hoy en su mono ..... la ot ro pnro q111• Ja lle' e á él .;epa·
randn :í us B<hrrsarin .. . '' <Cfr.: La situación, en La Paz. ¡\fontc,ideo, 23
de octubre de 1872, nQ 165.)
:?
- 62 -
�6i,·a gravitación del oficialismo. "Candidatura de fr aude, de coac·
ción y <le violencia'', como la calificará el órgano radical, ella
despierta y enciende los encontrados intereses que se agrupan en
torn o al debatido problema presidencial.
Desde el diario La Paz, el radicalismo levanta frente a la
candidatura candombera la bandera principista que simboliza el
doctor José María Muñoz. 1
"l.,a candidatura nacional del Dr. Muñoz" - tal la había proclnmado el diario de varela - venía a sancionar la tácita elección de las otras fracciones doctrinarias. 2 El pronunciamiento
de Gomcnc;oro aumentó los recelos que inspiraba a los nacionali5tas e hizo, de hecho, innecesaria la cautelosa expectati"' a que
Ji a e;; ta <'n~onces obser\ ara el p1 inci pismo colorado. Así, pues, des·
de IA JJcrrzocracza se clamaba por un candidato nacional que gobcrna e f ue1 a de los partidos, en m omentos en que sólo el doctor
l\l uñoz podía ofrecer e-as garantías. 3 En el in es de febrero el
Club /Vacion al consagraba oficialn1cnte a Muñoz. 1 El partido con~
En el sr.no ele 1 Club Rruléral c:c resuelve presentar oficialmente la
r.andidut11ra de Jo--é i\ Iaría ~111001 rl clía 7 de no\.icn1hn•. "Los elementos
del J•nrtido colorado -decía t•l rcl1toriul dl'l diado La Paz del 9 de no·
' it rnhrc- con trurioc; á a la candidatura ele Gomcnc:oro scran in1potcnles para
' cnc1 r Ja coalición de la inmoraliclad y ele la fuerza. El partido blanco
<lchilitado por una luclia sin éxito, nulificaclo por los regic:tros, sin fe y sin
cc;p ·rantn, no pod1 ía de ningún n1odo torcf•r el rec;.11Jtado de unas elecciones
c¡1H' su u ulin1.,cn bajo la presión rlc la f11cr1n público. 1~ 1 partido radical,
pcq1u ño 'n 11ú1ncro, pero cura influcncin c:ohrc la opinión imparcial de la
Hcp{1hHca no pued e <lesconocerqe, no tendría mic:.i{111... c;j los elementos
honrodo"' que e:xic:ten e.n los 'icjos particlos cont 1nua,.en en el trabajo impocilil1~ de· triunfar ai.,.Jados. ;, Qué hacf'r cntoncr..,? Oponer á la candidatura dr. f1nudc. de coacci ·n y de ~i olcncia ele f). Tomiís Gornensoro, la
candidatura nacional ele D. Jo.. é I. i\J11ño1, ciar :í tocJoc; loe; elementos que
se ngitan 11ic:p1•r«O". un propóc:i to y un Iin conuín: hacer que concurran
todo y c.ada unn con <IH handcra. con c:u oqi:uni1...1ción y con sus homhres
ñ Ju r.onquic;ta de nn n1ic;n10 rc,.11ltndo ... '' (Cfr.: La situación, en La Paz,
~t onl! ,¡cJ1 o, 9 de no\ien1bre de 1872, nQ •178).
t
: "I lega Ja elección de pre iclentc, ¿ QuP ranclidatos sirven para la
Ju rlin? ¿Acnc:o un Llaneo y un eolornclo? No. l\l uñoz y Gomensoro. Un
principistn y uno que ha dcn10..,trado no ~crlo. "aho pre ·iclente otro candi·
dnto. ¿Quién tralHlJÓ por "" clt>cción? lo.; netn~ rlc an1bas ili1 isas unidos
á nlg11n11.; an1igos pcr--onal1 s del Dr. Fllauri" (Cfr.: E pur si mnove, en
h'l Siglo, ~lonlc\i<lco, 5 de abril ele 187•1, n9 2796.)
3 l\'11c~trn sit11acü)n
política y cco11ómicn, en La Democracia, f\.lonte·
'icl co, 10 de dicicn1b1c el e 1872, n 9 158, y it de ft.•hrLro de 1873, n 9 203.
" Ca11didaturn a la Presidencia de la República del ciuclaclano Dr. D
)osé lfr.rfa 11/uño:. A nue .. tro con1 patriotas y corrcligiona n os políticos:
-
63 -
�ser vador, por su parte, reclama "un h ombre de principios honorable y enérgico,, para ocupar la primera magistratura y pulveriza
la candidatura de Gomensoro y las eventuales de Pedro Varela,
José Cándido Bustamante y Francisco A. Vidal. 1
La interrogante que margina el problema presidencial durante el período que antecede a la elección de marzo permite sin
embargo barajar posibilidades. Por encima de todos los candidatos el doctor Muñoz es quien se sindica con mayores posibilidades
de triunfo. 2 Fuera de su influencia oficial, la candidatur a GoNuestra línea de conducta en la crisis actual está por el programa político que nos ha servido de bandera en la lucha electoral; ese programa que
consagra n ue~tras aspiraciones y responde á las grandes exif',encias de Ja
época á un candidato digno y capaz por sus \'Írtudes y sus talentos, de
hacer efectivas aquellas patrióticas aspiraciones... nos hemo::) acercado al
ciudadano D. J osé l\Ia. l\Iuñoz á fin de obtener, como hemos obtenido de
su parte, la franca manifestación de los prop ·sitos fundamentales que Jlevaría
al gobierno de Ja R epública... Según sus propias declaraciones el ciudadano D. J osé f\.1. l\1uñoz sólo subiría al poder para hacer un gobierno nacional sob re Ja base del estricto cumplimiento de la Con ..titucit.n de la
República ; para in icia r y desarrollar una política de rt paraciún, de paz
y de concordia y para co n~erti r en una verdad práctica el régimen de
igualdad y de justicia, dentro del cual todos los elementos nacionales están
llamados á fraternizar en la labo11 común de la civilización y del progreso.
Por los anteceden tes de su vida pública de quince años á esta parte, por
las condiciones de su carácter perc:onal y por las seguridades que ha dado
antes de ahora, creemos que el ciudadano D. José ~la . .1\luñoz, responderá
en la Presidencia de Ja República tanto como puede exigirse en la situac1 n
presen te, ó les legítimas a ... piraciones naciona les.. . Declaramos que nne ..tro
candidato á la P residencia de la República es el ciudaclano D. Jo ...é ~ [ a.
~ [ uñoz. Juan P. Carai·za, Octavio Lapido, Bernabé Carat1in, Josf. 1·á:aue:
Sagastume. Juan José de flerrera, loanuín Requenn. Ricardo Alt•arez, Carlos
Lerena, Agustín de T' edia. {Cfr.: La Democracia, ~Iontc\·idco. 20 de febrero
de 1873, n9 217.)
Cfr.: Las épocas nue11a~ y los hombres tie¡o~. en F.I Sudo, ~[onte·
video, 20 de diciembre de 1872, n° 2~28 y El Siglo, J\/ontetideo, 16 de
febrero de 1873, nº 2·170.
1
"El puebl o estaba sediento de verdad y de ju<:.ticia. guspiraha por
un gobierno que supiera romper defin1t1\'an1entc Ja cadena de la~ tradiciones
de partido; que hiciera efectiva" las garantiac:. primordiales del hombre y
del ciudadano, que admini strara la hacienda pública con ~abia econon1ia y
encerrúndo"e en su propia }' legítima esfera de acción an1parase el ejercicio de todos los derechoc. y libcrtader;, dejando cumplido d~arrollo a la
inicia ti' a )' á la actividad del individuo. Ese gran mo\'imi cnto de opinión
nacional c¡ue re,istiú tan incqu1\'oca-:. n1onifc tacione .. , había señalado como
candidato gc.nuino del pueblo a un ciudadano que pron1ctia llevar al poder
y que hubiera Jle"a<lo sin duda el contingente ele Ja 1nú:. leal y decidida
, 0 }11ntad en fa\'or de Ja rrorC!aniz.ación económ ica y política tan impcrio~a
mente rerlnmndn por el poi... Los elt·mcnto" ad\er"º' ú e ...a candidatu ra,
Ji\'ididos entre sí por intcrc;c.; y combinaciones p11ran1cntc per.. onales, sen·
2
-
6J, -
�mcnsoro parece, por la heterogeneidad de sus Repre:;entantes adeptos, justificar el carácter circunstancial de su nombre, esgrimido
por los elementos netos de ambos partidos para cerrar el paso al
candidato principista. 1
La popularidad de !\Iuñoz es sometida a prueba en una man ifcstación de fuerzas programada en su homenaje y como adhesión a su "candidatura nacional" para el 27 d~ febrero en la
Plaza Constitución. 2 El caluroso apoyo que en la ocasión se le
tributó vino a consolidar en la opinión la esperanza en las crecida posibilidades que se ofrccínn para su triunfo inmediato. 3
tínnse de antemano vencidos c;,j no "C unificaban en torno de un candidato
cupoz dt· conciliar sus encon trada" prctcni;ionc : hallúronlo al fin. El Dr. D.
José I:llauri fné designado por la cntidaJ rn:is aparente para <lar cohe,ión
ii aquellos elementos, y levantarlo c:ohrc ei;c pedc tal, alcanzó la victoria
obre el candidato del puchlo' '. 'falcs palahras escribía con profunda
nn1n1g11ra. clcc;de Buenos 1\ ir c-., don Agu tín ele Vcdin al rcgre"o ele 'U deportnl'it)n 11 Ln Jlahana. (Cfr.: :\r.us-rÍN DE Vt:DIA, La deportación a La Habana
c11 la !larca l'uig, Buenos Aires, 1875.J
"Esta tierra -escribía J uan D. J ackson a Félix Frías el 7 de fclircro de 1873- se puede con1parar al Vl'suhjo, risueña en apariencia mjentras
no du señale..; de vida. pero te1nible cuando lac; da, y de<:.graciaclamente se
sicnt(· n e lr<·1neci1nirntos sordos y e1nitc vapores, pronósticos des~raciado' que
niucho ten1cmos veremos en este mes . . . Go1nen1:1oro •.. hace lo que está a su
u lrance pnra ganarse la prrsidcncia, hay c¡ uc ec:;coger entre él, Varela y
Ella11ri y aún B11stan1antr, aunque la opinión general de todo lo re~ular de
Jos partidos c:;!'r.i Dn. J o<:é ~Iaría 1 Inñoi: l)ios sube lo que sucederá ... •
(Carta de l uan D. Jackson a Félix f 'rfas, \.[onte\iidco, 7 de frbrero de 1873,
en /Jibliotc ·a .\acronal, E•ucno ,\ ircc:, 1llan11scritos IJ, nº 12.282.)
t
z Cfr.:
!.a Paz, l\Iontcvideo. 27 ele fchrcro ele 1873, nO 566 ; El .Siglo,
~f onlc\ i<lco, 27 de febrero ele 18i3, n9 2178; la Democracia, ~lonte't1deo , 27
J · febrero de 1873, n9 221.
a La prcn.;a principi!-la invitahn al pueblo para la manifestación en
11.pnyn o la candida turn. \luiio1, con c.,tas cxprc ione-.: e "convoca á todos
lo-. habitante de la capital c;jn dic;tinci 'n de naciona lidad ni de extremos
ni de opinionc-. políticas que c;ÍJnpatict!n con 111 candidatura del Dr. José
,l\luríu ~l11ñoz para prcc:iclcnte de la Reptíhlica. Los n1anifestaciones popul ar <'~ ele! Ja clac;e y con el objeto de la que hoy debe efectuarse, son una con1H•c11t•ncia neccc;aria del principio dcn1ocrático de gohcrnar con la opinión
¡nihlieo... Nacílc puede !'cr indiferente ñ la c ric;.jc; política por que atraviesa
<·l poíc: y CJlll' va á resoh·er'<c con 111 clccciíin de pre ~i dente de la República
1•l 1 1 r~"<i1no 19 de marzo... El objeto prin cipal ele 111 manifestación fué
poner d1• manifiesto, hacer r ·i~iblr. y tangible In popularidad de la ca ndi~
duturn clcl Dr. Jo«é l\laría .l\l11ño1. q ue sus necio-. ach·er<iarios ron c;u impo1enci11 pn1 a c•ornbntirlo hlljo r.I punto ele vi-.tn ele c;1111 talentos y virtucle<1, ha n
dacio 1•11 ll111nar candidatura ele fon1ilin... El \Ínico objeto real y poc;itivo
de 111 nt 1nifc•c:tación '1" hny. e" r\ idc•nciar que ~1 voto de la .i\ c:arnblea rec:pondc y re: fie l intérprete de 111 'ol11nt1ul nacional... ,\1 n1i<>rno tiempo
-
65-
�Entre la nómina de los candidatos accesorios - Andrés Lamas, Manuel Herrera y O bes - también figuraba el doctor José
E. Ellauri, quien por su moderación representaba - dentro del
partido colorado - un temperamento equidistante entre Gomensoro y Muñoz. A cierta altura había sido bandera de los candomberos, antes que se pronunciasen por Gomensoro; ahora, sus fluctuantes posibilidades contaban con un corto número de electores
la manifestación de hoy es el mejor desmentido que podemoc; dar á los que
nos atribuyen la ridícula pretensión de querer imponer al paÍ5 nuestras ideas
individuales y nuestras simpatías de familia y de amistad". (Cfr. : El Siglo,
hlontevideo. 27 de febrero de 1873, nQ 2478.}
Comen taba La Democracia al día siguiente de la manifestación: "El
gran meeting de ayer hará época si n duda en la República. Jamás se ha
visto reunión púl>Hca má:, numerosa y e cogida. y en pocas ha resultado
ciertamente mayor espontaneidad y entusiasmo. El comercio tenía en ella
sus mús dignos representantes. los partidos se encontraban allí conf undidos .. . " (Cfr.: La Democracia. I\fontc\'ideo, 28 de febrero de 1873, nQ 222.}
El Siglo apuntaba: ··~Jontevideo entero puede dar de ello fe: jamás
ee ha \Jslo en e ta ciudad, ni en el ca _o de acontecimientos patrióticos una
manife«tación más espontánea, más numero a y en la cual hayan estado
reunidos como ec:ta ' ez lo~ di\'er~o" t•lementos <le esa colectividad que se
llama pueblo. :;\lás de 3000 per--onas e con!!rcgaron en ln plaza pública á
Ja ~ola in\'ilaci6n anónima puhlicacln ta mañana en La Pa:, La Democracia
y este diario •.. '' (Cfr.: El . iglo. l\lont '\'ideo, 28 de febrero de 18i3, n9 2 i79.)
La Po: recogía en s 11 editorial las palabra pronunciadas por ~f uñoz
dc!cl • los balconc de :::u re idencin: "Gobernaré, dijo contestando á uno de
los jÓ\'enes orad ore qu,. le había dirigido la palabra, gobernaré si fuese
~lc\aclo a Ja primera rnagi~ tratura del paí , gobernaré con ti pueblo r por
e/ pueblo" <Cfr.: La /'a:, ~lontevidco, 28 de febrero de 1873, n° 567.)
Oec;pu(.s el~ la derrota, }oi'é !\laría ~luñ oz, en un documento que enaltece
la aust~ridacl ch·ica de su canicter. munife-.taba a c:.u" conciudadanos: "Veri·
Ciencia la elección <le pre iclcnte de 1 Repú hlica dcho á mi conciudadanos
r ol país en g<.•ncrnl 111 manifc-.1oción de mi má alta gratitud por el alto
honor con que ha sido f ª' orcci•lo mi nombr~ por todo. los órgano> de
opinión pública que hon daJo á n1i candidatura la ~ignificaci i" n de la" más
nohlt·s y patriótica<1 a pirncione.3. El poi" no c:c engañaba: yo habría llc\'ado
al J>oJc r l'úhlico el con tingen te de In mó leal y tlecidida voluntad de entrar
de lleno en la era do rcorgnni1..ncivn política y cociaJ que me imponía la
opinión púhlicn. .1\ lo adrer ario d · mi candidatura debo manifc5tarlc3
qn~. rcconocicn•lo ju ticio en Yario" de sus npreciaciont.'" rl' pecto á mis
aptituJe, de hombre púhlico, han c:iclo muy inju to en oponerme una ambi·
ci6n \'U}gar y en negarme lo cualiclod • Je buen ciudadano dispu' to siem·
pre ñ prcstor ñ lo Patrio loe; c:cn icio que ~tón en 11.1 e fera de mis
facuhn1lcc.. l)e las cal11n1nins é in uho5 que e me han dirigido durante la
di!cusión ele mi ca ndidattnn, no h • tomndo nota. Lomentuncin, en mi rol
de ciuda<lnno, que hayan iclo d •fraucloda la" • pcranza"' cfcl paí )' haciendo
por u ícliciclnd, e pero que el Sr. Dir •ctor de La Pa: e ..irva dar
puhlicidnd ú e to lineo en 1•1 pcri6dico que ho ido uno de lo'" primeros
y el mú genuino l rgnno el• lu proclamación <le mi C3ndidotur.:i. Jo~é 1lfa.ria
!il uñnz, ;\f ontc"iilt•o, 5 ele tnor1..o de 1873". (Cfr.: !.a Pa:. ~Jontevirleo, 6 de
n1arzo de 18i3, nO 572.)
'º'º
-
66-
�adictos y con la propaganda de El Siglo, que prohijaba alternativamente su nombre junto al de J osé María Muñoz en una hábil
e~pecu1arión que sin duda le favorecía. "Muñoz ó Ellauri. Ellauri
ó Muñoz·' era la proclama de El Siglo con lo que, sin abandonar
a su candidato favorito - Muñoz - se atraía al grupo de Ellauri
y a los representantes indecisos a quienes se ofrecía así una doble posibilidad de votar contra los netos.
La víspera de la elección presidencial la ~ituación parecía ser
la siguiente: la candidatura Gomensoro, auspiciada por las fracciones netas coloradas y blancaq, también. por imperio de circuns·
tancias, representaba la oposición al princir i~mo y a su ostensible
y temido candidato; el doctor l\1uñoz, unánimemente apoyado
por los conservadores - mera estrategia es la proclamación da
Ellauri por El Siglo - y naciona1istas es. en apariencia, inminente triunfn<lor de la jornada. El doctor Ellauri, que resistía su proclamnción y no aspiraba gobernar. era sostenido por siete electores
adictos y subsidiariamente - como último recurso frente a Gomensoro - por los elementos del principismo colorado.
i o ob~tante, en el mo1nento de proceder a la primera votación rn la Asamblea, Gomcnsoro contó con veintitrés electores,
diez y nue\·e Muñoz y siete Eliauri. Los candorriberos, seguros de
n o conseguir el triunfo de Goinensoro, deciden consumar la derrota <le Muñoz trocando su candidato por Ellauri; así alcanza
éste la mayoría necesaria y resulta electo, inopinadamente, por
treinta votos contra cliez y nueve. 1
1
"{Jno efe )oc; candidatos ele El Siglo, el Dr. Jo<:é E. Ellauri
ha siclo ~·lccto pre~idente constitucional ele la República por una mayoría
de 30 votos contra 19. Los 30 votos han siclo los 23 gomen<:oristas unidos á
Jo~ 7 clt1.111ric;tns que e ic;tcn en Ja A<:an1hlc•a c;cncral. Los 19 votos en
contra hon siclo los 9 reprc<=cntantcc: nacionaJic;tas que sostenían ]a candi·
dntura ~ t uñoz y loe; 10 conscrvadorec; que soc;.tcnían la!'! candidatu ras alter·
nntivas dt• \1uñoz y Ellauri. Este resultado contradictorio, de aparecer el
doctor Ellauri sostenido por suc; ach·erc:arios naturales y de corazón, contra
~U!'I amigo" y correligionarios vcrclodcroc; c:e elche á las evoluciones é intrigas
de últin1a hora. La candidatura Ellauri había -.ido ele hecho eliminada ayer
duronto el día por no ser posible forrnarlc mayoría en el Cuerpo LegisJntivo. En vi<.tas de esto y de Ja rc,.is tcncia públicamente manifestada
del l)r. Ellauri para ser lJevado á Ja prc••dcJcncia de la República, sus
an1igos hicieron converger todos sus trabajos para in1pedir el triunfo do
la candidatura calamitosa de D. Tornás Gomcn<ioro, concurriendo á fortalecer
In dol Dr. I'vluñoz que el país entero aclamaba y que contaba en la Asamblea con un fuerte núcleo de 9 nacionnlic:ta"-. En conc:ecuencia se contrajeron co1npron1isos que una vez contraídos no era po•dble ron1pcr honorable·
-
67 -
•
�El primer sorprendido parece haber sido el propio Ellauri
que no deseaba ni esperaba semejante derivación. En consecuencia, convencido de que su elección no provenía de una voluntad
mayoritaria expresa sino de la imposibilidad de elegir a otro candidato, previendo falta de apoyo en la Asamblea y en la opinión,
presenta su renuncia espontánea el 19 de marzo. 1 Luego, ante el
asedio insistente de una comisión delegada por la Asamblea, acep·
ta el retiro de la renuncia a cambio de su confianza.
Pero el panorama seguía siendo confuso. Los conservadore~ aceptaban a Ellauri a regañadientes y veían, con decepción
mal disimulada, la derrota de Muñoz consumada por los candomber os. 2 Los nacionalistas, fieles a su candidato, desde La Demomente. Cuando los gomensoristas, que habían cantado su triunfo jactan·
ciosamente se convencieron de que estaban perdid os; cuando '\ieron que los
sostenedores de la candidatura J'\f uñoz resistían el cohecho con que se
les quería arrastrar á la candidatura Gomensoro, arm1 nica hasta el último
momento en sus fines y propósitos, cuando '\;eron al fin que las 'ehementes
aspiraciones del país iban á ser colmadas con la presidencia del Dr. ~ [uñoz
echaron á un rincón al Sr. Gomensoro y levantaron la candidatura del
Dr. Ellauri, como una estratagema para obligar á los ellauristas á despr enderqe de los muñozi ~ ta s y llevar á los nacionalistas, por odio á Ellauri,
á la candidatura arruinada de Gomensoro. En momentos de entrar á la
Cámara el Sr. Camino aseguraba á los nacionali .. tas sostenedores de ~Iuño z
que no tenían compromiso alguno por Ellauri y los instaba con la amenaza
del triunfo de éste á que se unieran á los Gomensori~tas garantiéndoles el
tri unfo de la eleccicn. Si los muñozistas hubieran aceptado, el pastel
estaba hecho; los gomensoristas volvían á su candidato de corazón y de
intereses y los ellauristas quedaban burlados y el país ec.taba perdido.
Pero por fortuna los nueve re pre.,.entantes nacionalistas r echazaron la pro·
posición declarando que serían fieles al compromi<10 contraído con los
conservadores para so .. tener la candidatura del Dr. :\Iuñoz y esto desconcertó
los planes siniec.tros y fala ces de los candombero!!. . . .:\ sí es como ha sido
electo el Dr. D. J osé E. Ellauri Presidente de la República, con sincera
alegría de ~u' ad\'er,ario5, por necesidad y de circunc..tancias y con ver·
dadera rabia y dec,perho de sus electores por fuerza ... ,, (Cfr.: La elección
presidencial, en El Siglo, ?\1ontevideo, 4 de marzo de 1873, nO 2.J81.)
1
El Dr. Ellauri dirige un manifiesto al pueblo explicando la situa·
ción : .. Creía yo y creí sinceramente cuando lJcgó á mi noticia que había
1ido electo presidente de la República, que la impotencia de las do' fracciones en que estaba di\idida Ja 1\ c;amblca había impuesto aquella transac·
ci6n de última hora, pero comprendiendo que en esas condiciones mi can·
diclatura no podía representar la voluntad de la mayoría de la .Asamblea
ni contar acaso con el concurqo de la op1n1 n pública, t•lt•vé en el acto
mi renuncia de tan elevado cargo,'. (Cfr.: /1 mi"i conciudadanos >" al paíJ.
en El Si,./o, 1\lontc\iJeo, 4 de marzo de 1873, nO 2481.)
Cfr.: la situación, en El Silllo, \fontevideo, •t de n1arzo de 1873,
n" 2181 y Po 1ciones definidas, en El Siglo, ~lonle\'ideo, 5 de marzo de
'.?
18i3,
nQ 2~8~.
-
68-
�cracia repudian en Ellauri a su tradición d e partido y al elemento
co]orado neto que lo consagraba; por s u parte, los radicales, con
idénticos 1notivos, lanzaban desde La Paz su fogoso anatema contra cJ nu evo gobernantc. 1
1\nte la situación insistentemente adver sa, eleva Ellauri por
segunda vez su renuncia al sentir que a su alrededor se fo rmaba
-según su propia expresión- "un peligroso vacío". Suceden
entonces el desconcierto y el malestar, y ante el g rave ri esgo que
vuelve a plantear dicha renuncia se reiteran desde di\'ersos sectores
las exhortaciones para que el presidente se reci ba en su car go. En
estas ci rcu nstancias se pro duce en la Plaza Constitución un despliegue de fuerzas armadas con la evidente pretensión de in1pedir la
rcnu nc in pre~entada por el doctor Ellauri. U n nuevo r echazo r ecibe
la ncgnti\'a de Ellauri por parte de la Asamblea y el indeciso
el nndor, compelido
a gobern ar, emite un Manifiesto r efiriendo
Jas co ndi cio nes en que aceptó - en esta segunda instancia- la
pi esiclencin.
"Elevé pues, por segunda yez tni r enu ncia -declara Ellauriy ella ha producido una nu eva crisis p olítica que ha alarmado á
todos los ciudadanos bien intencion ados por los p eligros que
dej a cntre\'er y así como antes pude co rnprcnder que me faltaba
conc urso <le opinión ahora tengo la franqueza de confesar que
siento reaccionar la opinión en e] sentido de mi permanencia en
el puesto para el que f uí elegiclo y que \'Uclvo á verme r odeado de
Ja mayoría d e los ciudadanos ruyo ronscjo y apoyo necesito. La
gran mayo ría de tod os los ciudadanos, de todos los cír culos p olíticos 1ne rodea y me exige que retire Ja ren un cia que había elevado
y con10 nlC aperc ibo que en efecto pod rían producirse sucesos graYCS á insistir en ella, he r es uel to retirarla p orqu e no me siento con
bastante coraje para afrontar la respo nsabilidad de los males que
pueden sob r evenir al país.'' 2
I~J dc~plicgue militar en la Plaza Co nstitución revestía, p or s u
inns ita<lo tono coactivo, la g rnv c<la<l de un hcrho sin precedentes.
"Desgraciadamente -observaba El .')iglo en un balance de los
acoutccirn icntos - la intervención de la fuerza armada vino á
ag ravar la situación . Los batallones, que deben estar sumisos
1
Cír.: I a Den1ncracia,
~fontcvitlco,
marzo de 1873; y La Paz,
~Ion
t r\ iclro. nllll lo de J 073.
z 11 rnis conciudadano~ )' al pflÍs, Jo É E.
lc\ irico, •1 <ll· n1nr:1.o de l8i3, nQ 281 1.
-
69
ELI••\
u1u, en El Siglo, U.1on-
�siempre a la autoridad legal, exigieron que el Presidente retirase
su renuncia." Y agregaba: "Exigir con las armas en la mano un
acto político del presidente de la República, es sublevarse contra
la autoridad del mismo, es infringir la Constitución del Estado,
que es ley suprema, y la ordenanza militar que es ley de ejército" .1
La Asamblea, lesionada en sus fueros, condena desde la bancada
principista la asonada militar y pide Ja jnterpelación del ~Iinistro
de Gobierno. 2 Por primera vez, el Ejército de Línea como expresión de la fuerza armada, surgía en actitud amenazadora en el
escenario de la vida cívica.
Las censuras vertidas en Ja prensa y en la Cámara r evel:iban
los alcances del insólito suceso. El militarismo, que alcanzaría
primacía a la vuelta del motín del 75, había asomado por primera
vez el 2 de marzo de 1873. "El fin no justifica los medios -manifestaba El Siglo-- y lo que hoy se hace con propósitos sanos,
mañana puede emplearc;e con planes atentatorios y crimina!es.
Aceptar el hecho producido el domingo, sería dejar sentado un
precedente funestísimo". 3 Y el órgano principista. columbranrto
las posibles proyecciones del hecho, envol\ ía en su observación
una profética advertencia: "Ayer iban los batallones para obligar
al presidente de la República á que continúe en su puesto. l\Iañana
podrían ir á exigirle que renunciase á él. Emplear Ja fuerza armada
en determinar soluciones políticas que comprenden á los poderes
públicos es siempre peligroso.,, -t
El flamante presidente de la República '·enía a resultar de tal
modo el híbrido saldo de la puja entre lac; fracciones d octrinariag
y n etas. i se miden las consecuenciaq de la elección. el panoratna
no podía c;pr más desalentador para el nuevo jefe del Ejecuti\'o.
Ante los elementos netos el triunfo de Ellauri sólo venía a si!?nificar. en verdad. la derrota de l\luñoz : para los hombree; de principios, Ellnuri constituía el elevado precio pagado por la derrota
l
La situación. en El Siglo,
~lo ntcvideo,
4 de marzo de 1873. n9 2:181.
z Dirigiéndoc;c
a la Cámara decía el Dr. J osé Pedro Ramírez: ºEl
hecho era :,urnamcn te gra\•e; importaba un acto verdaderamente cen~urable,
,·erdadcrornente digno de r cpresi ' n y de co~ ti j!o . .. '' (Cfr.: Diario de Sesione i de la Camnra tic Repretcntnntf'~ de la República Oriental del l 'ru·
guay, t. X\ 111, p. 136 1 l\lontc\'ideo, 1879.)
l.a in:erpclación , en El Siglo, ~Jont e\ ideo, 6 de marzo de 1873,
2183.
3
n9
'4 /
liid.
- -o -
�de Gomensoro. Su tortuosa elección resulta, por ende, de la imposibilidacl material de dirimir por sí - principistas y candomberosel problema presidencial. En este vicio de origen reside su forzosa
inoperancia fu tura. P oco podía prometer el nuevo Presidente
-investido bajo semejantes circunstancias-- en una época en
que aún primaba en la cruda realidad política, un cerrado exclu·
sivismo de partido. Ellauri, al fin de cuentas, no r epresentaba
genuinamente ni al sector candombero, defraudado por la derrota
de Gomensoro, ni al principismo en pleno, pese a la adhesión
que le tributará la fracción conservadora colorada.
P or fuerza de los hechos, los netos de ambas divisas saluda·
han desde su prensa el advenimiento de Ellauri como un triunfo
de su causa, aunque en rigor festejaban la derrota de Muñoz.
En fil as principistas di vergen las opiniones sobre el nuevo magis·
trado. El g rupo consrnador de El Siglo, pese a su reticente
frialdad inicial, salu<la bien pronto en Ellauri el triunfo de los
principios liberales sobre el personalismo y propone el apoyo
incondicional al Ejecutivo corno única garantía de las instilu·
ciones. 1
1 Escribía Pablo De l\[aría en El Siglo el 5 de ma17,o : "Dos opiniones
antagónicas campean entre los hombreCJ de princ1 pi os. Los unos quieren
a han donar al nuevo golnc1 nn y echar -.obre él la rcsponc;abilidad de todas
Jaq calamidndes. Los otros <·st1ín dispuestos á rodearlo y compartir con él la
dirt·c c i ~ n de lo!ó negocios públicos mientras se conc;en e fiel á c;u magn1 f1co
¡1rogrJn1a ele principios. I•1 partido conservador forma resueltamen te en las
fi)nq de estos últirnos .•. Dcr1 r al Dr. Ellauri en el vacío es decretar la
ruina de Ja patria... C1cc1nos que el Dr. Ellauri no ha sido fran co
en •u~ proceden• ; crccn1os que es j11~ tís 1ma Ja censura que guardan n11estr11CJ alrnas par,'\ lo conclucta del correligionario y del an1igo... El Dr.
Ellau1i como homhre. corno nrnigo, corno candidato, podrá merecer quizá
)ui; nHÍ'l ach.:c•rqaq y la" nuís j11Qtaq acuc;acioncs; pero el Dr. Ellauri como
f nn cionario. como aut oruln'I pública tní'rcce nuestro acetnmienlo y nuest ro
conr.urso micntr.1q c11mpln fielmente 511 programa y cjerLa el poder que el
puehlo le ha r.nnfiaclo, dentro ele loe; lí1nitc~ de In juc:tir.ia y In ley ... Ahanclonnndn al Dr. Ellaur i, con1hntiéndolo sisten1útir.an1cnte, har.iendo imposiblo
eu gohir.rno regular y trnnqu1lo c;Ólo una perc;pcctiva se clivi<:a lúgubre y
vergonzosa: 1') r.1 gobierno clt> Don Tom ~\c; Gomcnsoro ó el gobierno de don
P edro Varcla. E.; deci r cuatr o año., d1· dP-"Orden, ele corrupción y de anarq11 Í.i... (Cfr.: l'o~icinne'i rle/initlas. P. D. ~L. en EL Siglo, l\fontcvidco,
5 d1· n1nr:r.o cl1• 187.'l. n9 2 IR2.)
Y en el 111ic:mo ntin1cro, el artículo editorial consigna ha: "Políticamente In qur. no~ rontrnrinha era que <•l Dr. Ellé111ri, que hnstn el l Q rle
rnor:ro fig11rahn al frente flp este diario con10 r.anclidnto á 111 Presidencia
de In RPp1íhJic11, hubiera e: ido ele' ado al pou er por el elemento m1íc; ciec;.
pre ti ~iado dr•l pní•. 'inicnclo pnrn vencer la candidatura clcl Dr. i\fuñoz v
<:on l'llo el ~lc1ncnto sano que la ~oslcn ín. El triunfo del p.1rti<lo per:-onal
ó cando1nbero crn pues negativo; se reducía á ha her in1peclido que triun·
-
71-
�El nacionalismo, sin embargo, defraudado en su candidato
el doctor Muñoz, condena al presidente Ellauri por la fracción
que representa y por el elemento que lo elevara a su cargo. Traduciendo la opinión nacionalista, Agustín de Vedia, años después
y luego del destierro a La Habana, evocaría con estas palabras
la elección de Ellauri: "Hay triunfos que abochornan como hay
derrotas que dignifican". 1
lguahnente la menguada pero combativa fracción radical
expresaba su desafección al Presidente, en quien encamaba la
tradición de las divisas: "Hemos perdido una gran ocasión -decía el editorial de La Paz del 2 de marzo- ha sufrido el país
una inmensa derrota". 2
fa<:e la candidatura del Dr. J\-Iuñoz. . .. Toda<: las dudas que aún pudiesen
abrigarse á este respecto, están desvanecidas en el manifie,.to que el nuevo
Presiden te de la República acaba de dar al pueblo... El Dr. Ellauri se
apresura a declarar al país que no tiene vínculos de ningún género con el
elemento que en fuerza de la necesidad ha concurrido á elevarlo á la
Preqidencia de la República, así como declara también que era la creencia
de que no contaba con el apoyo del elemento inteligente y sano de su
partido, lo que lo inducía á presentar Ja renuncia de su caq:to . . . '' (Cfr.:
La nuei•a situación, en El Siglo, ~Ionte\ideo. 5 de mar?o de 1873, nº 2483.)
Y el diario consenador abría enérgica campaña en suc; páginas, ]a de
apoyo decidido a las nuevas autoridadec;: "El elemento personal está ven·
ciclo. Es Ja gente decente y honorable. ilustrada é intelieente la que
ac:ume la direcci '·n de los destinos públicos ... Por odio al Dr. ~I uñoz "e
han plegado al Dr. Ellauri á quien han combatido ardientemente.. . Accp·
tamos al Dr. Ellauri cualesquiera que hayan sido las circunstancias de
i;u elección; lo aceptamos y rodeamos la autoridad que invic:te no ~ólo por
haber sido uno de nueo:;Lroq candidatoc, c;ino porque llama á su lado á un
ministerio digno y honorable y porque reprecenta de~cie ahora su i:obierno
<"1 impP-rio de las inc:titucione" v c:obre todo, el prprfominio d,.! elemento ~nl)
del paíq ...... " (Cfr.: los sucesos de hoy, en El Siglo. ~lontevideo, 4 de
marzo de 1873, nO 2481.)
1 "E~e
J!T&n movimiento nacional de opini '•n que revict ió tan inequÍ·
vocas manifestacione", había -.eñalado como candidato genuino del puehlo,
á un ciudadano [~fuñoz] que prometía llt>\'ar al poder )' que hubiera lle·
vado sin duda, el contingente de la mác; leal y decidida voluntad en favor
de la reor~aniz.ación económica y política tan imperio<:amente reclamada
por el país. Los elementos adverc;os á ec;a candidatura di\'ididos entre sí
por interesec; y combinaciones puramente per-.onn}e ... ~intiéndo"'e de antemano
Tencidos si no c;e unifican en torno de un candioeto capa7. de conciliar su•
enrontratla"l prctcnc;ioncll: halláronlo al fin. El Dr. D. J o!=é E11n11ri f 11é de·
8 ignado como la entidad máq aparente pnra dar cohec;i¿n á aqut-lloc; elemen·
tos y levnntado i:ohre ece pcdec;tal, alcanzó la victoria ..obre el can?id.a~o d~!
pu P-blo. llay triunfo" que abochornan r.nmo hay dPrrotas que rlu?"Juf1r.a~.
(Cfr.: ,\ca ~TÍ~ DE ' 'EDtA, La deportación a La Habana en la Barca Puig.
cit .• pp. 10 y 11.)
~ ''liemos perdido ... una gran ocasi ' n -<lccía el editorial de
-72-
La Pa.%
�No obstantP, eran dispares las apreciaciones sobre la situación y sobre la per.,.onali<lad ele I~llauri dentro de la comunidad
radical, en CU}O seno las divergencias personales venían cnturhinnclo nquella su hora crepuscular. 1 I...as discrepancias habían
co1ncn1ndo en el fragor de Ja campaña electoral del í2, con las
disidencias entre Carlos l\1nría Ramírez y J osé Pedro \ ·arela.
Ahora, di\•iclido el partido y anulado en ]as urnas de novien1bre
drl 72 a las que no había concurrido, recibe- su golpe de gracia
con In clf'rrota del candidato principista. I ..os agresivos editoriales
clP !.a l'az arreciaron en sus últimos días de existencia. contra el
gobierno ele T•:llauri. "Puedo asegurarle desde ya -decía el director del periódico a José Ma. Castellanos- que La Paz, cuvo
título me pertenece csclusivamentr y cuya dirección no estoy
dispuesto á ahandonar, no sostendrá el gobierno del Dr. Ellauri
pasando bajo las horcas cauclinas ele las far as indignac; que
venin1os presenciando hace tres días.. . trataré de demo~lrarle
que las conveniencias verdaderas del país aconsejan combatir
drl 2 ele n1ar10 - ha 'lt1frido e) paíc; una inrncni;a derrota.'' (Cfr.: Nuestra
derrota, 'n La Pnz, 1\Iontt•vicleo, 2 de n1nrzo ele 1873. n9 S69.)
Jo~I· Pedrn \arela n1anifc taha nclrmás en carta abierta a Joc:é ~[ería
Cnstclluno : ''El gobierno riel Dr. Ellauri c:crá en renlidacl un ~obiemo del
particlo colorado, una adminic:trnción colorada.. . in1potcnte pnra hacer Ja
fclic•irlucl del pníq ••• El gobierno del Dr. Ellauri reanuda ptu•c: la cadena
de l<Jc: gohiemos <l • partido que hubiéramoc; tronchado, tnl ve1. para c;iempre,
r.on PI advenimiento al poder clcl Dr. J\.111ñoz ... [). José i\luría I\luñoz estaba
en f'oncli<'innes ele c:~r 1•l único que hubiera podido inaugurar un ~obirrno
\'.erd11dcra1nente nnr.ional, no só)o por la~ cuolidadcq morales del hombre,
sino i1or c•l conc11r<io q11r. le huhil'ra pre&1tado el pnehlo c·ntero, sin dic::tinción
de C'olorí'C1 ni do partido político". (Cfr.: La l'czz, 1\.lonte\ ideo, 6 de marzo
di' 1873, n9 572.)
Joc:¡é ~faría CaC1tcllanoc; y José Pedro \arela dic:crepahan s11c.tancial·
nu•nte n·spcclo a la actitud a 0&1111nir frente al gobierno ele Ell~uri. "1'o creo
-le clccín Cac::tl'llnno~- que nna prop:iganrla corno Ja que \'el. ha 1n1~iado
fC/\ la que convengn ií lo" intcrc~cs bien entendidoc: el(•] país ni á loe; de la
n@ociacicín ele q111• fonnnmoc. parte ... no creo con Vd. que el Dr. Ellauri
c1t el r •prc-.cntanlc tic In n1ás absurda intrnnc::igcncia de partido, clel más
rcfin11clo t•goÍ"-mo político y de Ja'\ mÚ!\ cc;trecho!\ ulr'lc;, 1 n1e fundo para
no pensar corno Vd. que nueqtro conHÍn arnigo Carlo<J ~laria Rarnírez ó
C nnznln su hr.n11uno ( q111· no tengo prt•scnte t>n t''-te n1omento cual de los dos
hn irln) n1c d1•1·í,1 hncc poco ti •n1po: que cstnhan tan modificadac; las ideas
d1 Elluuri que le hahín oíclo dPcir: estaba convencido que no se podía
lin1•er hucn gohi1•rno ~ino prescindiendo de los nntig110~ particloc; ... Fl Dr.
Fllu11ri no ern 1 cantlidalo del canclombc. el cnnclomhe lo ha ~levado
po1011c \t•Ía pt•nlido c:u cnndidaturn". Concluía Cac;tellanos afirmando que
n J;lla1n i no le unía ningún comprom i"O con }oq elemento~ perc;ono lista5.
(Cfr.: F/ Dr. ]o,é '1/a. Castellanos, en La Paz, Ionte\:Hleo, 3 y 4 de marzo
<lo 1813, n9 570.)
1
-
73 -
�á los gobiernos que se elevan por medios ilícitos ; que no es una
cuestión de personas sino de principios fundamentales la que
entraña la elección del l 9 de Marzo; que el Dr. Ellauri simboliza
la más absurda intransigencia, el más refinado egoísmo político
y las ideas más estrechas". 1
El 15 de marzo, La Paz se despedía de la prensa montevideana, epilogando su segunda y p ostrera época. Paladín del
radicalismo que con un depurado programa doctrinario pretendió
extinguir los partidos tradicionales que eran exacto reflejo de
nuestra realidad, purgó en las urnas de noviembre y en la Asamblea de marzo su inadecuación con las formas prácticas que había
sancionado nuestro avatar político.
La escisión de los grupos principistas del viejo tronco de
los p a rtidos tradicionales h abía recorrido 'a un la rgo camino
entre la P az de Abril y la elección de Ellauri. La prédica doctrin aria, fustigando sin descanso la acción de las fracciones personales, y la reestructuración de los partidos en 1872, puntualizaban
ya las diferencias, de índole y objeto, que separaban a los nuevos
antagonistas. Las ocasionales concesiones del principismo conser·
vador dentro de filas coloradas no pac;ar on de combinaciones
electorales de circunstancias. A comien1os de 1873, de regreso
de su experiencia del Club Libertad, el dia rio doctrinario confesaba: " El s;glo, que en setiembre se e forzaba por mantener al
partido colorado unido bajo Ja bandera de la libertad. convencido
hoy p or la experiencia de la impo _ibilidad de la empresa. rompe
t odo vínculo con las fracciones personales y tremola su bandera
con profun da fe en que a la lar0 a ha de vencer todas las resi~
tcncias y triunfar de todos lo~ oh táculos··.:?
Ahondadas las diferencias luego de la elección de Ellauri.
que en cierto modo consignaba la mutua derrota de principi, ta•
y netos en cuanto al f raca"o de sus rcspccti\•os candidato,, ~e
opera una definitiva ruptura entre an1ha- fracciones. La escuela
política civili!:tta. duramente aleccionada. ya no \•ol,·erá a confundirse con la~ bandera' de l o~ viejo" partidos. La prensa princi·
pista, que había contribuido clcci ivarncnt e a operar esa mutación,
,s aludaba el hecho como índice auspicioso de nuestra eYolución
Cnrta át Josr. Pedro J'nrt!fn n Jo sé ~In. Ca .. tcl/11no ... El Dr. José 1lfa.
Castellano<r, en La Paz, l\f on le' iclco, 3 r ~ de n1nn:o Je 1873. n9 570.
1
:3
Candidato, en El Sis/o,
~ l ontc\'idco,
-
íl -
l i de enero de 18;3, nº 2138.
�política : "no es cierto que en e(;,ta República la división de partidos sea entre Llancos y colorados. Hoy se dividen los partidos
en principi tas y can<lon1hcros ó en principistas y netos. . . La
transformación ele los partidos está consu1nada. Inútil es negarlo." 1
I~l principismo, en efecto, había inculcado un reno,·ado aliento
<le civismo en nuestra azaro~a convivencia partidaria. Su filosofía política, re.1urnada del liberalismo constitucional y dinamizada por el cj cmplo nortca1nericano, ha trazado un arnplio
prograrna de rC'gencrnción institucional, CU} os frutos tcm prano-::
recoge, a la h11. de su prédica, en ]os albores de unn época de
rccuprrarión ini~iada, bajo su auspicio, desde un régimen de
amplia coexistencia pnrticlnria. "Han cesado las estériles luchas
ele bando~ y los cornbalcs que en notnhre ele intereses raquíticoc;
\ieníamos prescnr.iando desde hace cuarenta años -anota El Siglo- con mengua de la cligniclnd nacional y perjuicio de los
intcrc.scs ele la pntrin. I~s otra luchn más civilizadora, es otro
cornl1alc inñs noble y generoso el que se inicia: In lucha de Ja
dcn1 or.racin -el cornhate en la tribuna pnrlamentnrin . . IJ cmos
1legndo f clizn1cnte á un resultado que hace alóunos año- nos
hubiera pnrcciclo un sueño : á la constitución de una Asamblea
vcrda<lcrarncnlc nacional. porque es aceptada por el paí:; entero,
porque en c1la todos los partido están reprc~entndns.'· 2
En lu Cárnara de Representantes el principismo promoverá
con el ejemplo la pregonada revolución espiritual. 1\l!í se coní uncliriín e onscrvndorcs y nacionnlistns en propósitos y nc;piracion<'s cornunc~, así corno 1nás de unn 'ez e<;trechnrán fil as blancos
y colorados n l'los pnrn cnf renlnr la conlición principistn. 3 "La
1
To~ pnrtidos orienta/e,~. en Ff Siglo, !\lontc,idco, 18 <le octubre de
1873, nn 2662.
2 Prn) celos i111portuntcs. en L'l Siglo, l\[ontevideo, 11. de marzo de
1873, n 9 2190.
n "'1'oclos pocl •mos 1ccortlar lo que aconteció a r.1íz de la Paz de
Abril y nntcs de las clcccio111 "'· En los do ant1ruos p1rt1 lo.,, el blanco y
f•l l'olorndo, se agitnha la a .. pi1aci ·n ñ la nueva vida. ñ la vida de la libertad
y <I~ In cl1•1nocrac.:ia. l º' hon1l11cs qttf' en uno y ot ro p.1r1iclo trahajahnn par a
rt•nli1ur r.sln aspirnci1'1n, trotaron ele inoculada al part1.lo entero ñ que pert nt' tan
,\hí e ttin lac, c::cc::iont•s cclchrncl.1s en <1 Club Libertad y en el
Club Varionul. En 11nn y otro "C redactaron y nprohoron programas liberolcc . J :t' h11cnn<1 idea" cund~n y 1•c::taban .í pu,to Ct" p1c;ar ñ la ptáctica.
Fntonc: ' fné cuando lo" hombre net0<1. recalcitran tes al progrec;o, rebeldes
á la!\ id<'U", prot Hitaron conttn c::io" p1ogresos y ~e separaron viole ntamente
75-
�fuerza de las ideas, la realización de sus aspiraciones llevadas á
la práctica tenían necesariamente que operar esa descomposición
química que hoy se verifica en el cuerpo legislativo separando en
nuevas y distintas capas los elementos homogéneos de uno y otro
p art 1.d o,..l
La experiencia legislativa deslumbró sin duda a los princi·
pistas del 73, empeñados en transformar las bases de nuestro
comportamiento político. En el debate parlamentario se cifraba
el alcance de las incipientes conquistas alcanzadas: "Constatamos
pues, con lo que sucede en el cuerpo legislativo, la era de transform ación y de progre o en que han entrado los partidos políticos
de nuestro país. J\ las luchas armadas suceden las luchas de
principios. á la razón brutal de la fuerza, la fu erza irresistible de
la razón, á la prepotencia del sable, la omnipotencia de la palah ra . . . " ..Al promediar el año 73 ' 'ucl, en a mo\'ilizarse las f ucrzas
políticas que ahora concu rrirán a la elecciones de senadore de
noviembre. La lucha que se anuncia promete asumir, desde la
prensa doctrinaria, •l carácter de una ejemplar contienda cívica.
En su lranscur_o, •l principismo vucl,·e a ~aludar con optimi mo
renovado Jos síntomas del adyenin1icnto de una nue' a época.
"Derrame la opinión por todas parles su 1nanifestaciones. sean
1
de los con cn·odorc y <le los nacionnlLtn•. Entonce de,enterraron su' divi~ ~ de guerra y dij •ron: ¡Nado Je principio ! No otros 'h irnos de
trad1riontJ y de intcrc.scf. Fuero los ut opi tas y lo ide ' logo ! Nosotros
&Orno~ y cremo c:icmµrc blanco . y colorados netos ni más ni mcnoc;. .. Los
con ·nnclor y nncionnJi to pcrmonccicrc)n fi el • ó c;u prograrnac;, Coro·
pararon lo programo y 'i •ron que en t>llo no habín diferencia! u tonciales.
Fueron ñ In Cómurn y in ncucrclo pre\ io c:e •ncontraron \'Otant.lo juntoc:.
Se lrn1 ó de lcgir ca ndiclo10 para In Pr • idencia de lo República y nacio·
nnh to y con cn·aclorca coinciclicron que el mejor cnndidalo era el que
mús fielmente irnboliz:'l ·l rompimiento con Ja trtulir.i6n del tripotoge. Pero
<'orno no "º" pnrtidn pt.".T$Ona/e3; corno :int •ponen lo principio' á ln'I pcrono!'t acolaron la clecci6n de lB ,\ 1nblca v continuaron trabajando con
ahinco pnrn mejorar lo •iluación de la Rr.pública. Entretanto Jo.-. neto~ de
amhn 11i\' i n de t.' 11 radn rlc ,·er que i hicn lograron impedir lo elección
del l)r. ~luñoz no con iguir.ron cictcner el progre<o de la opini ' n ) la mejora
do lo tulmini lraci.Sn rníblicn. mnnr.ontunan u~ e fu .. n:n para a e~11r:1r <iU
mayorí11 ~n el : nndo por medio de 111 pr6:cima clccci · n." (Cfr.: El rglo,
~1onte\• iJco, 23 do octulirc de 1873. nº 2666.)
1
TranJ/ormnci6n ) progreso de /aJ idl'as politicnt, en El
te,idco, 10 de julio de 1873, nO 2581.
2 I bid.
-
76-
r~lo, !\1on-
�la prensa, Ja tribuna, los comicios, las grandes válvulas que sir·
van á expandir el espíritu público y entonces las aspiraciones
encontradas de Jos centros públicos, no estando comprimidas, no
estallarán como antes con estrépito. La lucha en el terreno tran·
quilo de la c.Jcmocracia, marca evidentemente para nue:;tro país
el advenimiento de una nueva época. Son los viejos errores que
se derrumban. on las prácticas, que han hecho, su tiempo, ce·
dicndo su lugar á ideas más patrióticas, y á principios más
nobles. . . Y ya nos parece oir á nuestros hombres práctico3
llamarnos ilusos y tachando de paradojales nuestros Juicios. Pero
cuidado! Los hechos han de demostrar, tarde ó temprano quienes
&on los que sostienen la verdad y quienes los que pagan tributo
á vanas ilusiones". 1
I~ l acerco1nic-nto entre las fracciones principista~ que r ealizan
obra c:onj unta en la Cámara se estrechó acentuadan1cnte durante
el períoclo electoral; en verdad, luego que- el partido conservador
hubo acallado sus entusiasmos por la causa colorada y ante Ja
identidad de miras con que junto a los nacionalistas apreciaban
los problemas del país desde la pren a y la Cámara, "rnía a consurnarsc -de hecho- un entendimiento tácito que n1ancomunaba
a an1hns tendencias doctrinarias bajo una amplia bandera principisto. 2
I ndudablcmcnte, el ejemplo que propone el principic:n10
en 1873 resulta Ja hermo~u concreción de aquel bagaje ideológico
que había presidido su derrotero de 1872. l'uestos a prueba oo
la práctica <le la vida política los principios democráticos de su
dogma, deben consignarse la fecunda lección dictada y la señera
huella que su diaria y sostenida prédica liberal está trazando en
nuest rn nvatnr institucional.
"l'.. ntre dos años"; éste es el título del editorial con que
1
Fl • iglo, f\lontevidco, 17 de ago to de 1873, n9 2612.
2
Cfr.: l os l'artidos, en El Siglo, \lont cvidco. 23 de octubre de 1873,
2666; l'artido~. non1bre~ y á1iisas, C'n El iglo, \1onteviclco, 6 de no\ Ít.Jmhrc ele 1873, n!J 2677: <:a,,didaturas en .'>oriano, en El Sif{lo, l\Iontevideo,
13 ele novicn1lirc de 1873, n9 2683; Cerramos las filas, en El Siglo, ~fonle·
,¡cJc~o. l:l df' no,·icruhre de 1873, n9 2685; 1f ~pcctos de la lucha electoral en
El Sis/o, l\lontcvitlco, 21 ele noviembre ele 1873, n9 2690 · Las eleccione; de
Soriano, en ¡;·¡ Siglo. i\Iontc\ ulco, 27 de novien1brc de iB73, n O 2695 · L~
f'lccr:iones del /Jurazno, en J:ºl Siglo, 'fonlrvideo, 27 de novien1hre de '1873,
n9 269:>: Saluda"io.'i al port•rnrr, en El Siglo, ~[ontc\ ideo, 17 de dicien1hre
de 1873, n9 2711; la Democracia, l\lontc\ ideo, novie1nbre de 1873 todo~ los
.
'
nu111cros.
n9
-
í7 -
�El Sigl() saluda al año 1874 el l 9 de enero. "El año que expira
deja en los límites de la tumba como patrióticas ofrendas todos
los abusos corregidos, todas las conquistas del progreso r ealizadas
ó consumadas en su transcurso. La arbitrariedad substituida por
el imperio de las instituciones, los gobiernos personales, producto
de Ja violencia y de la fu erza, cediendo el puesto á los gobiernos
de principios emanados de la voluntad nacional manifestada en
el ejercicio del derecho de sufragio; el caudillaje prepotente
abatido y derrotado en ambas orillas d el Plata; las ideas de
esclusivismo y de persecución que han sido la semilla de t odas
nuestras r evoluciones y guerras civiles, d ominadas por las ideas
de t olerancia á todas las opiniones y de respeto á todos los derechos, y bajo su influencia los partidos enemigos coexistiendo al
amparo de las instituciones y desarrollando armónicamente su
actividad dentro de la esfera de su derecho sin choques violentos
ni cataclismos políticos. El orden sustituyendo á la anarquía; la
libertad al despotismo; la paz á la guerra civil. La libertad de
la prensa, la libertad de reunión, la libertad de sufragio proscriptas y perseguidas largo tiempo por los gobiernos despóticos,
coronando el edificio de nuestras instituciones políticas y sociales." 1
Una incipiente conciencia ci\ iHsta se ha e:estado al amparo
e influjo de esa bandera cuya acción fecunda. más a11á de la
capital, ha prendido en el interior de la República donde hasta
er no existían más que blancos y colorado". "La idea ha forn1ado una escuela: la escuela ha engendrado el partido. La idea
que le dió 'ida continúa animándole y atrayendo á él nuevos
prose·1·1tos,, . ,,Así se operaba, paulatinamente, sin los renunciamient os utópicos que proponía el radicali'-mo la tran'-Íormación n atural de
Jos partidos tradicionales por aquel "roce silencioso del t iempo
y las ideas'' que anticipara Julio Herrera y O bes. "Los h ombre3
ª'
Entre dos años, en El Siglo, ?\Ion te\ iJeo, 10 de enero de 187 i.
2723.
l
n11
El Si1:/o y el partido principista, en El Siglo, ~l on te,·idco, 21 de
febrero de 187 i, n O 2i62.
2
"1.o hcnnosa r ealidad qne palpomos ahora, era hace al::runo~ años una
utopía, un sueño, una quin1cra. . . Cuán grande" son }o.. rc..ultarlos obte·
nidos! Un mo' imiento \'igoro o de opinión .. e produce en l'l 'cno de lo campaña; Ju prepotencia del caudillage, antes dueño ab,oluto de lo~ dc-.tinos del
paL, se halla. quebrado . .. " (Cfr.: La t·ictoria, en El . glo, ~lonterideo,
16 de diciembre de 1873, n9 2il0.)
78 -
�escépticos y r ecalcitrantes al progreco de las ideas, ... nos decían
cuando empezábamos á predicar estas ideas: 'Vds. se hacen ilu·
siones, no ven las cosas como son en sí; los hechos han de
desvanecer ese rastillo de naipes que están Vds. levantando. La
transformación ele los partidos tradicionales no existe sino en la
fantasía de algunos visionarjos de la Capital. Vayan Vds. á la
campaña y verán que allí no hay principistac;, n ncionali"tas, ni
con ~ervadorcs; hay blancos y colorados con10 los ha habido t oda
la vida, nacla más'. Callamos entonces y esperamos. . . Lo único
que dijimos fué: 'f.stamos persuadidos de que las elecciones no
se van á reñir como ustedes creen entre blancos y colorados;
sino entre princi pistas y 1lan1cn Vds. como rnej or las cuadre á los
aclvcrsnrios ele principios'. . . Jian venido las elecciones y los he·
ch os han confir1nndo plenamente ... nuestras previsiones. No han
sido la:- divisas de la guer ra la bandera de la lucha. Esta se ha
empeñado en un nuevo terreno ... Hoy han sido las luchas entre
l as traclirioncs y los hábitos del pasado y la necesidad y aspira·
cionc-; del presente. >lo se han presentado aún los candidatos
--<:orno se presentarán un <lía- llevando en la mano su programa
po1ítico, claro y definido. Acabamos de ~alir de la guerra civil.
Il nn npnreciclo ya los elementos del nllü\ o período que se inicia
pero aún la !'Íluación eslit en embrión. . . el resultado de las
elccci ones ha dcn1oslrndo que no e;, sólo en la comunidad de
principios y <le doctrinas. E"c es el verdadero la10, el único
'\"Ínculo, lo que f 01 ma y rnantiene hon1ogéneos y compactos los
partidos. Fuera de ahí no hay más que interese~ p~rsonales ... " 1
El ejemplo ele los co1nicios ele noviembre del 73 era evidente,
y el triunfo iclcnlógico que el principismo se atribuía re~ultaba
incuc tionable.
e estaba en el camino más recto hacia los go·
hicrnos emanado" ele la voluntad nacional inediante el ejercicio
del derecho de suf regio.
f,a cxc~pr:ión con/irn1a la regla, en l~'l Siglo, 'lontevidco, 13 de enero
de 107•1, n9 2731.
t•p;tín lu prcnc:a principist.1, lo" netos c:e negaban a reconocer la trans·
fl}rn1ación <111e S<: venía operando en los partidos políticos orientales. Anota
L'/ Siglo: "E-. c:ing11lur lo que acontece en ln e fcrn política. l.oc:; Ór1?anos
clr. los colorntlos y blancos nr.tos como si obedccicc:cn á una n11c,ma con"ip:na
ui1•gun reflucltnnu·ntc la radical trnnsfonnnciún fl\IC ha sufrido Ja divi5ión
y <·la.,ificaci<ín <lo loe:; partidos en la República. Para ello.¡ aquí no hay má4'
<111 • hlanco-; y color111loc:, ·y entre tanto, ello" mismoc:, á despecho de &us
nfirinncionec:;, don ~on "'" conducta t c:timonio de lo contrario. La Tnbunn y
l jn Putrt<J c;r dun la 111ano y comhaten á La f)emocracin l a El Siglo •
(Cfr.: f'l Siglo, l\lont••vi<lco, 6 de OO\Íc:mbre ele 1873, n9 2677.)
1
-79-
�Si bien la pregonada evolución no había jalonado todo el
camino que le asignaba el vehemente entusiasmo del órgano
principista, el año 73 marcaba una etapa de fecundo aprendizaje
civilista : "Las elecciones que eran no hace mucho la acción de
guerra ó un simple movimiento militar dirigido por la voluntad
omnipotente de tal ó cual caudillo, son hoy un acto pacífico de
la vida democrática en que todos los ciudadanos y todos los
partidos se disponen á ejercer un derecho con arreglo á su con·
ciencia libre. . . Prensa libre que ilustra la opinión discutiendo
todos los candidatos; coexistencia pacífica de todos los partidos
y participación de todos ellos en los trabajos electorales ... todo
ello es un triunfo, un gran triunfo de nuestras ideas . . . Son las
doctrinas liberales las que triunfan ... " 1
Fue un período de dura prueba para aquellas doctrinas que
debieron enfrentar a las divisas, pero en su saldo debe anotarse
la saludable experiencia con que los partidos principistas superaron las anacrónicas formas de convivencia política que daban
difuso contorno a nuestro mundo histórico. Fue un año de programas, de discursos, de verbosa dialéctica, de esgrima parlamentaria, mas no por ello el principismo descuidó su presente y
su realidad. Ante su hora, el principismo del 73, que en teoría
proclamara el imperio de la razón y la apoteosis del individuo,
había consagrado en el orden institucional el punto de partida
para la organización definitiva de nuestra estructura democrática.
Su reacondicionamiento del pasado, en función de un presente
vivo que se proyecta hacia el porvenir en una acerada visión de
la realidad nacional, consigna, con cifras definitivas, su fecunda
empresa civilista y su tenaz vocación constructiva.
En la feliz interacción del programa y la obra principista
pudiera definirse el epígrafe que pre ide su derrotero político
de 1873: "Que el pasado es el caudillaje y la guerra civil entre
los partidos tradicionales. El presente es la reconstrucción de los
partidos políticos. Y el porvenir es la vida democrática en toda
su pureza." 2
A specto3 de la lucha electoral, en El Siglo, ~1ontcYideo, 21 de no'fiembre de 1873. n 9 2690.
t
En polémica con El Uruguay el redacotr político de El Siglo escribe : .. Lo que constituye el presen te, Jo que da fisonomía propia á la
época actual. . . lo que explica muchaci aparentes contradicciones é inco nsecuencia.. es el hecho de eqtar~e actualmente elabo rando e:sa profunda
trans(ormach,n. En el>te período chocan las tradiciones con las aspiraciones;
:?
-80-
�Por lo que toca al año 1874 el cuadro político de fuerzas
continúa, en sus grandes líneas, el desarrollo enunciado para el
año antecedente. En el á1nhito de los partidos de principios, con·
servadores y nacionalistas, desde sus respectivos frentes, continúan
mancomunados en su ideal de unificación liberal 1 mientras prolas divisas con las cloc trinas; los antiguos vínculos formados bajo la tienda
de campana, en la p<:rsecución y en el dei;;tierro, con los lazos que espon·
tanean1cntc se forman por la comunidad de aspiraciones, de tendencias y
de prop6.,ito<;. /:,'l Uruguay se obstina en no dar un paso adelante. Quiere
que la& tradi r.ionc~. la identidad de divisa, predominen sobre la identidad
de las doctrinas. Reanima la visión del pasado; quiere apretar los ]azos
que In inconsecuencia política de los que se dicen liberales, sólo por haber
llevado cliviqo. colornda, ha aflojado y relegar á un porvenir remoto lo que
cabalmcnlf' debe c;cr la obra del tiempo presente, combatir las preocupacio·
neq, <lifundir la 'crdnd, aplicar el escalpelo de Ja sana crítica de los partidos y clc•moslrar que no la igualdad de la divisa, sino la 1dentidad do
div1qas hace homogénea y da cohcsi ' n y fuerza á los partidos. El Uruguay.
en su nfán de demostrar que los JiLerales que llevaron divisa blanca y 109
liheralc" de divisa colorada están separados por abi.,mos insalvables. agrupa
habilrncntc tocla'i In~ disidencias c¡ue han surgido hace dos años entre nacionalistnq y conservadores: disiclencias que no prueban más que una cosa
que nosotros hemos rcronocíclo y reconocemos: que aún no ec:.t1í completa
y con~11n1ada la fu sión entre todos los elementos que han de formar el gran
11arti<lo lihr.1 al; que aún cada una de las fracciones no se ha desprendido
rompl<'tnmcnle ele su~ antiguos lnzog, que hay liberales conc;crvadores y Ji.
hcralcs nu<·ionalistos ; en una palabra, que estamos con ..agrado!IJ á la labo·
rioqa tnr<'u ele la reconstrucción de Jos partidos, que es la obra de hoy.
que vhintoc:. en el presente y no en el por11enir. Pero hemos so!ltenido y
11ostcncn10~ que el pnsndo no p11Pde resncitnr. ¿Dónde están hoy, hemos pregun tado, loe; caudiJloq prc•stigio oc. ·;io ¿Quién es el Jefe d el Partido Colorado?
llan dr!ilnpnn·cirlo. Flores y Oribe no han tenido sucesores. Lo'\ anti~uos
pnrtidot1 han queclarlo acéfalo" y tienen que hu!!car s u lazo de uni ón en la
común doc·trina. Y como no hay una doctrina blanca y una doctrina colo·
rada, sino unn doctrina 1ibertul y una tedenc1a á la arbitrariedad, ec;ta
doctrina y cc:;ta tendencia son hoy las que con.,,t1tuyen la verdadera divic;iÓn
de Joq partidos .. .t• (Cfr.: l'asaclo. Presente, Porvenir, en El Siglo, ~fonte•
video, 16 de abril de 187•1, nQ 2895.)
l
,.f.05 hombres ele La Den1ocracia, nacionalistaq, aunque unidos con
los conc;rrvarlorec:; por el círculo de las ideas y de la comunidad de los pro·
p ósitos no forman ~i n embargo, con los hornures de El Siglo una sola y
única ogrupncióJ1. Con«crvadorcc, y nacionalic;tas están destinados, en una
época no remota ú fundir e en un c;Ólo purt1do: el partido liberal; p ero hoy
p or hoy, en el momento que cscribin10~. «1on dos fracciones homo~éneas que
con ..piron á un fin común. ~on "umandoq de,tinados á una 'luma que aún
no está terminada ... º (El Siglo, ~lontevidco, 8 de rnar10 de 1874, n9 2775.)
., Pero, ¿porqué c;e pregunta };/ Uruguay. . . si conservadores y nar ionalic;ta5
profe!'lnn lo" misnios principios no c;e íunJcn en un c;o}o partido '> . . Las
descompo,.irione«1 y agrupaciones de las fra cciones políticas no c;e vcnhcan
con ec.a rapirle1 inc;tantúnea que el colega cree poc;ible, porque ]o-!. partidos
ee componen de dortrinas y de hombre y éstos tienen hábitos y pasione1
que rclurdun el eÍcl to de la ~olución de las ideas. Por eso los fenómenos
-
81-
�siguen ahondándo~e las inconciliables divergencias que les separaban de las fracciones netas. 1
Bajo la vigencia plena de aquella profesión d e fe p olítica
enunciada en los días de su definición doctrinarja, los partidos
de principios, fieles a los programas del 72, proseguían empe·
ñados, en 1874, en la misión emprendida con el auspicio de la
Paz de Abril. "Amurallémonos en los principios, n os decía hace
d os años nuestro tribuno el Dr. Gómez. Amurallémonos en los
principios r epite mi voz débil pero sincera, que este es el medio
más fecundo de servir á la patria. . . Las transacciones sólo pro·
ducen r esultados transitorios. Los triunfos duraderos -sentenciaba el joven r edactor de El Siglo Pablo De-María- sólo se
alcanzan con las armas de la verdad y de la justicia. El que
antes de ahora hubiese hablado así habría sido tachado de utopista. Hoy se reconoce que las paradojas de un día son las
verdades del día siguiente". 2
No obc:;tante el paulatino afincamiento de la prédica princip;sta en nuestras f ormas instituciona1es, el gobierno de Ellauri
e"taba amenazado en el orden material por la estrechez de recursos
que heredara de las administraciones precedentes.
La balanza económica venía acusando -a consecuencia de
Jos movimientos susultorios de la crisis del 68, de los descalabros
de la guerra civil y de la crisis monetaria- un alarmante desequili brio. "Si el crédito del E stado se hall -i ho y debilitado -declar aba
el Ministro de Hacienda a comicn1os de 187·1 débese en primer
lugar ú la Deuda Pública que ab~orbe la mitad ó más de las
r entas gracias á administraciones despilfarradoras y derrochadoras.
á las locuras de muchos, y á lns luchas frecuentes en que hemos
\'Í\'ido. Un país de 4.00.000 habitantes que deduce la mitad de
sus rentas. ó sea, cinco millones de pe5os para el sen ·icio da
d eudas \'iejas. no puede menos de sufri r }3c; consecuencias deplo·
rablcs que estamos sufriendo hoy: agréguec;e el atraso de la
riqueza y de la producción nacional, la fal ta de u11a confianza
políticos requieren siempre ti mpo pnrn producirce y C'co explica Ja aparC"ntc
anomalía que El (} rugua) cnc.uentr 1 '' (Cfr.: .4) cr )' hoy, eu El iglo, l\lon·
tcvidc.•o, 8 de octubre de 1874, n O 2915.)
nº
Cfr.: Entre dos aguas, en El Siglo, ~fontcvideo, 4 de julio de 187 f,
2867.
1
El partido conservador )' la elección pre~itlt!n c iol P. DE ~IARÍA, en
El Siglo, f\lontevideo, 4 de diciembre ele 187 l, n O 299 t
:?
-32-
�perfecta en la ec;tabilidad de ]a paz, la crisis comercial y mone.
taria, la misma oposición que se hace al gobierno y se completará
el cuadro de abatimiento". 1
Las dificultades financieras, acentúan la depresión a que
aludía el ~1inislro en su mensaje de enero de 1874.
El Poder Ejecutivo, ahogado por el déficit y apremiado poT
]as erogaciones del presupuesto, e imposibilitado de lograr nuevos
empréstitos honrosos, propone soluciones de emergencia (venta
del Mercado Viejo y de los cuarteles, economías en el presupuesto,
venta de la deuda pública afecta a la conversión de los billetes
bancarios) bajo forma de proyectos que las cámaras remisas no
sancionan con la premura que la situación reclama. Un hálito
de desconfianza entorpecía las gestiones del gobierno de Ellauri,
cuvns graves peripecias económicas anunciaban un desenlace in·
cierto, pero nnda halagüeño.
El mensa je del Poder Ejecutivo del 15 de febrero consig.
naba: "f..,a situación creada por el progreso sucesivo del déficit ...
cuya influencia sobre la 1narcha general de los negocios de la
industria y el co1ncrcio, no es hoy dudosa para nadie, se hace ya
insoportable; y si ella pudiera prolongarse hasta fin de año, difícil
será prever toda la g ravedad de los peligros con que amenazaría
al país y los conflictos que produciría". 2
Culminaha así la fun esta incidencia del año anterior en las
rcntns nac-ionales. En ] 873 se debió hacer frente a las conse·
cucncias de Ja guerra civil. soportar una calamitosa crisis monetnrin y padecrr una epidemia que complementó el descalabro con
In con iguienl<.' restricción corncrcinl. 3
La ficticia prosperidad que había inmediatamente sucedido
a la Paz de Abril con confiadas in\ ersiones de valores y auge
general ele los negocios, al amparo ele una confianza ilimitada
en la paz y In coparticipación de los partidos, se detiene brusca·
niente en 187i1.. J..a aguda crisis comercial de ese año acusó, con
creces. las ruino~n~ con~ecucncias de aquella inflación que en el
graficis1no de l~cl unrdo Accvc<lo se traducía como "fiebre de los
l
Ernr nno ,\ c;F.\'J.DO, Notns y Apuntes. Contribur1ón. al Estudio de la
l/1<:toria
Ec.011tí111ir.o y
Finan riera de la Rcptíblica Oriental del Uruguay.
t. J, p. 252, !\loutcvidco, 1903.
2
1lfcnsajt del /'odcr Ejecutil'o, Iontevicleo, 15 de febrero de 1874, en
EouAnoo ' Cl.\l L>O, 1\'otas y Apunte<:, etc., cit., t. J, p. 272.
3
l úid.
-
83 -
�•
•
n~goc1os en u~ org~n1s~o profundamente debilitado". 1 Los pre-
cio~ ah~ra ba1an, d1sm1nuyen las importaciones y se extrema la
reticencia del mercado. 2 El pánico sucede al optimismo, la re·
tracción a la expansión, y desde allí -lo que es más grave
el
malestar se proyecta hacia el gobierno, blanco eterno de t odos
los descontentos. "Languidece el comercio -decía El Siglo al
e sbozar las líneas generales de la situación- escasea el metálico ;
los bancos no prestan; decaen los negocios y se siente paraliza·
ción y malestar. Y como consecuencia de este estado de cosas
se alza un. clamor de queja y descontento y en vez de buscar las
causas de la p en osa situación que atravesamos se acusa á los
Poderes Públicos y con especialidad al Ejecutivo porque no p one
r emedio con unos cuantos decretos que hagan afluir el numerario,
renacer Ja confianza y el crédito.'' 3 Las calamidades agropecuaria , en fin. con mortandad de haciendas y pérdida de cosechas, complementan el cuadro sombrí o que antecede y, en cierto
modo pre figura, el cisma político con que se inicia el año terrible
<le l 8i5. "'
Fracasado el empréstito que se había intentado negociar en
L ondres, por s us des\·entajosas condiciones (~1isión P érez Goma r·
Bustamante), malogrados los proyectos discutidos en la Cámara
durnnle el período an terior y menguadas las r entas nacionales por
lo .. recto de In cri::i comercial, el Ejecutivo se ' e abocado a una
inminente bancarrota.
1~11nu ri encom ienda el Iini_terio ele llacienda al doctor Pe~r.o
Bu tamnntc, antiguo ministro <le Batlle en los albores ~e la cr1~1s
del 68. El flamante ministro recibía la cartera en s~t1en1hre s1.n
f ondo en ln T esorería ni recursos para arbitrarlos, ~ fin de. cu.br1r
lo ga.,tos del pr c:u puec:to de los dos meses antenores ( 1ul10 Y
to ) . \ Tcnci ndo dificultades de toda índole pudo abonarse
0 0
el remanente. Pero continuaba en pie el problen1a de los mcc;es
l
/ bid.,
l.
JI.
p. 210.
: /bid.
a f.'/ Sigl<>, l\font~' ideo. 30 <le oso lo de 1871, n9 2913 .
., " "'cgtín una comieilln e pecinl 'le In que forman parte
~cñore!
Domingo (] rdoñnnn Lu cn llcrrcro y Oh. ' . Enrique .Artaga,·ey~1n. d~lll87;
1 87.1~ Jo riquC7Jl• ogropccnnrin uf ri6 uno mortandad de se1:;. ~· on~
ª
.
el
l
illon y medio de 'nea · temeros ) caen m 1
,d:. ~:e'º. :o~~f1oe:°. .' '1~ ::'ce snrio ogrcgor que en 1874 E~ pcr~it>rod.
tor- lnt n&,r. la! 0 cho J mnh: · trigo o,;olundn n un '!ullón me ~o1 i)
( r - En noo \ CE\ll>O J\'otas y Apunles, etc., crt., t. 11. P· - •
!º'
cds!
JlC O!.
r ·: '
J
'
-
S.1 -
�subsiguientes. Improbos esfuerzos cumplió el mi?istro Bustaman~e
con miras a Ja salvación económica del gobierno de Ella un;
empero, todas sus gestiones, más o menos viables en principio,
epilogaron en el fracaso.
El Ejecutivo convoca a la Asamblea General para un período
extraordinario haciendo presente en el l\1ensaje la imposter gable
necesidad de- procurar recursos para cubrir el déficit y establecer
un cierto equilibrio entre los egrec:.os e ingresos en los últimos
meses del año en curso. No obstante se cierra el año 1874 con
un déficit de S 3.632.000.
!'ara los enemigos del principismo y los Dulcamaras p olíticos
la a1arosa coyuntura sr·ñalaba oportunidad, por demás propicia,
ele procesar al gobierno doctrinario. A la sombra de la crisis,
especulando con la opinión dec.concertada y la iner cia de Ellauri,
ec armaba entre tanto el bra10 de la reacción que una vez más
volvciía a cuestionar la vigencia de las instituciones liberales.
I~n la pertinaz oposición de las fracciones netas - m ás quo
oposición obstrucción- con la que cerraban el paso a las providen cias del Ejecutivo, hiPn pudiera caber el designio de perder
al gobierno del doctor Ellauri. A principios de 1875 rl asesinato
de l{omunldo Castillo configuraba, en un gran sector de la opi·
nión pública, un concluyente an ticipo de Ja anunciada conspiración
que se cernía sobre el pnís. J,a prensa opositora, desde La Tribuna, El c·ruguay, lJ<L Patria y tarnhién - aunque con otras miru - ele ele !Ja /)ernocracia y [Ja le/ea, vapuleaba sistemá ticamente
ni régi rncn snhrayanclo su iner cia, su inadecuación a la r ealidad,
y su ineptitud frent e a la cri~is econón1ica. A la campaña perioclísLicn se sumaba In cerrada oposición <¡ue cu rn plía en la Cámara
In han rn clu neta , condenando de plano las soluciones que frente al
nng ustioc;o problen1a er.onón1ico arbitraba el Poder Ejecutivo.
l~llnu1 i, en <'fccto. p1 c.;enta al T'arlarn<'nto dos proyrrtos de ernic;ión
111enor po r Joq Bancos en un plnzo de once añ os, n1ediante el adelnnlo ni J~stnclo de clos millones de pesoq en or o c;cllado a cambio
ele l ít u los ele dcudn pl'1blicn. l ,a mayoría ca1ulombera desecha ec;te
crilc1 io y vuelve a insi"tir en la emisión p or la Junta de Crédito
J>úhlico que con cl cn~1ha el principismo y que, por otra parte, no
r •stilt nha como solución inmPcl inta.
En el clin1n c1c violencia que margina aquellos últimos <lías
del régin1rn el doctor P edro Bustamante as ume, en nombre del
priucipismo doctrinario y desde s u investidura mini,terial, la
defensa del proyecto del Poder Ejecutivo frente a la indiferencia
-
85-
�hostil o la intransigencia agresiva de la bancada de la izquierda. 1
En su incisivo discurso denuncia las maniobras de la mayoría
personalista de la Cámara contra el P oder Ej ecutivo, y el ímpetu
avasallante de esa facción, que a esa altura, ya no trepida en
"imponer los ministros al P oder Ej ecutivo". Escéptico en cuanto
al principio de la emisión menor - al que se opone en teoríaBustamante le sostiene ahora a todo trance cual obligada tran·
sacción con la realidad. Luego de demostrar la necesidad del
proyecto como imposición de circunstancias mide, con alcance de
profecía, el destino que aguarda al tambaleante go bierno : ' 'Quiero
suponer, señor Presidente, que esta hipótesis va á realizarse ; que
el proyecto del P oder Ejecut ivo va á ser desechado, y que el
proyecto de la minoría de la comisión va á ser sancion ado. ¿ Qué
suerte le queda á este proyecto? Y me intereso, señor Pres idente,
doblemente por ello porq ue podría también preguntar: ¿Qué
suerte le queda al P oder E jecutivo? .. . ¿Cuál va á ser la sit uación del Gobierno? Desechado el proyecto del P oder Ejecutivo
(sancionado por el Senado) por la Cámara de Representantes
-desechado el proyecto de la Cámara de Representantes por el
honorable Senado, ¿ qué queda? . .. Nada. Y si queda nada, qué
viene ? . .. Creo que vale la pena pensar en eso un poco. Est a si·
tuación es ya sin n ombre ; será una situación sin remedio cons·
titucional . .. "2
La severa diagnosis del estado político y financiero de la
República que traza P edro Bustamante, envuelve el último alegato
del principismo, aferrado al gobierno de Ellauri . No se defiende
al doctor Ellauri en su persona: se pretende impedir la caída de
un gobiern o nacional que, pese a liinitaciones y defectos
esen·
constitu ye una garantía del régimen
cia de su misma índole
ci\i i1ista.
El rechazo del proyecto de emisión menor vino a confirmar
así l a bancarrota del gobierno. En la Cámar a, baluarte de las
jornadas doctrinarias del 73, se decide sin duda el destino de
nuestra Gironda. Exhausto el P oder Ejecul i'>'o, la negativa a su
últi mo rccun,o venía . pues. a itn plicar su virtual cesantía.
El Siglo, avizorando la crucial alternativa abría un interro·
1
Así denominada en razón de su ubicaci ón en la Sala de Se;;iones.
La últtma batalla polí tica y finan ciera del go·
bi1:rno del Dr. Ellauri. Páginas Olt·idadas, en Retiista JVacional n9 146.
p. 296.
2
Pr.ono Bu
TArtt A:'iTE,
-86-
�gante por demás elocuente: "Rechazando en general la Cámara
de Representantes el proyecto del cnado, ha declarado que no
quiere ocuparse del asunto, es decir, ha declarado que no qt;iere
dar r ecursos al Poder Ejecutivo. ¿Que vendrá de esta situación?" 1
La agonía econórnica del régimen, se proyecta sobre la armazón
vital de las instituciones. Ante la indigencia total de recursos, se
desquiciaban los resortes de la Adn1inistración, cuestionándose de
nuevo ]as conquistas que el civilismo había empeñosamente con·
sagrado.
Con los sucesos que marginan la primera quincena de enero
de 1875 se abrevia, en rápido trán1ite, la sentencia del proceso
principi ta. Los incidentes electorales del 1° de enero y la san·
gricnta j ornada del 10, no hacen sino precipitar -como concurrentes violentos- el oscuro desenlace que había pre\ isto el
doctor Bustamante. 2
l~n los prolegómenos clel l\.lotín, el principis1no, por encima
de e~cisiones pasajeras, vuelve a presentar un frente único de
lu rha a los grupos netos que se disponen a avasallarlo. El Siglo,
[.,a /)e111ocracia y La. Idea aglutinan una vez más a conservadores,
nacionalistas y radicales. J
!.a cuestión
3020.
1
n9
recurso .~.
en El Siglo, \tontcvideo, 8 de enero de 18i5,
Cfr.: rontocatoria, en El Siglo, fontcvideo, 3 de enero de 1875,
nQ 3017; La elecciorl- de Alcahle Ordinario y /Je/en .~ or de Alenores, en El
Siglo, \lontrv1deo, 3 de enero de> 1875, n9 3017; llabltos democráticos, en
/:,[ ."}1glo, ~1011tevideo, 3 de enero de 1875, nQ 3017 ~ Logica de los sucesos,
en Fl .'ligio, \lontcvideo, 5 de enr.ro de 1875, n9 3018~ A las urnas, en
L'l • iglo, ~lnntcv1deo, 5 de enero de 1875, n9 3018: L11 prueba de hoy, en
f·,'l Siglo, l\1ontevidco, 6 de enero dr: 1875. nQ 3019; Al Pueblo, en El Siglo,
.1\1ontcvideo, 6 de enero de 1875, n O 3019; E'l gran 1niting del ntiércoles. en
L'f Siglo, lontevidco, 8 de enero de 1875, n'> 3020; t ll pueblo, en El Siglo,
lonrcvidt·o, 9 de enero de 1875, n9 302 J : Al pueblo, en El iglo, Jonte\ ideo,
10 tic ~ncro rlc 1875. n9 3022: Al nueb/o, en E.·1 .~1glo, ~lontcvideo, 12 de
f'ncro ,Je 1875, nQ 3023; La Democracia, ~1onte\ulco, 11 de enero de 1875 ;
JuA:-. E. Pl\1J,t. DF:vo10, llistoria de los partidos politicos, etc., cit., t. II.
2
a EJ 6 de enero tic·ne lugar la reunión de la Barrara Eolo, a la que
concurril'rnn - st>gÚn El Siglo- más d1• 500 pcr,onas " lilitares y simpleci ciudnclunos; hornbreci <le todo" los partido-. sin abdicar de sus respec·
llvaci conviccioneq tH' encontraban allí trlt•ntifirados con la grandio.,a idea
de dc•Ícndt•r la libertad electoral... o se trataba de pactos ni de liga.:, ni
ele f 11,.ionc~ ni de bastardos acomodanucntu-. personal e"... No se cxijía á
ningún (' iuclnclano que abdicase de sus conv1rc1one"... ¡ o! Eran homhrrs
y no m1iq11inaci 10<:1 que e.e reunían. Eran c11ulodonos 1ihre~ é independiente~
y no in"lrumcntc1" t:iegos qjn volunracl lo" que .. e asociaban para llevar á
C'abo Ju nui~ grnnJioi;a obra de civi ... mo de 111 época actual. l\brió la reunión
-
87 -
�Vive Montevideo en un clima de zozobra cuya caldeada atmósfera tiñe de subida violencia la simple elección de Alcalde
Ordinario y Defensor de Menores. En ocasión del acto va a librarse el encuentro entre las fracci ones personalistas mancomunadas y los partidos de principios unidos ante la emergencia. Está
en cuestión por entonces la vigencia del sistema que ha postulado
nuestro liberalismo doctrinario, así como el ensayo de convivencia
política, de garantías individuales, y de libertad e]ectoral planteado a partir de la Paz de Abril. "No es cuestión de blancos y
colorados, subraya El Siglo, no es cuestión de partidos lo que va
a debatirse, los que proclaman lo contrario falsean a sabiendas
la verdad ... Se trata de una cuestión puramente social." 1
Los actos del 15 de enero vuelven a introducir una nueva
fisura en nuestro proceso histórico. El civilismo sufre una de sus
más sonadas derrotas. aunque su consagración es ya previsible.
Pese a las persecuciones, a la r eclusión y al destierro, "el vuelo
de la idea" no se ha detenido. El fecundo rimero ideológico que
ha legado el principi<;mo a nuestra gesta política animará el espíritu cívico desde la Revolución Tricolor, el bregar del Con"titucionalismo, la r ebelión del Quebracho y volYerá tras su destino
--een 1890- con el gobierno civilista del doctor Julio rlerrera
y Obcs.
Entre tanto, los partidos personales habían definido. por el
momento a su fav or, la cric; is del 75. pero en pago de su cuestionable victoria surgía, encaramada con la activa colaboración del
Ejército <le Línea. una nueva fu erza que imprimirá su deprimente
sello a nueslra e' olución institucional.
el Dr. Oupont, redactor de La Idea... El Dr. ~luño1.. como Pr~ ..identc
abrió el acto interpretando en su aplaurlido di:,cur.. o lac. ideas y lo~ le•·
timientos que animuhan á todo Jos ciudaclanoco congregado-.. ll icieron o-snceshamt•ntc de Ja palabra los 5eñorcc.. \ gu,tín de \'celia, Dr. D. Pablo De
~[aría, 1). Anc.elmo ))upont, Dr. Jo.. t• \ .1zquez ..,aga ... lun1c, 1). Eduardo Floree:,
y el Dr. Julio Ilerrcra y Ohc ... LI r Alfredo Ca .. tt•llono" le. ·ó una carta
del Cdtc. Pc•rccla. . . Loi; concurrcntt:c. nombraron por aclamación en medio
de una c:al \ 11 de entn instas apl::iuc;os la comi .. ión encargada de prc .. idir }r s
lruhajos t'n la qur f'Alnban ronfunclido elemento .. de ta .. trc~ fraccioncc: prin·
cipistus: Dr. J.,:i<' ~fa. \tuñoz, Dr. ,\ gn,tín cJe \ Tt.>clio, D. Eduardo FJorec,
TtC'. Coronel E. Pt•reda, l)r Juan JO'-é ele 1lcrrcra, Dr. A urcliano Rodríguez,
'i. 1\nt onio \ 11lalbn, I>. Rufino G11rn1éncle1, Dr. 11 éctor García " ' ick .•. ••
CCfr.: F:l ¡.;rnn miting del miércoles, en El S r;:lo. ~lontc\· idco, 8 de enero
de 1875, nº 3020.)
0
l
¡ .11 las urn as! , en El Siglo.
-
~f on tc'
88 -
ideo, 5 <le cnt·ro de 1875, nº 3018.
�CAPÍTULO
I~ fJ PRi i~CII>ISi\10
III
DOCTRINARIO
��SUMARIO:
Concepción filo~ófica. Filiación:
eqpiritualismo ecléctico;
for-
1
n1ación: AleJO \ i1Jegas. J.. uis J osé de la P eña, P lácido Ellauri.
- Concepción del mundo y Ja vida: on1nipotencia del individuo;
Jibrcpcnqam1ento racionaJic;ta; moral e ívica
- Filosofía política:
filiaci ón: Ja ideología liberal de Con!'tant, Tocqueville, Lahoulaye; influencias del constitucionahcmo an~Joc;aj<ln: Hamilton,
Jlla ckstone, Price, tory. Teoría del individuo: derechos y
garantías indhidualcci. - Concepción del Estado.
I..a gcn~rarión principista del 72 - tribuno , parlamentarios,
I1ornhres públicos, periodistas- procedía de un común cuño
r.c:prrulativo. "Esencialmente liheralcs y r evolucionarios" -al decir de Julio llerrera y Ohcs- el temple <le su vida pública y de
su moral cívica responde invariablemente al rulto de ciertos principios que, en su ulterior instancia, drqcmhocan en un cerrado
rrrclo de fundamento espiritualista. Sr hace pues materia previa
el clelinC'amiento de las f r ontcras y perfiles de ese espiritualismo
en cuya enl raña se modulan y definen los postulados principistas.
Bojo rl mic:mo d eno tninoclor filosófico se sustentan su acenclrndo rulto de la libertad y la razón. su fe dogtnática en aquellos
inílcxibles principios y los ríg idos márgenes de un in<lividualismo,
en cuyas coordenadas se inscriben una teoría política y econó1nirn -y su conexa pro} ección gocial-, un deísmo racionalista
en religión, y, una concepción <lcl nlunclo y ele la vida, en última
in~tnncin rornántica.
El e<:piritualisrno ecléctico con~lituye la filiaci ón primera del
principisn10 ren1itida incucstionabJemrnte al pensamiento francés
<le la tc1nprnna n1ita<l del siglo X1X. Su insistente gravitació 1
y su frcunclo germen obligan, si no a un anñlisis pormenorizado
1
1
-nquí ocioso- a un somero trazado de su índole y su proyecC'ion, nl rnrnos para ubicar su dingrnma ideológ ico con miras a un
posterior cotejo 'nlorativo que permita estiinar la correlación y
<'01 rcsponclcnciu de los vínculos.
-
91
�•
El eclecticismo francés, fundado sobre una metafísica espi·
ritualista, intenta desde el obj eto individual
espíritutras·
c::ender hacia los objetos universales - Dios, Alma, Natura lezamediante procedimientos inductivos. Ligado estrechamente a las
vicisitudes histórica s en que desenvolvió su desti no, el espiritua·
lismo ecléctico encarna la reacción frente al desborde r evolucio·
nario que, desde la Ilustración a la I deología, amenazaba al
pensamiento fran cés al prologar se la Restauración bor bónica.
Divorciado de los extravíos de la apología absolutista que preconiza ba la escuela monárqu ico-tradicional, y equidistante entre
D estutt de Tracy y de Maistre, el eclecticismo p rocuraba, ha jo
el influjo del idealismo alemán y la escuela ec;cocesa, armonizar
las dispersas di recciones en cuyos enmarañados senderos t ransit aba el pensamiento filosófico francés desde comienzo del siglo XIX.
E l derrotero filosótfico del espiritualismo ecléctico puede
j alonarse desde el método analítico de Laromiguiere hasta la
ontología r acional de Cousin. Su consagración oficial en tiempos
de Luis Felipe --como distintivo filosófico y también político del
r égimen -le per mitió aglutinar y, en cierto modo. monopolizar
de h echo, los cánones intelectuales del período orleani ta.
F ilosofía oficial, su vigencia no trascendió la casa de Orléans.
Sus giros panteístas y sus expresas indefiniciones comienzan a
p rivarle, de modo visible luego del 48. de la adhesión ciega con
q ue contaba, para ser paulatinamente desplazado en casi todos
los órdenes por la S\'asallante corriente de las posiciones natur alistas.
Fué entonces, por aquella su hora feliz, cuando la escuela de
Cousin hizo pie en el Río de la Plata. Por esa época en los albo·
r es de nuestra 'ida in titucional. aún gravitaba en nuestro incipiente mundo intelectual la cosmo\'isión escolástica. legado del
pasado hispánico que \'i,·ía en nuestras for111as mentales sin re.-..ignar ~e a ser a imilado hi tóri camente como tal. o bien, con las
palabras favoritas de llcgel, sin decidir:,e a consumar su rcali·
zación dialéctica .
Bajo los au picio de su apóstole:, liberales. c1nergía el cspi·
riluaJis1110 en el Río de la Plata en circunstancias históricas por
demás oportunas.
Buenos 1\ircs vivía al influjo e{erYescente de las idea~ poli-
- 92 -
�ticas y filo óficas del viejo mundo a cuyo ampa ro la juventud
ilustrada procuraba cohonestar el poder creciente del g rupo r osista. Su espíritu, que alentaba en el efímero y granado Salón
Literario, r ecluído en las asociaciones secretas, fu e empujado
luego al exilio, ante los fundados recelos federales. Montevideo,
obligado refu g io, recibió la pléyade de la emigración porteña.
Nutrido y rlic;par era su bagaje ideológico: Saint imon, Lamen·
neis, F ouricr, Co usin, resabios de la Enciclopedia y la Ideología,
liberalismo doctrinario de Constant; todo vertido en el ag ua·
f uertc de un r oinanticismo de acento avasa1lante que aún pregonaba los últin1 os ecos ele la épica batalla del 11ernani.
I,Ja emigración del 37, fecunda generación r ománti ca, "que
se escondía cu s us libros europeos a estudiar en secreto" --como
evoc-a . a rrnicnt o- introdu cía con los Cané, los Alberdi y los
~Titr e un estírnul o liberal, r enovado r cuanto vivificante, en aqu el
Montevideo qu e aún n1iraba a la Colonia. l Jn en1igrado argentino, Alejo Villega~, en los días de Ja proc:cripción, había incorporado la orientación ecléctica n Ja cátedra de filosofía de la
Casa ele Es/tulios Ge11e1alcs. 1 El auge, efímero por cierto, con
que tl'-'omaba el ansimonismo, detiene y retarda - sensiblemente
.a pnrtir de El l niciarlor ( 1838) - la asimilación del eclecticismo
a nuestro nicdio, consngi-nclo de 1nodo <lcfiniti"o en la Cátedra
de Don Plácido Ellauri.
El obligado parén tesis que ah1 e la Guerra Grande a aquellas
incipicutes inr1uieludes nrrastra al conflicto a los hon1b r es de la
Defensa y del Cerrito que deben hacer la guerra desde el campo
de b ntn ll n con las arrnns. o con la hoja periodística. in embargo,
no ~e cclip a ha ta el oraso el pcnsa1nienlo doctrinario. Los ecos
del t irncro ideológico <lcl 37 estin1 ul an nuc\•as inquietudes. P or
oh1n ele los hechos, las e trechas \'incu lacion de la plaza sitiada
con lns potcncins curopras pern1iticron acrisolar. tras los muros
d e In Nueva Troyrr. un polifacéticlo pris111a de opiniones y cor1 icntcs del rnÚ!'\ ' a1indo cuíio. i\:lonteviclco, amparo de la prosc 1 ipción ro ii;;ta. íue U'-Ín1is1no. en función ele las alianzas políticas
d e In h ora. e •11tro pcrrncnhle y receptivo frente a las corriente~ ,
preÍ<' l'Cnlc111cnlc íranccsn<1, de in"pirnción libcrnl. 'lo faltaba quizá
razón nl r esentido gaceti llero federal cuando. a su modo, satirizaba
1 An1uno ,\no.\ O, E~piritualismo y Posituismo en el Uruguay, Filosofí~
u11it•crsitarias cu la scguflcla 111itad del siglo 1Y.. IX. p. 26, i\féxico 1950.
-93 -
�a la capital oriental convertida por entonces "en un extraño
museo". 1
Al promediar el conflicto, el clima espiritual montevideano
acusa nuevas incidencias. En 1847, el Gimnasio instituído por
el argentino Luis J osé de la Peña es oficializado como Gimnasio
Nacional. 2 Desde sus aulas, como luego desde la cátedra de filo·
sofía de la Universidad a partir de 1849, de la Peña comenza~
a difundir el espiritualismo ecléctico, estimulado con la adopción
del manual de Géruzez como texto oficial. 3 Su discípulo Plácido
Ellauri le sustituye en la cátedra universitaria desde la cual, du.
rante casi cuatro décadas (1852-1888) . se erige en maestro. apóstol ejemplar y figura venerable de nuestro espiritualismo ecléc·
tico. La docencia de Don Plácido Ellauri - numen filosófi co de
la generación del í3- significó un singular estímulo ideológico.
La orientación escolástica, que como herencia colonial aun
acusaba vigencia, 4 es obj eto de severa revisión crítica bajo la luz
del espiritualismo racionalista. al comienzo de la segunda mitad
del siglo . IX. 6 En fin . en el magisterio de Plácido Ellauri c;e
define fil osóficamente nuestro principismo. Los fundamentos de
su moral cívica. su devoc ión por las libertades individuales. su
culto de la razón t odopoder oc;a r econocen un último poc;tulado
que descansa en el individualic:.mo de la ontología espiritualista.
Ya no sólo la prédica ex-cát edra sino también el vivo ejemplo de
Don Plácido Ellauri arraigaron en la j U\'entud que pac:aba por
su aula. "Formó una escuela li beral. no imponiendo autoritarial
• •• • • • •• • • • • •• • ••• •
• • • • • • • • • • • •
••
Quien quiera hablar en francés
En Catalán. Vaccongado
Todo idioma arrcvec;ado
•
Y que no ~epa quien e~
) hal1ar..e en un cntrcn1éO en un e::< traño muc;eo
J ª>ª hoy a ilfon tetrfrleo
T,t.trilla Federal, en Cancionero del tiempo de R osas, p. 29, Buenos
Aire", 1911 .
2 i\RTIJRO
.AnD ..\O, Espiritualismo )' Positit ismo en el Uruguay,
etc~ cit~
pp. 21, 29 )' 30.
3
/bid.
" I bit!.
Cabe con11ignaT que en nuf'Qtro poí el coloniaje -como coordenada
c11ltur.1l- no hul>ia arraigado profundamente; por ello, no llc~ando a eri·
gir e romo canon e piri tual. su .. rc ~ ouio"> f ucron .. uperado y º"imiloJo:» !in
pena a partir de la Unhcr iJad.
6
94. -
�mente una doctrina -escribía Sansón Carra.seo- sino inculcándola con la prédica y el cjrn1plo, haciendo del aula que regenteaba
una cátedra libre en la que la controversia no tenía vallas". 1
Juan Carlos Blanco, principic;ta de nota, diría e\ocando al maestro
en la hora póstuma: ""fo no he visto, señore~, ni en Bain, ni
Spenccr, ni Stuart Mili, ni en ninguno de Jos grandes pensadores
que siguieron al eclecticisrno, yo no he visto infundir e~c concepto
de la pcrc;onalidad humana, de la fuerza de las ideas, de la propia
autonomía, como lo infundía con su palabra y con su ejemplo
el dorlor Plácido Ellauri. l\ilás que eruditos y enciclopédicos
elaboraba espíritus el doctor Ellauri, formaba ciudadanos, formaba cararterc templánclolos con el fuego de los grandes ideales.
He ahí nuestra deuda dc- gratitud, la deuda de tres generaciones
ele estudiantes. I~a filosofía ha podido cambiar, como cambia
el pensamiento huinano, pero la fe en la libertad, en las convic·
ciones austeros, en el poder de la voluntad, pero ese fermento
de estoicismo puesto rn nuestras nlrnas por el doctor Ellauri,
queda nhí, íinne y perdurable como base de granito". 2
El principismo propone un reajuste de la vida institucional
de acuerdo a Jaq directivas de su escuela polític-a, y consagra el
primer ec:;fu erzo orgánico y viable {In fusión no lo fu e) ele rearon·
dicionar nue.-:,tra anárquica existencia política con arreglo a las
pragrnñlicas del civilismo democrático. Su \•ocación cc;piritualista,
se a justó en su prédica doctrinaria y en su gestión fecunda al
curnpli1nif'nlo clc un len1a erigido en verdad absoluta: el intlivir!uo
es to<lo. el Esta<lo es 11nda. Tal fue en ''erda<l el tajante po"tulado
del 1ihrralisn10 principistn que e"gritnía la on1nipotencia del indi·
vid no romo suprcrno principio .• Tnl el leit rnotiu de su filosofía
pnlít icn y econó1nicn pregonada en la cútcora con el c;ello de
Constnnt y J,ahou1aye por Carlos faría Ramíre1, o bajo la advocnciún de Ilastiat y Rauc11 illart por Carlos de Castro y Pedro
Bustn1nnnte.
I~n torno o] dogma incliv idualistn pues, se estereotipa la teoría
de los rlr.rr.r.hos individuales y de las libertades públicas: garan.
t ínc;, n1ás ga1nntíns y sil'mpre gnranlías se rrclaman al Estado
para crue el h1dividuo pueda obrar libremente, según su propia
1 ARTURO Ann\O,
Espiritualismo
y
I'os1'tiuismo
en
el Uruguay, etc., cit..
J>. 4 t
2
.
l bid., p. jl5.
•
¡,
-
95-
�conciencia. De cara a la realidad histórica de nuestros gobiernos,
que habían desconocido muchas veces esas garantías, su prédica
venía a llenar un vacío en nuestra deficitaria convivencia civil.
El culto del hombre como individuo procede de un supuesto
férreo. La interpretación de la realidad propia del Principismo se
define en la línea del racionalismo moderno ( Descartes, Male·
branche, Spinoza, Leibniz, Wolff) . Su concepción del mundo, ba.
sada en una ciega fe racionalista, inscribe sus notas p eculiares en
la "unidad e invariabilidad de la razón" como diría Cassirer. La
razón, de tal modo, viene a ser un instrumento m ediante el cual el
h ombre -omnipotente a su conjuro- podrá alcanzar la verdad
absoluta. Directamente de Dios procede esa razón, fuente de t odo
conocimiento y, a su vez, único camin o hacia Dios.
El supuesto ontológico del dogma. filosóficamente maduro
en 1872, se revela en la Profesión de Fe Racionalista del princi·
pismo universitario. "Profesamos que todo hombre ha recibido
de Dios, ser supremo y creador del Universo, la razón, /u: que
alumbra a todo hombre que viene á este mundo; única facultad
que poseemos para alcanzar la realidad. único órgano para cono·
cer la verdad, para distinguir el bien del mal; único revelador
de los gérmenes eternos de luz y de \ erdad que Dios ha depositado
en el alma de todo ser humano, soberano juez en todo conocimiento, en todo lo que afecta al alma, en todo lo que afecta al
corazón ; suprema autoridad en nuestros juicios y apreciaciones
sobre todo lo existente, único medio de comunicación con Dios ;
única luz que n os sirve de guía en la vida. con cu\ a sola a\ uda
se conoce todo hombre en el santuario de su conciencia, dec::cubre
su mic;ión. descubre á Dios y re,•cla la armonía que exi,te en la
naturaleza humana v en todos lo órdene- de la existencia". 1
Tal caracterización del indi"iduo. que hunde sus orígenes en
la metafí~ica iluminista. 1nodula el tono ma\'or de la teoría poli·
tica del principi-..mo en torno a Ja libertad abc;oluta. en el atnplio
alcance que le asignaba 1osé Pedro Ramírez cuando proclamaba:
" .. . la libertad en todas las c~fcros, la libertad para todos, la
libertad como punto de partida, la libertad como medio, la libertad
. " . ..como f 1n
Profe.sión de Fe Racionalista, en El Siglo, -'l ontcvideo, 28 de julio
de 1872. anexo al n9 2303.
1
Carta ele José Pedro Ran1ire: a Juan Carlos Góme:, ~fonte\'idco,
28 <le Sl'tit·rnhrc de 1872, en Cue.:i.tiones Orientales, en El Siglo, ~Ion te' ideo,
!!
28 de !!elicn1Lrc de 1872, nO 2335.
96-
�DC' igual modo el individualismo racionalista regula las relaciones entre Estado e individuo, motiva sus ideas económicas,
radicales en cuanto a libre iniciativa y, en fin, conforma sus
miras sobre Ja en cñanza con10 medio de erradicar los vicios que
aquejan nuestras institucionrs, proponiendo la ele' ación de Ja
prensa a una suprema función educativa de carácter social. Alienta
en su cosmovisión un idealismo que identifica lo existente con lo
inmancnt~ y concibe toda la realidad como racional. al modo de
Ilcgel ruando encara a la razón absoluta como té1 n1ino final del
dc~envol\. ímiento dialéctico.
Sc1ncjante visión c!el universo y de la vicia se oponía Iorzosarnente a la concepción escolástica que nos legara nuestro pasado
hi pánico; a~í un cauto alejarniento de los dogmas teológicos fue
operándose desde las primeras generaciones que transitaron la
lJniversidad, al influjo del e pirituali~mo metafísico que apuntaba
h acia un dcísn10 racionalista. Los discípulos de Plácido Ellauri
hocen suc; prirneras esraramuzac; contra las creencias tradicionales
cle-;de El Iris (18(>4.) y la Revista Literaria ( 1865) impugnando
ni cal olicis1no en nombre del racionali,1no que por entonces pregonaba J?ranc i ,co Bilbao. Con la inslalnción del Club ( niversitrrrio. •n 1868. se señala una etapa dcci iva en la clef inición de
ur¡uelln juventud. l•.n el C'lub Universitario, étnulo de los salones
litera rios de la época 01 lcanista y ele la egunda República. aquella inquieta juventud, rnuy al día con las corrientes europeas en
hogn, discutía con pa ión las propo~icioncs pre entada en for1na
de· ensayos, \ crsando gcnernhncntc sobre asun tos fil osóficos, rcligiosog n soc·inlc ·. La ardiente n1ilitancin ideológica de aquellos
prccocc::; t1ihuno ... pre taha n los polén1icas el agitado furor de
)ns cont ic11dns poi Íl icns. '\'a se prcc;ientcn. hacia 1868, los arrchnt o~ grunclilocucnlcs y Jos nrre!;to~ ron1Únlicos de los ora<lorc,,
per iodistns y parln1nentarios riel 73. 1 }Juedc decirse, pue , que
en el (;/ub Uuiucr ~itnrlo se tcrnpln el dogma filosófico cuya sin1icutc JH ovPnía dc•l inngislerio ele Don Plácido EHauri.
I .. n CXfH t' ión adulta, aunque precoz dentro de nuestro proces o
tncntnl ele nc¡uC'lln postura filosó fican1cnte ccnlracla en torno al
rnr·il)11111is1no surge corno expre,.ión ele definitiva ruptura entre
11uco.:t1 o librcpcn~n111icnlo uni\ ersitario y el dog1nalisn10 católico
t 1 adicional con lu llan1ada l'rofcsión ele /?e Raciona/isla suscrita
1 1/r.tat del Club
1ft cueo de \To11tctidco.
Unir cr.~it,1rio,
l.
-97-
I.
afio 1868. en Biblioteca del
�•
por los miembros del Club Racionalista, flamante derivación del
Club Universitario. Y no casualmente coinciden en el tiempo, en
ese año de 1872, la formulación teórica de una actitud mental
en cuanto concepción orgánica del mundo y la vida, y la concreción definitiva de los programas políticos y sociales de los
partidos doctrinarios. 1 Oc urre que ambos - Profesión y programas-- responden a una misma exigencia esencial tendiendo
ambas afirmaciones, convergentes y unívocas, a satisfacer las
exigencias de su credo espiritualista. En la Profesión de Fe se
r econoce sin esfuerzo la línea especulat iva del r acionalismo moderno. Allí alienta la separación que traza Spinoza entre la
enseñanza de la verdad y las reglas de conducta que deben se·
guirse, su concepción de Dios, las relaciones con el mundo y
el h ombre, y la crítica spinoziana de un Dios sujeto a las pasiones:
"Profesamos la existencia de un sólo Dios, er Supremo, creador
y legislador del Universo, única fuen te de razón de todo lo que
existe; esencia del bien, de justicia, de amo r, de r azón y de
belleza; ser inmutable; soberana y perfectísima inteligencia; luz
de todas las luces ; suma unidad, suprema armonía. Y juzgamos
como n egatoria de la conciencia humana, como con traria á las
r evelaciones de la razón, como sacrílega, como blasfematoria,
como impía; como desquiciatori a de todo orden en el mundo;
toda d octrina que niegue la existencia de la Di' inidad como
causa única del Universo; T oda doctrina que predique más de
un Dios, que confunda á Dios con el mundo; toda doctrina que
predique la negación de la unidad di,•ina; t al con10 el dogma
cristiano de la Trinidad que es la negación de Dios mismo. Que
predique la mutabilidad, la materialidad, la humani1ación, la
encarnación de Dios; que predique el tniJagro, abrogación de las
leyes de Dios por Dios n1ismo ; toda doctrina que haga de Dios,
soberano bien y soberana perfección, un ser mudable. \'Oluble,
sujeto á error y á arrepcntin1iento, capaz de odio. de ira y de
vengania." 2 La idea de la perfección de Dios que surge de la
Cfr.: Programa del Club Radical~ \lonle\ idcn, 30 de mayo de 1872,
en
Paz, ~ l on te\iJ eo, 2 de junio de 1872, n9 319; Programa del Club
/\'aciona/, l\Jonte\'idco, 7 de julio Je 1872, en La Democracia, ~lont~\'ideo,
9 de julio de 1872, n9 36.
1
l~<J
z Profesión de
ft!
Racionalista, en El Sis/o,
de 1872, n 9 2303, a nexo.
-98-
~lontc\ideo,
28 de julio
�Profesión recuerda el modo de demostración axiomática que
empleaba Descartes. 1
El principio de la autodeterminación humana, y el del origen
divino de la librrtad qui1..á no sean ajenos al aforismo de Spinoza:
"I~l fin del Ec;tado es la libertad". Dicen los adherentes del
Club Racionali.sta : "Profesamos que todo hombre ha recibido de
Dios la libertad, don sagrado, prerrogativa de dirigirse en la
vida, en la investigación de la verdad, en el conocimiento de lo
bello, en la reaJi¿ación del bien; derecho á examinar todo lo
existente, derecho ilimitahle á analizar sobre el hombre, sobre
Dios; sobre la aturaleza; facultad irrcstringible de buscarse los
medios más nobles, más puros, más lej ítimos para el desarrollo
del espíritu, el cultivo del sentin1icnto, la purificación del alma
y la salud del cuerpo;
carácter inviolable de nuestra dignidad
personal- . ) r juzgamos como opuesta al testimonio irrecusable
de la ronc:icncia, como desdorosa, <l<'nigrante y aniquiladora de
Ja nohlc1a y la dignidad humana; juzgamos como falsa, como
sacrílega, como in1pía toda doctrina qu~ restrinja ó niegue al
hombre la lihcrtaJ, el derecho pcrsonalísimo de creer, ele pen<>ar,
de j u1gor sobre todo lo que atañe al problerr1a de nuestra exis·
tencia, al destin o del hombre, á su relación con los demás seres,
á su relación con Dios." 2
No cscapnn asimismo al ligero análisis ciertas influencias
inmediatas entre CU) as voces prima la <le Francisco Bilbao, que
postula una ruptura definitiva con el catolicismo, opuesto
en
su modo ele ver- a su progran1a emancipación mental. 3
En síntesis, Ja Profesión de Fe Rncio1uzlista del 72 puede
csquematiTnrse en el planteo de los siguientes supuestos: noción
de Dios omnipotente (Desearles); autonomía ele la razón (Rous·
scau); principio del libre albedrío (. pinoza ) ; bondad innata de
la condirión hun1ana y tendencia hacia la pe1 fección (Rousseau) ;
teoría clrJ deber; inmortalidad del alma (espiritualismo) .
El .)iglo. rector de la prensa principista, permanece
en la
tesitura clcl Club Racionalist(J;- fi el a sus postulados del 72: iU
1
E. Bní.un:n, llistoria de la Füoso/ia, t. JI, pp. 81 y ss., Buenos Aires,
1953.
l'rn/rs1ón ele Fe Racionalista, en El Siglo,
de 1872, n9 2301, ant"\O.
2
~font
video, 28 de julio
8 Cfr.: L1 oro Loo 7EA, Dos etapas del pensamiento hispano-americano,
etc., cit.
-99-
�propaganda -expresa o tácita- no p odrá disimular su adhesión
al credo racionalista, y p or ende, su cerra da oposición al catoli·
cismo anti-racionalista, ya en el orden d octrinario de las convicciones, bien en el aspecto práctico de las r el aciones de la Iglesia
con el Esta do.
Concluyendo, la actitud filosófico-religiosa del pr incipismo
liberal se define en la interacción histórica de dos procesos espirituales -europeo el uno, nacional el otro- que se conjugan
por 'ez p ri mera en nuestro derrotero ideológico.
L a p ostura de las élites principistas r evela. una vez más, el
dil a tado eco del liberalismo europeo en el Río de la Plata a cuyo
llamado obedece nuestro liberalismo ver náculo. L iberalismo y
catolicismo tipificaban p or entonces dos acti tudes antagónicas
frente a la \ ida : a la exaltació n de las potenciac; individuales. de
los '-upuestos terrenales de la existencia y al culto de la libre
iniciativa que pr om ueve el liberalic;mo. opone la coc;movi'-ión
católica su sentido ul tramundano de la vida y un rie:ido acatamien to dogmático. q ue excluye la di~cu.;ión racional. El problema.
que había cobrado particular virulencia en Francia con moti,·o
de la e cisión de Lan1ennais de la ortodoxia católica. culminó en
la época de Luis F eli pe con la controverc;ia que protago nizara
1\1ontalembert fren te a l ataque de Quinet } ~Iichclet en la cátedra
y alvandy en el gabinete. Ju]e.c; ~ imón y Amadeo J acque-.. sin
proceder del mismo cuño liberal. definían en la década del 40
la tónica del librepensamiento anticatólico fran cés. La po,tura
racionalista-liberal qut?' adoptaban dr,pué.::. de promediar el ,jglo
I.. abou layc, (estelar ) Bilbao. núrnrne inspiradore-. de la ju' entud
ilustrada del Club c.:niversilario, dió u color definiti\'O a nuestro
principisrno doctrinario.
El otro proceso - de orden nacional- que concurre a p o'ibilitnr ~tas ideas que involucran todo un 'it aje religioso y filosófico. se refiere a la tradic ión hispánica. ~ i hien la religión
católir.n arraigó en nuestra soci ·dad colonial. 'U dogma no logró
ejercer una influencia niayúscula en la conforn1ación mental de
su pohlación. Fcnó1neno singular en J\ n1érica -con10 hicn lo
oh"rrva J\rdao-, n uc-tro país eludió. por obra de las circuns·
tancias h i-,tóricas que jalonan su tránsito colonial. aquel lc,,.ado
aún hoy gra\ ita ntc en mucho~ pa1s{;s americano'. Por nue5tra
condición de mera plaza fuerte, el clero no a~entó en In Banda
Oriental una Iglc ... ia poderosa como en la principa}c.. ciudades
del \ 1 irrcina to. Carente de l lni\!er -idad colonial. la ("•colá tica
1
-
100 -
�-sin tradición uni\'ersitaria- penetró trabajosamente lle.:;c1e crntros y hacia grupos restringidos. I..a relativa amplitud de miras
que se advierte en las personalidades eclesiá--tira-; de nue,tra
Colonia y primeros años independientes - P érez Castellano,
J_,arrnñagn- atestiguan el aserto. Nuc tra niversidad, de neta
inspiración espirituali ta, contribuiril, a partir ele su fundación
en 18'19, n consumar nuestra autonomía rrlig io~a y filosófica.
IJibcralismo rncionnlista. puc-~, procedente de Europa, y débil
t radición cscolásticn en nuestro medio, se conjugan para provocnr,
ni rncnos en ]os círculos univcr itarios, cuando no en la población,
un dchilitnmicnto progrcc;ivo de la fe católica. mús tarde favorec ido incuc!"t ionablcmentc con la penetración de 'la fil osofía posi• •
l lVl ta.
J,ormncln en los cánones del cspirituali~mo ecléctico y el
cleí 1no rn<'ionalisln. la generación principisla proyecta su \'Ísión
clcl mundo y la vicln - u sensibilidad vital. diría Ortega- sobre
c:u rcnliclncl hi~tó1 ica . J~n esta proyección su.-.tancial c:e define,
con tono 1 onu:íntico y acento liberal, su acendrada vocación política.
Con nlirns a unn cleli111itnción ele términos no ~críu ocio a
cuestión - pre\ in n la filiocic'>n y definición ele la íil o~o fía polítiea del pi incipisr110- prcci ar el alcance y significado que
aquí se ndj11dic·n al concepto nbst rncto de generación. i cada
generación -corn o piensa Ortega- "representa una cierta altit ucl \•itn1 de de In cnnl c:e siente la cxic:tcncia de una manera
cletc1 rninncln" se hncc lícito hnhlar ele ge neración principista en
cuanto nlinoría rf•ctorn que. desde su ciicun lancia tc1npornl.
proyecta unn peculiar actitud frent e a la realidad nacional.
on
con1en1poráncos. proceclcn del 1nis1no cuño fil osó fico y adoptan
la" nli c:n1ns corrientes litcra1 ins y romúnLicac;. J osé J>cdro Rnmí rcl,
J ulio IT~1rcra y Obcc;, 1\gustí11 de V<!dia. Cnrlos l\.Iarín Ramírcz,
J nsí· P c<ho Vnrcln, Gonzalo Ramírcz. Frnnci.::co I.. a\'andeira. P'nhlo
I>e- ln1 ía, Juan Car Jo, l1lnnco. para no non1hrar c;i no a In fi gurn3
ptornincntc~ ele In ju,rnt11cl ele la d[.radn del 70, que llega nl
npogco ele c;u n1nclu1 cz l ~n1prann en 1872. 1
La línea filintoria del principis1no reconoce la gravitanle
4
l Junto~
han cnnvh·ido e n In" aulas unh er~i t nri a•, ~n el clu b político,
cn In rcd rH'f' itÍn d1•l pcdc)clico, en los salonPs clcl Club Unir ersitario. en la
prisiú11, !'n <'l d ccitiorro, •n la religj ' n de los prin cipios: n1últiplc y fecu ndo,
pues, fue eu conlncto \ital.
-
101 -
�primacía del pensamiento doctrinario francés, que circuló profusamente en nuestros cauces mentales desde el espiritualismo, el
romanticismo y el liberalismo, coordenadas filosóficas. literarias
y p olíticas que respectivamente blasonan la rígida estructura del
credo principista.
Generación fogueada en el avatar de la vida pública, su
profesión de fe política se inspira en las teorías del liberalismo
constitucional que postulara en tiempos de la Re~auración
Benj amín Constant, el apóstol de "la soberanía de la ra;ón de la
nación". Prudentemente apartado de los excesos revolucionarios,
Constant rechaza la autoridad ilimitada del pueblo, aunque cree
que la jurisd icción del gobierno termina prccisarnente donde
empieza la libertad de los individu os. 1 '"Los ciudadanos -reflexiona Constant- poseen derechos indi,·iduales independientes de
toda autoridad social, y eso derechos ~on. la libertad individual,
la libertad religiosa, la libertad de pensan1icnto. la garantías
contra la arbitrariedad y el derecho de propiedad .. , ~ Su filosofía
política desea n a en el principio de la libertad, al que condiciona
el pleno de-.envolvimicnto del espíritu humano. y en la idea de
justicia que en su teoría viene a configur3 r la verdadera sobe-r anía. Así, la acción estatal debe centrar~e n torno a la custodia
de la seguridad general y las gnrantín- indi\'idual .. , para hacer
efectivas paz y justicio. Celo o guardián el-. la Jihcrtacl religiosa,
llega a proclamar la separación de In I gtc~ia ~ el J~.. tado. Su
ideario político aloja pues. potcncialn1ent
el nódulo liberal de
los principio que nut•-.tra generación doctrinaria Jc,·antará como
bandera de combate cívico: lini iJaci.ón de los pocler ,¡,.¡ Ejtado,
libertcul de prensn )' de opinión, lib r/.<ul religio~a. libertad de
en.scñan;a, int·iolabilidad de la propi'cclad )' áeJccnLrali=ación ad• •
•
ministrat11r
a.
J~l patrón lib ral de Conc:tant e; impone en In cJac;es ilu5tr!·
das del l{ío de In l)l ntn, nnturalm nt re<: pti,·:i~ fr,nnt al liberalismo europeo gracia o aqu •1 l"mpcram nto indi"iduali--ta con
que hahin arraigado ·I ron1nntic i rno n e tn latitud •. al ejemplo
de un Eche,· ·rrin, de un Flor ncio \ 7arcla o un ] uon Carlo1
Có1nez.
Proboblementc los influencia
de Con lant ~e dilatan luego
R ~ \ ~to~o G. GttTr:1.L, lli:storic de la.s ideaJ política •, t. lf, p. 19l,
BGrcclonn, 1930.
1
• ::? B~~JAi\tÍ:-J Co!'i~TANT, CourJ de politiqu conJtitutionntlle, t. J, p. Jl~.
Pan , 18, ~.
-
-
102 -
�del fecundo viaje de Echeverría a París, de donde trasladó al
ámbito rioplatense todo el bagaje intelectual del a\'asallante ro·
manticisn10 francés floreciente por 1830. Oficialmente nuestra
Universidad, con el sensible atraso que impone su tardía inaugu·
ración, difunde las ideas de Constanl entre la juventud estudiosa
de Montevideo desde la cátedra de Derecho Constitucional del
doctor Carlos <le Castro, desde el curso de Derecho de Gentes
del doctor Gregario Pérez Gomar, y en su madura elaboración
doctrinaria dese.le la cátedra de Carlos María Ramírez, a partir
de 1871.
El pensamiento de Constant acentúa su grav itación en nuestro
medio culto a través de los escritos de uno de sus discípulos,
Eduardo Laboulaye, versado constitucionalista cuya opinión -ge·
neralmcntc la más recibida en la materia- era acatada con respe·
to por <'l principismo uni\•er itario. 1 Laboulaye heredaba aquella
lrarlición liberal que desde Ja ideología revolucionaria y a la luz
del inclividuaJis1no racionalista insistía - particular1nente en la
primera mitad del siglo XIX- en la exaltación de las libertades
individuale en nombre de los derechos naturales, a cuyo reclamo
se n1cno"cababa el omnín1odo poder tradicional del Estado. 2
I~cluardo I..nboulaye, máci. bien divulgador inteligente que pen·
snclor original, n1nnifiesta desde ]a cátedra y en sus escritos una
celoso devoción por la doctrina de los derechos natura}ec¡, a cuya
últin1a juf>tifirnción obedece su análisis <le la Constitución n orte·
an1cricana. \uestro principisrno, desde la pren a o la cátedra, la
trihuna o el jurado. hito ele sus obc;;.er\•acionc' y sentencias capÍ·
lulo ele fe. l)cslumh rado por las ideas liberales que pregonaba,
uanclo no por sus acentos e inflexionc::, ron1ánticas, los jóvenes
ilu ... trndo~ del 70 le elevaron con fórmula _ grandilocuentes al
nltnr inconrnovible de sus elegidos.
na opo1 luna cita de Labou·
lnyc l'n ·l jury, o en el Pa1larucnto sentaba opinión rara \.eZ
c.011tro\'c 1ticln. En verdad tuvo en sí I..ahoula) e el n1érito circuns·
tnncin l ele nglutinur y condensar lac:. ideas del fc<leralic;,mo estatal,
itnplícitn en la teoría política de la revolución americana, y la
típicn concepción ele la libertadc:- ingle~as. \ ..:.t ingr ·-;aron orgá·
uicn111c>11tc nl ideario principista. sistcmnti.7.adas por Laboulaye,
}oq cl ocl 1 i une:. nalurnlistas y conlraclualcs que arrancando de
1\Iilton r J..ocke, C11ocio y Pufcndorf cuhninnn con los escritos
E. L ,\DOlTJ. \ Yr, l/l~·tar et ses limit<:s, prof11 11 nmcntn catado en El Siglo.
r l.'strulio~ sobre la C1111stit11ción de los 1;s1ado.~ ll nidos, Sc~illu, 1869.
2 Cfr.: H. G1.111.LL, llistoria ele la~ ideas polític a~, cit., t. II, pp. 21 L
y 215.
J
-
103 -
�de Adams, Paine y J efferson en la Declaración de la I ndependencia Americana.
En cuanto a las libertades inglesas, Laboulaye contribuyó a
divulgar el análisis apologético que desde el ángulo de la filosofía
jurídica realizara Sir William Blackstone en los Commentaries
on. the Laws o/ England, cuya obra, en cuanto a la amplitud de
los derechos individuales, ejerció poderoso influjo en la revolución americana . Siguen a Blackstone en la linea liberal anglo·
sajona Priestley, Price y el jurista suizo de Lolme, panegi·
rista del gobierno civil, de la institución del jurado y de lai
garantías del Habeas Corpus. En suma, a través de Laboulaye
nuestro pensamiento doctrinario asimila definitivamente la tradición británica de la Magna Carta, del Bill de Derechos. de la
Petición de Derechos, del Habeas Corpus Act, cuyos postulados
amalgama la Constitución escrita de los Estados Unidos. 1
El más e cueto análisis de la teoría política del principismo
no puede eludir la consideración de la figura de Alexis de Tocqueville. CU}'a originalidad de pensam iento se proyecta con decisiva influencia en la definición de su filosofía política. La
exégesis de sus ideas. centradas en torno a su libro La Democracia
en América, permite situar claramente la filiación de nuestro
liberalismo en cuanto fundamentación de la estructura democrático-republicana.
Tocque\ ille venía a salir al pac;.o del liberalismo ortodo'\{o
de la Restauración que, a título de contener lo excesos de Ja
ideología revolucionaria del 93. comenzaba a adoptar las poc;turas
y giros conservadores que tipificarían la conciencia de la hurgue~ía liberal que se impone luego ele la revolución de 1330. -~
esa concepción, un tanto inclinada hacia las derechas. opone
T ocqucville su teoría de la libertad. que descansa en el concepto
ele igualdad: traza un in' entario prolijo y exhau~ti,·o de los
basamen to~ qu~ sustentan el orden democrático. CU) a concreción
práctica descubre en los E'tados Lnidos bajo la forma de sus
in t itucioncs republicanos. 2 Cree que los gobierno_ populares
educando al pueblo en e.;;,as doctrinac;. den1ocráticas y particular!bid.. p. 96: Jo11N E. RANOAl. t, f~fl formación del pensamiento modt•rno, pp ..13, y ss., Buenos Aires, 1953: ll1:Nnt l\hc1u·:L, L'idée de l'Etat,
P oric., 1898.
1
''fl·
Lr.s grandes oeu1 re~ poi ·rques de
cliia1•el a nol jours, p. 223, Pari<a, 1950; Guron DE Ruccn.no, toria del ¡;.
bt•raN.,n10 europeo, pp. 203 a 207, Bori, 1925; fn:."EnLllO CROC.E llistoria de
Europa en el $iglo XI.Y, pp. 159 y 160, Buenos .A ire , 1950.
!:? Jr.AN JACQUES CHT.\',\t,11r.n,
-
104. -
�n1cnte en el principio del sel/ govcrnment lograrán un equ ilibrio
cxcluyc·nte <le toda tiranía. IJcjo de los planteamiento5 dialécticos
al modo efe Ilegel, •'dio el prin1cr libro vcrdadcran1entc filosófico
sobre Ja hi toria política -anota Fuetcr-, enseñó a di_cernir
hnjo los {enón1enos exte1iores la esencia íntima ele ]as cosa , a
vor un cncadcnan1icnto allí donde Ja mirada ,·ciada del pragrna·
t i la o del <loctrina1io político creía encontrar oposicione - incon·
cilinblc ''. 1
Según el testimonio de Snr1nicnto. los escritos de Tocque,·ille
eran ) a familiares a la generación rornántica que militaba en los
snl one~ porteños. 2 • in duda dc.. dc esa procedencia se afincó en
iviontc' ideo con el bagaje ele la emigración d el 37. En arnbas
tnúrgcncs ele} l'lata u acción -ya directa o bien indirecta por
la prédica de sus epígonos- f uc ele influencia decisiva en la conf 01 mación ideológica ele ac¡ucJla csl irpc liberal.
I~n ivlontcvicleo, la obra de 1'ocqucvil1e alienta en las teoría'
filosófico-polítir.as que Pérez Gomar expone en la~ páginas de
E'L Iris y en sus confcrencins soh1c Derecho \ntural de 1861, así
con10 gravita en In cátedrn de I~conomín Política de Carlos de
Cnst1 o. l.atcntcs en las J>l irncras exprec;iones dar.trinaría del
¡u incipic;n10, las ideas de 'focqucville r.on forrnan c;u títpica con·
c·cpción política y su fe dogmfítica en las institucioncc; clemocráticnc;. 1 n cátrclra ele Cnrlo~ i\Iaría Rnmírez. y ]ac; páginac; de
/ ,a flan<lera l~nrlicnl. El Siglo. I..n Paz } La Dcrnocrar.ia. cuando
no lo· c·itas en la Cárnara, están revelando a diario la poderosa
sug ·stión que cjercic1a en nue,tro medio intelectual ele entoncec;,
In figura -genial ~in duda- de Alexis de Tocquevillc.
Concluyendo. si fuera precic;.o anotar en trazo sintético los
111ln ns írnncc~cs que definen In fili~ción política de nuestro princ•ipisn10, las cifras del halnnce inclirnrían: Benjamín Con'-lnnt en
lu si~ten1nli1ación clá ica del liheralic;.1110 doctrinario: 1\lcxis de
'l'occp1c\'ille c11 el e qucn1a instilucionnl ele la dcrnocracia y
J•:dua rdo J.,nbo11h1) e en In di fusión ele las teorías políticas, maduras al calor de la xpcricncin nortenn1ericana.
t rn\'és de lns cxpo"icioncs de 1'ocqucvillc v ele los csr.rilos
de T..ahonln\ e dccoc1nboca en la ci1tedra de J)erccho Conc;titucional
del 7 l el alu, ión tcór ico del con lilucionalii;;n10 n o1 tearncricano.
~
l
Fn. F1 c:rFn, llistoria de la historiografía n1oáerna, t. TI, p. 238,
íl llCllO~ J\ l"CS, l C)!)J.
Cír.: Jn É Lt I:,
llixico, 1916.
!!
no~1~·no, Las ideas políticaJ en Argentina, p.
-
105 -
l •l·J,
�Taylor, Saint George-Tucker, Story, Curtis, son profusamente
citados por nuestros principistas --especialmente en el debate
parlamentario- como los más típicos representantes de la filosofía social del Norte.
Taylor y Tucker, teóricos de la llamada "dinastía de Virginia" 1 propendían a hacer efectivas. en el orden práctico, las
garantías democráticas, en cierto modo cuestionadas por la gobernante aristocracia mercantil del Norte. Por ende, combatían la
centralización administrati,·a, se oponían a los grandes ejércitos
permanentes y a la creación de un Banco Nacional. Sus teorías
de gobierno ofrecen no pocos fundamentos a la cosmovisión
política de nuestro principismo. 2
Curtis, representante del idealismo puritano de la Nueva
Inglaterra -repetidamente citado por ) osé Pedro Ramírezjunto a Bryant, Greeley, Beecher, Halleck. y Willis 3 , representa
la reacción social más típica frente a los desmesurados avances
del progreso material que propugnaba la ma} oritaria cl:ise com~r
cial y financiera. 4 Con sus mismos argumentos el principismo
espiritualista enfrentará los primeros síntomas del advenimiento
positivista.
Particular arraigo tienen en un dilatado sector universitario
las ideas del constitucionalista Joseph Story. Inspirado en las
teorías inglesas e influído por Blackstone s, sus idea~ expre~an las
limitaciones opuestas en nuestro medio a los desbordes de l:ts
teorías políticas fran cesas. tory previene contra la amenaza potencial de un poder legislatiyo avasallante y sienta la doctrina
del equilibrio y restricción mutua de los podere-, que hará suya
el principismo. ·~ La filosofía práctica del sentido con1ún, que
preside sus Commentaries on tlz e Constitution. se advierte f'n
aquellas reticencias con que nuestros dottrinario" pretenden n1iLigar -volviendo los ojos a Inglaterra- los excesos ron1ánticos
de la teoría política liberal fran cesa.
l
R.
CETTEU.,
Historia de las ideas políticas, cit., t. 11, p. 199.
Cfr.: \ 1 • L. PARRt~r.roN, El de.~nrrnllo t!e las ideas en los Estados
U nülos, t. l 1, pp. 19 ) ~ lO. Fi ladclf ia, l 9·11.
2
3
/bici., t. 11. p. 350.
·1
Jbit!.
n / bid., t. If, pp. 4 tl a ·117.
fl
I bid.
•
-- 106 -
�oJri
la teoría de los
'- • mad'* el contorno y la
OIO 4e Jaa ~9ativas indi·
a lnlplraci6n de Ja Constitución
[I .qgrteamerlcana, habla procurado
éto IU alcance en forma expresa
clo q11e 1entaba el criterio liberal
oatenaible de 101 constituyentes,
concretaba el primer intento de
herencia colonial enclavada en
no. 18 decidía a ser pasado- una
u eoluc1onea absolutas al remedo
MQella vieja fórmula que posponía la
timo de la fuerzL El jefe político, el
ouando no el propio Poder Ejecutivo,
bajo dispares pretextos, las garantías
.U. neceaario por au flagrante eviel tJt.Jlplo para demostrar la vigencia de
ppao en nuestro proceso histórico
do aislo la pervivencia de hábitos
g oluntadee arbitraria que cues111 l• aeguridad individual, el dere·
e
resión e incluso, el primero
la propia vida. La prolija conlot aoutltuyentes del 30, se
contorno de nuestra realidad
�cátedra Carlos :\1aría Ramírcz- son el atributo pri1norclial de Ja
p ersonalidad humana, el más sagrado pa'rimonio de los individuos r deducimos ele aquí que el l1ombre no puede irresistiblemente buscar la sociedad para abdicar ese atributo. para dilapidar
ese palrin1onio- que la sociedad no puede ser ~ino un estado en
que el hombre obtenga ]a rnás amplia consagración en sus atributos. la más segura poc.esión <le su patrimonio. La cuestión de
los derechos indi\idua:cs es la cuestión fundamental de la ciencia
constitucional y política' 1 1 ~ afirmaba el j o~e11 caledrático de
Derecho Constitucional en 18íl. revelando en su preci::io concepto
la actitud mental de aquella generación espiritualista que. in1huída en Jos doctrinarioc; francec::es. replanteaba frente a distinta
realidad histórica las aspiraciones liberales oue inquietaban a los
conservadores de la monarquía parlamentaria.
No fue c;;Ín embargo en el piélago de la especulación abstracta
donde encalló la devoción cívica de la generación del 72. La
inveterada 'i olación de las g3rantías in<li,·iduales. le hare ad,•crtir
que sin ~u práctica vigc>ncia s imposibilita todo anhelo r~cons
tructivo. En este sentido antepuso a las conquic;tas materiales la
fundamentación efecti' a de los derecho:; y garantías indiYiduales.
Ello le Yalió, en su hora y po~teriormente> el juicio ad,·erso de
quienes, en la - aguas de l posili,·ismo. enfrentaban la recuperación
nacional desde el ángulo exclusiYo de la proc:pcridad 1naterial. 2
Los partidos de principios, al día con su legíLin1a realidad
histórica, reputaban incuestionable ) preYio a todo progran1a
p olítico el goce tranquilo de esos derechos. 1\~í lo entendía Carlos
María Ran1írez cuando en el curc;o de una polémica respondía
a los reproches de 1\ngcl Floro Co,ta: "¿ Con10 quiere que no
levantc1nos sobre todo la bandera de los derechos indiYilluales
cuando hace pocos años que la mazorca ª"on1aha su cabeza en
nuestras calles y todaYÍa ayer el 1ná- débil } deleznable de nue tros gobiernos de partido no cncontraha barrerac; de ningún
género en el camino de la inás estúpida arbitrariedad? ¿ Cón10
quieren en fin que no j u1guemos digna cle hombres serio~, de
verdaderos patriotas, la difusión continua, infatigable. de los
sanos principios liberale~. del respeto de los derechos del ciudadano, del culto a la" libertades públicas v a las for1na - conc:titu.
cionales, cuando todaYÍa pululan en todos los puntos del horizonte
0
1 CAnr oc; :\1 nÍ.\ R,, ·Mínr.z, Conferencias de Derecho Constitucional,
p. 171, Biblioteca .\'acional, .\Jontciideo, Colección Jllclián Lafinur, t. 190.
!? A Nct:L
FLono Co!>rA, El Banco 1.\'acional, BuenC1, .Aire~. 1874.
-
108 -
�político. ante la conciencia nacional aun indcci::a. los mismos
elementos del pasado que podrían, en unas h oras ele manco1nunamicnto ponernos otra 'ez á dos dedos del abi:::n10 con la dictadura o la anarquía?" t
Atenié nclo ·e al enunciado teórico ele l os derechos individuales, el princi pisn10 reconoce. co1no prcr rognti' as f undan1cnlales :
las garan tías indi, irluales, la libertad de opinión y de prensa, la
libertad de profesión y de defensa. la igualdad ante la ley y el
derecho c11} propiedad. "En 1ni opinión -decía a la Cámara de
Rcpre entnntcs J o é Pedro Ran1írez · baj o la palabra derechos
in<livi<lunlcc:, se cornprenclc no sólo la seguridad pcr onal. el derecho de no ser privado de la libertad si no con arreglo á las
lcyr.s, sino el derecho de no ser rnenoscabado en ninguno de esos
derechos que son inherentes á la nacionalidad del hon1bre y clcl
ciu<la<lnno coino es el derecho de no ser so1netido á pt i'-ÍÓn sino
ú n11; rito de orden de juez con1pctcntc. de no ser coa1 lado en s u
lihcrtad, el dt>recho de \ iajar ... el derecho de ernitir su penc::a.
rnicnto r.o n ar r eglo á las leye'- vigente", el derecho de ª"ociarse, etc.
Y nlás diré en el caso de Yiolarsc en un ciudadano la libertad de
pcnsa111icnlo, se cometería un atentado no solo contra la seguridad
inclividuol. s ino contra la propiedad n1isma ... " 2
l~a di stin ción d e los derechos individuales elche ser p1esidicln.
con arreglo n su jerarquía, por las garantías individuales. El
principismo procede a deli1nitar su án1hito entendiendo que p"r1
hacer efectivo el ec;píritu constitucional en la n1ateria es preciso
dictar normas co1nplementa rias que puntualicen su alcance y protejan al individuo contra los ele inanes del poder.
1\ ese fin obedece la carnpaiia que desde lu prensa y la
Cúrnarn se llc,•n a cabo para lcrrninnr con las innu1ncrables arbitrnricdadcs c;orncticlas al a111pa r o clcl a1 L. 81 de In Constitución,
en fnr1nu ele ntt·ntados que se perpetúan contra la scgu1iclnrl de
los hahitnntcs del país. ''IJa cguri<lad indiYidual. puntualiza
El • iglo. es pue,, la hase de locln 'º~icrlad ci\•ilizada·'. 3 IJas mediJa.... prontus ele seguridad que autorizn el artículo 8 1 de la
<:on titució11 , suspen'ÍYas de las gnrantías individualc~, vuelven
p1 ccnrio el goce ele las libertades fís icas, suj eto a la contingente
Carta <!t• (arios fil. Rarnírez. a 1'111gcl Floro Costa, Río <le Janeiro,
9 ele J11ltu de 1871, l'O f.l 1glo, :'\lontcvi<lco, 28 de Julio dl' 1871, nº 2886.
1
.Jo f. P1 ono R \:\fÍREZ. Diario de Sesiones de la Cáu1ara de R epre·
1e.fl ta11tcs, cit., l. XVIII, p. 3-19.
!!
3
¡;t :iiglo,
~Ion le' ideo,
18 de rnanr.n de 1873, nO 2193.
-
109 -
�voluntad de las autoridades. El escrupuloso Código de 1830 preveía y constreñía esos posibles excesos desde su artículo 143,
pero en la práctica se eludía caprichosamente el precepto.
José Pedro Ramírez, Pedro Bustamante y Ambrosio Lerena
llevan a la Cámara la voz del principismo con sus proyectos de
ley encaminados a delimitar los derechos cuestionados. El proyecto de Ramírez representa, a través de la tradición liberal
inglesa del Habeas Corpus, la reacción típica del parlamentarismo
civilista frente a los desmanes del Poder Ejecutivo, hasta entonces
árbitro indiscutido, de hecho, en cuanto a interpretación del texto
constitucional. Su articulado ,.iene a definir, en apretada síntesis,
los principios capitales de la teoría clásica de los derechos individuales. 1 El primero de los artículos establece las limitaciones
efectivas que el propio texto constitucional ha formulado a su
artículo 81; sigue pues el principio del acatamiento constitucional.
El segundo, al refirmar la constitucionalidad de sus miras, sienta
como garantía de seguridad individual el principio del Habeas
Corpus; el cuarto artículo, en fin. define expresamente su pregonado principio de la responsabilidad civil de los funcionarios
públicos. El informe de la Comisión Legislativa que integraban
Octavio Lapido. , .icente Garzón, I saac de Tezanos. Laudelino
Vázquez, Juan José de Herrera y Julio Herrera r Ohes, al expedirse sobre el proyecto de Ramírez. tejía así su elogio : "comparando la doctrina que él encierra con las disposiciones del Código
fundamental del E~tado y con los principios que constituyen la
base de toda sociedad bien organizada encuentra que es digno
de figurar como derecho positivo de un pueblo libre... 2 Análogos
puntos de vista sustentan Pedro Bustamante y Ambrosio Lerena
en sus respectivos proyectos sobre la materia.
Ante la preocupación legislativa por las garantías indi\'iduales. decía El Siglo el 3 de mayo del 73: "La reacción al bien
no podía ser más completa. Las ideas á que El iglo ha consagrado su propaganda. su inteligencia, su acción, han obtenido
el triunfo más fecundo y más honroso. el triunfo ante la opinión
pública ... se declara que el más encumbrado mandatario público
puede ser arrastrado al banco de los acusados. puede ser demandado ante un juez de paz por el último de los habitantes del
\ réase: Pro)'ecto de José Pedro Ramírez, en Diario de Sesiones de la
Cámara ele Representantes, cit., t. X\ 111, p. 157.
1
Informe de la Comisión de Legislación, en Diario de Sesiones de la
Cámara de Representantes, cit., t. X\-111, p. 309.
2
-110 -
�Estado, puede ser condenado á multa, á pri ión, á trabaj os pÚ·
blicos ... Sin embargo. ni una cen ura, ni una refutación. ni una
protesta se levanta para cerrar el paso á ec;;as nuevas ideas que
avanzan y que triunfan no por la ralÓn de la fuerza sino por la
fuerza ele Ja razón ... Para nosotros todos los trabajos legislativos
tendientes á asegurar el goce de la libertad ele los habitantes del
Estado no son más que manifestaciones de una fórmula suprema,
no son más que líneas que vienen á converger en un mismo punto:
Ja paz como resultado de una armonía entre el 01 <len y la libertad".
1
Brillante fue. en el curso de los debates parlamentario'. la
gestión cumplida por los h oinb res de principios en cu .. todia clt.J
<]Uc consideran el mandamiento má' sagrano de su credo político:
Ja clcf<"nsa de los de rechos individuales. ''I~ legiclo diputado dec;pués
de la Paz de Abril -evocaría José P ero Ra1nírez ele ele el exilio1ni primer cuidado. casi mi preocupación. fué aprovecha r aquella
1cncr·ió11 genero a para hacer oír en el recin to de la leji,Jatu ra
los ncrntos más airados contra esos atentados á la c;;pguridad
incli\'idunl, contra esa absorción de la individualidad humana,
verdadero soherano de las drmocrnciac;. por In personalidad pre·
J>otentc clC'l Estado, resabio inveterado ele nurstra cducarión colonial, que menguados políticos han perpetrado á despecho de In
propnganda 111ás inspirada y de Jac;; rcsi.,tcncias más enérgicas". 2
Precioso p~rrafo que desentraña las rnoti,·ueioncs e enciales de la
filosofía política del principismo: clá~ica oposición -antap;ónicacntrc indi,•i<luo y Ec;;tado, que recuerda las lin1itncionec;; que los
derechos naturales in1ponían al E'tado en la teoría d e Benjamín
\.on tnnl: a<>piración n1anifiec;;ta hacia la libertad política. último
fin ele la suciedad. en que se definen todos los derech os natu·
rnlcs.ª
'{ ngrr.gaha JO!'é Pedro Rnmírcz: " ... c:.i Jos ci udadanos de
un ptH•blo lihre no se preocupan ele garantir la lihertnc1 intli,·idual,
d.- r.olor.arla bajo la égida exclu-.i\•a ele la ley, y á cubierto de la
prPpotcncin guhernativa. su rol se cstinguc. para dar lugar al
siervo ele In antigua organización social. rc~ortP. pnsÍ\'O y abyecto
de cornbinacioncs bastardas, 'ej aloria~ del destino del hombre
J /~/
~f ontcvidco,
Siglo,
!! Jno.;~: PFono RA!'llÍílEZ,
3 ele mayo de J873. nQ 2526.
la deportaciJn a La llabanu en la Bllrca Puig,
r.i't., pp. 27 n 29.
a
Ré/lction~
JIENRI l\licHEL, L'idée de
n1.NJA'.\IÍN
e it., 1. 1,
p. 171:
Co
·sT.\NT,
-
111 -
sur les (onstitutions, Oeuvres,
/'L.tat, cit., p. 3111.
•
�y de los planes visibles del creador". 1 En la línea del liberalismo
de Constant atiende Ramírez las sugestiones de Laboulaye, su
discípulo, cuando demuestra la hostilidad del hoinbre moderno
hacia la intervención del E.stado, en cuanto autoridad, en el privativo dominio de su conciencia, "santuario in, iolable" como lo
define Carlos María Ramíre:z, donde no puede admitirse la ingerencia estatal: "La conciencia es liberada
escribe Laboula' cel individuo existe·'. 2
Bien pudiera resumirse la concepción naturalista de los derechos individuales que postulaba el principismo en las palabras
que pronunciara el director de El iglo - a modo de profesión
de fe liberal- en una de las reuniones electorales del 72: .. El
Ciudadano! El hombre! He ahí la 'erdadera magcslad en la
tierra: he ahí el 'erdadero soberano en la democracia. Los
derechos in di, iduales ! He ahí la palabra fundamental en la moderna organización de los sociedades ~ no consintamos que á
ningún título se menoscabe y conculque uno solo de esos derechos,
no necesitamos que se atente á la personalidad del hon1bre. n1il
veces más sagrada todavía que la del ciudadano. porque al fin
el ciudadano es un tipo augusto, creado por las sociedades modernas para subplantar al \asalJo y al súbdito. pero el hombre ea
una creación de Dios arrojaJa sobre la tierra para llenar su
destino que no está en la potestad de los ho1nb1es contrariar ó
anular. Maldito sea quien ose n1enoscabar los derechos inalienable¡ é in1presrriplihles de la personalidad humana! . . . defendamos todas las libertades que concurran á hacer una verdad de
la soberanía del pueblo. . . r.1aldito 5ea quien ose de hor más
cometer la insensatez de poner obstáculos á la libre e1nisión del
pensamiento. Por fin. señores. en el ejercicio del derecho do
asociación que presupone la inviolabilidad de los derechos indi' idualcs } la inviolabilidad de la libertau de prensa, sea1nos tan
enérgico5 como circunspectos ... '' 3
1 Jo~i PEDRO RAMÍRU,
. pag. _?8 .
ctt.,
E.
La deportación a La Habana en la Barca Puig.
La liberté ant1que et la liberté moderne, en
l\hcHtt, /.'idée Je L't.tat, cit., p. 314.
:?
LABOULAYE,
HENRl
Palahras del Dr. J osé Pedro Ramírcz, en una de la" primeras reuniones electorales de todas las fracciones del Partido Colorado, publicadas
por El Siglo, ~lontc\·ideo, 28 de :-eliembre de 1872, n9 2335.
3
-
112 -
�Nuestros partidos lihernlcs. cuyo brazo cler(.'('ho de~can"-a en
el periódico, serán los n1ñs celosos y porfiados <lefen~ores de la
libertad de pren-a. i bien ele acuerdo con el enunciado general
de ese derecho. nacionalistas y conscr\·aclores presentaban ciertas
diferencias en cuanto a su lin1itación legal.
Eu ocasión Je discutirc:;c en Cá1nara el proyecto sobre ley
de irnprentn, 1\gu t ín de Vedia expone sus ideas al respecto.
Establece el principio <le la lihertad ele expresión co1no garantía
constitu<·ional, co11cibiéndoln con arreglo a una n1uy an1plia latitud, únicn111~ntc li1nitada por la rcsponsahilidad ante los abusos
extre1nos. Ningunu autoridad puede li1nitar la franca crnisión
del pcn~an1 i cnto y de la;:, opiniones, ya verbales o escritas. puesto
que en Pilas re;:,idc por su condición, un derecho inalienable, inherente al hornbre e n cuanto indi,·iduo. 1 Y persiguiendo una absoluta libertad de conciencia propone la libertad de discutir, } aún
de atacar el dogrna religioso.
El g1upo conservador acorde con la tesitura del legi~la<lor
nacionnli la, apoya su proyecto, aunque propende -difiriendo
con los po Lulados de La !Je111ocracia- a una limitación más
J>rccisa y cercana de e e c.le1echo. que proteja contra el desenfreno
de la lihcrtad de palabra. . e opone a una peligrosa irresponsabilidad de la prensa, que volvería a cuestionar dc~de otro extremo
-no 111cnos peligroso- la cfccliYiclnd de esa garantía. Cree
El Siglo que e necesaria Ja acción clcfen si va ele la legislación
penal frente a los cielitos que, como calu1nnia o injuria, tipifican
los extravíos de In jJrensa. l~n la línea doctrinaria de de Lolme,
Story y I~lackstonc. los r.on.;;,cr\·adore~, apegados a la concepción
ju1 ídica de Jos c·on ...titucionalistas anglo!:iajoncs, propenden a las
li1nitnciorH'S de la legislación penal. I~n cuanto a garantías, nuestros pnrtidos ele principios n1ucstron unánirnc acatamiento a la
institución del ju rndo. .N ncionalista , radicales y conser\•aclores
rcconocc11 en el vPreclicto popular ele) jurado -como en E-ta·
dos Unidos entonces- la supre1na dcfcnsa frente a los desbordes
de la libre expresión. 2
\'rorA,
XV11J, p. 236.
1 Prn)ecto de Lr...,· 'iobre /tbertad de. expresión, dt• .\c usIÍN nr
t:n f)iario de Sesiones tic la Cú"i.ara de Rcpre!>e11tan tes, cit. , l.
Cfr.: La Ccn.~urrz, en !.a r•a:. I\lontc,irleo. 22 ele ap;octo c1,. 1872,
n9 444; La Democracia, ~[onti•virl~o, 16, 20 <le mayo de 1873; El Siglo.
~foolc\'i<lt.·o, 18, 22 <ll· mayo <le 1873, ns.. 2538 y 2512.
:J
-
113 -
�Consagrado a estimular Ja propaganda de los principios de
la libertad individual, nuestro liberalismo predicó con reiterada
insistencia la libertad de profesiones. En ese sentido su acucioso
interés promovió, en aras de una ilimitada libre iniciativa indi.
vidual, ciertas exageraciones. Aunque concretamente se proponía
bregar por el franco ejercicio de la abogacía fue llevado. en la
extensión <lel principio, hasta el extremo paradoja! de reclamar
la exención de título académico para ejercer la medicina. 1
A una extrema concepción del liberalismo responde el pro·
yecto de ley que suscribe Julio Herrera y O bes sobre libertad
profesional_ 2 persiguiendo su vieja consigna de emancipar al
individuo de la tutela del Estado. "Déjese al interés individual
el cuidado de atender á sus propios asuntos; déjese en libertad
al individuo de gestionarlos por sí mismo ó de confiarlos á las
personas que le inspire confianza, y no se empeñe el Estado en
ser tutor eterno de todo, y en impedir que actúen ante los Tribu.
nales todos los que no están revestidos de un diploma de capa·
ciclad oficial, que no siempre garante capacidad real y efec.
tiva ... " 3
Julio Herrera veía en la exigencia del título universitario
una traba y una imposición que venía a menoscabar el ejercicio
de uno de los primeros derechos indi,·iduales. Posponiendo. en
gracia a sus principios, los pri\.ilegios que entonces usufructuaba
su propia profesión. pregonaba el conocimiento popular de leyes
y trámites que nulificac;e el mo:iopolio de la toga. 4
El liberalismo, tradicionalmente vinculado desde sus orígenes
a la afirmación del derecho de propiedad. 'ino a consagrar su
defensa como uno de los primeros postulados del dogn1a de lo5
derechos individuales.
Así lo entendió nuestro principismo, empeñado en hacer efecti\'as las garantías legales con que se rodeaba al derecho de
propiedad. Exprec;amente consignac.lo en la Constitución. los sistemáticos abusos que obstaban a ~u libre ejercicio venían reclaT.a libertad de pro/e.~ión. en El Siglo, f\ionte' idt'o, 8 de abril de
1873; El Siglo, ~Ionte\'ideo, 28 de febrero de 187'1, nQ 2768.
1
2
Diario de Sesiones de la Cámara de Representantes, cit., t. X\ 111,
p . 240.
3
Cfr.: El Siglo, l\lontevideo, 28 de febrero de 1874,
.i
El Síslo, ~lonte\'ideo, 8 de abril de 1873, n~ 2:>10.
-
114 -
n9
2768 .
�mando la sanción de leyes complementarias que le amparasen
eferti\lamente. Manifiesta el doctor José María Muñoz al exigir
esas garantías en el Senado: "La propiedad está mandada respetar
por dos artículos de la Constitución muy terminantes. Es sagrada
é inviolable para ante toda autoridad y para los particulares ...
¿Qué es pues lo que ha podido hacer infeliz esta disposición tan
terminante de la ley fundamental? Es precisamente el abandono
de eso que se llama teorías de eso que se llama utopías: es que
no hay autoridad pública con derecho á obediencia sino dentro
de la esfera de sus atribuciones ... ,, 1
Con el despertar de la filosofía individualista el individuo
se yergue frente al Estado, hasta entonces absoluto, para postular
sus reclamos tendientes a una delimitación precisa de sus dominios. Individuo y E~tado, cada vez más antagónicos en su acción
y sus prerrogativas. se en frentan durante el siglo XIX desde
distintas doctrinas políticas y filosóficas. El individualismo, que
madura en el siglo XVII 1 al calor del racionalismo filoc;;ófico y
Be concreta en el :X J'( en su plena vigencia político-social preside
el derrotero de todas aque1las teorías que desde la Revolución
procuran c1nancipar al ho1nbre --como áto1no socialde la
tutela agobiante del Estado. Sobre ec;e supuesto descansa la
cosmovisión política del liberalismo tradicional que propone la
libertad como condición para el pleno desenvolvimiento del espÍ·
ritu humano. Según Benjamín Constant el Estado debe limitarse
a mantener la seguridad general y a garantir el pleno goce de
l n~ libertades dentro de la paz pública. El Estado representa la
justicia }' la paz. I~a es su <''-fera legítima. 2
En tal tesitura. t:l principic;.mo aferrado a la teoría del Fstaáo
gunrtlirín hace el clásico distingo liberal entre autoridad e indi\ ¡.
dualidad. José Pedro Rarní rcz define posiciones al respecto: "hay
dos escuelas respecto al Estado. Una. . . la e:;;cuela que quiere
ver al l~stado inlcrYiniendo en todos los ramos de la activiclad ...
Otra. In que no quiere ·ver al Estaclo intervini endo sino con la
intcr\'Cní!iÓn inclirccta. dirernos así. concurriendo á garantir la
seguridad exterior y el reinado de la paz, de la justicia y del
1
Diario ele
:.: llt.:'\J,\.,tí:-o
Sc~iones
de la (amara áe Scnadore'i, t. ;,IIT, p. 135.
Co~~• \ ~T,
CourJ de politiq11e constit11tionnel/e, cit. ln tro-
duction.
-
115 -
�orden en el jnterior ... " 1 "Al Estado proteger, al indi, iduo obrar"
es el lema de nuestro liberalismo receloso de toda inter\'ención
estatal que pueda gravitar sobre el dominio pri\ ativo del individuo. "Que limite (el Estado] su misión á proteger la libertad
i ndividual. el verdadero, el supremo, el sólo interés público.,
propone Julio Herrera y O bes. 2 Es Ja expre~ión \'igilante del
liberalismo frente a las intromisiones estatales tal corno surge ele
los escritos de Constant y de las observaciones de su discípulo
Laboulaye quien, ante la experiencia democrática que ha presenciado, concluye que en los Estados Unidos "el Estado es pequeño
porque el individuo es grande". Su concepción del Estado corno
organismo regulador, proviene lógicamente de la cerrada estructuración del indi"iduo, ser omnipotente al que deben prestarse
todas las garantías para que pueda desenvolver libremente su
destino. No podía admitir otro contexto la teoría de los derechos
individuales que termina de enunciarse, y en cuya función se
desarrollan Jos postulados esenciales de la filosofía política del
principismo. 3
Las sucesivas conmociones políticas que siguieron al comienzo de nuestra vida independiente hicier on reflexionar más
de una vez sobre las bases que sustentaban el ordenamiento institucional del país. Andrés Lamas, Manuel Herrera y Obes. Bernardo
P. Berro, Juan Carlos Gómez -entre otras iluc;tres personalidades- h abían sopesado desde distintos ángulos el problema de los
principios ele gobierno. La generación del 72. en1peñacla precisamente en la reestrucluración de nuestra convi' cncia político.qocial,
se abocó a su planteo con ac ucioso interés y sólido bagaje doctri1
Diario de Sesiones de la Cámara de Representantes. cit.,
t.
XVIII,
p. 537.
z Las 11iejas y las nuevas ideas, en El Siglo, 1'Iontc\ideo, 19 de abril
de 1873,
n9
2501.
a Sobn· e.1 individuo y t•l Estado véa--e: Con/erenria ele Derecho Cons·
titucional. 1\"ociones generales sobre el indir•iduo y el Estado. en La Bandera
Radical, ~lonte' ideo, julio 9 de 1871. n<I 21; CARl.OS ni: C .\STRO, Curso de
Fconomía Política, f. 207; Diario de ~es1onc~ de la (amara de Represen·
tan tes, cit., t. X\ 111. pp. 537 y ~s .. 180 y ..,.... 339 r ""· '. Fl pro)'ecto del Se·
11ador Camino, en El Siglo, l\Ionte\ i?eo. 19 de abril. de 1873. n9 ~50 i;
¡;¡ Estado y los ferrocarriles, en El 1g/o, ~Ion te\ ideo, 2 de abril de
1873. n9 2505; Un buen precedente, en Fl 5,g/o, \I ontcvidco, 28 de mayo
ele 1873, n9 25·16; La prenr;a ~in doctrinas, t'n El Sislo. i\lontevideo, 13 de
noviembre de 1874, n9 29i6.
-
116 -
�nario 1 meditando la1 gamentc en torno al planteo teórico de los
cánones políticos de nuestra organizarión republicana.
Nuestro principis1no - <'01no se puntualizara - hizo cuestión
capital del respeto de las libertades individuales como ba"e de las
libertades pública y <le la eficiencia dernocrática. De ello c;u concepción del Estado, mero sostén ele las in~tituciones, y su fe en la
soberanía popular. J~l gobü~rno - como lo proclarnara Don Carlos de Ca--tro desde la Cátedra de Economía Política - es limitado
en su n1andato. no es dueño ahsoluto y despótico ele todo. u presidente elche ofrer.cr garantíns para el ejercicio de todos los derechos
y moralidad en la ar11ninistración de los intereses públicos. 1
El fundarnento rnotor ele la teoría ele gobierno principista
clr.Qcan.:;n Pn la vigencia de la libertad política. plf'na y sin retaceas,
pese a los peligros que involucran sus excesos. Pedro Busta1nante,
irn ocabn nsí la libertad desde la Cámara: "yo digo que todo país
que renuncia á los hcneficioc; ele la libertad y á sus inmensa ven..
,
.
.
,
t aJn" por 1r. rnor a sus 1nconven1enles es un pa1s n1no, v es un pa1s
r.ondennclo ñ etPrna tutela, ii ser pcrpetuan1ente esrlo,·o civil ó
políticamente". )'" agregaba definiendo en torno a la libertad el
con1etido del gobierno democrático: " . .. la n1isión actual ele los
podcr<>s públicos. la 1nisión nrcrsnrin~ no es dirigir la actun1idad,
no es prcYcn ir todos los males y los inconvenientes que la libertad
puede tener: es garantir el libre ejercicio de todo" loe: derechos
y clej ar que los pueblos por c:í, ello~ por c:í hagan uc:o de su activirlad cómo y de )a 1nanera que }es parezca 1nejor )' llHlC: con\'C11Íente ... " 2
En el mi.-.mo sent ido se pronunciaba J oc:é Pf'rlro Ra1nírrz con
I' inquchrantahlc en los hencficio" de la lihe1 tacl: "Crecn1os que
In C'scnc·in del principio de la libertad aplicacln á todas las insti·
tucioncc:. hun1anas. hn de traer Ja íe] icidad dr- los puehlo". con
J>rcfert>ncin ú las comhinacionr.c:. Rrhitrarias de lo hombre~; y estarnos dispuestos ;;Í c:u frir las conc:.ecucncia" de In veleidad ele los
pueblos nuí · bien que persuodirlos <le la falscdud de un sistema
que est ií hosndo ~n ln naturaleza y que ha sido promulgado por
e) Cr<>ador Suprcrno ... Yo creo qne es preferible hundirse con
e os principios en la hora ele la adversidad ..... 3
~
1 CAttl.OS DE
e \STllO,
Cur~n
·-
de Fronon1ía Politico, cir.
Pi onn Bl 'T\M.\:'\lE, /,a libertocl de t•nlisión, en Retista Nacional,
76, p. 90.
:.!
nQ
a /)iario ele Sesiones de la Cán1ara de
p. 232.
-
117 -
l~epresencan;es,
cit., t. XVIII,
�Procura en realidad nuestro liberalismo doctrinario un acuer·
do entre la democracia y la libertad política, al modo de Tocqueville, coincidiendo con él en señalar los riesgos del extremo individualismo. Se pretende fundamentar un gobierno libre sobre bases
racionales: de allí la necesidad de educar al pueblo en la escuela
del civilismo democrático, para evitar su opresión por unos pocos,
o por uno en nombre de la soberanía, al ejemplo que presentaba
Rousseau en el Contrato Social.
Lo esencial de la libertad política consiste - como sostenía
Constant - en una distribución tal de los poderes que cada uno
se mantenga en los límites de sus atribuciones respectivas. "Se
trata de deslindar las atribuciones de los poderes públicos - observa coinciden temen te 1ulio Herrera y O bes - demarcándoles con
toda precisión la esfera en que pueden desarrollar legítimamente
su acción, sin choques, sin trastornos, encuadrándose en el movimiento armónico de nuestro mecanismo constitucional. Recuérdese que en la división de poderes está la bac;e indispensable de
toda libertad política y social y se comprenderá cuánta es la importancia que tiene, cuánta la calma y madurez con que debe ser
tratado y resuelto". 1 Se reacciona así frente a las prácticas abusivas del Cuerpo Legislativo. que frecuenten1ente interfería la órbita privativa del Ejecutivo, desde la doctrina constitucional de
la independencia de los Poderes.
En cuanto a los principios rectores de su teoría política, el
principismo - fuerza es consignarlo una ' ez más - ha seguido
con fidelidad las huellas y el ejemplo de las ideas rectoras de la
lla1nada Hdinastía de Virginia,, particularmente encarnadas en
Thon1as Jefferson, en quien culmina la línea del constitucionalismo
angloc;aj ón trazada dec;de Locke a Paine .
... obre la base de la libertad se postula la igualdad ante la
ley. la sumisión a lo~ derechos naturales. la fe en la soberanía
popular como origen del gobierno y el derecho extre1no de
revolución frente a la autoridad tiránica. Predominio del poder
civil. educación democrática y autonomía local. complen1entan el
cuadro que sustenta a las instituciones republicanas con que el
principis1no se dispone a enfrentar los problen1as de la realidad
nacional. 2
Diario <le Sesiones de la Cámara de Rcpre .~entnntt>s, cit.
:? Cfr.: 'Sobre teoría dt! gobierno: Diario de Scsío11e5 de la Cámara de
Reprt· ."~11tn11tes, t. X\ 111, pp. 451 y 535; t. XXI, p. 660; La buena doctrrnn. en /:'/ Siglo, ~lonle\'idco, .i; de no\.icmLrc de 18i·t, n9 2968; Las re·
clr11nnr.ioncs contra el I::srado, en 1:.1 Siglo, ~lonte\'id e o, 6 de marzo de 187•1,
1
n9
2773.
-
118 -
�•
CAPÍTULO
IV
LAS SOLUCIONES PRINCIPISTAS ANTE
LA REALIDAD NACIONAL
��•
SUl'tlARIO:
•
Programa político: rcort?anización institucional: reí orma con~
ti tucional; ley electoral y regist ro cívico; descenlralizaci-: n
ndrnini-trnth u; reforma judicial y legislación penal; guardia
na<·ionnl y ~jército permanente. Arbitrios sociales: la educaci:o
'¡, ica y el co1nctido <le la prensa; alfabetización. Las solucio·
ncc. cconóruicns · t.•l pdncipisn10 írenle n In crisi.. cconómicohnancicr..i ( 1868-1875)
: empn~stitos
extranjcro5; r educción de
.
.
.
,
presupuesto; iu1puc~tos; em1s1on menor.
Ahocado a su tarea de reorganización el principismo contempla en su programa la n ecesaria revisión de nu eslro código constitucional. Pretende así aj uslar la Constitución del 30 con la realidad his tórica a cuya luz nueslra Carta. en má::i de un aspecto, parece ir quedando rezagada luego de cuatro décadas de vigencia.
Df'sde la cátedra de Derecho Constitucional, el doctor Carlos
~fa ría l{arnírez ju tificaba la urgencia de ese reclamo: "La reforma de la constitución , reforma periódica, oportu na. pero reforma al fin, es principio indispensable de todo buen pro~rama
de política ... 1\ cuarenta años que lleYamos <le vida soi-disant
con.¡titucional, abs urdo sería suponer que no hubiesen can1biado
nue.'i/ras costumbres. nuestra.s circunstancias y nuestra .~;tuación,
<le manera que no se hace más que interpreta·r la voluntad de los
constituyentes al pretender que ese carnbio si rva de bnse a la
lransfor1nar.ión de nuestras instituciones. El estudio ha demostrado a la <'\ idcncia, cuan plnga<la de irnperfeccioneq, de di>ficiencias
y de c1 rores está la Constitución de 1830, que a ~c;ar de no haber
imperado un solo clía con verdad y con provecho, los partirlos
políticos se en1pcñan en n1antcner como un símbolo inviolable,
nca~o porque les parece buena con10 hanc!ern de combate, sin serles incón1oda como norn1n práctica de acción ... " 1
1:11 la hora de ln definición principista l os programas de los
Clubes conc;ignan, expresa o tácitan1ente, la irnpostergable nece1
e \íll º"
l\t \ ílÍ .\ RA~tínr7., ron/err.n rú1.~ de Derecho Constitru:ional, cit..
J>p. 61 y 62, fliblio11•c C1 1\ ncional, ~Iont ev icle o, <.olecr:ión rllelian Lafinu r, l. 190.
1
-
121 -
�,
sidad de ajustar, mediante la reforma de su texto, la Constitución
de la República a las exigencias de su tien1po. 1
A partir del año 72, la prensa doctrinaria insiste en la re·
forma 2 : "Obra de la inteligencia humana, Código dictado en los
albores de nuestra vida revolucionaria. la Constitución de 1830
no es ni puede ser la úlLima palabra de la perfección, y la fórmula
más acabada del progreso ... Critiquemos los errores de la Constitución, hagamos palpables sus defectos, parangonémosla con los
grandes modelos que nos ofrecen las sociedades libres para que
el fruto de tan patrióticos esfuerzos sea la reforma de la Constitución, que abrirá á no dudarlo nuevos destinos á la patria y
nuevos horizontes á la democracia, á la libertad y á la República.,, 3
Y denunciando el sentimiento reformista de la opinión pública
declaraba El Siglo : "La idea de la reforma constitucional no ha
nacido de tal ó cual cerebro, es una aspiración unánime del pueblo, es un verdadero sentimiento nacional. En el debate de la
prensa oriental no se ha alzado una sola voz para atacar esa
fecunda idea, ni se ha hecho senti r una n1anifestación contraria
á ella en ninguna inteligencia, en ningún partido, en ninguna fracción del pueblo. Convicción que se ha venido elaborando virtualmente desde hace muchos años en el curso de nuestra turbulenta
exjstencia nacional el pensamiento de la reforma de la Constitución surge hoy prestigiado por el movimiento de opinión más
vigoroso y más enérgico que se ha manifeslado entre nosotros ...
El Artículo 15 del Pro1ITama del Club Radical e:)tablccía: "El Club
Rad ical propenderá á que el país inicie 111 reforma de la Constitución".
(Cfr.: Progranuz del Club Radical, \font evideo, 30 de mayo de 1872, en
La Paz, lfontevideo, 2 de junio de 1872, n Q 349.)
"El Club Nacional - reza el l\lanifiesto de principios de dicho partidnreconoce la conveniencia de que la Constitución de Ja República sea re·
formada, adaptándola a ]as exigencias de lo época y á la marcha progresha
de la i;ociedad." (Programa del Club Narionol, \font t'\ i<leo, 7 de julio de
1872, en Biblioteca Nacional, ~fontevideo, Colección ilfelián La/inur, t. 7 y La
Democracía, ~l on te,ideo, 9 de julio de 1872, nQ 36.)
1
Cfr.: Cámara.~ Legi.~lati1 as y Cámaras electora/ef, en La Democracia,
1'1onte\'ideo, 7 de julio rlc 1872, nO 34; La Den1ocracia, l\lonte\'ideo, 25 de
julio de 1872, n<> 41; La Paz, 1\-fontcvideo, 11 de julio de 1872, nO 394;
La Reforma de la Constitución, en El Siglo, l\fonte,ideo, 16 de mar'º de
1873, nO 2492; La reforma con stituc1onal, en El Siglo, :\lonte"ideo, 18 de
marzo de 1873, nO 2-l93; El Siglo, ~lonte\'iclco, 3 ele ma) o de 1873, n° 2532;
El Siglo, ~Jontevideo, 10 ele Junio de 18i3, n9 2557 ~ El Siglo, ~[onte\'ideo,
21 de julio de 1873, nº 2565; El Siglo, ~lonte,ideo, 21 de octubre do
1874, n<> 2953.
2
3
El Siglo, l\Ionte' id eo, 10 de n1ayo de 1873,
-
122 -
nO ~53~.
�La reforma constitucional es una prenda de paz y de concordia,
de adelanto y de engrandecimiento. en ella han de luchar dos
únicos elementos antagónicos, el pasado y el porvenir, el estacionamiento y el progreso, las aspiraciones liLerlicidas y las aspiraciones liberales." 1
En el mismo sentido se pronunciaba el órgano del partido
radical: "creen unos que nuestra actual constitución crea una
organización demasiado centrali ta á la República, creen otros
que no consagra lo bastante las garantías y los derechos indivi·
duales. y que. con algunos de sus artículos, dejan ancha puerta
para lns arbitrariedades del P oder Ejecutivo; piensan éstos que
estahlece más de un principio reaccionario que está en abierta
oposición con el espíritu liberal que preside y debe presidir á sus
disposiciones; y piensan aquellos que es defectuosa en su origen
y que el pueblo oriental necesita revalidarla y hacerla realmente
suya ... " 2
El primer supuesto de la reforma constitucional reside en una
ratificación de la soberanía, que aparecía menoscabada a través
del acta de aprobación firmad a por dos poderes extranjeros de
acuerdo con las estipulaciones de la Convención Preliminar <le
Paz de 1828. "Es preciso - decía El Siglo - arr:incar de una
vez por todas esa página depresiva de nuestra a11tonon1ía nacional;
es preciso demostrarnos como un pueblo independiente y soberano". 3
Propicia asimismo la mentada reforma la incorporación definitiva de los principios y garantías que consagren. en un plano
de estricta igualdad, la plenitud de las libertades políticas y civiles, o bien. en los términos con que lo consigna el rlub Radical
en su l\1anifiesto del 30 de mayo del 72, "emprender la reforma
de In Constitución en el sent ido de restablecer el imperio ab~o
luto de la igualdad y de a~egurar al país el amplio goce ele las
libcrtnclcs sociales á todos los hubitanlcs del I~stado ''. ·l
Se condena la cenlralización administrativa que ampara la
Constitución del 30 y se propugna. a la luz ele la experiencia de
1
E.'/ Siglo, i\tontevideo, 21 de junio de 1873,
n9
2565.
2 T~a
Reforma Constitucional, en La l'a:, ~lontcvi¿cn, 11 de julio de
}872, n'I 39·t
:i f,a rr./ormn de la Constitución, en El Siglo, ~lonlt::,· i<lco. 16 de mnr·
zo de 1873, n9 2492.
La
'4 Jlfardfic\lo del
Paz, ~Iontc\ideo, 2
Clnb Rrulirnl, Jontc,id<•o. 30 de n1nyo de 1872, en
de junio de 1872, nCJ 319.
-123 -
�Tocqueville, la autonomía local mediante la organización de los
municipios que la reforma pretende introducir expresamente en
el texto constitucional. "No hay pueblo libre que no haya hecho
de la comuna la escuela primaria de la libertad" rezaba la cita de
Laboulaye que La Deniocracia lucía como epígrafe. 1 Mediante el
gobierno comunal se postulaba la descentralización administrativa
como garantía frente a la absorción que en nuestra vida política y
social venía ejerciendo la capital. "Es necesario que la vida po.
lítica penetre y se extienda en todos los ámbitos del país,,. prego·
naba El Sig!o concretando las ideas acerca del sel/ g01Jemmen!,
acabada expresión del gobierno del pueblo y por el pueblo. "Cree·
mos que una de las más importantes reformas es la organización
municipal. En ese punto es más necesario crear que refor1nar.
El único vestigio que en la actual organización se encuentra de lo
que algunos autores de Administración han llegado á llamar el
poder municipal es la 1unta Económico Ad1ninistrati\a que existe
en cada departamen lo. Trece Juntas. He ahí todo lo que hay de
municipal en la República. Falta el pequeño municipio que en
cada pequeña localidad administre y fomente los intereses de ~a
misma ... la 01 ganización municipal es la base de la descentra·
lización administrativa ... este sistema aleja el peligro de que ln
"El Club I\acional ha comprendido t·ntre las necc"'idades mñs ''iables de la actualidad el establecimiento del Gobierno ~Iunicipal, confiando
á los pueblos y di~tritos rurales el manejo de sus propios intereses, abandonados hasta h oy, cuando no abolidos por una ce ntrali zac i ~ n admini-.trativa.. La centraLzacion da al Estado las fuerzas que arrebata al indi"i duo.
La debilidad de éste constituye e l poder de aquél . .. La vida municipal es
una prolongación de lo ~ intere<-es indi\'idualcs... La~ in ...tituciones mu!licipales son para la librrted lo que la escuela de prin1eras lel ras para la
ciencia (Tocque\'ille). :'\o ha)' un pueblo libre que no haya hecho ele; la
comuna Ju t'~cucla pr1n1aria de la libert1d (l.aboulaycl. 1\llí prin<"ipia la
existencia del ciudaJano. El municipi-0 <''- la e cuela en In que los indi"iduos
se ensa)an en el 1nancjo de lo~ intereses." (La Institución municipal, en La
Democracia, \lontevidco. 6 de ago~to de 1872.)
••1.a soc.1cdatl americana -escribía Laboulay~- podía con ... tituir::e en
p ode r ejcc ull~o con10 lo hizo, porque aquella ,ocicdad ec:taba organi1.ada tfe
tal 1nodo que el gobierno Íl'ncral jira dentro de u•1.i e .. f('ra tle las 1n:is limitadas. Adminislruf1on provin cial y 11111nicipal, ju,ticia, cd11caci: n. rclioió:-t
todo qe encuentra f1n.:ra Jt• In ac:ci~n gubernamental. ¿Quién se encar~a de
ello? El n1i,mo país... ~e encuentran la.:. e~cuclas con1unales, a las que
t odo el mundo t•n,·ía a su<: hijos p nrn recibi r una cducocic)n st'lida y pa·
t ri ótica. ll e aquí un pu eh lo que todo l.'nlcro snhl· leer y a quien cn sefin
desde la prinll•ra l'da<l a ann1r a la patria y a r.onoccr la con<:tituci 'n. Aquel
pul.'blo l.' ui aco<:t11n1brado ni ~el/ covernn11~nt. e<: decir. a ~oh 0 rn11rct~ e sí
n1ic;mo, 1•n la rnunicipaliclad y t'n el E':ltndo." 1 E. LADO ULA Yr., E'tudios sobre
la Co11..stit11ción de los 1:.·srados Unidos, cit., t. 11, pp. 191 a 193.)
l
-
124 -
�vida del país refluya á la capital, dejando abatidas y sin vigor
las extremidades de la República". t
Como eficiente salvaguarda de los derechos individuales, cuyo
pleno ejercicio hasta entonces dependía del arbitrio, y a menudo
del capricho del Jefe Político departamental, el Municipio prome·
tía el goce, desde su esfera autónoma, de las garantías que en la
práctica - por su dependencia absoluta del poder central - no
prestaban las Juntas Económico Administrativas. 2
Ante la opinión reformista resulta una aberración el meca·
nismo electivo que consagra al Presidente de la República. Ana·
tematizan el vigente sistema mediante el cual los propios legisladores eligen en el seno de la Asamblea al primer magistrado. Se
pretende mediante la reforma constitucional, instituir un cuerpo
electoral ad lzoc cuyo cometido expirará con la elección del Presidente, según el uso consagrado en la Constitución norteamericana. 3
Se apunta asimismo, en aras del liberali~mo racionalista, la
definiti\'a separación de la Iglesia del E5taclo. '"Libera chiesa
libero stato" es el lema de nuestro libre pensa1niento, que deplora
el compromiso consagrado en el artículo 59 de nuestro código
fundamental. 4
Organización 1lfunicipal, en El Siglo,
marzo de 1873, n 9 2.500.
1
~1ontcvide o ,
27 de marzo de
Cfr.: Reforma Jlfunir.ipal, t•n La Democracia, :L\Jontevi<lco, 6 <le ngoc:.to
dt• 1872, n9 51; El presente )' el pon enir, en La Den101 racia, 1\lon·
tevideo, 19 d1• i;eticmhre de 1872, n9 75; Una atribución importante
de las municipalidades, en E'l Siglo, ~lontc\ ideo, 3 <le dicicmhre de 1872,
n9 2109; f.'l J\funicipio, en ¡,·1 Siglo, ~lonrc' ideo, J'' ele abril de 1873,
n9 250 i: l'rorcr:ro de Organización. "'unicipal, en El Siglo, 1\lontevideo,
10 de junio ele 1874, n9 2810; Organización. J1/unic.;ipal, en E'l Siglo, 1\lon·
tcvidco, 27 de junio <le 187•l, n 9 2872.
2
3 flcqpt>r. lo n Ja t•lt•cción dt'l pri111r.r n1anclutario se coinr.idía por en·
tonccs con LoLoulaye: "La Con..,tituci6n ordena q1u• la clccr.ión del Pre·
eidcntc se hago por clcr•torcs nonthrados expresan1entc al efecto, y que por
carla Estado huLr<i tantos cJectnrt'c. prcc:idcr1t·i11lrs co1nn rcpn~c:entantcs y se·
nndorc hoya •' n PI ConKre..n Ft•deral." (E. L\HO UL.\ Yf , Estudios sobre la
lºo11 t11ucit)11 tic lo~ Estados fl nirlo~. cit., t. JI, p. 168.)
El ór~ano radical aducía con el ejemplo en favor del régimen do clec·
torcs pre idcncinlc"': "~tús felircs que no<ootroc: f':n cuanto ñ oq~nnizaci o n in11tit11cional ..• los Ec:tnrlos Unido11 y la República Argcntinn hacen <le la
r,)ccci1ín de sus legislador<'" y del Presidente <l~ In Rcptíltlica dos artos
~··poru<los clo In sohuru nía popu]ur .. .'' (la J>a;:, ~IontP'ticleo, 10 de octubre
do 1872, n9 45 l.)
4
Cfr.: A La Ra;,611 Católica, en El Siglo, l\lonle\ itlco, 6 <le junio de
-
125 -
�En los primeros meses del año 73 el doctor Bustamante se
hacía portavoz de ese consenso reformista elevando a la Cámara
de Representantes un proyecto revisor de la Constitución, favo.
rablemente acogido por una casi unanimidad. Días siguientes
el diario conservador, unificando la vocación reformista que alien·
ta en la opinión, justificaba esos anhelos: "Nuestras aspiraciones
están en el porvenir. Sin embargo nuestras instituciones permanecen encadenadas al pasado. Un esfuerzo y habremos conseguido
amalgamar el espíritu de las instituciones con el espíritu del
pueblo. La Religión de Estado, negatoria de la libertad de con·
ciencia, de culto y de propaganda; la centralización administrati·
va, que mata la iniciativa de las localidades, haciendo imposible
la organización municipal, el sel/ government de los americanos,
la función de elegir Presidente de la República confiada á la
Asamblea, que hace que tengamos todo menos legisladores verdaderos, son principios constitucionales incompatibles ya con la
fecundidad de las libertades individuales, con el desarrollo de las
fuerzas activas el país, con los intereses bien entendidos de la
República que r eclaman horizontes más vastos y campo más garantido para el desenvolvimiento portentoso". 1
El empuje reformista. trascendiendo la esfera de la pro·
paganda periodística y Ja discusión parlamentaria. se concretó en
la aprobación de una ley que declaraba que el interés nacional
exigía Ja revisión constitucional. dándose con ello el primer
paso en el camino de la reforma, que según el precepto e-stablecido
en la Carta, debía continuar la próxima Legislatura. Perentoriamente, los legi~Iadores principi~tas se empeñaron en esclarecer la
interpretación del texto, fijando con precisión la latitud de algunos artículos. a cuyo amparo se venían perpetrando la! má9 flagrantes arbitrariedades. A ese fin responden. como va se consig·
nara, los proyectos de J osé Pedro Ramírez, Pedro Bu~tamante y
Ambrosio Lerena - entre otros - que llevaron al Parlamento no
sólo la voz de la doctrina, sino también, y con mucho, un freno
efectivo a los desmanes de la autoridad.
Arduo esfuerzo implicaba sin duda la defensa de las garen1873. nO 215 l; El Arzobispo de WestminJler, en El Siglo, !\Ionte,·ideo,
19 de diciembre de 1873, n9 2713; Creación del Obispado en la Cámara de Representantes, en El Siglo, ~fonte\ideo. 7 de julio de 1871. nº
2869; los márt;res del siglo X/ ,,Y, en El Siglo . l\lonte,ideo, 10 de julio de
julio de 187 i, nO 2872.
l
La reforma de la Constitución, en El "zglo, \Ion te\ ideo, 16 de marzo
de 1873,
nO
2492.
-126 -
�tías que el sector principista cumplía en el seno de la Asamblea
frente a quienes acataban, resignada o indiferentemente un estado
de cosas que entendían inherente a nuestro turbulento proceso
histórico.
Ante uno de los tantos problemas que planteaba p or entonces
la interpretación de nuestra Constitución, El Siglo efectuaba, con
ecuánime juicio, un crudo balance ele nuestro pasado, al tiempo
de señalar consignas inmediatas e ineludibles a que los partidos
liberales debían ajustar su programada obra de reconstrucción
nacional. Precioso documento que ilustra sobre la discutida ade·
cuación del principismo con los problemas de su hora, "iene a
consignar en verdad la legitimidad de aquellos d esvelos y ]a vigencia última de los principios que definían su profesió n de homL1 es prácticos, ante la diaria y terrena realidad de su presente. El
inexc usable testimonio de esta página, absuelve, sin duda, de la
extensa cita. ''~o se puede dar un solo paso en el terreno legislativo sin tropezar con alguna cuestión constitucional que su rge
inopinadamente de las dudas que sugieren las disposiciones del
Código fund amental, unas veces expresas, pero en abierta oposi·
ción con las prácticas establecidas y con las ideas que esos pre·
ccdcntcs abusivos han generali zado y elevado á la categoría de
axio1nas. Otras veces, vagas, deficientes, oscuras, al punto de que
sea necesario interpretar y aún adivinar su espíritu y s u alcance,
y algunas también, como sucede con la Reli gió n del Estado, en
pugna con 1a R azón, con las idea~ del ~ig1o y hasta con los principios constitutivos de nuestra organi1nción política y c;ocial. Todas
cstns dudas y co1nplicaciones de grn' edad y trascendencia primorclinl para el porvenir y Ja felicidad de nuestro país han dor·
rniclo hasta ahora en el olvido y la ignorancia en que nuestra vida
turhul<'n ta y anormal ha tenido condenada á todo lo que no se
relncionnha intirnamc nte con las ncces iclade~ del tnon1ento, con la
satisfacción de las tnás desenf renadag pasiones ó el remedio á las
nmcnnzas más tr~n1endas de prcponderanria y absorción que ponían en peligro la libertad y la independencia nacional. Nuestra
vicln política ha sido hasta ahora tenaz } de~esperacla lucha entre
el cnuclillaje y la civilización , entre la libertad y el d espotismo, á
punto ele que la nctiYidad nacional no ha t rnido otra manifestación
sr.nsihlc que la vorágine de revoluriones y guerras civiles que nos
l1a nhsorhiclo y a1 rehatado en vértigo infernal. En lo administrnti vn co1no en In p olítico y f:n lo político con10 en l o legislativo,
t nclo hn siclo pre,·ario, irregulnr. arbitrario. como la situación en
que ' 'ivíun1os. 1'odos e5tos actos no son sino r emedios, expe-
-
127 -
�dientes más ó menos eficaces practicados bajo la ley tiránica de
la necesidad y sin más regla ni medida que la autenticidad del
mal con que luchábamos. No tenemos pues vida constitucional
--confesaba El Siglo- ni hemos tenido por consiguiente ocasión
de contraernos á las cuestiones constitucionales, ni tiempo para
r esolverlas autorizadamente con entera calma y libertad de espÍ·
ritu fijando las bases de nuestro derecho práctico-administrativo.
Esa es la tarea, no la menos ardua y patriótica por cierto, de las
que pesan sobre los hombros de la presente Legislatura. Todat
esas dudas y cuestiones, nos han asaltado en tropel desde que
hemos dado el primer paso en el terreno práctico de las institu·
ciones. De ahí esas discusiones frecuentes e interminables sobre
el sentido verdadero de una frase de la Constitución ó de la
verdadera interpretación de sus preceptos con que la Cámara de
Representantes ha absorbido casi todo su tiempo en el presente
período. Bien n ecios los que por ello le hagan reproches! Pobres
é ignorantes políticos los que desconozcan la utilidad, la necesidad,
la urgencia de aclarar las disposiciones de la ley en que están
consagrados y garantidos todos nuestros derechos y toda nuestra
libertad! No es tiempo malgastado, no, el que se gasta en dar
leyes reglamentarias de la Constitución que protejan la libertad
individual contra los abusos y desmanes in\'eterados de la autoridad ! Ese adelanto y progreso moral está más arriba y mucho
antes que todos los adelantos y progresos materiales imaginables.
~1ás bien di cho, el verdadero progreso material no es posible sin
el progrec:o moral. La libertad y ]a justicia es la bac;e de la prosperidad } grandeza de las naciones,,. 1
La legi-.Iación electoral de abril de 18~0 no garantía fehacientemente el sano ejercicio de los derechos electorsle3. La práctica viciosa de nuestra existencia política había unas \'eces burlado
mediante el fraude. otras <lec:conocido mediante loe:; abusos, las
garantías primordiales del sufragio. A la sombra de los "go·
biernos electorales" la Yiolencia y Ja coacción habían inYeterada·
n1cnte dcs,'irtuado quizá el n1ás esencial de los principios de
nuestra organización republicana. 2
Otrn ru~stión constitucional, en El Siglo. ~[ontevideo, 10 de junio
de 1873, 11° 2557.
1
::?
(fr.: Lrr r~pre~~ntacian de la.~ minorías. en La Democrar.ia, f\[onte-
vitleo, 18 de julio de 1872, n9 39; Cuestiones eltctora/e(, en El Sigfo, l\f on·
tcvideo, 5 de dicíembrc do 1872. n° 2-109; Ley electoral, en El Siglo, l\fon·
-128-
�Denunciando los males que aquejaban al régimen de elecciones
el doctor José Pedro Ramírez expresaba en la Cámara: " Más que
un defecto de nuestras leyes (que no son malas ) por falta de la
costumbre, y sobre todo, por probidad política, hemos hecho con
frecuencia una farsa y una burla del acto solemne y más digno
de respeto : el acto del sufragio popular. En este sentido nada
hay más legítimo, nada más plausible que el propó::1ito de ga·
rantir en cuanto sea posible, la verdad del sufragio". 1
Entendían los partidos de principios, abocados a la reorganización institucional del país, que era artículo de capital importancia el reaj usle de la ley de elecciones. 2 En ese sentido, y con
tcvi<leo, 21 de noviembre de 1873, nº 2690; los /raudes electorales, en El
Siglo, ~[ont evicleo, 18 de mano de 1871, nO 2783; Ley de elecciones, en
El Siglo, l\Iontevicleo, 16 de al>ril de 187jl, n 9 2805; Derechos r debere J
electorales, en La Democracia, l\1onte\ ideo, 2 de junio de 1872, nO 2.
A través del eQcepticis1no de El Siglo, se tiene una cruda idea de
oqueJln primaria etapa electoral: "D1gámo-.lo francamente y sin an1bages.
No existen en la práctica ninguna de las garantías que a.;.cguran el libre
cj1·rcit·io del derecho electoral. No hay urnas electorales. La \Otación ~e
verifica en m11chaq n1esas al aire libre. 1'oclos llevan generalmente su re·
vóhcr en el bol .. illo. Las listas que sincn para \ Otar anclan i111 prcc.as en
papeles ele di~tintos coloree., de suerte qu e todos saben la lista que vota
coda ciudadano. La formació n ele los listas drmo trativas del resul tado de
la \'otar.if n e"tú confiada escluc:i\'amcnte ¡j la buena fe rlt> la mPsn. Con
tales elemen tos ; pu ede haber verdad en la <"lccci·· n? ¿Pu cele razonable·
mente afirm arse que esta sea e~presión de la voluntad populur 7 Y no ha·
lilen101; rl" lns infl11e11l'iac; que intervienen cuando en la elección e hac · --cntir
1 influenria oficial. No l1ablemoc: del hatalJl>n Je U1 banoo::, de los fuerzas
de línea.. . No nos hagamos iJu .. ioncq, mientra e; no c:e modifiquen las con·
dicione matenall•s del acto de la \'otar.i 'n, no puede haber nadn que c:e
OF<'mcje ri In Yr.r<latlcrn elección . •. " ( Cue.\tiones electorales, en El Siglo,
?iJontc.. idco, 5 de di ch'mbre cle 1872, nº 2109.)
Disr.urso de f 0~1~ Perlro Rnmírez en lrr rñrnarn de Reorcsen'antr.'i.
/Jinnºo de Sesiones de la Cámara de Repre~cnta ntes, etc., cit., l. X\ III.
p. 315.
2 Coinciclentcmente, consP.rvnclorc" y nacionalistas elevaban sn reclamo
rcforn1ist11 en cuanto a la ley de t'leccioncc;. t:l iglo ex pre aha: "El poder
el•· toral. la fucnt~ ele los demás poncrcs, ec:1>era todavía el día de su orsaniwcicín. 1h mos dicho que Ja r,.formn de 111 ley c!e elecciones ·~ la brse
prirnordinl de la pnz pública.. . El f ruu<le. la eorrupci 'n de l sufragio, el
fnl can1icnto de la ley electoral; he ahí la cauc;a más común de lns re,·n·
lucionl s cuyo recuerdo registra nuest ra historia... En el anulan1iento de
Jn lihcrtarl Plr.cto1 nl y no en otra pnrte. han ido á buscar gcnernln1ente nuc •
troR n' volucionnrios el pretcQto que debía !'len irles ele prop•1ganda y han·
llera <fp lucha . .. Quitemos á la guPrra ch·il <'1 único prctc!;to que pueda
Jlroducirla ... " (ley ele Rcgi.stro Cívico, en El Siglo, }ifontcvidco, 11 de
agosto de 1874, n° 2898.)
La Democracia, por c:u parte, consignaba parecidas aspiraciones: '' ... mi·
t
-
120 -
�miras a la reivindicación del principio de la soberanía popular,
los doctrinarios reclamaban en sus programas del 72 la pronta
reforma electoral. 1 Atacando el sistema de representación mayoritaria, nuestras fracciones políticas conservadoras, radicales y
nacionalistas, bregaban por el principio de la representación
proporcional, a cuyo amparo se atendería la opinión de las minorías en el Parlamento. 2 Haciéndose eco de las ideas de Stuart
Mili, La Democracia proclamaba así ese derecho: "La legislación
que más pugna tal vez con el espíritu adelantado de la época e!
la que corresponde al sufragio electoral. . . &a legislación, á
nuestro juicio contraria al Código fundamental, da el triunfo á las
mayorías absolutas de los partidos en acción y deja sin repre·
sentación á una porción considerable del país. La ley autoriza
así una enorme injusticia ... La minoría de la oposición es en el
poder una bandera contra los desmanes de la mayoría. . . y una
promesa de orden y de iniciativas liberales. La misma mayoría
debe interesarse debidamente en que una minoría de la oposición
esté representada en la vida política. Esa oposición es necesaria
para evitar la desunión y la subdivisión que acabaría por perder
á una mayoría confiada, negligentemente en su dominación absoluta. . . El interés legítimo del país, que es en definitiva el interés
bien entendido de todos los partidos, aconseja la reforma de la
ramos la cuestión electoral como el punto de partida para llegar á elegir un
Gobierno cuya legalidad sea incontrastable para todos y cierre para siempre
]a era de las guerras chiles. .. Para ello e! necesario hacer una verdad del
derecho de sufragio ... " <Derecltoj ) deberes electora{ej, en La Democracia,
]\fon te video, 2 de Junio de 18i2, n9 2.)
"Si hay una ]ey urgentemente reclamada t.s sin duda Ja que ~eng~ á
r eformar nuec;tro sistema electoral, cuya imperfección y deficiencia hemos
hecho rec;altar infinitas veces. f\Iá~ que una ley electoral que garanta .••
]o que tenemol; ahora es una máquina de fraude. . . Las urna~ electorales
han :>ido verdaderas urnas cinerarios de la libertad y del derecho. . . Era
necesario el advenimiento de una época de tolerancia, de justicia en que
todos los partidos político'!! tuvieran participaci n en la C'osa pública para
qne la nece-.idad de la reforma electoral por todos reconC1rida, fuese también
por todo~ reclamada." (Ley de Registro Cit·ico, en El Siglo, ::\lonte\ideo, 26
<le junio de 1874, n9 2861.)
Programa del Club Rndical, \Iont evideo, 30 de mayo de 1872,
en La /'a:, l\fonte\ideo, 2 de junio de 1872, n9 3.19; .llani/ie.sto del Club
l\',,cional, f\.lontevideo, 7 de julio de 1872, en Biblioteca l\'acional, Colección
Afeitan La/inur, t. 108.
1 Cfr.:
2
l bid.
-
130 -
�ley electoral de acuerdo con e1 espíritu de la legislación moderna". 1
No obstante el reclamo de las minorías, que por primera vez
planteaban sus exigencias ante nuestra legislación eleetoral 2 , el
derecho a su representación proporcional en el Parlamento fue
desatendido.
A fin de encauzar las garantías inmediatas que autoricen la
libre emisión del sufragio, los partidos liberales hacen hincapié
en el reordena1nien to del Registro Cívico, cuya defectuosa estruc·
tura amparaba manifiestas irregularidades en la práctica electoral.
Según El Siglo la reforma del Registro Cívico estaba encaminada
a uimpedir el fraude, conservar la pureza del sufragio, dar ga·
rantías á todo ciudadano en el ejercicio de su derecho electoral,
corregir los vicios y defectos que encierra la actual legislación
y obstar así á que se r eproduzcan los vergonzoios atentados de
otras épocas ... " 3
La De"iocracia, encarando el problema en forma concreta,
apoya el proyecto de Alfredo de llerrera CU) as oportunas innovaciones prometen saludables resultados en cuanto al logro legítimo
de las eleccione~. 1
Aún latente la amarga experiencia que para el partido nacio.
nalista evocaban los comicios de noviembre del 72, las fracciones
nacionalista y blanca llevan al Parlamento las ª'piraciones de los
electores y de los partidos que reclaman garantías para la emisión
del sufragio. Subrayando las viciosas prácticas que aquej aban
a nuestro sistema electoral Agustín de Vedia, al elevar su pro·
} ecto reformista a la Cámara, insistía en las ideas que desde
La Dcrnocracia venía pregonando a partir <le 1872. "La falta de
un censo general de la población de la República, indispensable
Cfr.: Las instituciones, en La Democracia, !\fontevi<leo, l 9 de j unio
de 1872, n9 1.
Así puntualiza el naci onali,.mo ci11<1 re clamo~ tn cua nto a los derechos
de Jns minorÍaCJ: "Si la democracia es el gobierno de sí mismo, es indispen·
eahle reconocer á las minoría c; lns dPrcchos que c;c le nie~an y abrirle~ el
rc;ccnario de la vida política." (El presente y el porvenir, en La Democracia,
,\Jonl<·video, } Q de setiembre de 1872, n9 75.)
1
Cfr.: ]UAN E. PI\:EL D tVO TO, llistoria de
Urusuay, etc., cit., t. 11, p. 207.
2
de
8 Escurhemo.~
187·i, n 9 2968.
[03
partidos politico1 en el
al Senado, en El Siglo, ~t ontevid eo, 4 de noviembre
' Cfr.: La le)' de eleccion~s. en El Siglo, f\lontevideo, 19 de abril
do 187•t
-
131 -
�para dar base al sistema de la representación proporcional; re.
forma fundamental á que debemos tender, si queremos incorpo·
rarnos al movimiento progresista de las nuevas sociedades; si
queremos que sea una verdad entre nosotros, el Gobierno del
pueblo por el pueblo, y no una conjunción á favor de la cual
es casi siempre una minoría la que rige los destinos del país
sofocando muchas veces las aspiraciones y voluntad de In verda·
dera mayoría ... " Y luego de plantear esta precisa aspiración
agregaba: " . .. me refiero á la ley sobre formación de Registro
Cívico. Esta es la base de toda legislación electoral. Dictando
una buena ley de Registro Cívico habríamos dado un paso avan.
za do en el camino de conseguir el verdadero sufragio; de garantir
la libre emisión del voto popular." 1
En el curso de la discusión parlamentaria en torno al pro·
yecto de Agustín de Vedia, el elemento conservador, al prestarle
su apoyo, formulaba algunas criteriosas observaciones de orden
práctico que nuestra experiencia electoral confinnaba. "l\'1ientras
que éste [el sufragio] no venga á ser el resultado de un respeto
sincero y sin límites á acto tan au~sto -decía J osé Pedro
Ramírez- no creo que sobre esta materia. . . pueda adelantarse
n1ucho sobre lo que ) a tenemos. Repito que no es de las leyes
de quien dependerá el que lleguemos á la situación que desearnos
para el país. Pero pueden tomarse algunas precauciones. . . para
garantir hasta donde sea posible la verdad del sufragio y esas
garantías se toman en ese proyecto presentado. . . Garantiéndose
contra loe; abusos de la inc:;cripción se adelanta 1nuchísimo ... '' 2
Parecidos puntos de vista sustentaba la comisión legislativa
a quit-n se encomendó el estudio de los proyecto~ presentados por
\ 'edia y Bernabé Rivera. Los graves obstáculos opuestos a su
aplicación, fundamentalmente por la pésin1a organización electoral
del interior del país, aconsejaban que no se legislase de inmediato
sobre una reforma completa de la ley de elecciones; la Comisión
se limitará pues a "dar el primer paso'' dictando una ley sobre
formación de Registro Cívico, uque tienda á depurar las fuentes
del sufragio y garantir eficazn1ente su libérrima expresión.'' 3
Pro)ecto de ley presentado a la CánJara por Agustín de iredia, Diario
de Sc~iones de la Cámara de Representantes. etc. cit., t. XX\'!.
l
de José Pedro Rnm.ire: en la Cámara de Repre<ientantcs,
Diario de Sesiones de la CámlZra de Representantes. etc., cit., t. XX\ I. p. 315.
:? nisC'UT,<;0
"L:i pnmern en re ronoc<'r la nece~idad de proreder á una r..:!fonna
radical Je ln ley electoral \'igent& es esta Comisión: necesidad urgeutemeote
:l
-132 -
�El 11 de diciembre de 1874 quedó definitivamente sancionada
en el S6mado la ley de Registr o Cívico. Las innovaciones introducidas por la misma eran de gran trascendencia para la marcha
fu tura de las prácticas electorales. Como lo consigna Pivel Devoto
se consagran en ella cuatro principios fu ndamentales: la obligatoriedad de la inscripción; la cr eación de una con1isión inscriptora
integrada por el Juez de Paz y cuatro ciudadanos; ]a constitución
del jurado de tachas de integración popular -tarea hasta entonces
r e.servada cxclusivan1ente a funcionarios judiciales con lo que se
lintitaban las funciones de los Alcaldes Ordinarios- y, por últiino,
re.clamnda por )ne: notorios adelantos de la filoc:ofía política y por el moví·
miento progrec:ista de las sociedades modcrnac:, a que debemos incorporarnos
i;i qucrcn1oc: que lac; in"-tÍtuciones que nos rigt•n c:ean una verdad práctica;
cree tamhién que ec; necr.sa rio ante todo hacer que clc .. aparezcan las dificul·
tn<les serias que nacen, ora de los vicios graves cl el c:i stc-ma c-entralizador que
tlcsgracin<lan1f'nte impera en casi tocloc: los ramo s ele Ja '\dministración Púhlic:n, orn de la pésima organi1.ación ele )as instituciones loca)e,., con que no
podrían jnm1ís rocxistir o armoni1.arse aquellas TC'Íormas aconsejadas por el
espíritu de la época, vinjendo doloroc:amcnte 1í C"-leril1zarc;e r'1 á escollar en la
p11ictica 1-1i no !'C rcmue\'en primero los inronvenil'nte~ y peligros que obstan
ci !\11 inmediata plantcaci 'n. Otra clificultacl no 1nenos gr::ive con que tenrlría
'1"º l11chnrge al emprcndC'r tan importnntí~imo con10 n1 ido trahajo gería la
fnlt n nl11;ol11ta clr un censo gene ral de la Rcp1íhlira, oprr1c:ió11 que <leLe practicar o previamen te como hac:p necesaria a fin d(• que In ley electoral que
5<' clictr., p11f'da dar al pueblo la rcpresP-ntac:ión proporcional y le~ítima aue
ticnf' derecho á r.xijir y no "-e rc"-Íf'nla .. n c>lla ,¡,, 'ic:ios capitnlr.s que pro ... tituvan r.n su mi .. ma e"-encia, n11e"-tro c;jc¡tr·ma rlc gnliicrnn snh,irtien<lo la simpliiclnrl de lo~ prinr.ipio11 f unclamcntnlt•'I de c:11 or~ani1aci 'n... Pero si á
juicio el~ c11tn comisión y en \Írtud cll• lnc; ra1oncc; e p11cc;tac:. no es Jlegado
el r11on1cn to de prncr.dcr a aquellas raclir.nlcs reforrna-., crt'e c:in Pmbarf!'O que
,J,.hr. clnrsc el primer pnc:o en r.Qe anhelado r.arninn dir.tnncJo una ley sohre
forinaci{1n de Rc>gis1ro Cívi<"o - bac:r. incli .. pcn snhle rlc toiln 1 cµi11laci én Electorol que ti uncla á depurar las fuent es clt•l sufragio y ~urantir eficazmente c:u
Jihérrima t•xprcsión ... " ( ln formt' de. la Comis;ón t't1Car1?nda del estudio ele
los Pro) reto~ ti e le.y .~ obre Re/orn1a El f'rtoral. S11c:('rih1•n: V Garzón. J
I'. Rnn1írr.:, r. 4. T. erenn, J. R,._qur.nrz y Carcín, Junn J. de /l~rrera Diario
de Sr.s;onc'i rle la Cámara de Repre.~en tante~. cte., c:it.. t. XX\'l, p. 145.)
1~·1 Sif(lo rl"calcaha la urgencia de la ll'Ío1 ma: ... no dche <1er sancionndu prcr.ipitaclnmc-nle -d~cía ,.¡ óriz;ono cnn<:t•r\'tHlnr·- pero tnmhién <"9
i11ilispen 11nhln que E'"ta ley qncrle c:ancionacln para que p11rcla entrar á regir
el próximo nño en que cleben efectuar~r las eleccioneq de Represen tantea y
St•norfnrcs." (E/ Siglo, l\1ontcvidco, 26 de junio de 1871, nº 2861.)
Cfr.: rlau~urrt y ronvocnfórirr e-rtranrdinnrin del cuerpo legi5fativo, en
El Siglo, ~1ontcvi<lco, 16 de julio de 1874, nº 2877.
El intr•ré' 'C acrecen taba, como lo clt·~ ta r.a 1an1hién la pren«a, porque.
5nnnionada In nccec: irlad de la reforma ele Ja Constitucic)n, la nueva legislatura
tcn<l.ríu el carácter de Con<1tituyente.
-
133
�el establecimiento de severas sanciones para funcionarios o ciudadanos fraudulentos. 1
Considerando los legisladores, que "sólo con una inscripción
lej ítima. . . resultado de la verdad y no del fraude y el engaño .•.
pueden tener el derecho los que se sientan en las banca.> de la
Asamblea Legislativa, de considerarse los verdaderos mandatarios
del pueblo" 2 trataron con esas medidas de abolir, o por lo menos
dificultar en lo sucesivo los abusos y los fraudes que hasta enton·
ces imperaban como normal expediente. 3
La magna tarea reconstructiva era sin duda superior a las
menguadas fuerzas principistas. Todo estaba aún en cuestión~
luego de cuarenta años de vida independiente. El principismo
enfrentaba un pasado inorgánico que, en verdad, hacía temer por
el futuro destino de la democracia. Pasado que ahogaba al presente e inspiraba a un periódico de la época esta amarga reflexión,
trasunto de la triste reaHdad del país: "Entre nosotros, como en
la mayor parte de las Repúblicas Sudamericanas. . . no existe la
verdadera democracia, tal cual la concibe y establece el derecho
moderno. Hay una oligarquía y nada más". 4
El estado en que al presente se hallaba nuestra administración
de justicia estimulaba el escepticismo que sobre la eficiencia de
nuestras instituciones abrigaban los partidos de principios. Ante
su crítica constructiva, resultan anacrónicas la centralización del
poder judicial --que requiere asimismo la Alta Corte de 1usticiael sistema de cárceles imperante, la exclusión del jurado en ma·
teria civil y la caduca legislación penal vigente.
Las aspiraciones hacia una reforma integral de nuestra defi·
Cfr.: J UAN E. PrvEL Dr:voro, Historia de los partidos politico1 eri el
Uruguay, etc., cit., t. II, p. 218·19.
l
Informe de la Comisión encargada del estudio de los proyectos de ley
sobre Reforma Electoral, ~1ontevideo, 26 de mayo de 1871, en Diario de Se·
3iones de la Cámara de R epresen tantes, etc., cit., t. XX\ l, p. 145.
2
Comentaba El Siglo lurgo de la aprobación de la ley por el Se·
nado: "No pretendemos que la ley recientemente sancionada no deje cabida
á la perpetuación de los abusos y fraudes, porque eso c1:1 imposible, dificilí•imo sobre todo tratándose de una ley que es s. lo una parle del sistema
elect~ral · pero sí aseguramos que ha de ser más difícil en adelante cometer
esos abu~o"' y fraude~." (Por fin! , en El Siglo, ~lonte\ ideo, 12 de diciembre
de 1874, n 9 3000.)
3
El 1 oto público y el toto secreto, en El Siglo. ~[ontc:video, 9 de
•costo de 1873, n9 2606.
·1
-
13..t -
�citaria administración de justicia -<londe prevalecía en todo su
vigor la jurisprudencia hispánica- ya habían sido consignadas
en los programas del 72. 1 La prensa liberal insistió reiterada.
mente en la necesidad de reorganizar y actualizar un sistema de
justicia, sometido a los vicios que su origen y su práctica habían
configurado, y a la lentitud con que se cumplían los procedimientos
j udicinles. 2
Atendiendo tales reclamos y compenetrado de la necesidad de
la reforma, el Ejecutivo nombraba a mediados de 1873 una comi·
sión revisora de nuestra administración judicial. 3 El extenso
informe c1nanaclo de la Comisión, complementado por el proyecto
adicional del doctor J osé Pedro Ramírez, constituyó la base del
plnn definitivo que aprobó la Cámara de Representantes y que
preveía: creación de cuatro juzgados de lo ci\il, hacienda e intes·
taJos, dos juzgados de comercio y tres juzgados de crimen para
toda la República; establecimiento de cuatro ficcalías competentes
en lo administrativo, en lo administrativo-contencioso-judicial, en
lo civil y en lo criminal; erección de tres tribunales para atender
en los asuntos civiles y comerciales. de hacienda, intestados y
criminales; además proponía a la Cámara - siguiendo las legis·
luciones más avanzadas- la supresión de los Alcaldes Ordinarios,
"El Club Radical se c.. forzará por con ... cguir que c:e haga in1ned iata·
mcnt~ práctica la organización clel poder judicial por la Con~litución del
E~tado, crcándogc la Alta Corte de J 11slic ia y estublt•ciéndose ju~ces Letrados
en lo'> Departamentos para lo cual t•l paí~. en "llS diversas conH1nidade<J
política ..., cuenta con el nccc• ...ario y competente p1 r.;onul'" (!llani/ieslo del
Club Ratlic"I· \lnntcvideo, 30 de mayo du 13i2, en La Paz, !\1onlev1cleo, 2
de j11nio ele 18i2 nQ 319.1
l!.l purt ido nucionul propugna ni por : "la creación de la Alta Corte do
Ju ticia, c•l mejoramiento de Cúrct>lt·~ y f11 nda<'i<ín ele In Penitenciaria, la
al1olit'Í' n de Ja pl'na ele muerte por dt•lito... político ...•·. ( l'rogra111a del CIMb
l\'flr.Íonnl, ~Jonle\'ideo, 7 de julio d1• 1872, llibliotc<'a 1Vacional, ¡\fonlc' ideo,
c;olccción 11/elián l.afinur, t. 108.)
l
La Democracia, 'fon tevi·
/ns cárceles, en La De1110·
Fl presente y el porr..cntr,
en La fJc 111orracia, ,\lo11lt'\ ideo, 19 <le c:eticrnhre Je 1872. nQ 75; 1~·1 jurado, en
El "'iglo. \Ion Le\ ideo, 25 do n1urzo do 1873, n? 2500; }"[ ju rudo en rnateria
titll, 111 l l Siglo, ~fontr.vidf'o, 29 de· rnarzn de 1873, nQ 2502: Las obras de
lujo r las obras ele ncce~idad, en EL ::nglo, .1\lonlcvi<leo, 2 Je abril de 1873,
2 Cfr.: La 1ldn1inistraci<ín de /nstir:ia, en
d"º• 1V d1• ugo ... to ele 1872. nV 50 : f,,fl rc/01111a ele
era in. ~lont<•vidco. 18 de ago1<to de 1872, nQ i2;
n" 2305 •
Ta con1i ión cc:taha integrada por los doctor<'" Joaquín Rcquena, ~fa·
n111•l H"1 n•ru y Ol ...c, lltlcfonc;o García I ago!', Alejandro ~lagariños Cervantcc;,
l intloro For tcza )' Conrado R ückcr. (ce r.: EoUAf\00 .1\CL:.\'LVO, ,111ales I / islÓ·
ricos, etc., cit., t. III, p. 751.J
•i
-
135 -
�suplantándolos por Juzgados Letrados departamentales, y elevaba
a cuatro el número de los Juzgados en lo civil; sus disposiciones
tendía°' en fin, a abreviar los trámites judiciales y a anular los
fallos basados en leyes inconstitucionales.
El proyecto, que venía a sancionar las aspiraciones de los
legisladores principistas, recibió cálidos elogios con motivo de su
aprobación en Cámara. "Aunque esta Lejislatura no dictase más
ley que la de Administración de Justicia -comentaba El Siglo-habría adquirido títulos a la consideración pública, porque esta
ley, por la importancia de los beneficios que va á producir, es
suficiente por sí sola para señalar un puesto distinguido á la
Asamblea que la dictó . .. " 1
No obstante, la pertinaz obstrucción de los partidos netos,
esta vez por medio de su representación en el Senado, detuvo
el impulso principista. La mayoría candombera se pronuncia
a fines del 73, en la Cámara alta, por el aplazamiento del
proyecto, 2 y los mismos elementos, al promediar el año 74, imponen su negativa en la Asamblea General, posponiendo la reforma
de la administración judicial. De ese modo se malograba una
fecunda conquista institucional en función de intereses electorales.
El quid del rechazo, en efecto, radicaba en la supresión de loi
Alcaldes Ordinarios, cu ya influencia era manifiesta, y no pocas
veces decisiva, en el resultado de las elecciones departamentales. 3
Ley sobre administración. de justicia, en El Siglo, l\lontevideo, 28
de noviembre de 1873, nQ 2696.
1
Cfr.: Aplazamiento del pro·yecto sobre Administración. de Justicia, en
El Siglo, ~[ontevideo, 3 de diciembre de 1873, nQ 2700; El Pro} ecto de Reforma judicial, en EL Siglo, ~fontevideo, 12 de abril de 1874, nQ 2802; Trabajo de zapa, en El Siglo, ~[ontevideo, 27 de junio de 1874, n 9 2862.
l\fec;es más tarde la Comisión Permanente del Senado proponía eD
razón de apremios económicos, respecto a los Jueces Letrados y ante la imp o~ibiltdad de su nombramiento, la simple extensién de la jurisdicción do
los Alcaldes Ordinarios, cuya supresion entiende impostergabl~. "Como
jueces legos loti Alcaldes Ordinarios no conocen la ley ... son irrec:¡ponsablcc;.
ll e ahí pues drc;conocidas y falsificadas las condiciones ec;encialcs de toda
in ..titución judicial." (La Jurisdicción de Jos Alcaldes Ordinarios, en El
Siglo, Montevideo, 29 de marzo de 1874, nQ 2792.)
Cfr. además: Reforma de la Administración. Ju dicial, en El Siglo,
1'lontcvideo, 28 de marzo de 1874, nO 2791.
2
Cfr.: Reforma de la Administración Je Justicio, en El Siglo, ~Ion
te\'ideo, 19 de julio de 1874, n9 2864.
El Uruguay condenaba con estas palabras la maniobra política perpe·
trada frente la reforma judicial: "Contra nuestra legítima esperania y contra
)oc:¡ votos unánimes puede decirse de todos los hombres honrados que anhelan
el bienestar del paí~. la re forma de la Administración de Justicia... ha
3
-136-
�En materia penal nuestra legislación seguía apegada al espÍ·
ritu colonial hispánico en cuanto a principios, formas y procedí.
mientos. La inadecuación del rígido derecho español era, a esa
altura, manifiestamente denunciada por el modo de vida y 101
hábitos sociales del país. 1 Así lo entendía la joven generación
que condenaba la dependencia retrógrada que en ese aspecto aún
ee observaba. La iniciativa de la reforma procede del Poder Eje·
cutivo, 2 que designa una comisión codificadora integrada por la
élite del foro principista: Gonzalo Ramírez, ] osé Maria Muñoz,
Juan Carlos Blanco, Francisco Lavandeira y Alfredo Vasquez
Acevedo. Un año más tarde, en agosto de 1874, la comisión daba
cuenta de sus trabajos con el proyecto definitivo del doctor Gon·
zalo Ramírez. En él se consagraba la institución del jurado y se
suprimía la pena de muerte, propendiendo asimismo a "demo·
cratizar la ciencia del derecho hasta el extremo de justificar el
principio -hasta el presente tan infundado- de que nadie !e
r epule ignorante de la ley, despojando a ésta del tecnicismo fo·
rense que la mantiene eternamente vedada al conocimiento del
pueblo." 3
La pertinencia del jurado en lo civil, venía a sancionar aquella
vieja aspiración principista que cifraba en el jury la más demo·
eido rechazada por la Asamblea Nacional. Sensible es qu~ el espíritu de
círculo y puras consideraciones de partido hayan sido suf 1c1enles á impedir
que so sanl:ionara una reforma urgentísimamente reclamada por todas las
claEes sociales." (Cfr.; Entre dos aguas, en El Siglo, ~Iontevideo, 4 de julio
de 18i4,
nO
2867.)
En oportunidad dt! dictar el decreto puntualiiaba el Poder Ejecutivo:
"I n legislaciC:n criminal actualn1ente vigente, dictada para épocas de com
plcto oscurantismo y para puebloc; subyugados por el más ab!-oluto dec;potismo
político y religioso, no tiene razón alguna de existencia en la República que
cuenta corno una <le sus más prt>ciosaq conquistas Ja instalación del jurado
r,riminnl y cuya Carta fundamental consagra el culto de las garantías indi·
'id un les hac;ta en los presuntos reos." (Cfr.: EDUARDO AcE\'l'E.DO, Anales His·
lricof, etc., cit., t. 111, p. 755.)
1
"Una de las más alta" necesidades del paÍc; es indudablemente la
rcíorn1a completa de la legislación en materia penal. El Poder Ejecutivo,
r:on1prendiéndolo así, encargó á una comisi<>n reC\petable de abogados la
rcdnccic}n nt- un proyecto de Código para ser sometido oportunamente á
In nnción legi-.Jativa. La comisión ha trabajado patriótica y desinteresada·
m~nte... La reforma de la legislación penal es un grand1 0110 paso dado en
~l s~ntido dc·l perfeccionamiento ... " (El Siglo, 1\tontevideo, 4 de setiembre
Je 1871. nº 2971.)
2
1 EDUARDO AcEYEDO,
AnaleJ HistóricoJ, etc., cit., t. III, p. 755.
-
137 -
�crática expresión de la justicia popular, 1 cuyos beneficios proponía aplicar ahora al esclarecimiento de las causas civiles.
La abolición de la pena de muerte significaba la conquista
efectiva de uno de los postulados primer os de la teoría de los
derechos individuales. Dentro de su planteo era garantía pri·
mordial la inviolabilidad física del hombre cuyo principio, amén
de otras consideraciones. llevaba a rechazar la última pena. 2
El proyecto presentado por los codificadores implicaba un
señalado adelan to y una realización efecti,·a que se anotaba el
principismo en el orden práctico de su h aber. La Democracia,
j uzgando el Proyecto de Código Penal preEentado por Gonzalo
Ramírez, expresaba : "fórn1ulas claras y sencillas . . . un conj un to
breve de preceptos basados en los axiomas de la conciencia y del
sentido común, que sirva de guía al jur ado sin ligar su conciencia
y so criterio natural á la conciencia legal al criterio del legislador,
verdadero en general_ pero que falla en cada caso práctico sometido al examen y apreciación del jurado." 3
1 Cfr.: El ¡urado, en El Siglo, ~l o nrevideo, 25 de marzo de 1873, nO
2·199; El l urado, en El Siglo, 1'1ontevideo, 26 de marzo de 1873, nO 2500; El
¡urado en materia civil, en El Siglo, .1\ fonte.,,ideo, 29 de marzo de 1873,
nQ 2502; El jurado, en El Siglo, ?\lontevideo, 27 de mayo de 1874, nQ 2837.
Por su parte, obse rvaba La Democracia: "Entre las innovaciones que
aconseja la ciencia del derecho, se comprende el establecimiento del juicio
por juxado en materia civil que acaba de ser adoptado por la Con\'ención
de Buenos Aires, y que importa la nu]ación de las prácticas ordinarias del
antiguo régimen que llegan á hacer de los juicios un acto ciego y maq1 inal." <La Administración de justicia, en La Democracia, l\lontevideo.
1° de agosto de 1872, nO 50.)
2 Cfr.: Art. 79 cll"l Proerama del Club Radical, ,\fonte"ideo, 30 de
m'lyo de 1872, en La Paz, 2 de junio de 18i2, nº 349; El derecho de cal·
tigar y la pena de muerte, en El Siglo, :\Iontevideo, '1· de abril de 1873,
nt• 2507; La teoría de las penas, en EL Sit:lo, \fontevidco, 6 de abril de
1873, nO 2508; El ob¡eto de la pena, en El Siglo, \1onte\'ideo, 9 de abril
de 1873, nO 2511; [ n condenado a muerte, en El ::,1i;lo, \Iontevideo, 2:> de
j ulio de 187•1, n9 ~88-t..
3 La /)enrncrnczu, ¡\.[ nnte\·iclr.o. ~eticn1hn· de 18i t.
El Siglo. no obstante la aprobacijn y el apoyo que prestaba a las idea"
ir~piradoras del proyecto, cuest ionuba ernpcro .... odecuaci · n a la realidad
:s11<"ial de nuestro medio: "El proyt•cto prc,entacfo por la Comisión - 1nonifi1•sta EL ::,iglo- nos parece un bello trah,1jo filo .. ófico. pero tal \ez ado·
Jc.-ce del incon\enil'nle de no haber tenido ha<-tar te en cuenta las circunstancias del paí-. para el que ~e ha formulado. "'ltn cn1bargo, e<.la circnns1nncia eq, en nue tro concepto muy Ílnportnnte. dentro de los principioc; ele
Ja jusi icia y del derecho Cll hen gradaciones que deben c;er apropiada-. á la
11ecc5idad de Ja sociedad para la cual "C legisla.'' ~El Proyecto de Códi~o
Pen'1l, en E.'/ Siglo, f\fonlcvideo. 2 de ..eti1.•ml re de 187 l, n9 29'>3: C•r.
además: El proJ ecto de Código Penal, en Ei ig/o, 1.lonte,·idec 13 de se·
tiemLre de 1874, n° 292-l..)
-
138 -
�El alarmante crccir.1 iento de la clase militar. gravo~a carga
en el erario nacional, vol\: ía a plantear durante la presidencia de
Ellauri el proble1na d~ ~u adecuaJa compatibilidad con nuestro
régimen democrático. Guardia \acional y Ejército Permanente
eran las soluciones, a \'Cces antagónicas, con que se encaraba por
entonces el dilern a de la fu erza armada.
El liherali~n10 principic;t1 dcpo:>itaha ilirnitada con fi anza en
la institución de la Guardia \ ncinnal. cuya experiencia democrática y republicana provenía ele una prestigio a tradición, gestada
en las jornada.. clel civilismn francés v nortearnericano. Su efi cicnC"ia r.in1en tnha la 111ás efect iva garantía de la soberanía nacional
y el' los dc1echo indi,·idunle;;;. En su carácter ciudadan o se define
su t•i::encia típicarnente repuhlicnna: " ... creo que la institución
de In Gu~r<lia lacional -a firrnaha José Pedro fiamírcz- es una
de lu" que más íntirnarncntr. r.aractf'rizan el sistema de gobierno
que nos hemos cl nclo: el gobierno del pueblo por el puehlo ''. 1
f~'l Siglo recog ía la yoz clel principisn10 rindiendo culto a la
inst il 11riún popular: " I..a Guardia !\acional es el \•erdadero ejército de un país republicano - r~rribía J ulio IIcrrera y Obes-.
Allí <londe el pu rb lo es soberano, es el misn10 pueblo armado el
que elche encargar ... e <le la conc;crvación del orden públir.o. Podrá
conv<'nir el tener una pequeña fnerza pcrmnnenle que evite el
inconveniente de distraer <le su~ tareas dinrins á los ciudadanos
para ir á pasar P-1 día en un r.ucrpo ele guardia. P ero cuando
¡>eligra la paz pí1blica ó cuando un poder extranjero amague la
inclcpr.ndt>nria ó la honra del paí"', es el pueblo, el pueblo en
mn ·a 1 quien debe acudir ú defenderse. Ay del pueblo que en
c·n os sc>mcj antes confía su guat da y su defensa á un ejército
nit•rcr·nario ! No de otra suerte brotan en las naciones la-. dictaduras ; no de otra suerte se crean lo" poderes irresponsables; no
de' ol ra ~nrr le ílorr.ccn el n1ilitaric:;mo y ~) caudillaje." 2
El 1n ilitaris1110, latente an1enaia del orden df'1nocrático, amagabn erigirse -por obra forzosa ele las guer ras civ iles- como
clase pujante eu ros r eclamos involucraban marcado riesgo para
n111• tra eslabilidacl institucional. como para n uc tro n1cnguado
t•ru r iu. IJas luchas intestinas aparecían co1no causa dctern1inante
1 /Ji~c
urso de José Peclro Rf1r11írez en la Ctímnra de Representantes,
] 7 Ut' junio de 18i3. /Jiario de Sesione..s de la la111ara de R epresentantes,
etc., 'it., r. XIX, p. 328.
2 f.o~
ej1:rcitos permanen:cs, en El Siglo,
l8i3.
-
139 -
~Iontc-. ideo,
9 de enero de
�del auge del ejército de línea, en razón de la viciosa práctica con
que los gobiernos estimulaban el celo de sus defensores, mediante
la copiosa prodigalidad de grados militares. Así se había llegado
a cimentar un incongruente presupuesto que destinaba, en tiempo
de paz, casi la mitad del tesoro para gastos de guerra. "Nuestro
ejército es una baraja compuesta de puros ases" 1 consignaba
El Siglo con agudo gracejo, denunciando la hipertrofia de la
plana mayor militar.
Abocado el Poder Ejecutivo al pago del prespuesto para 1873,
propone al Parlamento la adopción del sistema de enganche y la
emisión de una deuda de cinco millones de pesos para atender
al pago de las erogaciones militares. El clamor principista contra
los proyectos del Ejecutivo fue unánime. En la Asamblea, sendos
proyectos -de Vedia en Representantes y de Muñoz en el Senadotraducían la protesta contra la voracidad castrense, planeando la
necesidad de reducir la oficialidad, aminorar sus rentas y regla·
mentar la dispendiosa concesión de grados y ascensos. Sancionado
el aplazamiento del proyecto de Agustín de Vedia, su autor insistía
sobre el mismo en el período siguiente, advirtiendo los peligros
latentes que aparejaba la institución del ejército de línea. En sus
palabras de esa ocasión se refleja el recelo <le las fracciones doc·
trinarias ante el progreso de la clase militar: "No creo que la
fuerza de infantería de línea preste servicios positivos al país;
más, creo que su sostenimiento afecta y menoscaba seriamente los
verdaderos y permanentes intereses de la República ... No puedo
convenir ... en que bajo un orden de cosas estrictamente consti·
tucional pueda ser necesario el mantenimiento de una fuerza de
línea que garanta el orden público ... Esa fuerza disciplinada se
convierte fácilmente en instrumento de opresión ; careciendo de
disciplina es una amenaza de anarquía y relajación. Y en todo
caso constituye una masa costosísima al país, estéril para la producción . . . La organización de esos elementos militares acusa en
una sociedad un estado propiamente anormal y enfermizo. Y
frecuentemente en nuestras repúblicas, como se ha observado más
de una vez, se ha juzgado exagerado el peligro, como pretexto
para conservar un ejército, cuyo objeto verdadero es apuntalar
una situación política que no hallaba apoyo suficiente en la voluntad nacional. . . A pretexto de mantener el orden hemos \'isto
á la fuerza de línea interviniendo en las funciones electorales de
El proyecto del Dr. Aluño: sobre empleos m ilitares, en El Siglo.
~fontevidco, 8 de julio de 1873, n9 2579.
1
-
140 -
�los pueblos, y viciando en su base el acto cardinal de la vida
democrática. . . Se ha visto á los batallones de línea ejerciendo
presiones sobre gobernantes y asambleas . . . La tropa de línea
-eoncluía el representante nacionalista- es una amenaza per·
manente contra el orden y la libertad pública!" 1
El debatido problema del presupuesto militar despertó una
abierta resistencia hacia el ej ército de línea, manifestada en la
prensa desde La Democraci.a, El Siglo, La Idea y La Tribuna.
Ante la nueva época de reconstrucción pacífica que \a a iniciar
la República, el mantenimiento de un poderoso contingente mi·
litar se considera innecesario, gravoso y. por añadidura. amena.
zante para las instituciones civiles. La Demol'racia y La l clca.
representando la extrema oposición al militarismo exprcc;an la
aversión que nacionalistas y radicales experimentaban hacia el
ejército de línea, por cuya supresión abogaban con calor. "El
ejército de línea permanente, fuera del plantel que requiere el
servicio ordinario del que puede y debe prescindirse también, es
para nosotros y será en todo tiempo, una escuela de corrupción
y de amenaza constante contra la libertad individual y la autonomía del pueblo." 2 El Siglo, oponiéndose en otro t ono, le con·
siderabn un mal necesario, y propugnaba, n o por la supresión,
l Acus1ÍN DE \ 71.DJA, Los ejércitos de línea y el derecho de tomar
y llevar arn1as, ~f onte\ ideo, 1875, B1BLIO J tCA o ARC Hl\ o PABLO .&1.A :'-i co
AcEVEDO, l\lontevid eo, h, 6, 7.
El ejército Je Línea, en La Deniocracia, l\lonlcvirleo, 28 de junio
de 1872, n 9 28.
Fundamen tando Ja rauín de "ll voto de aplazamiento a la r eforma
militar, puntualizaba José Pedro Ramírez en Car ta abierta al diario El
Ferrocarril: "Si veo en el monstruo del esto do mayor que pega hoy eohre
111 ernrio un obstáculo á toda or~anización regular, !'Ca de Hacienda, f ea
del Ejército, no opino que se corte e"-e nudo Gordiano á Jo Alejandro sino
re petando los derechos adquiricJoc;, conc;ultan<lo á Ja justicia y teniendo
eohrc todo prec;ent e que si muchos deben sus gradoc; y sus honores al fa·
\oritismo y ó Ja relajación de los gohicrnoc;, no faltnn quienes los drhen
1í mu y )P.alcs y muy e"clnrc:- ci d o~ servicioc; de ciQ n fITP ••• " (l a reforma militar
)' su. aplazamiento para el periodo ordinario, en El Siglo, ~fontevideo, 13 de
enero de 187·1. nº 2726.)
En la polémica con La Tri buna argumentaba El Siglo: "No hcmoc; de
contribuir no"-otros á fomentar in ~enc; at os antagonismoq cyue no tien en raz-ín
de eer. Doctores buenos hay, y doctorec; malos, militares buenos y miJilnrec; ma)o<1. ;, Es ra1.ó n ésta para que se condene en mac;a á ]a clac:e mi·
litar y <Í la C')ac;e doctoril ?'' (El militarismo y la clase militar, en El Siglo,
] ~ de f 1•brc•ro rlfl 187 l, nº 2758.)
Cfr. n1lcmás: E'/ ltfilitari smo. en Fl Si~lo. 10 <lf· febrero de 187·l.
nº 2i5 i: El niiHtarismo r las rlases militares, en El Siglo, 18 y 19 <1c Íe·
hrcro ele 1874, nci. 2759 y 2760.
2
-
�sino por su reducción al mínimo posible. Combatía con ahinco
al militarismo como espíritu de fuerza y le condenaba en cuanto
régimen conculcador de libertades, a la luz de la experiencia que
denunciaban algunos países sudamericanos y europeos. 1 Coincide
su actitud con la tradición norteamericana que, desde las teorías
de Taylor a las ideas de J efferson, abjuraba de los ejércitos
permanentes, por asociar su influencia a la entronización de la
opresión y la tiranía. 2
Pedro Bustamante, que había enfrentado en la Cámara ciertos
excesos principistas frente al Ejército, caracterizaba empero, en
uno de sus opúsculos políticos, a militarismo y caudillismo como
rémoras institucionales. Su madura reflexión le inducía a trazar
un paralelo entre ambos poderes puntualizando sus respectivos
peligros "No hay que decir que no gustamos más del caudillaje
que del militarismo, lo que decimos es, que, mal por mal, preí~
rimos aquél á éste. Desde luego, contra el caudillaje siempre hay
r ecursos de esas reivindicaciones armadas del derecho que llamainos r evoluciones populares, en tanto que contra el militarismo
no hay otro que el muy precario y casi siempre funesto de los
pronunciamientos o motines de cuartel. Apeado el caudillaje del
poder la vuelta al régimen legal no es imposible ; derribado ó
caído el j efe de los pretorianos, sólo es posible, en el mejor de
los casos. la dictadura civil. ¿Por qué? me preguntáis. P orque el
pretorianismo mucho más toda\·ía que el caudillaje inhabilita al
pueblo para el sel/ government, extingue todo espíritu político y
1
nO
El ilfilitarismo, en El Siglo, i\-Ionte,·ideo, 10 de febrero de 1874,
2754.
:! RAntOND
G.
GETTELL,
Historia de las ideas políticaJ, cit., t . II,
pp. 199 a 201.
R evelaba a«imismo una vez mó s la influencia de los C"'Crito~ de L~
houloye, expresando Ja re~i ... tt•ncia doctrinaria a lo".> e:tcesos del militnri<omo.
"Estaba muy arraigada en \n1 éricn -esc ribe Laboulaye-- la opinión que
los colonos habían in1porlaclo de Inglaterra, que no hay nada más peligroso
que los ejérci tos permanente~. y que no debía fomentarse en manera alguna
el espíritu militar. El ..eñalar retiros equh alía, se decía, á crear un cuerpo
militar con s us recuerdos, sus tendencias y sus intere«es particulares; era
e.,:,tablccer un privilegio en una tierra libre y fundar una aristocracia. Así
que, de una parte el horror á los ejércitos permanentes, y de otra el odio á
lo~ privilegio<;, dieron lugar a que en algunos estado<;, hombres que estaba n
al f rcnlt! <.!el ntovimiento, como . amucl Adame;, se opusieran tenazmente á
que se concediera retiro á }oc:, oficia}e.... Estt> proceder era una irritante inju~t icia. La ~aran tía de Ja libertad no t"lribn en la auo:encia de l os ejér·
citos permanentes, sino en Ja presencia y en el cc;.pf ritu de los ciudadano~.
de lo C'lHU In gla terra
~uministra buen e jemplo." (E. LABOUL.AYE, Estudios sobre la Constitución de los Estados [nidos. cit., t. 1, p. 108 y 109.)
"º'
-142 -
�aniquila todo el elemento de vida regular. A la inversa del jefe
de pretorianos, que sólo se apoya en las bayonetas y en la cohorte
de empleados que sig uen su fortuna, el ca udill o domina y se
sostiene con sus partidarios y parciales~ con su pueblo, no divide
a los ciudadanos en gr emios ni hace del elemento militar una
casta privilegiada y s istem áticamente hostil á la clase civil, y esa
fracción ele la comunidad política á la que muchas "Veces tiene
que hacer forzosamente concesionPS para conservársela p r opicia,
juega entonces en Ja gesti ón de los negocios públicos, un cierto
rol que obsta á la total exti nci ón del espíritu y de los hábitos
políticos.,. 1
El g rupo conservad or inviste, por encima de l as voces que
dentro y fu era del principismo (/..a Idea, !A Democracia. !.. a Trihuna) f U"tigan el espíritu cn'-trcnsc, Ja opinión más ecuánime en
c uanto a los riesgos potenciales de una pujante fuerza de línea.
A un año del motín militar del 75, El Siulo. entre advertencia y
vaticinio. vislumbra el ori gen y la ubicación del militarismo en
nuestra vida histórica. ''El militarismo es un absurdo, e~ un con·
tra 11 cntido en las r epúblicas hispano-americanas. Infiltrado en
estos pueblos por el sistema colonial. cuando se realizó la emancipación ele la metrópoli drgeneró el militarismo en caudillaje.
Pero á raíz de la independ en cia. nació en la América española
un principio que andando el tiempo había de acabar con el cauoillaje. Ese principio era la demor.racia . .. nos h a tocado asistir
á la agonía del m onst ru o del caudillaje. y á l os priineros albor es
de la Yida \:erdadcra mente demoerática. . . no hay que hacerse
ilu~ iones -a~regaba encarnando los temor es del civilismo- . Una
nnción que en t ietnpos dC" paz o r ~anice y mantrnga un ejército
poderoso, no conse rvará por mucho tiempo su libertad. El ejérc·ito podcro-;o no se con forn1ará con esta r perpetuamente sometido
ni poder ci"i] en quien está delcga<ln la soberanía popular". 2
"La prensa, cuya nli ión es grande y provechosa en todo~
los t icmpos, tiene h oy m ás que nunca un r ol im portante que
d esempeñar en los momentos azarosos y solemnes que los partidos
\ on n atravesar,,. a Tal el epígrafe con que el periodismo doctrina1 Pt:ono B u~TAMANTE, En,ovos, cit, en Gt·rLLF.R\IO ~TEWART YARCAS,
/'edro Ru.~tan1nnte, en R et·ista 1Vacional, año \, n9 56, p. 226.
Fl poder ndlitar en estas repúblicas, en El Siglo, \lontevideo, 28 de
enero de 187•1.. n O 2474.
:.!
:l
1.a J)eniocracia. f\Iontr\ ideo, 1Q de junio de 18i2, n9 l.
�rio soslaya, al socaire de la Paz de Abril, los nuevos horizontes
políticos que se columbran ante el viraje de los partidos tradicionales. Y es asimismo en la misión que se propone cumplir esa
prensa desde La Democracia o El Siglo, La Paz o La Idea, donde
reside el signo más típico de esa mutación política, si no la defi.
nición medular del principismo liberal Más allá de su propaganda
partidaria, el diarismo principista se propone cumplir el elevado
programa de educación cívica que el país reclama con insistencia.
Es necesario erradicar los hábitos impuros que empañan nuestra
democracia y volver efectiva la verdad de las instituciones que
luego de cuarenta años la República insiste en negarse.
"No vacilamos en afirmar -sostiene El Siglo-- que si la
prensa no tiene la facultad de hacer las leyes, de ejecutarlas ni
administrar justicia, hace algo que á la larga es más importante
que todo eso: contribuye poderosamente á formar y dirigir la
opinión pública: esa opinión que espresada por medio del sufragio
es el origen de todos los poderes ... " 1
La prensa principista, erigida en máxima cátedra de civismo,
cumplió una fecunda docencia política, cuya inspiración evoca
el derrotero del periodismo liberal francés. El aluvión doctri·
nario promovido por esa prensa entre la Paz de Abril y el Motín
de Enero no fue sin duda "geometría en el vacío", pese al escepticismo crepuscular de Julio Herrera y Obes. Su propaganda, si
bien procedía de una reducida minoría ilustrada, tradujo cardi·
nales reclamos del país a través de un diario mensaje de fe
democrática, dirigido a un pueblo al que se quería encauzar definitivamente en la hasta entonces intransitable senda del civilismo.
"La prensa debe hablar á la inteligencia del pueblo para ilumi·
narla y mostrarle la verdad -pregonaba El Siglo. La misión de
la prensa es convencer. Su propaganda no puede ser más que
un instrumento para inculcar doctrinas en todas las conciencias
y conseguir en el terreno positivo de los hechos, el tri unío do
los principios y de las ideas que constituyen su programa, su
aspiración y su bandera." 2
La prensa liberal dinamiza pues, los rígidos compromisos
estáticos de los programas de principios. Su doble propósito es
educar a los partidos para evitar la repetición de las penosas
1
n9
La prenJa política, en El Siglo, !\tontevidco, 29 de noviembre de 1873,
2697.
::?
1873,
Ln mejor derrota, en El Siglo, l\Iont cvideo, 19 de setiembre de
nº 2637.
-144-
�escenas del pasado, y a los ciudadanos para afincar los hábitos
democráticos que destierren el fantasma de la guerra civil. Fiel
expresión de las corrientes políticas de su tiempo, nuestro periodismo doctrinario prestó celosa atención a las corrientes de opinión y a los sucesos políticos europeos y americanos, siguiendo
de cerca, y con preferencia, las luchas del liberalismo en el viejo
•
continente.
Su influencia en el decurso histórico nacional ha gravitado
a la vez sobre la ciudadanía, en cuanto prédica sostenida de ideales constructivos y negación de la anarquía, y sobre el propio
gobierno al enfrentarle con un sistema de frenos y balanzas, denunciando las arbitrariedades, los fraudes electorales y todos los
atentados del poder. Desde este punto de vista la prensa independiente ha sido el monitor más efectivo de la gestión guberna·
mental. Mal puede concluirse que los periódicos principistas,
desde una oposición sistemática, provocar on la caída del régimen
civil en las jornadas de enero del 75. Por encima de sus arrebatos
y excesos circunstanciales, la prensa libre no fue intransigentemente hostil a Ellauri, como lo había sido frente a Batlle, y su
portavoz oficial -El Siglo- fue la mayoría de las veces, el má.!
decidido defensor del gobierno legal del doctor Ellauri frente a la
pertinaz obstrucción de los partidos netos.
La prensa principista, como se ha señalado, jalona inequívocamente una etapa de definitiva superación en los anales de
nuestro periodismo político; emprendió la suprema tarea de re·
construir nuestra convivencia cívica, rudamente quebrantada por
la acción corrosiva de las luchas partidarias, cubriendo un importante tramo en el derrotero de nuestra emancipación mental. No
ya implícita, sino expresamente, se plantea la prensa de entonces
en la tesitura americanista de Alberdi, Sarmiento, Lastarria y
Bilbao, la urgencia de consignas constructivas que encaucen nues·
tro unívoco destino nacional. De ese modo hereda la esclarecida
tradición del periodismo ideológico en cuya línea militaran El l niciador. El Comercio del Plata, El Orden, El Nacional y La América.
El Sigl.o, "diario político liberal" por autodetinición, ha gra·
vitado señaladamente en el decurso de siete décadas de la vida
nacional (1863-1920). Entre los publicistas de su temprana promoción, iniciados en el periodismo bajo la advocación de Juan
Carlos Gómez, figura el doctor José Pedro Ramírez que, desde el
editorial político o la dirección alternativamente, habría de imprimir al diario, durante los dos primeros lustros de su existencia, el
sello de su vigorosa personalidad. Integrante de la primera redac-
-
145 -
�ción, colaborador personal de Flores en la Cruzada de Abril, retorna a Montevideo luego de las jornadas victoriosas del 20 de febrero
para suceder en la dirección al doctor Carlos de Castro. AJ frente
de El Siglo y ya en franca divergencia con el caudillo triunfante,
forjará el temple de sus convicciones y su austera moral política,
puestas a prueba más tarde durante la oposición intransigente al
gobierno de Ballle. Doctorado en abogacía en 1857, egresaba de
las aulas bajo la inspiración filosófica de Don Plácido EJlauri
y el magisterio jurídico de Tristán Narvaja y Gregorio Pérez
Gomar. Espiritualista, suscribe junto a la juventud del 72 la
Profesión de Fe que consuma su ruptura con el catolicismo. En
política, sin renunciar a la tradición colorada, propugna -dentro
del partido conservador- el culto de los principios liberales.
Figura descollante de nuestro civilismo. ha sido el más hábil conciliador del ideal doctrinario con los apremios de la realidad polítjca. 1
Con Julio Herrera y Obes se identifica el tono cáustico e
incisivo de El Siglo durante el ciclo principista. Colorado por
tradición y conservador por convicción, elocuente orador y brillante parlamentario, universitario de nota, siguió en el campo
especulativo las consignas del racionalismo. invariablemente fiel
a la escuela espiritualista de su mae ~ Lro Plácido Ellauri. 2 "ivlatizó sus estudios de humanidades y jurisprudencia con audaces
aventuras políticas iniciadas en los disturbios de 1857 que hicieron
crisis en 1863. Echó su cuarto a espadas en la ;:>rensa revolucionaria y en la campaña florista, y triunfante ésta, marchó a la
guerra del Paraguay con el cargo de Secretario del general oriental. La organización institucional de 1868 lo halló en la redacción
de El Siglo en cuyas páginas modeló su personalidad periodística.
"Los artículos de José P edro -diría muchos años después Julio
Herrera y Obes- escritos en párrafos oratorios y torrentosos eran como
aquellas e~padas de dos manos de los guet'eros medievales, que destrozaban
y ap)a5taban cuanto caía bajo el golpe de su tajo ... como periodista .•.
sufría los jnconvenientes de Ja excelencia del arma que es~rimía. Las es·
padas de dos manos por efecto de su peso, ofrecían el peligro de que si
el guerrero erraba el golpe se desarzonaba y quedaba expuesto a recibir
en la cabeza el golpe de maza del enemigo. Pero pocas veces José Pedro
erraba el golpe; y lu ego, ~ra de tal violencia el tajo que con el viento de
la espada solía derribar al contendiente sin herirlo ... " ( J ULIO HERJU:RA Y
OeEs, El "Cenáculon de El Siglo, cit., en Revista Nacional, año V, nQ 53,
p. 270.)
1
"El Janet urusn1ayoº llamaba a Julio Herrera y Obe-. el publicista
Angel Floro Costa, aludiendo a su espiritualismo ortodoxo. ANGEL FLORO
CO!>TA, La metafísica r la ciencia, ~fontevideo, 1879.
:.?
-
146
�La brava campaña lo llevó al destierro y 1a marea revolucionaria
lo trajo nuevamente a los lares. El presidente Gomensoro, después de la paz de abril de 1872, lo llamó al Ministerio de Gobierno
y Relaciones Exteriores, cartera que re~ignó meses después para
ingresar a la Cámara de Diputados. Del Parlamento salió para
el destierro en la triste jornada de la Barca Puig." 1
Las convulsiones filosóficas y políticos que conmovieron las
últimas décadas del pasado siglo no log raron apearle de Jos rígidoa
dogmas de su primera juventud. Individualista por definición,
celoso opositor del Estado, representa al granado civilismo bajo
cuya consigna vuelve al gobierno, decantado en 1890, el principismo de 1873.
Cuando a fines del 72 José Pedro Ramírez abandona la r edacción política de El Siglo le sustituye Pablo De María, flama nte
universitario de intachable rectitud cívica. Don J osé María l\1uñoz,
el austero patriarca del principismo fue -al decir del doctor Petit
l\1uiioz- su "maestro de ideales como de h onradez cívica". Julio
llcrrera y Obes evocando la personalidad de Pahlo De l\1aría
anotaba: "Colorado exaltado entonre~, trajo a la redacción del
cliorio sus entusiasmos, sus energías, sus efervescencias juveniles
que hacían explosión en sus brilJantes artículos de propaganda y
de polémica, escritos con pluma acerada que tenía botes de lanza
y tajos de espada''. 2
Entre las jóvenes inteligencias que se reunían en el "Cenáculo"
de El Siglo, Carlos Maria Ramírez cobró rápi<lo ascendiente
merced a ~u precoz talento. Carrera n1cteórica, egresa a los 19
niio~ de la l Jniversidacl ya redactor del perió<lico e inn1inente
cntcdr títico de DGrecho Constitucional. Censor implacable ele la
ge tión del gene1nl IJatlle, 1r.vi\ e ante el jurado popular la elocuencia de llugo y la Yehe1nencia de Lnrnart ine. u creclo político
inflcxihlc no admite las transacciones que p1actica su herman o
Jo é I'cd ro y abjura de la divisa colorada para fundir en el n1ác;
p1 í tino rnctal su n1onecla cloclrinaria. Abandona El .5iglo }' el
partido conservador para iniririr una nueva prédica de inrnaculaclo
principi,.n10 desde La Banda Ra,/lcal. órgano efín1cro del radicalis1110 intr:tnsigcnte. Fiscal de Gobierno y ll acicncla ele Go111cnso ro.
1
1 H\ÚI. ~lo:--;11no
nota 1, n Ju1.10 IT ERnERA Y 0:.n:~ .
L'l .Arte de Gobernar, en Rei isla 1Yarional, n9 5. pp. 297 y 298.
J1
R u«TA:\tA:.\rr..
Jh 11111:11.\ 'i OnE>•. El ''(;cnáculu'" de E'l Siglo, cit., en Rev:".sta
1
. l uno
- \ , nQ 5'.,,
' ,ac1011a,
p . ....,t- -r .
'
2
1 ro
-
I ·-(
-
�se aleja del país en 1873 en la hora del ocaso radical- desig·
nado ministro ante la Corte del Brasil. 1
Fiel a las sugestiones de La guerra civil y los partidos,
José Pedro Varela, asimismo emigra del partido colorado para
seguir las aguas de Carlos María Ramírez. Dentro del grupo
radical y constreñido por un idealismo incompatible con el juego
de la política práctica, ve consumarse, luego de la derrota de
Muñoz, la declinación de su partido y la agonía de su periódico
La Paz "muerto impotente -según su propia confesión- en el
abandono de la indiferencia pública". Eclipsado en la prensa
y la política se dará por entero a los problemas educacionales
que le acuciaban desde su decisivo viaje de 1868, para consagrar
-a la sombra de Latorre sus planes de reforma escolar.
Nacido al amparo de la coexistencia de Abril, el diario
La Democracia representa la tendencia nacionalista dentro de la9
fracciones antitradicionales. Su estilo conciso, su tono polémico
y su tajante intención, se asocian con la pluma de Agustín de
Vedia -director y redactor político- que lleva al Parlamento
la más depurada expresión teórica del credo liberal. Periodista
en ambas orillas del Plata, había levantado la bandera de los
principios en Buenos Aires, luego de la Cruzada, en las páginas
del diario La América, secundando luego la invasión de Timoteo
Aparicio desde la hoja La Revolu.ción. Alfredo Vázquez Acevedo,
Francisco Lavandeira, Román García y Domingo Aramburú,
complementaban por entonces la plana mayor de redacción de
La Democracia.
Los periódicos doctrinarios. baluarte del principismo del seten·
ta, por encima de matices y circun"tanciales diferencias, definen,
pues, una tónica ideológica dirigida a la renovación mental y social
de la Repúb1ica. Generosa y altamente íecunda ha sido. en este
"Lo'3 artículos de Carlos l\1aría, formados de párrafos lapidario!'!,
eran como las espadas modernas de combate, ligeras, flexibles, elegantes y
mortíf cra~. porque sus golpes son siempre de punta y van dirigidos al co·
razón. . . después que el exaltado colorado de 1869 se hizo radical y constitucionalista en el 70, su "juego'' tuvo otro defecto mayor. Del punto de
vi sta académico sus golpes eran irreprochables; pero como combatía fuera
de distancia, la punta de su espada no alcanzaba a herir en el pecho a sus
adversarios. Diríase que al sacarse la divisa de partido había perdido con
la nocion de las distancias y los colores políticos, la certidumbre de los
enemigos a quien debía combatir, y así se le veía un día aliado a los
mi!mos hombres ciue el día antes furio!amente atacaba .. !' ( JULIO HE·
RRERA y OnES, EL 'Cenaculo" de El Siglo, cit. en Revista iVacional, año V,
o 9 53, p. 270.)
1
•
-148-
�•
sentido, la experiencia periodística cumplida entre la Paz de Abril
y el ~1otín de Enero, al amparo de la coexistencia de los partidos
po]íticos. 1
El problema de la educación nacional aparece a los ojos del
principismo con la trascendencia de postulado primario del cuadro
institucional en que inscribe su programa.
La ímproba obra de la prensa, la prédica de los sanos principios, la legislación más avanzada, la legítima verdad de las
institut iones, serán palabra vana mientras no se eduque al pueblo,
y mientras la ciudadanía no tenga cabal conciencia de los derechos
y obligaciones que rigen la convivencia cívica. En e~te sentido
la ge~tión del principismo vuelve a poner el acento sobre nuestra
r.nndcnte realidad social y define en el orden práctico su más
rcle\•ante consigna.
La instrucción pública era uno, si no el primero, de los ruhros deficitarios de la incipiente sociedad oriental que aún oscilaba entre los hábitos del coloniaje y las prácticas republicanas.
Sometida al incesante aj etreo de la guerra civil y acuciada por
las diarias necesidades de un penoso subsistir, los problemas de
1 So bre el periodismo principista véase: Ar.usTÍN DE \ ' F.lHA, La reacción
civica ele 1880, en Revista Nacional, nº 14, p. 161; SANTIAGO l\IACIEL, Ora·
toria l'arlanienraria, Cadencias y Decadencias, en Revista Nacional, nº 38,
p. 295; Gt JLLt:Rl\10 STEWART ' ' ARCAS, Francisco Lal'andeira, en Revista Na·
r.io11al, ni? 13, p. 8 l; Jt.;LtO HERRERA Y Oors , El "Cenáculo" de El Siglo, ctt., en
/it!t i~ta 1Vacional, nº 53, p. 295; J UAN CAIU.oc; GÓJ\1EZ llA F.DO, l osé Pedro
Ran1írez, en Revista f'rºacional, n º 6, p. 258 ; RA ÚL l\t o"'TERO Bt'STA?>tANTE,
La Tradir.ión Oriental, en Revista \neion al; At.ar.nTo PALO~lf.Qt; F, Escritos
tic Car/o, 1\farfa Ramírez, e n Revista del lnHituto Histórico r Geográfico,
lomo 111, nQ 2: [,\cusTÍN DE \ 't:DIA v J osi: P•1>no RAMÍRF.ZI. I.a deportación
a l.a l/<1bana en la Barca Puig, Historia ele un atentado célebre; J E t ALDO
o~A. } o.~é Pedro l'arela, en Revista Nacional, nº 86, p. 286: ANCEL FLORO
Cos l'A, 1~·cos del Partido Colorado, en Biblioteca f\1acional, l\Iontevideo,
Colección ¡\/elirin La/inur, t . 22; [ WA HINCTON Br.n 1( DEZ1. Los Oradores
de la Cámnra. R etrato~. Bocetos r Caricaturas de alguno~ dipu tados de 1873.
/'or un a/uionado, l\.1ontevideo, 1876, en Biblioteca Nacional, l\1ontevideo,
Colección 1lfelián La/inur, t. 11; JACK, Siluetas, en Sonetos, l\lontevideo,
189.1, en Biblioteca Nacional, l\Iontevideo, Colección. !t-1clián. La/inu r, t 66;
HA t'Jt,
lo NTf:RO Bus TAMANTE, Ensayos, Carlos Ataría Ramfrez, l\fontevideo,
1922: B'IZANTll'fUs, Bosqu.ejos políticos, l\lontevideo, 1886, Josl l\[ARÍA ]• ER·
N ÁNDI z SALDAÑA, Diccionario Uruguayo de Biogra/ias, l\1ontc\·ideo, 1919;
Et rc1.N 10 J>r.. TIT l\.IuÑoz, Trazos para una silueta espiritual de Don Pablo
Dr. 11oría, en Revista Nacional, l\1ontevideo, t. L \ ' J, n'> 168, p. 367; HAROLD,
/'criúdicos y pcriod1sta 5, en Anales del Ateneo, t. I\', p. 81, ~lontcvideo, 1883.
-
149 -
�eu educación aguardaban, tras forzosas posposiciones, la urgente
iOlución que su gravedad venía reclamando. 1
De hecho, las instituciones implícitas en la Constitución no
existían sino en la letra del Código. El analfabetismo y su secuela
de indiferencia y despreocupación inhabilitaban a buena parte de
la población para el ejercicio efectivo de la ciudadanía. En 1873,
Agustín de Vedia, el paladín del principismo nacionalista, con·
signaba esa amarga realidad. "Es una verdad dolorosa. . . que
la verdadera democracia no existe entre nosotros. La democracia
es el gobierno de todos; y nuestros gobiernos son siempre y
tienen que ser --dada nuestra condición social- la espresión de
la más afortunada, de la más audaz, de la más fuerte de las minorías, con relación á la masa común de los habitantes. La gran
mayoría del país arrastra -con corta indiferencia- la vida
miserable del coloniage; pesan sobre ella las cargas abrumadoras
y no disfruta de ninguno de los beneficios de la civilización ...
esa gran masa de preocupaciones y de tinieblas se levanta como
nn obstáculo invencible contra tod~ idea de reforma y de progreso". Y se preguntaba Vedia: "¿Pretenderemos afirmar la
República sin modificar su fundamento \ivo?. . . Eso sería pre·
tender edificar sobre lodo o sobre arena. La República no se
constituye sin ciudadanos. Estos no se forman sin educación, sin
aptitudes, sin inteligencia. ¿De qué sirven las declaraciones pomposas de derecho que consignan nuestras leyes, si no hay en los
ciudadanos aptitud para conocer y ejercitar su derecho?. . . No
tener conciencia del derecho y carecer de él, son dos cosas idénticas. La ignorancia que es el envilecimiento del espíritu no es
sino el pedestal de la tiranía. La democracia es el gobierno del
pueblo por el pueblo. Pero ¿qué ha de salir del seno de un
pueblo que carece de las aptitudes y de la idoneidad para el
gobierno propio? ... " Y hurgando el fondo del problema eleYaba
su proposición central: '"La cuestión de la educación del pueblo
es la gran cuestión de la democracia - la escuela es el fundamento
de la República . . . esa cuestión se ha dicho, refunde en ~í todas
las de1n~s cuestiones: no hay in~tilución. no hay reforn1a que no
necesite hallarla resuelta. . . En tanto que la política nacional no
se proponga el fin determinado de con1batir la ignorancia, podrán
e;, f'Ú n con~ii!na Ace,·edo, las ec::tadisticag re\'elnn la penoc::a po ~ tra
citín de nul'st ra en~~ñanza. En 1872 la in!>truccicin primaria de la República
l
romprendía 11 n total de 245 e-.cueJas para una población de 16.786
nltnnnos l'n todo tl país. (EDt..ARDO ACE\'EDO, 1Yotas ) .4p'.lntes, etc., cit.,
t. III, p. 71i7.)
-
150-
�aplacarse las dificultades opuestas á la organización definitiva de
la sociedad; podrán alcanzarse soluciones lran_itorias ó aparentes,
pero ahí es.tará como amrnaza terrible con tra la paz y contra la
propiedad, el triple problema ele la n1iseria, de la libertad y del
progrr~o". 1 Cotno sostenía Vedia, todo el edificio de nuestra
organización republicana reí'lan1aba en su base los sólidos cimientos de In educación. inexcusablr YÍa ele cn1ancipación.
El problema edu cati\ o trnía h ondas raíces en A1nérica latina.
En In hora crucial de las instituciones liberales. se preguntaba
Esteban Ech 'vcrría: ''Los que di cen que han lrabaja<lo y trabajan
por In patria. los que se afli jen y desesperan, no viendo término
u sus rnalcs, ¿córuo es que no hayan pensado en echar n1ano del
único rccur~o que podía re1ncdiarlos. la educación de la niñez
ncan1inacln n la democracia?., 2 Bilbao. mae!!lro de nuestro principi mo liberal, haciéndose eco del palpitante problema educativo
an1ericnnu insistía, en su devoción práctica por la libertad, señalando el único camino posible: "~o sepa reino de nosotros ni
pueblo más de lo separado que se encuentra. Eduquémoslo en la
teoría de la individualidad, del derecho ele igualdad y de honor." 3
J>ara la juventud del 73, al día con Sarn1iento y con Bilbao,
con Echcvcrria y con Lastarria, la educación popular se erige en
consigna cardinal del diario combate en la prensa, en la tribu na
y en la Cámara. Fueron sus apóstoles en la acción Agustín de
Vedia y Jo"'é Pedro Varcla. y s i a uno corresponde la concepción
del programa al otro pertenece su definitiva consagración . Agustín
de Vcdia clC'sde su mocedad hab ía co1nprcndido la gra\'itación del
problema. )·a en lü61. en El Ir:~~. el jo\•en periodista planteaba
con rigor axio111ático sus reflexiones sobre nuestro futuro. "Tene1nos la convicción íntin1a de que la rnayor parle de las desgracias
inclivicluales y sociales desaparccct án cuando In ilustración c:e haya
difundido lo bastante en las 1nasas, parn apartarlas del camino de
lo errores: que en la difusión de las lel ras c~lá la gran palanca
del progreso y de la ci\'ilización ..." 4
Disc11rso de Agustín de Veclia en la Cámara de Repre~enta11tes, en
JJia1io de Sesiones ele la Cá1nara de Representantes, cte., cit., t. X\ 111,
1
p. 367.
illanual de Eriseñanza, etc., en L1; 0POLDO
Dos t•tapas dt•l pensaniiento hispano-americano, cte., cit., p. 101.
2 E sTr:uAN Ecu1::vFRRÍA,
a FnANCisco BILBAO,
ZLA,
Sociabtlidad chilena, en I bici., p. 105.
1 .Act e-. rÍN or \ rotA, ,y ucstras ideas, en /;,'[ Jris, :\Ion te\ i<lco, 15 de
abril Je lf61, n9 l.
-
151 -
�Vedia, estrechamente vinculado a Buenos Aires, traía a
nuestro medio asimismo la voz del principismo porteño, por entonces empeñado en análogos problemas educacionales. "Lo urgente,
lo vital, porque tenemos que educar a los ignorantes bajo pena
de la vida -clamaba Mitre en el Senado-- es robustecer la acción
que ha de obrar sobre la ignorancia que nos invade, velando de
día y de noche sin perder un momento ..." l
El principismo asoma por entonces en la plenitud de su vigor
constructivo, señalando las urgentes tareas a emprender. A la
fundación de la Sociedad de Amigos de la Educación Popular
se suman los reclamos de los programas doctrinarios. 2 "El
Club Nacional ha comprendido --dice La Democracia- que la
educación pública es una cuestión de vida ó muerte para la repú·
blica que debe acordar el derecho de sufragio á todos los ciudadanos. La existencia de una clase numerosa de no votantes ...
es incompatible con la teoría del republicanismo y es un elemento
peligroso para las instituciones republicanas. . . Combatir la ignorancia es pues el medio más eficaz de resolver los grandes problemas que amenazan nuestra existencia social y política ..." 8
Idénticas preocupaciones denuncia La Paz donde alientan las
voces de Carlos María Ramírez y Emilio Romero, y la prédica
educacionista de José Pedro Varela, bregando por la instrucción
escolar y cívica : "para nosotros la capacidad política es necesaria
para el ejercicio de los derechos políticos y como es casi imposible constatar aquélla, debe ser condición indispensable para
poder usar de esos derechos el saber leer y escribir, es decir el
tener la posibilidad de conocerlos. . . Cuando menos esa base
rudimentaria de la educación es necesaria para entrar al mundo
de la civilización único en que se agitan los pueblos democrá.
,, 4
t1cos ...
1
JosÉ Luis
RoritERO, Las ideas políticas en Argentina, cit._ p. 163.
ftlnni/iesto del Club Nacional, l\fontevideo, 7 de julio de 187~ en
Biblioteca JVacional, l\Iontevideo, Coleccién !lfelián. La/inur, t. 108.
2
La educación popular, en La Democracia, l\lonte\'Jdeo. 20 de julio
4-0.
de 1872,
·1 Los principios políticos, en La Paz, Montevideo, 27 de diciembre de
1872, nº 517.
Cfr. además: Los gobiernos r la educación, en La Paz, l\1ontevideo,
28 de diciembre de 1872, nº 518; La institucion municipal, en La De~
cracia ~Iontevideo, 6 de agosto de 1872, n O 54; El presente y el porvenir,
en La' Democracia, l\lonle\ ideo, 1O de setiembre de 1872, n° 75; La instruc·
ción Publica, en El Siglo, ~1ontevideo, 18 de marzo de 1873, n° 2493.
3
n°
-
152 -
�'
Electo representante nacionalista en los comicios de noviembre
del 72, Agustín de Vedia llevará a la práctica desde el seno de
la Asamblea sus miras definitivas sobre la instrucción y la ense·
ñanza, encauzando todas las .aspiraciones que desde diversos
aectores se pronuncian en ese sentido. Son sometidos por enton·
ces a Ja consideración legislativa el proyecto <le libertad de
estudios del propio Vedia; 1 dotación de S 20,000 para la ense·
ñanza de VilJalba; 2 el de creación de la cartera de Instrucción
Pública, de Pedro Carve ;3 el de establecimiento de escuelas por
las Juntas Económico Administrativas, de Garzón, 4 coronados por
el plan ele reorganización total que eleva Agustín de Vedia el 9 de
mayo de 1873.
El extenso articulado del plan V edia partiendo del principio
de la enseñanza gratuita e igualitaria, postula la creación del
Instituto de Instrucción Pública y del Departamento general de
escuelas, prevé las rentas escolares propias en base a la contribución directa, propone la fundación de institutos normales, de
1ns pece iones y Juntas Vecinales, de colegios de enseñanza superior y cursos complementarios de enseñanza agrícola e industrial.
Fiel a las pragmáticas del programa del Partido Nacional, reglan1cnta el funcionamiento de los colegios de enseñanza superior,
las sesiones generales del magisterio y las bibliotecas escolares. 6
A raíz del proyecto de Vedia se hizo nutrida propaganda de
principios. Su plan legislativo coronaba muchos de los proyectos
que venía sosteniendo con ahinco desde 1868, venciendo dificultades y superando estrecheces, la Sociedad de Amigos de la Educación Popular.
I.. a juventud principista, entregada con ardor al problema de
la educación del pueblo, debió enf rcntar a la Iglesia, una vez más
-como ya lo hiciera en cuanto al dogma en Ja Profesión de Fe
Raciorurlista- en punto a la enseñanza religiosa. Como lo consigna Ar<lao. la crisis de la fe, que comenzaba a gestarse por
entonces. debía oponer forzosamente dos criterios antagónicos
-laicismo y catolicismo- en cuanto a instrucción. Los j óvene3
Proyecto de ley áe Agustín de 1'edia, en Diario de Sesiones de la
Cárnnra de Representantes, etc., cit., t. X\.IIJ, p. 189.
1
:?
I bid., p. 161.
a / bid.,
p. 198.
.. /bid .• p. 315.
li
Ibid.• p. 370 a 378.
-
153 -
�adictos al Club L' niversilario y los principistas de la prensa liberal,
condenan con furor -al tono que en su tiempo habían impuesto
los escritos de Bilbao- toda intervención de la Iglesia en el
mecanismo institucional.
El artículo 75 del proyecto de Vedia, referente a la proh ihición de la enseñanza religiosa en las escuelas. reanudó el pleito
latente entre nuestro racionalismo espiritualista y el catolici~n10
escolástico. Mo11señor Jacinto Vera, portaYoz oficial del clericalismo. se dirige a la Cámara pidiendo la desaprobación del
Cuerpo Legislativo al Proyecto de Enseñanza. 1 X ue,•amente El
Siglo, estandarte del liberalismo racionalista, objeta los reclamos del catolicismo: "La enseñanza religiosa en las escuelas
públicas -sostiene frente a El A-Jensajero del Pueb!o- es un
ataque á Ja libertad de aprender y á la libertad de enseñar ...
El E~tado enseñando en sus escuelas una religión deter:ninada se
convierte en propagandic;ta <le una creencia religiosa y al hacerlo
extralimita sus facultades. . . la misión del Estado no es la de
imponer tal ó cual religión ... tal ó cual dog1na. sino la de garantir
la libertad de todos para re~petar la libertad que tiene todo hombre de adorar á Dios según su conciencia ... " 2
El principisn10 rei tera entonces viejas posiciones. insistiendo
sobre el pro} eclo de ,, edia: "no persigue la cn~eñanza atea" -afirma El Siglo- sino la en"eñanza laica. con plena liberl3d de
pcn~amiento y de dogma. como lo establecen ~us má3 estrictos
principios filosóficos y políticos. "Escuela atea sería, si en ella se
enseña" e la no existcncin de Dios. . . pero es un absurdo y nada
más que un absurdo empeñar::ie en sostener que hay ateísn10 en
el simple hecho de no intervenir el Estado autoritariamente en la
propagación de determinadas creencias y en fiar la enseñanza
religiosa al seno del hogar doméstico. No"otros pugnamos por
la libertad y la libertad no es atea. Es al contrario la en1anación
más sublime de Dios .. , 3
1
nO
Primeras escaramuzas, en El Siglo, l\Ionte\'ideo, 16 de mayo de 1873,
2537.
~ lnstn•rcion
F1iblira, t•n FI Siglo, \fon'<'' 1Jeo, 15 d<' moyo de 1873,
nO 2536. Cfr. además: El fanatismo en campaña, en El Siglo, l\Jontevideo,
1 ~ de mayo de 1873, nº 2535; La enseñanza religio~a. en El Sislo, l\lonte·
video, 16 de mayo de 1873, nº 2537; Instrucción Pública en El Siglo, l\1ontevideo, 20 de mayo de 1873. n9 2510; Templo' y escuelas, en El Siglo,
1.fontevidco, 12 de ma} o de 1874, n 9 2826.
a l.n ~Jeñan;a religiosa, en El Siglo, ~Jonte,· ideo, 16 de mayo de
1873, n9 2537.
-
154-
�Con el proyecto de Vedia y su sonado debate parlamentario
y periodístico se aj U!-.tan criterios definitÍ\'OS en materia ele enseñanza rcligio~a. El laicismo en la in~truccié1n oficial. que será
sello distintivo de nue-tra educación popular. tiene en el pro} ecto
ele Agustín de Veclia su más temprana expresión legislativn.
José Pedro \ 'arela, de regreso d e su viaje a Europa y
Estados Unidos. trae en 11168. con la ami~t<Hl y el consejo de
~nr1nicnto, 1 la" ideac; nutricias de su progran1a de educación común. 1'cmperam<>nto n1aduro en las lides periodíc;ticac; y políticas.
avnhía todo cuanto significa el atraso ele nuC' tra enseñanza y
dcc·i<lc ernprender desde el llano, con sus i<lens y su experiencia,
aqtH•lla lucha contra la barbarie. que -según , armiento- la
ciuilización venía reclan1ando con urgencia irnpoc;terrrable. a rie~go
ele pcrch•rse todo lo conquic;tado. Denunc-ianclo la filiación de sus
idea" r.ducacionales ~crihí a el propio V arela en 18í 1: "Pueden
sin duda encontrarse fecundas fu entes rn 1os e~critorrc; ruropeos,
pero por mi parte. he tomado por guía á los grandes escritores
norteamericanos porque n1e ha parecido qui! n1its pro\ cchosas y
n1ás ndnptables á nuestro país serían las iclea.; encargadas de ejercer influencia sobre poblaciones dcmocrátir.as y republicnnac:, que
las que tienden á obrar sobre los pueblo" ari-.tocrátir.o ele Europa.,, 2 Su concepción social de la escuela como f unclamento
inc:titucinnal del ordenamiento democrático. s · revela con singular
....
lucidez en el libro /.,a Fduración <lel Pu eblo. "I..a escuela -ob5erva
\'nrc•la- es In hase de la Rrpúhlica. Sin ella porlrún vivir y
~ostcnc•rse los gobiernos des póticos: pero las cle111ocrncia sólo
r.ncnntrarán el d<''quicio. el caos. mientra no eduquen el cao" ...
I>c·hido ú la falta ele cclucaeión de nuestras ma'-a" é... ta.; per1nnneren
rcncra1n1ente aj<>na:) á todos los movimientos de opinión que se
OJH.'rnn entre nosotros. Sólo las pequeóas facciones del país que
!IP llnrnnn clases ele' adas. se agitan y pienc;an. T~l resto pcrrnanece
e trnño á todo; sordo lo mi ·mo al rug ido de Ja ... tormenta' revo1 Al regre"ar tic <:u viaje, d<'cÍa Sarmiento r.n B ueno~ Aires : '• ... yo
'""~º dt• un paí
f E..1ado" Unidos l donde la cdur.acirín
e~ todo, donde la
cclucnrión ha con~e~uido establecer lo. verdadera dcinocracia, igun1ando las
rnr.ns y las clac:irc;. l\o~otroc; n l'Ce~i tamot' escue)u., porque ella-. c:on la base
cln todo gohil·rno 11·public11no ••• ". ( EouAlWO Acr.\ F:Do, 11na/es 11 istóricos, etc.,
r.it., l. 111, p. 616.)
2 Jo
í:
Pi:uno
\'.\tU.LA,
!.a J:ducaciún del Pueblo, :\Ion tevi dco, 1874.
-
155 -
�lucionarias que á la dulce armonía de las grandes doctrinas quo
suelen llegar hasta nosotros ..• " 1
La acción de V arela desde la Sociedad de Amigos de la
Educación Popular, junto a Elhio Fernández y Carlos María
Ramírez, se concretó prácticamente en la fundación de establecimientos escolares. A la escuela Elbio Femández y su feliz experiencia, comenzaron a sumarse en la capital y en el interior
nuevas escuelas y bibliotecas públicas. A poco, la influencia de
V arela trasciende a la enseñanza oficial al incorporarse -junto
con el eminente educacionista Emilio Romero- a la Comisión
de Instrucción Primaria de la Junta Económico Administrativa
de Montevideo.
Condensa V arela su credo reformista en La Educación del
Pueblo, asimilando en punto a enseñanza las doctrinas más reci·
bidas por entonces en Prusia y Estados Unidos, que complemen·
tará con el aporte de su propia experiencia: la democracia efectiva
y práctica requiere el concurso de toda la sociedad y no el aporte
de una élite ilustrada que se yergue frente a una mayoría empe·
queñecida por la ignorancia. Para lograr ese fin, afirma Varela,
la escuela debe ser laica, independiente de toda tutela religiosa
o filosófica.
En la misma tesitura racionalista de Vedia, Varela define
posiciones frente a la Iglesia en su respuesta a la Pastoral de
Monseñor Jacinto Vera, que condenaba a ]as sociedades libres de
educación: "La Sociedad de Amigos de la Educacióri Popular
tiene por propósito fundamental el propender al desarrollo del
pueblo por el pueblo. . . Su objeto es puramente educacionista.
Como no viene a detentar ideas políticas, no sirve a determinadas
ideas religiosas. Las comunidades religiosas y las escuelas filosÓ·
ficas que se han organizado para combatir el catolicismo aspiran
!egún la palabra de SS. a descatolizar al pueblo, nosotros aspiramos á educarlo no formando católicos, ó protestante;;. ó racionalistas, ó ateos, sino hombres educados que seguirán el dogma que
, verda d encierre
.
"• 2
mas
"¿Queréis una prueba palpable -decía Varela- de que el pueblo,
el verdadero pueblo permanece completamente ajeno á todo movimiento?
Ved, Jo, que aquí nos encontramos reunidos. ~1ús ó menos todos tenemos
alguna inbtrucci< n, r esultado de ahí que las ideas que he yertido tienen poco
interé" para vol-otros, porque al menos en el fondo las conocéis ya. l\fi trabajo eq pueq, hasta cierto punto estéril. ' ' engo á predicar á convertidos:•
(J OSE PEDRO \ .ARELA, La Educación dtl Pueblo, cit.)
2 CoNTRAPASTORA'1 en El Siglo, ~1ontevideo, }Q dt marzo de 1874,
nº 2i69.
1
•
-
156 -
�La obra educacional que amagaba revolucionar nuestra enseñanza, gestada al amparo del principismo doctrinario, no pudo
concretarse definitivamente hasta 1876, con la discutida adhesión
que Varela prestó al gobierno de Latorre desde la dirección del
Instituto de Instrucción Pública.
Educar y poblar. Tal era la consigna del principismo en el
orden social. A la ignorancia de la campaña y a su despoblación
ha achacado sistemáticamente las causas fundamentales de las
guerras civiles. Y al interior del país se vincula el problema del
progreso material, en cuyo desamparo -carreteras, ferrocarriles,
puentes-- se explican la menguada población y los mínimos ín<lices inmigratorios.
Con intermitente celo se ha dedicado la prensa principista
durante la presidencia de Ellauri a la propaganda colonizadora,
que sin duda implicaba vastos y complejos supuestos; pero la
iniciativa periodística no llegó a cu aj ar en proyectos de ley o en
efectivas realizaciones.
Nuestro liberalismo se mostró dúctil y permeable a los avan·
ces del progreso material, siempre que no comprometie~en o
pospusiesen las conquistas institucionales primarias. Predicó una
política inmigratoria racional, preferentemente agrícola, adj udicando la iniciativa equitativamente al individuo y al Estado. La
propaganda inmigratoria no prosperó todo lo deseado en razón
de nuestra inestable economía, del clima de guerra civil que se
vivía y del atraso de nuestra campaña, cuyos factores negativos
empujaban hacia Argentina, la ola inmigratoria europea que por
entonces comenzaba a irrumpir en el Río de la Plata. 1
Como ee consignara al plantear la crisis económica y su
proyección política, el panorama económico y financiero del país
durante la presidencia de Ellauri era singularmente grave. 2 "Sé
Sobre colonizaricín e inmigración, cfr.: Esperanzas fundadas. en El
Siglo, ~fontevideo. abril 21 de 1873, nº 2528; Libertad de e3luáios, en
E•l Siglo, Montevideo, 2 de diciembre de 1873, nº 2716; Adelanto3 materiales,
en El Siglo, ~fontevideo, 20 de junio de 1873, nO 2565; La colonización por
cuenta del Estado, en El Siglo, J\;fontevideo, 24 de febrero de 1871, n° 2i64;
Trabajo notable, en El Siglo, Montevideo, 14 de julio de 1874 nº 2875;
E., timulos a la inmigración, en El Si8lo, Montevideo, 18 de julio de 1874,
DQ 2879; FnA"NCrsco BAUZÁ, Colonización industrial, ensayo sobre un sistema
pnra la Rcpúblira Oriental clel Uruguay, ~lonlevideo, 1876, p. 9, BibliotectJ
Nacional. ~fontevideo, Colecci6n !.felián La/inur, t. 23.
l
:!
\ ' éace pp. 82 y ss.
-
157 -
�que la situación es aterrante -decía en los últimos meses de 1373
José Pedro Ramírez en la Cámara-. . . Para mí no es una
novedad ni debía serlo para ningún Representante que íbamos á
llegar al fin del Presupuesto con un déficit. Ese déficit está
calculado en el presupuesto del Poder Ejecutivo en dos millones
y medio de pesos; y esto lo hemos visto desde el pruner momento ... sabíamos todos cuál era la situación; lo sabía la Cámara,
lo sabía el país entero. A quién podía ocurrir que después de
las situaciones que hemos pasado, de estar absorbiendo por años
consecutivos el futuro de las rentas de la Nación con empréstitoc;,
podíamos, el día siguiente de la tempestad arreglar todos los destrozos, realizar el arreglo y colocamos en un punto proporcional
entre los gastos y las entradas, entre los ingre~os y los egresos?" 1
Difícil era arbitrar soluciones al problema del presupuesto. Las
dos tendencias antagónicas que se enfrentaban en la Cámara ~ran
radicalmente intransigentes en cuanto a ideas económicas. El empréstito extranjero y la sanción de nuevos impuestos no llegaban
a cubrir las apremiantes necesidades; era necesario procurar
otras vías. El principismo se negaba a admitir la proposición
candombera de la emisión por la Junta de Crédito Público. porque
consideraba que accediendo desconocía su pregonado principio de
libertad absoluta en materia económica. Al promediar el año 73,
en ocasión de discutirse el proyecto de Ramírez que establecía la
Jibertad de emisión para los Bancos, se llegó a postular por la
Comisión de Diputados una enmienda en el sentido de extender
esa libertad de crédito a todos los habitantes de la República. que
podrían emitir billetes menores de diez pesos con la única condición de que se garantieran con títulos de Deuda Pública. I.. os
~erentec;. de los bancos levantaron su protesta ante la iniciatiYa
de la Comisión de IIacienda de la Cán1ara. Ninguno de lo~ proyectos llegó a concretarse, quedando en pie la antigua legislación
bancaria y. a la vez. el problema de la obtención de ruhros. 2
J_og elementos consen·adorec;. de esa Cámara apoyaron Jos
nuevos proyectos del Ejecutivo. no como la mejor solución sino
como la única practicable en el difícil momento. "Si el proyecto
del Poder Ejecutivo tuviese por objeto dar solución á la cuestión
ele principios que en el campo de la teoría y de la propaganda
se sostiene entre los partidarios de la libertad y los partidarios
Discurso de ]osé Pedro Ramírez en la Cámara de Representantes, en
Diario de Sesiones de la Ca.mara de Representantes, t. X...'\II. p. 376.
1
2 EouARDO AcEVEOO,
Anales JJ;stóricos, t•tc., cit., t. III, pp. 733 y
-
158-
ss.
�'
del monopolio -decía El Sigla- si viniec:e á alterar en sentido
restrictivo nuestra legislación bancaria vigente. entonces los rudos
ataques de que se hace objeto á ese pro}ecto estarían plena1nente
justificados y el Poder Ejecutivo nos encontraría en primera fila
para combatirlo. Pero nada de eso es cierto. El P. E. no prec:cnta
su proyecto como una solución de principios, sino como recurso
financiero del rnornento para atender á las más apren1iantes é
ineludibles obligaciones del Estado.
ro rnodifica en nada la
legi~lación vigente. no altera en lo más mínimo el estado de la
contienda cnt re libernles •v restriccionistas." 1
Se inicia rá entonces en Ja Legislatura una enconada porfía
-preludio y concurrente del colapso del principis1no- que enfrentará en sus posiciones irreconciliables a las dos fracciones
nntngónicns. "l. a cuestión financi era qu e nos agita ha te nido la
virtud de exacerbar las pasiones -consignaba Francic;co Ilauzáhasta el punto en que el debate ricntíf ico, absolutamente necesario
para alcanzar una solución radical, se ha transformado en pugilato
de handerías Iataln1ente ad\erso á los interese3 legítin1os del
paí~"· 2
El l\1ini!:;tro
con .. crvador. ante ]a inn1inencia
dl!l dcco.aco.tre, de-
cide, de cara a la realidad y como suprema concec:ión a sus
principios cconómiros, jugar su última carta, y con ella la suerte
del gobierno ele I·:llnuri, en el pro}c>cto de concesión de la emisión
menor a los flanc o$ privados. ""\a no podrá tacharse con razón
al Sr. Ministro ele llacienda de que por terquedad en sostener
los principios ele la escuela cconón1ica á que pertenece. dec:.atien<le
las necesidadr.c:. inás urgentes clcl E~ tado y arrastrn al país á la
ruina -decía El Siglo-. El Sr. Bustamante ha creído, con razón
ó sin ella, quA nntc la ahsoluta ca1 cncia de recursos podía y debía
aplazar lus soluciones radicales clel problema de la e111h;ión n1enor
y iuloptar un cspcdiente transitorio que rec:.ponrliese á lac:; angustiosas nccesiclnclcs <lcl momen o. 1 a cuestión de principios e;,tá
pues nplazada }' es en el tcrr~no ele ln conveniencia en el que
dcbcn1os cxa1ninnr así el pro C?clo del Gobierno ..." 3
El proyecto de fluc;tamanle. cnc11ac.1raclo y concebido dentro
ele la C!:ilricta y apremiante realidad financiera del mon1ento.
Curstión dr t•icfa o muerte, en El Siglo, ulontevi<leo, 20 de diciem·
brc de 1874, n9 3007.
1
2
El Siglo, ,\lont1•\'idco, 10 de novjemure de 1874.
n~
2973.
a /'ror< druno~ con niétodo, en El Siglo, ~Iontc\.i<leo, 22 de Jiciembre
de 1874, n9 3009.
-
159 -
�eJgnifica un nuevo esfuerzo del principismo dispuesto a mantener
el gobierno institucional de Ellauri aún enfrentando los hasta
ayer inconmovibles dogmas de su teoría económica. Ante la situación desesperante, no se trata -tal es el criterio del Ejecutivode encontrar una solución concorde con los principios o una
fórmula definitiva, sino un paliativo que permita salvar el crédito
y evitar la inminente bancarrota. La bancada candombera, encastillada en su oposición al Ejecutivo, y particularmente en su
aversión personal al Ministro de Hacienda, condena desde la
Cámara el proyecto, ahora con los mismos argumentos con que
impugnara inveteradamente al liberalismo económico. En efecto,
ante los apuros del Poder Ejecutivo, la fracción neta de la izquierda desecha la obligada transacción que propugna el doctor
Bustamante en base a la emisión menor, saliendo a su paso con
el proyecto de emisión por Ja Junta de Crédito Público que había
sostenido en el período anterior, cuyo expediente carecía, en
aquellos graves momentos, de inmediata viabilidad.
"Cuestión de vida ó muerte" -bajo cuyo lema defendía la
prensa conservadora el proyecto del Ejecutivo- era, en verdad,
la del arbitrio de recursos. La solución candombera de ningún
modo prometía conjurar la crisis en el término perentorio que
su gravedad le asignaba.
La defensa del doctor Bustamante frente a los cargos de la
representación parlamentaria de la izquierda es todo un alegato
probatorio, no de la inepcia, sino de la impotencia del principismo
para conjurar por sí el cataclismo económico-político. En su
brillante discurso el Ministro revista el proceso causal del caos
que amenaza al país ante la negación de recursos al Ejecutivo.
Precioso documento que revela ]a intransigencia neta y la angustiosa pendiente que precipitará la caída del gobierno de Ellauri.
"No sé en qué consiste la culpa del actual Ministro -decía Busta·
mante . ¿Es porque no ha podido hacer uso del crédito? Tampoco ha podido usarlo el señor Peñalva. Será porque no han
podido realizarse los cuarteles? Es imputable eso al Ministro de
Hacienda? Será porque la renta de Aduana ha disminuido en
cerca de un millón de pesos? Es imputable eso al Ministro de
Hacienda actual? Será porque no ha sido posible tomar dinero
en hipoteca sobre el Mercado? También será imputable eso al
actual Ministro de Hacienda? . . . Será imputable al actual Ministro de Hacienda la situación presente y los apuros que rodean
al gobierno . . . porque no ha dado valor á lo que no tenía, porque
no ha podido colocar ni valorizar lo que el Sr. Representante
-
160 -
�acepta como un valor realizable por la cantidad de 700.000 pesos,
las acciones de Ferrocarriles? Estas son Sr. Presidente las verdaderas causas inmediatas, á parte de las causas lejanas y más ó
menos mediatas que han traído al país á la situación en que &e
encuentra: La disminución de nuestra principal renta que es la
Aduana y que deja un déficit de muy cerca de un millón de pesos
respecto al año 73; la imposibilidad de realizar las acciones del
Ferrocarril, la imposibilidad de obtener dinero sobre el Mercado.
l\1e parece. . . que nada de esto se le puede imputar á la persona
del Ministro de Hacienda actual. A menos que se le quiera juzgar
y condenar porque no ha encontrado el medio de convertir el
polvo en oro ... " 1
Así pues, librado a su propia suerte, el Ejecutivo impotente
veía levantarse ante sí una sombría reacción. El descalabro eco·
nón1ico, al conjuro de concurrentes políticos, ahoga al gobierno
doctrinario que arrastrará en su estrepitosa caída, a los hombres,
a) régimen y a los principios que cimentaban la feliz recuperación
<.'Í\'Íca del 72.
La última batalla financiera y politica del Gobierno del Dr. .é'llauri, en Revista /\'acional, n9 116, p. 291.
1 PEDRO B usTA?ttANTE,
-161 -
��•
CONCLUSION
��Tal, la suscinta historia del Principismo. A esta altura, pa·
rece ineludible volver a asomarse al tema desde cierta postrera
pcrspcct i\'a, para tentar una valoración, siquiera provisoria, de la
gesta princi pista a la luz del proceso históri co nacional. Las cifras
del balance, a fuer de valederas, exigen un par de aclaraciones
previas. Ante todo, bajo la denominación genérica del Princi·
pisrno, cabe entender una actitud m ental -de corle doctrinario e
inqpiración liberal- manifiesta ante la r ealidad social del país
antes y luego de su auge selentista. Esa actitud, o escuela. como
también ~e le ha llamado, recorta su p erfil en la r eacción de
ciertas minorías cultas o ilustradas frente a la anarquía o la
autarquía que definían, a m odo de secuela del dominio hispano,
las nhcrnntivas de cosmovisión política vigente desde los albores
de In judC'pcndcncia. Asonadas, r evueltas, violencias, motines y
dictaduras dieron, desde su hora inicial, la oscura pauta <le nuestra
azarosa vida constitucional. El Principismo, así encarad!>, y con
distintas denominaciones, viene a ser una constante del pensa·
miento político latinoamericano, en cuanto d efinitiva secesión
espiritual con la Colonia. A los c uatro \Íentos del continente,
Sarmiento en Argentina: Lastarria en Chile, J osé María Luis Mora
en l\1éxico y José Antonio Saco en Cuba proclaman la urgente
tarea ele proceder a la autonomía intelectual de la joven América.
J.Jínea vertebral en la evolución histórica rioplatense, esa con·
ciencia doctrinaria surge, ya maduramenle dibujada, con la genera·
ción sansimoniana del 37. Con esa proceden cia se afinca en Mon·
tcvidco, arraiga con la generación romántica de la Guerra Grande,
inscribe su acento más típico con la generación espiritualista del
72. e i11cide, en proyección mediata, hasta muy dentro de nuestro
siglo. Sarmiento o Echeverría, Lamas o Gómcz, Mitre o los Ramírcz, conforman desde Buenos Aires o ya desde Montevideo, un
credo civilista y constructivo que clama contra el caudillo, el despot isr110 y la ignorancia, tremolando la bandera de la emancipación
nlentol.
Una sola de esas direcciones ha per!eguido el ensayo que aquí
-
165 -
�concluye, la del Principismo del í2, ubicándose en el ápice del proceso doctrinario, punto, quizá el más singular y sugestivo, de
los que hilvanan la trama de las ideas políticas en el Uruguay.
Precisada la latitud del dominio principista, ésta será, en consecuencia, una valoracjón en cierto modo parcial, dado el sesgo
del tema, sin la totalidad de los elementos de juicio que una estimación cabal exige.
Las minorías liberales del setenta. pues, empeñadas en un
profundo reajuste de los modos de con\ ivencia política y social,
tal como lo venía reclamando la infausta experiencia de los mal
avenidos bandos tradicionales. se proponen la superación de ese
pasado incoherente que comprometía el de~tino de la democracia
institucional.
La discutida adecuación del Principismo con la realidad de
su hora. bien merecería un capítulo de descargo ante la eicritud
sistemática de sus detractores. Pero aunque este libro no es de
todo apologético. ni tampoco encubre intención polémica, no puede
omitir un brevísimo juicio, que el autor ª' anza como mera reflexión sobre el tema, a modo de corolario de su exposición anterior.
El Principismo, más allá de sus utópicos desvíos o de su intolerancia doctrinaria, ha apurado, en breve trámite, una rendición
de cuentas con el pasado que se vol' ía incuestionable reclamo
luego de cuarenta años de equívoca vida independiente. Los hombres de su generación. acuciados por un generoso idealismo, dieron mucho de sí fascinados por el radianle fanal de la libertad
ci\'il. Supieron penetrar, en el fragor de la lucha en que estaban
empeñados. hasta el n1eollo de la realidad de su tiempo. donde
alentaba. como exigencia primaria de todo programa de superación, la plena libertad de opinión. de creencias. de enseñanza y
el goce tranquilo de las prerrogativas individuales. Por ese camino, erigieron en dogma todas las rei\'indicaciones de la libertad civil y política y de la personalidad humana. Empero, no encalló en el piélago de la especulación teórica la devoción de los
doctrinarios. Mo, idos por aquel ideal de libertad e individuo
-hombres del siglo XJX, al fin- supieron afrontar, a ejemplo e
inspiración de sus apóstoles liberales del orleanismo, la prisión,
el destierro y aún la muerte, en aras de su intransigente credo.
u siembra constructiva, supera, pues, en mucho, sus exageraciones e intransigencias. En el subsuelo de todo nuestro andamiaje
institucional republicano se descubre. a poco de rastrear. la huelJa
de una idea o de un principio nutricio inculcado por los liberales
-166 -
�del setenta. Lograron, y no fué menuda tarea, afincar en la inde·
cisa conciencia nacional la sólida fe en un fundamento de prin·
cipios como sustento primordial de la democracia uruguaya que,
aun en pos de su ideario, se abre camino en el presente siglo.
Su prédica, desde el Club Universitario, las cátedras de econo·
mía política y derecho constitucional, la prensa, los clubes o la
brega parlamentaria, compendia el tramo inicial en el devenir
del civilismo nacional. l·n largo itinerario, cumplido desde la
Sociedad de Amigos del País, la Unión Liberal, el Partido Ra·
dical, el nacionalismo del 72, el Consti.tucionali.smo del 86 y el
Civilisnzo del 90 jalonan la gestión del libe1alismo prinripista.
Bien es cierto que, no contando con la opinión mayoritaria,
el Principismo del Setenta no logró llevar a cabo muchas de sus
fecundas iniciativas, condenadas - unas veces p or la obstrucción
de las fracriones tradicionales, otras por la indigencia de recursos- a naufragar sin remedio en la instancia del proyecto y la
discusión Jegislath:a. No obstante, el autor cree que la misión his·
tórica <lcl Principi~mo, de cara a sus aspiraciones y a la realidad,
está cumplirlo. con creces. Su revolución espiritual señaló rumbos preri~os. en los hábitos y las ideas políticas, y, en rnás de un
aspecto, posibilitó el régimen institucional que h oy rige a la
República.
Don Pedro BustamantP., vjejo maestro y porfiado militante de
la generación principista, nos ha dejado, al bajar al ocaso de su
Yida pública, un ceñido y sereno párrafo con CU) as palabras, precioso compendio de los ideas del 72, quiere cerrarse este libro :
" ... La generación que os ha precedido en el esccna1 io político
-evocaba IJon Pedro Bustamantc desde el Ateneo en 1 884~ se
retira de él cstenuada tras una lahor larga y penosa, y más acaso
que otra alguna acongojada, pero no <le~cspcranzada . ¿Snhéi~ porqué? J>orquc en medio de todo, y á despecho de todo, ella deja
más de un cjen1plo de valor cívico, de abnegación patriótica y
de consecuencia política que imitar, y ha sembrado en su ca1nino
unn sen1illa que confía será fructificada por los cuidados y co~r
chn<la por la mano de las generaciones que le han de suceder. Así
acontece sie1nprc. señores: sembrar y 1 ccoger son demasiadas operaciones para una sola generación. La que recoge no es nunca la
que sc1nhró, y gracias todavía cuando la siembra no exige el concurso de varias <le ellas!"
-
167 -
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1
-
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u
e
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Documentación. del Archivo y Biblioteca Pablo Blar..co Acetedo, :\1onte·
,·ideo.
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Correspondencia de :i\Ianuel Herrera y Obes.
Archivo de D. Tomás \ 1illalba.
Documentación de J acinto .r\1bistur.
Archivo del Dr. l\fanuel Ilerrera y Obcs. Documento~ Ofic!ales.
1\rchivo del Dr. 1Ianuel Herrera y Obe~. E!1crito:>.
Archivo del Gral. \ entura Torrens.
Archivo del Dr. J osé G. Palomeque.
Colección de documentos para la Historia de ln RcpúbHca O. del
Uruguay.
Compilacién de documentos para la Ilistoria de la República Orien·
tal del Uruguay.
Archivo del Dr. l\lnnuel Herrera y Obes, correc:pondencia pl.Tticular.
-
Documentación. del Archiro General ele la iV ación, :\Tonte\'ideo.
-
Fondo Berro.
Coleccié n Oliveres.
Adquisición Fregeiro.
J\dquisición Acevedo.
Fondo E x Archivo General Administrati\'o.
Documentación de la Biblioteca ,\ 'acionnl, Buenos i\ires ( ección Groussac).
-
Correspondencia
Correspondencia
Correspondencia
Correspondencia
y Obcs.
de Juan Jackson con Féli'.'C Fríaq.
de A. de Andrada con Félix Fríaq.
del cónsul argentino A. \ illega con Féli't Fría.:.
de Cayetano .\lvarci. con el Gral. Juaa E. Gclly
Frag~ ntos
-
-
-
t-
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VÁ:ZQUl¡z SAC: STIJMf.,
-
"'
179 -
�'
�INDICE ONOMASTICO
•
��Bilbao r ra nri C:.C'O : 13, 50, 97' 99,
1
145, 151, 154.
Blackstone ( véa5c; Blackstone, Gui·
llcrn10).
Dlackcstonc, Guillermo: 3, 91, 104,
106.
BJackstone, William (véase: Black.stone, Guillermo) .
Blanco, Juan Carlos: 57, 59, 95,
101, 137, 149.
Blanco Acevcclo, Pablo: 14, 24.
Bréhicr, E. ( véa~e: Brebier, Emi·
lio).
Bréhier, Emil io: 99.
fírito d<'l Pino Cvéase: Brito del
Pino, E<l11n1do).
Ilrito 111'1 Pino, Eduardo: 8, 19, 25·
27, 37.
Bryant (véase: Bryant, Guillermo
A balo!', Angel: 59.
AceveJo (véase: Acevedo, Eduar·
do).
Ace\'cdo, Eduardo: 54, 83, 81, 135,
137. 150, 155. 158.
Adams {véase: Adams, Samue]).
j\dams, Samuel: 104, 142.
Alberdi (véase: Alberdi, .T uan Bau·
ti-ta).
Alherdi, Juan Bautista: 93, 145.
Albistur, Jacinto: 60.
Alvarcz. Ri cardo: 64.
Aparicio (véase: Aparicio, Timo·
ºº·
tco).
Aparicio. Timoteo: 18. 35, 148.
Aramhurú. J)ornin ~o: 118, 1·19.
•l\rdao {véa~e: Ardao, Arturo).
Arclao, Arturo: 93·95, 100, 153.
Artngavcytía, Enrique: 84.
&.iin (véase: Bain, Alejandro).
Bain, Alejandro: 95.
Bastiat (véase: Dast iat, Federico).
Bac:tiat, Federico: 95.
ílatlle (véac;c: Batllc, Loren10) .
Dar lle, general {véase: Batlle, Lo·
rcnzo).
Batlle, I~orcnio: 1, 7, 12, 14-18, 23,
36, s~. 11s.11i1.
Dnudrillnrt ("'~ase: B:iudrillert, En·
riq 11c Tosé León) .
Baudrillart, Enrique José León:
95.
nau1.á, Franci"CO: 36, 157, 159.
B<"cch<>r (véase : Dcechcr, Enrique
\i·.).
B<•echcr, Enrique W.: 106.
B(•rcJicr, 1\Innul'l: 26.
B(>rrnúde1, Wa.;hington: 149.
flerro ( véa'"'': Berro, Bernardo P.).
Rcrro, Aurl'lio: 38.
Dcrro, R1•rnarclo P.: 1, 7, 8, 13·15,
18 30, 116.
Bilbao (véase: Bilbao, Franci,co).
e >.
Bryant, C11illcrn10 C.: 106.
B11~tamant!'
(véusc: Bustaman te,
Pedro}.
Bustarnantc. doctor (véase: Busta·
mante, Pedro).
Bu tamant e, José C. (véase: Bus·
tamanle, José Cándido).
Bustuniantc, Joc;é Cándido: 17, 35,
57, 58. 62. 6·1. 6:>.
Buslamante. Pc<l rn: 10, 12. 15·17,
53-56. 53, 59, 82·8í, 95, 110,
117. 126, l J2, 113, 159-161. 167.
Camino ( vén~c: Cnn1ino, Estanis·
Jao).
Can1ino, E-.1ani<"lno: 68. 116.
( anc ( 'l a5c: Cané, !\-1 iguel).
!\l 1~t11'l: 93.
Caraballo ( véa"e: Caraballo, Fran-
( ª"'"
( J<ico).
Carahallo, FranciQro: 15.
~
uto. \ nton10.
. . _?6•
Cnrava
Caraviu, Dcrnahé: 6t
Caraviu, .T uan P.: 61.
Curios ~1nrí11 (,éac:c: Ran1írez, Car·
los .1\ laría).
133 -
�Cane, Pedro: 153.
Cassirer (véase: Cassirer, Ernesto).
Cassirer, Ernesto: 96.
Castelar (véase: Castelar, Emilio) .
Castelar, Emilio: 100.
Castellanos {véase: Castellano", José l\l aría) .
Castellanos, Alfredo: 26, 88.
Castellanos, José Ma. {véase: Castellanos, J osé María).
Castellanos, J osé ~la ría: 19, 24,
26, 28, 31, 37, 73. 74.
Castillo, Romualdo: 59, 85.
Castro, Carlos de: 12, 95, 103,
105, 116, 117, 146.
Catedrático de Derecho Constitu·
cional (véase: Ramírez., Carlos
~faría) .
Catón: 55.
Constant (véase : Constant, Benjamín).
Constant, Benjamín: 3, 12. 91, 93,
95, 102, 103. 105, 111, 112,
115, 116, 118.
Correa, Leoncio: 26, 59.
Costa, Angel Floro: 108, 109, 146,
149.
Costa, Juan J.: 58.
Cousin (véase: Cousin, \ Tíctor).
Cousin, Víctor: 92, 93.
Croce (véase: Croce, Benedetto) .
Croce, Benedetto: 11, 104.
Curtis (véase Curtis, Jorge Guillenno).
Curtís, J orgo Guillermo: 106.
Chevallier, J ean Jacque" ( véa!!C:
Chcvallier, Juan Jacobo).
Chevallier, J uau J acobo: 10 l.
Dl'·~laria, Dennidio: 12.
De-)laría, P. ( véa!)e: O e: -1\I a ría,
Pablo).
De-l\1aría, Pablo: 26, 27, 60, 71,
82, 88, 101, 147, 14-9.
Dc~cartcs (véase: Descartes, Renato).
Dcqcartcl>, Renatl.): 96, 99.
Destuu de Tracv: 92.
Director dt• La Pa: ( véac.e: \ arela,
José Pedro).
Dupont (véa"e: Dupont, Anselmo).
Dupont, Anselmo: 88.
Echeverría (véase: E cheverría, Esteban).
Echeverría, Esteban: 50, 102, 103,
151, 165.
Ellauri {véase: Ellawi, José E.).
Ellauri, doctor (,éase: Ellauri, Jo·
sé E.) .
Ellauri, d octor ( ~éase : E 11a u r i ,
Plácido) .
Ellauri, José (véase: Ellauri. Jo-
sé E.).
Ellauri, Tosé E.: 2, 12, 23. 57, 63,
65-74, 82, 84-86, 139, 145, 157,
159-161.
Ellauri, Plácido: 3, 13, 91, 93, 94,
97. 14-0.
Escardó, Florencio: 26.
Estrázulas, Fran;:isco: 26.
E .. trázulas, Jaime: 8, 26, 30.
F ernándcz, Elbio: 156.
Fcmández Saldaña, José 1\Iaría:
149.
Fcrreira y Artiga~ (véase: Ferreira
y .Artigas, Fermín) .
Ferreira y Arti_gas {véa5e : Ferre ira
y Artigas, 1\{ariano).
Ferreira y 1\rtigas, Fcnnín: 12.
Ferre ira y A rti~as. 1\lariano: l~.
Flore" ( v•éase: Flores, \ enancio).
Flores, Eduardo: 19. 88.
Flore!', (!eneral (véase: :Flores, \ 'e·
nancio).
Flore!', ~ eitundo: 26.
Flore-.. \ enancio: 8, 9, 14, 15, 81,
146.
Forteza, Li ndoro: 135.
F ourier ( véac;e: Fourier, Carlos).
Fourier, Carlos: 93.
Fría e:, Féli~: 65.
Fu e ter ( véac:e, Fueter. Eduardo) .
Fueter, Ed. (véase: Fueter, Eduardo).
Fueter, Eduardo: 105.
García, Román: 52, 148.
C..arcfa Lagos, A. (véase: García
Lafto... Alberto).
Carc-ía Lago~. \lberto: 26.
García Lagos, Ildefonso: 26, 37, 185.
<.,a1c1a \\ 1ck, Iléctor: 88.
Car.ron ' . (' éao;;e: Garzón, \'icente).
(; arlOO, \ icen te: 110, 133. 153.
C~ruzez (' é115e: Géruzez. Eugenio).
184 -
�Géru zcz. Eugen io: 9 t
G("u ell ( v{·aqe: Gcttell. Raim11ndo).
GettelJ. Raimundo : 102, 103. 106,
142.
Gettell. Raymond G. (véa se : Gette 11. Rairnundo).
Giró (v(~ese: Gi ró. Francisco) .
Giró, Francisco: B. 32.
Gomencoro ( véa .. c: Gomensoro. To·
mác:.) .
Go1ncnsoro, Tomác:.: 2. 23, 24. 50,
51, !13, 54. tl l·68, 71, 1:17.
Gómez. doc tor (véase: Gómez, J uan
Cario-.).
Gómc1., lua n C:arlo.. : XT. l. 7. 9,
JO, 11. l:l. J2, 33, 19. 61, 62,
82, 96. 102. 116. 145. 165.
Gómcz ll &t•clo, J uan Carlos: 12,
119.
Goy1•na, Pahlo: 26.
C rcr. lcy (.,.c~a.. c: Grcclcy, l lor ncio).
Grcclcy. IIorac io: 106.
(; rocío ( \ éuec: Grocio. l l 11go) .
G rol' in. 11 u ~o: 103.
G11rm ,;nrl1•1, Ca rloc:: 59.
G11rn1éndc1, Rufino: 88.
~lalJ cc k
(\'~nc;c:
Ilcrrera y Ohe5, l\1anuel : 7. 12. 2.t,
66, 116, 135.
Jlcrrct a y Obeq, ~li g ue ! : 19, 26,
37.
l 1ordcñana , F rnnci""º: 8.
II11go (véa e : llugo, Víctor) .
l~ugo,
Iharra. J orge: 26.
.Jack: 1'19.
.T ack ... un, J uan D. : 65.
.lacq11es, Arnaclco: 100.
Jant:t ( véa-.e: Ja:iet, Pablo).
.f :inct, Pablo: 116.
Jcffr•rc:on (véase: Jeff P.rson, T o111ác;).
Jcffcr,nn, Thomas (véa!:e: J cffer~on, Tomác;) .
J,,ffer,on, Tomá ~ : 101. 118.
Jo é Pedro (\éa!le: Ramírez. J osé
Pedro).
1 ahnulnyc <véa~c:
Ecluarclo).
fl allcck , Fit1-
fnn so de).
fl ,.gcl.
Guillermo
F.).
lfc¡:rcl. Guillt•rnto F.: 92, 97, 105.
lf crn•ra. Alfn·do df•: 131.
llcrrera, Jua n J. de (véase : IIerrcra , J uan J osé <le).
llt r rr.ra. J un n J•Jc.é de: 6<J., 88, 110,
133.
l lf•rrcra, J 11 lio (véase: l l errcra y
lJIJt•s. Julio) .
lfcr n·ra, l'\icolú-.: 12.
l Jl'rrcrn y O L e·~ (véase : I lerrera y
<> h 1 ·~. 1\l anuel ).
llr.rr1•ru y () he-., Ju lio: 11. 12, 18,
26, 29. Jo. 3 1-36, 111. <ta. s1.
5 l. 55, 57. 59, 60. 78. 88, 91.
10 1. 110. 111, 116, 118. 139,
144, 146-149.
llcrrera y O bes, Lucas: 8 1.
-
•
1 nrnartine, .1\ Jfonco de: 11, 147.
la111n l\éace: L ·uua~, J\ n<lré.. ).
J a rn 1q' .1\ ncl rés: 7, 8, 2•l, 32, 66,
116, l 65.
1 :in11•nnui~ ~ \c~a ...c: Lan1enr.ais, Felicité rlP).
J un1cnnnis, F1•licité rlr: 9.3, 100.
l apido, Ocravio: 61. 110.
Larornig11ii•rc (~éa!:!c: Laron1iguiere,
P1•cl ro) .
l orrunig11icrt'. Ptdro: 92.
l u1r.1ñ.1gu ( \'éasc: Larrañoga. Dárnnso A.).
1 arrnña~a . Dámuso ¡.\ . : 101.
l.usta rria (\. éa.;c: La-.ta rna . \"ictoriano J o~é) .
Las lurria, Vic toriano José: 50, 145,
151. 16S.
Latorro (véase: Latorre, Lorenzo).
l.utorr<.', Lorenzo: 59, 118, 157.
)os) .
(véa.,c:
Labo ul aye,
I .u!Jouluyr, E. ( véas~: Labou layc,
Eduardo).
Laboulnye, Eduardo: 3. 13. 91, 95,
100. 103, 101, 105, 112, 116,
12 1, 125, 142.
l am;ir1inc (véase: I amartine, AJ-
Grcf'OI').
Hallr.ck. Fi tz·Crecnc: 106.
ll an1i lt on (véa;:,c: Ilu1nilton , Alcinnd ro).
lfen1ilton. Alejand ro: 3. 91.
ff arnlil ( véac:.c: Blanco. J uan Car·
ll e~r l
Víctor: l iJ7.
l ü.3
-
�•
~lich elc t ( véa~e:
~Iichel e t, Julio:
La' alleja (véase · Lavalleja, Juan
l\lichelet, J ulio) .
100.
1'1ilton (\·éas.?: \lilton, J uan) .
?vlilton, J uan: 103.
I\1inL,tro con-:,ervador (véase: Bustan1antc, Pt:Jro).
1\.linistro de IlatHe (véase: 5ustamantc, Pedrt' ) .
1\1inistro de Berro ( véa"e : Estrázulas, Jaime).
1'1inistro de Hac"en<la (véase : BusLamantc, PcJro).
~fitre (véa e: .l\fitre. Bartolomé).
l\fi tre, Bartolomé: 1-1, 93. 152, 165.
~litre, general ( ,·éasc: !\litre, Bartolomé).
1\.fontalembert ( vPae;.e: ~f ontalembcrt, Carlos Forbes, Conde de) .
1'fontalembert, Carlos Forbes, Conde de: 100.
~font .-ro Dustamante, Raúl: 147,
149.
?.-f uñoz (",;ase: ~luñoz, J osé ~fa.
ría).
l\1uñoz, Car1o~: 12.
1\.iuñoz, Daniel: 26, 95.
l\fuñoz, doctor (\éa~e : ~1uñ oz, José ~faría).
1\1 uñoz. Jo~é I\f. ( \'éase: l\f uñoz,
J o~é 1\laría).
1\1 uñoz. J o-,,é 1\[a. ( \"é:ise: .'.\luñoz,
T o~ 'faría ).
1'Iuñoz, J osé 1\faría: 1, 7-10, 26,
36, 55.57, 61-68, 70-73, 76, 88,
115, 137, l~O. 147, 148.
Antonio).
Lavalle ja, Juan Antonio: 8.
Lavandcira, Francisco: 101, 137,
148, 149.
La viña, Francisco : 58.
Leibni.i (véase: Leibniz, Godof redo
Guillermo) .
Leibniz, Godofredo Guillermo: 96,
Lerena, Ambrosic (véase: Lercna,
Carlos Ambrosio).
Lerena, C. A. (véase : Lerena, Carlos Ambrosio ).
Lerena, Carlos (véase: Lerena, Carlos ,\mbrosio) .
Lerena, C:irlo& Ambrosio: 26, 64,
110, 126, 133.
Lincoln (\éas2: Líncoln, Abraham}.
Lin coln, Abraharn: 11.
Locke 1véa::e: Lc;cke, Juan) .
Locke, Juan : 103, 118.
Lolme, de (véase: Lolme, Juan de).
LolmP, Juan de. 104.
Luis Felipe: 92, 100.
1\fac EochPn. E,luarclo: 51.
1'facchino, Eduérdo De : 26.
~f aciel, Santia ~o: 1·19.
Mackinnon, l\lejandro: 23, 2 i.
l\faAariñoq Ccr,::ntes, Alejandro:
27, 57, 135.
J\.taistrc, de (\'éase: 1\taistre, José
de).
1'fai.;t re, J osé de: 92.
l\f all·brancltc ( \'éa~e: 1\1 alebranche,
Nicolá:.).
l\falebranchc, 'lit.:olás: 96.
f\fartínez, Bonifacio: 12, 55-58.
l\lartíne~ doctor ( véa~c: ~1artínez,
Bonifacio).
l\fauá, Barón ele: 15-17.
l\'fau.ini Cvéa ... c: ~laa.ini, José} .
l\fazzini, J o!'.lé: 11.
Afccli na, Auocleto: 18.
ltfclián Lufinur (\éase: ~lclián
Laíinur, Luis).
?\fcli ón l alinur, Luis : 7, 17, 25,
43, 108, 121, 122, 135, 1J9, 152,
157.
1'-fichel, Enrique: 104. 111.
1tlicbel, 11. ( vén~e: 1\lichc], Enri-
Narancio, E. l\I. (véase: Na rancio,
EdmunJo ~l. ).
Naran cio, Edmun<lo ll. : \ '111.
Nar\'aja, Tri tán: 1·16.
OdJone ('«!ase: Oddone, Juan Antonio) .
Oddonc, Juan Antonio: ' ' JI, VIII,
X.
Ordoñana, Dom iniz;o: 81..
Oribe (, éal'c: 01ibe. ~Ianuel}
Oribe, J\f anuel: 3, 81.
Ortc~a ( \'éase: Orte~a y Gasset.
J oEé).
Ortega y Ga~::ct, J o~é· 101.
que).
'fif ichel, I Icnri C' éasc: 1\fichel, Enr ique) .
-
186
�P. D. I\L (véase: De-~ Iaría, PJblo).
Poc:heco 'vP.a,e: Pachcco y O bes,
Pricc ( véa<:c: Pnce. Ricardo).
J1 ri1 e, Ricunlo: 3, 91. JO~.
Prit.:~lley (véase: Priestley, José).
Pricatley, José: 10-l.
l'u!cnclo rf (véase: Pufendorf, Ba·
n)n de).
~lcl chor).
Pacl!eco y Obc", \Jt>lchor: 8 .
Pngolo, coronel ( 'réasc: Pagola,
Juan ~l.).
Pago la, Juan ~l.. 51, 54.
Po ane ( véa ...<': Painc:, 'fomás) .
Painr>, 1'on1ós: 104, 118.
Polorneque, Albcl'lo: 119.
Palon1eq uc, J osé G.: 14.
Palleja ( \'éase: Pallcja, León de).
Puf~n<l o rf,
Q11in ct (véa1H" Quinet, Edp;ardo).
Quiuct, EdKurdo; 100.
l'allcJa, l t:un de: 8.
Parrington \!. ( véa::c: Parrington,
Vernon l.).
Rnmírez
( véa"e: Ramírez., Carloa
\Ja1 íuJ.
R nn1:re1. ( \éa<:e: Ramírez, José Pe·
dro).
R nn1írc1,, Carlos Iaría: 2, 7, 12.
17·19, 26, 2í. 32, 37. 39. 73.
9,), 101. 103, 105, 109. 112,
121. 117-1 19, 152, 156. 165.
Ramít c1. doctor (véase: Rainírez.
Jo"é Pedro).
R n n1ÍH!l, (;on1a lu: 19 26, 37, 73,
1oJ, 137. 138, 165.
Ron1írc1, J. P. (véase: Ramírez.
Parringlon, Vernon L.: 106.
Paullicr (véase: PaulHer, Federi<'O).
PnulhC'r, Federico: 57, 58.
Pena, Cario' ,\ta ría de: 19.
Peña. dl' la ( véaEe: Peña, Luis
J o!.é de la).
Peña, L11i J U6~ ele la : 3, 91, 91.
Pcñuh:n (véase: PP-ña1va, Juan).
Pciiulva, Juan : 160.
Pcrt·da, con1andt1nte (véase: Pere·
clu, Enrique F.).
Pereda, Enrique F.: 59, 88.
Pereda, teniente coronel (véase:
Pereda, Enrique F.).
}lt'rcira Cvéosc: Pereira, Gabriel
Antonio).
Pr:rcira, Cahriel Antonio: 32.
P1~n·1, luis Eduardo: 51.
Pl~rcz, ~1úxi1nu: 15.
I1 ~rcz Cu"tellano (véase: Pérez Castellano, f\lunucl).
P1~ rel Cnstclluno, i\lnnuel: 101.
1'1~ re1, Gomar ( v~ase; Pérez Gomar,
(,n•gorio).
Pércz Gomar, Cre~orio: 12, 8'1,
103. 105, 1116.
Pctit ~l11ñn1. ( véusc : Petit ?tfuñoz,
Eue"n io) .
Petil ~Iuñoz, Eugenio: l •i7, 149,
l'ivel l\éasc: Pive) Devoto, Juan
José Pt>dto).
Rarnírr.1.• Jo é Pedro: XI, 2, 11"
] 2, 17. 18. 23, 26, 3-1·36. 49.
53, 55·61, 70. 96, 101, 106, 108112, 11 5, 117. 126, 129, 132..
13:i. 13S. 139, l jil, 1·15·1•17"
149, 158, 165.
R amírc1., Juan A.: 26.
Ramírc1, Junn P.: 59
Randall, Juhn E. (\éa~c: Randall.
Junn 1:.).
Rnn<lall, Juan E.: 101.
H1·<111en11, .T oaqu in: 135.
Ilr1111cnn, J naqu í n ( 'éase: Requ&nn y r.arcíu. Joaquín).
R equcna y García, Joaquín: 6.J.,
133.
ll ive ra (véase: Rivt'ra, Fructuoso) ..
Hivcra, B1•rnnbé: 132.
Hhera, F1 u c t1111~0: 8.
Roclrígut•1, \urcliano ( véa"e: Rodríg11e1. Larrcte, Aureliano).
Rodrigue z La rn.:ta, \u reliano: 19.,
E.).
PiYel l)C'voto ( \'ea"c: Ph el Devoto,
Juan E.).
Pivcl l>t•voto, Juan E.: 8, 13, 14,
24, 36, 87, ] .~ ]. 133, 131-.
Pre.:iclt•ntc dt> la Rc¡1ública (véase:
Ello u ri, .T osi! E.) .
Pn·~irl en t c de la fl c¡.itíblica (véase:
Gomcn ..oro, Ton1:i1:1).
-
Barón de: 103.
26, 37, 88.
Rorn<•ro, Einilio: 19, 26, 152, 156.
Rornero, J o..,é Lnis: 105, 152.
J{u5os ( véa~c: R11sas, Juan ~Ianuel
ele).
Ros::i .:, Juan nlJnucl de: 9 t
187
-
�Rousscau <véase : Rousseau , Juan
J acobo) .
R ousscau, J uan Jacobo : 99, 118.
Rück.er, Conrado: 135.
R uggiero, Guido de: 104.
Tocqueville, Alexis de (\éase: Tooque,ille, Alejo de) .
TorreQ, Fernando: 16, 17, 62.
Tucker (véase: Saint George-Tuc·
ker) .
\
Saco, Jo~é Aneonio: 165.
Sácnz de Zumarán, Alejandro: 26.
Saint George-Tucker ( véaQe: aint
George -Tucker, Enrique).
Saint Georse·Tucker, Enrique: 106.
Saint Simon Cvéase: Saint- imon,
Enrique de).
Saint Simon, Enrique de: 93.
Salvandy (véase: alvandy, Conde
de).
Salvandy, Conde de: 100.
Salvañach (h.), Cristóbal: 19, 38.
Sansón Carrasco (véase: rituñoz,
Daniel).
Santos, Juan F.: 59.
Sarmiento ( véasf': Sarmiento. Domin~o F.).
Sarn1iento, Domingo F.: 50. 93,
105. 145, 151, 155. 165.
S imon, J ules (véase: Simón, Julio) .
S imon, J ulio: 100.
·
Sosa, J esualdo: J49.
Spenccr (véac;e: Spencer, Herbert).
Spencer, H erbert: 95.
Spinoza ( véac;e: pinoza, Benito) .
Spinoza, Benito: 96. 99.
Stewart \ argac;, Guillermo: 16, 1·13.
144.
Story (véase: Story, José) •
Story, Jo!lé: 3, 91, 106.
Story, J oscph (,éose: Story, José).
Stuart f\fill (véai.e: Stunrl l\lill,
Juan).
Stuart Mill, Juan: 95.
Suárez (véase: Suátez, .T oaquín).
Suórez, Cregorio: 18.
Suiírez, J oaquín: 7.
\' aillant, Adolfo: 12.
Varela (véase: VArela, José Pedro).
Varela, Florencio: 102.
Varela, J. P. (\'Case. \rarela, José
Pedro).
Varela, J acobo A.: 19, 26, 37.
\ "arela, Jo~é Petlro: 12, 17, 19, 26,
27, 31, 37, 47, 51·54, 62, 63.
66, 73, 74, 101, 148, 149, 151,
152, 155-157.
Varela, Pedro (' éase: Varela, Pe·
dro J.).
Varela, Pedro J.: 58, 62, 64, 65.
\ á~quez Acevcd.J, AJfr>!do: 52, 137,
148.
\"ázquez., Eduardo: 59.
\ ázquez, Juan A.: 57.
,. ázquez, Laude!) ino: 110.
\ ' ázqucz . a~a-,tume. José: 64, 88.
''edia ( véa~e: \ edia. Agustín de).
Vedia, A l?u~tín Je: 14, 19, 48, 52,
61, 65. 72, 88, 101. 113, 131,
132, 140. 1-ll, 148-156.
\.edia de (véase: \ ' ed ia, Agustín
de) .
\ ' elazco. Erne~to: 23. 24, 26.
\ era. Jacinto: 36. 154, 156.
\ idal. Emilio: 26.
'idal, Francisco .\ .: 57, 64.
\ idal. Toribio: 59
1
\ il1alba (l éase : ViJJalba, Tomás).
\ illalhn, \ntonio: 88.
\illalba, Tomsi"· 21. 153.
\ illegas, Alejo: 3, 91, 93.
Taylor (véac;c: Tay)or, Juan).
Taylor, J11nn : 106.
Te7.ano~, Isaac de: 57, 110.
Tocqnevillc ( vé&!e: Tocqueville,
Alejo dto}.
Tocqueville, ,\tejo de: 3, 12, l•t,
91, 101, 105, 12·1.
-
Washin!.!lon
J or;:~ 1.
(,·éu,c:
" 7ashi ngton,
"a<>hingl<•n. Jor~r: 11.
"11l i-. l\'éa.;c•: \Villi-., i\athnnicl P.)
" 'illi". Nnthan1l"l P. : 106.
" ' olf f <véa .;;e'. \\ olff. Christian> .
'°'"oJff, Christian: <:'6 .
7 ca. I 1 OJ "ltio: •15. 99, 151.
Zumar-'n. \leiantlro . de (\'éase:
acni clt Zumarán, Alejandro).
188 -
�INDICE GENERAL
��Pi g1 oa
ADVERTE CIA. por Edmundo .l\f. Narancio .. .. . .. . . . .. . . .. . . .. . . VII
NOTA PRELII\llNAR ............................................ . IX
TE~IARIO .... .................................................. .
l
Capítulo J. Jlacia el principi ..mo ..•..............................
5
Capítulo TI. La órbita política de los partidos de principios (18721875) .......... ............ . ....... ' ..... ..... ....... ....... .
21
Capítulo 111. El principismo doctrinario ••.........................
Capítulo I\'. Las soluciones principistas ante la realidad nacional •..
89
119
CONCLU. ION .................................... .............. . . 163
DIBLIOGRAFIA Y FUE TE • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • 169
INI>ICE O~O~tA TICO . . . . . . . . . . . . . . . . • . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 181
INDICE GE~ERAL . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . • . . . . . . • • 189
-
191 -
��Nl\.ER IDAD DE LA I\EPl. BLI C A
MO'\TE\IDEO
1A'\IDADE
i3
CERRITO
CO ~SEJO
Y CIENCIAS
CEI\TRAL U ' I\1 ERSITA RIO
Rector
c.
LEOPOl.DO
ACORIO
\ocales
IltiGO
r.
Al\10RÍN ,
BEnl"ttl1Dl-.7,
J ORGE
CARl.OS
l\.1ARÍA CAIVO, J UAN CARLOS DEL ( Al\TPO, J U\N
J.
COUTURE, C ARl.OS
Or1.no, Aca c;1 íN
A.
FYNN. A1.P'Ol\ SO
At RE1.ro
LAXALDE,
ALVAREZ. El\tn.10
ORIBE,
II.
A.
E.
BF-RTA,
)03~
CAPRA, EDUARDO
GACC,Y.RO, J ULIO GARCÍA
Lucc n1:'-íI, RoooLFO l\lEZZERA
ARI EL Onosco.
BERNARDO
RosENc.u.an,
l\IAuno C. Ro-.rn .t , CARLOS \ 1 AZ Fr:rutEJRA.
CONSEJO DE LA F;\C LT,\D
Decano
CARLOS \ \Z FEnn1:1n \
, .ocn1es
J lJ,\ N J osÉ C.\nr.AJ AL V 1cTorucA,
\
í cTon CA YOTA, PEono FEnnEmA
B•RrtllTII. CONSTA:'\C IO L\ZARO, ALFON SO LIA\IBÍ\c; DE A ZE\ EDO,
E~t u .10 OrueE.
J uc. 10
-
l\l.\nÍ,\
193 -
osA,
I ~.\AC
\.1 '-tE:'iE7.
�/
•
ERRATAS
PAG
DONDE
LINEA
DEBE DECIR
DICE
prologaban
15
29
prolongaban
15
36
v1genc1a
incidencia
61
17
Club Radical
Club Libertad
95
28-29
filosofía politica y económica
filosofía política
•
101
30
literarias
liberales
105
38
Fuster
Fueter
165
6
del
de
165
11
cultas o Ilustradas
Ilustradas
165
12
autarqu 1a
autocracia
165
13
de cosmovisión
de la cosmovisión
167
11
jalonan
jalona
167
26
Idea s
Ideales
�1 rsTITUrfO DE I":\' E.
TJC;ACIO~FS
IIJ1 TORICAS
DE LA
FAClJLT1\D DE I-I l\IA "\IDADE. 'r
JUA~
LI~DOLFO
Cil~l\CIAS
CUESTAS 1525
Director ( honorari o)
]efe de Jnvcstiga c ione.~
tl1\IL:'\DO ~f. !\ARA~CJO
Per5onal de auxiliare"
~f.
Rt' !'\ .\
Br.AN CA
S1ERnA
P.u.is
GIL DE
CAsTno SuÁiu:z
r.-tARTllA CAr.IPOS Dr. GARABELl.1
/~i\tELIA M&LiNDEZ
Delegación en BlJENOS AIRES ( uipacha í56, 3Q B )
Personal
A1'1 \l.I\ FANELI I
Delegados en Europa
ESPAÑ _i\
SE\ ILLA,
1
El\111.IANO
Jos
I!'fGLATERRA
LO~DRE..~. l\1ARCARET FRANKLIN
-
195 -
��El número VI, de la serie de ENSAYOS, FSTUDIOS y
MONOGRAFIAS, in titulado F I Principismo del
Setenta por Juan Antonio Oddone, con Advtrtencia de Edmundo M. Narancio, terminó de
imprimirse en Max\vcll y Cía. Buenos
Aires, el 31 de julio de 1956. El
t1raje es de 500 ejemplares
numerados del 1 al 500 y
300 ejemplares del
1 al 300, total
800 ejemplares
�
Dublin Core
The Dublin Core metadata element set is common to all Omeka records, including items, files, and collections. For more information see, http://dublincore.org/documents/dces/.
Title
A name given to the resource
Biblioteca Virtual de Humanidades en el Uruguay
Subject
The topic of the resource
Repositorio de ensayos en las Humanidades publicados originalmente en el Uruguay
Description
An account of the resource
<p><span>La Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación se ha propuesto contribuir a rescatar y poner a disposición de los lectores la escritura ensayística del Uruguay a lo largo de su historia. Esta Biblioteca Virtual de Humanidades en el Uruguay pretende reunir en un solo lugar más de dos siglos de textos de reflexión y pensamiento, dentro del amplio campo de las humanidades, producidos en conexión con la universidad. La mayor parte de esos textos han sido originalmente publicados en revistas universitarias o periódicos hoy difícilmente accesibles. A menudo nunca recogidos luego en libro—o recogidos con sustanciales modificaciones—, son textos que pueden contribuir a recuperar y mostrar las dinámicas de pensamiento y representación en el país, tal como se realizaron en tiempos de centralidad de la escritura.<br /><br /></span>La a veces fina y sinuosa línea entre Humanidades y Ciencias Sociales hace que textos de historia económica, de estudios sociales, de ciencia aplicada a la antropología, puedan tener cabida en esta colección, aunque el foco está en el núcleo tradicional de las humanidades. El Derecho (con la excepción de Filosofía del Derecho) queda, por su especificidad técnica y profesional, por el momento fuera de este grupo. </p>
<p>La colección será un trabajo acumulativo, con entregas bimensuales. En el tiempo, los textos se irán organizando de acuerdo a posibles lecturas de la historia de las ideas en la región y el continente. <br /><br />Aldo Mazzucchelli</p>
<p><span>15 de octubre de 2017</span></p>
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Pablo Darriulat
Gonzalo Marín
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Title
A name given to the resource
El Principismo del Setenta
Subject
The topic of the resource
Historia
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An entity primarily responsible for making the resource
ODDONE, Juan Antonio
Source
A related resource from which the described resource is derived
Oddone, Juan Antonio
El principismo del setenta : una experiencia liberal en el Uruguay / Juan Antonio Oddone ; advertencia de Edmundo M. Narancio-- Montevideo : UdelaR. FHC, 1956; p. 191
Publisher
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Facultad de Humanidades y Ciencias
Date
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1956
Contributor
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Bach. Gonzalo Marín
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Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
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Español
Historia
PRINCIPISMO
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